“Por eso trabajamos, para salvar vidas”: trayectorias y redes de venezolanos organizados en Cali, Colombia*

Nicolás Gissi-Barbieri

Universidad de Chile (Chile)

RECIBIDO: 17 de febrero de 2025

ACEPTADO: 17 de julio de 2025

MODIFICADO: 22 de julio de 2025

https://doi.org/10.7440/colombiaint124.2025.05

RESUMEN. Objetivo/contexto: este artículo analiza las trayectorias de personas migrantes a partir de la creación de, y la participación en, asociaciones de venezolanos en la ciudad de Cali, y examina cómo dichas organizaciones se posicionan y disputan sus objetivos en el marco de las condiciones existentes en Colombia durante los últimos años. El marco de referencia articula tres conceptos: ciudades desiguales, migrantes transnacionales y ciudadanías en el siglo XXI. Metodología: enfoque cualitativo, con observación etnográfica y entrevistas en profundidad. Conclusiones: las organizaciones venezolanas constituyen una expresión política de la sociedad civil y operan como puntos nodales que promueven la construcción de un orden relacional y moral asentado en bases cristianas entre migrantes en situación precaria. Se identifican tres ejes discursivos: 1) inicio en Cali: recepción y trabajo por la salud y la protección de los migrantes; 2) trayectorias organizacionales y redes sociales: de la ayuda humanitaria a la inclusión social, y 3) articulación con instituciones gubernamentales e internacionales: más allá de lo local.  Originalidad: el estudio contribuye al conocimiento sobre la organización social de migrantes venezolanos en la ciudad de Cali.

PALABRAS CLAVE: Cali (Colombia); diáspora venezolana; integración social; organizaciones de migrantes; sociedad civil.

“That’s Why We Work—to Save Lives”: Trajectories and Networks of Organized Venezuelans in Cali, Colombia

ABSTRACT. Objective/context: This article analyzes the trajectories of Venezuelan migrants in Santiago de Cali through the creation and participation in migrant associations, and examines how these organizations position themselves and pursue their goals within Colombia’s recent social and policy context. The analytical framework brings together three concepts: unequal cities, transnational migrants, and 21stcentury citizenships. Methodology: Qualitative design combining ethnographic observation and indepth interviews. Conclusions: Venezuelan organizations function as civilsociety actors and nodal points that, among migrants facing precarity, foster the construction of a relational and moral order grounded in Christian values. Three discursive axes are identified: (1) beginnings in Cali—reception and efforts to safeguard migrants’ health and protection; (2) organizational trajectories and social networks—from humanitarian assistance to social inclusion; and (3) engagement with governmental and international institutions—beyond the local scale. Originality: The study advances knowledge on the social organization of Venezuelan migrants in Cali.

KEYWORDS: Cali (Colombia); civil society; migrant organizations; social inclusion; Venezuelan diaspora.

“É por isso que trabalhamos, para salvar vidas”: trajetórias e redes de venezuelanos organizados em Cali, Colômbia

RESUMO. Objetivo/contexto: este artigo analisa as trajetórias de migrantes venezuelanos em Santiago de Cali a partir da criação e da participação em associações de migrantes, e examina como essas organizações se posicionam e buscam seus objetivos no contexto recente de políticas e dinâmicas sociais na Colômbia. O referencial articula três conceitos: cidades desiguais, migrantes transnacionais e cidadanias no século XXI. Metodologia: abordagem qualitativa com observação etnográfica e entrevistas em profundidade. Conclusões: as organizações venezuelanas atuam como atores da sociedade civil e pontos de articulação que, diante da precariedade vivida pelos migrantes, promovem a construção de uma ordem relacional e moral ancorada em valores cristãos. Identificamse três eixos discursivos: (1) início em Cali—acolhida e ações voltadas à saúde e à proteção de migrantes; (2) trajetórias organizacionais e redes sociais—da ajuda humanitária à inclusão social; e (3) articulação com instituições governamentais e internacionais—para além do âmbito local. Originalidade: o estudo aprofunda o conhecimento sobre a organização social de migrantes venezuelanos em Cali.

PALAVRAS-CHAVE: Cali (Colômbia); diáspora venezuelana; inclusão social; organizações de migrantes; sociedade civil.

Introducción

Desde los últimos meses de 2024 se observó un cambio en Santiago de Cali, un flujo de migrantes que realizaba un itinerario distinto. En 2018, en la Terminal de Transportes podía haber más de 4.000 venezolanos, pues no había otra opción que quedarse ahí. Después de conocerse los resultados de la última elección presidencial en Venezuela, en julio de 2024, solían llegar con la dirección donde vivía un pariente o amigo, y se activaban las redes de apoyo. La esperanza de que hubiera una transición del Gobierno en su país perdió fuerza el 10 de enero, día en que muchos creían que Edmundo González, presidente electo según los entes internacionales, asumiría el poder. Finalmente, Nicolás Maduro se mantuvo en el Gobierno. Gran parte de esta “nueva migración” pasó desapercibida en los puntos de control y atención de la población migrante en la Alcaldía, ubicada en la terminal, porque estas personas ya no acudían directamente. Durante el mes de enero 2025, pese al subregistro, cada día se contabilizó el ingreso de 65 venezolanos en promedio. Asimismo, en los alrededores de la terminal han disminuido las carpas donde solían pernoctar algunos migrantes en campamentos entre 2018 y 2024, pues la actual autoridad municipal ha aumentado los controles para garantizar la seguridad en la zona.

Durante el siglo XX Venezuela fue un país receptor de población migrante. Sin embargo, en las dos primeras décadas del siglo XXI, este patrón se ha revertido y en la actualidad los cambios en el modelo político implementado en Venezuela y la inestabilidad económica derivada han generado un importante crecimiento de la población venezolana forzada a desplazarse hacia países como Colombia, Perú, Ecuador, Brasil y Chile, en América Latina, así como a Estados Unidos y España, en el norte global (Gissi et al. 2024; OIM 2024). La población venezolana que ha ingresado a Colombia se ha incrementado de manera constante desde el año 2002, en ocasiones como una estrategia de tránsito para llegar hacia otros países sobre los que se percibe que ofrecen mayores posibilidades de generar una mejor vida, y en otros casos, como territorio de destino (Pardo 2020). Destaca la zona del Darién, en la frontera entre Colombia y Panamá, como ruta hacia Estados Unidos, por lo que en 2024 el Gobierno colombiano creó el Plan Integral de Atención para el Darién (Piaad). Por su parte, Colombia ha sido históricamente un país expulsor de población, como consecuencia del conflicto armado (Guzmán, Fals Borda y Umaña Luna 2016; Taussig 2014), desde hace ya más de seis décadas; en 2015 residían 973.315 personas colombianas en Venezuela (OIM 2016, citado en Datosmacro.com. Expansión 2015).1 Colombia se ha convertido también en país de llegada como resultado del deterioro democrático y el crecimiento de la violencia en el país vecino, posterior a la caída del precio internacional del petróleo, principal sustento de la economía venezolana (Freitez L. 2019; Gandini, Prieto Rosas y Lozano-Ascencio 2020; Mejía Ochoa 2012; Ramos Pismatari, Rodríguez y Monroy Argumedo 2023).

Cali es la quinta ciudad de Colombia con mayor número de venezolanos: 130.000, y en el Valle del Cauca hay 200.000, en municipios como Buenaventura, Palmira, Tuluá, Jamundí y Cartago, de un total de 2,8 millones de migrantes y refugiados procedentes de Venezuela (OIM 2024). La recepción de migrantes venezolanos en Colombia está influida por la proximidad geográfica, experiencias migratorias previas, como el flujo histórico entre Colombia y Venezuela en el siglo XX, y por tratarse de culturas nacionales fronterizas y semejantes. Los Gobiernos anteriores (nacionales y regionales) se vieron sorprendidos por esta diáspora y han creado poco a poco políticas migratorias. En este nuevo flujo de los últimos meses han destacado personas que requieren protección internacional, defensores de derechos humanos, periodistas y ciudadanos perseguidos por el chavismo, a quienes les han cancelado sus pasaportes, por lo que han debido ingresar a Colombia de manera irregular por los pasos terrestres. También ha aumentado la migración por reunificación familiar (Cruz Hoyos 2025). Dado que no se ha garantizado la paz en Colombia, los migrantes, sus asociaciones y las organizaciones promigrantes suelen utilizar las experiencias territoriales pasadas, la agencia y la imaginación de un futuro mejor para transformar los espacios barriales periféricos.

Es de destacar que Cali es la principal ciudad referente del suroccidente colombiano y la tercera más poblada del país, después de Bogotá y Medellín, con 2.280.522 habitantes. En Cali existe un patrón de segregación residencial urbana de la población en tres grandes sectores: oriente, ladera y corredor. El oriente y la ladera constituyen las zonas más pobres, con una alta concentración de afrodescendientes en el oriente de la ciudad, y el corredor se encuentra habitado por personas de estratos medio y alto en dirección norte-sur, en su mayor parte población blanca-mestiza (Urrea-Giraldo, Romero Bernal y Peña Pérez 2023). Cali constituye una zona de paso para dos fronteras: el puente internacional de Rumichaca, en Nariño, y el Puesto de Control Migratorio Marítimo de Buenaventura, el principal puerto comercial del Pacífico colombiano. Es una ciudad de tránsito, por los migrantes que llegan desde el sur, entrando por Ipiales, ciudad fronteriza con Ecuador, o que pasan por Pasto y siguen hacia el sur; pero cada año se consolida como ciudad de destino. Poco se ha estudiado la migración transnacional en el Valle del Cauca (Pardo Montaño 2020; Vidal Quintero 2020; Zambrano y Botina 2021), y menos aún la organización social migrante en la ciudad de Cali (Grill 2023), pues los especialistas se han centrado en otras zonas del país, especialmente en las fronteras y la capital, Bogotá, así como en la costa atlántica, Norte de Santander, Cundinamarca y Antioquia (Aliaga Sáez et al. 2020; García García y Mayorga 2023; Proyecto Migración Venezuela 2019).

Debido al aumento de personas de origen venezolano y a los desafíos que se han generado en los países de recepción, tanto para quienes llegan como para las ciudades de destino, la ONU creó en 2018 el “Plan de emergencia para refugiados y migrantes de Venezuela”. Este plan, coordinado por la Agencia de la ONU para los refugiados (Acnur) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), buscó el apoyo de los países de la región y estableció las tareas más urgentes para poder responder a la histórica diáspora. Hoy está en marcha la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela, a través del Plan de Respuesta Regional de la OIM, en asociación con ONG, organizaciones de la sociedad civil y el sector privado. También en el 2018 el Gobierno colombiano creó el documento del Consejo Nacional de Política Económica y Social, Conpes 3950, como una estrategia para la atención de la migración procedente desde Venezuela con el propósito de identificar áreas de influencia y su capacidad institucional en las principales ciudades receptoras. En este contexto, el presente artículo tiene como propósito analizar las trayectorias de dirigentes sociales y participantes de organizaciones migrantes, desde la creación de asociaciones de venezolanos en la ciudad de Cali, comprendiendo el modo en que se posicionan en el campo de la sociedad civil y apoyan a quienes están en situación vulnerable, en el marco de las condiciones existentes en Colombia durante los últimos años.

  1. Marco de referencia: ciudades desiguales, migrantes transnacionales y ciudadanías en el siglo XXI

En el cruce entre los estudios urbanos y los estudios migratorios se tiende a sostener que las ciudades son atractivas para los migrantes, así como que tienen una historia de inclusión propiciando espacios de interacción y convivencia en la diversidad. Es el “deseo de Occidente”, sostuvo Badiou (2016), esto es, de la libertad y del acceso a los servicios, el consumo y la acogida de los nacionales a los foráneos. Características constantes de las ciudades han sido el intercambio y el encuentro, además de las oportunidades de empleo, protección y esperanza. En estos espacios se construyen los lugares de los sedentarios; se desarrollan el comercio, la artesanía, las actividades religiosas y de gobierno; confluyen individuos de distintos estratos socioeconómicos, y se puede lograr estabilidad e integración social. La ciudad es así el emblema de la modernidad, la emancipación y la hospitalidad. También, sin embargo, representa la racionalización, la cuantificación monetaria, las tensiones y el control burocrático (Simmel 1988; Weber 1987).

Distintas son las condiciones de la vida urbana en las pequeñas ciudades y en las metrópolis, así como en las ciudades intermedias. En términos históricos, la polis, la civitas y la urbs implican asentamientos disímiles: la polis griega es la ciudad del diálogo ciudadano, de un fuerte vínculo con el territorio y con la nación que le dio origen, y en la cual los locales son privilegiados respecto de los extranjeros libres. En la civitas romana, en cambio, no se presuponía la condición de un mismo origen, sino que surgió de compartir un fin común. En la civitas confluían sujetos de distintas pertenencias étnicas y religiosas que convivían bajo una misma ley, de modo dinámico e incluyente. Urbs, por su parte, alude más bien a la infraestructura física y mercantil, a una concepción de ciudad utilitaria, un espacio topográfico-catastral en el que los individuos trabajan y al cual están subordinados (Ciaramelli 2023; Cortina 2023; Sennett 2019).

Al respecto, resulta importante la concepción de la ciudad como mediación de Lefebvre (1978), a través de agentes y actos locales en las relaciones de producción y reproducción social, de alianzas y propuestas, lo que implica tiempos y ritmos que se inscriben y proyectan en el terreno. Se recupera así la idea del habitante como el sujeto que tiene derecho a usar la ciudad en su vida cotidiana y participar en la toma de decisiones que lo involucran. Como sostiene Donzelot (2012), ante el riesgo de que las minorías étnicas queden reducidas a residencias hacinadas y guetos, es necesario apoyarse en la ciudad para hacer la sociedad, reaprender el “vivir juntos”, considerando las virtudes de las ciudades y estableciendo entre los habitantes las mejores condiciones de adaptación, para lo que se requiere la creación de lugares y acontecimientos culturales. En un siglo XXI más transnacional, se han dado las condiciones para una “comunidad extendida” entre el país de origen y el de destino, que se caracteriza por la mantención de relaciones múltiples y simultáneas mediante distintos soportes de comunicación (Appadurai 2015), en el contexto geocultural del sistema-mundo capitalista (Díaz Abraham, Gómez Garza y González Zepeda 2023). En el caso de la movilidad venezolana a Colombia, estamos ante una migración sur-sur, es decir, que sucede entre países con diferencias leves en su desarrollo económico y que comparten una posición periférica en el mundo (García García y Mayorga 2023), así como fronteriza, con vínculos geográficos, históricos, económicos, políticos, culturales y de redes familiares.

Ahora bien, se ha vuelto cada vez más difícil vivir en las ciudades y sentirse protegidos. Hoy, en tiempos de modernidad tardía y globalización, especialmente las grandes urbes han devenido espacios de consumo, fragmentación y exclusión social (Davis 2007; Ricoeur 2021). Son tendencialmente “invivibles”, inhabitables (Ciaramelli 2023). Más que ciudadanos, se observa un crecimiento de los consumidores, las privatizaciones y los súbditos. La desigualdad ha hecho mella en la inclusión social y la sana convivencia aumentando la inseguridad pública (Bauman 2006), la aporofobia o rechazo al pobre (Cortina 2017) y la mixofobia o rechazo al intercambio social con extraños (Bauman 2011). Esta polarización fue denominada como ciudad dual por Castells (1995) y Sassen (1999) en los años noventa del siglo XX; de aquí surgieron poblaciones (villas de emergencia) o conjuntos de viviendas de construcción estatal y, en el otro extremo, nuevas urbanizaciones, barrios cerrados y countries, destinados a familias con ingresos altos (Appadurai 2015). En América Latina y el Caribe se ha destacado que esta desigualdad urbana se sostiene en estructuras neocoloniales que se reproducen hasta hoy día, por lo que se han cuestionado las políticas urbanas y se han generado movimientos reivindicativos en los asentamientos populares que critican la segregación, la falta de servicios, los abusos y la corrupción de las élites (Katzman 2001; Roa y Grill 2021.

Así, la participación política conecta los campos social y político siendo un proceso de construcción y adquisición de poder. Existen múltiples formas de participación que son ejercidas por los sectores populares. La acción social, que emana principalmente de la sociedad civil, está muy vinculada con los movimientos sociales, como el de migrantes y refugiados. Estos movimientos están conformados por segmentos de sociedad civil autónoma, organizada en torno a identidades comunes y demanda de derechos, dirigida principalmente al Estado como representante del modelo económico imperante (Cortina 2023; Varela 2013). Las asociaciones migrantes son características de las diásporas, colectivos multilocalizados que han cruzado más de una frontera geopolítica, y puede que lo sigan haciendo, buscando bienestar. Las diásporas conectan a comunidades múltiples de una población nacional dispersa por el mundo. Estos ires y venires van acompañados de memorias, desidentificaciones (desapegos) y nuevas identificaciones en el tránsito y en los países de llegada (Basch, Glick Schiller y Szanton 1994). También se tiende a indicar una fuerte cohesión interna, compromiso y solidaridad, así como un regreso literal, y no solo mítico o utópico, al territorio de nacimiento, lo que ha sido cuestionado durante las últimas décadas (Brah 2011; Clifford 1999; Hall 2010). Las asociaciones de migrantes facilitan un sentido de pertenencia que proporciona seguridad disminuyendo el sentimiento de estar aislados y desprotegidos (Neira Orjuela 2020). Como sostiene Morell Blanch (2005), el asociacionismo inmigrante a menudo actúa como catalizador del proceso de integración social institucionalizando canales de representación de sus necesidades e intereses.

Estos procesos organizativos de base se encuentran hoy en día en el marco de sociedades de control que, por medio de las tecnologías del siglo XXI, inciden en los procesos de subjetivación de los individuos. Estas realidades, a nivel mundial, han hecho cuestionarse a muchos migrantes si permanecer en el país receptor o bien reemigrar a una sociedad con mejores condiciones político-jurídicas y socioculturales. Por ello ha tendido a aumentar el peso de la sociedad civil como mediadora con el Estado y el mercado laboral, lo que ha producido un giro en el significado de la ciudadanía. Las condiciones más restrictivas de políticas migratorias securitistas, características de los últimos años y en auge desde principios de 2025 con el nuevo Gobierno de Trump en Estados Unidos que han aumentado las deportaciones, han puesto en jaque la pertenencia ciudadana de los migrantes en distintos países de América Latina y el Caribe (Oyarzún Serrano, Aranda y Gissi 2021; Velasco Arroyo 2006), y han generado tensiones y miedos. Es que el migrante vive un desplazamiento entre, al menos, dos países, el de origen y el de destino (Sayad 2010). Ante las barreras para acceder a la ciudadanía formal y sus documentos, cada día más la ciudadanía se vive socialmente, de modo informal (Cortina 2023; Sassen 2013), y reside en las identidades, transfronterizas y locales, con una especial relevancia de las asociaciones migrantes y promigrantes, así como de las actividades barriales, comerciales, religiosas, deportivas y artístico-culturales.

  1. Metodología

El enfoque de la presente investigación es fundamentalmente cualitativo, pues su propósito es indagar los procesos individuales, organizacionales y colectivos de los migrantes transnacionales de origen venezolano que viven en la ciudad de Santiago de Cali, Colombia. El estudio es comprensivo, dado que implica las dimensiones cognitiva, emocional y conductual. La unidad de análisis son las asociaciones de migrantes enfocándonos en los discursos y la participación de sus miembros y líderes. Nos centramos principalmente en las narraciones de experiencias personales, es decir, recuerdos, reflexiones y planteamientos sobre y desde la experiencia vivida, en retrospectiva y surgidas en la situación específica de inmigrar y residir en la ciudad de Cali, creando y aportando en organizaciones de migrantes venezolanas, interpretando y reinterpretando el mundo y su tiempo. Los individuos enunciadores, nuestros interlocutores, asumen el rol de representantes de su asociación volviéndose la voz de una experiencia y un saber compartidos, así como exponiendo propuestas.

Durante el siglo XXI ha crecido el interés por las narrativas como actos sociales y como formas de construcción de la identidad, y también como herramientas de explicación de fenómenos sociopolíticos y culturales. El actual giro interpretativo y narrativo es parte de un renovado énfasis en la agencia humana, en los contextos y en el entrecruzamiento de estas dimensiones en las experiencias de los sujetos. Para la producción de los datos, utilicé la noción de trayectorias de vida de Bourdieu (1997), con personas y grupos que han experimentado de diversas formas la migración transnacional, en una o más ocasiones. La trayectoria individual implica una serie de posiciones sucesivamente ocupadas por un agente (o una misma agrupación) en un espacio en movimiento y sometido a incesantes transformaciones. En estos espacios sociales, las instituciones juegan un papel importante, en la medida en que determinan una cadena de situaciones a partir de las condiciones y posiciones de cada uno, al pertenecer a determinadas organizaciones o a ciertas categorías validadas o no por la sociedad de destino.

El concepto de narración ha sido enriquecido con aportes de la teoría del actor red (Latour 2008), que permiten comprender las interacciones de los actores humanos con instituciones, así como las redes que configuran en tiempos y lugares específicos y transfronterizos, pues lo social se concibe en términos de flujo, de constante cambio, siendo las formas de expresión de lo social las asociaciones entre actores. Se presta especial atención a la historia reciente y a la influencia del contexto globalizador sobre las personas de origen venezolano, colombiano y colombo-venezolano. Asimismo, el autor de este artículo viene trabajando con y sobre la migración colombiana desde el año 2014 y acerca de la migración venezolana a partir de 2017, en distintos proyectos de investigación social.

Para este estudio se utilizó la observación etnográfica en cuatro sitios de Cali: la Terminal de Transportes, el mercado la Alameda, y los barrios Obrero, en el centro, y República de Israel, ubicado en la comuna 16, al suroriente de la ciudad. Lo anterior como complemento de la perspectiva biográfico-narrativa que permite la técnica de la entrevista en profundidad (Bertaux 2005; Guber 2001). También se utilizó información hemerográfica sobre la presencia de esta migración en Cali. A partir del análisis de dieciséis entrevistas en profundidad (con consentimiento informado),2 realizadas entre noviembre de 2024 y febrero de 2025, a mujeres y hombres migrantes de nacionalidad venezolana que participan en organizaciones migrantes,3 revelamos sus definiciones de la situación y las lógicas institucionales a través de sus discursos. Se realizó un muestreo teórico e intencional seleccionando sujetos que residieran al menos desde hace cuatro años en Colombia, tiempo mínimo biográfico para evaluar su participación social.

El análisis de datos producidos por medio de las entrevistas se hizo a través del análisis estructural del discurso (Hiernaux 2008), que busca captar los modelos culturales que operan en los contenidos verbales, su perspectiva o manera de ver las cosas, e identificar los sentidos orientadores de la percepción y, por tanto, del actuar. La producción de datos primarios se complementó con información que entregan las bases de datos estatales e internacionales: DANE (2018), OIM (2024) y Acnur (2025).

  1. Análisis

Se presentan los resultados en tres ejes discursivos: primero, el inicio en Cali: recepción y trabajo por la salud y protección a los migrantes; segundo, trayectorias organizacionales y redes sociales: de la ayuda humanitaria a la inclusión social; y tercero, la articulación con instituciones gubernamentales e internacionales: más allá de lo local.

  1. El inicio en Cali: recepción y trabajo por la salud y protección a los migrantes

Desde 2015 aumentó el flujo migratorio hacia Cali y, con ello, las personas que se instalaron en carpas y toldas, “invasiones” caracterizadas por el hacinamiento y la precariedad. En febrero de 2017, ya con los acuerdos de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP) en marcha, el Gobierno colombiano canalizó más atención a la agenda migratoria y adoptó un conjunto de medidas direccionadas específicamente a la población migrante. Por ejemplo, se crearon la Tarjeta de Movilidad Fronteriza (TMF), focalizada en los venezolanos que viven en las zonas de frontera, y el Permiso Especial de Permanencia (PEP), para regularizar la situación de migrantes venezolanos con intención de residencia en el país, garantizándoles el acceso a servicios básicos. Aunado a esto, en marzo de 2018 el Gobierno de Juan Manuel Santos comenzó una respuesta más estructural y de largo plazo al crear el Registro Administrativo de Migrantes Venezolanos en Colombia (RAMVC) (Gissi et al. 2020). Andrea (2024, 43 años) rememora su llegada a Cali en 2016 y la recepción de los vecinos colombianos:

Cuando llegué en 2016, en ese momento llegó una gran ola de migrantes. Sí recibieron a las personas, los caleños, las caleñas muy solidarias, empatizaban mucho con la historia al verme con mis hijos, cómo salía a trabajar; los vecinos, al ver que salíamos todos y regresábamos todos, que los niños estaban estudiando y todo aquello… pero en aquel momento nadie me orientó, nadie me ayudó, nadie me dijo, “existe esto y esto”, porque no había quién hiciera ese trabajo.

Jorge (2024, 56 años) recuerda su llegada a Cali en 2017 y sus primeros trabajos estando en situación irregular:

Llegué a pasar la experiencia de dormir en la calle, de dormir en un parqueadero de lavado de vehículos… Esa fue la primera etapa… Yo empecé a fabricar fritos, empanadas, papas rellenas que me enseñó una señora, hacer la papa colombiana, y con eso empecé un emprendimiento… después tuve dos casas que vigilaba, después tuve tres casas que vigilaba, y así.

De esos años Jorge destaca los permisos por protección temporal (PPT) para la población migrante venezolana y el Registro Administrativo de Migrantes Venezolanos (RAMV):

En ese momento no estaba regularizado, no tenía papeles, pero ya yo me había inscrito en el último registro que hizo el presidente Santos antes de dejar la presidencia, que fue un registro con la Cruz Roja, para lo que sería posteriormente el PPT RAMV. Fue el primer documento que yo tuve acá legal. Del PPT RAMV se beneficiaron 560.000 venezolanos, sin necesitar el pasaporte. Y logré ya estando en Cali de que el documento me llegara. Y allí pude encontrar trabajo formal.

En el caso de María (2024, 32 años), las iglesias fueron relevantes en su llegada y acogida en Colombia:

Hay una iglesia que la tengo en el corazón… la primera institución que le dio la mano al migrante fue la iglesia, las iglesias, porque no había… entonces la iglesia empezó como un proceso conmigo y con muchos venezolanos… la iglesia queda cerca del puente Sameco, el cual es un puente muy principal acá en el norte… en esa iglesia empecé a congregarme y me sentí como protegida y acompañada, como en familia… Sí, entonces para mí fue la base, una iglesia donde estar y rodearme de una red de apoyo… Me sentí superacobijada; y ya luego pasó el tiempo y, como pasaban muchos migrantes por allí, yo era la encargada de recibir a los migrantes, apoyarlos, a veces cuidar las heridas, porque por ser un puente así, digamos como tan principal, venía mucha población con los pies rotos, descalzos, y se convirtió como en un punto de encuentro para muchas personas porque es un espacio muy grande.

Junto a las iglesias cristianas que acogen a los migrantes, refugiados y retornados en distintos puntos de la ciudad, Cali tiene, al menos, dos puntos de atención para la población venezolana: el primero en la Terminal de Transportes, operado entre la Alcaldía de Cali, la OIM y Acnur, y el segundo es el Centro Intégrate, en el barrio El Piloto, en el norte de la ciudad, que opera entre la Alcaldía de Cali, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), la OIM y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia. También destacan el Centro de Orientación y Atención a Migrantes y Refugiados (Coamir), de la Pastoral para los Migrantes, que es un hogar de paso y centro de acogida.

Respecto al derecho a la salud, quienes están en situación irregular no pueden acceder a servicios sanitarios (solo a urgencias) (Angeleri, Ramírez Bolívar y Arroyave Velásquez 2024). Jorge releva, desde sus inicios, el trabajo por la salud de los migrantes, pero “todavía hay barreras”.

Por eso trabajamos, para salvar vidas… Ahorita estoy atendiendo una que no quieren atender el parto en el hospital y tenemos que estar allí, para si no es con una tutela, un derecho de petición, no la van a atender. Tenemos enfermedades graves en diferentes niveles. Todavía, a pesar de que hubo una reunión ayer de migración, un foro mundial sobre la salud, tratando de que todos los derechos del tema de salud del migrante sean satisfechos, pero eso yo lo veo lejos, todavía hay barreras.

Poco a poco Jorge pasó de ocuparse de su subsistencia a trabajar solidariamente por los compatriotas que iban llegando a la ciudad. Su reinvención personal, a través del trabajo comunitario, lo refleja:

Me fui involucrando en un cambio de vida, que no era lo que yo estaba buscando porque uno viene buscando el bienestar personal, de la familia, y empecé a hacer este trabajo social, que no he logrado sacarlo ya de mi ser, porque siento que salvamos vidas a diario, porque ayudamos a la población migrante en temas de regularización, afiliación a salud, cuando hay vulneración de derechos humanos, los asistimos en los temas legales de protección para la población.

La población que migra desde Venezuela tiene dos veces mayor probabilidad de estar desempleada y el acceso a servicios básicos como salud y educación es particularmente difícil para ella (Banco Mundial 2018). En estas condiciones, se crea la organización migrante Fundatransvida. Recuerda Jorge:

Tomé para administrar un restaurante cerca de la terminal.[4] En ese entonces estaba colapsada la terminal de pasajeros. Había alrededor de 4.000 venezolanos en cambuches [viviendas precarias]. Empecé a darles un plato de comida… Una arroba de arroz, una arroba de frijol para hacerle comida un fin de semana a mi paisano. Así fue como comenzamos a hacerlo la primera vez, hicimos 250 platos de frijolada, ya después cambié el menú… Y allí me empieza a contactar, por redes sociales, la Organización Internacional de las Migraciones, ellos estaban implementando una propuesta de salud en ese momento, en el hospital Carlos Carmona. Y me contactaron para que buscara pacientes, personas que pudieran hacerse exámenes médicos, medicina general. Y empecé poco a poco. Somos aliados de la Secretaría de Salud, nosotros hacemos afiliación a salud para la población migrante que tiene su documento legal acá en Colombia.

  1. Trayectorias organizacionales y redes sociales: de la ayuda humanitaria a la inclusión social

Algunos líderes han empezado como voluntarios en el ámbito humanitario, como en el caso de María (2024, 32 años):

Hay un proceso, te puedo contar que hay como una transformación de voluntariado. Yo empecé ayudando mucho en temas de ayuda humanitaria. Lo que es kit de higiene, pero empecé a notar algo, se ayudaba a las personas, pero no avanzaban. Yo empecé a analizar que había una población que pasaba al mismo tiempo allí, en ese ambiente, pidiendo y esos mismos niños allí, en ese semáforo, y empecé a detectar que no me gustaba porque pensé que estaba perdiendo mi tiempo… Entonces empecé a mirar un poco cómo es y dije, “Venga, entonces ayudamos a personas que sí quieren crecer y que quieran avanzar”, porque entendiendo así también las necesidades han cambiado, el que quiera seguir adelante no sigue allí pidiendo, y empecé a apoyar a las personas que emprendían, a direccionarlas, a saber, cómo se hacía el RUT [Registro Único Tributario], cómo llevamos los costos de la empresa, qué estrategias, porque pues ya yo tenía una empresa.

Esta oposición dicotómica entre los venezolanos que piden dinero (o se dedican a actividades delictivas) y quienes se esfuerzan y emprenden en sus trabajos, lo que resultaría visible en las calles de Cali, fue una tendencia en las conversaciones tanto con venezolanos como con colombianos durante el trabajo de campo. Al respecto, Felipe (2024, 38 años) sostuvo:

Yo estoy desde el 14 de febrero de 2017 aquí en Cali… Mi trabajo en la corporación es encargado de las redes sociales, estamos pendientes. Nosotros hacemos muchas labores, así como saliendo para ayudar a los niños, ayudar a las mujeres víctimas de violencia… aquí en Cali y otras partes de Colombia hay mucha oportunidad, hay mucho trabajo, y si la persona viene con sus ganas de trabajar, salen adelante, así como he estado yo siempre.

Asimismo, es común la distinción entre un primer momento, antes de 2018, cuando los venezolanos habrían sido bien recibidos por los caleños por su capital social y cultural: “el caleño es muy cálido, se parecen a nosotros los venezolanos”, se reitera en las entrevistas —Grill (2023) se refiere a empatía, compasión y humanitarismo—; y un segundo momento, en el que aumentó el rechazo, vivieron encuentros incómodos y xenofobia al buscar colegio para sus hijos, al querer alquilar vivienda o porque les negaban la posibilidad de trabajar, pese a estar sobrecalificados. Esta discriminación (que se explicita con el uso de expresiones despectivas como “venecos” o “vecinos”) se debería a los impactos negativos de un gran flujo de venezolanos irregulares (y al efecto de los medios de comunicación que tienden a criminalizar a los migrantes, presentándolos como la personificación del mal), quienes suelen vivir en los distritos cuyas viviendas son de estratos 1, 2 y 3, principalmente en el oriente de la ciudad de Cali, donde es común ver inquilinatos (residencias colectivas de las que se arriendan habitaciones) y carros con puestos de venta de comida rápida venezolana, como salchipapas y perros calientes, como ocurre, por ejemplo, en el barrio República de Israel. Es de destacar que 2017 suele considerarse el año de mayor conflictividad política y económica en Venezuela, aunque el deterioro económico del país venía agravándose desde 2013. En este contexto, la oposición acusó fraude en las elecciones regionales y la migración se masificó (Duque 2020; Rísquez 2023).

Ximena (2024, 47 años) llegó en 2019 a Cali, después de trabajar en organizaciones en Cúcuta, ciudad fronteriza con Venezuela. Relata su experiencia en distintos ámbitos, incluyendo la cultura y la música:

Actualmente tenemos una red que se llama Migravalle, la conforman las organizaciones más importantes del Valle del Cauca, incluyendo el alcalde, grandes líderes que han hecho muchísimo por la población migrante… la Fundatransvida, la Fundación Alianza Solidaria y la Fundación Venezuela Aporta. Trabajamos con prevención de violencia, trabajamos con apoyo a emprendedores… atención humanitaria y la cultura, pues la comunidad venezolana necesitaba sanar a través de la música. Entonces, en diciembre del 2020 cantan por primera vez Los Tucusitos de Cali, que es una estrategia de integración comunitaria que tiene cuarenta niños en el Banco de la República, pero cantaron por primera vez un día de las velitas en el Coliseo de Bajo Aguacatal Los Pitufos… Entonamos villancicos como del maíz, el conocido Mi burrito sabanero del profesor Moisés Peña, grupo que se llama Los Tucusitos y que se ha adaptado a toda una generación.

Con el paso de los años las necesidades de ayuda para los migrantes han ido cambiando, así como el capital humano de los dirigentes: primero la prioridad fue la ayuda humanitaria, resolver la comida diaria y la salud; luego el empleo, la permanencia y regularización; ahora se requiere trabajar por la cohesión social. En el 2020 algunas organizaciones participaron en el debate por el Estatuto Temporal de Protección para Migrantes Venezolanos (ETPMV), con el apoyo de la Universidad Icesi, pero sus recomendaciones no fueron muy consideradas en el Congreso. Este documento se implementó en 2021, cuando se estableció el PPT, cuyo objetivo es permitir el tránsito de los migrantes de un régimen de protección temporal a un régimen migratorio ordinario contando con un periodo de diez años para adquirir una visa de residentes.

  1. Articulándose con instituciones gubernamentales e internacionales: más allá de lo local

Andrea (2024, 43 años) narra cómo poco a poco los migrantes van adquiriendo experiencia en el trabajo comunitario, lo que les brinda oportunidades de desempeñarse en niveles mayores (de lo local a lo nacional), incluso en entidades internacionales:

Creamos un colectivo que se llama Venezolanos Luchadores en Cali. Comenzamos a orientar, ayudar a las personas, y eso era paralelo a mi trabajo. Con mi trabajo en colegios yo me sustentaba el bolsillo y con la fundación el alma, ya ahí ese era mi medio de catarsis… un dolor de cabeza cada quien con una situación más difícil que otra… Luego me llaman de una fundación… en esa fundación duré cuatro años y medio, casi cinco años. Llegué a ser la coordinadora nacional de la fundación, que estaba en cuatro departamentos… Uno se da a conocer, uno realiza labores con entidades, organizaciones, cooperación internacional.

Andrea destaca la necesidad de trabajar con mujeres, madres, así como la importancia del deporte para la integración social, en particular de los jóvenes:

Luego trabajé en el centro Intégrate de Cali; era una mejor oportunidad de trabajo económicamente hablando y profesional, era hacer lo que venía haciendo con la fundación. Así entré en el centro Intégrate y ya voy para dos años allí. Ha sido una de las experiencias más divinas que he tenido en la vida, por cerrar ciclos, por abrirme caminos, por hacer otras cosas. Luego me llaman de esta fundación que es donde estoy ahorita, Fundación Alianza Solidaria… Es una organización que trabaja más o menos lo que yo venía haciendo, pero esta tiene énfasis en mujeres, madres cabezas de familia y que están en estado vulnerable… realizamos ollas comunitarias, fortalecimiento de liderazgos juveniles, hacemos procesos deportivos, tenemos el deporte como vector de paz e integración, lo hacemos en las canchas con la integración de las culturas y de los jóvenes, sin importar tampoco la nacionalidad. Tenemos no solamente migrantes, trabajamos con retornados y con refugiados... Ahora trabajo para el Ministerio de Equidad e Igualdad. Es mi nuevo empleador y ahí vamos, ahí vamos.

La violencia de género ha sido uno de los temas generadores de redes organizacionales. Señala Andrea:

Tenemos una línea estratégica que tiene que ver con la prevención de violencias basadas en géneros, tenemos la Red de Mujeres Aliadas en la comuna 14 de Cali, tenemos la Plataforma de Mujeres Cuidadoras en el marco del Sistema Distrital de Cuidado de Santiago de Cali y tenemos la Red de Mujeres Líderes. Esas tres redes tienen como eje transversal lo que es la prevención de las violencias… no solamente fortalecemos a las mujeres, sino que también a los hombres y a la comunidad LGBITIQ+ porque también es parte de la población que nosotros atendemos.

Al llegar a Cali los venezolanos suelen ubicarse en sectores del centro de la ciudad, como en el barrio Obrero, para luego desplazarse hacia la periferia, sobre todo en zonas del oriente y el sur. Más que xenofobia, en Cali han crecido la aporofobia (Cortina 2017) y la mixofobia (Bauman 2011). Ha habido algunas protestas en el centro de la ciudad contra los migrantes, por instalarse en carpas, pues son considerados delincuentes, así como manifestaciones de venezolanos, en Boulevard del Río, contra el régimen de Maduro. Al respecto, María (2024, 32 años) destaca la importancia de asesorar en emprendimientos económicos y realizar ferias de servicios:

Con el proyecto que conecté cien por ciento fue con uno que se llamó Oportunidades sin Fronteras, con Usaid; lo hicimos el año pasado. Ahí hubo doscientos emprendimientos en población venezolana y población colombiana. Chévere porque este tipo de procesos hace que la xenofobia mengüe mucho, hay una integración cultural, de gastronomía, de compartir saberes muy interesantes. Y yo, la asesora comercial venezolana y otros eran colombianos, entonces había un mixto. Allí sí estuve como con un cargo como tal, era asesora de empresa o mentora de empresa… Hicimos una feria muy buena de servicio, a veces organizamos ferias de servicios.

María, desde la red Embajadores del Desarrollo Económico con Propósito (EDEP), genera iniciativas para el fortalecimiento de la democracia y la ciudadanía económica, lo que contribuye a mejorar la participación significativa en las decisiones económicas:

Estoy en una red que tiene mucha incidencia política, digamos, el fortalecimiento que se recibe allí es para que las personas que estamos, que lo integramos, podamos ser buenos defensores de derechos de temas democráticos también, que es superimportante. Ahorita, con toda esta coyuntura que hubo con las elecciones en Venezuela, estábamos muy atentos… se llama Embajadores porque nos sentimos como que representamos… EDEP significa Embajadores del Desarrollo Económico con Propósito porque pues, además de una tener una empresa, tienes que conseguir un propósito en la empresa y allí todo va un poco más alineado. De hecho, el eslogan principal de la corporación es “Crezcamos juntos”. No tiene sentido que nosotros nos volvamos ricos, pues generemos muchos empleos… o sea, como que crezco yo solo, pero no soy capaz de acudir a los demás, entonces es una manera, digamos, de voltear esa empresa y decirle “Venga, pues, es que tú puedes dar más”.

Debido a las barreras existentes e, incluso, a los retrocesos respecto al logro de una vida digna para los migrantes tanto en situación regular como irregular, las redes de organizaciones migrantes han reforzado el trabajo con las familias. Recuerda y reflexiona María:

Desde hace dos años no tenemos acceso al tema de regularización, o sea, después que finalizó esa primera parte se ha hecho difícil el Estatuto Temporal de Protección, pues prevé que los niños, niñas y adolescentes tienen acceso a la regularización, pero no los padres, que son quienes protegen a los niños, pero pues no nos escucharon y ahora vimos las consecuencias. Tenemos niños regularizados con PPT y sus padres no, no tienen trabajo, no tienen derecho a salud. Y son los niños los que tienen que ingresar al sistema de salud como con la figura de jefe de familia… ahora los niños tienen esa responsabilidad dentro del sistema de salud para poder estar protegidos. Entonces hemos estado apoyando a los niños, niñas y adolescentes que han ido llegando, que no se habían inscrito, y otros niños que quedaron sin protección; son los niños nacidos aquí en Colombia. Y esto es algo grave porque se acaba de aprobar la implementación del percutor, donde abarca a los padres de niños, niñas y adolescentes que tienen PPT antes del 31 de diciembre de 2023, pero no protege a los niños nacidos aquí que tienen su partida de nacimiento colombiano.

Este trabajo social y de incidencia política va incluso más allá de Cali y abarca los distintos municipios del Valle del Cauca, pues, como sostiene María: “nada de migrantes sin inmigrantes”:

Hace dos años empezamos a conectar caminos para crear una red para que tengamos comunicación entre nosotros mismos… La red como tal iba enfocada hacia un punto que nosotros no habíamos previsto como organización de la sociedad civil, que era el tema de incidencia política. ¿Por qué? Porque uno está en un país, somos extranjeros y vamos a estar nosotros, o sea, incidiendo políticamente, pues seremos criticados… Construimos la red; entonces ahí creamos la misión y la visión de esta red para poder incidir políticamente, y es donde hemos tenido un cambio significativo porque hemos logrado que esa mesa de migrantes, que es donde no participaban los migrantes, ahora sí tiene miembros de la población migrante y podemos opinar sobre propuestas. Las organizaciones tenemos ya un dicho que “Nada de migrantes sin inmigrantes”. O sea, nada de proyectos que se implementen en territorio que anteriormente lo podrían hacer en un cuarto separado algunos especialistas en proyectos. Ahora tienen que consultar con nosotros y tratar de incluirnos porque pues también está el tema de la sostenibilidad de las organizaciones de la sociedad civil. Tenemos veinte organizaciones. Tenemos organizaciones que están fuera de Cali, no solamente en Cali. Tenemos en Florida, Candelaria, Palmira, Jamundí, podemos gestionar y ayudar a la población migrante en esos municipios.

Conclusiones

Colombia y sus principales ciudades se enfrentan al reto de integrar a personas migrantes y refugiadas venezolanas. A la luz del deterioro masivo de la situación en su vecina Venezuela, la respuesta humanitaria de Colombia a las personas forzadas a huir sigue siendo una de las más integrales en el contexto de las Américas. En Venezuela se han enfrentado a trabas burocráticas para acceder a sus pasaportes, en cambio, en Colombia la interacción con las instituciones se describe como de un mejor trato, y en los testimonios se diferencian los intercambios que tienen los venezolanos con los servicios públicos en uno y otro Estado nación. Sin embargo, se señalan con preocupación las recientes medidas del Gobierno colombiano, pues ahora es más difícil para los migrantes —especialmente para los recién llegados— obtener documentación y acceder a servicios en Cali. Las vías para obtener la residencia permanente, incluido el asilo, son muy escasas. Dado el retraso en estos procesos y la dificultad en integrarse, hay más personas que reemigran hacia el norte global, en busca del sueño americano, o que siguen alguna de las rutas sur-sur hacia Ecuador, Perú o Chile.

Las organizaciones migrantes venezolanas se vienen formando a partir del año 2017 para ayudar con acciones humanitarias ante el flujo masivo de nuevos migrantes que comenzó a llegar a Colombia, y a la metrópolis caleña en particular. Las asociaciones constituyen una expresión política de la sociedad civil, puntos nodales que promueven entre los migrantes en situación precaria la construcción de un orden relacional y moral a partir de bases católicas. Los interlocutores nos indican que ha tendido a cambiar la imagen y relación entre nacionales y migrantes, y ha aumentado la mixofobia, lo que hace más importante el trabajo de intermediación que realizan las asociaciones. Ante el riesgo de que los migrantes, especialmente en condición irregular, queden reducidos a residencias hacinadas y guetos, es necesario apoyarse en la ciudad y el derecho a la ciudad considerando las virtudes de localidades como Cali. De este modo es posible establecer para los nuevos habitantes mejores condiciones de adaptación y cohesión social, practicando actividades interculturales, así como brindando asesoría, capacitaciones y emprendimientos para los menos calificados. En este contexto de mayor hostilidad se ha ido consolidando la construcción de una red de organizaciones venezolanas, así como de alianzas con instituciones nacionales e internacionales, más allá de lo local.

El Modelo de Atención a Víctimas de Cali se ha adaptado al fenómeno migratorio venezolano, que cuenta con un Modelo de Atención a la Población Migrante. En ٢٠١٨ se creó el Comité de Atención a la Población Migrante (CAPM) de la Alcaldía de Cali, encabezado por la Secretaría de Bienestar Social, lo cual significó la sinergia de trece organismos de la administración municipal con agencias de cooperación que establecieron protocolos para garantizar la atención humanitaria a migrantes y refugiados venezolanos (Vidal 2020). Sin embargo, se tiende a sostener que hoy en día la cooperación internacional brinda mayor apoyo que la gestión local gubernamental, la cual debe enfrentar barreras a escala nacional y departamental, en parte por un continuo cambio de personal, que dificultan la gobernanza migratoria.

Pese a que, entre colombianos y venezolanos, dados sus vínculos históricos, no resulta muy factible hablar de nosotros y ellos oponiéndolos en bloque, se sostiene que la recepción social caleña también se ha visto empeorada antes y después de la masificación de la inmigración venezolana desde 2018. Esto ilustra el paso desde la ciudad-mediación, como modelo de inclusión social, a una paulatina discriminación y emergencia de una inquietante convivencia. A la histórica desigualdad económica, diferencias de género y racialización interna, se suman la aporofobia y mixofobia, lo que dificulta las aspiraciones de integración social. Lo que observamos en Cali son las mayores desigualdades y, simultáneamente, las mejores condiciones histórico-culturales para la producción de prácticas ciudadanas migrantes. En futuros estudios sería interesante indagar la posible conformación de enclaves venezolanos, así como ilustrar con recursos gráficos el cruce entre lo urbano y lo migratorio, de modo que se representen los principales puntos de localización migrante.

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    * El artículo es resultado del Proyecto ANID “Ciudadanías emergentes y organización social migrante desde el centro-sur de Chile: imaginarios y demandas en el nuevo marco institucional”, Proyecto Fondecyt Regular Nº 1220993 (2022-2026). Agradezco también a cada uno de los/as interlocutores/as y organizaciones sociales migrantes.

  1. 1 Más de la mitad de esos migrantes eran ciudadanos venezolanos por nacionalización o por tener algún progenitor de origen venezolano.

  2. 2 En este artículo se utilizan pseudónimos para mantener el anonimato de los participantes del estudio.

  3. 3 Algunas de las principales organizaciones migrantes en Cali son: Fundatransvida, Venezolanos Luchadores en Cali, Embajadores del Desarrollo Económico con Propósito (EDEP), Fundación Alianza Solidaria, Fundación Venezuela Aporta y Save the Children, ONG internacional que ayuda a la niñez migrante.

  4. 4 Mi Terminal Cali, la primera de Colombia, entró en operación el 24 de julio de 1974, en el contexto de la migración rural-urbana y sus articulaciones a partir de la economía de caña de azúcar, cacao, café y tabaco, así como por los desastres ambientales que ha habido en el Pacífico colombiano y el sur del país. Es reconocida como un bien público de interés cultural. En el año 2000, el Consejo Municipal de Santiago de Cali adoptó el edificio de la Terminal de Transportes como patrimonio inmueble de la ciudad. La terminal ofrece, desde sus inicios, una extensa gama de servicios conexos al transporte, como guardaequipaje, parqueadero, punto de información, estación de policía, servicios de salud, farmacias, supermercados y restaurantes, entre otros.


Nicolás Gissi-Barbieri es doctor en Antropología Social por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Magíster en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Profesor asociado del Departamento de Antropología de la Universidad de Chile. Sus investigaciones tratan sobre migraciones transnacionales, pueblos indígenas y etnicidad, y ciudadanía. Últimas publicaciones: “Migración haitiana de tránsito: la ruta migratoria por Santiago de Chile y la aspiración de llegar hacia el norte global” (en coautoría), Antípoda: Revista de Antropología y Arqueología 58: 155-178, 2025, https://doi.org/10.7440/antipoda58.2025.07; y “Gobernanza multilateral en las Américas tras la migración forzada venezolana: rupturas y continuidades” (en coautoría), Revista Brasileña de Ciencias Sociales: RBCS, Anpocs 39: 1-18, 2024, https://doi.org/10.1590/39012/2024. * ngissi@uchile.clhttps://orcid.org/0000-0001-5059-7691