La ultraderecha continental: un análisis de los discursos de Donald Trump, Jair Bolsonaro y Javier Milei

Lucía Caruncho

Universidad de Buenos Aires (Argentina)

RECIBIDO: 29 de junio de 2024

ACEPTADO: 14 de febrero de 2025

MODIFICADO: 20 de marzo de 2025

https://doi.org/10.7440/colombiaint123.2025.06

RESUMEN. Objetivo/contexto: el artículo explora el contenido asociado a los liderazgos presidenciales de ultraderecha americana a partir del análisis de los discursos de asunción de Donald Trump en Estados Unidos (2017), Jair Bolsonaro en Brasil (2019) y Javier Milei en Argentina (2023). Metodología: desde la perspectiva sociosemiótica, se examinan los recursos verbales (técnicas retóricas, tipo de comunicación, categorías clave) y no verbales (tono de comunicación, imagen, posicionamiento, significante estructurador). El propósito es identificar la presencia u ausencia de los elementos clave generalmente asociados a la ultraderecha (reaccionarismo, punitivismo, conservadurismo, antipolítica y nacionalismo) y los sentidos dominantes que guían y sobre los que se construyen las relaciones de liderazgo. Conclusiones: los discursos presidenciales comparten el sentimiento antipolítica, pero se diferencian respecto de la importancia y orientación que ocupan el conservadurismo y el nacionalismo (mucho más claro en Trump y, en distinta medida, más en Bolsonaro que en Milei). Igualmente, el aspecto punitivista no es central en sus alocuciones y no son explícitamente reaccionarios. Originalidad: a pesar de tratarse de un estudio exploratorio, avanza en el conocimiento de una agenda en desarrollo: la ultraderecha continental. Asimismo, incentiva el desarrollo de estudios comparados que contribuyan a la formación de una teoría acumulativa y articulada a la luz de las particularidades continentales.

PALABRAS CLAVE: discurso; Donald Trump; Jair Bolsonaro; Javier Milei; liderazgos presidenciales; ultraderecha.

The Continental Far-Right: An Analysis of the Discourses of Donald Trump, Jair Bolsonaro, and Javier Milei

ABSTRACT. Objective/context: The article explores the content associated with American far-right presidential leaderships based on the analysis of the inauguration speeches of Donald Trump in the United States (2017), Jair Bolsonaro in Brazil (2019) and Javier Milei in Argentina (2023). Methodology: From a sociosemiotic perspective, verbal resources (rhetorical techniques, type of communication, key categories) and non-verbal resources (tone of communication, image, positioning, structuring signifier) are examined. The purpose is to identify the presence or absence of key elements generally associated with the far right (reactionism, punitivism, conservatism, anti-politics, and nationalism) and the dominant meanings that guide and build leadership relationships. Conclusions: The presidential speeches share the anti-political sentiment but differ with respect to the importance of conservatism and nationalism in particular (much clearer in Trump and, in different degree, Bolsonaro than in Milei). However, the punitive aspect is not central to their speeches and they are not explicitly reactionary. Originality: Despite being an exploratory study, it advances knowledge of an agenda in development: the continental extreme right. Likewise, it encourages the construction of comparative studies that contribute to the formation of a cumulative and articulated theory in consideration of the particularities of the American continent.

KEYWORDS: Donald Trump; far-right; Jair Bolsonaro; Javier Milei; presidential leadership; speech.

A extrema-direita continental: uma análise dos discursos de Donald Trump, Jair Bolsonaro e Javier Milei

RESUMO. Objetivo/contexto: o artigo explora o conteúdo associado à liderança presidencial americana de ultradireita a partir da análise dos discursos de posse de Donald Trump nos Estados Unidos (2017), Jair Bolsonaro no Brasil (2019) e Javier Milei na Argentina (2023). Metodología: a partir da perspectiva sociossemiótica, examinam-se os recursos verbais (técnicas retóricas, tipo de comunicação, categorias-chave) e não verbais (tom de comunicação, imagem, posicionamento, significante estruturador). O objetivo é identificar a presença ou ausência de elementos-chave geralmente associados à extrema direita (reacionismo, punitivismo, conservadorismo, antipolítica e nacionalismo) e os significados dominantes que orientam e constroem relacionamentos de liderança. Conclusões: os discursos presidenciais compartilham o sentimento antipolítico, mas diferem no que diz respeito à importância e orientação do conservadorismo e do nacionalismo (muito mais claro em Trump e, em uma medida diferente, em Bolsonaro do que em Milei). Da mesma forma, o aspecto punitivo não é central nos seus discursos e não são explicitamente reacionários. Originalidade: apesar de ser um estudo exploratório, avança no conhecimento de uma agenda em desenvolvimento: a ultradireita continental. Da mesma forma, incentiva o desenvolvimento de estudos comparativos que contribuam para a formação de uma teoria cumulativa e articulada à luz das particularidades continentais.

PALAVRAS-CHAVE: discurso; Donald Trump; Jair Bolsonaro; Javier Milei; liderança presidencial; ultradireita.

Introducción

En la última década, la expansión y la llegada al poder de liderazgos políticos que promueven discursos y prácticas antisistema, antiestablishment y antipolíticas1 (Annunziata et al. 2024; Avritzer, Peruzzotti e Iazzetta 2023; Norris e Inglehart 2019; Urbinati 2019), en contextos democráticos, han renovado el interés de las ciencias sociales por el estudio de las “ultraderechas” (Mudde 2000) —usualmente asociadas con las extremas derechas, las derechas radicales y/o la alt-right (derecha alternativa)— (Álvarez-Benavides y Toscano 2021). Si bien la discusión sobre su delimitación permanece abierta, las investigaciones coinciden en la existencia de al menos dos elementos comunes (Álvarez-Benavides y Toscano 2021; Mudde 2000; Rovira Kaltwasser 2023; Sanahuja y Stefanoni 2023). Por un lado, la exacerbación de la posición discriminatoria en torno a las minorías. Esta se manifiesta, dependiendo de la región, en prácticas más o menos xenófobas, racistas y/o “generofóbicas” (en referencia a las minorías género-sexuales) (Cabezas Fernández, Pichél-Vazquez y Enguix Grau 2023), usualmente vinculadas con el “(neo)conservadurismo”2 (es decir, con la defensa de los valores e instituciones sociales tradicionales, como son la familia heterosexual y la religión, a través de posturas generalmente reactivas) (Morán Faúndes 2023). Por otro lado, la inclinación “antipluralista” y excluyente hacia los adversarios sociopolíticos (organizaciones partidarias, medios de comunicación y grupos sociales disidentes) que se expresa en discursos antiestablishment y contra las elites políticas, así como en posturas punitivas que tienen un tono más o menos militarista y nacionalista. Igualmente, la literatura especializada señala que las ultraderechas contemporáneas difieren de las del siglo XX en sus proyectos nacionalistas y sus vínculos con la democracia. Esto se muestra, en el ámbito económico, en la presencia de acciones más o menos intervencionistas de los Gobiernos sobre los mercados y, en el plano político, en actitudes más o menos tolerantes hacia los extranjeros y las instituciones liberales. Así, su contenido específico depende, en particular, de los contextos sociohistóricos y políticos donde estas organizaciones y liderazgos se desarrollan (Álvarez-Benavides y Toscano 2021; Bohoslavsky 2023; Mudde 2000; Rovira Kaltwasser 2023; Sanahuja y Stefanoni 2023).

En el continente americano, los casos paradigmáticos de liderazgos de ultraderecha que llegaron a la presidencia en democracias estables y mayormente institucionalizadas (Mainwaring y Pérez Liñán 2015) son los de Donald Trump en Estados Unidos (2017-2021), Jair Bolsonaro en Brasil (2019-2023) y Javier Milei en Argentina (2023-actualidad) (Álvarez-Benavides y Toscano 2021; Avritzer, Peruzzotti e Iazzetta 2023; Rovira Kaltwasser 2023; Sanahuja y Stefanoni 2023; Semán 2023). Sin embargo, se conoce poco respecto de la sustancia específica de estas ultraderechas, debido tanto a su relativa novedad como a que el interés académico en torno a las derechas latinoamericanas ha estado habitualmente vinculado con sus relaciones con los militares, las elites, la Iglesia y las organizaciones sociopolíticas (sindicatos, círculos, movimientos), a causa de la persistencia de los autoritarismos durante el siglo XX (Bohoslavsky 2023). Además, el triunfo de los Gobiernos de “nueva izquierda” durante el siglo XXI ha ocupado un lugar mayor en la agenda politológica (Luna y Rovira Kaltwasser 2014; Morresi 2014 y 2023).

En este marco cabe preguntarse por los contenidos específicos asociados a los liderazgos de ultraderecha americanos en Estados Unidos, Brasil y Argentina. En concreto, ¿qué significados resultan clave en la construcción de los liderazgos presidenciales de ultraderecha continentales?, ¿cómo se configura el discurso político que alimenta los vínculos entre los líderes y sus seguidores?, ¿cuáles son los aspectos más sobresalientes de sus discursos políticos?, y ¿qué semejanzas y diferencias presentan entre sí los casos señalados?

Debido a la pretensión exploratoria y el interés en estudiar casos específicos, el artículo analiza los primeros discursos3 como presidentes4 de la nación de Donald Trump, Jair Bolsonaro y Javier Milei el día de su asunción.5 En concreto, examina las condiciones en que se producen los discursos políticos (Van Dijk 1999; Verón 1993, 1987, 1984) de estos tres liderazgos presidenciales (Verón 1993 y 1987), a través de la perspectiva sociosemiótica en la que se inspiran la mayoría de los análisis contemporáneos (Arranz Sánchez et al. 2023; Crespo et al. 2011; Dagatti y Franco Häntzsch 2019; Fair 2014). De esta manera, busca conocer las características y sentidos específicos asociados con los liderazgos de ultraderecha (derecha radical, extrema derecha y alt-right) en el continente americano, avanzar en la organización del debate sobre las derechas y aportar a los estudios enfocados en la relación entre las formas en que se ejercen los liderazgos y la calidad de las democracias, algo fundamental si se considera la regresión que ha sufrido el régimen democrático durante la última década (V-Dem 2024).

Luego de esta introducción, el artículo se divide en cuatro partes. Primero, expone el estado de la discusión sobre la caracterización de las ultraderechas, así como sus vínculos con el (neo)fascismo, el (neo)conservadurismo y el (neo)populismo. Segundo, presenta el modo de aproximación al tema; en este apartado se delimitan las categorías centrales, las particularidades de la perspectiva de análisis, la justificación de los casos y la muestra, y la metodología empleada. Tercero, expone el resultado del estudio de los primeros discursos presidenciales de Donald Trump, Jair Bolsonaro y Javier Milei tras su asunción, considerando sus semejanzas y diferencias. Finalmente, ofrece algunas conclusiones preliminares que recopilan los rasgos principales de los liderazgos de ultraderecha, subrayan las limitaciones de este estudio y sugieren agendas de investigación a futuro.

  1. Origen y desarrollo de la ultraderecha: una discusión abierta

En las sociedades modernas, los conflictos políticos suelen reducirse a la oposición entre izquierda y derecha. Esto es especialmente común en países donde las preferencias asociadas a dichas etiquetas se organizaron en partidos políticos medianamente programáticos, cohesivos y estables, como lo muestra el clásico estudio de Lipset y Rokkan (1967 [2001]) centrado en los casos europeos. Esta distinción analítica se remonta a la Asamblea Nacional Francesa conformada tras la Revolución de 1789: quienes estaban a favor de la restitución del Antiguo Régimen se sentaron a la derecha y quienes reclamaban por la instauración de uno nuevo se ubicaron a la izquierda. De esta disposición espacial se desprendió la dimensión ideológica que combinó tradiciones diversas. En este sentido, si bien es difícil definir estas características de manera unívoca, especialmente después de las transformaciones económicas y socioculturales que tuvieron lugar durante el último cambio de siglo, la ciencia política comparada y buena parte de las ciencias sociales se basan en la definición propuesta por Norberto Bobbio (1996). Este investigador identifica que lo propio de las posiciones de derecha es que las desigualdades son percibidas como naturales y, por lo tanto, el Estado no debe intervenir ni en la economía ni en la sociedad para erradicarlas. Contrariamente, las posiciones de izquierda perciben que las desigualdades son socialmente construidas. Por lo tanto, el Estado debe asumir un rol activo sobre la economía y la sociedad para igualar las posibilidades de acceso a los bienes materiales y simbólicos que son valorados por los grupos menos favorecidos (Bobbio 1996, 131-152). De esta manera, las categorías de derecha e izquierda integran no solo la disposición del Estado para actuar en el ámbito económico —a favor de los grupos más privilegiados (derecha) o desposeídos (izquierda)—, sino también en el ámbito sociocultural —a favor de la mayor exclusión (derecha) o inclusión (izquierda) de los grupos en función de sus rasgos culturales (como la nacionalidad, la etnia, el género y el sexo, entre otros)— (Rovira Kaltwasser 2023, 5).

La literatura sobre las ultraderechas —que integra a la derecha radical, la extrema derecha y la alt-right, entre otras definiciones— se desprende de los estudios sobre las llamadas “nuevas derechas” que emergieron en Europa durante la década de 1960 y se expandieron durante la década de 1980 (Albanese 2021). La novedad de la nouvelle droite radicaba en la relectura de los trabajos del comunista Antonio Gramsci sobre la batalla cultural y su incorporación al campo de las derechas. Los intelectuales franceses, en particular, plantearon que era necesario instaurar una nueva hegemonía cultural centrada en la valoración del etnopluralismo o etnodiferencialismo (Álvarez-Benavides y Toscano 2021; Rovira Kaltwasser 2023). En otras palabras, en la aceptación de que cada grupo social tiene sus propias particularidades culturales y que estas son naturalmente diferentes o desiguales. Por un lado, esta perspectiva contribuyó a incorporar el concepto de diversidad a las nuevas derechas; por otro, fundamentó la limitación de la inmigración y el mestizaje con el fin de preservar “cada cultura en su lugar de origen” (Álvarez-Benavides y Toscano 2021, 5). Lo singular de esta interpretación es que ayudó a poner en primer plano la dimensión sociocultural y relegar la dimensión económica, habitualmente considerada para diferenciar las posiciones ideológicas de izquierda y derecha.

Sobre esta base, durante la transición al siglo XXI, la nueva derecha tomó posiciones socioculturales cada vez más radicales y extremas, que dieron origen a posturas ultranacionalistas, mayormente excluyentes y generalmente xenófobas (sobre todo en Europa), las cuales confluyeron en sujetos, movimientos y agrupaciones “(neo)nazis”, “(neo)fascistas”, “supremacistas”, “(neo)conservadores”, “paleoconservadores” o “populistas”, entre otras calificaciones. Paulatinamente, estas organizaciones se articularon dentro de las instituciones democráticas y de diferentes organizaciones alrededor del mundo (Albanese 2021; Blee 2021). De este modo, a medida que estas derechas fueron ganando mayor visibilidad y espacios de poder, las ciencias sociales profundizaron su interés y ampliaron el debate sobre su contenido y delimitación (Albanese 2021; Ignazi 2003; Mudde 2000; Rovira Kaltwasser 2023). En este contexto, la academia comenzó a diferenciar entre los dos bloques más relevantes dentro del campo político de las derechas. Por un lado, la “derecha convencional” —o mainstream-right— y, por otro lado, las llamadas ultraderechas (Mudde 2021 y 2000; Rovira Kaltwasser 2023), extremas derechas (Ignazi 1995 y 1992; Mudde 2000), derechas radicales (Zanotti y Roberts 2021) o alt-right (Blee 2021; Rueda 2021). Según Rovira Kaltwasser (2023), los atributos que diferencian estos bloques son principalmente dos. Por una parte, los espaciales, referidos a la adopción de posiciones moderadas, o radicales o extremas sobre distintos asuntos económicos y socioculturales. Y, por otra, las características relacionadas con el apoyo o rechazo (más o menos extremo y explícito) hacia la democracia, sus instituciones y el aspecto liberal (Rovira Kaltwasser 2023, 6). Bajo estas consideraciones, mientras la derecha convencional y la “nueva derecha” tenderían hacia la moderación de sus preferencias económicas y socioculturales y el respeto hacia la democracia, la ultraderecha y sus posturas asociadas tenderían hacia posiciones más extremas y, en distinta medida, explícitamente antidemocráticas. En esta dirección, Mudde (2000 y 2021) e Ignazi (1992 y 1995), inspirados en las experiencias europeas del siglo XX, identifican una diferencia entre la derecha radical y la extrema. En concreto, entienden que la derecha radical suele tener posturas (neo)conservadoras en temas socioculturales y que, en alguna medida, es iliberal y mayormente populista, pero no antidemocrática. Por otro lado, la derecha extrema, que también es neoconservadora en temas socioculturales, es claramente iliberal y antidemocrática (Mudde 2000, 12). En una dirección similar, los estudios que analizan el caso de Estados Unidos tras el ascenso a la presidencia de Donald Trump usan la categoría de alt-right para categorizar su posicionamiento político y el del movimiento de derecha radical en el que se apoya (Caldeira 2023; Post 2017; Rueda 2021). Sostienen que se trata de una corriente que, si bien nace de las ideas de la nouvelle droite, tiene su propia idiosincrasia: supone una lenta evolución desde el nativismo, el tradicionalismo y el conservadurismo hasta el paleoconservadurismo,6 el (neo)fascismo y el (neo)populismo (Rueda 2021).

No obstante, no existen consensos en torno a la pertinencia de diferenciar las derechas, en especial, las radicales de las extremas. En primer lugar, porque estas categorías se han usado generalmente de modo intercambiable (Mudde 2000, 12). En segundo lugar, porque el componente iliberal de las derechas radicales hace inviable su convivencia con la democracia, lo que vuelve inútil la diferenciación (Álvarez-Benavides y Toscano 2021). En tercer lugar, porque en el interior de la derecha radical y de la extrema, y entre estas posiciones, existe una variedad de familias, fenómenos y espacios intermedios que hacen más difícil una clasificación genérica.

De allí que, si bien Mudde (2000) identifica diferencias entre la derecha radical y la extrema, así como particularidades exclusivas de la alt-right (Mudde 2021), también las integra bajo la categoría de ultraderecha —concepto al que remitirá en adelante este artículo—, en alusión a que se trata de visiones que comparten posiciones socioculturales que tienden a correr y cuestionar los límites de lo habitualmente aceptado, es decir, de lo “políticamente correcto”, la moderación. Por eso también se presentan la asociación y los recurrentes debates sobre los vínculos de la ultraderecha con el (neo)fascismo, el (neo)conservadurismo y el (neo)populismo (Albanese 2021; Álvarez-Benavides y Toscano 2021; Avritzer, Peruzzotti e Iazzetta 2023; Santibáñez-Pérez 2021; Semán 2023).

En cuanto a la asociación de la ultraderecha con el fascismo (Ignazi 1995), el neofascismo (Cortés Lozano 2016) o el posfascismo (Traverso 2023), una parte de la academia le agrega el prefijo neo- en referencia a que, si bien incorpora una serie de prácticas propias del fascismo de entreguerras (la lógica confrontativa, el cuestionamiento a la democracia, la apelación popular, el discurso emotivo), también integra ciertas novedades a la luz de las transformaciones socioculturales que tuvieron lugar en la transición al nuevo siglo (Boito jr. 2020; Cortés Lozano 2016; Traverso 2023). Se trata de una mirada menos global, cohesiva y comprensiva, que no se asocia a una determinada forma de entender el poder y el Estado, como lo fue el corporativismo, ni necesariamente con una concepción sacralizada del Estado nación (Albanese 2021). En esta dirección, Traverso (2023) señala que el fascismo clásico y el posfascismo difieren principalmente en los modos en que ejercen la violencia y conciben la amenaza anticomunista, la utopía del “hombre nuevo” (hoy reemplazada por el “antiutopismo”, en referencia al pesimismo cultural) y el racismo (antaño apoyado en teorías biológicas, actualmente sustituido por el antipluralismo cultural), además de las alianzas locales y globales que los sostienen (Traverso 2023, 18-33). Así, el principal punto de encuentro entre el fascismo y el posfascismo o neofascismo es que ambos comparten una mirada que enfatiza “subrepticiamente […] una lógica diferencialista (étnica y cultural), catalizadora de una visión generalmente organicista de la nación, una afirmación culturalista que preludia la ‘preferencia nacional’ y la ‘alterofobia’” (Cortés Lozano 2016, 29). Asimismo, Ignazi (1995, 5) agrega que comparten la visión antisistema, la difusión de valores antipluralistas que socavan la legitimidad del régimen democrático, la concepción antimodernista, el rechazo a la división de la nación, la búsqueda de armonía, la exaltación de una comunidad natural y la consecuente hostilidad contra los extranjeros, así como la confianza en las estructuras jerárquicas y el descreimiento en la representación individual democrática.

Sin embargo, la caracterización (neo)fascista de la ultraderecha no está exenta de críticas. Entre ellas encontramos las vinculadas con la perspectiva sociohistórica, que sostiene que el fascismo solo puede ser comprendido en el contexto de entreguerras; fue propio de Europa y finalizó en 1945 (Albanese 2021). Asimismo, las vinculadas con la mirada sociopolítica que discute su pertinencia para caracterizar a las ultraderechas. En general, señalan que no tienen una visión política y programática global, medianamente estructurada y sistemática (es decir, una ideología) que ponga al Estado en el centro de un proyecto revolucionario. En un sentido similar, tampoco comparten ideas en torno a cuál debe ser el rol del Estado en el plano político y económico. Se trata, más bien, de un conjunto de ideas poco articuladas, vagas y ambiguas que aglutinan a individuos desencantados de la democracia y del desempeño de la dirigencia política. Su discurso político solo se vincula con el fascismo por su intolerancia frente a la pluralidad y la consecuente polarización social. Tales características no son excluyentes de la ultraderecha y, por tanto, podrían acarrear un conjunto de problemas analíticos (Lagomarsino Montoya, Mansilla-Sepúlveda y Estay-Sepúlveda y 2021).

En otras palabras, el componente fascista de las ultraderechas se disputa entre su concepción histórica y su transcripción lingüística. Si bien emerge en contextos particulares, sus usos actuales están inmersos en la memoria colectiva y establecen una relación con el pasado mediante repeticiones, analogías y diferencias (Finchelstein 2018) que, por un lado, lo hacen aparecer como inapropiado para captar la realidad contemporánea, pero también lo tornan indispensable, según Traverso (2023, 16), para entender “este paso de transición”.

En relación con aquellos investigadores que asocian a la ultraderecha con el conservadurismo, se centran en que comparten el rechazo a toda política que cuestione el orden moral “natural”. Asimismo, los académicos que prefieren agregarle el prefijo neo- lo hacen en alusión al marcado giro reactivo del conservadurismo del siglo XXI y a la priorización de embestidas más agresivas a partir de la transición al nuevo siglo (Morán Faúndes 2023, 350). Estas embestidas giran, en particular, en torno al cambio de valores morales en el ámbito reproductivo y sexual y la defensa del mantenimiento de la conyugalidad, la heterosexualidad, la monogamia, la reproducción natural y el derecho a la vida del no nacido. De este modo, el activismo (neo)conservador contra la llamada ideología de género (en referencia a las demandas del feminismo y las personas LGBTI, entre otras) encontró un núcleo común con las ultraderechas en torno al reaccionarismo culturalcultural backlash, en palabras de Norris e Inglehart (2019)—. Así, las ultraderechas articulan temas que van desde políticas sexuales (neo)conservadoras hasta “el desmantelamiento de derechos sociales, cuestionamiento a los espacios de derechos humanos, endurecimiento de las políticas de seguridad”. En distinta medida, abogan por el “control migratorio” y la “reducción del aparato público” (Torres Santana 2020, citado en Morán Faúndes 2023, 356; véanse también Kalil 2020 y Rocha 2018). Tales temas les permiten construir una agenda amplia que integra corrientes políticas diversas en el plano económico y medianamente homogéneas en el plano sociocultural (Forti 2023; Sanahuja y López Burián 2023). Esto lo logran mediante el componente reaccionario, que conlleva intolerancia y polarización (Norris 2005; Norris e Inglehart 2019; Stefanoni 2023), también asociado al (neo)fascismo (Adeney Thomas 2020; Albanese 2021; Ignazi 1995). Son, justamente, estos dos últimos atributos (intolerancia y polarización) aquellos que, en buena medida, contribuyen a que una serie de especialistas también califique a las ultraderechas como (neo)populistas (Finchelstein 2019 y 2018; Norris e Inglehart 2019).

Aunque el término populismo constituye uno de los principales ejes de debate en las ciencias sociales, la revitalización y expansión de liderazgos (neo)populistas alrededor del mundo en las últimas décadas ha renovado el interés por la temática y ha contribuido al desarrollo de publicaciones que buscan alcanzar consensos básicos sobre su delimitación (Rovira Kaltwasser et al. 2017). Así, más allá de discutir si el prefijo neo- es adecuado para diferenciar los populismos de finales de siglo XX —generalmente democráticos y de distinta “intensidad” o conflictividad (Svampa 2016)— de los de mediados de ese siglo —mayormente no democráticos y confrontativos (Morán 2021)—, la academia ha identificado ciertos elementos comunes. En concreto, Casullo (2019), Morán (2021) y Mudde y Kaltwasser (2017), por citar algunos, entienden que se trata de un fenómeno relacional, constituido por un pueblo movilizado, concebido como una comunidad homogénea. La demarcación de esta comunidad depende del contexto sociopolítico particular en el que surge, en oposición a una “elite”, que tampoco tiene una composición específica y es identificada como su “enemiga”. Asimismo, ambos conceptos (pueblo y elite) suponen un posicionamiento moral, explícito o implícito, entre un “nosotros” (el pueblo) positivo, bueno y auténtico, y un “ellos” (la elite) negativo, corrupto y traidor, sustentado en un ideario, o “narrativa”, ambiguo y poco elaborado, capaz de adaptarse a distintos escenarios. Este antagonismo está direccionado por liderazgos específicamente “carismáticos”7 que se constituyen en portavoces principales del pueblo, la nación o la voluntad general. En este marco, al igual que el (neo)fascismo y el (neo)conservadurismo, el (neo)populismo es una manera de actuar en la política que tiende a exacerbar la intolerancia y la polarización, y crea un ambiente propicio para el crecimiento de ideas reaccionarias. De allí que Finchelstein (2019) señale que “el populismo es una forma autoritaria de democracia con orígenes históricos en la dictadura y en el fascismo”.

No obstante, más allá de los valiosos aportes de la perspectiva (neo)conservadora, (neo)fascista y (neo)populista para explicar la dimensión agonista o combativa de los liderazgos de ultraderecha, la ambigüedad de los términos suscita discusiones en torno a su utilidad analítica (Lagomarsino-Montoya, Mansilla-Sepúlveda y Estay-Sepúlveda 2021), tanto porque no expresan atributos excluyentes de la ultraderecha como porque sus contenidos y significaciones varían según los lugares, contextos y épocas. En esta dirección, los especialistas coinciden en que las dificultades para precisar el contenido de las ultraderechas se relacionan con su historicidad (Bohoslavsky 2023) y las particularidades del escenario global y local en el que se desarrollan (Forti 2023; Rovira Kaltwasser 2023; Stefanoni 2023). La crisis de representación que afecta a las democracias contemporáneas, la creciente desconfianza en las instituciones públicas, los partidos y las élites políticas tradicionales, el desempeño de los Gobiernos de izquierda, los escándalos de corrupción, el cuestionamiento al Estado y su capacidad para mantener el orden interno y gestionar los conflictos, además de las regulares crisis económicas, sociales y políticas, generaron un espacio propicio para la emergencia de liderazgos que procuran canalizar este malestar principalmente a través de un discurso basado en la movilización del resentimiento (Sennett 2011), la indignación generalizada (Orozco y Bolaños Alcántara 2023; Rovira Kaltwasser 2023) y el antagonismo (Bohoslavsky 2024 y 2023; Norris e Inglehart 2019), más que en un programa político consistente (Van Dijk 2024). Ello se evidencia especialmente en América Latina, donde los temas sobre los que se articulan las ultraderechas no solo difieren de las experiencias europeas debido a los conflictos sociopolíticos locales, sino también entre sí, dadas las particularidades territoriales, nacionales e históricas de la región (Bohoslavsky 2023; Goldstein 2024). De ahí que Bohoslavsky (2023) sostenga que, analizada en perspectiva histórica, la identidad de las derechas latinoamericanas no reside en sus ideas, que muchas veces también son abrazadas por las izquierdas, sino en la dirección de sus propuestas y los fines que persiguen, entre los cuales es posible identificar ciertos “aires de familia”. Entre ellos se encuentran el vínculo generalmente tenso con la democracia, la escasa propensión a la autocrítica, el retroceso en la promoción de las políticas de la memoria, la permeabilidad de sus tradiciones ideológicas, la construcción de alteridades u oposiciones irreconciliables (anticomunismo, antiizquierdismo, antiprogresismo, antifeminismo, antisindicalismo), y sus esfuerzos por construir una concepción alternativa de la que tiene la izquierda sobre el “pueblo” y lo “popular”.

En sintonía con las particularidades de la región, gran parte de los estudios sobre las derechas globales coinciden en que su aspecto diferencial se vincula con la existencia de una retórica propia (Arranz Sánchez et al. 2023; Goldstein 2024; Orozco y Bolaños Alcántara 2023; Ortiz Puebla 2023; Van Dijk 2024). Esta se manifiesta, entre otras expresiones, en la formación de una cultura común (Goldstein 2024, 22). En este sentido, Arranz Sánchez et al. (2023, 8) afirman que “el lenguaje ha resultado un elemento determinante, tanto para ampliar su base, como para la concreción de las actividades de la derecha radical”. Igualmente, las recientes investigaciones de D’Alessandro y Caruncho (en prensa), Caruncho (2024), D’Alessandro, Caruncho y Amadeo (2024), Orozco et al. (2023) y Arranz Sánchez et al. (2023) muestran que el análisis de la retórica, así como el tipo de comunicación y los elementos no verbales (imagen, posicionamiento, tono de la comunicación) son dimensiones relevantes para identificar los contenidos de las ultraderechas, además de las particularidades de los discursos políticos contemporáneos.

Llegados a este punto, cabe delimitar qué se entiende en este artículo por ultraderecha y la perspectiva analítica que permitirá identificar las particularidades de los discursos presidenciales de Donald Trump, Jair Bolsonaro y Javier Milei.

  1. Modo de aproximación: categorías y perspectivas

Este artículo indaga sobre el contenido discursivo de los liderazgos políticos de ultraderecha en el continente americano a partir de un estudio de naturaleza exploratoria y cualitativa basado en el análisis comparado de los primeros discursos presidenciales de Trump, Bolsonaro y Milei tras la ceremonia de asunción.

Para delimitar la categoría de ultraderecha y contribuir a la claridad analítica y expositiva, el artículo sigue la conceptualización de Mudde (2000) e Ignazi (1995). Estos autores incluyen las nociones de extrema derecha y derecha radical, así como sus respectivas variaciones (como derecha reaccionaria, alt-right, far-right) dentro del término. En este sentido, este trabajo adopta una definición basada en los elementos comunes de las diferentes conceptualizaciones sobre estas derechas, con los que la bibliografía en general coincide (Annunziata et al. 2024; Avritzer, Peruzzotti e Iazzetta 2023; Bohoslavsky 2024 y 2023; Forti 2023; Ignazi 1995; Mudde 2021 y 2000; Rovira Kaltwasser 2023; Sanahuja y López Burián 2023; Semán 2023). En primer lugar, su esencia es reaccionaria y va en contra de las minorías en temas socioculturales, lo que normalmente se muestra en prácticas discriminatorias hacia estas (sin importar si son étnicas, sexuales, de género, entre otras). En segundo término, la promoción de políticas punitivas contra la delincuencia y el cuestionamiento de la autoridad política. En tercer término, su discurso conservador basado en el reforzamiento del imaginario de un “pasado mejor”. En cuarto término, prácticas antisistema, antipolítica y antiestablishment que expresan, en distinta medida, una relación conflictiva con la democracia y sus instituciones (Rovira Kaltwasser 2023, 8). Asimismo, desde diversas perspectivas de análisis, algunos de los principales referentes europeos (Ignazi 1995; Mudde 2021 y 2000; Van Dijk 2024) y latinoamericanos (Sanahuja y López Burián 2023; y Sanahuja y Stefanoni 2023) agregan el nacionalismo, en referencia a la concepción predominantemente homogénea de la sociedad, que se expresa en la desconfianza y el rechazo al “otro” foráneo que pondría en riesgo la unidad, el orden y la soberanía de la nación, y que se asocia, de distintas maneras, al reaccionarismo, el punitivismo y el conservadurismo (Sanahuja y López Burián 2023, 18).

En cuanto al análisis de los discursos políticos, se parte de la perspectiva sociosemiótica desarrollada por Verón (1993), ampliamente legitimada y extendida en las ciencias sociales. Respecto de la definición del discurso político, el autor señala que su particularidad reside en su carácter inherentemente adversarial o adversativo. Es decir, en la existencia explícita o implícita de un colectivo de identificación positiva, asociado a un nosotros (los prodestinatarios), que tiene una lectura siempre favorable del liderazgo. Igualmente, un colectivo de identificación negativa, asociado a un ellos (los contradestinatarios), que tienen una lectura destructiva de la situación. Asimismo, tanto la existencia real o imaginaria como la interacción explícita o implícita entre estos colectivos de identificación contribuyen a reforzar sus respectivas posiciones y creencias. Además, señala que en contextos democráticos se suma un colectivo que denomina paradestinatario, asociado a los indecisos, a quienes se intenta persuadir mediante el discurso (Verón 1987). Por su parte, desde la perspectiva del análisis crítico, Van Dijk (1999) afirma que los discursos delimitan la pertenencia grupal y la identidad social de los sujetos por medio de la transmisión de valores, ideas, juicios y creencias que tienden a (re)producir esquemas de conducta y pensamiento. En esta línea, Verón (1993, 1987 y 1984) sostiene que el análisis o la interpretación del sentido de los discursos descansa sobre el supuesto de que las condiciones de producción en las que se desarrolla la comunicación dejan huellas en los productos (prácticas verbales o no verbales), que el analista puede identificar, reconstruir y hacer visibles a través del conocimiento de las reglas sociales o del contexto sociopolítico en el que emergen (Verón 1993, 124; 1984, 49).

De este modo, la sociosemiótica y la perspectiva crítica coinciden en que los discursos (re)producen significaciones e inciden sobre los sentidos del mundo y las prácticas sociales. La orientación de estas prácticas solo puede ser comprendida a la luz de las interacciones y los contextos sociopolíticos en los que se desarrollan (Van Dijk 1999; Verón 1993 y 1987). Bajo esta perspectiva, los discursos trascienden la mera relación lingüística para constituirse en un entramado de enunciados que circulan y condicionan los cuerpos, “que son siempre relaciones de poder que constituyen sentido” (Murillo 2008, 43). Bajo esta interpretación, los líderes que proclaman orientarse al bienestar general —como los presidentes— tienen una función fundamental: la de construir, reproducir y reforzar, bajo las categorías de la nación, el pueblo o la gente (entre otras), un nosotros que se instituye en el referente común de los discursos emitidos desde la cúpula, que por su propia naturaleza tienden a reforzar las asimetrías en la distribución del poder (O’Donnell 2010, 105). Por lo tanto, el análisis de los discursos políticos emitidos por los presidentes constituye una herramienta sumamente valiosa para conocer las características dominantes de los liderazgos y los sentidos políticos anidados en las diferentes posiciones políticas.

La decisión de circunscribir el examen a los liderazgos de Donald Trump (Estados Unidos, 2017-2021), Jair Bolsonaro (Brasil, 2019-2023) y Javier Milei (Argentina, 2023-actualidad) se debe a que los especialistas consideran emblemáticos estos casos por la imprevisibilidad de sus triunfos electorales, en contextos donde las democracias parecían estar consolidadas (Rovira Kaltwasser 2023, 4). En el caso de Estados Unidos, la histórica solidez y calidad de sus instituciones democráticas hacía poco probable el triunfo de un candidato antisistema como Donald Trump (Levitsky y Ziblatt 2018). De manera similar, en Argentina y Brasil, la calidad de sus democracias había mejorado durante el siglo XXI, y los procesos de inestabilidad política, que en el pasado se resolvieron mediante golpes de Estado, se habían dirimido a través de los marcos constitucionales y de sus partidos políticos tradicionales (Mainwaring y Pérez Liñán 2015). Por esta razón se excluyeron, por el momento, otros casos de ultraderecha como el de Nayib Bukele (El Salvador), en el que los niveles de institucionalización y previsibilidad del sistema democrático han sido históricamente más bajos.

En cuanto a la decisión de examinar los primeros discursos presidenciales tras la toma de poder, se debe a que se trata de actos públicos en los que el líder interactúa de modo directo con sus seguidores al tiempo que tiene el potencial de llegar al conjunto de la nación. Asimismo, debido a la capacidad multimedial, la magnitud transnacional y las repercusiones del evento. Además, las instancias inaugurales tienen gran capacidad de condensación simbólica, al estar centradas en la exaltación de la persona que asume el cargo8 y que procura instaurar, con base en repeticiones y deslizamientos de sentido, ciertos significados predominantes en su liderazgo (Crespo et al. 2011; Slimovich y García Beaudoux 2022), que son los que interesan, en especial, para los fines de este estudio. No se desconoce la importancia de otros eventos comunicativos como los spots de campaña, las cadenas nacionales, las aperturas de sesiones legislativas, las entrevistas y ruedas de prensa, que, no obstante, tienen otras particularidades.

Para el análisis de los discursos inaugurales, el artículo recurre al examen sociosemiótico de las diferentes materias significantes, sobre todo las que refieren al lenguaje explícito.9 A través de ellas, procura identificar las huellas (Verón 1993) discursivas por medio de la delimitación de las categorías o significantes clave. Es decir, aquellas palabras que son replicadas en distintos discursos y generalmente enfatizadas a través de elementos expresivos variados (como la retórica, el tono y el tipo de la comunicación), que contribuyen a orientar la interpretación global en torno a una idea o concepto principal (Fair 2014, 587), al que Fair (2014) llama significante estructurador. Igualmente, la imagen ayuda a moldear esta interpretación global, que alude a la proyección de las habilidades, características y sensaciones10 que el líder procura transmitir por medio de la comunicación (Verón 2001); y el posicionamiento constituye el rasgo diferencial, valor o característica particular que permite distinguir al líder de la competencia política.

Bajo esta perspectiva, con el propósito de develar los significantes latentes en los discursos políticos y responder a las dos primeras preguntas formuladas al inicio de este artículo —¿qué significados resultan clave en la construcción de los liderazgos presidenciales? y ¿cómo se configura el discurso político que alimenta los vínculos entre los líderes y sus seguidores?—, se analizan las principales técnicas retóricas identificadas por los especialistas (Arranz Sánchez et al. 2023; Crespo et al. 2011; Verón 1987), que aportan al modo en que el mensaje es recibido e interpretado por los públicos, y a la exteriorización de los valores, ideas y creencias que definen y alimentan la relación entre el líder y sus seguidores, a saber: (i) la repetición, en referencia a la reiteración de ideas (anáfora) o palabras que tienen por objeto acentuar o fijar la atención de los oyentes en las categorías clave; (ii) la elocuencia poética, entendida como la recurrencia de sonidos (aliteraciones) y la omisión de conjunciones (asíndeton) para enfatizar y acelerar la exposición; o el uso de figuras literarias como la metáfora en referencia a una palabra o frase que no denota literalmente al objeto, pero con el que se lo compara; el apóstrofe, que consiste en dirigirse con emoción y vehemencia a un interlocutor que puede o no estar presente, o la hipérbole, que consiste en exagerar las características del sujeto u objeto mencionado; (iii) la polemología, en referencia tanto a las antítesis y yuxtaposiciones, usadas generalmente para “construir al enemigo”, así como la procatalepsis, es decir, los contraargumentos (Verón 1987, 19-22). En conjunto, estas técnicas permiten diferenciar al locutor de sus adversarios y sentar una postura más o menos tolerante y conciliatoria (o plural y democrática) frente a distintos grupos (oposición y minorías en particular) (Crespo et al. 2011, 179-192), e identificar el tipo (positiva/propositiva o negativa/denostativa) y el tono (estados de ánimo que se pretenden transmitir a través de las inflexiones de la voz y los elementos no verbales) de la comunicación. En esta dirección, el trabajo considera también los materiales no verbales que ayudan a dar sentido a las significaciones (entre ellos, el escenario, los gestos y el lenguaje corporal del líder), las cuales contribuyen a transmitir la apariencia general y la imagen que el líder procura instalar, además de reforzar el posicionamiento diferencial que pretende transmitir (Crespo et al. 2011).

De este modo, el análisis de los elementos retóricos permitirá, en una primera instancia, identificar las ideas rectoras (palabras clave y significante estructurador) del discurso de los liderazgos presidenciales y, en una segunda instancia, examinar y contrastar el tipo y el tono de la comunicación, así como la imagen y el posicionamiento de los liderazgos presidenciales de Estados Unidos, Brasil y Argentina. En conjunto, dichos recursos contribuyen a sentar los sentidos dominantes asociados a los elementos constitutivos de la ultraderecha (reaccionarismo, punitivismo, conservadurismo, antipolítica/antisistema/antiestablishment y nacionalismo), sedimentar los modos de vinculación entre el líder y sus seguidores, y develar las características principales de los liderazgos presidenciales de ultraderecha del continente americano. Así, el artículo podrá responder a las dos preguntas restantes formuladas al inicio: ¿cuáles son los aspectos más sobresalientes de los discursos políticos de estos presidentes? y ¿qué semejanzas y diferencias presentan entre sí los casos estudiados?

A continuación, la tabla 1 expone los recursos considerados para el análisis de los discursos de Trump, Bolsonaro y Milei.

Tabla 1. Recursos para el análisis del discurso

Comunicación

Recursos

Contenido

Recursos

Verbal

Técnicas retóricas

Repetición

Anáforas, reiteraciones

Elocuencia poética

Aliteraciones, asíndeton, metáforas, apóstrofes

Polemología

Antítesis, yuxtaposiciones, procatalepsis

Tipo de comunicación

Positiva

Frases propositivas tendientes al refuerzo de la imagen ideal

Negativa

Frases no propositivas asociadas a sentimientos desfavorables

Categorías clave

Reiteración de ideas, frases o conceptos

Latiguillos, sentencias discursivas, formas nominalizadas y nominales

No verbal

Significante estructurador

Referente central de sentido

No explícito

Tono de comunicación

Estado de ánimo que procura transmitir

No explícito

Imagen

Proyección/representación

No explícito

Posicionamiento

Diferencial

No explícito

Fuente: elaboración propia con base en Fair (2014) y Crespo et al. (2011).

  1. Trump, Bolsonaro y Milei: los liderazgos de la restauración

Los próximos párrafos exponen las características más sobresalientes del análisis de los discursos de Donald Trump, Jair Bolsonaro y Javier Milei el día de su asunción presidencial.

  1. Trump: restauración nacional

El telegénico magnate norteamericano Donald Trump11 saltó a la fama por sus comentarios controversiales en contra de los inmigrantes mexicanos durante el año 2015. Un año después, respaldado por el Partido Republicano, ganó las elecciones presidenciales de Estados Unidos y asumió el cargo el 20 de enero de 2017. Luego de la ceremonia oficial en el recinto legislativo, se dirigió al pueblo estadounidense en las escalinatas del Capitolio en un discurso que no superó los veinte minutos.12 Desde el inicio, su actitud y palabras expresaron los elementos que orientaron el sentido general de su alocución, el de devolver el poder al pueblo, a la nación: “La ceremonia de hoy, sin embargo, tiene un significado muy especial, porque hoy no estamos solo transfiriendo el poder de una administración a otra, o de un partido a otro, sino que estamos transfiriendo el poder de Washington D. C. y devolviéndolo a ustedes, el pueblo”. Esta idea estuvo apoyada, en primer lugar, en el uso de la antítesis entre nosotros / el pueblo (positivo) versus ellos / el establishment (negativo) para diferenciarse de sus adversarios políticos. Asimismo, se sustentó en alocuciones expresamente antielitistas (“El establishment se protegió a sí mismo, pero no protegió a los ciudadanos”, “Mientras ellos han celebrado en la capital de nuestra nación, las familias luchadoras de toda nuestra tierra tenían poco que celebrar”) y en el uso recurrente de la primera persona del plural (nosotros) con el objeto de insertarse simbólicamente como miembro del pueblo (“Somos una nación y su dolor es nuestro dolor, sus sueños son nuestros sueños, y sus éxitos serán nuestros éxitos”). Así, el discurso tendió a reforzar el elemento antiestablishment propio de las ultraderechas, además de fomentar la polarización y la resignificación de la categoría de pueblo y lo popular, usualmente vinculadas con las izquierdas.

En segundo lugar, el sentido restituyente también contribuyó a animar un fuerte sentimiento nacionalista, implícitamente antiminoritario en relación con los extranjeros (“Seguiremos dos reglas sencillas: comprar en Estados Unidos y contratar estadounidenses”). De este modo, a diferencia de otros discursos de Trump (como los de campaña y, posteriormente, los de gobierno) (Norris e Inglehart 2019; Rueda 2021), el de apertura no fue expresamente reaccionario o antiminoritario, lo que confluyó en un tipo de comunicación que mezcló elementos positivos y, en distinta medida, negativos.

En tercer lugar, primó un tono de comunicación emotivo y esperanzador, de cariz religioso (fue recurrente la apelación a Dios y el uso de palabras asociadas a la moral cristiana, por ejemplo, “bondad”, “solidaridad”, “corazón”, “gloria”, “tierra”) y mítico (“Lucharé por vosotros con cada aliento de mi cuerpo y nunca, nunca os decepcionaré”), asociado al estilo generalmente populista y conservador de la ultraderecha. Además, ambos componentes contribuyeron a transmitir una imagen mesiánica del líder y la sensación de estar frente a un momento histórico (“A partir de este día, una nueva visión gobernará nuestra tierra”, “Nos hallamos ante el nacimiento de un nuevo milenio, dispuestos para resolver los misterios del espacio, para liberar a la Tierra de las miserias […]. Un nuevo orgullo nacional conmoverá nuestras almas, elevará nuestra vista y sanará nuestras divisiones”), que necesita de “unidad”, “orden” y “fe en Dios” —elementos vinculados al (neo)conservadurismo—. En palabras de Donald Trump: “No debe haber temor […]. Estaremos protegidos por los grandes hombres y mujeres de nuestro Ejército y las fuerzas del orden. Y, lo que es más importante, estaremos protegidos por Dios”. En este sentido, las palabras claves (“Dios”, “bendecir”, “Creador todopoderoso”, “solidaridad”, “alma”, “espíritu”, “corazón”, “trabajadores”, “trabajo”, “industria”, “fábrica”, “lucha”, “orden”, “seguridad”, “pueblo”, “Estados Unidos”, “estadounidenses”, “establishment”, “robar”) estuvieron guiadas por el significante estructurador, “la nación”, bajo la idea rectora de devolver al “pueblo trabajador estadounidense” el poder y el “orden” perdidos durante los gobiernos del establishment.

Así, los componentes antiminoritarios y punitivistas solo aparecieron de modo tangencial a través de la referencia explícita a ideas nacionalistas y (neo)conservadoras en el marco de un discurso marcadamente antiestablishment (ver tabla 2). Con todo ello, Donald Trump buscó posicionarse como un líder situado en un momento histórico con una misión trascendental: la de llevar adelante la restauración nacionalista.

  1. Bolsonaro: restauración moral

Jair Bolsonaro13 (Partido Liberal) es un militar retirado y político brasileño cuya popularidad fue en ascenso por sus declaraciones polémicas como diputado federal contra las minorías y a favor del rol de los militares durante la dictadura, en particular, durante el proceso de destitución, en el año 2016, de la entonces mandataria Dilma Rousseff. En el año 2018, Bolsonaro ganó las elecciones presidenciales y asumió como líder del Ejecutivo nacional el 1.o de enero de 2019. Tras el acto de asunción en el Congreso, se dirigió, como Donald Trump, al “pueblo” brasileño en un discurso que no superó los veinte minutos.14 No obstante, a diferencia de su par estadounidense, no primó el espíritu de devolver al pueblo lo que es del pueblo, sino el de “liberarlo del socialismo” (en referencia al anterior partido de gobierno, el Partido de los Trabajadores, y sus seguidores y movimientos asociados) y el de restaurar el orden moral. Así, al inicio de su alocución expresó: “Es con humildad y honor que me dirijo a todos ustedes como presidente de Brasil. Y estoy ante toda la nación, en este día, como el día en que el pueblo empezó a liberarse del socialismo, a liberarse de la inversión de valores, del gigantismo estatal y de lo políticamente correcto”. En este sentido, como Trump, basó su discurso en la dicotomía populista “el pueblo vs. la élite” (en este caso, socialista), aunque con un lenguaje más agresivo y confrontativo.

De este modo, el tipo de comunicación fue predominantemente negativa debido a que apuntó a descalificar y denigrar a sus adversarios (movimientos o partidos) por los escándalos mediáticos de “corrupción” y sus “ideologías nefastas que vienen a dividir a los brasileños […] destruyen nuestros valores y tradiciones, destruyen nuestras familias, la base de nuestra sociedad”. Esta idea fue repetida a lo largo del discurso por medio de distintas combinaciones retóricas que generalmente alternaron la antítesis (“Durante mucho tiempo, el país estuvo gobernado según intereses partidistas distintos a los de los brasileños. Vamos a restablecer el orden en este país”) con recursos metafóricos. Respecto de este último recurso, en el cierre de su alocución sostuvo la bandera brasileña frente a la multitud y afirmó: “Esta es nuestra bandera, que nunca será roja. Solo será roja si fuere preciso de nuestra sangre para mantenerla verde y amarilla”.

En este contexto, tal como Trump, Bolsonaro aludió a categorías religiosas (sobre todo a “Dios”, además de la liberación) que procuraron proyectar la imagen de estar en un momento trascendental (“Vamos en busca de un nuevo tiempo”, “Un futuro mejor […] con este propósito iniciamos nuestra caminata”) y reforzar la impresión de un liderazgo mesiánico, de un salvador, en este caso, del orden moral perdido. Para ello, a diferencia de su par norteamericano que remitió mayormente a los trabajadores, Bolsonaro se centró en la familia tradicional, además de remitir al antiprogresismo: “Tenemos el enorme desafío de enfrentar […] la desvirtuación de los derechos humanos y la deconstrucción de la familia”, lo que tendió a acentuar el elemento (neo)conservador propio de las ultraderechas.

En consonancia con la simbología redentora, el tono de la comunicación transmitió autoridad, firmeza, esperanza y emoción a través de movimientos y gestos rígidos acompañados por categorías clave de aspecto religioso y moralizante (“pueblo”, “nación”, “Brasil”, “Dios”, “humildad”, “corazón”, “ética”, “valores”, “tradiciones”, “familia”, “honestidad”, “corrupción”, “privilegios”, “crimen”, “inseguridad”, “fuerzas de seguridad”) que contribuyeron a constituir el sentido en torno al significante estructurador “orden”. De esta manera, a través de un lenguaje (neo)conservador y antipolítico de estilo populista, se posicionó como el outsider “elegido”, tanto por la gracia de “Dios”, que lo mantuvo “vivo” tras sufrir un cuchillazo en un acto de campaña a pocos meses de la elección, como por la “mayoría del pueblo”, para restaurar principalmente el orden moral de la nación cuya “ideologización” destruyó las instituciones tradicionales del país. Entonces, tal como Trump, el discurso de posesión de Bolsonaro reforzó el componente (neo)conservador y anti- de la ultraderecha; fue solo implícitamente punitivista y antiminoritario y, en distinta medida, nacionalista (ver tabla 2): si bien reivindicó la nación, el pueblo y los valores brasileños (la exposición de la bandera es prueba de ello), también señaló como modelo a seguir “las naciones que son ejemplos para el mundo”.

  1. Milei: restauración estructural

Tal como sus pares de ultraderecha continental, Javier Milei15 (La Libertad Avanza) saltó a la fama por sus declaraciones polémicas, en este caso, contra las medidas restrictivas llevadas adelante por el Gobierno kirchnerista durante la pandemia por el covid-19. Asimismo, como Donald Trump, llegó a la presidencia de la nación siendo un economista, con casi nula experiencia política, y, como Bolsonaro, con un partido sin estructura nacional y escasa trayectoria. En octubre de 2023 ganó las elecciones presidenciales y asumió el cargo ejecutivo dos meses después. Tras su nombramiento, dio su primer discurso como presidente frente a “los argentinos de bien”. Así, parado en un atril situado en las escalinatas de la plaza del Congreso, algo inusual en la historia argentina, emuló la tradición norteamericana por algo más de media hora.16

En este contexto, el nuevo presidente procuró instalar la idea de estar frente a una oportunidad histórica, probablemente la última, para dar por “terminada una larga y triste historia de decadencia y declive” y comenzar “el camino de la reconstrucción”. Al respecto, afirmó: “No tenemos alternativas y tampoco tenemos tiempo. No tenemos margen para discusiones estériles […]. La clase política deja a un país al borde de la crisis más profunda […] cien años de fracaso no se deshacen en un día. Pero un día empieza. Y hoy es ese día”. De esta manera, con una narrativa de carácter más épico y trascendental que la de sus colegas de ultraderecha continental, su comunicación transmitió un tono urgente y angustiante ante “el nivel de deterioro de nuestro país […] que abarca todas las esferas de la vida en comunidad”. En esta dirección operaron las recurrentes frases relativas a la “clase política”. Por ejemplo: “Nos han arruinado la vida”, “No hay lugar para la discusión entre shock y gradualismo”, “La única opción posible es el ajuste […] y que caiga con toda su fuerza sobre el Estado y no sobre el sector privado”. En efecto, el discurso fue predominantemente negativo y señaló como el principal “enemigo” a la “clase política”. Así, con carácter más virulento y vehemente que los otros dos presidentes de ultraderecha americana, confrontó, repudió y despreció a todos los Gobiernos ajenos a los presupuestos “liberales” de la “generación del 37”. Al respecto sostuvo: “Lamentablemente, nuestra dirigencia decidió abandonar el modelo que nos había hecho ricos y abrazó las ideas de la libertad y las ideas empobrecedoras del colectivismo. Durante más de cien años los políticos han insistido en defender un modelo que lo único que genera es pobreza, estancamiento y miseria”.

En este marco, el líder eligió, al igual que sus colegas de ultraderecha americana, un discurso antipolítico de corte populista, sin referencias explícitas a los elementos reaccionarios y punitivistas. No obstante, a diferencia de Trump y Bolsonaro, el lenguaje de Milei fue más confrontativo, técnico y economicista (ver tabla 2). En efecto, las palabras clave se vincularon con conceptos mayormente económicos y técnicos (entre otros, “ajuste”, “PBI”, “inflación”, “hiperinflación”, “libre mercado”, “propiedad”, “progreso”, “desarrollo”, “libertad”, “liberal”), orientados por el enfado y el rechazo a la “clase política” (“decadencia”, “miseria”, “colectivismo”, “empobrecedor”, “delincuentes”) que contribuyeron a estructurar el discurso en torno al significante “anomia”. En otras palabras, ayudaron a orientar los sentidos alrededor de la idea de que Argentina está frente a un escenario caótico, calamitoso y al borde de la “ruina” por culpa de la “casta”, del que solo un líder “antipolítico” que defienda las ideas de la “libertad y el progreso” puede “salvarla”. De allí se desprende que su propuesta de “reconstrucción” haya sido más drástica y global que la de sus colegas, lo que contribuyó a posicionar a Milei como el líder de la “restauración sistémica o estructural”.

A modo de síntesis, la tabla 2 expone los aspectos más relevantes desprendidos del examen sociosemiótico de los discursos de Trump (2017a y 2017b), Bolsonaro (“Posse do presidente” 2019) y J. Milei (2023), y señala los elementos de las ultraderechas globales que dominaron el sentido de sus mensajes el día de su asunción.

Tabla 2. Análisis sociosemiótico de los discursos de Trump, Bolsonaro y Milei

Recursos

Trump

Bolsonaro

Milei

Técnicas retóricas

Repetición, antítesis (antiestablisment). Lenguaje confrontativo.

Repetición, antítesis (socialismo), metáforas. Lenguaje agresivo y confrontativo.

Repetición, vehemencia, antítesis (“clase política”). Lenguaje agresivo, confrontativo, virulento.

Tipo de comunicación

Positiva-negativa.

Negativa.

Negativa.

Categorías clave

Dios, bendecir, Creador, solidaridad, alma, espíritu, corazón, trabajadores, trabajo, industria, fábrica, lucha, orden, seguridad, pueblo, Estados Unidos, estadounidenses, establishment, robar.

Pueblo, nación, Brasil, Dios, humildad, corazón, ética, valores, tradiciones, familia, honestidad, corrupción, privilegios, crimen, inseguridad, fuerzas de seguridad.

Ajuste, PBI, inflación, hiperinflación, libre mercado, propiedad, progreso, desarrollo, libertad, liberal, decadencia, delincuencia, miseria, colectivismo, clase política, empobrecedor, bárbaros.

Significante estructurador

La nación.

Orden.

Anomia.

Tono de comunicación

Emotivo, esperanzador, religioso, mítico, trascendental.

Autoridad, firmeza, esperanza.

Urgencia, angustia.

Imagen

Mesiánica, histórica, trascendental.

Mesiánica, trascendental.

Mayor carga mesiánica, trascendental, histórica.

Posicionamiento

El líder de la restauración nacionalista.

El “elegido” para la restauración del orden moral.

El líder de la restauración “liberal” estructural.

Idea rectora

Devolver el poder al pueblo.

Liberar al pueblo del socialismo.

(Último) escenario histórico para la reconstrucción.

Elementos de ultraderecha dominantes

(Neo)conservadurismo nacionalista antiestablishment.

(Neo)conservadurismo moral, antipolítico, con cualidades nacionalistas.

Antipolítica/antisistema.

Fuente: elaboración propia.

  1. Reflexiones finales

El presente artículo procuró contribuir al desarrollo de la agenda de estudios vinculados con los liderazgos de ultraderecha del continente americano. Se trata de una agenda que durante el siglo XX ha estado mayormente interesada en la influencia de los grupos de poder en la configuración de las derechas y sus vínculos con el Estado, en particular en América Latina, debido a la estrecha relación de las organizaciones militares, las élites, la Iglesia y ciertos movimientos sociopolíticos y partidos con el conservadurismo reaccionario nacionalista. Con todo, el reciente éxito de los liderazgos de ultraderecha en las democracias americanas contemporáneas lleva a que resurja el interés sobre sus particularidades. Si bien se trata de una agenda atravesada por discusiones teóricas que integran perspectivas y corrientes de pensamiento difícilmente reductibles a una categoría, tal como lo muestran las discusiones en torno al (neo)fascismo, el (neo)conservadurismo y el (neo)populismo, los especialistas coinciden en que las ultraderechas pueden ser caracterizadas por la presencia de cinco elementos dominantes: reaccionarismo, punitivismo, conservadurismo, antipolítica y nacionalismo. Con ello en mente, el artículo exploró los discursos de los liderazgos de Trump, Bolsonaro y Milei, con el objeto de develar la presencia o ausencia de estos elementos y los sentidos dominantes que guían los contenidos de la ultraderecha.

Del análisis de los discursos inaugurales se desprendieron ciertas similitudes y diferencias entre los liderazgos. Por un lado, todos enfatizan el componente anti- propio de las ultraderechas, lo que los acerca a aquellos estilos discursivos vinculados con el populismo. Asimismo, el componente conservador y nacionalista apareció de modo predominante en el discurso de Trump y, en distinta medida, en el de Bolsonaro. Respecto de Milei, su lenguaje estuvo particularmente enfocado en repudiar al sistema político en general y despreciar a la clase política.

En definitiva, los componentes reaccionarios y punitivistas no fueron explicitados por los presidentes en sus discursos inaugurales, probablemente debido a la naturaleza nacional o universal de los actos de asunción. Aun así, abundaron expresiones acusatorias y negativas que intentaron movilizar, en el caso de Estados Unidos y Brasil, emociones de esperanza y autoridad y, en el caso de Argentina, de angustia y urgencia. De todos modos, cabe aclarar que la ausencia de ciertos atributos explícitamente reaccionarios y punitivistas no deja por fuera su interpelación implícita. Por ello, cabe ampliar el análisis tanto hacia los elementos no explícitos de los discursos como hacia otras manifestaciones públicas nacionales e internacionales (por ejemplo, apertura de sesiones legislativas, eventos multilaterales, comunicación de campaña, plataformas electorales, mensajes en redes sociales a través de cuentas oficiales y entrevistas, además de los medios de gobierno), con el fin de identificar las regularidades de los liderazgos de ultraderecha en la región y compararlos con Gobiernos de otras latitudes y signos políticos. De esta manera, se podrá avanzar en el desarrollo de una agenda regional con interés no solo en la teoría, sino también en la práctica. Específicamente, en la influencia de los liderazgos de ultraderecha sobre los principios y condiciones necesarias para garantizar la calidad de nuestras democracias.

Referencias

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  1. 1 En referencia a la expresión de sentimientos en discursos que rechazan a las élites políticas. Según Urbinati (2019), se trata de un tipo de antielitismo centrado en la denuncia del poder político que se expresa en el discurso antiestablishment. Esta denuncia no tiene por blanco a las élites socioeconómicas, lo que explicaría que miembros de la élite económica, como Donald Trump, puedan ser sus referentes.

  2. 2 En todos los casos en que se agrega el prefijo neo entre paréntesis, se hace para integrar, dentro de un mismo término, tanto a las corrientes teóricas que identifican que no existe una diferencia entre la concepción tradicional y la nueva como a aquellas que coinciden en que, si bien la corriente originaria y la neo tienen elementos en común, la última conlleva aspectos novedosos. En los próximos párrafos, se volverá sobre estos asuntos a la luz del (neo)fascismo, el (neo)conservadurismo y el (neo)populismo.

  3. 3 Verón (1993) define discurso como una “configuración espacio temporal de sentido” (1993, 127). La idea de configuración refiere a la relación de coproducción entre la sociedad y los discursos. En este sentido, el discurso excede el lenguaje verbal y se incorpora como una forma de hacer, una práctica social. Estos asuntos se retoman en el apartado 2 de este artículo.

  4. 4 Este trabajo no desconoce la importancia de la dimensión simbólica en la configuración de relaciones sociales más igualitarias e inclusivas. No obstante, con el objeto de contribuir a una lectura más fluida, elige emplear el lenguaje genérico masculino como referente extensivo de todos los seres humanos.

  5. 5 Los discursos de los presidentes ante sus seguidores el día de asunción al cargo están disponibles en la plataforma YouTube e integrados en las referencias bibliográficas de artículo.

  6. 6 Se trata de un movimiento basado en las premisas de homogeneidad cultural y racial, de acuerdo con las cuales la familia tradicional heterosexual cumple un rol de integración social fundamental. Según Main (2018), en Estados Unidos se articula en una cosmovisión basada en cinco postulados: (i) rechazo de la democracia liberal, (ii) defensa del nacionalismo económico, (iii) visión antisemita, (iv) perspectiva racialista, y (v) una apuesta por el aislacionismo en la política exterior (Main 2018, 33-34, citado en Rueda 2021, 10).

  7. 7 En su origen, el término carisma está relacionado con la noción de gracia y don divino. Fue Weber (1922 [1992]) quien lo delimitó en su significado político como una cualidad personal extraordinaria. Llevado al ámbito del liderazgo, el líder alimenta su relación con sus seguidores a través de atributos propios que le permiten atraer, agradar, cautivar. En este sentido, se trata de una cualidad percibida y construida en la relación con los otros, y no de una realidad objetiva, basada en un componente mayormente irracional que se manifiesta, según las épocas, en exhibiciones de afecto, lealtad, devoción y fidelidad (D’Alessandro 2007).

  8. 8 Este factor está reforzado tanto por la característica unipersonal del cargo ejecutivo en los presidencialismos como por la desconfianza en los partidos políticos en particular.

  9. 9 Por cuestiones de extensión, este artículo se centra mayormente en el análisis de los enunciados y acude a los elementos no verbales para reconstruir el sentido del discurso.

  10. 10 Es lo que Verón (1985) llamó la retórica de las pasiones que contribuye a las figuraciones, o representaciones y percepciones, del poder (Verón 2001, 65-66).

  11. 11 Sobre su incursión política, sus características personales y las condiciones coyunturales que contribuyeron a su ascenso y triunfo electoral, se puede consultar Norris e Inglehart (2019).

  12. 12 La traducción del discurso está en Trump (2017).

  13. 13 Sobre su trayectoria política y la condiciones que contribuyeron a su triunfo, se sugiere ver Goldstein (2019).

  14. 14 La traducción del discurso es propia.

  15. 15 Respecto de su inicio en la política y su ascenso hasta la presidencia, se sugiere la compilación de Semán (2023).

  16. 16 El discurso se puede ver en YouTube (Milei 2023).


Lucía Caruncho es becaria posdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) en la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín (Eidaes-Unsam), doctora en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (Argentina), magíster en Ciencia Política y Sociología por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y comunicadora social por la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES). Profesora de grado de las materias Ciencia Política e Introducción a la Ciencia Política en la UBA y la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT). Sus investigaciones tratan sobre liderazgos, partidos y comunicación política en Argentina y Brasil. Últimas publicaciones: “El héroe de la libertad: un análisis discursivo de los cierres de campaña presidencial de Javier Milei en el año 2023”, POSTData 29 (1): 43-74, 2024, https://revistapostdata.com.ar/index.php/postdata/article/view/31; y “La extrema derecha en el extremo sur: los liderazgos de Javier Milei y Jair Bolsonaro en Argentina y Brasil”, Temas y Debates 48: 61-84, 2024, https://temasydebates.unr.edu.ar/index.php/tyd/article/view/679. * caruncholucia@gmail.comhttps://orcid.org/0009-0003-6099-2662