Los estudios tafonómicos sobre la tecnología lítica cuentan con una larga historia en el marco de los análisis del registro arqueológico (Hiscock 1985). El estudio de los procesos naturales y culturales que actúan sobre el registro, y que lo afectan de forma diferencial hasta su recuperación por parte de los arqueólogos, permite entender su historia y los factores que se vieron involucrados en ella (Borrazzo 2004). En este trabajo presentamos los principales agentes y procesos tafonómicos que actúan sobre el registro lítico del golfo San Matías (Río Negro, Argentina), y establecemos los efectos que causan sobre las diferentes materias primas. El análisis se realizó en el marco de un esquema comparativo entre los conjuntos arqueológicos de superficie provenientes de localidades con características geomorfológicas distintas –terrazas/paleoacantilados y dunas– de los sectores norte y oeste del golfo, los cuales, a su vez, presentan diferencias estructurales y ambientales entre sí (Favier Dubois y Borella 2011), que se espera ver traducidas en los efectos de los agentes tafonómicos en ambas áreas. En trabajos previos (Carranza 2015) se controlaron los perfiles de corrasión de conjuntos líticos de superficie del sector norte del golfo; a partir de ello, en este trabajo abordamos las distintas formas en que las materias primas respondieron a los mismos agentes tafonómicos. Así, buscamos delinear tendencias esperables en las historias formacionales del registro lítico de superficie, poniendo énfasis en las diferentes rocas identificadas en la costa rionegrina, aportando al estudio de la historia postdepositacional de los materiales arqueológicos en general del área de estudio.
Breve caracterización del área de estudio
La costa rionegrina del golfo San Matías puede ser dividida en dos sectores, de acuerdo con sus características geológicas y geomorfológicas diferenciales (ver la figura 1).
La costa oeste corre de norte a sur y se extiende entre la localidad de Las Grutas y Puerto Lobos, en el límite con Chubut (ver la figura 1). Su rasgo geológico principal es la presencia de la meseta de Somuncurá, una planicie estructural lávica que desciende hacia el mar en forma de pedimentos de flanco (González Díaz y Malagnino 1984). Esta costa es ambientalmente más homogénea que la parte norte del golfo, con lo que presenta una diversidad de especies marinas menor. Existe además escasa presencia de agua dulce, debido al poco desarrollo de aguadas asociadas a depósitos eólicos y a la escasez de reparos topográficos ocasionada por la dirección de los vientos (oeste-este) que llevan los sedimentos hacia el mar. A estas características geomorfológicas se suman la baja presencia de concheros, de evidencia faunística y bioarqueológica, de localidades utilizadas en forma repetida en el tiempo, concentraciones líticas de muy baja densidad en general (Cardillo 2009) y la presencia de obsidiana proveniente de lugares distantes (Alberti et al. 2016; Favier Dubois, Stern y Cardillo 2009). Todo lo mencionado ha dado lugar a la propuesta de que la costa oeste del golfo habría sido utilizada como un espacio de circulación o habría sido ocupada de forma menos intensiva o redundante, aunque con ciertos espacios más atractivos para la ocupación humana (Borella, Mariano y Favier Dubois 2007; Favier Dubois y Borella 2011). Esto sería más claro en el tramo sur de la costa donde se relevó la mayor cantidad de loci (Favier Dubois y Borella 2011; Favier Dubois et al. 2008). Las cronologías de estos sitios se ubican entre los ca. 3500 y los 750 años 14C AP (Borella et al. 2015).
Por su parte, la costa norte del golfo San Matías se extiende desde la bahía de San Antonio hasta la desembocadura del río Negro, en el océano Atlántico (ver la figura 1). En esta área la bioproductividad es alta, ya que se combinan la presencia de cuerpos de agua dulce en dunas, la accesibilidad a las especies marinas (moluscos, peces y lobos marinos), la existencia de reparos topográficos y la disponibilidad de rocas (Borella 2006; Favier Dubois y Borella 2011). La geomorfología de esta costa comprende cordones medanosos, bajos y una zona litoral en donde se alternan playas y acantilados (González Díaz y Malagnino 1984), geoformas generadas principalmente por la acción de procesos marinos y eólicos. Es de destacar que los mantos eólicos y campos de dunas se acumulan en toda la costa, siendo tanto de carácter móvil como en forma de dunas fijas por la vegetación. Los campos de mayor importancia en cuanto a su extensión son de tipo barjanoide y ocupan la localidad de Bahía Creek, extendiéndose hasta 20 km hacia el interior, seguido de toda la zona central de la espiga que cierra la bahía de San Antonio y la franja costera (Martínez et al. 2001). Estos campos generan una visibilidad variable del registro a lo largo del año, ya que la dinámica particular de los ambientes eólicos por períodos sepulta y preserva los materiales, alterando su conformación y visibilidad (Waters 1992), descubriéndolos en otros momentos. Las fechas de las localidades arqueológicas del área se ubican entre los ca. 6000 y los 450 años 14C AP (Favier Dubois et al. 2008).
Respecto de la disponibilidad de materias primas líticas, en la porción norte las fuentes están constituidas por depósitos secundarios, de distribución extensa y relativamente homogénea que implica que en el espacio existen distribuciones de rocas de distinta extensión y variada litología, y no puntos “localizados” para el aprovisionamiento de materias primas (Alberti 2012; 2016). Estos depósitos están compuestos fundamentalmente de rocas volcánicas ácidas y básicas, y rocas sedimentarias químicas y clásticas. Respecto a su explotación, hemos propuesto que, debido a la abundancia y ubicuidad de estas fuentes, el abastecimiento de rocas no habría constituido un factor de riesgo para los grupos humanos que habitaron la zona (Alberti 2012; 2016), y que no se ha registrado una conducta que sugiera la aplicación de estrategias de economía de materias primas (Alberti 2012; 2013; 2016; Cardillo 2009). Por su parte, en la costa oeste del golfo existen tanto fuentes primarias como secundarias de rocas. Entre las primeras hemos detectado ocho hasta el momento: una fuente de rocas metamórficas de bajo grado (pizarras y filitas) de calidad mala para la talla, un filón de una roca silícea muy alterada, una fuente de sílice marrón de calidad buena para la talla, una de toba con diferentes grados de silicificación, en donde además se relevó un taller, una fuente que presenta rocas ferríferas y cuarcitas de variada calidad, una de granito colorado que habría sido utilizado para la construcción de chenques, una de rocas sedimentarias de calidad mala para la talla y una última fuente de una roca clástica de grano muy fino que aún no ha sido identificada (Alberti 2016; Alberti y Cardillo 2015). Respecto de las fuentes secundarias, estas se hallan presentes en sectores puntuales del espacio, y su distribución y disponibilidad son mucho más acotadas que en la costa norte. Los rodados disponibles en estas fuentes son principalmente de volcanitas ácidas, sílices y calcedonias (Alberti 2016; Alberti y Cardillo 2015).
Agentes y procesos de formación en el área de estudio
Los estudios distribucionales realizados en el área han permitido afirmar que la aparición del registro arqueológico es diferente en ambas costas del golfo San Matías. En la costa norte, la presencia de mantos eólicos dificulta su visibilidad, pero en sectores deflacionados se localizan mayores concentraciones de artefactos (Manzi, Favier Dubois y Borella 2009). Por su parte, en la costa oeste la ausencia de dichos mantos y la escasa cobertura vegetal se conjugan para que los materiales sean más visibles y más fáciles de recuperar (Manzi, Favier Dubois y Borella 2009). Así, los contextos de hallazgo del registro son diferentes, aunque existen ciertas similitudes: presencia de dunas costeras y sectores aterrazados y paleoacantilados, más expuestos a la acción del viento con carga sedimentaria. Los principales procesos de formación del registro consisten en la deflación y redepositación de sedimentos eólicos en las diferentes unidades del paisaje, con mayor o menor intensidad (Favier Dubois et al. 2008), lo que ocasiona que el registro quede expuesto y cubierto reiteradas veces a lo largo de su historia postdepositacional (Borrazzo 2006), produciéndose, a la vez, la mezcla de distintos eventos depositacionales (naturales y culturales). Por ejemplo, en trabajos previos se describió cómo el viento produjo la redepositación de valvas fragmentadas (Favier Dubois y Borella 2007), y situación similar se registró para los restos arqueofaunísticos (Favier Dubois et al. 2008) y microlascas (Carranza 2015). Por otro lado, los materiales depositados en ambientes de paleoacantilados y terrazas son más estables en el tiempo y no sufren cambios tan drásticos o radicales (Favier Dubois et al. 2008). Sin embargo, hemos detectado la alteración reciente en contextos de terrazas parcialmente vegetadas, lo que estaría indicando ciclos de exposición y enterramiento de materiales (Carranza 2015).
De acuerdo con Borrazzo (2006), un agente tafonómico es la causa física inmediata (por ejemplo, el viento) de la modificación de un objeto dado, mientras que un proceso tafonómico es la dinámica de ese agente (en el caso del viento, intensidad y partículas que pudiese transportar), y un efecto tafonómico es el resultado de la acción de ese agente sobre las piezas (por ejemplo, corrasión eólica). Cabe destacar que los efectos tafonómicos son condicionados por factores tanto exógenos (condiciones del ambiente donde tiene lugar el proceso, por ejemplo, disponibilidad de agua, temperatura, pendiente, disponibilidad de sedimentos sueltos, entre otros) como endógenos (en el caso de las rocas, su mineralogía, tamaño de grano, presencia de grietas o fracturas internas, dureza, isotropía, entre otros). A pesar de que algunos autores han propuesto el estudio a gran escala de los factores que condicionan la meteorización, principalmente el clima (Peltier 1950, en Borrazzo 2010), otros sostienen que es necesario estudiar la escala regional, pero que esta debe ser combinada con estudios a escala local y, en particular, de procesos que se dan a escala micro, directamente sobre la superficie de la roca (Pope, Gregory y Dixon 1995). Por ello es fundamental conocer las características locales del contexto de recuperación de las muestras.
El mayor efecto que causa el viento sobre las piezas líticas es la alteración tribológica, que implica que se modifique la morfología de las rocas, pero no su composición química (Pettijohn, Potter y Siever 1972). La principal alteración que consideraremos en este trabajo es la corrasión, que implica el pulido de aristas y bordes de las piezas como producto del impacto sobre las caras de las piezas de las partículas que son transportadas por el viento (Borrazzo 2006; Carranza 2015). La intensidad de este fenómeno depende del tiempo de exposición y de propiedades de las rocas en sí, como la homogeneidad, la dureza, la cohesión y el tamaño del grano (Breed, McCauley y Whitney 1997; Camuffo 1995). Por ejemplo, en las rocas porosas o las de grano más grueso, que presentan mayor superficie interna, la meteorización es mayor y más rápida (Camuffo 1995; Schiffer 1987). Además, debido a la composición mineralógica particular de cada roca, varias litologías expuestas a las mismas condiciones ambientales pueden meteorizarse de forma diferencial: las de composición básica son más sensibles a la descomposición, mientras que las que tienen porcentajes mayores de cuarzo son más resistentes a la descomposición (Colman 1981). Estas alteraciones se evidencian en un brillo inexistente en la fractura fresca de la roca, en el redondeo de filos y aristas de las piezas y en la ausencia de las asperezas típicas de la roca (Borrazzo 2006) (ver la figura 2 A, B, D, F y G para algunos ejemplos).
Figura 2.
Artefactos con presencia de alteraciones postdepositacionales confeccionados sobre diferentes materias primas

La carbonatación es una forma de meteorización química que hemos detectado para el área, que consiste en la formación de costras salinas sobre la superficie de las rocas y es uno de los denominados rock coatings (Borrazzo 2006; 2010). Los rock coatings son microdepósitos de minerales que se producen en la superficie de las rocas, de espesor variable y con estructura laminar, como producto de la precipitación de sales evaporíticas; en el caso de la denominada carbonatación, lo que se precipita es carbonato de calcio (Borrazzo 2010; Dorn 2009; Liu y Broecker 2000). Para que estos depósitos se formen es necesario que exista un proceso biótico y/o abiótico que cree una barrera que impida que los carbonatos se muevan, y, además, depende en gran parte del ambiente en el cual los artefactos se encuentran depositados (Dorn 2009) (ver la figura 2 C, E y H). En el área bajo estudio se ha detectado este fenómeno en material lítico depositado en contextos subsuperficiales, principalmente (Alberti y Carranza 2014; Cardillo, Carranza y Borella 2015).
Otra alteración postdepositacional que identificamos en el área fue la formación de pátinas. Sin embargo, consideramos que estas pueden ser alguna forma de rock coating o, quizás, algún grado de corrasión que no hemos podido determinar. De acuerdo con Schiffer (1983), las pátinas son alteraciones presentes sobre los artefactos que aún no han sido estudiadas en profundidad y que pueden ser producidas por causas diferentes (depositación de sales, alteraciones químicas de las rocas o una combinación de ambas). Como aún están siendo evaluadas por una de las autoras, se cuantifican en las tablas, pero no las tomamos en este trabajo para la realización de los análisis estadísticos y la elaboración de las conclusiones finales.
Por último, detectamos el crecimiento de algas y/o líquenes en la superficie de las rocas, lo que puede ayudar a discernir, en términos generales, momentos de mayor o menor estabilidad de los conjuntos.
Metodología de trabajo
El conjunto artefactual de superficie analizado fue recuperado en distintos loci de la costa rionegrina y está compuesto por 7.233 piezas, de las cuales 5.533 provienen de la costa norte del golfo, y 1.700, de la oeste. Estos artefactos fueron obtenidos mediante transectas y muestreos dirigidos a través de cuadrículas instaladas sobre los sectores de mayor densidad artefactual dentro de cada loci (ver la tabla 1).
Tabla 1.
Frecuencia de artefactos por localidad estudiada y fechados radiocarbónicos disponibles para cada una de ellas

El análisis tecno-morfológico fue realizado siguiendo los criterios establecidos en Aschero (1975; 1983), y el tafonómico, de acuerdo con Borrazzo (2006; 2010). La identificación de las materias primas se realizó siguiendo los criterios establecidos en Alberti y Fernández (2015). En este trabajo no pondremos el énfasis en el componente tecnológico de los conjuntos, sino que el eje estará sobre las diferentes materias primas que los componen y los efectos tafonómicos que registramos sobre ellas. El análisis artefactual, en conjunto con el tafonómico, es objeto del trabajo doctoral de una de las autoras, por lo que queda fuera de la meta de este artículo.
Con el objetivo de controlar si los patrones que detectamos varían de acuerdo con las materias primas y las localizaciones de los conjuntos, realizamos análisis estadísticos mediante la utilización del software Past 3.12 (Hammer, Harper y Ryan 2001). Para ello llevamos a cabo test de X2 y utilizamos los residuos ajustados (diferencias entre las frecuencias observadas y las esperadas, que luego son ajustadas a los totales marginales y al tamaño de la muestra, de forma tal que su distribución es aproximadamente normal). Esto último permite determinar qué niveles de las variables estudiadas estarían incidiendo de forma relevante en los resultados estadísticamente significativos. Ya que la distribución de los residuos ajustados es aproximadamente normal, valores iguales o superiores a dos sigmas 1.96/-1.96 (95% de confianza en el nivel del test) indican que uno o más niveles de las variables estudiadas (tipos de materias primas y niveles de corrasión, por ejemplo) están relacionados entre sí más de lo esperado por azar (Freedman et al. 1993). Para la determinación del p-valor utilizamos la aproximación de Monte Carlo con 10.000 permutaciones, ya que en las tablas analizadas existen variables con valores menores a 5.
Resultados
A fin de ordenar esta sección, presentamos primero los resultados de la costa norte y luego los de la oeste, para luego establecer una breve comparación entre ambas áreas.
Costa norte
Para facilitar la realización de los análisis, las diferentes materias primas identificadas fueron agrupadas de acuerdo con la similitud de sus características geoquímicas, que redundan en características texturales similares. Así, la categoría “silíceas” abarca calcedonia, jaspe, ópalo, sílex, xilópalo y cuarzo, que son rocas de grano fino con alto contenido de óxido de silicio (SiO2) en su composición. En la tabla 2 se presenta la distribución general de la muestra de acuerdo con la frecuencia de las diferentes alteraciones detectadas.
Tabla 2.
Frecuencias y porcentajes de los diferentes tipos de alteraciones postdepositacionales presentes en los artefactos de diversas materias primas provenientes de los sitios de la costa norte del golfo San Matías

Tal como se ve en la tabla 2, la mayor parte de la muestra (alrededor del 73%) no presenta alteraciones de ningún tipo. La corrasión afecta al 16% de los artefactos, y la carbonatación al 5%. Finalmente, casi el 6% de la muestra registra la formación de algún tipo de pátina. Tal como ya mencionamos (ver más arriba), esto probablemente se deba a la acción eólica y sea algún grado de corrasión, pero todavía no fue estudiado en detalle, por lo que este tipo de alteración será dejada fuera del análisis hasta tanto sea estudiada en profundidad.
Por otro lado, si se toman en cuenta las alteraciones que afectan a los artefactos manufacturados sobre las materias primas más abundantes, se observa que las rocas que proporcionalmente registran más corrasión son las volcanitas básicas (22%), seguidas de las ácidas (20%), las rocas silíceas (13%), y finalmente las sedimentarias (11%). En el caso de la carbonatación, son las sedimentarias (9%) las proporcionalmente más afectadas, seguidas de las volcanitas básicas (7%), las ácidas (6%) y finalmente las silíceas (4%). Ambos análisis dan resultados esperables, debido a que las volcanitas básicas son las menos resistentes a los efectos de la acción eólica, mientras que las silíceas los resisten mejor y, además, las características de su superficie (en general lisa y suave, ver infra) hacen que sean menos propensas a la depositación de sales sobre ellas. Esto fue observado por la Dra. K. Borrazzo en sus trabajos de campo1.
Para contrastar si existe una relación estadística entre la presencia de las alteraciones, el contexto de recuperación de los conjuntos y las diferentes materias primas, se realizó un test de X2. Dicho test fue desarrollado sobre los cuatro tipos de rocas más abundantes (sílices, sedimentarias, volcanitas ácidas y volcanitas intermedias-básicas) y analizando los tres patrones que se encuentran más estudiados: corrasión, carbonatación y la ausencia de alteración. Los datos empleados para la realización del test se presentan en la tabla 3.
En la tabla 3 se observa que las piezas más afectadas por la corrasión se ubican sobre los paleoacantilados y las terrazas (salvo en el caso de las rocas sedimentarias), mientras que la carbonatación afecta principalmente a los conjuntos de dunas. El resultado del test dio estadísticamente significativo (X2=563.72, p-valor<0.001). Esto indicaría que, a nivel global, tanto la localización como el tipo de materia prima influyen en el patrón de alteración registrado. Para determinar cuáles eran las variables que introducían las diferencias que no se deben al azar se calcularon los residuos ajustados para cada caso (ver la figura 3).
Figura 3.
Residuos ajustados para las variables consideradas de la costa norte de acuerdo con su ubicación en el paisaje

Como se aclaró en la metodología, los residuos ajustados mayores o menores a 1.96 indican rechazo de la hipótesis nula para dicho nivel de la variable estudiada, es decir, que su ocurrencia estaría vinculada con algún proceso no aleatorio (por ejemplo, posición en el paisaje, cobertura vegetal, incidencia del viento, entre otros). En el caso de las rocas sedimentarias, los valores expresados no son estadísticamente significativos. Esto puede estar relacionado con la composición granulométrica de estas rocas que impediría el redondeo de las aristas y/o la aparición de brillo por pulido, debido al continuo desgaste o pérdida de los clastos que las componen. Para el caso de las rocas silíceas, todos los valores obtenidos resultaron ser estadísticamente significativos. Independientemente de la localización de los conjuntos, la frecuencia de artefactos con carbonatación y corrasión es menor a la esperada por azar. En estudios previos realizados en el área (Alberti y Carranza 2014; Carranza 2015) se observó que la mayor frecuencia de artefactos con costras carbonáticas se presentaba en contextos de artefactos sepultados en dunas. Para los conjuntos de estas rocas que no poseen alteración, la frecuencia es mayor a la esperada por azar en contextos de dunas, y menor en contextos de terrazas. Esto podría estar relacionado con ciclos de sepultamiento y desenterramiento de los conjuntos, en el marco de la dinámica de los depósitos en dunas. Por su parte, en las terrazas la menor frecuencia de lo esperado por azar podría relacionarse con una exposición a los factores ambientales menos prolongada, o la presencia de dunas que podrían haber estado cubriendo esos conjuntos hasta tiempos recientes.
En el caso de las rocas volcánicas ácidas, los dos valores que son mayores a lo esperado por azar, la corrasión y la ausencia de alteraciones, se dan en los contextos de terrazas, mientras que en los contextos de dunas la única variable que resultó ser estadísticamente significativa es la ausencia de alteraciones, que es menor a la esperada por azar. Tanto estas rocas como las volcánicas intermedias-básicas, al formarse en profundidad, con temperaturas y presiones muy diferentes a las atmosféricas, presentarían una resistencia menor a la acción de los agentes exógenos. Por lo tanto, sería esperable un mayor porcentaje de corrasión que en el caso, por ejemplo, de las rocas silíceas. La ausencia de alteraciones, combinada con los altos porcentajes de corrasión en contextos similares, podría responder, posiblemente, a eventos depositacionales diferentes. Esto pudo ser evaluado en trabajos anteriores (Carranza 2015), donde la experimentación in situ realizada en la localidad del sector norte Paesani dio cuenta, en el momento del relevamiento, diecinueve meses después, de material arqueológico no detectado antes. Esto tambien lo registramos en la distribución de valvas, la cual era originalmente continua sobre el sustrato y luego se hizo discontinua al ser cubierta por una capa de arena. Esto se dio luego de sembrar las piezas experimentales sobre lo que consideramos un espacio sin materiales en superficie (Carranza 2015). En este sentido, el registro lítico en esta área parecería renovarse en superficie constantemente, producto de la deflación, que podría estar vinculada a las condiciones imperantes en la escala espacial micro.
Por último, las rocas volcánicas intermedias-básicas presentan frecuencias mayores a las esperadas por azar, en el caso de la carbonatación y la corrasión, independientemente de su contexto de depositación. La ausencia de alteración en estas rocas es menor a la esperada por azar en contextos de dunas y mayor en contextos de terrazas. En el primer caso podría explicarse por un rápido enterramiento de los conjuntos, y en el segundo, deberse a conjuntos de depositación relativamente reciente.
Todos estos resultados están acordes a lo que podría esperarse para el área. A partir de la figura 3, observamos que las rocas silíceas y las volcánicas intermedias-básicas se comportan de manera exactamente inversa. En el caso de la corrasión era probable que hubiese menor presencia en las rocas silíceas, ya que las rocas más duras oponen más resistencia a la acción del viento y las partículas que este arrastra consigo. La aparición de carbonatación estaría relacionada con la superficie de las rocas; en este sentido, en las observaciones efectuadas en el campo y en el laboratorio hemos detectado que, en efecto, las rocas silíceas y de grano muy fino en general presentan menor formación de rock coatings (costras salinas), independiente del contexto en el que se encuentren depositadas. Esto se da exactamente a la inversa en las volcanitas intermedias-básicas, más friables y menos resistentes a las condiciones exógenas de la superficie.
Costa oeste
Tal como en el caso anterior, dividimos las muestras por materia prima y contabilizamos la presencia de alteraciones. Los resultados se presentan en la tabla 4.
Tabla 4.
Frecuencias y porcentajes de los diferentes tipos de alteraciones postdepositacionales presentes en los artefactos de diversas materias primas provenientes de los sitios de la costa oeste del golfo San Matías

En esta costa también son mayoritarios los artefactos sin alteraciones (85%). La corrasión afecta al 9% de la muestra, seguida de la presencia de algas y líquenes (3%), y luego, la carbonatación (casi 3% del total). La existencia de piezas con crecimiento de algas o líquenes sobre su superficie podría indicar condiciones microambientales diferentes a las existentes en la costa norte, ya que allí no se recuperaron piezas con estas características. Además, en esta área los cuatro tipos mayoritarios de materias primas varían, ya que hay alta presencia de rocas piroclásticas y muy baja de volcanitas intermedias-básicas. Esto es coherente con lo evaluado respecto de las fuentes de materias primas de la costa oeste, dentro de las cuales las rocas volcánicas intermedias-básicas se encuentran prácticamente ausentes (para mayor detalle de las fuentes de rocas ver Alberti 2016). Al dividir los tipos de alteraciones por materia prima, las rocas que presentan un mayor porcentaje de corrasión son las piroclásticas (20%), seguidas de las volcanitas ácidas (13%), las silíceas (8%), y en cuarto lugar las sedimentarias (7%). En el caso de la carbonatación, las rocas más afectadas son las sedimentarias, las silíceas y las volcanitas ácidas (2% cada una), y en último lugar las piroclásticas (1%). Finalmente, las materias primas que presentan mayor crecimiento de algún tipo de vegetal son las silíceas (4%) y las volcanitas ácidas (2%).
Al igual que en el caso de la costa norte, realizamos análisis estadísticos para verificar la relación entre tipo de roca, contexto de depositación y tipo de alteración. Dichos test fueron aplicados sobre los cuatro tipos de rocas más abundantes; en el caso de esta costa, las piroclásticas reemplazan a las volcanitas intermedias-básicas, y se analizaron los mismos tres patrones que en la costa norte para después poder establecer comparaciones. Los datos empleados para este test se muestran en la tabla 5.
En la tabla 5 se observa que las piezas más afectadas por la corrasión se recuperaron en los paleoacantilados y las terrazas, mientras que la carbonatación afecta a las rocas piroclásticas y sedimentarias que se encuentran también en paleoacantilados y a las silíceas y volcanitas ácidas que se recuperaron en contextos de dunas. La ausencia de alteración, salvo en el caso de las silíceas, se registró también allí. El resultado del test dio estadísticamente significativo (X2=119.08, p-valor<0.001). Esto indicaría que, a nivel global, tanto la localización como el tipo de materia prima influyen en el patrón de alteración registrado. Para determinar cuáles eran las variables que resultaban estadísticamente significativas, calculamos los residuos ajustados para cada caso (ver la figura 4).
Figura 4.
Residuos ajustados para las variables consideradas de la costa oeste de acuerdo con su ubicación en el paisaje

De acuerdo con el gráfico de la figura 4, dentro de la carbonatación y la corrasión prácticamente no existen resultados significativos, independiente de la localización y el tipo de roca. Los únicos dos casos en donde se registraron diferencias son las rocas piroclásticas recuperadas en la terrazas, en donde la corrasión es mayor a la esperada por azar, y las rocas sedimentarias recuperadas en contextos de dunas, en donde la carbonatación también es superior a lo esperado por azar. Las mayores diferencias, entonces, están dadas dentro del grupo de la ausencia de alteración. Así, las rocas silíceas y las volcanitas ácidas se comportan de manera exactamente inversa. Entre las primeras hay mayor ausencia de alteración de la esperada por azar en contextos de dunas, y menos en contexto de terrazas; para el caso de las segundas, el análisis da resultados opuestos. Las rocas piroclásticas registran diferencias estadísticamente significativas sólo en contextos de dunas (mayor a lo esperado por azar) y, por último, las sedimentarias no registraron significancia estadística dentro de esta variable para ninguno de los contextos considerados.
Comparación entre costas
Por último, analizamos mediante un test de X2 la existencia de diferencias estadísticamente significativas en las frecuencias de alteraciones registradas entre costas. Esto se hizo para las rocas más utilizadas y comparables entre costas (sedimentarias, silíceas y volcanitas ácidas) y para la corrasión, carbonatación y la ausencia de alteraciones. En este análisis no se tomó en cuenta el contexto de depositación de los materiales, ya que el interés estuvo puesto en las alteraciones en sí, tanto en contextos de dunas como de terrazas.
El resultado global del test arrojó resultados estadísticamente significativos: X2=277.4, p-valor<0.001, lo que indicaría que, en efecto, las diferencias detectadas entre costas no están, en todos los casos, relacionadas con el azar. La primera variable contrastada fue la presencia de corrasión en ambas costas. En este caso, el test arrojó un resultado significativo (X2=21.2, p-valor<0.01); la proporción de rocas sedimentarias (mayor a la esperada por azar) con evidencias de corrasión en la costa oeste es la variable que introduce las diferencias en el test (ver la tabla 6).
La segunda variable comparada fue la carbonatación. En este caso, el resultado del test no fue estadísticamente significativo (X2=4.52, p-valor>0.05); es decir, que las diferencias observadas en este fenómeno al comparar entre costas, y en relación con las diferentes materias primas, se deberían a cuestiones puramente azarosas. Esto es destacable, ya que al comparar al interior de cada costa, y por contexto de depositación, esta variable sí resulta estadísticamente significativa, diferenciándose de manera clara los contextos de dunas de los de paleoacantilados y terrazas (ver más arriba).
Por último se comparó la ausencia de alteración entre ambas porciones de la costa rionegrina. En este caso, el test también resultó estadísticamente significativo (X2=220.1, p-valor<0.01), y las diferencias están dadas por las rocas sedimentarias y las silíceas. Las primeras se presentan menos alteradas de lo esperado por azar en la costa norte y más en la oeste, mientras que en las segundas el patrón que registramos es inverso (ver la tabla 6). Finalmente, dentro de las rocas volcánicas, la diferencia está dada en la costa oeste, donde la proporción de rocas sin alteración es mayor a lo esperado por azar.
Los residuos del análisis se muestran en la tabla 6.
Discusión y conclusiones
A partir de los análisis realizados en este trabajo es posible delinear tendencias generales de los tipos de alteraciones presentes en los conjuntos líticos de superficie de las costas norte y oeste del golfo San Matías. El resultado principal obtenido es que, en ambas costas, la mayor parte de la muestra no registra alteraciones de ningún tipo. Esto podría responder, en un principio, a eventos de depositación relativamente recientes; sin embargo, las cronologías obtenidas para el área descartarían esta hipótesis a nivel general. Otra respuesta a esta ausencia de alteraciones es la exposición diferencial de los conjuntos: materiales que pueden haber entrado al registro en momentos tempranos y materiales que se depositaron más tardíamente y, por lo tanto, han sido expuestos a los agentes tafonómicos durante menos tiempo. En trabajos previos en el área, Favier Dubois y colaboradores (2008) detectaron la mezcla de materiales depositados por eventos naturales y culturales, con lo cual el registro arqueológico constituiría un palimpsesto en el que se promediarían lapsos temporales diferentes. Los continuos ciclos de entierro y descubrimiento que pudieron haber sufrido los artefactos podrían haber dado lugar al patrón observado (Carranza 2015).
En la muestra de la costa norte, la corrasión es la alteración que más afecta a los artefactos, seguida de la carbonatación. En cambio, en la costa oeste, mientras que la corrasión también es la alteración que afecta a la mayor parte de la muestra, la carbonatación se encuentra en último lugar, por detrás de la presencia de algas y líquenes. El crecimiento de estos organismos no se ha detectado sobre los materiales provenientes de la costa norte, lo que lo convierte en un factor para analizar teniendo en cuenta condiciones ambientales diferentes entre un sector y otro del golfo que podrían haber propiciado el patrón observado. Lo que también podría estar incidiendo en los conjuntos de la costa norte es la mayor carga sedimentaria transportada por el viento, debido a la presencia de dunas y mantos de arena, que en la costa oeste es mucho menor. Esto impediría el asentamiento y crecimiento de las algas/líquenes, debido a la constante acción abrasiva de la arena sobre la superficie de las rocas.
Otra de las tendencias que detectamos a través de este trabajo es la aparición diferencial de alteraciones de acuerdo con las materias primas y el contexto de depositación. El test estadístico realizado indica que ambas variables influyen en el momento de estudiar los distintos efectos tafonómicos. En el caso de la costa norte, la corrasión se registra principalmente en los conjuntos recuperados en paleoacantilados (excepto en el caso de las rocas sedimentarias), mientras que los mayores porcentajes de carbonatación y ausencia de alteraciones fueron establecidos para los conjuntos de dunas. Esto sería esperable, debido a la constante acción del viento con carga sedimentaria en los paleoacantilados (parcialmente cubiertos de vegetación), y a los procesos de enterramiento y destape a los que se ven sometidos los conjuntos ubicados en contextos de dunas (Carranza 2015). Por otro lado, como ya mencionamos (ver supra), en nuestra área de estudio los artefactos con mayor cantidad de depositación de costras salinas son recuperados principalmente en contextos de dunas (Cardillo, Carranza y Borella 2015).
Respecto de los tipos de rocas, las sedimentarias no presentan un efecto significativo, independientemente de su localización. Esto implica que todas las alteraciones detectadas en este tipo de rocas serían producto del azar. Para el caso de las rocas silíceas, hay menor frecuencia de lo esperado por azar de artefactos con corrasión y carbonatación en todos los contextos, mientras que para la ausencia de alteración la frecuencia es mayor a la esperada en dunas, y menor en las terrazas. Esto podría explicarse por las características propias de este tipo de roca, que la hacen más resistente a los factores exógenos del medio, y, por otro lado, podría sugerir que estos conjuntos estuvieron expuestos menos tiempo del necesario para manifestar alteración. Por otro lado, las rocas volcánicas intermedias-básicas se comportan de forma exactamente opuesta a lo que sucede con las rocas silíceas: hay mayor cantidad de artefactos con presencia de carbonatación y corrasión en todos los contextos, y en relación con los artefactos sin alteración se registró menor cantidad de lo esperado por azar en dunas, y mayor en terrazas. Finalmente, en el caso de las volcanitas ácidas hay mayor cantidad de artefactos con corrasión y sin alteración en las terrazas, mientras que en las dunas la frecuencia de artefactos sin alteración es menor a la esperada por azar. Todas estas tendencias registradas en la costa norte sugerirían, en general, que los tempos de destape de los conjuntos en las diferentes localizaciones varían. Es decir, hay espacios más conservados y estables que otros, que se encuentran sometidos a la dinámica de deflación del ambiente.
En la costa oeste, por su parte, el mayor porcentaje de piezas afectadas por corrasión se recuperó en las terrazas y paleoacantilados, mientras que la carbonatación afecta por igual tanto a piezas recuperadas en terrazas como a conjuntos de dunas, dependiendo de la materia prima considerada. La carbonatación en contextos de terrazas podría responder a la presencia en el pasado de mantos de arena que se movieron, dejando expuestas las piezas con las costras salinas ya formadas. Sin embargo, esta exposición a los agentes exógenos no sería muy extensa en el tiempo, ya que, de haber sido así, las sales hubiesen sido removidas por la acción de las partículas transportadas por el viento.
En relación con los tipos de rocas, las sedimentarias, de nuevo, no arrojaron resultados estadísticamente significativos, a excepción de los conjuntos recuperados en las dunas, en los que se registró mayor carbonatación de lo esperado por azar. Dentro del conjunto de las rocas silíceas hay mayor frecuencia sin alteración de lo esperado en dunas, y menor en terrazas. Esto podría responder a que los conjuntos han sufrido ciclos de enterramiento y destape que habrían impedido tanto la formación de costras salinas como la alteración por corrasión. Las rocas volcánicas ácidas, por su parte, se comportan de forma inversa a las silíceas: hay menor proporción de artefactos sin alteración en dunas, y mayor en terrazas. Por último, las rocas piroclásticas presentaron mayor frecuencia de lo esperado por azar de artefactos sin alteración en los contextos de dunas.
Mientras que las volcanitas en general (tanto ácidas como básicas) son las más afectadas por la corrasión en la costa norte, en la oeste son las volcanitas ácidas y las rocas piroclásticas. La carbonatación afecta principalmente a volcanitas intermedias-básicas y rocas sedimentarias en la costa norte, y a rocas silíceas y sedimentarias en la oeste. De nuevo, esperaríamos que las rocas silíceas sean más resistentes tanto a la corrasión como a la depositación de sales sobre su superficie. Esto lo pudimos verificar en la costa norte, no así en la oeste, en donde las sílices en general son las más afectadas por las alteraciones. Los resultados estadísticos sugieren que las relaciones son significativas: es decir, que estos procesos dependen del tipo de materia prima que se considere, aunque es fundamental tener en cuenta los ambientes de depositación de los conjuntos (tal como puede suceder en el caso de la carbonatación en los conjuntos de la costa oeste). Puede, entonces, que los artefactos de la costa oeste, debido a la virtual ausencia de los procesos de enterramiento y destape por las dunas, hayan estado expuestos a las condiciones ambientales exógenas durante lapsos temporales mayores.
Por último, las diferencias significativas que detectamos entre costas se dieron para la corrasión (hay más sedimentarias con corrasión en la costa oeste) y la ausencia de alteraciones, en el marco de la cual las diferencias están dadas por las rocas sedimentarias (más de lo esperado por azar en la costa oeste, y menos en la norte), las silíceas (menos en la costa oeste y más en la norte) y las volcanitas ácidas (más en la costa oeste).
Esta primera aproximación tafonómica a los conjuntos líticos provenientes de las costas norte y oeste del golfo San Matías permite empezar a pensar acerca de las historias depositacionales de estos artefactos. Por un lado, es necesario considerar los diferentes ambientes que los grupos humanos que habitaron el área utilizaron durante los por lo menos 6.000 años que duró la ocupación en la zona. Esto derivó en un registro arqueológico diferencial entre las distintas áreas de la costa que lleva a pensar en historias tafonómicas diversas que pueden, junto a otras líneas de trabajo, ayudar a entender el carácter de las ocupaciones humanas, las actividades que se llevaron a cabo en el área y los distintos momentos en que estas ocupaciones se sucedieron. Además, este trabajo representa un paso más en el estudio de la estabilidad relativa del paisaje, en donde la dinámica propia de cada uno de los contextos considerados influye en menor o mayor medida sobre la estabilidad relativa de los conjuntos arqueológicos. Es necesario tener en cuenta que en ambas porciones de la costa del golfo, los procesos postdepositacionales ocurren de forma diferencial, y esto debe ser evaluado para cada caso en particular. Esto es importante, ya que potencia el estudio de otras líneas que tienen que ver con el análisis de los artefactos desde una perspectiva tecnológica y, de esta manera, permite esclarecer o afinar interpretaciones de estos que pudieron haberse hecho hasta el momento. Hemos comprobado que estos conjuntos pueden conformarse por artefactos con distintos grados de alteración y otros que no registran ninguna alteración postdepositacional. Esta información es útil a la hora de estudiar las historias tafonómicas de los distintos materiales que componen el registro costero, de entender su heterogeneidad y de observar las distintas escalas en las que los procesos tafonómicos se suceden. Este tipo de estudio se inició recientemente en el área, con lo que este trabajo representa el puntapié inicial que acompaña a uno ya realizado sobre los materiales provenientes de depósitos de tipo conchero (Alberti y Carranza 2014).
Por último, comenzamos a pensar cómo los factores ambientales afectan de forma diferente a los distintos tipos de materias primas que fueron usados por los cazadores-recolectores del golfo San Matías, tanto las disponibles en el área como las provenientes de lugares más alejados. En este sentido, se puede dar inicio, por ejemplo, a la evaluación de procesos de reclamación de artefactos, al estudio de los diferentes estadios de talla de los instrumentos, el reciclaje de estos, etcétera. Además, es posible analizar el tiempo de exposición de los conjuntos teniendo en cuenta que las diferentes rocas pueden dar información acerca de procesos distintos que pueden estar sucediendo en el área de estudio. Por ejemplo, la evaluación del tiempo de depositación de un conjunto a partir del estudio de los artefactos manufacturados sobre rocas sedimentarias clásticas puede derivar en conclusiones erróneas, debido a que estas materias primas se presentan siempre en estado “fresco”. De este modo, se busca controlar los procesos tafonómicos identificados y evitar la ocurrencia de otro ruido tafónomico en el estudio de estos artefactos. Por otro lado, este trabajo permitió determinar que es necesario tomar en cuenta la influencia que el contexto de depositación de los materiales arqueológicos pueda tener sobre estos, y cómo esto condiciona las interpretaciones que se deriven de los análisis realizados. Esto deberá ser tenido en cuenta en futuras aproximaciones del registro en la costa del golfo San Matías, a fin de comprender más ajustadamente el carácter diferencial de las ocupaciones humanas dentro de la costa rionegrina del golfo San Matías durante el Holoceno Medio y Tardío.