DOCUMENTOS OCASIONALES NO 45
ECONOMÍA POLÍTICA E INDUSTRIALIZACIÓN EN LOS PAÍSES DEL ESTE ASIÁTICO, POLÍTICA ECONÓMICA Y DESINDUSTRIALIZACIÓN EN COLOMBIA
Jaime Acosta Puertas
Prospectólogo y director del Centro Regional de Estudios del Tercer Mundo, Creset.
es
38-61
01/04/1997
01/04/1997
Este artículo recoge aspectos del libro Reindustrialización y región, de próxima publicación del autor.
Este artículo presenta un panorama de las políticas industrial y comercial de los países del Asia Oriental después de la Segunda Guerra Mundial, y las diferencias con las políticas de desarrollo aplicadas en Colombia.
En ocho países del Este asiático —Japón, Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Hong Kong, Malasia, Tailandia e Indonesia— la tasa de crecimiento económico desde 1960 ha sido más del doble que la de otros países asiáticos, tres veces mayor a la de los países de América Latina y del Sur asiático, y veinticinco veces la de los países africanos al sur del Sahara.
Teniendo en cuenta que la discusión sobre el desarrollo de estos ámbitos es relativamente extensa, el sesgo de algunos análisis desvirtúa la importancia de aspectos culturales y de economía política.
Por un lado, los neoclásicos atribuyen el éxito de las economías del Este asiático al hecho de que los gobiernos adoptaron políticas de ajuste estructural de manera racional. Señalan que estos países tuvieron crecimientos rápidos, debido a que construyeron un entorno macroeconómico y un marco legal para desarrollar la competencia doméstica e internacional; que los precios experimentaron pocas distorsiones a pesar del control gubernamental y de ser economías orientadas a la exportación; y que incrementaron considerablemente las inversiones en educación, salud y otros servicios sociales. Este enfoque desconoce completamente la perspectiva histórica y cultural, que argumenta que el crecimiento económico actual fue estimulado por el resurgimiento del capitalismo de antaño que había florecido en muchas partes de Asia siglos atrás.
Por otro lado, los revisionistas (más cercanos a enfoques del desarrollo endógeno[1]) niegan que el éxito del Este asiático responde a un modelo neoclásico. Opinan que las políticas de estos países coinciden con un modelo de desarrollo propiciado por el Estado, por medio de políticas extremadamente diversas y flexibles, en las que los gobiernos ofrecen incentivos y subvenciones a las industrias con más posibilidades, debido a la incapacidad del mercado de dar suficiente financiación para las actividades más prometedoras.
El Banco Mundial está en una posición intermedia. Esta institución destaca un enfoque basado en el mercado y afirma que una intervención efectiva del gobierno, si se lleva a cabo de manera cautelosa y limitada, potencia altos niveles de crecimiento. Esto se logra por medio de la limitación del papel del Estado a asegurar la inversión en recursos humanos, crear un entorno competitivo para las economías privadas, conservar abierta la economía al comercio internacional, y mantener la estabilidad macroeconómica.
El estudio concluye afirmando que, al adoptar una política que combine las políticas esenciales y la intervención selectiva, los países del Este asiático fueron capaces de crear unos principios competitivos basados en el mercado y en la competencia, mejorando con ello los mecanismos comerciales de la región, para lo cual estos países adoptaron apropiadas políticas macroeconómicas, efectuaron inversiones suficientes en educación primaria y secundaria, crearon un sistema financiero eficaz y estable, una política agrícola correcta, y adelantaron efectivas estrategias de transferencia de tecnología del extranjero. Sin embargo, trata de minimizar la intervención selectiva, cuando afirma que no está claro cómo las políticas industriales y financieras contribuyeron al crecimiento económico, para insistir que los cambios institucionales fueron más importantes. No obstante, considera válido el fomento de las exportaciones para estimular el crecimiento, y reconoce que estos países no adoptaron ninguna política como dogma (Kodera 95).
Asimismo, en una referencia posterior e igualmente polémica, el profesor Krugman, sostiene que el crecimiento de los países del Este asiático es resultado de una simple movilización de recursos (mayor entrada de mano de obra y de capital), y no de mejoras en la productividad. Si bien esto es relativamente cierto, posiblemente el profesor Krugman no incluyó el progreso tecnológico interiorizado en el capital y el incremento de la productividad, debido al aumento del nivel de la educación (Kodera 95).
Para otros investigadores, el mayor problema que enfrentan las economías asiáticas no es la mejora en productividad como ha sugerido Krugman, sino la desestabilización de la economía de la región, debido a la excesiva competencia. Un alto funcionario del Ministerio de Hacienda japonés señala, a finales de 1995, que, de acelerarse la liberalización de las economías del Este asiático, ello podría llevar a la desestabilización de la economía de Asia-Pacífico. Esto sólo se podría evitar si los gobiernos mantienen el control de las economías nacionales y logran consolidar el proceso de industrialización (Hara 95).
En el presente artículo se sostiene que las políticas industriales selectivas y prospectivas, el desarrollo científico y tecnológico endógeno —incluida la importancia otorgada a la educación en todos los niveles—, la intervención estratégica del Estado para fortalecer los sectores líderes, la concertación en torno a visiones de largo plazo, y la estabilidad y el dinamismo del comportamiento macroeconómico son los factores que sustentan el asombroso avance tecnoeconómico de estos países. En consecuencia, para que una política selectiva consiga los objetivos propuestos, es necesario que éstos lleguen a toda la economía nacional, que se diseñen políticas óptimas y que las medidas se ejecuten de manera eficaz y oportuna.
En las siguientes secciones se hará hincapié en la economía japonesa, debido a las grandes transformaciones que está sufriendo el estilo nipón de dirección; en China por ser la economía de más asombroso crecimiento en los últimos años y que según algunos estudios prospectivos será la más grande del planeta hacia el año 2030; en Taiwán por ser un modelo basado en pequeñas y medianas empresas que han logrado integrarse hasta convertirse en importantes transnacionales; y en los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), por cuanto son las nuevas economías industrializadas con características factoriales similares a Colombia. El análisis de cada país o región se hará en tres aspectos: en los factores externos que incidieron en los procesos de transformación productiva, en las políticas industrial y comercial y, a manera de conclusiones, resaltar los aspectos más destacados de las políticas y estrategias de cada ámbito, y que pueden ser de interés para Colombia.
La política industrial japonesa ha convertido a este país en una de las tres superpotencias tecnoeconómicas del planeta. Este logro se debió al tipo de intervención del Estado, que impulsó un proceso de evolución estructural guiado por un propósito colectivo de desarrollo de la sociedad hacia el futuro. Sin embargo, el estilo adoptado hace cuatro décadas está en crisis por factores endógenos y exógenos. De esta manera, se está asistiendo a un nuevo proceso de reestructuración del estilo japonés de dirección y de reindustrialización del país, para no perder el liderazgo alcanzado en ciertos sectores y crear nuevas condiciones de bienestar para sus habitantes.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Japón se dedicó a reconstruir el país, superar los estragos de la derrota militar y las secuelas de las explosiones atómicas. Su reconstrucción tecnoeconómica hizo hincapié en la educación, en la infraestructura de servicios públicos, y en el avance tecnológico endógeno, que posibilitaron la consolidación y exploración de ventajas comparativas dinámicas. Además, por mandato constitucional, Japón no puede tener un ejército de envergadura y tradicionalmente la seguridad nacional ha dependido de Estados Unidos. Estas situaciones le permitieron tener estabilidad política y liberar recursos económicos y humanos y concentrarlos en el desarrollo del sector productivo, durante el período de la Guerra Fría (Katayama 93).
Como fruto de este proceso, a mediados de los años ochenta, el Japón alcanzó y rebasó a los Estados Unidos (E.U.) en términos de productividad y de competitividad comercial[2]. Las exportaciones de Japón son las terceras del mundo después de Alemania y Estados Unidos y es líder mundial en sectores de alta tecnología: bienes de capital para distintos sectores, microelectrónica, telecomunicaciones, biotecnología, manufactura de automóviles, servicios comerciales y financieros, electrónica de consumo, para mencionar algunos.
En los años ochenta aparecieron factores externos adicionales que favorecieron relativamente a la economía de Japón: la devaluación del dólar frente al yen y la reducción del precio internacional del petróleo. Sin embargo, cuando el yen llegó a Y120 por dólar, Estados Unidos decidió que su moneda se había devaluado demasiado, y entonces bajó el tipo de interés y pidió a Japón que bajara los intereses aún más. Japón obedeció, afectando el funcionamiento del mercado financiero del país. De esta manera, se fue creando un ambiente de incertidumbre y un círculo vicioso entre activos con elevados precios y una demanda disparada, a lo que se sumaron otros factores estructurales represados, lo cual dio como resultado la creación de la famosa "burbuja especulativa". Al final la burbuja estalló y en 1992 las cotizaciones de la bolsa descendieron a menos de la mitad del valor más alto alcanzado en 1989. Pero esta crisis financiera no era más que el punto de quiebre de una crisis estructural que se desató una vez terminó la Guerra Fría. La dirección al estilo japonés estaba llegando a su final.
En 1955 tuvo lugar la unión de los partidos conservadores y la unificación de los socialistas. Las fuerzas políticas y económicas unidas llevaron con éxito a la economía de Japón durante el período de la Guerra Fría, es decir, hasta finales de los años ochenta.
Las estrategias que han utilizado las compañías japonesas para que sus productos sean competitivos son dos: producir grandes volúmenes de mercancías y alcanzar una mayor participación en el mercado. A estas estrategias se suman otras que corresponden a factores culturales relacionados con las organizaciones empresariales: los Keiretsu (grupos de compañías conectadas entre sí de forma no oficial y que hacen negocios entre ellos) y las estructuras de las organizaciones en su parte laboral. Todo esto conformó la "dirección al estilo japonés", que le permitió superar en poco tiempo coyunturas difíciles, como la crisis del petróleo en 1973, y posteriormente la de 1980, puesto que en esos siete años las empresas japonesas incrementaron la productividad a una tasa de 10% anual.
En esas cuatro décadas el modelo se caracterizó por el diseño de políticas para incrementar las exportaciones; mantener una baja tasa de inflación; sostener una balanza de pagos en el lado positivo; fomentar el crecimiento y el desarrollo de las empresas, sin discriminar entre pequeñas, medianas y grandes; incrementar los presupuestos de I&D, en especial los del sector privado para mejorar la calidad y la competitividad a través de innovaciones en la gestión de las empresas y en los procesos de producción; se definieron sectores estratégicos para la exportación y se crearon subsidios temporales para protegerlos de la competencia extranjera; y se dio una batalla frontal contra el contrabando.
El gobierno también invierte en el sector productivo cuando éste debe adaptarse a las nuevas demandas de los consumidores globales, a las nuevas tecnologías, a los cambios en las reglas de juego en el comercio mundial y para apoyar los desarrollos necesarios, cuando se encuentra una nueva ventaja comparativa.
Así fue como el Japón expandió su comercio, penetrando los mercados mundiales, con énfasis en Norteamérica y Asia. Las exportaciones e importaciones con los miembros del PECC[3] sobrepasaron en 1995 el 70 y el 60% de su comercio, respectivamente.
Desde finales de los años setenta, los costos de producción se incrementaron, y por eso importantes actividades productivas se desplazaron a otras naciones de Asia, en especial a Malasia, Tailandia, Hong Kong, y más recientemente a China, impulsando un proceso de despliegue de las transnacionales niponas. Además, el proceso de globalización de la economía mundial está conduciendo al país a crear plantas y empresas de bienes y servicios en otras regiones del mundo, a establecer alianzas estratégicas, y a invertir en las industrias de alta tecnología de sus principales competidores, para superar cualquier tipo de barreras proteccionistas.
Las condiciones de la economía y del mercado mundial de bienes y servicios condujeron al Japón a diseñar políticas industriales y comerciales, mediante las cuales se alcanzaron tasas de crecimiento de alrededor del 10% en las dos décadas siguientes de la posguerra, y entre el 5 y el 9% en los años setenta y principios de los ochenta.
La educación, la capacidad para que la especificidad cultural se traduzca en mayor productividad, la visión para identificar y desarrollar nuevos sectores productivos, el apoyo a las empresas nacionales, el desarrollo más equilibrado de las regiones, la planeación de largo plazo, la inversión en C&T, la lucha contra la corrupción, la estabilidad macroeconómica, son entre otros, los factores del asombroso desarrollo del Japón de la posguerra. Lo anterior dio frutos, gracias a la concertación entre el gobierno, el sector privado y los académicos, previo un período de fuerte intervención estatal que se conserva en el desarrollo de los sectores de alta tecnología. Además, el gobierno privatizó las entidades que prestan los servicios de comunicaciones, energía, telecomunicaciones, y ha recibido como resultado eficaces servicios públicos.
A comienzos de 1992, el presidente de la Sony, Akio Morita, advirtió que la dirección al estilo japonés estaba llegando al final de su efectividad, una vez la economía japonesa comenzó a reaccionar a la explosión de la burbuja financiera. Desde entonces, los Keiretsu y otras prácticas del estilo japonés; como bajos dividendos, inadecuada participación de los salarios en la renta nacional, largas jornadas laborales y carencia de vacaciones, han sido cuestionados. Los sistemas señalados sólo funcionaron cuando el crecimiento fue superior al 5%; en esas condiciones no se despedía a la gente y los salarios estaban en función de la antigüedad. Esto elevó los costos y no produjo mejoras sustanciales en la productividad. A pesar de los clamores para revertir estas prácticas, los cambios no están a la vuelta de la esquina.
En este sentido, investigaciones recientes muestran cómo la industria nipona ha reducido su componente de valor agregado de las industrias orientadas al mercado externo (véase cuadro 1), comportamiento derivado del pesimismo sobre las posibilidades de crecimiento de las exportaciones y que se ha reflejado en la menor actividad de las industrias exportadoras en los últimos años. La factura de las ventas al exterior sólo representa el 8,6% del PNB de 1993, cifra que en el Grupo de los Siete (G-7) es la más baja después de Estados Unidos. Asimismo, es la menor tasa de cualquier país asiático importante, incluida China. Y el índice de exportaciones per cápita es el más reducido del G-7, salvo Estados Unidos. Por tanto, es incorrecto pensar que no es posible el crecimiento de las exportaciones, que es una de las actitudes de los empresarios y de los tecnócratas, como consecuencia de la crisis del modelo de 1955 (Ryoji 95).
Pero el Estado no se cruzó de brazos. En 1993, inició un proceso de reestructuración económica de mediano y largo plazos con base en las orientaciones del Grupo Consultivo para la Reestructuración Económica creado por el gobierno japonés: desregulación, creación de demanda interna, asistencia y bienestar para una sociedad que envejece, apertura al mundo de un mercado libre, y reformas monetarias con activación de los mercados financieros y de capitales.
CUADRO 1 PORCENTAJE DE VALOR AGREGADO DE LAS PRINCIPALES INDUSTRIAS (% DE VENTAS)
|
Mercado |
1984 |
1993 |
|
Alimentación |
16,1 |
18,3 |
|
Productos químicos |
23,4 |
16,3 |
|
Petróleo |
4,4 |
9,6 |
|
Acero |
29,9 |
26,9 |
|
Maquinaria |
26,4 |
25,6 |
|
Equipos electrónicos |
25,2 |
22 |
|
Automoción |
17,1 |
13,5 |
|
Distribución |
2,9 |
4,2 |
|
Gas, electricidad |
42,8 |
49,3 |
Fuente: Cuadernos de Japón, Vol. VIII, No. 3, 1995; Look Japan, octubre 1994, Elaboración Creset.
Asimismo, las empresas iniciaron un proceso de reestructuración con cambios en las estrategias para evitar "el vacío de la industria” [4].
A mediados de 1994, el MITI presentó un informe sobre el Perfil de la Estructura Industrial para el Siglo XXI, que identifica doce áreas de demanda interna (véase cuadro 2), estrategia que se justifica por las siguientes razones: la economía seguía sintiendo los efectos retardados de la ralentización económica y, en consecuencia, era esencial fomentar la demanda interna para acabar con la recesión; el enorme superávit comercial de Japón hizo que desde el extranjero se hiciera un llamado a incrementar la demanda interna; y la necesidad de buscar una nueva identidad industrial tomando como base las necesidades internas que deben solucionarse. Esta última razón es la más importante del proceso de exploración de los nuevos rumbos de la economía japonesa; por eso las siguientes líneas se dedican a ese aspecto, dada la importancia para Colombia.
La demanda interna y las industrias de servicios sociales se consideraban como industrias de bajo rendimiento y alto costo. La cuestión es cómo enlazar la demanda social al desarrollo industrial para satisfacer las necesidades de los consumidores. Si se logra aplicar la nueva tecnología industrial para satisfacer la demanda social, el resultado será una mejora cualitativa en el nivel de vida y el nacimiento de una nueva civilización industrial (Kosay Y. 94). Esto significa que la política industrial no estará basada en el apoyo individual a las firmas y en predecir cuáles serán las empresas líderes. Hacia el futuro, la estructura productiva se fundamentará en grupos de industrias que trabajen conjuntamente para resolver las necesidades sociales. De este modo, las industrias serán multipolares y diversificadas, orientadas a crear mercados. Éste será el nuevo estilo japonés de dirección, para reindustrializar el país en un nuevo ambiente mundial. En seguida se ve algo del proceso de reindustrialización de Japón.
En los últimos años, las discusiones entre expertos, tecnócratas e investigadores giraron en torno a si la reactivación de la economía japonesa era posible con los sectores tradicionales, o si, por el contrario, era necesario identificar nuevas actividades que dinamizaran el crecimiento futuro.
La inseguridad y la incertidumbre que acompañan toda crisis dificultaban las decisiones. Pero, desde el verano de 1993, cuando la coalición encabezada por el primer ministro Hosokawa Morihiro llegó al poder, se hizo un llamamiento para llevar a cabo la reestructuración de la economía. Los ministerios de Correo y Telecomunicaciones y el de Comercio e Industria apuntaron a la exploración de nuevos sectores.
El primer ministerio proyectó para el año 2010 un mercado de la multimedia de 120.000 billones de yenes, equivalentes a 110 billones de dólares, que dará trabajo a dos y medio millones de personas, aceptando que una estrategia en este campo parte con un rezago de tres años respecto al avance tecnológico de los Estados Unidos. Y el segundo Ministerio estableció nuevos sectores, también proyectados hacia el año 2010 y registrados en el cuadro 2. Estas estrategias son la única manera que tiene Japón para enfrentar el rápido crecimiento de las economías vecinas y de otros países que se especializaron en los sectores tradicionales de Japón. Por tanto, el desarrollo de nuevas industrias le permitirá ceder sin temores los primeros lugares de la producción y exportaciones de acero y automóviles.
El plan para crear nuevas industrias y nuevos puesto de trabajo se basa en seis puntos: i) elaboración de un plan global basado en la realidad; ii) puesta en marcha de una reforma económica flexible para estimular la demanda mediante la financiación activa; iii) inversión en infraestructura de comunicaciones y de investigación y desarrollo, I&D; iv) desregulación de la construcción para eliminar las normativas que dificultan el fomento y desarrollo de nuevas industrias; v) facilidad para la formación y recalificación de los trabajadores mediante estímulos fiscales que premien la formación de personal; y vi) apoyo del gobierno a la I&D.
CUADRO 2 TENDENCIAS DE LOS NUEVOS MERCADOS
|
|
Esc. de mercado |
|
Número de empleados |
|
||
|
|
Unid. billón de yenes |
|
Unid. 10.000 personas |
|
||
|
Mercado |
1993 |
2000 |
2010 |
1993 |
2000 |
2010 |
|
Vivienda |
34 |
38,3 |
39,8 |
254 |
271 |
277 |
|
Servicios médicos y asistencia social |
2,9 |
6,9 |
12,4 |
15 |
33 |
56 |
|
Manutención y cultura |
18,1 |
25,6 |
38,2 |
180 |
200 |
244 |
|
Desarrollo urbano |
2,4 |
3,5 |
4,4 |
19 |
23 |
25 |
|
Medio ambiente |
13,2 |
19,8 |
29,1 |
55 |
69 |
82 |
|
Energía |
2 |
3,5 |
6 |
4 |
6 |
9 |
|
Informática y telecomunicaciones |
31,9 |
65 |
120,6 |
184 |
313 |
467 |
|
Distribución y transporte |
8,8 |
18,6 |
35,2 |
13 |
23 |
36 |
|
Recursos humanos |
1,9 |
6,3 |
12,6 |
2 |
3 |
5 |
|
Internacionalización |
0,7 |
1,7 |
3 |
4 |
8 |
12 |
|
Apoyo a las empresas |
3,6 |
6,6 |
11 |
38 |
52 |
71 |
|
Nuevas tecnologías de fabricación |
9,9 |
17,2 |
36,4 |
81 |
97 |
134 |
Fuente: OCDE 1996. Elaboración Creset
En este proceso de reindustrialización, las importaciones cumplirán un papel importante: por un lado, para impulsar la demanda interna con base en la capacidad de ahorro existente y, por otro, para reducir el superávit comercial y así dejar abiertas las posibilidades de incrementar las exportaciones. El porcentaje de dependencia de las importaciones de Japón, que evalúa las importaciones respecto de la oferta en su conjunto, se mantuvo estable en una cifra cercana al 10% hasta finales de los años ochenta y principios de los noventa, pero desde 1992 comenzó un crecimiento sostenido, acercándose al 14% en 1995.
Para entender el significado real de las teorías de la nueva industria, es necesario mirar la experiencia de otros. El reciente florecimiento de la industria estadounidense se atribuye a menudo al crecimiento acelerado de las nuevas industrias. Sin embargo, el empujón definitivo de la economía norteamericana se debe a las empresas que existían (Takahiro M. 94).
Cuando a principios de los años ochenta el presidente Reagan puso en marcha un programa para devolver la supremacía económica a Estados Unidos, la principal medida que adoptó no fue, como muchos creen, la desregulación. Se preocupó por incentivar el progreso tecnológico y las innovaciones financieras para rejuvenecer la industria. Exhortó a las industrias de defensa y a las aeroespaciales a incrementar la inversión en tecnología futurista. No obstante, esta estrategia provocó que las industrias que concentraron sus recursos en la fabricación de armamento de tecnología avanzada y se embarcaron en especulaciones financieras, sufriera una rápida erosión de la competitividad de sus productos básicos.
Para paliar el descenso de la competitividad, las empresas estadounidenses trasladaron sus plantas al extranjero. Fue entonces cuando se puso de moda la idea de que Estados Unidos debía especializarse en sectores de tecnología de punta y evitar competir en los sectores dominados por otras naciones. De esa manera, Estados Unidos dejó en manos de Japón la producción de automóviles y otros productos. Sin embargo, el proceso de desindustrialización llegó demasiado lejos. A mediados de la década de los ochenta se produjo el desplome de las economías comunistas, la caída del mercado de valores en 1987, y posteriormente la recesión global. Aunque estas situaciones debilitaron la acción del gobierno, los sectores público y privado comenzaron, con mucha discreción, la tarea de adelantar un "programa de reconstrucción".
Para incrementar la competitividad de las exportaciones, Washington llevó a cabo una drástica reducción del precio del dólar, y recurrió a la presión política para abrir los mercados extranjeros e inducir otras medidas que lo hicieran menos vulnerable a la competencia de terceros: eliminaron del Sistema Generalizado de Preferencias (SGP) a los NIES, y presionaron la revaluación de las monedas de Corea, Taiwán y Singapur, excepto el dólar de Hong Kong por factores de política internacional con China.
El "programa de reconstrucción" lo adelantó el gobierno de George Bush, y lo adoptó la administración de Bill Clinton. Así se evitó la desindustrialización y se consiguió la recuperación de la economía. Esto fue posible gracias a que las industrias tradicionales de automóviles, acero, química, semiconductores y ordenadores estuvieron al frente del programa. Los resultados no fueron inmediatos. Se tardó entre tres y cuatro años para alcanzar las metas. Cuando se afianzó la reestructuración y la gente volvió a pensar en el futuro, se comenzó a hablar de las autopistas de la información y de los multimedia.
El cuadro 3 refleja los motivos de la preocupación de Estados Unidos para llevar a cabo el "programa de reconstrucción". En todos los sectores de mediano y alto contenido tecnológico su índice de especialización se deterioró, mientras que mejoraron los indicadores de Japón en el mismo período y en los mismos sectores.
Asimismo, en el cuadro 4 se comprueba cómo los índices de inversión en la producción de la industria estadounidense fueron los más reducidos del G-7 en la década de los ochenta. Es decir, la tensión comercial entre Estados Unidos y Japón no fue gratuita. Sin embargo, el superávit comercial japonés no fue la razón de fondo; la pérdida de competitividad de los sectores estratégicos de los Estados Unidos originó las escaramuzas comerciales entre los dos países en los últimos años. Estados Unidos utiliza la presión política para liberalizar mercados, con lo cual las empresas obtienen mayores economías de escala, viabilizan económicamente la reestructuración tecnológica de los sectores claves, y ganan competitividad internacional.
CUADRO 3 ESPECIALIZACIÓN EN LAS EXPORTACIONES

Fuente: OCDE 1996. Elaboración Creset.
CUADRO 4 INVERSIÓN POR UNIDAD DE PRODUCCIÓN Promedio anual 1980-1991

Fuente: OCDE 1996. Elaboración Creset.
"Si deseamos que la economía japonesa salga a flote, debemos confiar en algo más que en la frontera de las nuevas industrias. Tenemos que estimular todos los sectores y fomentar la demanda. Los sectores público y privado tienen que trabajar conjuntamente, tal como lo hacen en Estados Unidos, en la consecución de objetivos claves. Si se carece de una estrategia de este tipo, los empresarios dudarán en tomar decisiones para reorganizar las empresas o crear nuevas industrias y en consecuencia las empresas japonesas tendrán que renunciar al papel de líderes en los mercados mundiales”[5].
Para Colombia son lecciones de recuperación económica de Estados Unidos y de reindustrialización de Japón.
Hemos expuesto las razones de la preocupación norteamericana por el declive de su competitividad, y la preocupación de Japón por no perder el terreno ganado en materia de especialización y para conservar su alta tasa de inversión en la producción. Sin embargo, los procesos recientes de estos países dejan tres lecciones para el incierto panorama productivo de Colombia: la primera, cómo Estados Unidos concibió políticas y estrategias —internas y externas— para proteger y redinamizar su economía en doce años; la segunda, cómo Japón adelanta una rigurosa autocrítica a su modelo empresarial y a la política industrial y cómo asume la decisión de reindustrializar el país con base en nuevos sectores y en el bienestar de sus habitantes; y la tercera, cómo las políticas macroeconómicas se adaptan a las decisiones de economía política, que es el cambio que debe hacer Colombia en materia de políticas de desarrollo.
Corea, Taiwán, Hong Kong y Singapur son las nuevas economías industrializadas del Pacífico Asiático. De acuerdo con un estudio prospectivo del International Lausanne Switzerland llevado a cabo en 1994, Corea, Singapur y Taiwán harán parte de las diez economías más competitivas del mundo en el año 2030.
Se les estudia como grupo, porque las políticas industriales y las estrategias comerciales han sido exitosas a partir de la segunda posguerra. Han trabajado intensamente para ser países desarrollados, tomando como guía el modelo de crecimiento económico y comercial japonés, y adaptándolo para estructurar sistemas tecnoeconómicos diferentes y de características propias en cada caso. Aunque no forman parte del G-7, sus productos manufacturados pertenecen a la minoría rectora del comercio internacional; son de calidad, incorporan avanzada tecnología y han incursionado en los segmentos más dinámicos del mercado mundial. Singapur es la economía más competitiva del mundo, según el informe de la competitividad mundial de 1995 y 1996 del IMD. Asimismo, este país y Hong Kong son los puertos más grandes del mundo y dos de los más importantes centros financieros del planeta. (Véase cuadro 5).
CUADRO 5
|
|
|
1993 |
|
|
Rango
|
Puerto
|
Carga volum. (1000 TE U$) |
Tasa crecimiento anual (%) |
|
1 |
Hong Kong |
9.204 |
15,5 |
|
2 |
Singapur |
9.046 |
19,7 |
|
3 |
Taiwan |
4.636 |
17,0 |
|
4 |
Rotterdam |
4.161 |
0,9 |
|
5 |
Corea |
3.071 |
11,6 |
|
6 |
Kobe |
2.696 |
3,4 |
|
7 |
Hamburgo |
2.486 |
9,6 |
|
8 |
Los Angeles |
2.376 |
3,8 |
|
9 |
Yokohama |
2.168 |
14,9 |
|
10 |
Long Beach |
2.079 |
13,7 |
Fuente: Japanese Finance and Industry, No. 104, 1995. Elaboración Creset.
Corea, con su estilo de industrialización basado en grandes corporaciones multinacionales (los chaebol), es un importante productor mundial de automóviles, de computadoras, de productos de electrónica de consumo y de bienes de capital. Y en el año 2010 quiere ser uno de los líderes en la era de la multimedia. Es una de las dos economías en el mundo que ha mantenido desde 1985 tasas de crecimiento por encima del 7%, con exportaciones que crecen de manera sostenida por encima del 15% anual, tasa similar a la que registra por la producción industrial y de servicios.
El proceso de desgravación ha sido gradual y para el año 2000 estará desgravado el 97% del universo arancelario. En este cuatrienio liberarán cuarenta y siete sectores. Sin embargo, dieciocho sectores continuarán cerrados a la inversión extranjera, y otros veintiséis se abrirán parcialmente.
Su ingreso per cápita está proyectado para alcanzar los US$77.000, cuando en 1994 fue de US$8.483. Conscientes de que las tasas de crecimiento registradas en las últimas décadas no las podrán sostener, continuarán elevadas: 7,5% para el período 1996-2000,6% hasta el 2005,5% para el quinquenio 2006-2010, y 4% de promedio anual para la década del 2011 al 2020. La visión de hacer parte del G-7 está basada en afianzar su sistema de economía de mercado y lograr los mayores niveles de competitividad mundial; mejorar la formación y estimular la creatividad del factor humano incrementando los gastos en I&D hasta el 5% del PNB en el año 2000; ofrecer la mejor calidad de vida a la población; y alcanzar la unificación con Corea del Norte.
Taiwán es conocido por un modelo de industrialización sustentado en pequeñas y medianas empresas que se integran para crear economías de escala en la producción de un mismo bien, o en fuertes vínculos intersectoriales e intraindustriales para estructurar cadenas productivas, en
CUADRO 6 PRINCIPALES PRODUCTOS TAIWANESES DE INFORMÁTICA EN 1995

* Unidad: Millones de dólares EE.UU.
Fuente: Instituto para la Industria Informática. Elaboración Creset.
especial en los sectores de altas tecnologías
informáticas. Los resultados están a la vista: TaiwanTaiwán es la tercera economía de mayor
crecimiento en el mundo desde 1985. Su moneda se apreció 42% en las dos décadas
más recientes, para constituirse en una de las cinco monedas más fuertes del
mundo. Es el tercer productor mundial de bienes informáticos y en algunos
componentes es el primero, para citar sólo un ejemplo de la evolución
estructural de este país. (Véase cuadro 6). En manufacturas de la
primera fase de la industrialización, como la producción de textiles, es el
segundo productor mundial con una factura de US$15.500 millones en 1995. De las
mil empresas más importantes del Este asiático, ciento treinta y cuatro son
compañías taiwanesas. Y una de ellas es la undécima en toda el área con un
volumen comercial de US$9.000 millones en 1995, equivalentes al 40% del
comercio internacional de Colombia en ese año. Esta evolución de las antiguas
Pymes se refleja en las exportaciones: en 1995 las empresas de pequeño y
mediano tamaño "sólo" aportaron el 53% de la factura total.
La cooperación entre empresas y un proceso exportador basado en Pymes sólo era posible con la intervención del gobierno. Ha pasado el tiempo y esas Pymes son ahora grandes empresas multinacionales, asociadas en consorcios para desarrollar proyectos estratégicos de gran envergadura. Estos consorcios tienen como finalidad impulsar las industrias emergentes o sectores de futuro: telecomunicaciones, informática, productos plásticos, aeronáutica, biotecnología, farmacéutica, entre otros. No obstante, el modelo de industrialización continúa sustentándose en las empresas de menor tamaño. Las Pymes son las que presentan el mayor número de solicitudes de patentes y de patentes aprobadas, lo cual señala que paulatinamente han adquirido conciencia sobre la importancia de hacer I&D. Estas industrias también están impulsando el proceso de transnacionalización del país para encontrar lugares con menores costos de producción, salvar barreras proteccionistas y expandir las relaciones comerciales. Atribuirle al mercado el éxito exportador de este país es una ingenuidad y un argumento poco racional.
A pesar de los desarrollos anotados, Taiwán considera que debe explorar nuevas estrategias para continuar y sostener su acelerado proceso de desarrollo. Ha previsto que el enfoque económico de las décadas anteriores se está agotando. En consecuencia, ha decidido convertirse en un centro de operaciones para la región Asia-Pacífico. Esta decisión se fundamenta en su ubicación geográfica en el centro de la pujante Asia Oriental, y como el punto más "cercano" con las economías industrializadas de América y Europa. Así es como, en 1995 y con una vigencia inicial de diez años, se aprobó desarrollar el proyecto en seis sectores: servicios financieros, telecomunicaciones, transporte aéreo, transporte marítimo, manufactura y medios de comunicación. Este proyecto se puede considerar como la nueva fase de desarrollo productivo de Taiwán y su entrada definitiva al mundo de los servicios transables. La desregulación y el mayor compromiso de los empresarios es la base del éxito de este programa, también motivado por la presión internacional y por la necesidad de ingresar a la OMC. Veamos ahora con más detalle el proceso de consolidación de los NIES.
El desarrollo económico y la inserción dinámica de Japón en el comercio mundial brindaron la oportunidad a Taiwán, Corea, Singapur y Hong ' Kong de fortalecer los sectores productivos.
Cuando los costos de producción aumentaron en el Japón, éste transfirió actividades a los NIES, que aprovecharon la oportunidad para entrenar y educar a la fuerza laboral y para incrementar los conocimientos en el campo de la tecnología. Sin embargo, no fue el único ni el principal camino para explicar el desarrollo alcanzado. Fueron decisiones relacionadas con el desarrollo endógeno las que posibilitaron el "milagro": tienen una política industrial selectiva y de largo plazo (exceptuando Hong Kong por ser colonia), seleccionaron sectores de tecnología de punta con la intervención del Estado y la vinculación de la inversión extranjera directa (IED), en algunos casos, disponen de planes de desarrollo científico y tecnológico de largo alcance, apoyan la creación y el fortalecimiento de empresas nacionales cuya finalidad es el mercado internacional, fortalecen la educación en todos los niveles y mantienen una sólida estabilidad macroeconómica, entre otros factores.
En los años ochenta disminuye el precio del petróleo, se reducen las tasas de interés en el mundo y se valorizan las monedas frente al dólar. Esto benefició a los NIES, puesto que sus monedas se fortalecieron, las importaciones de petróleo costaban menos (por ser importadores netos), fomentaron el ahorro interno y obtuvieron créditos internacionales para invertir en infraestructura y en los sectores productivos estratégicos. Al respecto, previeron y planificaron las inversiones y la recuperación de las mismas en relativamente poco tiempo, con altas tasas de retorno, por lo cual no sufrieron los efectos perversos que la deuda externa ha ocasionado en América Latina: pérdida de autonomía política y capacidad para alcanzar el desarrollo.
Estos países adelantaron procesos de desarrollo basados en el incremento y en la diversificación de las exportaciones manufactureras, y en el caso de Singapur y de Hong Kong, también los servicios. Estos procesos los respaldaron con políticas industriales, reformas institucionales, eficiencia en los procesos productivos, fuerte inversión pública y privada, estabilidad política y créditos blandos a las empresas, condicionados a lograr la mayor competitividad internacional, medidas que determinaron la protección temporal de los sectores que encabezan la inserción internacional. Así han logrado mantener un alto crecimiento del PIB (promedio superior al 6% en los últimos 20 años), una baja tasa de inflación y el comercio internacional que es el más dinámico del planeta.
Aunque, desde los años sesenta, estos gobiernos impulsaron la industrialización basada en las exportaciones de productos manufacturados, el gobierno orientó e intervino para que el sector productivo evolucionara hacia sectores intensivos en capital.
Gracias a la cooperación entre el gobierno y el sector privado, adaptaron el sector productivo a los cambios de la demanda del mercado mundial. Regularon la invasión de productos importados que amenazaran los sectores estratégicos. Guiaron al sector productivo hacia la especialización. Casi siempre, los gobiernos y el sector privado logran consenso sobre las nuevas ventajas competitivas y están atentos a los movimientos de los países desarrollados en cuanto a innovaciones en tecnología, desarrollo de nuevos productos y cambios en las políticas comerciales.
Asimismo, apoyaron la inversión extranjera destinada a las exportaciones, la creación de transnacionales propias y las alianzas estratégicas, principalmente entre empresas nacionales y en algunos casos con extranjeras. En el presente, además del desarrollo industrial de sectores de punta, están dirigiendo esfuerzos hacia el sector de servicios transables.
Los NIES se encaminaron gradualmente a la apertura de la economía desde mediados de los años setenta, después de preparar el sector productivo, la infraestructura y la educación para orientar el proceso de industrialización a las exportaciones.
Así transformaron la estructura del sector productivo, ampliaron los socios comerciales y evolucionaron a productos intensivos en capital y en mano de obra especializada. Se adaptaron a las demandas de los consumidores mundiales y se integraron a los cambios comerciales internacionales. Aunque los mayores socios comerciales son Japón y los Estados Unidos, los otros países de la región son cada día más importantes. Incluso, para Taiwán y Hong Kong, la China continental es el primer socio comercial.
Cuando los costos de producción de los NIES se incrementaron como resultado de los altos salarios impulsados por la acelerada transformación estructural, en especial en Corea y en Taiwán, varias industrias de estos países se trasladaron hacia naciones con costos de producción más bajos. Comenzaron por instalarse en países del Sureste asiático, sobre todo en los países de la Asean y ahora apuntan hacia América Latina. Allá establecieron sus primeras transnacionales, completando otra fase de la expansión comercial y de evolución estructural.
Pero también se da el caso de Singapur como importante receptor de IED en servicios e industrias de tecnología de punta, debido a la coherencia de las políticas económicas y de comercio exterior, para impulsar las exportaciones.
Los NIES desarrollaron la industria y el comercio internacional con modelos bastante diferentes unos de otros, aunque con énfasis similares en cuanto a la importancia atribuida a la formación del factor humano, al desarrollo científico y tecnológico —sobre todo Corea y Taiwán—, la construcción de nuevos "núcleos de industrialización inteligentes", la definición anticipada de sectores de futuro y la prospección de su inserción internacional. Como políticas globales, concertan planes de desarrollo de mediano y largo alcance; mantienen una estabilidad macroeconómica con bajas tasas de inflación, elevado y sostenido crecimiento de la economía, balanza comercial y de cuenta corriente positiva; altas tasas de ahorro; reciben inversión extranjera directa en condiciones donde en el largo plazo se benefician el conjunto de la sociedad y económicamente las dos partes; administran correctamente el boom económico asignando recursos a los sectores de futuro, entre otros factores que explican el éxito de las políticas industrial y comercial de estos países.
Dentro de la economía mundial, su importancia continuará creciendo por la capacidad de adaptarse a los cambios en la demanda de los mercados mundiales. Antes del año 2000, Corea, Taiwán y Singapur dejarán de ser países seguidores para convertirse en países desarrollados que aportarán nuevos bienes y servicios al flujo comercial del planeta. De la misma manera, Hong Kong entrará a dinamizar aún más el vertiginoso desarrollo de China en julio de 1997.
Al igual que en Japón, en Corea y Taiwán la estrategia futura estará en el incremento de la demanda interna, lo cual es posible debido al éxito de las exportaciones que llevaron recursos importantes a los hogares y a las corporaciones. La demanda externa (definida como las exportaciones menos las importaciones) resultó negativa en los últimos años (véase cuadro 7), debido a las presiones comerciales de los Estados Unidos que
CUADRO 7 PARTICIPACIÓN DE LAS EXPORTACIONES E IMPORTACIONES ENTRE PAÍSES DE LA CUENCA DEL PACÍFICO (%) Y FLUJOS DE INVERSIÓN EXTRANJERA DIRECTA IED

* Menos de 1 millón.
Fuentes: 1995-1996,1996-1997 Pacific
Economic Outlooklook, PECC.Elaboración Creset.
afectaron las tasas de crecimiento de las exportaciones, pero compensada con el aumento de la demanda interna que les ha permitido conservar tasas de crecimiento superiores al 7% anual.
Similar al proceso de relocalización de industrias japonesas en estos países, los NIES se han convertido en los mayores inversionistas en los países de la Asean en los últimos años.
Para terminar, es necesario anotar que la industrialización de los NIES se favoreció por un clima económico internacional que promovía la deslocalización de ciertas manufacturas intensivas en mano de obra y, a su vez, con escasas restricciones para ingresar a los mercados de los países desarrollados.
Los países pertenecientes a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, Asean (Filipinas, Tailandia, Indonesia y Malasia) siguen los pasos de Corea, Taiwán, Hong Kong y Singapur, este último miembro de la Asean, en cuanto al dinamismo del comercio exterior, crecimiento económico y desarrollo. Con China conforman el último grupo de naciones de la "cadena de adaptación" iniciada por Japón, concepto emanado de la capacidad de estos países de adaptarse a circunstancias, tales como la apreciación monetaria, las fluctuaciones del precio del petróleo y los aumentos asalariales, entre otros fenómenos del ideario económico.
En las teorías del desarrollo se utiliza la frase "ventaja del recién llegado" para referirse al hecho de que el país que se encuentra en cabeza de la carrera del desarrollo debe desplegar su propia tecnología y acumular su propio capital, mientras que aquel que se encuentra en segundo lugar puede adquirir tecnología y capital del país delantero. Y el país que marcha en tercera posición la disfruta doblemente, ya que puede recurrir a los dos países anteriores en busca de fondos y de tecnología (Watanabe T. 1995). Éste fue el caso de los países de Europa continental con respecto al Reino Unido, y posteriormente de Rusia, cuando se explica el proceso de industrialización del siglo XIX. Es también la experiencia de Japón en comparación con Estados Unidos y Europa, y de los países del Pacífico Occidental respecto a Japón. Es decir, los NIES, los países de la Asean y China son los más beneficiados y en un futuro poco lejano Vietnam, uno de los nuevos miembros de la Asociación.
De esta manera, los Estados de la Asean son considerados países de gran potencial tecnoeconómico, debido a las nuevas políticas económicas y comerciales que han transformado sistemática y aceleradamente sus ventajas comparativas, los métodos de producción y la reorientación de la producción a sectores dinámicos en el mercado mundial. En los primeros años de industrialización, la estrategia comercial está centrada en la región. En 1994 el promedio de las exportaciones de los cuatro países (sin Singapur) hacia el resto de las economías PECC alcanzó el 74,9% mientras que las importaciones desde la región alcanzaron el 73,2% del total de las compras externas. (Véase cuadro 7). Sin embargo, sus manufacturas también comienzan a incursionar en otros mercados.
La interdependencia económica y la globalización obligaron a los países de la Asean a intensificar la apertura económica y la integración regional mediante alianzas intraindustriales. El interés del Japón y de los NIES para relocalizar actividades en la misma región les ha permitido estructurar sistemas de producción y un mercado regional ampliados. Esta situación ha motivado a la Asean a mejorar y a cambiar sus condiciones internas (infraestructura, educación, estabilidad política, políticas sectoriales y los servicios públicos).
Además, varios factores, como las cuotas arancelarias aplicadas a las materias primas y a ciertos bienes intensivos en mano de obra que exportaban hacia los Estados Unidos y Europa, la creciente asimetría en los precios de los bienes primarios y las manufacturas, y la importancia de avanzar en el proceso de industrialización para alcanzar el desarrollo, los motivaron a avanzar de las ventajas comparativas basadas en recursos naturales a sectores intensivos en conocimiento.
Con el fin de la Guerra Fría disminuyó la inversión extranjera de los Estados Unidos, en especial hacia Tailandia y Filipinas, ya que las razones de geopolítica internacional que conducían a realizar inversiones en estos países habían desaparecido. Esto fue contrarrestado por inversiones provenientes del Japón y de los NIES, que reubicaron empresas en estos países por el menor costo de la mano de obra y por ventajas de la política económica. En el cuadro 7 se aprecian los importantes flujos de capital a estas economías.
Los gobiernos de la Asean, debido a las reformas en las políticas productivas y de inserción, incentivan las exportaciones de productos manufacturados y apoyan la diversificación de las exportaciones y de los mercados por medio de subsidios, créditos y exenciones tributarias. Los países de la Asean llegan a consensos con los sectores productores para que inviertan en la importación de bienes intermedios y de capital para mejorar la productividad y la calidad de los productos de exportación. En el campo agrícola adelantaron una reforma agraria acompañada de subsidios y créditos para que los campesinos accedan a equipos, fertilizantes, innovación tecnológica, irrigación, transporte, y a eficientes sistemas de distribución y comercialización de los productos.
Además, los gobiernos se comprometieron a invertir en salud, educación e infraestructura de comunicaciones. Una vez estos proyectos se desarrollaron, los gobiernos adoptaron medidas para cambiar la política de importaciones: se redujeron los aranceles y los impuestos. De esta manera, crearon un ambiente propicio para atraer inversión extranjera, mostrando unos sistemas político y económico estables, interés en sectores dinámicos en el comercio mundial, buena y adecuada infraestructura, mano de obra barata pero cada vez más calificada, profesionales de nivel, costos razonables de materia prima, políticas favorables para la inversión, y orientación de la producción al mercado internacional.
A mediados de los años ochenta aplicaron una fuerte política monetaria para controlar la inflación y el gasto público. Se ajustaron los cinturones para darle un mejor manejo al presupuesto, orientándolo a la inversión social, a los sectores estratégicos de futuro y a pagar la deuda externa.
Adoptaron controles sobre las reservas del Estado y desataron una guerra contra la corrupción.
Debido a que los gobiernos lograron resultados positivos en el corto y mediano plazos (una tasa de inflación reducida, pequeño déficit en cuenta corriente con tendencia a revertirlo, balanza comercial positiva, acelerado y sostenido crecimiento de la economía), el sector privado ha respaldado las medidas económicas de largo alcance.
Encaminados en un rápido desarrollo en los años noventa, los países de la Asean dirigen los esfuerzos al fortalecimiento de las relaciones intrarregionales e intraindustriales, y a fortalecer su estilo de desarrollo.
Los países de la Asean han aplicado políticas adecuadas para garantizar un rápido y exitoso crecimiento económico y comercial. No copiaron los modelos de crecimiento de Japón y de los NIES. No obstante, nada distinto al impulso de los mismos factores estructurales del éxito de éstos y de China caracteriza el desarrollo de estos países. Es un hecho que su modelo de crecimiento es exitoso y que, en términos de comercio internacional y de indicadores económicos y sociales de desarrollo, también superaron a Colombia. ¿Cómo hicieron para tener bajas tasas de inflación, estimular las exportaciones, incrementar el ahorro y, en consecuencia, la inversión estructural y sostener altas tasas de crecimiento de la economía, factores que no han logrado conjugar Colombia y los demás países de América Latina, excepto Chile?
Un factor importante para resaltar en la industrialización de Malasia, Tailandia e Indonesia, en el marco de un ambiente internacional recesivo y proteccionista, fue la intensidad de la inversión extranjera directa, IED (Berkerman 95), que no fue determinante en el caso de los NIES, de poca incidencia en Taiwán y Corea y ninguna en Japón. En consecuencia, el modelo de industrialización de estos países se ha caracterizado por inversiones mixtas entre las empresas nacionales (privadas y públicas) y las empresas transnacionales, por un Estado regulador fuerte con reglas de juego claras y estables, que ha facilitado las interacciones institucionales que resultaron en trayectorias exitosas de desarrollo exportador. El caso de los Estados reguladores de la Asean debe ser considerado y estudiado para Colombia y Latinoamérica (Mujica M.E. 96).
En la última década China ha impulsado un dinámico proceso de inserción en la economía mundial. Ha enfocado las políticas al comercio exterior a inducir cambios en los sistemas de producción y en la transformación del patrón productivo. Ya no es considerado un país en desarrollo, y pronto hará parte del seleccionado grupo de países industrializados. A partir de julio de 1997, con el retorno de Hong Kong a su territorio, se convertirá en la cuarta potencia comercial del mundo; en veinte años su factura posiblemente sólo será inferior a la de Estados Unidos; y en cuatro décadas se constituirá en una de las dos o tres superpotencias tecnoeconómicas y militares del planeta.
China cumplió un papel clave en la política internacional de los últimos cuarenta años. Era considerada la amenaza de las democracias capitalistas del Pacífico asiático. Además, siempre existió el temor de que la Unión Soviética y China formaran una alianza para divulgar su ideología en la región. Aunque esto no se consolidó, las guerras de Corea y de Vietnam se pueden interpretar como intentos enfocados a ese propósito. Finalizada la Guerra Fría, no se acabó la perspectiva de esta alianza. Confrontar el poderío político y la influencia económica de los Estados Unidos es el nuevo propósito de largo plazo que tienen sus dirigentes.
Hace dieciocho años China transformó su modelo económico a un esquema de economía capitalista, lo cual implicó cambios radicales en las políticas industrial, tecnológica y de comercio exterior, en el marco de un sistema de planificación central de corte socialista. Basado en esta conjunción de aspectos aparentemente contradictorios a la luz de otras cosmovisiones, actualmente está alcanzando a pasos acelerados el desarrollo.
El país ha experimentado un cambio radical al pasar de una economía cerrada a una economía abierta, pero ha logrado amortiguar los efectos del cambio por medio de políticas productivas, comerciales y tecnológicas planificadas hace dos décadas e implementadas gradualmente. De esta manera, dejó de ser un exportador de combustibles minerales y de productos agrícolas, y se convirtió en exportador de maquinaria y equipo de transporte y de manufacturas livianas. A pesar de este cambio, no dejó de incrementar la producción intensiva de bienes de exportación en mano de obra, al tiempo que comenzó la producción intensiva de bienes en conocimiento.
Así, el gobierno se fijó la meta de convertir el comercio exterior en el más importante sector de la economía. La contribución de las exportaciones al PNB creció del 6,1 al 20,5%, mientras que la contribución de las importaciones creció del 6,7 al 19,5% entre 1970 y 1994. Esta evolución significó la diversificación de los socios comerciales (Japón, Estados Unidos, Taiwán y Hong Kong son los principales), y está consolidando los nexos comerciales con los otros países asiáticos del PECC, sobre todo con Rusia, Singapur y Corea del Sur.
La estabilidad política y económica, el tamaño de su mercado, el diseño de políticas y estrategias atractivas para captar capitales y conocimiento de excelencia, y la aplicación de medidas que favorecen el comercio internacional facilitaron la vinculación masiva de inversión extranjera orientada a la producción de manufacturas para la exportación. El gobierno aplicó medidas para reformar el sistema de administración del comercio exterior, de acuerdo con los requisitos del mercado y las normas del comercio internacional. Racionalizó el monopolio del Estado en ciertos sectores del comercio exterior y productivo, creó empresas responsables de sus propias utilidades y pérdidas, acabó con los subsidios tradicionales para las exportaciones, redujo los aranceles y rediseñó las listas de la sustitución de importaciones. Basado en un modelo donde el Estado regula la actividad económica, el peso específico de las empresas estatales se redujo del 77% al 43% entre 1985 y 1995. Sin embargo, esta participación no se reducirá demasiado en los años inmediatos.
La inversión extranjera es importante en la transformación económica y comercial de China. En 1995, había ciento sesenta países y regiones con empresas en el país trabajando en 259.000 proyectos, que en los últimos años representaron inversiones superiores a los US$135.000 millones. En el futuro cercano, la inversión extranjera se orientará a los sectores agrícolas, infraestructura de comunicaciones y de transporte, e industrias básicas, como parte de la política para desarrollar las regiones del centro y este del país, después de haber despegado el desarrollo de las regiones ubicadas en la costa del océano Pacífico.
Sin embargo, China se caracteriza, al igual que todas las culturas de Asia, en adelantar con gradualidad los procesos de desarrollo. En el sector financiero, las autoridades son conscientes de que aún carecen de capacidades para la modernización y la apertura del sistema, a pesar de que en 1980 comenzó el proceso de apertura del sector. Sólo a principios del nuevo siglo está previsto su pleno desarrollo y liberalización[6].
Otra de las reformas económicas para adecuarse más a las condiciones del entorno mundial en el marco de la OMC está referida a la rebaja de los impuestos de aduana. A partir del segundo trimestre de 1996 se rebajaron los aranceles de 4.000 productos aproximadamente, que representan el 30% del universo arancelario de este país. Antes de las últimas medidas, el nivel general de los impuestos aduaneros era del 35,9%. Ahora se sitúa en 23%, superior al promedio de los países en desarrollo, que es del 15%. Sin embargo, la tasa arancelaria en las zonas económicas especiales es del 15%. A pesar de la flexibilización en ciertas medidas, no será fácil el ingreso de China a la OMC. Existe la voluntad del gobierno de adecuarse a las normas, pero sus objetivos de desarrollo no son compatibles con las exigencias de la Organización. Difícilmente China adoptará medidas que vayan en contra de las metas de largo plazo.
En 1996, el gobierno elaboró el IX Plan Quinquenal y las metas de largo plazo para el año 2010 (Li Peng 96).
i. Para finales del milenio los objetivos son: cuadruplicar la producción per cápita de 1980 con base en un aumento de 300 millones de habitantes; eliminar el fenómeno de la pobreza, y que la gente llegue a un nivel de vida cómodo; acelerar la construcción de un sistema empresarial moderno y establecer el sistema económico socialista. Para lograr esta meta, la economía debe crecer el 8% anual, que es una tasa con la cual pueden mantener la inflación por debajo del 10% y reducirla al 5% al finalizar el plan, después que en 1994 y 1995 alcanzó 21,7 y 14,8%, con crecimientos de la economía por encima del 10% anual, y con niveles de inversión que dispararon la inflación. Evaluado este comportamiento por las autoridades económicas, la tasa de crecimiento del 8% permitirá la estabilidad económica, generar recursos para infraestructura y para financiar cambios en el sistema tecnológico de las empresas y así disminuir costos e incrementar el valor añadido.
ii. El programa de largo plazo asombra por la viabilidad de las metas, y por la claridad conceptual y la interrelación de los componentes que facilitarán alcanzar los objetivos trazados en 1996. Las metas del año 2010 son: duplicar la producción nacional del año 2000, controlar el crecimiento de la población alrededor de los 1.400 millones de habitantes, elevar la calidad de vida del pueblo, y establecer un perfecto sistema económico de mercado socialista[7].
Para guiar el desarrollo económico y social hacia el año 2010, los principios que lo harán posible están referidos a: tratar correctamente la relación entre la reforma, el desarrollo y la estabilidad para mantener un desarrollo sostenido, acelerado y sano de la economía; introducir cambios radicales a la modalidad de crecimiento económico con la elevación de la rentabilidad de las empresas, en especial las estatales; hacer prosperar a la nación mediante la ciencia, la educación y el desarrollo sostenible; fomentar la integración de la C&T con la educación y la economía; dar prioridad al desarrollo del sector agropecuario; reformar las empresas estatales como principal eslabón de la reforma de la estructura económica; profundizar la apertura al exterior; realizar una combinación orgánica de los mecanismos del mercado con la regulación y el control macroeconómicos del Estado; insistir en el desarrollo armonioso de las economías regionales; racionalizar el ingreso y reducir paso a paso la brecha interregional; proteger los recursos naturales y el medio ambiente; fomentar la dedicación abnegada a la función pública y la moralización administrativa mediante una lucha sin cuartel contra la corrupción; impulsar la reunificación pacífica de la nación; y una agenda acorde con los cambios de la posguerra fría y el papel de China en las actuales circunstancias de la situación internacional.
Vistas en su conjunto, las metas del plan son de carácter anticipatorio y orientativo y apuntan a enfatizar el rumbo, las tareas y las estrategias del desarrollo económico y social de esta gran nación.
A pesar de los cambios en el modelo económico, el espíritu de nación prevalece, así como la esencia ideológica socialista. Bien pudo el gobierno iniciar un nuevo cronograma de planes quinquenales desde el inicio de la reforma en 1979. Pero, no ha sido así. Un cambio en el modelo económico no puede estar por delante de la construcción de un nuevo proyecto de nación. El pueblo chino acepta que no son los gestores de los más recientes cambios que acontecen en la economía, en el comercio y en la ciencia y tecnología en el mundo. Entienden que a esas dinámicas pertenecen, y que deben aprender y beneficiarse de ellas para lograr los objetivos de largo alcance. A tiempo, entendieron los giros del entorno tecnoeconómico mundial, e iniciaron, desde sus propias convicciones y características culturales, un proceso que posiblemente hará de este país el líder asiático y la nación más poderosa de la tierra a mediados de la nueva centuria.
Cuando comenzó el acelerado desarrollo del Japón y de los NIES, los países de Oceanía (Australia y Nueva Zelanda) se rezagaron. Se conformaron con los sectores productivos domésticos, los cuales eran poco competitivos. Continuaron aplicando políticas proteccionistas y cerrando las puertas a la competencia mundial. Sólo abrieron los ojos a mediados de los años ochenta, cuando los otros países de la región habían tomado ventajas comerciales. Aunque también exportan productos primarios y agrícolas, estas exportaciones han sido complementadas con manufacturas y con servicios financieros y turísticos. El interés por la integración regional es fundamental, pues sus políticas comerciales están cada vez más enfocadas hacia los países PECC, los más cercanos vecinos comerciales.
En los años sesenta, setenta y principios de los ochenta, estos países eran exportadores netos de productos agrícolas, de materia prima y de recursos naturales. Se vieron afectados por los cambios en los gustos de los consumidores, por los bajos precios de sus exportaciones y por el atraso tecnológico. Como resultado, disminuyó el monto de las exportaciones. Las leyes proteccionistas aplicadas a las exportaciones provenientes de Oceanía, por parte de sus mayores socios comerciales (Estados Unidos y la Unión Europea) también afectaron el rendimiento de éstos. Conscientes de la situación, hicieron importantes cambios. Como consecuencia de las grandes inversiones en tecnología, creció la competencia y se crearon productos sustitutos en el campo de las manufacturas y de los servicios.
Los otros factores externos no tuvieron tanto efecto sobre los países de Oceanía, puesto que, como resultado de la posición geográfica y riquezas naturales, no desempeñaban un papel importante dentro de la Guerra Fría y, además, eran autosuficientes en energía. Contaban también con un mercado doméstico que satisfacía los intereses de sus consumidores, así fuera poco competitivo.
Para diversificar las economías y avanzar de las exportaciones de recursos naturales a bienes manufacturados de mediana y alta tecnología y a servicios transables, los gobiernos cambiaron las estrategias comerciales y productivas. Antes de comenzar la apertura económica, los gobiernos invirtieron en la modernización de la infraestructura (puertos, aeropuertos, carreteras, etc.) y realizaron una enorme y sostenida inversión en la formación del factor humano. Se dieron cuenta de que la educación, la capacitación y el conocimiento en nuevas tecnologías eran sectores que debían explorar. El gobierno invirtió y ofreció subsidios para incrementar el número de científicos y de personal técnico, y de esa manera incrementar la investigación tecnológica en las empresas.
Como parte de la internacionalización, los gobiernos removieron barreras comerciales para permitir el ingreso de bienes y servicios. Asimismo, flexibilizaron las condiciones para el ingreso de multinacionales que, debido a la calidad del factor humano, de la moderna infraestructura y de la estabilidad política y macroeconómica, posibilitaron la vinculación de un gran volumen de inversión extranjera mediante la adquisición de empresas domésticas, de uniones con empresarios nacionales o de nuevas inversiones no asociadas a capitales nacionales. En especial los flujos de IED son elevados en el caso de Australia. (Véase cuadro 1).
Los gobiernos de Oceanía han hecho énfasis en un modelo de desarrollo sostenible (que cumple con las demandas del presente, sin limitar las necesidades de las futuras generaciones), ya que cuentan con riquezas naturales únicas en el mundo. Por tal razón se han tomado medidas para asegurar este tipo de desarrollo: proteger y utilizar adecuadamente los recursos naturales, eliminar la pobreza, controlar el crecimiento de la población, distribuir más equitativamente los recursos, mejorar la salud y los otros servicios públicos, descentralizar el gobierno y comprender sus respectivos ecosistemas.
En síntesis, han querido promocionarse como países productores de ideas, de bienes y servicios de alto valor y calidad, de acuerdo con sus características culturales.
En cuanto al comportamiento de las economías, los dos países lograron bajas tasas de inflación, y las exportaciones y las importaciones crecieron de manera acelerada en los últimos años. Sin embargo, las balanzas de pagos son negativas desde finales de los años ochenta, como resultado de la reciente apertura que significó un déficit en la balanza comercial. El PIB ha crecido a un ritmo relativamente bajo, comparado con el de los otros países asiáticos.
Las pequeñas y medianas industrias son los ejes de las dos economías. Éstas son las que producen los nuevos bienes manufacturados y las que desarrollan el sector de servicios. Por ejemplo, se dedican a la manufactura de partes y accesorios que después exportan a otros países, donde se fabrica el producto final y, en algunos casos, proporcionan los equipos (bienes de capital o tecnología de base) que son necesarios para la manufactura del producto final.
Con respecto al comercio, Australia y Nueva Zelanda comenzaron a mirar a los países vecinos como punta de lanza para su respectivo crecimiento comercial. En 1970, Australia exportaba hacia el PECC el 61,1% de la factura y Nueva Zelanda el 43,5%. Para 1994 los dos países exportaban el 73,9 y el 69,0% hacia el PECC, respectivamente. El mismo crecimiento lo muestran las importaciones provenientes del PECC, que en el mismo período pasaron del 50,0 al 69,5% en el caso de Australia; y del 51,1 al 70,6% en Nueva Zelanda (véase cuadro 8). Aunque los socios comerciales más grandes son los Estados Unidos y el Japón, esta tendencia cambiará hacia principios del siglo XXI, cuando se consoliden sus relaciones comerciales con los miembros del PECC.
Aunque un poco tarde, comparados con los vecinos del Pacífico asiático, los países de Oceanía también se encaminaron por la apertura económica. Transformaron los sectores productivos para diversificar las exportaciones, sin dejar atrás las viejas ventajas comparativas. Hoy hacen esfuerzos para mantener las condiciones propias de un desarrollo sostenido y sostenible: bajos costos de producción, factor humano eficiente, protección del medio ambiente, desarrollo del sector de servicios, bajas tasas de inflación, estabilidad política y macroeconómica, crecimiento de la inversión en I&D, expansión de los sectores productivos, incremento de las exportaciones y un alto retorno sobre el capital, condiciones que hacen atractiva la vinculación de la inversión extranjera directa.
Los análisis de la economía colombiana no han abandonado actitudes heredadas del modelo de economía cerrada; es decir, de sólo analizar su desempeño con respecto a su comportamiento, y en cuanto al contexto internacional se centra la comparación con las economías latinoamericanas. De esta manera, las conclusiones siempre son las mismas: "se mejoró en tal variable", "se conserva una buena tendencia en otras", "hay síntomas preocupantes en algunas", "somos de los países con mejor desempeño económico en la región", entre otras expresiones parcialmente ciertas. Esto no es incorrecto y no se debe dejar de hacer. Pero son análisis parciales que ocultan la real fortaleza o debilidad de la economía en el contexto mundial.
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CUADRO 8 PRONÓSTICO DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO E INCREMENTO DE LA INFLACIÓN (IPC) EN 19 ECONOMÍAS DE LA CUENCA DEL PACÍFICO 1995-1997
* Menos de 1 millón. Fuentes: 1995-1996,1996-1997 Pacific Economic Oulook, PECC. Elaboración Creset. |
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A finales de los años ochenta, se inició en el país una serie de reformas estructurales, mediante las cuales se pretendió la transformación productiva y la inserción internacional, en el marco de la idea de un Estado descentralizado y regulador, que sustituiría al Estado centralista, proteccionista y paternalista.
En materia económica, la administración Barco introdujo la discusión acerca de la necesidad de un cambio en el estilo de desarrollo, partiendo de la tesis de que el agotamiento del modelo de sustitución de importaciones había comenzado a reflejarse en bajas tasas de crecimiento económico, reducida participación de las exportaciones en el producto y en el comercio internacional y disminución de la productividad en la mayoría de las actividades, especialmente en los sectores industrial y agropecuario.
El crecimiento del PIB pasó de un promedio de 4,9% en los años sesenta a 5,9% en los setenta y a 3,4% en los ochenta. Tasas reducidas, en comparación con las registradas por otras economías en desarrollo[8]. Por su parte, el promedio de las tasas de crecimiento del sector industrial fue del 5,8,6,8 y 2,4%, en los mismos decenios. Estos índices son, dos y seis veces inferiores a los logrados por los países asiáticos, que optaron por profundizar el proceso de industrialización.
Esta reducción en el desempeño industrial se atribuyó, entre otras causas, al deterioro en la productividad, la cual pasó de contribuir al crecimiento del sector con 1,9% en promedio anual entre 1970 y 1975, a sólo 0,1% entre 1981 y 1984, recuperándose en el período 1990-1994, pero con tasas inferiores a las de comienzos de los años setenta. Estos comportamientos también son menores a los evidenciados por países con modelos de industrialización basados en las exportaciones.
Según los diagnósticos, la baja tasa de crecimiento de la productividad se explicó por la rezagada estructura industrial, por la falta de exposición a la competencia externa (en el país y en el exterior), que desestimuló la incorporación de nuevas tecnologías, por el precario aporte de la capacidad endógena de innovación y por el lento progreso en la eficiencia en los procesos de producción, entre otros factores.
La rentabilidad artificial que había generado la excesiva protección también creó un sesgo antiexportador a la producción nacional, al reducir la rentabilidad relativa de los sectores con potencial exportador y propiciar el desvío de las inversiones hacia sectores donde no existían ventajas comparativas con respecto a la producción externa.
Teniendo en cuenta lo anterior, a principios de los años noventa se adoptó el nuevo modelo de desarrollo, que pretendía la modernización e internacionalización de la economía.
En materia de política económica, las decisiones se orientaron exclusivamente hacia variables de demanda[9], pues las autoridades económicas y monetarias consideraron que un ambiente macroeconómico estable genera las condiciones para un mayor crecimiento económico, sostenible a largo plazo. Si bien este enfoque de política ha sido relativamente benéfico para la estabilidad de la economía colombiana, es insuficiente para dinamizar procesos de transformación estructural y para incrementar y diversificar la factura internacional de transables, que es lo esperado, cuando una economía decide internacionalizarse.
El manejo de la economía de los países cuyas economías están orientadas a actividades especulativas, financieras y de finca raíz, es de corto plazo, y en ellas adquieren preponderancia desbordada el Banco central y los ministerios de Hacienda o de Finanzas (Ruiz Duran 96). Esta situación corresponde a modelos de apertura, que privilegia actividades de corto plazo en detrimento de los sectores transables.
En cambio, en países que proyectan su desarrollo económico en el sector exportador y sobre todo en los sectores de transformación de los recursos primarios, industrial y de servicios transables, la política económica es de largo plazo y la macroeconomía sólo es un poderoso apoyo a decisiones de economía política. Es decir, sujeta a ésta.
Desafortunadamente, el caso de Colombia corresponde al primer tipo de economía; en consecuencia, es fácil explicar en una perspectiva de largo plazo, el agotamiento del modelo de sustitución de importaciones. Modelo que no logró superar la fase de producción de manufacturas livianas, que hizo algunas incursiones en la producción de bienes intermedios y de capital, al contrario de Brasil y México en el marco de economías cerradas; y los MES y recientemente los de la Asean, como economías orientadas al mercado internacional, que avanzaron mucho más que Colombia, o que completaron el ciclo de un proceso de industrialización con un perfil particular en cada caso.
Esa característica de la economía colombiana indica por qué no se diversificó con la intensidad requerida el patrón de especialización en el modelo sustitutivo, y por qué las actividades del sector agropecuario e industrial se deprimieron aún más en los primeros seis años del modelo de internacionalización. De esta manera, las verdades son dos: el patrón estructural del país no tiene un perfil definido por la carencia de políticas claras, coherentes y de largo plazo; y tampoco se percibe la voluntad política para cambiar ese "orden" y menos para reindustrializar el país.
En consecuencia, el modelo de apertura se inició sin una reflexión sobre cuál sería el futuro del país si continuaba el patrón de especialización, después de evaluar cuáles serían sus perspectivas en el contexto tecnoproductivo mundial, presente y previsible. Como no se hizo esa reflexión —que es una decisión desde el campo de la economía política, área en la cual hay serias debilidades de formación en el país con efectos en el diseño de sus políticas de desarrollo—, no ha sido posible implementar políticas de cadenas productivas activas y selectivas orientadas a las exportaciones, ni explorar nuevas actividades, ni se ha considerado la dimensión espacial en las políticas y estrategias de competitividad. Todo esto requiere un ambiente político estable y confiable, y un proyecto de Estado de largo término (Acosta 97).
En el marco de los análisis estructurales de las economías de los países de América y de Asia que conforman el grupo de expertos del Pacific Economic Outlook (PEO), una economía sólida es aquella que conjuga altas tasas de crecimiento, bajos índices de inflación, dinamismo del comercio internacional, superávit o pequeño déficit de su cuenta corriente y tasas de ahorro alrededor del 30% del PIB, entre otras variables económicas. A éstas se articulan la calidad y cobertura de la educación, el avance tecnocientífico y los servicios.
El país registra en algunas variables indicadores más cercanos a los evidenciados por economías maduras, y en otras, muestra comportamientos de una economía poco dinámica en su proceso de desarrollo. Por ejemplo, en el cuadro 8, el país presenta una de las menores tasas de crecimiento de la economía. Pero la inflación es la más alta, aunque, a su vez, las exportaciones registran reducidos índices de crecimiento (véase cuadro 9).
La tasa de ahorro de Colombia también está muy por debajo del 30% del PIB, que es un parámetro que permite avizorar la perspectiva de una economía. La tasa de ahorro en Colombia sólo alcanza el 12% del PIB, cuando el promedio de la tasa del mundo fue de 22%. Esto muestra que es una sociedad que todo lo gasta en consumo y que el Estado destina insuficientes recursos para invertir en nuevas actividades productivas, en servicios, en educación, en I&D, entre otras inversiones que debe hacer una nación que aspire a desarrollarse. Pero esto se debe al enfoque de las políticas: las sociedades van por donde las orienten sus "dirigentes".
El panorama macroeconómico del país no es el mejor. El desempeño y las políticas económicas no han sido excelentes. Colombia es un caso que poco se analiza en el ámbito de la economía internacional, más allá de la órbita latinoamericana. No es una economía exitosa, tampoco fracasada, pero sí intrascendente, considerada en un contexto más amplio.
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CUADRO 9 CRECIMIENTO DE LAS EXPORTACIONES E IMPORTACIONES DE 19 PAÍSES DE LA CUENCA DEL PACÍFICO 1995-2997 Porcentaje
* Menos de 1 millón. Fuentes: 1995-1996,1996-1997 Pacific Economic Oulook, PECC. Elaboración Creset. |
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Un desarrollo tecnoeconómico direccionado y dinámico en la evolución del patrón de especialización necesita políticas que incrementen y orienten el ahorro hacia inversiones estructurales (nuevos sectores estratégicos, I&D, educación, infraestructura), y una política macroeconómica dispuesta a apoyar las decisiones de economía política. Es decir, sujeta a ésta.
Cuando las exportaciones manufactureras y de servicios estén creciendo a tasas superiores al 25 o 30% anual durante un período no menor a 15 o 20 años, lo cual implica diversificar los mercados y la oferta, avanzar en el cambio técnico endógeno, y adoptar políticas de industrialización selectivas con base en conceptos de cadenas productivas, entonces, el nuevo modelo habrá cumplido con sus objetivos principales y seguramente el país habrá alcanzado los primeros umbrales del desarrollo.
Ascender en un mundo de líderes arriesgados, visionarios, planificadores del futuro, no es una tarea de un día para otro. Es un desafío de largo plazo, que comienza con la elaboración de una visión de un país deseable. A partir de esa visión será posible y necesario diseñar planes de largo plazo con políticas económica, industrial, regional y de ciencia y tecnología, menos funcionales y más selectivas y articuladas, de acuerdo con las características de la economía, de los sectores, de las regiones y con las nuevas condiciones del contexto internacional.
La necesidad de revisar el modelo de desarrollo del país será más evidente una vez se decante y repose el caótico ambiente político. Cuando la sociedad acepte que tocó fondo la crisis estructural del Estado, y decida iniciar un proceso de reestructuración global, en ese momento, la economía colombiana mostrará sus verdaderas falencias, pues no habrá razones de coyuntura nacional que distraigan y oculten sus debilidades estructurales. El trabajo conjunto de políticos, empresarios, tecnócratas y científicos que avizoren el país en el largo plazo, y que proyecten su trabajo en esa dimensión, serán los llamados a encabezar un nuevo proceso de desarrollo como el que requiere el país.
Las discusiones entre neoliberalismo, estructuralismo y cualquiera otra corriente de pensamiento son de poca monta con respecto al tipo de debates que se deben dar para renacer el Estado y reindustrializar a Colombia. Se requieren nuevos valores morales y nuevos códigos éticos para ejercer la función pública, realizar los negocios, y educar y formar un nuevo ser. Los cambios radicales de una sociedad desbordan, en el caso colombiano, la tradición normativa y macroeconomicista monetarista. Las dos están en crisis. Por tanto, su concepción y papel en el funcionamiento y evolución del Estado tuvieron su momento.
Con respecto a las teorías económicas, aquellos que ante el argumento cierto de los elevados costos e ineficiencia y corrupción de los organismos gubernamentales reivindican la reducción del Estado con efectos en la pérdida del patrimonio de la nación (privatizaciones), hacen planteamientos inadecuados, pues no presentan alternativas laborales para las personas desempleadas, ni los ingresos de las ventas de los activos se planifican para inversiones estructurales, que además son por una sola vez. ¿En qué se invierten los dineros de las privatizaciones, que es una plata de todos los colombianos, y que de la noche a la mañana se convierte en un activo de particulares nacionales o extranjeros?
Además, una sociedad que volvió tenue el límite entre honestidad y corrupción, entre violencia y vida, y una economía cuyo patrón de especialización está agotado, que no genera empleo a la intensidad requerida y que no remunera dignamente, es un enfoque de política inaceptable para superar la crisis. En este sentido, los modelos de ajuste estructural de corte neoliberal hacen a un lado muchos factores de las teorías del desarrollo para países como Colombia.
En este aspecto, y para muchos analistas, el modelo de ajuste estructural es sólo un instrumento de estabilización económica y no un modelo de crecimiento, y menos de desarrollo. Entre otras razones, porque la secuencia y gradualidad en la implementación de las reformas —en especial en un esquema neoliberal de las características del aplicado en el país— deja de lado decisiones relacionadas con el cambio estructural, sobre todo cuando las medidas son de choque, como aconteció en Colombia. Es decir, la reducción de los aranceles y la liberalización indiscriminada acabaron con cualquier posibilidad de una política industrial activa y de nuevas estrategias para las exportaciones. Por eso, el sector industrial ha perdido peso en la actividad global, aún más que el golpeado sector agropecuario. En cambio, se han incrementado los sectores de servicios no transables y la libre importación y el contrabando de bienes de consumo. De esa manera se cometieron excesos en la desregulación y reducción del Estado y en la liberalización comercial y financiera de la economía.
Evaluaciones recientes sobre el modelo de ajuste estructural aplicado en América Latina (Lora, Talvi 96) señalan que después de una acelerada recuperación de la economía, a los pocos años, éste evidencia una incapacidad para sostener elevados niveles de crecimiento y mantener el equilibrio de sus variables gruesas. Entre otras razones, y esto dependiendo del enfoque con el cual se aplique el modelo, la liberalización radical de la economía deja en segundo plano la política industrial y de exportaciones, como sucedió en Colombia, y de esa manera no rectifica los factores estructurales que llevaron a su fin al modelo de sustitución.
Por consiguiente, la macroeconomía de corto plazo debe resignar su papel hegemónico a la economía política, en la orientación del cambio estructural.
El populismo es aún más ineficaz por cuanto ha sido incapaz de abordar y de solucionar, tanto en el viejo modelo como en el reciente, los problemas estructurales de la región. América Latina ha vivido los efectos de esta política, incluso, en su versión neoliberal ha sido todavía mayor el fracaso (Cardozo E. 96).
Y los enfoques neoestructuralistas, si bien son más acertados en su diagnóstico y más ponderados en sus recomendaciones de políticas y estrategias macro, micro y meso, son tímidos e insuficientemente creativos en las propuestas sobre cambio estructural o reindustrialización, a pesar de la pertinencia de su pensamiento (Rosenthal, French-Davis, Bonavente 96).
El debate académico sobre el nuevo modelo de desarrollo aplicado en Colombia, desde 1990, tiene que someterse a la discusión rigurosa y seria, para efectuarle los cambios que requiere, porque ya muestra síntomas de estancamiento, de agudizar los desequilibrios sociales y económicos, y de no orientar el perfil del patrón de especialización.
Para el propósito de reindustrializar el país y de abocar la crisis del Estado, es absolutamente conveniente abandonar posiciones que lindan con el fanatismo antes que con la cordura y el rigor académico. La crisis de las políticas se refleja en el agotamiento del patrón de especialización, con impacto en el aumento del narcotráfico, la corrupción, el contrabando y la violencia.
En estas condiciones, cabe preguntarse si la función primordial del Estado regulador no será la de impulsar un proceso de reindustrialización del país (Acosta 96), teniendo en cuenta que los efectos de varias décadas de protección condujeron a un patrón de especialización poco dinámico y rezagado; a un comportamiento macroeconómico bueno y estable respecto a las economías de América Latina pero bastante pobre cuando se compara con otras economías en desarrollo ubicadas en el escenario de la Cuenca del Pacífico; y de mostrar que el enfoque inicial del nuevo modelo en materia de industrialización o de cambio estructural no permitirá superar los resultados del anterior modelo.
El desarrollo y la industrialización de Colombia distan de aquellos factores políticos y económicos que hicieron posible el Milagro Asiático, y que vale tener en cuenta para el futuro, cuando el país conciba su propio estilo de desarrollo: i) estabilidad política; ii) estabilidad de largo plazo del crecimiento macroeconómico logrado mediante el estricto control del déficit presupuestal, de la balanza de pagos internacional, de la inflación y del manejo efectivo de la deuda externa; iii) política industrial selectiva; iv) política externa que estimula las exportaciones, atrae capital y tecnología, promueve la integración al comercio mundial y mejora la competitividad de los productos al mismo tiempo que protege las industrias nacionales; v) apropiada intervención gubernamental en las actividades económicas; vi) fuerte inversión en el factor humano; viii) elevados depósitos en ahorros y tasas de inversión; ix) reducción de la brecha entre pobres y ricos para mejorar la distribución y la riqueza nacional; x) mayor equilibrio en el desarrollo de las regiones y mayor integración entre ellas; xi) planificando a largo plazo el desarrollo; y xii) la capacidad de prever los cambios internos en relación con los posibles cambios del entorno mundial.
Además, desde la economía política las lecciones que dejan para Colombia las experiencias recientes de industrialización y de inserción de las economías de la Cuenca del Pacífico, analizadas en este artículo, son las siguientes:
Cómo Estados Unidos concibió políticas y estrategias —internas y externas— para proteger y redinamizar su economía en doce años.
Cómo Japón adelanta una rigurosa autocrítica a su modelo empresarial y a la política industrial y cómo el Estado (empresarios, gobernantes y académicos) asume la decisión de reindustrializar el país con base en nuevos sectores y el bienestar de sus habitantes.
Cómo Corea diseña una política de industrialización a través de gigantescas empresas industriales, la identificación de sectores estratégicos y un propósito nacional inquebrantable de ser una de las siete más grandes economías del mundo en el año 2010.
Cómo Taiwán prospecta una política en sectores de altas tecnologías y de servicios a partir de su estratégica ubicación geográfica.
Cómo los Asean evolucionan aceleradamente de las ventajas comparativas en recursos naturales a manufacturas intensivas en mano de obra y a la producción de bienes de alto contenido tecnológico, en menos de treinta años, con el caso excepcional de Malasia que en cuatro años duplicó las exportaciones de 38.000 a 74.000 millones de dólares.
Cómo China previo los cambios tecnoeconómicos del mundo y de esa manera en 1979 modifica el modelo de desarrollo económico —sin abdicar de la ideología socialista— definiendo metas, para que en el año 2010 el conjunto de su sociedad esté en los umbrales del desarrollo y en el año 2020 ocupando uno de los cuatro primeros lugares del mundo tecnocientífico, para convertirse una o dos décadas más tarde en la segunda o primera superpotencia económica y militar del planeta.
Cómo los dos países de Oceanía conciben un modelo económico-ambiental y de internacionalización, haciendo un uso económico adecuado de sus recursos naturales.
Cómo las políticas macroeconómicas se adaptan a las decisiones de economía política. Es decir, la política económica macroeconómica sólo es un instrumento de las políticas de desarrollo y de la economía política.
A todo lo anterior se suma el factor cultural, el cual le da el verdadero perfil a las políticas de desarrollo de un país o de una región, que es una dimensión muy poco trabajada en Colombia en su relación con factores de economía política, como la competitividad.
¿Qué tan lejos está Colombia de esquemas de desarrollo de este tipo? ¿O qué tan cerca está de concebir un nuevo estilo de desarrollo? Sólo un discurso desde la cultura y de la economía política, con efectos en una nueva política internacional, —y no desde las leyes y del instrumental macroeconómico monetarista— hará posible un nuevo modelo de desarrollo y un deseable estilo de bienestar, porque los "paradigmas" empleados se agotaron.
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[1] El desarrollo endógeno es la capacidad de una sociedad para impulsar cambios estructurales a partir de su especificidad cultural y de las potencialidades de sus factores económicos, en el marco del contexto internacional prevaleciente
[2] Unión Europea, Estudio sobre productividad de las economías de la Unión Europea, Estados Unidos y Japón, Bruselas, 1994.
[3] PECC, en español, significa Consejo de Cooperación Económica de los Países de la Cuenca del Pacífico, conformado por más de 20 naciones de Asia Oriental y de países de América con fronteras naturales en el escenario de la Cuenca del Pacífico. El Creset fue coordinador del Pacific Economics Outlook, PEO, entre 1993 y principios de 1996.
[4] Expresión con la cual se define el proceso de relocalización de industrias japonesas en el exterior, derivado de la revaluación del yen, lo cual tiene efectos en la elevación de los salarios que se calculan sobre la base del dólar.
[5] Takahiro Miyao, op. cit.
[6] Zhu Xiaohua. "Apertura al sector financiero". Beijing Informa. Semanario chino, junio 16 de 1996.
[7] "China en el umbral del siglo XXI", China Hoy, junio de 1996.
[8] Los NIES y los países de la Asean crecieron el doble de la tasa registrada por Colombia en iguales períodos.
[9] La gran diferencia entre la política económica de Colombia con la de los países del Asia Oriental radica en que la primera hace énfasis en variables de demanda, y las últimas en variables de oferta.