Palabras del señor presidente de la República de Colombia, César Gaviria Trujillo, con motivo de la instalación de la Comisión de Vecindad Colombo-Brasileña
César Gaviria Trujillo
presidente de la República de Colombia
es
46-48
01/01/1994
01/01/1994
(Leticia, 22 de enero de 1994)
Qué mejor lugar para encontrarnos hoy que en proximidades del río Amazonas, este "mar dulce" ubicado en el corazón de Suramérica, como bien lo llamara Vicente Yáñez Pinzón al divisar por primera vez su inmenso caudal. Aquí se perciben nuestros recursos, nuestra diversidad cultural y biológica, nuestra riqueza, nuestras ansias de progreso y también los anhelos de hacer de la frontera un punto de convergencia.
Con gran satisfacción le doy la bienvenida a usted, señor presidente Itamar Franco, junto con su comitiva, al igual que a los señores comisionados, al puerto de Leticia, para instalar nuestra Comisión de Vecindad, a través de la cual Colombia y Brasil abrirán sus puertas a una nueva etapa en sus relaciones bilaterales.
Esta Comisión corrobora el hecho de que nuestros países han entendido la urgencia de dirigir, con renovado impulso, la orientación de sus relaciones hacia la cooperación efectiva en todos los frentes. Sabemos que debemos facilitar la definición y ejecución de programas conjuntos, que nos permitan aprovechar los privilegios que genera nuestra vecindad.
La Comisión que instalamos hoy es, sin duda, un medio idóneo para ventilar iniciativas tendientes a fomentar mejores relaciones a todo nivel. Mediante el diálogo franco y cordial entre sus miembros se generarán puentes entre nuestras gentes, así como espacios fundamentales de concertación sobre temas de común interés.
Nuestra propia experiencia en el camino hasta ahora recorrido por las Comisiones de Vecindad que mantenemos con Venezuela, Ecuador y, más recientemente, con Panamá, nos ha enseñado que la labor de los gobiernos se debe dirigir a hacer lo posible por propiciar la integración espontánea, y a permitir que quienes padecen y conocen los problemas fronterizos sean los reales gestores de las soluciones de aquellos asuntos que más los apremian.
Este es el espíritu que ha animado la creación de esta Comisión, que sin duda sabrá responder a las expectativas de millares de brasileños y colombianos en materia de su legítimo deseo de lograr un mayor desarrollo social y económico.
En cuanto a obras públicas, por ejemplo, las perspectivas son amplias. La integración física y el mejoramiento de la infraestructura debe ocupar un lugar principal en las deliberaciones de la Comisión. Pero temas más específicos como buscarle solución al problema de aguas negras de Leticia y Tabatinga o al actual de recolección de basuras, así como el adecuado suministro de agua potable y la puesta en marcha de proyectos comunes de generación de energía, constituyen asuntos de gran trascendencia para las gentes de nuestras dos naciones.
Paralelamente, la educación es uno de los fundamentos de la cultura y del desarrollo. En una economía que tiende a la globalización, ningún país puede darse el lujo de desaprovechar las potencialidades de sus recursos humanos.
Colombia siempre ha sentido franca fascinación por la rica amalgama de raíces y orígenes que conforman lo que constituye la singular cultura brasileña. Los colombianos deseamos conocerla más y compartir con ustedes, hermanos del Brasil, nuestra cultura, que es también rica y variada, dado el carácter pluriétnico y pluricultural de mi país.
La realización de programas en el sector salud es igualmente importante. La atención a la infancia y a los ancianos constituye un espacio ideal, en el cual la cooperación binacional nos debe conducir a avances significativos.
La experiencia colombiana también nos ha permitido ver en las relaciones económicas y comerciales una fuente de inagotables posibilidades. La presencia en la Comisión de destacadas personas vinculadas a los sectores productivos de nuestras dos naciones me invita a prever un futuro incremento sustancial del intercambio binacional de bienes y servicios, generándose así empleo en nuestros países y por ende mayor bienestar para muchos de un lado y del otro de la frontera.
Nuestros gobiernos y nuestros sectores privados deben ser más creativos y agresivos en el esfuerzo por fomentar el comercio y las inversiones intra y extra regionales, todo esto dentro del marco del ideal compartido de avanzar unidos y siempre respetuosos de los anhelos e identidades de cada país, hacia la creación, más temprano que tarde, de una zona de libre comercio hemisférica.
Es preciso reconocer que Brasil ha venido dando pasos importantes en este sentido, no sólo como parte de Mercosur, sino como promotor y animador de un acuerdo de comercio entre todos los países amazónicos, e incluso de una idea aun más ambiciosa que tuve ocasión de escuchar directamente de labios del presidente Franco y de su canciller Celso Amorim: la creación de una zona de libre comercio suramericana.
Que Brasil sepa que cuando Brasil habla todo el continente escucha y analiza sus propuestas. Y en el caso específico de Colombia, analizamos con interés la propuesta brasileña de cambiar nuestro actual Acuerdo de Alcance Parcial, por un Acuerdo de Complementación Económica más ambicioso.
Hoy, más que nunca, las condiciones están dadas para avanzar en tal sentido. El Gobierno de Colombia siempre ha visto al TLC de América del Norte, al Acuerdo del G-3, a Mercosur, al Pacto Andino y a tantos otros esfuerzos en materia de liberalización, como procesos convergentes y como verdaderas terapias contra la pobreza en nuestra América.
Usualmente, antes de que los países comienzan a interesarse a nivel político o empresarial en la integración, los pueblos fronterizos tienen ya recorrido un largo camino en dicha materia. La frontera, antes que un límite territorial, antes que una línea divisoria, constituye como ya lo he de alguna manera expresado, un espacio común.
Y cómo no hablar de los temas ambientales en una región en donde la extensión del verde nos desborda. Brasil y Colombia tienen el privilegio de ser los dueños de una porción importante de la riqueza ambiental mundial, representada en las selvas tropicales del Amazonas, en momentos en que el tema ambiental hace parte neurálgica de la agenda internacional. En esa medida, nuestra voz adquiere especial relevancia.
Países como los nuestros enfrentamos con frecuencia los rigores del estigma que asocia a la pobreza con la degradación del medio ambiente. Lo cierto es que el impacto que tienen los patrones de consumo y de producción de las economías más industrializadas son en buena medida responsables de los grandes problemas del medio ambiente global.
Por tener estos territorios nuestros injerencia en el equilibrio ecológico mundial, aquellos países que más contribuyen al deterioro del medio ambiente y tienen una verdadera deuda ecológica con la humanidad, deben aportar más a la tarea de su adecuada conservación o recuperación.
Esta Comisión representa la posibilidad cierta para que juntos avancemos en la adopción de políticas ambientales que conjuguen el desarrollo sostenible, con la protección y preservación de una riqueza que nos pertenece.
Parte importante de la Amazonia es nuestra y por ello debemos trabajar, con la mejor disposición, para defender también los verdaderos intereses globales, esto es, aquellos que en el largo plazo garanticen el bienestar de la especie.
Las comunidades indígenas, aportantes esenciales a la cultural regional, también han de ser una preocupación permanente de las labores de la Comisión. En Colombia hemos dado pasos importantes en el reconocimiento, a nivel constitucional, de la diversidad étnica y cultural de nuestra nación, al igual que de las comunidades y entidades territoriales indígenas. Actualmente, cerca del 20% del territorio nacional, aproximadamente 25 millones de hectáreas en la Orinoquia y la Amazonia, han sido entregadas a las comunidades indígenas para que sean conservadas y usufructuadas por ellas, como ha ocurrido por siglos.
Señor presidente Franco, amigos todos:
Estamos haciendo historia. Aquel anhelo que expresamos en septiembre de 1991 por crear esta Comisión es, aquí y ahora, un hecho cumplido y cierto.
La efectividad de las labores conjuntas que hoy comienzan ha de convertirse en el soporte de la credibilidad que en nuestros pueblos deben inspirar este tipo de audacias institucionales. Juntos, sabremos aprovechar las grandes oportunidades que emanan de la cooperación.
Estoy seguro de que la Comisión de Vecindad cosechará frutos importantes tanto para Brasil como para Colombia. Tenemos el deber y la responsabilidad compartida de contribuir significativamente a la grandeza y a la unidad de nuestros pueblos.
Son tantos los temas que interesan a Colombia y al Brasil: me refiero, entre otros, a la defensa de la democracia en el continente, al café que es fuente de sustento para millones de campesinos y cultivadores en nuestros países, al deseo de lograr mayores niveles de comercio y de inversión intra y extrarregional, y a la derrota de la pobreza, del atraso y la marginalidad en nuestras sociedades.
Y no puedo dejar de aludir, de manera especial, a nuestro común interés de acabar con el tráfico de narcóticos y de desmantelar sus redes internacionales. Nuestro enorme esfuerzo se vería recompensado ampliamente si fuéramos capaces de fortalecer la coordinación y cooperación entre las autoridades de nuestros países en forma permanente. Colombia y Brasil, países hermanos, que por su condición limítrofe tienen la gran oportunidad de combatir conjuntamente este flagelo, pueden hacer más para evitar que esta amenaza gane terreno.
Para finalizar, su presencia aquí, señor presidente Franco, refleja la plena voluntad política del Brasil de darle decidido respaldo, al más alto nivel, a este mecanismo de integración binacional en el que tanto ha creído Colombia. Reconoce usted la importancia de que nuestros dos gobiernos continúen impulsando y profundizando la integración.
Nuevamente, Brasil da muestras de su reconocido liderazgo continental.
Cuando nuestro amigo y vecino, el gigante suramericano en tantos aspectos que para tan sólo mencionarlos me haría interminable, le extiende la mano a Colombia para hacerla socia de su desarrollo, Colombia no puede menos que responder con entusiasmo.
Y qué mejor ocasión que ésta para expresarle a usted, señor presidente Franco, nuestro reconocimiento por su firme, visionario y oportuno liderazgo, sin el cual hubiera sido difícil superar tan airosamente los cruciales momentos por los que atravesó la democracia su país. Su presencia en Leticia nos enaltece y es motivo de gran complacencia para el pueblo y el Gobierno de Colombia.
Comisionados de los dos países:
Desde hoy los invito a soñar con la seguridad de que nos quedaremos cortos, dadas las incalculables manifestaciones que podría tener la cooperación entre nuestros dos países.
Espero que inspirados por altos ideales, comiencen hoy mismo a conocerse y a trabajar por ese futuro compartido que la historia nos tiene reservado a Brasil y a Colombia.
Tenemos en ustedes fincadas muchas esperanzas y estoy seguro de que, bajo el liderazgo de Marta Lucía Ramírez de Rincón y de Geraldo Holanda Cavalcanti, los frutos de su creatividad y energía se verán muy pronto reflejados para beneficio de cerca de doscientos millones de brasileños y colombianos que tienen un caudal de esperanzas similar al del Amazonas, en un porvenir mejor para ellos y sus hijos.
Muchas gracias.