Palabras del señor presidente de la República de Colombia, César Gaviria Trujillo, durante el banquete de Estado ofrecido en honor del señor presidente del Perú, Alberto Fujimori

César Gaviria Trujillo

presidente de la República de Colombia

es

49-51

01/01/1994

01/01/1994

(Santafé de Bogotá, D. C, 14 de febrero de 1994)

Para el pueblo de Colombia es motivo de especial alegría recibir hoy, en visita oficial, al Primer Mandatario del Perú, país amigo, vecino y hermano, con el cual compartimos una historia, una tradición cultural y, desde luego, el sueño de un porvenir mejor.

Vivimos momentos verdaderamente fascinantes. Pocos períodos durante este siglo han dado lugar a tantos y tan profundos cambios en el ordenamiento mundial. Como un castillo de naipes, las dictaduras en América Latina se derrumbaron paulatinamente, al tiempo que la voluntad popular demolió los muros del Este de Europa.

Así mismo, un manto de la paz ha comenzado a cubrir tan enormes y diversos lugares de la tierra como Centroamérica y el Medio Oriente, después de que, terminada la guerra fría, quienes alentaban la guerra y alimentaban con sus odios las rivalidades entre hermanos, se quedaron de pronto sin razones.

Las justificaciones para armar a los insurrectos, negar las libertades e impedir la convivencia, han perdido fuerza a lo largo y ancho del planeta. Por eso hablamos, cada vez con más frecuencia, del inicio de una nueva era: la de la esperanza.

Dentro de este contexto, nuestra región tramita su propia revolución silenciosa. Atrás quedó la América Latina quejumbrosa, víctima, que con la mano extendida tan sólo clamaba por ayuda internacional. Hoy vemos erguirse a una América Latina vigorosa y pujante, que se encuentra al lado de los grandes países, ya no como protegida, sino como socia, ofreciéndole a la comunidad internacional innumerables oportunidades de comercio, de inversión, de desarrollo social igualitario, de intercambio cultural, en fin, de cooperación en numerosos frentes.

Y de esta región que avanza con paso firme hacia su consolidación política, su integración y su desarrollo económico con mayor equidad social de esta ventana al futuro hacemos parte Perú y Colombia.

Nuestras economías han atravesado cambios fundamentales al haber dejado atrás los sistemas cerrados y, a veces, hostiles a la nueva inversión, a la iniciativa privada y la interacción más libre de las fuerzas del mercado. Hoy, el libre comercio, la desregulación, la privatización de activos públicos y la modernización del Estado constituyen las nuevas reglas del juego.

Así mismo, hemos hecho realidad el renacimiento de la integración económica en toda nuestra América de una manera que supera los esquemas retóricos y, diría yo, impracticables, del pasado. El Mercado Común Centroamericano, Caricom, Mercosur, el Pacto Andino, y la materialización de los Tratados de Libre Comercio de América del Norte y del Grupo de los Tres, entre otros, son ejemplos palpables de la dinámica de este proceso.

Esta coyuntura de florecimiento de los procesos de liberalización claramente nos demuestra que quienes le hemos apostado en este hemisferio a las bondades del libre comercio y la integración económica hemos arado en tierra fértil. Los vientos que hoy soplan desde Canadá hasta la Tierra del Fuego anuncian que, más temprano que tarde, habremos convertido en realidad el sueño de articular una zona de libre comercio hemisférica, que nos permita ejercer el regionalismo abierto que más convenga a los intereses de nuestros pueblos de América.

Los colombianos conocemos los tradicionales aportes del Perú al proceso de integración andina, y comprendemos la presencia de ciertos obstáculos que han dificultado su ejercicio pleno como socio activo del Acuerdo de Cartagena. Confiamos en que muy pronto tales obstáculos serán superados para que, por derecho propio y como le corresponde, Perú se incorpore plenamente a la actual dinámica de la integración andina.

Bajo los signos de esta nueva realidad que vivimos de apertura económica, de reformas políticas, de modernización del Estado y de integración hemisférica, es que su presencia en nuestro país, señor presidente, adquiere hoy especial significado.

La similitud de los problemas que afligen tanto al pueblo peruano como al colombiano permite que entre nosotros exista entendimiento y comprensión. Me refiero al narcotráfico, al terrorismo, a la delincuencial violencia guerrillera y, por supuesto, a la pobreza, la marginalidad y la falta de oportunidades que con tanta dureza siguen golpeando algunas zonas de nuestras dos naciones.

No obstante, los colombianos registramos complacidos los grandes avances que ha logrado el Perú durante estos últimos tiempos. La economía peruana, habiendo alcanzado niveles astronómicos de inflación que se situaron, hace apenas tres años, en el 139% anual, hoy muestra una tasa ligeramente superior al 40%. De igual manera, el crecimiento económico, que estuvo estancado durante más de dos décadas, logró alcanzar en 1993 una tasa del 6%.

Con relación a los cambios políticos, tanto Colombia como Perú, buscando el bienestar social de sus pueblos, le han dado vida a nuevos textos constitucionales emanados de Asambleas Constituyentes elegidas libremente.

Vimos con satisfacción la forma como se llevó a cabo el referéndum constitucional en su país el pasado 31 de octubre. Este triunfo representa un voto de confianza popular a su gestión, y significa para el gobierno peruano una prueba, ante la comunidad internacional, no sólo de la aceptación ciudadana a las políticas vigentes, sino de que los peruanos conservan un profundo fervor democrático.

Así mismo, el narcotráfico, la violencia y el terrorismo han oprimido con fuerza a nuestros pueblos durante la última década. Pero esta lucha la estamos ganando. Basta tan sólo mencionar los nombres de Abimael Guzmán y de Pablo Escobar para recordarle aún a los más escépticos, que ningún criminal, por poderoso que luzca, puede desafiar indefinidamente la voluntad de unos pueblos que no se resignan a vivir con miedo y que han encontrado en la justicia y en sus autoridades las respuestas requeridas. El primero, hoy cautivo, cumple su condena, y el segundo, recientemente cayó abatido por la acción de las autoridades.

Coincidimos plenamente en que para derrotar a los violentos es indispensable actuar en el sentido correcto, esto es, modernizando el sistema judicial; desarrollando nuevos instrumentos jurídicos para evitar la impunidad; fortaleciendo los organismos de seguridad; vigorizando la colaboración entre la ciudadanía y sus autoridades; y adelantando ofensivas eficaces cargadas de voluntad política y de valor cívico contra el crimen organizado.

Y este propósito, nutrido por lo que llamaría una política de pacificación y no de guerra como falsamente quieren hacerla aparecer nuestros enemigos los enemigos del futuro próspero y pacífico que deseamos, ya ha arrojado valiosos resultados tanto en Perú como en Colombia.

Es por ello que me asiste la certeza de que los resultados positivos alcanzados por su gobierno, presidente Fujimori, tanto a nivel económico como en los frentes político y social, le permitirán al Perú, plenamente reinsertado a la comunidad financiera internacional, avanzar con paso firme al encuentro con el progreso.

Con Perú nos une el proceso que condujo a nuestra independencia, así como la impronta integracionista de Bolívar. Nos unen la Amazonia, los Andes y las inmensas oportunidades que tenemos por delante en el Pacífico. Nos une también eso de ser habitantes de países de un nuevo continente, con tradiciones milenarias que, apoyados en ellas, nos proyectamos integrados al futuro. Pocas naciones podrían tener tan idénticos propósitos y expectativas.

Es justamente con la firme intención de no frustrar tales propósitos y expectativas de fortalecer aún más las relaciones bilaterales que pronto instalaremos la Comisión de Vecindad Colombo-Peruana.

Aprovechando nuestra experiencia con Venezuela, Ecuador, y más recientemente con Panamá y Brasil, Colombia quiere trabajar más con Perú por ese espacio común que es nuestra frontera. Los trabajos de la Comisión permitirán enfrentar en forma conjunta y eficaz los más apremiantes problemas sociales y económicos de nuestra zona fronteriza, así como emprender los grandes proyectos para nuestra integración física que desde ya vislumbramos.

Tengo la plena certeza de que con la instalación de esta Comisión de Vecindad daremos un paso de gran significado para el acercamiento de dos naciones hermanas. Los colombianos estamos dispuestos a trabajar con el Perú en todo aquello que convenga a nuestros pueblos, y ésta es una decisión que corrobora la proyección genuina de nuestra voluntad hacia el futuro.

Apreciado señor presidente, amigos todos:

Esta es una ocasión feliz para todos los colombianos. Para mi gente y para mi gobierno es un honor contar con su presencia, amigo presidente. Es mucho lo que nos une. Ciertamente un pasado común, una frontera, un idioma, un legado histórico y cultural, y un porvenir conjunto cuyos contornos hombres de su talla contribuyen a forjar.

Queremos que Perú y Colombia compartan más el mañana. Queremos que nuestros dos pueblos estrechen sus lazos de amistad. Queremos que nuestra mutua solidaridad afirme la democracia y siembre un futuro mejor para nuestros hijos. Sé que bien lo conozco, presidente Fujimori, como para decir que usted está hecho, principalmente, de visión y de carácter, dos de los intangibles vitales de los verdaderos líderes.

Permítanos que esta noche Colombia brinde por su país y por su bienestar personal, con el anhelo de que ambas naciones tengan la paz, la equidad y la justicia social que nuestros pueblos demandan.

Muchas gracias.