LAS ÁREAS PRIORITARIAS DE LA AGENDA BIRREGIONAL DE LA UNIÓN EUROPEA Y LA COMUNIDAD ANDINA DE NACIONES

Diana Pardo

Investigadora, Centro de Estudios Internacionales, Universidad de los Andes.

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18-27

01/10/1998

01/10/1998

Documento preparado como insumo al Seminario sobre este tema, llevado a cabo en Quito, el 31 de julio de 1998, en el marco del proyecto sobre las relaciones externas conjuntas de la Comunidad Andina, que adelanta actualmente la Secretaría General de ese organismo.

INTRODUCCIÓN

Una de las repercusiones del fenómeno de la interdependencia y la aceleración de la globalización, después de la Guerra Fría, ha sido, sin duda, la proliferación de regímenes o instituciones internacionales que han surgido con el fin de regular las relaciones de los actores que conforman el sistema internacional. Robert Keohane define las instituciones como "conjuntos de reglas (formales e informales) persistentes y conectadas, que prescriben papeles de conducta, restringen la actividad y configuran las expectativas"[1]. En el mundo de la posguerra fría cada día son más frecuentes las transacciones de carácter cooperativo entre los diferentes actores, para lo cual se hace necesaria la creación de instituciones y regímenes internacionales. Las instituciones facilitan la cooperación porque proveen unos parámetros que permiten a los Estados llegar más fácilmente a un acuerdo. De esta manera, las instituciones surgen como consecuencia de las transformaciones producidas a nivel mundial y a la necesidad de los Estados de insertarse de manera positiva en la economía internacional. Estas instituciones se traducen en la formación de bloques comerciales regionales o en procesos de integración, así como en la creación de canales institucionales de comunicación a nivel bilateral, multilateral o birregional.

Dentro de este contexto, se ubica el esquema de relacionamiento entre la Comunidad Andina y la Unión Europea. Los países andinos se han visto en la imperante necesidad de revitalizar la cooperación regional, estableciendo esquemas más efectivos que los del pasado en materia de integración política y comercial. El deseo de estrechar los vínculos entre los países andinos ha coincidido igualmente con nuevas iniciativas adoptadas al interior de cada uno de los Estados miembros de la CAN, dirigidas a buscar una reforma estructural y de apertura al comercio internacional. La UE por su parte, también se ha visto envuelta en grandes reformas —contenidas en el Tratado de Maastricht— que han fortalecido a la región política y económicamente, y le han dado un impulso al fortalecimiento de lazos entre la UE y otros países y regiones del mundo. El objetivo de crear una política externa común de la Comunidad Andina (CAN), no se había mencionado en la larga historia del Grupo Andino sino hasta junio de 1997 con la firma del Protocolo de Sucre. Este documento recoge el deseo de los países miembros de la CAN de formular una estrategia externa comunitaria orientada no solamente a profundizar los vínculos económicos de los países andinos con procesos de integración ya existentes en la región, sino a identificar aquellos temas que deben ser abordados a nivel de la Comunidad, tales como el narcotráfico, los derechos humanos, el medio ambiente, el tráfico de armas, y el comercio, entre otros. Sin embargo, hablar de una política exterior común de la Comunidad Andina es todavía un poco prematuro e ilusorio. Lo que es claro es la voluntad y la certeza de los países miembros de que unidos podrán tener un mayor poder negociador e interlocutor frente a terceros. En ese sentido, la CAN ha venido actuando de manera unificada en el caso de las negociaciones del ALCA (Acuerdo de Libre Comercio de las Américas), frente a la OMC, y ante la Unión Europea.

Si bien hasta el momento ha sido muy difícil definir una estrategia externa común, sí se han dado pasos en el sentido de establecer cuáles son las prioridades, tanto temáticas como geográficas, para los países de la CAN. Aun cuando es claro que cada uno de los miembros tiene visiones e intereses a veces diferentes frente a los temas que conforman sus necesidades internas, existen algunos elementos comunes que permiten identificar una agenda multilateral de la Comunidad Andina.

En cuanto a la agenda temática, es claro que los temas económicos constituyen la prioridad para la CAN. Dentro de este contexto, es importante anotar el acercamiento que se ha dado en los últimos meses entre la CAN y Mercosur[2]. A nivel geográfico, el mayor vínculo externo se ha dado a nivel regional. Sin embargo, a partir de la revitalización del GRAN y el surgimiento de la Comunidad Andina, los países andinos se han visto muy interesados en estrechar los lazos políticos y económicos con la Unión Europea, la cual se ha convertido en una de las prioridades geográficas de la CAN. De la misma manera, la UE, dentro de su objetivo general de fortalecer los lazos con América Latina, ha visto con muy buenos ojos el refortalecimiento de la CAN.

El deseo de la Unión Europea de estrechar los vínculos, tanto económicos como políticos con la CAN se inscribe dentro de la estrategia general de la Comisión Europea de fortalecer los lazos con América Latina. Dentro de este contexto, la UE y la CAN han estrechado y consolidado sus relaciones que se basan en una amplia agenda temática que abarca temas como el narcotráfico, el comercio y la inversión extranjera, y el diálogo institucional, entre otros.

Dentro de este contexto, el presente ensayo intenta hacer una aproximación a las relaciones entre la Comunidad Andina y la Unión Europea, con el objetivo de que sirva como guía de discusión para analizar las oportunidades y posibilidades que ofrece la última para los países andinos. El trabajo se divide en tres partes: la primera hace un breve recuento histórico de la evolución del diálogo UE-América Latina, con el fin de ubicar el marco general en el cual se ubican las relaciones entre la UE y la CAN. En la segunda sección se analizarán los principales temas de la agenda birregional, así como los mecanismos de cooperación existentes. Finalmente, y a manera de conclusión, se realizará una reflexión sobre las perspectivas futuras de las relaciones.

EVOLUCIÓN DE LAS RELACIONES EUROPEO-LATINOAMERICANAS

Las relaciones birregionales Europa-América Latina han sido tradicionalmente buenas, aunque sólo hasta hace unos pocos años éstas comenzaron a profundizarse. El primer contacto entre la Comunidad Económica Europea (CEE) y América Latina se realizó durante los primeros años de la década de los ochenta, cuando los países que conformaban el Grupo de Contadora se acercaron a la CEE, solicitando su apoyo en su objetivo de buscar una salida pacífica y negociada a la crisis por la que en ese momento estaba atravesando Centroamérica[3]. En una situación como ésa, en la que la región se había convertido en escenario del conflicto Este-Oeste, la CEE decidió mediar entre las partes para negociar una resolución pacífica al conflicto. El compromiso de los países miembros de la Comunidad fue el origen de un acercamiento con la región. En efecto, a partir de ese momento, y con el Grupo de Contadora ampliado en el Grupo de los Ocho —más tarde Grupo de Río— se inició un diálogo institucional periódico entre las dos regiones, que aún se mantiene. Desde entonces, la UE ha demostrado un claro interés en América Latina, aunque los vínculos que se han logrado no se han dado de manera homogénea, sino a nivel subregional o bilateral, desarrollando políticas diferentes según el caso[4]. De esta forma, actualmente existen canales de diálogo entre la UE y el Grupo de Río, la UE y Mercosur, la UE y la CAN, la UE y Centroamérica, y a nivel bilateral, entre la UE y México y la UE y Chile. Esta tendencia de heterogeneidad en las relaciones obedece a "la diferenciación de los propios intereses de la UE en América Latina, y a las crecientes divergencias entre los mismos países latinoamericanos"[5].

A nivel general, el foro de diálogo político entre la UE y América Latina lo ha constituido el Grupo de Río, que representa a la mayoría de los países de la región. Este diálogo, sin embargo, se ha mantenido en un nivel puramente retórico y declarativo, en el que se discuten los temas globales de la agenda birregional, sin acordar iniciativas más concretas. Los acuerdos políticos y comerciales existentes en la actualidad se dan a nivel subregional, como ya se señaló. Es importante anotar las repercusiones que han tenido los cambios que se dieron a finales de la década de los ochenta en las relaciones entre estos dos bloques. Dentro del contexto de la Guerra Fría, las relaciones estuvieron caracterizadas por un componente ideológico. A partir de los noventa, esa característica cambió, abriendo la gama de temas de la agenda birregional e incluyendo aspectos como el comercio, el narcotráfico, los derechos humanos, la democracia, y el medio ambiente, entre otros.

Entre de las prioridades de la UE hacia América Latina se encuentran, en primer lugar, Mercosur, seguido de México y Chile —a nivel bilateral— y en un tercer plano la Comunidad Andina. Con el Grupo Andino hubo un primer acercamiento con la UE a finales de la década de los setenta, con predominio de un diálogo político sobre temas tradicionales como la lucha contra la pobreza y el desarrollo social. Durante la década de los ochenta, se mantuvieron estos canales de comunicación, más que todo dentro del esquema del Grupo de Río.

A partir de 1990, y con el propósito de promover la cooperación económica entre las dos regiones, se buscó la creación de nuevos instrumentos que abarcaran una agenda más amplia. Dentro de este contexto, en 1993 se firmó un acuerdo de tercera generación entre los países del Grupo Andino —hoy Comunidad Andina— y la UE, que incluye asuntos como el intercambio comercial, la inversión extranjera, el intercambio científico y tecnológico, entre otros[6]. En 1996, en la ciudad de Roma, se creó un marco institucional, con el fin de formalizar el mecanismo que permitiera un diálogo político birregional más eficiente y ágil. El objetivo primordial de la Declaración de Roma fue el fortalecimiento de las relaciones, y el reconocimiento, por parte de la UE, de las reformas de la integración andina. En esta ocasión, la UE y la CAN acordaron la celebración de reuniones entre el Presidente del Consejo Presidencial Andino, la Presidencia de la UE, y el Presidente de la Comisión Europea, cuando fuese necesario, con el fin de dialogar sobre aquellos temas de interés común[7].

LOS PRINCIPALES TEMAS DE LA AGENDA UE-CAN

Narcotráfico

El tráfico de drogas ilícitas es uno de los temas que permite un mayor consenso entre los países andinos, a pesar de que el problema afecta a cada uno de manera diferente. Pero es claro que todos ellos padecen —unos con mayor intensidad que otros— de este flagelo.

La cooperación de la Unión Europea con los países productores de drogas andinos obedece a la percepción que tiene dicha institución frente al tema del narcotráfico. La política exterior de la UE hacia el tema de las drogas ilícitas, se basa en la idea de que la solución a este problema debe ser multilateral, ya que existe una corresponsabilidad tanto por parte de los países productores, como de los consumidores. En esa medida, existen unas políticas orientadas a combatir la demanda de narcóticos, y otras dirigidas concretamente a cooperar con los países oferentes, con el objetivo de combatir la oferta. Esta concepción del problema, coincide con la de los países andinos, en el sentido de que ambas regiones consideran que el narcotráfico es un fenómeno transnacional y multidimensional, para el que se requiere una estrategia integral como la que propone la UE. Esta filosofía difiere radicalmente de la política antidrogas de Estados Unidos, que ha mantenido una estrategia basada en el prohibicionismo y la represión, en la que los países productores de droga se han convertido en las víctimas de esa guerra. Gran parte de la ayuda de la UE a otros países está encaminada, como se verá más adelante, a mitigar la pobreza y el subdesarrollo, considerados como una de las causas de la dedicación al negocio ilícito de las drogas en todas sus dimensiones: cultivo, procesamiento y tráfico[8].

La cooperación de la UE con los países andinos en materia de narcotráfico se inició en 1987 con programas de ayuda financiera destinados a la lucha contra las drogas. En 1990, se estableció el Sistema de Preferencias Arancelarias Generalizadas (SPG), por medio del cual se concede una reducción de aranceles a algunos productos andinos que entran a Europa. Este tratamiento especial se otorgó en una primera fase desde 1991 hasta 1994 y fue posteriormente prorrogado hasta 1999. En un comienzo, Colombia, Bolivia, Ecuador y Perú se beneficiaron de este sistema. En 1993, Venezuela entró a formar también parte.

Además del SPG, el 12 de febrero de 1998, ambas regiones suscribieron un convenio de cooperación y asistencia técnica para la lucha contra las drogas, que establece el desarrollo de proyectos en tres áreas específicas: armonización legislativa en materia de drogas, control del comercio de precursores químicos, y lavado de dinero[9].

La tercera reunión de diálogo especializado de alto nivel sobre droga se llevó a cabo en noviembre 26 de 1998 en la ciudad de Cartagena. En este encuentro la Unión Europea reafirmó su voluntad de cooperar con los países andinos en la lucha contra la droga. Dentro de los temas discutidos en esta reunión, el más importante fue el anuncio de la conformación de un Observatorio Nacional de las Drogas, en Venezuela, con el apoyo financiero de la UE, que abarcará posteriormente a toda la región andina.

Comercio e inversión extranjera

Los cambios políticos y económicos experimentados por los países andinos, a comienzos de la década de los noventa, crearon un clima más propicio para estrechar los vínculos con otras regiones y países del mundo. Sin lugar a dudas, las políticas de apertura económica adoptadas por los países miembros de la CAN, sentaron las bases para que la Unión Europea mostrara un mayor interés hacia la región.

Para los países andinos, la UE es un socio económico de gran importancia. A nivel internacional, ocupa el segundo lugar después de Estados Unidos, con un intercambio comercial global del 17%, frente al 41% que detenta Estados Unidos. A pesar del atractivo que ofrece el mercado europeo para la Comunidad Andina, la balanza es más favorable para los primeros. En efecto, el intercambio comercial ha sido siempre desequilibrado, y deficitario para la CAN.

Como se mencionó en párrafos anteriores, la UE no le da un tratamiento homogéneo a los países de América Latina. En cuanto a las políticas comerciales sucede lo mismo. Existe una especie de jerarquía de acuerdos comerciales, en los cuales las preferencias varían de un país, o de una región a otra. Dentro de este contexto, Chile y México, a partir de 1996 y 1997 respectivamente, iniciaron las negociaciones con la UE para la firma de un acuerdo de libre comercio. Así mismo, con el Mercosur existe un Acuerdo Marco Intrarregional de Cooperación Económica y Comercial, firmado en 1995 con miras a alcanzar un acuerdo de libre comercio para el año 2010.

Para los países andinos, además del Acuerdo Marco de Cooperación existe el SPG, así como un programa temporal de ayuda al desarrollo. El mecanismo de cooperación existente más importante en la actualidad es el SPG, descrito brevemente en párrafos anteriores. El SPG andino es un mecanismo preferencial arancelario aplicado unilateralmente por la UE, mediante el cual aproximadamente el 80% de las exportaciones agrícolas e industriales de los países andinos ingresa a la Unión Europea con un arancel 0[10]. Entre los productos agrícolas se encuentran café, cacao, grasa y aceite de cacao, algunas flores como claveles, crisantemos y rosas, pitahayas, maracuyás, palmitos, entre otros.

A pesar de las posibilidades que ofrece este sistema, los países andinos no han aprovechado suficientemente las preferencias arancelarias. La incertidumbre que ha conllevado el hecho de no saber con exactitud si el esquema se va a prorrogar o no, ha contribuido a que los países andinos no puedan trazar una estrategia coherente y de largo plazo. Adicionalmente, el SPG cuenta con algunos problemas. Por un lado, la UE ha demostrado el interés de condicionar estas prorrogativas al buen desempeño de los países beneficiados en materia de derechos humanos y medio ambiente. Por otro lado, la UE va a sentir la necesidad de fijar unas concesiones recíprocas en materia comercial. En este sentido, en el largo plazo sería más viable definir las relaciones económicas entre la UE y la CAN dentro de un acuerdo de cuarta generación, como el suscrito entre la UE y Chile y México respectivamente, en donde existe una reciprocidad comercial como resultado de un acuerdo de libre comercio.

Sin lugar a dudas, en materia comercial la Comunidad Andina no representa la prioridad para la Unión Europea. Como se afirmó en la introducción, sólo después de Mercosur y de Chile y México, se encuentran los países andinos. En esa medida, es fundamental que la Comunidad Andina fortalezca sus vínculos comerciales con la UE. En ese sentido, pensar en un acercamiento real entre la CAN y Mercosur, sería de gran beneficio para el primero frente a los países europeos, ya que abriría las puertas a la extensión de una zona de libre comercio entre la UE y el bloque CAN-Mercosur. En la actualidad, la conformación de un área de libre comercio entre estos dos bloques subregionales es uno de los principales objetivos de la CAN[11].

La inversión extranjera de la UE a la Comunidad Andina es otro de los temas prioritarios para la CAN. La UE es el segundo inversionista extranjero de la CAN, después de Estados Unidos. Los niveles de inversión extranjera directa se han incrementado en forma significativa en los últimos años. De 173 millones de dólares invertidos en 1991, se ha pasado a una cifra de 1.695 millones de dólares en 1996[12].

En 1994, se creó el programa para la promoción de las inversiones Al-Invest. Este esquema de cooperación tiene como objetivo establecer contactos entre los empresarios europeos y los latinoamericanos, con el fin último de fomentar el comercio y las inversiones entre ambos bloques[13]. Bajo este programa se han creado alrededor de 30 centros de empresarios europeos en América Latina, los Eurocentros, los cuales tienen como función principal desarrollar las diferentes actividades de Al-Invest. En el mismo sentido, en el foro Euro-Andino realizado en mayo de 1998 se creó el Consejo Empresarial Euro-Andino, integrado por empresarios y líderes industriales de ambas regiones. El objetivo de este Consejo es crear una estructura estable de discusión sobre las relaciones económicas de los dos bloques. Esto es importante en el sentido de que se está involucrando a la sociedad civil, en este caso el sector empresarial, en el debate de las políticas comerciales.

Además de los canales de cooperación mencionados, los países andinos han firmado en los últimos años acuerdos marco de cooperación con el Banco Europeo de Inversiones (BEI). La función del BEI es financiar proyectos de inversión en América Latina y están dirigidos más que todo a proyectos públicos de infraestructura, aunque también están previstos créditos para los empresarios del sector privado[14]. Finalmente, es importante resaltar que los países andinos han llevado a cabo algunas reformas legislativas con el fin de crear un clima más favorable para el fomento de la inversión extranjera directa.

OTRAS ÁREAS DE COOPERACIÓN

Además de los temas mencionados anteriormente, existen otros elementos en los cuales la UE ha concentrado la cooperación regional con la CAN. Por ejemplo, la UE ha demostrado un alto grado de apoyo en la construcción y revitalización institucional de la Comunidad Andina, así como en la definición y aplicación de las diversas políticas de integración. En ese sentido, la mayoría de recursos se ha dirigido a la transferencia de conocimientos técnicos y el apoyo institucional a las diferentes instituciones andinas. La Secretaría General y el Tribunal Andino de Justicia han sido los más beneficiados. Por otra parte, la UE se ha mostrado igualmente interesada y dispuesta a cooperar con los países andinos en materia de medio ambiente. En este campo, el apoyo se ha encaminado a la optimización de los recursos forestales e hídricos de la cuenca amazónica, a través de la transferencia de know-how, y del estudio de un proyecto de armonización legislativa y a la preparación de planes de desarrollo[15].

Otros campos de cooperación abarcan asuntos como la cooperación científica y tecnológica, dentro de los cuales se busca promocionar el intercambio de científicos entre las dos regiones y apoyar la transferencia de nuevas tecnologías[16].

PERSPECTIVAS FUTURAS

En el presente ensayo se esbozan los puntos más importantes que conforman en la actualidad la agenda de las relaciones UE-CAN. Sin embargo, existen otros asuntos sobre los que no existe un compromiso de cooperación por parte de la UE, y que la Comunidad Andina debería incluir en su lista de prioridades frente a su relación con Europa. Entre otros temas, los de mayor importancia en esta lista son la democracia y los aspectos sociales como la educación, la cultura, y la migración. Respecto al primer tema, es claro que la UE tiene un gran interés en los procesos de consolidación democrática de los países andinos. En todos los acuerdos de cooperación suscritos con estos países se incluye sin falta una cláusula democrática. No obstante, este asunto no ha sido una prioridad en la agenda birregional. Consideramos que es fundamental que este tema surja como una prioridad, ya que la democracia está lejos de estar consolidada en la región andina. Existen muchas amenazas que atenían contra las instituciones democráticas, tales como la corrupción, la insurgencia armada, las violaciones a los derechos humanos y el narcotráfico, para nombrar algunas. Estos fenómenos muchas veces representan un obstáculo para la integración regional. Se hace imperativo buscar canales apropiados, orientados a la modernización de los sistemas judiciales y penitenciarios, sistema electoral y procesos de financiación de campañas. En la actualidad existen convenios bilaterales entre la UE y algunos países andinos. Pero el tema no es tratado aún dentro del diálogo institucional birregional.

En el mismo sentido, los temas de la agenda social de la Comunidad Andina no figuran dentro del marco de cooperación de la UE hacia los países andinos. El aspecto social y cultural es fundamental para fortalecer la integración regional andina en toda su dimensión. Frente a estos temas, en la VII Reunión Presidencial de los Países Andinos celebrada en Quito en 1995 se definió como uno de los objetivos generales de la Agenda de integración andina desarrollar una Agenda Social de la integración. Posteriormente, en el Protocolo de Sucre de 1997 se incorporaron tres nuevos capítulos al Acuerdo de Cartagena: relaciones externas, comercio de servicios y miembros asociados, y asuntos sociales y culturales. Estos tres temas conforman los pilares de la nueva etapa de integración de la CAN. Como desarrollo de este objetivo, en la actualidad la CAN está estudiando la conformación de una Agenda Social con el fin de involucrar más efectiva y directamente a la sociedad civil en los procesos de integración de la Comunidad Andina. Esa agenda abarca los siguientes tópicos: i) la educación y formación de una cultura y ciudadanía de la integración, ii) el fortalecimiento de los temas sociolaborales, iii) la definición de políticas migratorias, y iv) el desarrollo fronterizo como espacio vivo de la integración[17].

Para concluir, es indudable que la década de los noventa coincidió con un estrechamiento de los lazos entre la UE y la CAN, resultado de muchos factores a los que nos hemos referido a lo largo del presente ensayo. Sin embargo, es importante resaltar que, para la UE, la CAN no representa una prioridad. En esa medida, depende de los países andinos fortalecer los vínculos comerciales y políticos con esa región. Como primera medida, la tarea más urgente es lograr un mayor acercamiento a Mercosur. La constitución de una zona de libre comercio entre estos dos grupos debe ir acompañada de una estrategia política que permita a estos países proyectarse a nivel intra y extra hemisférico. En ese sentido, la consolidación de un bloque subregional les dará a los países suramericanos un mayor poder interlocutor frente a las negociaciones de la creación del ALCA, así como frente a la Unión Europea. A pesar de los avances que se han logrado en las negociaciones entre la CAN y Mercosur, hace falta voluntad política por parte de los países miembros de la CAN para convencerse de las ventajas de una alianza estratégica de este tipo. El mundo globalizado actual exige esta clase de medidas. De lo contrario, no será posible insertarse de una manera eficaz y positiva en el escenario internacional de finales del siglo XX.

 

CAF, Ministerio de Relaciones Exteriores, Comunidad Andina y Mercosur: desafíos pendientes de la integración en América Latina, Bogotá, 1998.

Comisión Europea, "Comunidad Andina: orientaciones plurianuales indicativas", Bruselas, marzo de 1998.

Fescol, Ministerio de Relaciones Exteriores, El Diálogo entre la Unión Europea y América Latina, Bogotá, 1995.

Irela, La nueva realidad andina y la Unión Europea: las relaciones birregionales hacia el año 2000, Madrid, mayo 1998.

Muriel Laurent, "La cooperación externa de la Unión Europea en materia de lucha contra la droga", en Colombia Internacional, No. 37, 1997.

Richard Little, "International Regimes", en John Baylis y Steve Smith (eds.), The Globalization of World Politics, Oxford: Oxford University Press, 1997.

Robert Keohane, Instituciones internacionales y poder estatal, Buenos Aires: GEL, 1993.

Susan Kauffman Purcell y François Simon (eds.), Europe and Latin America in the World Economy, Boulder: Londres, 1995.

Wolf Gradendorf, "América Latina y la Unión Europea: hacia un birregionalismo selectivo", en Alberto Van Klaveren..., 1997.



[1]     Robert Keohane, Instituciones internacionales y poder estatal, Buenos Aires: GEL, 1993, p. 16.

[2]    El 16 de abril de 1998, los países de la CAN y Mercosur suscribieron un acuerdo en el que se comprometen a crear una zona de libre comercio entre los dos bloques a partir del 1 de enero del año 2000.

[3]     En ese sentido, ver: Teresa Ivars, "El Grupo de Río y la Unión Europea", en (varios autores) El Diálogo entre la Unión Europea-América Latina. Bogotá: Fescol, Ministerio de Relaciones Exteriores, 1995.

[4]    Wolf Grabendorf, "América Latina y la Unión Europea: Hacia un birregionalismo selectivo", en Alberto Van Klaveren.

[5]    Ibíd., p. 73.

[6]          Ibíd., p. 87.

[7]     La nueva realidad andina y la Unión Europea: las relaciones birregionales hacia el año 2000. Madrid: Irela, mayo 1998, p. 29

[8]    Para una revisión de la política antidrogas de la UE, ver. Muriel Laurent, "La cooperación externa de la Unión Europea en materia de lucha contra la droga", en Colombia Internacional, No. 37, enero-marzo 1997.

[9]     Irela, op. cit., p. 31.

[10]    Juan Manuel Lesmes, "El punto de vista empresarial", en El diálogo Unión Europea-América Latina, op. cit., p. 95.

[11]   Para un análisis de las relaciones entre la Comunidad Andina y Mercosur, ver: Comunidad Andina y Mercosur. Desafíos pendientes de la integración en América Latina. Bogotá: CAF, Ministerio de Relaciones Exteriores, 1998.

[12]   Juan Manuel Lesmes, "El punto de vista empresarial", en Diálogo Unión Europea..., op. cit., p. 95.

[13]   Irela, op. cit., p. 35.

[14]   Ibíd., p. 36.

[15]   "Comunidad Andina: orientaciones plurianuales indicativas", Comisión Europea, Bruselas, marzo 1998.

[16]   Irela, op. cit., p. 28.

[17]   Ministerio de Relaciones Exteriores, Comunidad Andina, Propuesta de Agenda Social para la integración, Bogotá, marzo de 1998.