El poder-conocimiento y los medios masivos dentro del contexto internacional: el narcotráfico y las relaciones Estados Unidos-Colombia

Phillip Kauf

Phillip Kauf es profesor asistente del departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes y candidato a doctor en el Graduate School of International Studies en la Universidad de Miami.

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3-12

01/07/1996

01/07/1996

Quisiera agradecer a Natalia García por su ayuda en la investigación de este artículo

Introducción

De alguna manera ha sido exagerada la sugerencia de que hemos entrado a la edad del libre flujo de comunicación entre los pueblos, a la llamada aldea mundial. Aunque uno puede ver telenovelas latinoamericanas en Chicago, y las noticias locales de Chicago en América Latina, la difusión global de la información no es tan universal, inmediata, ni libre de costos. Solamente con el material y la oportunidad apropiada es que uno puede ser testigo de los eventos, imágenes, o personajes extraños en el lujo de la sala de su casa. Los conceptos de la superautopista informática y el libre flujo de comunicación, cuya connotación es un intercambio total de información entre los pueblos, en realidad son sólo planteamientos simbólicos que surgen de los intereses de los nuevos actores internacionales que buscan su propio bienestar regional y sectorial, en vez de ofrecer soluciones globales, o al menos, información global.

Los estudios sobre los nuevos actores mundiales con intereses particulares y sobre las consecuentes nuevas formas de las relaciones internacionales no son suficientes para comprender las relaciones en el sistema internacional.

Uno de los planteamientos en este campo es el hecho de que ningún Estado puede prevenir el flujo de información de otro, si este último no tiene la misma intención[1]. En otras palabras, si un Estado escoge aislar sus redes de comunicación de otro, y este otro no reconoce o respeta la decisión, entonces el primero no tiene ninguna forma de prevenir la transmisión de información hacia su territorio. Esto es considerado como una violación de la soberanía, y además, como una forma de agresión internacional. En términos culturales, la soberanía asociada con el poder de un Estado de regir sobre sus redes de información y comunicación es de suma importancia cuando conocemos sus procesos de socialización. El reconocer que imágenes, ideas, y prácticas extrañas pueden ser asimiladas y aceptadas por el público sin la existencia de al menos una licencia estatal, es reconocer que hay una verdadera y continua violación de la soberanía del país.

Esta violación de soberanía no se refleja en agresión física, ni en la violación de territorio nacional, sino que sus efectos se demuestran en las masas, lo que comúnmente es considerado como meta pública (sociopolítica             o socioeconómica). La aceptación de metas extranjeras como nacionales en el diseño de un plan de desarrollo puede constituir la agresión más grave, no visible, que se ha considerado en el contexto internacional. Dicha agresión es producto del flujo de la información en una sola dirección: de Norte a Sur.

El planteamiento teórico tradicional, la reciprocidad de flujos de información Norte-Sur y Sur-Norte, no se cumple. El objetivo de este artículo gira en torno a esa inquietud: a la agresión producto de la no reciprocidad de la información. El trabajo examinará el concepto de la soberanía y sus implicaciones en la comunicación internacional, y tratará los roles del poder y del conocimiento como conceptos primordiales de la comunicación, combinándolos luego para dar una definición de poder-conocimiento. Posteriormente, el artículo discutirá la ausencia de la esfera pública como un aspecto importante en la elaboración y transmisión adecuada de mensajes, finalizando con la aplicación del marco teórico al debate y tratamiento del narcotráfico en las relaciones Estados Unidos-Colombia. En resumen, este trabajo muestra que hay nuevos actores internacionales, que no han sido considerados primordiales en la esfera internacional, pero que diariamente violan las soberanías nacionales. Además, se concluirá que lo que ha sido considerado como un flujo mutuo de información es en realidad un flujo de información del Norte al Sur, cuyo impacto más dañino radica en la aceptación y/o la amplificación de metas públicas masivas basadas en modelos extranjeros.

Evaluación y reelaboración de algunos conceptos

La soberanía

El concepto de soberanía en las relaciones internacionales, al menos desde una visión realista, establece que el actor último y legítimo en la esfera internacional es el Estado. Desde 1648, los Estados han sido reconocidos por la comunidad internacional como los actores primarios en los asuntos internacionales. La soberanía operacionalizada sugiere que ningún Estado o interés extranjero tiene el derecho de invadir el espacio de otro, sin su autorización. De hecho, si ocurre una invasión, los demás Estados tienen la responsabilidad y el derecho de proteger al país invadido[2]. Esta responsabilidad colectiva hacia la protección de la soberanía es el pilar y fundamento de la estructura del sistema de Estados[3]. Aun actualmente, se puede considerar el mundo como un conjunto de países independientes en un sistema mantenido por la anarquía. Dicha anarquía, la falta de un poder central, legítimo y único, es la característica primaria del sistema estatal.

El impacto de la comunicación internacional en la soberanía radica en la identificación de los actores reconocidos como legítimos en la escena mundial, así como en la determinación de los actores que pueden hacer cumplir sus derechos internacionales, de acuerdo con dicha legitimidad. Si es verdad que un Estado no puede prevenir la entrada de transmisiones extranjeras en su espacio territorial, entonces no es el actor verdaderamente legítimo y primario considerado anteriormente, sino solamente un actor simbólico que facilita la elaboración de la teoría de relaciones internacionales. Son los actores que realizan las transmisiones invasoras los que pueden y deben ser considerados como soberanos y legítimos.

 

El poder

En la concepción tradicional de las relaciones internacionales, el poder puede ser definido de las siguientes maneras[4]. La primera constituye lo que comúnmente es llamado poder estático: el total de las capacidades de un Estado en términos de su habilidad de actuar con fuerza en el escenario internacional. En términos prácticos, esta concepción del poder plantea que la habilidad para actuar depende de los bienes con los que cuenta un actor en el momento de optar por una política determinada.

Aquéllos con más bienes se pueden considerar como los más poderosos. Aquéllos con menos, son menos poderosos. De hecho, esta consideración del poder está basada en la simple noción de que quienes tienen más de lo internacionalmente valioso, como por ejemplo la cantidad de ejército disponible, son los que tienen más poder. Este concepto supone que los actores pueden utilizar sus bienes con la eficiencia máxima, por lo que se puede considerar como una reificación del concepto.

La segunda definición radica en la idea del poder dinámico, definido como la capacidad de un actor de hacer que otro ejecute algo que no hubiera hecho previamente[5]. Un actor ejerce poder sobre otro cuando es capaz de influenciarlo para que este último haga algo no considerado previamente como un curso de acción viable. A pesar de que esta definición tiene una base empírica, el concepto no se puede cuantificar fácilmente; sin embargo, puede ser examinado por medio de un análisis de las relaciones internacionales en el que las preguntas son: qué hizo quién, dónde y por qué. Los que son exitosos en influenciar a los demás se pueden considerar poderosos; los que no pueden, no tienen tal poder. Esta definición, aunque no representa una reificación del concepto, es limitada debido a su carácter transitorio. Lo que un actor puede hacer hoy no constituye necesariamente lo que podrá hacer mañana, sugiriendo que ningún actor puede ser considerado como poderoso por naturaleza sino sólo poderoso en relación con otros en ciertos momentos particulares.

El resultado de ambas definiciones es que ninguna define en esencia lo que es el poder o la meta del poder, sino que sólo describen sus efectos en la práctica. Para determinar el verdadero significado del poder, éste debe examinarse en combinación con algún concepto que realmente indique su importancia en los asuntos internacionales. Éste es el concepto del conocimiento. El poder, entonces, forma parte de un concepto más amplio, de su efecto en combinación con el conocimiento. Antes de discutir el poder-conocimiento, se analizará el concepto de conocimiento.

 

El conocimiento

El conocimiento no debe ser considerado solamente como la sumatoria de todo lo que se sabe en un determinado momento. La definición debe incluir las posibilidades de descubrimiento, avance, y más aún, la asimilación del mismo. Si estos elementos no se incluyen en su definición, el concepto es muy limitado y miope. El cómo del conocimiento en la práctica debe ser una consideración primordial, en combinación con la afirmación previa de la idea común de lo que es conocimiento. Más aún, se debe tener en cuenta que el conocimiento tiene una naturaleza esencialmente dinámica que está cambiando diariamente, y sus efectos a nivel societal, o individual, también son parte de su sustancia.

El concepto del conocimiento debe conceptualizarse como una estructura, y no necesariamente como un objeto[6]. El hecho de que las personas aprendan de maneras distintas y particulares, y que este aprendizaje dependa en gran medida de las formaciones sociales y culturales, debe ser considerado como el concepto más funcional asociado con el conocimiento. Su función, en términos de efectos sobre el individuo, radica en que éste actúa no necesariamente como acumulación de ideas, sino como la estructura de un edificio en el que se pueden poner los ladrillos de información en órdenes determinados. De este edificio rudimentario nacen los actos de socialización, asimilación, y eventualmente, la dominación. En este sentido, es posible considerar el conocimiento en tres etapas.

La primera etapa, la asimilación, es aquella situación en la que se empiezan a captar sentidos y señales asociados con ciertos objetos. Todos los objetos tienen una referencia cultural. Una vez se ha asimilado o comprendido esta información, el proceso de aprendizaje comienza. La socialización del conocimiento es el ordenamiento de los datos en lugares del cerebro que están reconocidos social y culturalmente para referencia en el futuro. Sólo de estas referencias culturales y/o sociales se puede pedir la información operando como un archivo mental[7]. En otras palabras, la socialización del conocimiento puede ser considerada como la segunda etapa del proceso de acumulación, cuando porciones de información se archivan en cajas particulares para referencia futura. El acto de guardar información, que depende de los límites culturales y/o sociales, puede ocurrir al nivel de individuo, grupo, o clase social.

Se puede llegar a afirmar que esta segunda etapa del conocimiento, la socialización, es el nivel donde se quedan la mayoría de las personas: en la habilidad de aceptar o rechazar el conocimiento. No obstante, hay una tercera etapa del conocimiento —la dominación— un proceso que culmina en la manipulación de información, bienes que son consumidos socioculturalmente por otros. Lo que se sugiere es que mucha de la información transmitida por los medios masivos de comunicación es presentada en un formato particular, basado en el consumo y socialización del conocimiento por otros. En muchos de los casos, la recepción de mensajes transmitidos masivamente ocurre en la segunda etapa, por lo que este conocimiento aceptado sin preguntas se convierte en la evidencia del efecto de la dominación[8].

La tercera etapa corresponde básicamente al acto de diseminación del conocimiento. Una vez que alguien puede manipular el conocimiento, teniendo niveles de comprensión mucho más avanzados que los de aquellos que se quedan en la segunda etapa, ese alguien puede escoger los elementos del mensaje que son digeribles socialmente, y al mismo tiempo permitir la distorsión del sentido esencial del mensaje. Cuando las personas responden a mensajes en este nivel, en realidad están desaprovechando su habilidad para responder de una manera apropiada. La generalización y simplificación de conocimiento recibido en niveles inferiores es el efecto más grave de este proceso. La dominación ocurre porque las personas no pueden adaptarse lo suficientemente rápido a nuevos mensajes, debilitando sus capacidades de respuesta, y permitiendo que otros se aprovechen de esta pérdida de información[9].

Por lo tanto, el conocimiento no debe ser visto como un concepto estático, que pueda acumularse teniendo su propio significado metafísico, sino como uno que es manipulable, mutable y entendible en una variedad de niveles que resultan de relaciones particulares. Es un concepto dinámico que cambia y se ajusta de acuerdo con las necesidades que le sirven de base; es una estructura que difícilmente se repite para construir el mismo edificio. En este sentido, los efectos del conocimiento deben ser considerados en relación con los efectos del poder, el cual se podría identificar como superestructura, pero evitando la idea subsecuente de que un concepto sobre determina el otro.

 

El poder-conocimiento

Afirmar que el poder y el conocimiento existen independientemente, y hasta exclusiva y excluyentemente en algunos casos producidos por dicha relación, es algo complicado. Se ha sugerido que el poder produce el conocimiento[10]. Pero también se afirma en este trabajo que en algunos casos el conocimiento puede producir el poder. Los resultados de ambas formulaciones producen un conjunto de relaciones que permiten la manipulación, la dominación, y la subordinación.

La primera característica del poder-conocimiento es que todos los objetos conocidos y todos los sujetos que los pueden conocer están sujetos a ciertas relaciones sociales que afectan la forma en la que las cosas pueden ser comprendidas. Las personas dominantes o subordinadas, entienden los hechos sociales o científicos de acuerdo con su posición de inserción en una relación de poder particular[11].

A continuación, se examinará el caso del narcotráfico para analizar cómo el concepto del poder-conocimiento afecta las acciones reales desde las etapas de dominación y subordinación. El siguiente ejemplo debe ser considerado a partir del supuesto de que la dominación nace en parte de la habilidad de manipular el conocimiento de acuerdo con preceptos culturales, resultando entonces en su aceptación unilateral.

 

El narcotráfico

El narcotráfico ha sido un punto de enfrentamiento entre Estados Unidos y Colombia desde los años setenta. Por ser un tema de gran importancia, éste ha recibido la atención de los medios masivos de comunicación (televisión, cine, radio y prensa escrita). De hecho, la mayor parte del debate con respecto a su solución, antes de la mitad de los noventa, giró en torno a la forma de aproximación al problema, si debía hacerse desde el lado de la demanda o de la oferta. Cada polo del debate tiene una perspectiva del poder-conocimiento que está en abierta competencia con el otro para adquirir preponderancia. Además, ningún extremo quiere ceder mucho en su relación con el otro, a pesar de que ambos pueden ser considerados correctos.

Durante el auge de los carteles colombianos, la evidencia sugiere que más del 75% de la cocaína que ingresaba a los Estados Unidos provenía de Colombia[12]. Para acabar con esa amenaza, la política antinarcóticos de Estados Unidos estuvo dirigida a la eliminación de los carteles como productores primarios, para así acabar con la oferta de la cocaína. Aun los medios masivos norteamericanos adoptaron y reflejaron este tipo de posición en su cobertura del tema, contribuyendo a reforzar la política de la oferta[13]. Se puede afirmar que gran parte de esta perspectiva se encuentra en los supuestos básicos de la escuela realista de las relaciones internacionales.

El realismo sugiere que los problemas internacionales deben ser tratados a un nivel internacional, perspectiva que fue reivindicada plenamente durante la guerra fría[14]. De acuerdo con la perspectiva realista, la única visión del problema es la que busca una solución basándose en los supuestos sobre la oferta de narcóticos. Los que poseen la droga —las fuentes—, Colombia en este caso, deben dedicar sus recursos a erradicarla.

Desde el otro extremo, Colombia ha insistido en que, de hecho, si la demanda no hubiera sido tan alta en Estados Unidos, los productores no hubieran ofrecido el producto, posiblemente dedicándose a otras actividades. Las autoridades colombianas persistieron en la posición de que el problema del narcotráfico debía ser tratado con una visión pluralista. Este argumento está basado en el supuesto de que no se pueden divorciar las consideraciones internas de las externas, por lo que se necesitan políticas tanto a nivel doméstico como internacional para atacarlo. Se puede afirmar que Colombia, como país en vías de desarrollo, tiende a enfocarse en temas de desarrollo ligados en su totalidad a preocupaciones socioeconómicas, lo que consolida una imagen pluralista. La adopción de una visión de la oferta o la demanda es, entonces, el empleo de una perspectiva particular del poder-conocimiento que compite con la otra por dominar.

En este caso, el poder-conocimiento implica que las perspectivas de las relaciones internacionales dependan de los procesos asociados con esta área. Tanto la comprensión del debate como sus consecuencias estarían condicionadas por la posición del participante en la jerarquía de la relación. La hegemonía de Estados Unidos en América Latina y, por lo tanto, la posición de Colombia han sido reconocida por muchos como una relación de subordinación[15]. Además, el rol de Estados Unidos como hegemón contribuye a la primacía de su visión de poder-conocimiento dominante. En este sentido, el tema del narcotráfico en los Estados Unidos solamente pudo ser comprendido de acuerdo con una perspectiva orientada hacia la oferta. Por consiguiente, los norteamericanos sólo pudieron sustentar su posición de que el problema era básicamente de Colombia, pues una reflexión hacia sus estructuras sociopolíticas o socioculturales no puede entrar al debate ni siquiera si se trata de una consideración retórica. Esto ocurre porque el objetivo de ser una potencia y mantener su poder es no dejar que ningún otro actor cuestione su posición política, sea ésta correcta o no. En este caso, como en muchos otros, la verdad es más bien una verdad subjetiva. Más aún, hasta la implicación más pequeña de error dentro de las estructuras de la potencia podría alimentar la propagación de una estrategia hegemónica alternativa, argumentando que la posición de la potencia ha sido alcanzada y mantenida de una manera inadecuada, por lo que su legitimidad y autoridad deben ser cuestionadas[16]. Entonces, la manipulación de Estados Unidos con su posición limitada de ver sólo el lado de la oferta de drogas es consistente con su posición de dominancia en la relación bilateral.

En el mismo sentido, se puede identificar el debate emanado de Colombia. Reconocer el punto de vista de los Estados Unidos de que el narcotráfico debe ser resuelto por medio de políticas prohibicionistas y represivas sería reconocer la legitimidad de la posición dominante, continuando la relación de dominación-subordinación. Lo contrario sería atacar al actor dominante no tanto con respecto a la naturaleza de sus propuestas para resolver la situación, sino con respecto a la manera en la que ésta fue concebida. Considerar la demanda como el principal problema del narcotráfico sería amenazar la legitimidad y posición de dominio del hegemón. Sin embargo, lograr algún reconocimiento con respecto a este hecho sería, en cierta medida, una victoria para poder transformar la relación. Por lo tanto, los resultados de un debate de dichas políticas servirían para reforzar o reformar la relación del poder-conocimiento existente hasta ahora. El hecho de que Estados Unidos haya cedido en parte a favor de la perspectiva de los países productores de droga constituye un testimonio del grado de autonomía que han alcanzado algunos Estados latinoamericanos en años recientes[17].

Se puede construir el poder-conocimiento, entonces, como un ejemplo de las relaciones entre Estados, donde la información resultante depende de las posiciones asumidas por los distintos actores. En otras palabras, el poder-conocimiento varía de acuerdo con los altibajos característicos de las relaciones entre países; aunque muchas veces también cambia como resultado de la diferencia de posiciones. Al considerar el flujo de comunicación global, se debe reconocer la relación existente de poder-conocimiento.

 

Los medios masivos y la esfera pública

El medio principal de la transferencia del poder-conocimiento hacia la sociedad son los medios masivos de comunicación. Antes de hablar sobre esta afirmación en términos empíricos, se debe discutir la naturaleza de los medios en términos teóricos, al igual que sus funciones y evolución. Esta discusión se va a centrar en su función en términos del poder-conocimiento, para ver de qué lado de la relación dominante-subordinado se encuentran, teniendo en cuenta que estos medios han evolucionado para convertirse en el soporte de la esfera pública.

La esfera pública es ese espacio teórico entre el gobierno y la sociedad civil. Tradicionalmente, ha sido un lugar de enfrentamiento entre fuerzas sociales, donde se ha llevado a cabo el debate racional-crítico de los ciudadanos. La esfera pública ha evolucionado como un espacio integral del Estado, expropiado por los intereses de la clase burguesa que propaga el discurso dominante[18]. La esfera pública, por consiguiente, no es tanto un objeto empírico sino una concepción subjetiva sobre la relación entre el Estado y la sociedad civil.

Para comprender el papel de la esfera pública, primero se debe dicotomizar el discurso en términos de lo público y lo privado. Las actividades que ocurren fuera del área de la actividad estatal son privadas, y aquellas actividades que ocurren dentro de lo que es el Estado son públicas[19]. Así como las relaciones sociales varían de acuerdo con la evolución del modo de producción dominante, asimismo cambia la naturaleza de las relaciones que nacen de las esferas pública y privada dentro de las actividades humanas. La transformación histórica desde el feudalismo al mercantilismo y del capitalismo hasta el consumismo postmoderno ha afectado el carácter del debate que ocurre en esta esfera. El feudalismo, un modo de producción basado en la tenencia de la tierra, permite que la separación entre lo que es público y privado sea posible; la aristocracia es la única clase social que tiene acceso al Estado.

El mercantilismo estableció la utilización de una política comercial, administrada por el Estado organizado burocráticamente, que favoreció los intereses privados comerciales, a pesar de que se requería una licencia otorgada por el gobierno para llevar a cabo tales negocios[20]. Se desarrolló una relación entre el Estado y los ciudadanos, donde el primero regulaba la iniciativa de los intereses privados a partir del otorgamiento de licencias que autorizaban a los ciudadanos a llevar a cabo sus negocios. La intervención del Estado se vio reflejada en las formas de orden económico. De esta manera, dejó en manos de los particulares la actividad económica, asegurando, sin embargo, su papel de regulador. El capitalismo, como estructura y modo de producción dominante, definió estas relaciones creando nuevos límites entre el Estado, la actividad pública, la sociedad civil y la actividad privada. De acuerdo con el desarrollo de la burguesía como clase social importante, se desarrolló el debate crítico-racional hacia cuál debía ser el papel del Estado y cuáles sus deberes. Es allí donde se crea el espacio para la creación de la esfera pública[21].

Es importante establecer que los miembros de estos debates fueron principalmente la burguesía y la aristocracia porque tuvieron libertad para asistir a tales encuentros, debido a sus posiciones dentro del esquema de los modos de producción. Su presencia física en los lugares de negocios no era necesaria todo el tiempo. El pueblo no asistía a estas instituciones, ni mucho menos a los debates, debido a su posición social correspondiente; estaban condenados a la subordinación y al aislamiento, con el fin de lograr una eficiente producción capitalista[22]. Ni las relaciones sociales, ni las económicas le permitían dejar de trabajar para participar en los debates y tampoco habrían sido aceptados si hubieran tenido el deseo de asistir. Es desde estos lugares de discusión donde nacieron los medios masivos de comunicación, como una unión de noticias entre estas sociedades pequeñas e instituciones de publicación masiva.

Hasta tiempos recientes, el periodismo ha sido considerado más bien como una vocación en vez de una profesión[23]. Es así como se ha desarrollado como una institución específicamente burguesa. Se originó y aún se mantiene como la más importante institución de comunicación para la esfera pública[24]. Como se mencionó anteriormente, la prensa inicialmente fue un colector y transmisor de noticias entre sociedades. Estos hombres de letras, participantes burgueses de grupos de debate, discutían las metas del Estado, el deber de éste hacia el sector público y el deber-ser de la relación entre la sociedad civil y el Estado, de una manera racional y crítica[25]. Sin embargo, con la desaparición de estas sociedades, causada por cambios en la matriz de la estructura socioeconómica, los medios masivos de comunicación evolucionaron de recolectores a creadores de noticias. En gran medida, esto fue causado por la legitimación de una economía basada en el consumismo. El resultado fue la transformación de la prensa en una institución de agregación de intereses privados, con una función publicitaria[26]. El debate crítico-racional ya no fue conducido desde la oposición al Estado, sino como una función de éste, quedando así la prensa como un brazo importante del discurso hegemónico en la sociedad, capacitado por la transformación del modo de producción hacia el consumismo masivo o, como fue sugerido anteriormente, el consumismo postmoderno.

De esta manera, la esfera pública no es ahora el lugar donde los individuos se reúnen para la discusión y la articulación de sus necesidades sociales dentro del espacio ofrecido por el Estado, sino que se mezcla con los espacios públicos y privados de la sociedad[27]. Habermas sugiere que:

de la manera en que la reproducción social depende de las decisiones de los consumidores como también del ejercicio del poder político basado en las decisiones del votante, existe un interés enorme hacia su influencia en el caso de lo anterior, la meta de incrementar las ventas; —en el caso posterior, el interés de incrementar el apoyo del votante hacia uno u otro partido que informalmente incrementa el peso de aquél sobre algunas organizaciones específicas— prevalece hoy una tendencia hacia la absorción de la esfera pública política plebiscitaria por una despolitizada preocupación con la cultura del consumismo[28].

Esta afirmación fue planteada para explicar la incorporación política de la publicidad de prensa. Esta función forma parte de la cooptación hegemónica de los medios masivos para el mantenimiento de la dominación hegemónica y una cultura de consumidores.

El consenso mayoritario, que de hecho es el discurso hegemónico, es un fenómeno de las limitaciones sociales y culturales sobre el espacio sociopolítico por los medios masivos de comunicación[29] (los medios buscan esa opinión pública dominante y reflejan esa versión en sus mensajes porque, en realidad, esos mensajes tienen una resonancia común en una sociedad basada en consumidores). La esfera pública, en realidad, es sólo una ilusión, y un resultado importante de esto es que se usan los medios como una herramienta de propaganda para el mantenimiento hegemónico cultural sobre las masas, que es primordialmente elaborada por el principio de la "publicidad manipulativa"[30].

 

El caso colombiano

Para ilustrar lo anterior, se utilizará como ejemplo la matriz del sistema de comunicación masivo en Colombia. Además, para examinar la naturaleza de la comunicación Norte-Sur con su flujo de información, se elaborarán unos tipos de programas como los originales. Debido a que mucha de la programación que entra a América Latina viene desde los Estados Unidos, una discusión sobre quiénes son los actores principales debe preceder a aquélla sobre la identificación de los poderes en la transmisión masiva en Colombia.

La programación norteamericana entra a Colombia de dos maneras: la primera es la transmisión directa por programadores norteamericanos hacia una estación local que está preparada para recibir sus señales, o, como pasa mucho más frecuentemente, los programas están doblados y vendidos en el mercado internacional a programadoras locales que los retransmiten. La segunda se basa en un análisis de costo-beneficio en el cual las programadoras locales evalúan el costo del programa importado, entre US$2.500-6.500, frente a los costos de producción local, que pueden ser de dos a cinco veces más caros[31]. Dicho más simplemente, la alternativa hacia la importación de programas validará la opción hacia esos programas internacionales, en lugar de los nacionales, que normalmente tienen una calidad igual o inferior a los internacionales en términos de producción.

La primera opción, usada recientemente por los programadores norteamericanos, es la transmisión directa de unos programas o canales hacia instalaciones de TV Cable o de parabólica en América Latina, aboliendo la presencia de un intermediario del proceso transmisión/recepción. Estos programas o canales tienden a estar formulados directamente para el mercado internacional, o, en algunos casos, regional. Las compañías norteamericanas involucradas en este tipo de negocio y/o sistemas son el Turner Broadcasting (dueño de CNN), Headline News, TNT, TBS y el Cartoon Channel; el FOX Network, propiedad de Rupert Murdoch; Time-Warner, Inc. Transmiten los canales de HBO, HBO Ole, Cinemax, The Movie Channel y Showtime como el nuevo Warner Channel; los estudios de Disney transmiten el Disney channel; y ABC y CBS, que son propiedades de Disney/Cap Cities y Westinghouse, respectivamente (canales nacionales de los Estados Unidos), dejan a las programadoras pagar una Licencia para el permiso de retransmitir sus programas[32]. Todas estas compañías en su conjunto dominan el mercado local de TV Cable en Colombia, a lo mejor facilitando una traducción de sus programas en español.

El medio tradicional de televisión colombiano han sido las dos cadenas nacionales (propiedad del Estado) y las programadoras locales necesitan de una licencia para transmitir. Los tipos de programas más comunes son los noticieros, las telenovelas y los de opinión. Otros que se pueden ver varían entre los deportes y las series importadas que se han asimilado para el mercado colombiano. La cartelera en TV Cable está dominada por los intereses norteamericanos descritos anteriormente.

Los dueños de TV Cable Bogotá (el sistema más desarrollado de Colombia) son RCN, Caracol, El Tiempo y RTI, compañías principalmente asociadas con los medios masivos colombianos. Las compañías de RTI y Caracol invirtieron en TV Cable por medio de Gramacol S.A. que tiene el 65% de las acciones. Los otros dos tienen el 21,5% y 13,5% de las acciones, respectivamente[33]. A pesar de que los dueños son locales, la mayoría de su programación sale de los E.U., creando un desequilibrio en sus proyecciones de imagen. Aunque los dueños de TV Cable Bogotá están involucrados en la televisión, radio, y prensa escrita, se puede encontrar que existe una concentración de propiedad en los medios masivos, y todos tienden a actuar similarmente. Muchos hacen inversiones en el mismo tipo de negocio, tienden a ser formulados verticalmente, y la competencia entre ellos y otros es limitada.

RCN, que es propiedad del grupo Carlos Ardilla Lule, es una cadena grande de radio, como Caracol, que es propiedad del grupo Santo Domingo. Desde estas cadenas, ambos ampliaron sus intereses hacia la televisión. Los dueños de RTI son principalmente programadores de televisión, y El Tiempo (el diario más grande en Colombia) pertenece a la familia Santos. En resumen, las compañías mencionadas son las dueñas de la mayoría de programadores en Colombia, facilitando la creación de un discurso hegemónico de mensaje e imagen, anotando además que aquellas compañías son los actores principales de la prensa en Colombia[34].

En octubre de 1990 hubo 26.000 suscriptores al TV Cable Bogotá, que generaron unas ganancias de $750 millones mensuales. El único requisito del Estado hacia el TV Cable es que debe tener mensualmente un mínimo de 5% del contenido nacional[35]. Mucha parte de esa programación tiende a ser antigua, o en vivo, y poco interesa a los televidentes. La mayor parte de la programación nueva que sale en cable es de deporte o extranjera.

Para recapitular lo anterior, el resultado de esta investigación sobre el caso de las programadoras en Colombia es que hay una variedad de actores sobre la comunicación internacional en donde todos tienden a ser compañías multinacionales, en la que la transmisión de los mensajes muestra el poder del Estado para regularla. En el caso específico, el Estado colombiano no tiene ningún control sobre la programación extranjera ni comparte la mayoría de sus ganancias[36]. Ya que los participantes principales son todos actores internacionales, cada uno con metas y estrategias similares, la estructura local de transmisión tiende a ser de carácter único, generando muchos ingresos para inversiones pequeñas.

 

Conclusión

Esta investigación ha estado basada en la discusión teórica sobre la naturaleza del flujo internacional de mensajes desde una región mundial hacia otra. Aunque hay una percepción común sobre las mejores relaciones posibles que pueden resultar de este flujo de intercambios de información en forma mutua, en realidad la comunicación opera de Norte a Sur, inhibiendo la transmisión de Sur a Norte, o Sur-Sur. Probablemente, este tipo de flujo impacta el movimiento de mensajes, inhibiendo el desarrollo de matrices de desarrollo sociocultural, o de fuentes nacionales o regionales, impidiendo, entonces, el desarrollo de estructuras sociopolíticas que deben ser de carácter local.

La promoción de modelos extranjeros, que contienen distintos discursos pero que son adaptados para la audiencia local y que usan el doblaje o traducción simultánea, produce al final una convicción del público masivo de que esos modelos son viables para su desarrollo personal o nacional. Estos esquemas nuevos, por su naturaleza de ser importados, no tienen relación con temas, problemas y éxitos de interés local, ni tampoco van a estar formulados hacia un programa de desarrollo social real y consistente. Se van a concentrar, a lo mejor, en necesidades externas. Son estos actores internacionales los que están posicionados para tomar ventaja sobre la nueva matriz de transmisión, beneficiándose unilateralmente de esta estructura, creando una aldea mundial basada en un discurso y valores consistentes con los intereses de los Estados Unidos.



[1]     Véase Quester, George H., 1990, The International Politics of Television, Lexington: Lexington Books.

[2]     Éste es el concepto de la seguridad colectiva, el cual ha sido esencial para la formación de muchas organizaciones internacionales como la ONU, la OTAN y Asean. Para una discusión más a fondo sobre este concepto, véase Wolfers, Arnold, "Collective Defense Versus Collective Security", en Discord and Collaboration, 22:181-204.

[3]    Para una elaboración de este concepto, véase Waltz, Kenneth, 1979, Theory of International Politics; New York: Newbury Award Records, pp. 102-128.

[4]    Algunos ejemplos sobre cómo tratan el concepto del poder en las relaciones internacionales en Dahl Roberr, 1957," The Concept of Power", en Behavioral Science, 2:201-215. Baldwin, David A., 1979, "Power Analysis and World Politics: New Trends versus Old Tendencias", en World Politics, 31:161-194. Hart, Jeffrey, 1979, "Three Approaches to the Measurement of Power in International Relations", en International Organization. 30:289-305.

[5]     Véase Dahl, Robert, op. cit. pp. 201-215.

[6]    La consideración del conocimiento como una estructura en las relaciones internacionales fue otorgado primero por Strange, Susan, 1991, " An Eclectic Approach", en Murphy, C.N. & R. Tooze, eds., The New International Politcal Economy; Boulder: Lyne Rienner Publishers, pp. 33-49. Este artículo afirma que no sólo el conocimiento es una estructura externa, sino una interna también.

[7]     La afirmación de esta sección es que hay una forma particular en cómo el individuo recibe el conocimiento. Sin embargo, una discusión sobre esta afirmación a la recepción del conocimiento es bastante larga para esta investigación. Basta con decir que hay mucha consideración académica sobre este tema en las disciplinas de la psicología y la comunicación. Varios artículos que sustentan esta afirmación como otros conceptos acerca del receptor de información, en tanto a la manipulación y asimilación, son: Hender, Frita, 1946, "Atitudes and Cognitive Organization", en The Journal of Psychology, 21:107-112. Anderson, Norman H., 1971,"Integration Theory and Attitude", en Psychological Review, 78:171-201. Festinger, León, 1957, A Theory of Cognitive Dissonance; Stanford: Stanford University Press. Bandura, Albert, 1997, Social Learning Theory; Englewood Cliffs: Prentice Hall.

[8]    La consideración masiva de conocimiento y el nivel de recepción masiva y sus efectos se puede encontrar en Noelle-Neumann, Elizabeth, 1974, "The Spiral of Silence: A Theory of Public Opinión", en Journal of Communication, 24:43-51. Noelle-Neumann, Elisabeth, 1984, The Spiral of Silence: Public Opinion-Our Social Skin; Chicago: University of Chicago Press. Martín Barbero, Jesús, 1993, Communication, Culture and Hegemony: From the Media to Mediations; London: Sage, pp. 40-42.

[9]    Para una investigación sobre la dominación y algunos de sus aspectos, véanse Martin-Barbero, Jesús, op. cit., pp. 40-41. Gramsci, Antonio, 1992, Selections From the Prison Notebooks; Hoare, Q & Nowell Smith, G., eds.; New York: Lawrence & Wishart, pp. 245246. Para información acerca de la recepción masiva de mensajes y sus afectos, véase Deutsch, Karl, 1967, The Nerves of Government; New York: Free Press, capítulo 8. Deutsch, Karl, 1968, Nationalism and Social Communication. Chicago: University of Chicago Press. Para esta afirmación, véase Foucault, Michel, 1979, Discipline & Punish: The Birth of the Prison; New York: Vintage Books, pp. 27.

[10]   Para esta afirmación, véase Foucault, Michel, 1970, Discipline & Punish: The Birth of the Prison; New York: Vintage Books, pp. 27.

[11]   Ésta es la afirmación principal de Foucault acerca de la naturaleza de la relación entre el poder y el conocimiento, que resulta en la formulación del concepto del poder-conocimiento. Véase Foucault, Michel, op. cit. pp. 28.

[12]   Esta estadística ha fluctuado con el tiempo. Al respecto véanse Bagley, Bruce M., 1990, "Narcotráfico: Colombia asediada", en Leal B., F. & L. Zamosc, eds., Al filo del caos; Bogotá: Tercer Mundo Editores, pp. 445-446. Thoumi, Francisco E., 1994, "The Size of the Ilegal Drug Industry in Colombia", en Bagley, B.M. & W.O. Walker III, eds., Drug Trafficking in the Americas; New Brunswick: Transaction Publishers, pp. 77-96.

[13]   Para una indicación acerca de la cobertura de los medios masivos norteamericanos sobre el narcotráfico, véase Tokatlian, Juan G., 1988, "National Security and Drugs: Their Impact on Colombian-US Relations", en Journal of lnteramerican Studies and World Affairs, 30:142-143.

[14]   Véase Waltz, Kenneth, op. cit., para una elaboración acerca del realismo y su emergencia como una perspectiva global del mundo.

[15]    Varios autores afirman que existe la hegemonía norteamericana en la relación bilateral con Colombia. Véanse, Hartlyn, Jonathan, 1988, The Politics of Coalition Rule on Colombia; Cambridge: Cambridge University Press. Dix, Robert H., 1987, The Politics of Colombia; New York: Praeger Bushnell, David, 1993, The Making of Modern Colombia: A Nation In Spite of Itself; Berkeley: University of California Press. Randall, Stephen J., 1992, Colombia and the United States: Hegemony and Interdependence; Athens: University of Georgia Press.

[16]    Para otra afirmación teórica acerca de ésta, véase Scott, James C, 1990, Domination and the Arts of Resistance: Hidden Transcripts; New Haven: Yale University Press, pp. 86-96.

[17]   Por la creciente importancia acerca de los problemas internos, algunos autores han dicho que Estados Unidos ha dejado a América Latina afirmar más autonomía en las décadas de los ochenta y noventa, en vez de que fue una política elaborada por parte del gobierno. Véanse Hakim, Peter, 1993, "Una agenda inconclusa: Clinton y América Latina", en Ciencia Política, 32:89-92. Lowenthal, Abraham, 1992, "Charging US Interests and Policies in a New World", en Hartlyn, J., L. Schoultz, & A. Varas, eds., The United States and Latin America in the 1990s: Beyond the Cold War; Chapel Hill: The University of North Carolina Press.

[18]   Véase Habermas, Jurgen, 1993, The Structural Transformation of the Public Sphere: An Inquiry into a Category o/ Bourgeois Society. 5a. edición. Thomas Burger, trad. Cambridge: MIT Press, pp. 176-177.

[19]   Ibíd., pp. 11. El análisis histórico de Habermas sobre la sociedad de Europa empieza con el feudalismo, donde fue elaborada la primera filosofía acerca del papel y responsabilidades de las relaciones en la sociedad. Además, él dice que la sociedad aristocrática emergente durante el período del Renacimiento fue la primera en donde se elaboró la dicotomía entre la ciudadanía pública y privada.

[20]    Ibíd., pp. 24.

[21]    Ibíd, pp. 27-31.

[22]    Véase Foucault, Michel, op. cit., pp. 142-145.

[23]    Véanse Habermas, Jurgen, op. cit., pp. 181-182 y Sproule, J. Michael, op. cit., pp. 227

[24]    Véase Habermas, Jurgen, op. cit., pp. 181.

[25]   Ibíd., pp. 160.

[26]   Ibíd., pp. 185-190. Habermas es claro sobre este tema. Originalmente actuando como amplificadores del debate crítico-racional, los medios masivos se desarrollaron como una institución de la sociedad civil, que ha penetrado las esferas pública y privada de la actividad social por su espacio legal en la sociedad. Sin embargo, actúan como un instrumento del discurso burgués hegemónico por la lealtad de esta clase social a esta institución.

[27]    Ibíd., pp. 176. 28.

[28]    Ibíd., pp. 176-177.

[29]    Véase Curran, James, 1991, "Rethinking the Media as a Public Sphere", en Dahlgren, P. & C. Sparks, eds., Communication and Citizenship; London: Routledge, pp. 29.

[30]    Véase Habermas, Jurgen, op. cit., pp. 178.

[31]    Para la información sobre cuánto cuesta media hora de programación internacional, véase Parker, Richard, 1994, "The Future of Global Televisión News", en The Joan Shorcnstcin Centcr, Research Paper R-13, pp. 9.

[32]    Véase Tyler Eastman, Susan, "La programación: contenido y proveedores", en La televisión por cable en América y Europa.

[33]    Véase Herrán, María Teresa, 1991, La industria de los medios masivos de comunicación en Colombia; Bogotá: Tercer Mundo Editores, pp. 91-93.

[34]    Ibíd., pp. 89-91.

[35]    Estas figuras son las últimas accesibles, porque la compañía de TV Cable Bogotá tiene que pagar un 10% de sus ganancias al gobierno; esto hace que no haya información publicada. Véase ibíd., pp. 167-168.

[36]   Para información sobre la relación del gobierno colombiano con la transmisión local de la televisión en cable, véase ibíd., pp. 166-168.