LA CRISIS EN TAILANDIA I: DETERMINANTES COYUNTURALES Y ESTRUCTURALES

Philippe De Lombaerde

Profesor, Departamento de Teoría y Política Económica, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional de Colombia. Miembro de ALADM-Colombia.

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5-26

01/01/1999

01/01/1999

INTRODUCCIÓN

Una de las características más importantes de la economía mundial en la segunda mitad de los años noventa es indudablemente la crisis asiática. La crisis puso fin a varias décadas de rápido crecimiento en varios países del Este y Sureste Asiático, el llamado "milagro asiático". Esto no quiere decir que deben desconocerse los resultados económicos excepcionales en la región en la posguerra, sino que nos permite delimitar el milagro en el tiempo.

El reino de Tailandia tuvo el dudable honor de constituirse en la primera ficha de un efecto dómino que ha producido esa "crisis asiática" y que ha producido efectos significativos a nivel mundial. El análisis del caso tailandés, lo cual es el objetivo de este artículo, permite entonces aislar mejor los determinantes internos de esta crisis, independiente del efecto de contagio[1].

Es importante ver una crisis, no sólo como un conjunto de factores negativos, sino también como una cadena de causalidades parciales. Esto implica que un cambio beneficioso en los "primeros" eslabones de la cadena puede conducir a una nueva cadena de efectos causales, con signo positivo. Una crisis de tipo hard landing, como en el caso tailandés, parece también un sistema caótico, en el cual hechos en sí poco importantes pueden ser cruciales para entender la dinámica en el tiempo de la misma.

A tratar de esquematizar la crisis, se hará la distinción entre las esferas económica y político-social, entre efectos estructurales y coyunturales, y entre factores internos y externos. El presente artículo, el primero de dos, busca identificar los determinantes de la crisis en Tailandia. Un segundo artículo estará dedicado al manejo político de la crisis y presentará las conclusiones generales.

LA CRISIS EN CIFRAS

Una primera aproximación a la gravedad de la crisis económica tailandesa ofrece la evolución de las tasas de crecimiento en los últimos años. Mientras que el crecimiento promedio en el período 1961-1972 alcanzó el 11,3%, entre 1973-1979 el 7,7%, entre 1980-1990 el 7,6% y entre 1990-1995 el 8,4% (Warr, 1993:57; Banco Mundial, 1997:259), es decir, de las más altas tasas en el mundo, en 1996 las tasas se quedaron 1,5 puntos por debajo de las proyecciones iniciales; en 1997, la expectativa del 8% quedó finalmente reducida a un crecimiento cero y para 1998 se espera un crecimiento negativo (Cuadro 1)[2].

 

 

 

 

Las cifras, además de mostrar la magnitud de la crisis, muestran muy bien la incapacidad de los analistas para preverla y entenderla. La crisis tailandesa también es una larga secuencia de revisiones de las proyecciones hacia abajo.

Otra manera de aproximarse a la gravedad de la crisis es a través de los indicadores financieros. En el Anexo se encuentra una selección de indicadores financieros, en la medida de lo posible, registrados semanalmente. Por un lado, estas cifras reflejan bien la dinámica económico-política durante la crisis (toma de decisiones, flotación del baht, cambios políticos...), pero, por otro lado, muestran también fenómenos de sobrerreacción típicos del comportamiento de los agentes en los mercados financieros.

A mediados de 1997, Graham Muirhead de HSBC Asset Management, señaló que el SET ya había caído en un 74%, muy cercano a la caída del DOW de 85% en 1929-1931, lo cual permitió suponer, que la crisis estuvo cerca de su punto más bajo (Far Eastern Economic Review, 1997a:46).

DETERMINANTES EN LA ESFERA ECONÓMICA

La cuenta corriente tailandesa a la luz de la crisis mexicana

La primera señal de crisis, que no fue percibida como tal en ese entonces, se mostró probablemente en enero de 1995, a raíz de la crisis mexicana, cuando los inversionistas internacionales empezaron a ejercer presiones sobre las monedas de países con déficit importantes en la cuenta corriente y a vender bahts[3]. El Banco de Tailandia (Bank of Thailand —BOT—) reaccionó rápida y oportunamente y logró restablecer el interés en la moneda, aumentando básicamente las tasas de interés.

Sin embargo, a pesar de esta respuesta efectiva por parte de las autoridades monetarias tailandesas a los movimientos del mercado en este caso particular, empezó a vislumbrarse un problema más fundamental. En efecto, en los años noventa, a raíz de la tendencia hacia una mayor liberalización de los mercados cambiarios y de capital, los gobiernos de Tailandia y de la región se vieron enfrentados a mayores volúmenes negociados por parte de los inversionistas en los mercados cambiarios y bursátiles (Cuadro 2).

La globalización de los mercados financieros en los noventa se debió a varios factores:

El mejoramiento de las tecnologías de información y comunicación. las reformas económicas en los países de destino, como son los del Sureste Asiático. las nuevas oportunidades en términos de tasas de retorno a largo plazo y diversificación de riesgo en los países en desarrollo; y la baja en las tasas de interés a nivel mundial (Rana, 1997:29).

CUADRO 2 MERCADOS CAMBIARIOS FUTUROS: VOLÚMENES DIARIOS ONSHORE (1994-1995)

 

* indica existencia de mercado offshore.

Fuente: Sender (1995a:60).


 

Los crecientes volúmenes negociados en la bolsa disminuyeron también la importancia de los inversionistas pequeños. La dominación resultante de los grandes fondos ocasionó una mayor convergencia en el comportamiento y las estrategias de los inversionistas y una mayor volatilidad (Sender, 1996:43).

Ese crecimiento acelerado de los volúmenes negociados en los mercados cambiarios dejó a los sectores económicos con cierta preocupación acerca de la capacidad de los bancos centrales para manejar el tipo de cambio en el mercado. Por esta razón el 20 de noviembre de 1995, los bancos centrales de Hong-Kong[4], Tailandia, Indonesia y Malasia, a raíz de una reunión de diez bancos centrales, firmaron un pacto para la defensa contra ataques especulativos, comprometiendo a los firmantes de los acuerdos bilaterales, a prestarse mutuamente dólares estadounidenses, apoyados en títulos. Sin embargo, esta iniciativa, siendo importante como primera expresión de una voluntad de cooperación monetaria en la región, encontró una recepción muy escéptica por parte de los analistas (Sender, 1995a: 60; 1995b:70).

La baja en la competitividad y los problemas políticos generaron nuevas presiones sobre la moneda en la primera mitad de 1996. Con base en estos factores no era posible, sin embargo, predecir una crisis de la magnitud que se presenció posteriormente. La posibilidad de un agravamiento abrupto de la situación sí empezó a contemplarse entre los analistas, pero sin otorgarle necesariamente mayores probabilidades.

En marzo de 1996, justamente, el BOT proyectó una disminución del déficit en cuenta corriente de 8% del PIB en 1995 a un 6,5% en 1996 (Fairclough, 1996d:55,56). Esto coincidió con una coyuntura moderadamente optimista entre los analistas sobre la sostenibilidad de los déficits en cuenta corriente en los países de la región, calificando además los fundamentos económicos de Tailandia más sólidos que los de Malasia, por ejemplo.

Entre los elementos que se han destacado, para matizar la situación de la cuenta corriente, se pueden mencionar, por ejemplo:

la composición de las importaciones (60% corresponden a bienes de capi tal e intermedios);la canalización importante del déficit hacia la expansión industrial y el up- grading tecnológico, lo cual produjo un crecimiento de 24,5% en las exportaciones en 1995[5]; las medidas tomadas por el gobierno para estimular el ahorro de los particulares: otorgamiento de incentivos fiscales y esquemas contractuales, y la intención del BOT para controlar el crédito[6]; un mercado laboral estrecho, pero no tanto como en Malasia.

Sin embargo, otros elementos encontraron una recepción más ambigua, por ejemplo:

el anuncio del gobierno de Banharn de organizar un monitoreo mensual de la situación de la cuenta corriente y de diseñar un plan de acción; los planes del gobierno para expandir la inversión en infraestructura y defensa; la falta de transparencia en la financiación de la cuenta corriente.

Este último punto tenía que ver con el hecho de que gran parte de la inversión extranjera era canalizada a través del Bangkok International Banking Facility —BIBF—[7]. Cuando el BOT sostenía que 11,1 mil millones de dólares de los 18,1 mil millones de dólares de la entrada neta de capital eran de "alta calidad", habían incluido la inversión de portafolio en la llamada categoría, lo cual no se percibió como algo evidente (Vatikiotis, 1996d:55,56).

De todos modos, en el primer semestre de 1996, varias encuestas mostraron que el mundo de negocios todavía estuvo muy confiado en el curso de la situación económica en Tailandia y en la región. En febrero, una mayoría (56%) de altos ejecutivos, encuestados en 10 países de Asia, estimó que los altos índices bursátiles reflejaban en primera instancia fuertes factores fundamentales, y no factores externos (Far Eastern Economic Review, 1996b:32). El 60% de los empresarios encuestados en Tailandia (es decir, superior al promedio en la región, que era del 50,2%) opinaba que la bolsa iba a sostener su desempeño en el resto del año. En marzo, el 94% de los altos ejecutivos encuestados en la región calificaba las perspectivas de crecimiento en la región como buenas o muy buenas (Far Eastern Economic Review, 1996c:31). El 50% de los altos ejecutivos esperaba un valor del dólar estable en 1996 y el 22% (40% de los tailandeses) incluso una devaluación del mismo (Far Eastern Economic Review, 1996d:30).

Las señales de desaceleración de la economía tailandesa, en abril-mayo de 1996, parecieron sugerir que de pronto un soft-landing de la economía era posible, lo cual convirtió las perspectivas de los inversionistas en más optimistas acerca del segundo semestre del año (Far Eastern Economic Review, 1996f:43). El BOT publicó una proyección del crecimiento para 1996 de 8,3%, frente a un 8,6% en 1995, y de la inflación para marzo de 7,3%, por debajo de la cifra de febrero de 7,4%[8]. Las proyecciones del déficit en cuenta corriente para 1996 oscilaron entre 7,5% del PIB (Crosby Securities) y 7,8% (BOT), frente al 8,1% en 1995 (Fairdough, 1996i:40). Otros indicadores como los índices de la producción y el crecimiento de las importaciones mostraron tendencias conformes (Vatikiotis, 1996g:69). El crecimiento más lento hizo decrecer las importaciones de bienes de capital, los cuales constituyeron más del 50% del déficit comercial en el 1995. Otras señales, en la misma dirección, incluyeron algunas medidas del BOT. En abril se dio inicio a una política monetaria más restrictiva para enfrentar la inversión extranjera de corto plazo y para bajar la inflación. Entre las medidas tomadas se encontró el aumento en las reservas del sistema bancario del 2 al 7% de los depósitos (Vatikiotis, 1996g:69). Las tasas interbancarias a tres meses mostraron una baja, dadas las expectativas sobre tasas de interés más bajas[9].

A pesar de este nuevo optimismo moderado, las exportaciones reflejaron, sin embargo, un problema estructural de competitividad. Aunque se presentaron ciertas muestras de reestructuración y upgrading (por ejemplo, en semiconductores, carros, acero y petroquímicos), el crecimiento previsto por el BOT para 1996 era del 10%, claramente por debajo del 24% del 1995 (Fairclough, 1996i:38)[10]. El retorno de las acciones del sector no financiero en la bolsa de Tailandia (SET) bajó de 26,6% en 1990 a 7,7% en 1996 (Chanda y Vatikiotis, 1997:71).

A comienzos del segundo semestre de 1996, se empezaron a detectar más claramente ciertos paralelos con la situación mexicana de 1994. El Consejo Ejecutivo del FMI advirtió del riesgo del déficit en la cuenta corriente.

Con base en la experiencia mexicana, Goldstein, del FMI, desarrolló una regla heurística para detectar situaciones económicas con posibilidad de convertirse en crisis agudas, con base en un conjunto de "señales de peligro" a nivel macroeconómico.

El país que más síntomas mostraba del "México de la pre-crisis" era justamente Tailandia, y aquí encontramos probablemente la razón por la cual la crisis asiática se inició en este país, y no en otro. Para varias de las "señales" propuestas por Goldstein, el cuadro diagnóstico de Tailandia se parecía al de México (The Economist, 1996:55,56; Cuadro 3).

Tailandia proyectaba para 1996 un déficit en cuenta corriente que como porcentaje del PIB coincidía con el déficit mexicano en 1994 (cerca del 8%). Aunque un déficit así es lógico en economías de desarrollo acelerado, es muy difícil


CUADRO 3 SEÑALES DE PELIGRO DE GOLDSTEIN PARA MÉXICO EN 1994 Y PARA PAÍSES ASIÁTICOS SELECCIONADOS EN AGOSTO DE 1996

 

Fuente: The Economist (1996:55,56).


establecer hasta qué nivel sea sostenible. Lo que pudo haber inquietado, en el caso tailandés, fue la combinación de este déficit con el importante stock de deuda externa, que mostraba, básicamente, un sobreendeudamiento del sector privado[11].

Como único país de la región, Tailandia mostraba una mayor dependencia de capital financiero o de portafolio que México en 1994[12]. A pesar del reconocido éxito de Tailandia en atraer la IED, en 1996 el déficit en cuenta corriente estaba financiado casi totalmente por capital de portafolio. En estas circunstancias, el BOT optó por acumular reservas externas para estabilizar la balanza de pagos.

Aunque los bancos centrales pueden tratar de frenar la expansión de la masa monetaria, a través de coeficientes de reservas más exigentes o la emisión de bonos del Estado, la acumulación de reservas externas generalmente ocasiona una expansión del crédito doméstico y en un aumento de la inflación, lo que los deja, básicamente, con dos alternativas: dejar apreciar la moneda (con las consecuencias adversas para la competitividad) o introducir medidas de control dirigidas a la inversión en portafolio misma (dificultar los retiros rápidos, afectar los rendimientos, etc.) (Miller, 1996:34).

Finalmente, en el último año corrido, Tailandia mostró un crecimiento de la cantidad monetaria cercano al crecimiento de la oferta monetaria en México.

A pesar de estas coincidencias, debe constatarse también que la similitud o coincidencia entre la situación tailandesa y la mexicana era sólo parcial. Para otras de las "señales de peligro" de Goldstein, Tailandia no mostraba cifras inquietantes, al contrario.

En cuanto a la señal que Goldstein estimó de mayor importancia, la discrepancia entre deuda a corto plazo y reservas exteriores, Tailandia mostró una situación mucho más "saludable". Mientras México llegó apenas al 20%, en Tailandia las reservas exteriores llegaron a más del 100% de la deuda a corto plazo (109%) (Cuadro 3). Esto produjo una menor inquietud entre los inversionistas acerca de la capacidad de Tailandia para pagar sus deudas.

Contrario al caso mexicano, donde el déficit en la cuenta corriente reflejaba, al menos parcialmente, un déficit del sector público, Tailandia contó con un excedente confortable en sus finanzas públicas (2,9 % del PIB).

Tailandia tampoco coincidía con el diagnóstico mexicano, ya que no tenía una moneda sobrevaluada; lo cual constituye evidentemente un elemento importante, capaz de desencadenar ataques especulativos contra la misma. A pesar de una leve revaluación real del baht en 1995-1996 debido a la revaluación del dólar estadounidense, al cual estaba atado, se considera que estaba todavía subvaluado frente a las monedas relevantes.

Con base en esta coincidencia parcial entre el diagnóstico tailandés y el mexicano, los analistas empezaron a expresar cierta prudencia. Señalaron además cierta incertidumbre alrededor de la posibilidad de movilizar apoyo externo en un escenario de crisis que, en el caso mexicano, con el compromiso estadounidense, había sido determinante en el desarrollo de la crisis (The Economist, 1996:56).

En octubre de 1996 se mostraron ciertos signos de estabilización: el déficit en cuenta corriente se redujo por debajo de 1,2 mil millones de dólares (30 mil millones de baht), subió el excedente de la balanza de pagos (8,6 mil millones de baht), y crecieron las reservas oficiales a 39,5 mil millones de dólares (Fairclough, 1996n:86).

En enero-febrero de 1997 el baht perdió 2% de su valor frente al dólar. Fue cuando el BOT decidió relajar las bandas cambiarias. Esto provocó una cierta preocupación sobre un posible ataque especulativo frontal e incidió negativamente en el índice bursátil de dos maneras. Primero, afectó de manera adversa el sector real con exposición al dólar, y, segundo, afectó la percepción general del estado de la economía por parte de los inversionistas. La confianza en el baht se vio afectada porque el gobierno no logró garantizar el crecimiento en las exportaciones, lo cual implicaba un continuado deterioro del déficit en la cuenta corriente[13]. El BOT negó rotundamente la posibilidad de una devaluación y mostró su fortaleza y determinación a través de intervenciones importantes en el mercado de divisas (con base en sus amplias reservas, que representaban el 21 % del PIB) y un incremento en las tasas de interés (Vatikiotis, 1997b:72).

En marzo, los inversionistas extranjeros empezaron a considerar nuevamente la compra de acciones de empresas tailandesas, por sus bajos precios y, por otro lado, las empresas tailandesas, muchas de las cuales de tradición familiar, empezaron a buscar activamente socios extranjeros, por las altas tasas de interés domésticas.

La desaceleración de la economía tailandesa durante el primer semestre de 1997 se reflejó en las nuevas proyecciones para el año corriente de los déficit en cuenta corriente (4% del PIB) y de la balanza comercial (4,7%) (Vatikiotis, 1997d:85).

El gobierno enfatizó en varias ocasiones, como lo hizo el ministro de Comercio, Narongchai Akrasanee, en mayo de 1997, que la situación de Tailandia era fundamentalmente diferente a la de México antes de su crisis. Se mencionaron como argumentos las grandes reservas oficiales y el superávit en las cuentas del Estado (Vatikiotis y Silverman, 1997:50).

En julio, el gobierno decidió dejar flotar el baht, causando así una devaluación drástica, y negociar un plan de ayuda con el FMI (cfr. infra).

En diciembre de 1997, se presentaron ciertas señales de mejoramiento en los fundamentos económicos, básicamente en las exportaciones. Esto, sin embargo, no afectó el SET, debido a que muchas firmas exportadoras no estaban registradas en la bolsa.

Reputación y credibilidad

Hoy en día, se reconoce que las variables que reflejan la reputación y la credibilidad de las autoridades económicas son claves en el entendimiento de los fenómenos macroeconómicos, porque influyen crucialmente en los efectos de las medidas económicas, no sólo en su magnitud, sino incluso pueden determinar el signo del efecto.

En el caso de Tailandia, se puede afirmar que la (deficiente) reputación y credibilidad de sus autoridades económicas no han sido un factor causal al iniciar la crisis. Incluso se podría suponer que ellas han frenado probablemente el desencadenamiento de los elementos que han constituido la crisis.

En varias ocasiones se ha descrito y evaluado positivamente el manejo macroeconómico de las autoridades económicas y monetarias en el país[14]. Gracias al manejo macroeconómico, por ejemplo, las crisis de los años setenta y ochenta a nivel mundial ocasionaron solamente desviaciones del growth path.

La experiencia tailandesa de los últimos años muestra, sin embargo, que, si bien las autoridades de un país que hayan construido una reputación a lo largo de varias décadas pueden permitirse algunos errores sin perjudicarla, esta reputación se verá afectada rápidamente si los errores persisten y no se corrigen adecuadamente.

Esto es justamente lo que ocurrió en Tailandia desde finales de 1995. Diferentes hechos contribuyeron a que la reputación de las autoridades fuera erosionándose gradualmente. Entre ellos se puede mencionar:

La toma de medidas no muy bien pensadas o de tipo stop-go, por parte del gobierno, por ejemplo, la disminución de los impuestos a una serie de bienes de lujo para desarrollar a Tailandia como centro comercial, se guida por alzas en los impuestos sobre otros productos de lujo, dado el crecimiento lento de las exportaciones (Fairclough, 1996m:17).

El conflicto de intereses, por parte de Vijit Supinij, gobernador del Banco de Tailandia, que tenía acciones en Siam City Credit Finance & Securities, filial del Siam City Bank, y posteriormente participó en las deliberaciones sobre medidas de salvación del banco cuando éste se encontró en problemas financieros.

El papel probable de Vijit en el despido del reputado Ekamol Khiriwat como Secretario-General de la Stock Exchange Commission (SEC) y vice gobernador del BOT.

Las estimaciones muy erradas del BOT sobre la tasa de inflación y la cuenta corriente para 1995.

Los cambios ad hoc en las regulaciones para legalizar ex post una transacción de Finance One y el Thai Danu Bank (el primero tomando una participación del 20% en el Banco, cuan do el límite vigente era del 5%, posteriormente avalado por el BOT, con el argumento que ya había previsto subir este límite hasta el 30% sobre la base de caso por caso), sabiendo que el presidente de Finance One, Pin Chakkaphak, era cercano a Vijit.

La ambigüedad por parte del BOT sobre las regulaciones en materia de estructura de capital de nuevos bancos domésticos.

Las acusaciones de favoritismo en el tratamiento del Bangkok Bank of Commerce, también en problemas (cuyo presidente era el ex gobernador del BOT, Kirkkiat Jalichandra, y donde parte de los préstamos problemáticos se habían otorgado a políticos) (Fairclough, 1996c:61,62).

Desde un punto de vista de más largo plazo, analistas como Fairclough (1996o:62) han planteado que la politización del BOT refleja de alguna manera la preponderancia de gobiernos civiles en los años noventa. Se considera que el aislamiento tecnocrático que caracterizó los años ochenta, benefició la presencia de gobiernos dirigidos por primeros ministros no elegidos[15].

En este sentido, se podría concluir que, al menos en el caso tailandés, ha existido un trade-off entre la democratización de la sociedad y la independencia del banco central.

Comercio internacional y competitividad

El comercio internacional de Tailandia en los últimos años ha estado influido por una serie de factores. Primero, la competitividad fue afectada tanto por factores reales (el efecto sobre los precios internos de la escasez en ciertos recursos, la incursión en los mercados regionales y mundiales de países como la RP China y Vietnam)[16], como por razones financieras (el efecto sobre el tipo de cambio de la apreciación del dólar estadounidense). Segundo, se presentó una sobreoferta en ciertos mercados, frente a una demanda mundial en recesión o al menos deficiente. Y, tercero, se presentó un auge en la demanda de importaciones de bienes de consumo, lo cual incidió en la naturaleza del déficit en cuenta corriente (como en el caso mexicano).

La sostenibilidad de altas tasas de crecimiento en una economía a mediano y largo plazo suponen evidentemente una reestructuración de las actividades económicas, un upgrading de los factores de producción, una inversión sostenida en infraestructura, ajustes oportunos en el marco legal y administrativo, un manejo macroeconómico adecuado para atenuar el overheating, etcétera[17].

Un déficit comercial, parcialmente debido a una pérdida de competitividad puede ser financiado, por supuesto. Sin embargo, su importancia reside en varios factores:

se convierte en un factor estructural en el mercado de divisas; tiene un efecto estructural sobre el nivel doméstico de precios, y constituye un factor negativo para los inversionistas extranjeros.

La falta de competitividad hizo que, en 1996, la desaceleración de la economía (y de las importaciones) no resultara en una mejora sustancial de la cuenta corriente. Como ya se mencionó, los resultados de las exportaciones se quedaron muy por debajo de los de 1995. Esto reveló un problema estructural que tenía que ver con las dificultades de adaptar la oferta exportadora hacia bienes y servicios con mayor valor agregado y nivel tecnológico, a su vez, en gran medida debido a la escasez de trabajo calificado. Por un lado, esta escasez de trabajo presiona los salarios hacia arriba y, por otro lado, limita la receptividad frente a nuevas tecnologías. Obviamente, este problema estructural no tenía y no tiene una solución a corto plazo, sino, por ejemplo, a través de inversión en educación. Campañas mercantilistas del tipo "Buy Thai", lanzadas por el gobierno de Banharn, generalmente tienen sólo efectos marginales y acentúan aún más el grado de desesperación frente a los analistas. A corto plazo, la falta de competitividad provocó sobrecapacidades y sobreoferta y, por esta razón, rentabilidades a la baja, lo cual, a su vez, ejerció presión sobre las autoridades para bajar las tasas de interés.

Por otro lado, el contenido importante de bienes de capital en las importaciones no necesariamente tenía el potencial de generar exportaciones, como lo han mostrado las industrias pesadas del acero y la petroquímica (Fairclough, 1996j:62).

En noviembre-diciembre de 1997, hubo señales de una cierta recuperación en las exportaciones, sobre todo, en los sectores tradicionales como textiles, confección y calzado (Vatikiotis, 1997r:42). Debido a que el gobierno buscaba bajar las tasas de interés antes de controlar el baht, la devaluación afectó a los exportadores con dependencia importante de las importaciones, por ejemplo, a los productores de electrónicos y automóviles.

Finalmente, se debe observar que, durante los noventa, los niveles de comercio intrarregional, tradicionalmente marginales, estaban subiendo gradualmente, entre otros, debido al AFTA. En 1995, ya 20% de las exportaciones tailandesas se dirigían hacia la Asean (Escalona, 1997:412). Esto hizo que Tailandia sufriera posteriormente también el efecto de contagio en la región en sus exportaciones.

Sector financiero e inmobiliario

No es equivocado decir que en los sectores financiero e inmobiliario radicaron las raíces de la crisis tailandesa.

Se ha enfatizado mucho en la falta de reglamentación y control del sector financiero por parte del gobierno tailandés (y, en general, de los gobiernos de la región), lo que condujo a un sobreendeudamiento, altos niveles de riesgo y un comportamiento procíclico por parte del sector privado.

Este sobreendeudamiento también fue consecuencia de políticas cambiarías y de liberalización financiera no compatibles. Después del inicio de la crisis, se han mencionado en varias ocasiones las consecuencias no previstas de la creación del Bangkok International Banking Facility (BIBF), como un centro bancario off-shore, en 1992. Los objetivos originales de esta iniciativa incluyeron la facilitación de préstamos a los países de la región, y la organización de mayor competencia en el sector financiero doméstico (Vatikiotis y Silverman, 1997:48-50). En la práctica, sin embargo, el BIBF ha sido utilizado sobre todo por los bancos para conseguir fondos baratos en dólares para prestarlos a empresas domésticas, protegidos del riesgo cambiarlo a través de la fijación del baht en términos de una canasta de monedas, en la cual el dólar tenía un peso del 80%. Se optó por no flexibilizar el baht, debido al riesgo de una revaluación, que afecta la competitividad de las exportaciones tailandesas. La deuda off-shore creció entre finales de 1992 y finales de 1995 de 20 a 75 mil millones de dólares (Chanda y Vatikiotis, 1997:71). Los préstamos otorgados al sector no financiero, a su vez, se invirtieron frecuentemente en inversiones no productivas.

Adicionalmente, el sector financiero tailandés se encontró en un proceso de reestructuración para enfrentar la competencia extranjera. Se pudo observar una tendencia hacia la concretización de alianzas entre corporaciones financieras y bancos, para así llegar a entidades con mayores escalas, estimulada por cambios en las regulaciones bancarias, que aumentó los límites máximos para las participaciones mutuas entre las dos categorías de entidades del 5 al 30%. La primera operación planeada era la de Finance One, la corporación financiera más grande de Tailandia, tomando una participación del 20% en el Thai Danu Bank, concretando así una alianza estratégica. En algunos casos, entidades tailandesas emprendieron negociaciones con bancos extranjeros (Fairclough, 1996a:55,56).

En julio de 1996, el sector se vio enfrentado con una mayor competencia debido al otorgamiento de nuevas licencias a bancos domésticos y se anunció la liberalización de operaciones de bancos extranjeros (Vatikiotis, 19961:76).

En el segundo semestre de 1996, se empezó a ver la complejidad de la situación del sector financiero; se empeoró la calidad de los préstamos de las corporaciones financieras, sobre todo, por su vinculación a los problemas del sector inmobiliario. Los préstamos se habían otorgado al sector inmobiliario directamente y a inversionistas (margin loans). Ahora, estos inversionistas eran frecuentemente los accionistas mayoritarios de las mismas corporaciones financieras y de las empresas inmobiliarias. Invirtieron directamente en el sector inmobiliario y a través de la bolsa trataron de empujar aún más la cotización de sus acciones en el sector financiero. Las corporaciones financieras se vieron entonces expuestas a los problemas del sector inmobiliario doblemente: debido a los préstamos al sector y a través de sus accionistas (Fairclough, 19961:106).

Según algunos observadores, como Tasker, esta crisis del sector inmobiliario inició en 1991 y no encontrará su real recuperación antes del 2000 (1997c:44).

Lo cierto es que, desde el comienzo de 1994, se pudo observar una baja casi permanente de las acciones del sector inmobiliario, que había sido un destino importante de la "burbuja" crediticia. Grandes proyectos de construcción habían sido emprendidos, sobre todo, en Bangkok y sus suburbios, pero con una factibilidad cuestionable (Fairclough, 1995a:47). La situación era aún más delicada por el hecho de que una parte importante de la financiación provino de préstamos en divisas (entre otros, en francos suizos). El éxito de estos negocios grandes dependía entonces tanto del crecimiento económico del país, como de la estabilidad del tipo de cambio.

Una importante señal negativa concreta dio la compra de Finance One por parte del Thai Danu Bank, justamente cuando el primero había tratado de hacer lo contrario en 1996. Esto tuvo un efecto inmediato en la bolsa y se generalizó la preocupación por la situación de las entidades financieras frente a la creciente cesación de pagos en marzo. Se especuló sobre la reacción del BOT en cuanto a su manejo de la tasa de interés: mientras una baja favorece al sector financiero, ésta no es compatible con una política cambiaría con bandas estrechas.

Conviene advertir, sin embargo, que, en el caso tailandés, las políticas más restrictivas dirigidas al sector financiero no podían ser totalmente efectivas, debido al hecho de que alrededor del 60% de los préstamos de la banca internacional estuvieron dirigidos a entidades no financieras (Unctad, 1998).

Sólo en diciembre de 1997 se empieza a observar un interés real para invertir en el sector por parte de bancos extranjeros, como ING Bank, Asahi Bank y City Bank.

El cuadro 4 muestra la situación del sector financiero en abril de 1998, es decir, después de las medidas tomadas por el gobierno de Chuan Leekpai, en una perspectiva comparada.

CUADRO 4 REESTRUCTURACIÓN DEL SECTOR FINANCIERO: JULIO 1997-ABRIL 1998

Tabla

Descripción generada automáticamente

Fuente: The Economist (1998c:81).

 DETERMINANTES EN LA ESFERAS POLÍTICA Y SOCIAL

Estabilidad o inestabilidad política y social en Tailandia

Hay bastante confusión, por parte de los analistas, acerca del grado de estabilidad política y social de Tailandia. En efecto, una lectura superficial de la historia política moderna del país —que es una sucesión de golpes de Estado, gobiernos militares, gobiernos democráticos y semidemocráticos— implicaría a clasificarlo como un ejemplo por excelencia de inestabilidad política.

Sin embargo, la inestabilidad política no ha degenerado en caos por la presencia de ciertos factores de estabilidad, como son: el rol de la monarquía, del budismo como religión mayoritaria, la casi ausencia de conflictos étnicos[18], el alto grado de ruralidad (Cuadro 6), los relativamente bajos niveles educativos, etc.

Lo que sí es cierto es que se trata de una democracia en transición, "a medio camino", en donde confluyen elementos tradicionales y modernos[19].

El Rey

Se podría considerar que la historia política "moderna" de Tailandia comenzó en 1932, cuando un golpe de Estado terminó con la monarquía absoluta e instauró la monarquía constitucional. Los eventos llevaron en 1935 a la abdicación del rey Prajadhipok (Rama VII) y la sucesión del príncipe Ananda Mahidol (Rama VIII). La cabeza del Estado desde 1946 es el rey Bhumibol Adulyadej, hermano de Ananda Mahidol, también llamado Rama IX, por ser el noveno Rey de la dinastía Chakri. El príncipe heredero es Maha Vajiralongkorn.

Mientras que, en 1946, después de la Segunda Guerra Mundial, los sentimientos anti-monarquistas fueron marcados, la monarquía empezó nuevamente a ganar más fuerza en 1957 bajo la instigación del mariscal Sarit Thanarat.

Hay consenso entre los analistas, de que el Rey juega un rol muy importante en la estabilidad de la nación. Su importancia tiene que ver con: su papel como árbitro, la restauración de un simbolismo, sus actividades encaminadas hacia la armonización de las relaciones entre las clases sociales (aunque al mismo tiempo fortalece la estructura de la sociedad), su relación con los militares y los contactos estrechos con el gobierno de turno (Vatikiotis y Fairclough, 1996a:21-22).

Los militares

Como es el caso en Indonesia y, por supuesto, en Myanmar, los militares todavía juegan un papel importante en la sociedad y en la política tailandesa. Desde la caída de la monarquía absoluta en 1932, se han producido nada menos que 18 golpes militares. En otros países de la región, la subordinación de los militares al ámbito civil es más claro y explícito.

El poder político de los militares se ejerce de varias maneras:

el poder de facto en materia de relaciones internacionales fronterizas a través del Ministerio de Defensa; la parte sustancial y no decreciente del presupuesto nacional que corresponde al sector militar (entre 15 y 20%); la presencia de militares en las asambleas de las empresas del Estado; la participación activa de oficiales militares (o, de la policía) retirados en política, como ha sido el caso, por ejemplo, de los primeros ministros Chatichai Choonhavan, Banharn Silpa-archa y Chavalit Yongchaiyudh en los últimos años; y la mayoría de los militares (en servicio o retirados) en el Senado, que al iniciar la crisis era un órgano no elegido con ciertas facultades de veto.

Cabe advertir, sin embargo, que no se trata necesariamente de un bloque con filas cerradas y cabeza visible. Constituyen un elemento de inestabilidad los conflictos entre fracciones dentro de lo militar, generalmente asociadas con determinadas "clases" (levas).

Ciertos analistas creen que el espacio de maniobra de los militares en la vida política se está restringiendo gradualmente, sobre todo, en cuanto a la intervención directa en la sociedad civil. Y se refieren generalmente a dos hechos para fundar esta tesis: la caída del dictador militar, mariscal Thanom Kittikachorn, a raíz de una protesta de masas dirigida por estudiantes en 1973, y el retiro forzado del general Suchinda Kraprayoon en junio de 1992, después de un enfrentamiento sangriento con una manifestación de masas prodemocracia, mostrando bien la participación creciente de la clase media en política.

Los partidos políticos

Una característica importante del sistema político tailandés es la persistencia de una multitud de partidos políticos con perfiles ideológicos muy bajos, con evidentes consecuencias para la estabilidad de las coaliciones en el poder[20]. El gobierno de Banharn Silpa-archa, por ejemplo, era una coalición de siete partidos. Esto tiene como implicación que un cambio en la percepción del interés por parte de un partido en particular pueda definir la suerte de un gobierno (Vatikiotis, 1996d:23).

Los hechos que ocurrieron a raíz de la caída del gobierno de Banharn pusieron nuevamente en evidencia la inmadurez del sistema político: una fracción del Chart Thai se unió con el New Aspiration Party del nuevo primer ministro; hubo un acercamiento entre el Chart Pattana de Chatichai Choonhavan y el Partido Demócrata, y surgieron problemas internos en el Partido Palang Dharma.

Dado el elevado grado de ruralidad del país, los partidos todavía están en su gran mayoría dominados por los políticos de origen rural[21]. Esto está provocando a las clases urbanas, quienes prefieren otro estilo de liderazgo y políticos con mayores conocimientos del sector moderno de la economía (tecnócratas).

Existieron intentos serios para promover una práctica política "limpia", pero varios de ellos fracasaron. Esto ocurrió, por ejemplo, al menos parcialmente con el Partido Palang Dharma, fundado por el carismático Chamlong Srimuang, que presentó una plataforma basada en principios éticos y que encontró un eco importante en las clases medias urbanas. El nuevo líder Thaksin Shinawatra, viceprimer ministro, y propietario de un imperio de telecomunicaciones, se vio rápidamente involucrado en un escándalo, arrastrando consigo el partido en publicidad negativa[22].

La corrupción

Relacionada con las mencionadas prácticas políticas, existe una percepción de un alto grado de corrupción en Tailandia. Además, debido a la creciente atracción del sector privado, la calidad de los funcionarios públicos se fue gradualmente deteriorando en los noventa. Se supone que los ministerios y los departamentos se fueron también politizando más (Vatikiotis, 1997f:76).

Según los resultados de una encuesta del Far Eastern Economic Review en 1996, en la región sólo Filipinas e Indonesia tendrían niveles de corrupción más altos (1996e).

Estos resultados corroboran los resultados de la investigación de Transparency International que coloca a Tailandia en el lugar 39 en una clasificación de 52 países, según grado de corrupción (de menos a más corruptos), virtualmente empatada con Filipinas y China (Cuadro 5).

La inestabilidad política y la formación de la política económica

Para entender la factibilidad del milagro tailandés, es importante anotar que la inestabilidad política no se ha traducido en inestabilidad en la formación de las políticas. Básicamente, por dos razones: primero, por el conservatismo y relativa independencia de la burocracia y, segundo, por el limitado contenido ideológico de las disputas políticas y el consenso sobre los objetivos generales de la política económica, como son: el crecimiento económico y el papel central de la economía de mercado.

Cambios estructurales y distribución del ingreso

Esta "inestabilidad estable", que se ha podido observar durante gran parte del siglo XX no implica que no se esté pre-

CUADRO 5 GRADO PERCIBIDO DE CORRUPCIÓN EN 52 PAÍSES EN 1997: RESULÍADOS SELECCIONADOS

 

Fuente: Transparency International (citado en: Islam, 1997:69).

 

CUADRO 6 DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO Y RURALIDAD EN TAILANDIA Y ALGUNOS PAÍSES SELECCIONADOS

 

Fuente: Banco Mundial (1997:246-247,254-255)

sentando una dinámica estructural en la sociedad tailandesa. Desde el punto de vista social y político, es una sociedad en transición. Esta dinámica se muestra en diferentes aspectos; por ejemplo: la creciente toma de conciencia y participación política, la creciente importancia de las clases media, el lento progreso de las inequidades en los ingresos y entre regiones[23], etc.

Estas inequidades en el ingreso y entre regiones son muy marcadas y tienen una tendencia ascendente (Cuadro 6)[24]. Se puede prever entonces que adquirirán una importancia creciente en la vida sociopolítica en el futuro.

 

ANEXO

INDICADORES MERCADOS FINANCIEROS TAILANDIA, 1960-1998

 

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[1]    Aunque la crisis tailandesa evidentemente ha sido retroalimentada por un efecto de contagio de segundo orden.

[2]    Se supone que un crecimiento de 5% se traduce en un crecimiento 0 en el empleo.

[3]    En mayo de 1994, un equipo del FMI ya había advertido el riesgo del tipo de cambio fijo.

[4]    El Hong-Kong Monetary Authority era uno de los promotores más activos de la reunión, puesto que allí se presentó adicionalmente la incertidumbre acerca de su futuro político cercano.

[5]    Según, Surakiart Sathiratai, ministro de Finanzas, citado en, Fairclough (1996d:55).

[6]    La tasa de ahorro en 1995 era el 34% del PIB, del cual 7,3% correspondía a las familias.

[7]    Se trata de un centro financiero off-shore, creado en 1992.

[8]     En julio de 1996, 91% de una muestra de altos ejecutivos en Tailandia esperaba un crecimiento económico más moderado en los siguientes 5 años; y el 82% no creía en la capacidad del gobierno de invertir esta tendencia (Far Eastern Economic Review, 1996g:34).

[9]     El hecho de que los mercados financieros entraran en una nueva fase de volatilidad en el segundo trimestre de 1996, debido a la creciente incertidumbre entre los inversionistas, se debió al menos parcialmente a la incertidumbre sobre la política monetaria del FED (Sender, 1996:43).

[10]   Las expectativas sobre las exportaciones se vieron afectadas por los precios deprimidos de los productos agrarios a nivel mundial.

[11]   Se ha estimado que el 80% de la deuda externa de las empresas tailandesas era unhedged (Granitsas, 1997:66).

[12]   En 1993, el 40% de la inversión extranjera en la región del Asia-Pacífico era inversión en portafolio (Miller, 1996).

[13]   Una devaluación del baht tiene sólo un efecto limitado sobre las exportaciones, dado que cada dólar exportado tiene un contenido importado del 43% (Ignatius, 1996:56).

[14]   Véase, por ejemplo, Nidhiprabha (1993), Warr (1993), Sahasakul (1993), Muscat (1994), Vandewalle y De Lombaerde (1994), De Lombaerde et al. (1995), Kochlar et al. (1996), Warr y Nidhiprabha (1996) De Lombaerde (1997) y Cuyvers et al. (1997).

[15]   Como por ejemplo, durante el gobierno de Prem Tinsulanond.

[16]    La escasez del factor trabajo ha causado en ciertos sectores, como en la construcción, flujos (tempo rales) de migrantes buscando mayores salarios en un escenario regional de competencia por el trabajo; Tailandia sigue siendo todavía un exportador neto al respecto (Hiebert, 1995:54-56; Fairclough, 1995b:58-59). La inmigración de trabajadores en Tailandia se dio principalmente desde Myanmar, y significó circunstancias laborales lamentables y salarios por debajo del 50% del salario mínimo de Tailandia (Fairclough, 1996h:67).

[17]   Acerca de la problemática de la sostenibilidad del milagro asiático, véase, por ejemplo, Krugman (1994), De Lombaerde et al. (1995) y Kochlar et al. (1996).

[18]    La minoría étnica más importante es la china. Sin embargo, está muy integrada en la sociedad, no tiene diferencias religiosas y, a pesar de que su presencia es muy notable en los centros de poder económico, está presente en todas las clases sociales. Acerca del rol actual de los chinos en Tailandia, véase por ejemplo, Vatikiotis (1996a:22-24; 1996b:24,25). La minoría musulmana en el Sur no constituye un factor de inestabilidad en la actualidad, aunque está buscando aumentar su poder político a nivel nacional. No hay un movimiento secesionista con base popular importante, el cual sí existió, en sinergia con la insurgencia comunista, en la frontera tailandesa-malaya en décadas anteriores. Véase, por ejemplo, Vatikiotis (1996e:29,30). Sin embargo, parece haber peticiones crecientes para afirmar las identidades culturales respectivas de los chinos, los musulmanes, los Isarn en el Noreste y la cultura Lanna en Chiang Mai (Vatikiotis, 1996o:31-32).

[19]    Véanse, por ejemplo, Songsamphan (1995), Falkus (1997) y Escalona (1997).

[20]    Todavía existe la arbitraria Ley para la Prevención de la Actividad Comunista (Vatikiotis, 1996j:23,26).

[21]    Incluyendo, por ejemplo, los partidos a los cuales pertenecen los últimos primeros ministros: el Chart Tai y el Partido Democrático.

[22]    La caída del gobierno de Chuan Leekpai en mayo de 1995 ya era parcialmente debida a problemas internos del Palang Dharma entre las fracciones budista y moderada, los cuales continuaron después. El partido adquirió poco a poco un perfil más elitista bajo el mando de Thaksin Shinawatra. Por esta razón, ciertos sectores de la clase media baja y de los trabajadores se dirigieron hacia el Prachakorn Thai, un partido de perfil nacionalista, conservador, proteccionista y populista, dirigido por Sawak Sundaravej. Cuando Chamlong se presentó otra vez como candidato a la gobernación de la Bangkok Metropolitan Área (BMA) en 1996, perdió las elecciones del 2 de junio contra Bhichit Rattakul, un ambientalista independiente, ex MP (Fairclough, 1996e:18).

[23]   Este fenómeno podría estimular las sensibilidades regionales en la política. Acerca de la dinámica del desarrollo regional, véanse, Cuyvers et al. (1996), Hill (1997), Wattanapanom et al. (1997).

[24]   Véanse, también, Krongkaew (1993); Cuyvers, De Lombaerde y Van Den Bulcke (1996); Falkus (1997); Wattanapanom, et al. (1997).