Palabras del secretario general de la comunidad andina, Guillermo Fernandez de soto, en la instalacion del consejo presidencial andino

Guillermo Fernandez de Soto

Secretario General de la comunidad andina.

es

160-167

01/06/2003

01/06/2003

 

Quirama, julio 27 de 2003

Cuenta el maestro antioqueño, Fernando González, en su libro Viaje a Pie, que en alguna ocasión de camino entre Medellín y la Ceja, se acercó a dos matronas que repartían por estas tierras riberanas "tres o cuatro noticias, ollas y recados amorosos", y les preguntó si faltaba mucho para llegar a su destino.

"Todo depende del ánimo", respondió una de las mujeres, en la proverbial sabiduría de la región. Precisamente, esta frase tan llena de sentido es la que me permite señalar que la integración subregional depende, hoy como nunca, del ánimo de sus gobernantes. Los inspiradores de este proyecto integrador eran demócratas convencidos, que intuyeron que los problemas de sus naciones no podían resolverse dentro de estrechos marcos nacionales. Soñaron entonces con un mercado común que los hiciera más grandes, menos vulnerables a los cielos internacionales: Creían que juntos seriamos que separados.

Curiosamente en el bicentenario de la revolución francesa, en el año 1989, se produjo un cambio sísmico en el mundo. Todos recordamos que aquel año se derrumbó el muro de Berlín y la economía global comenzó a hacerse omnipresente. Fue también el año en que se acuñó para América Latina el término "Consenso de Washington" y fue la misma fecha en la que los presidentes andinos, después de un largo periodo proteccionista, abrieron el comercio comunitario. Los paradigmas cambiaron, la globalización ha liquidado viejos esquemas de políticas económicas, pero no ha satisfecho las demandas de nuestros pueblos. Las expectativas legítimas y crecientes de la población le siguen imponiendo enormes desafíos a los procesos democráticos y a la gobernabilidad de nuestras naciones.

En el caso específico de América Latina, la última década dejó algunos resultados positivos, pero al mismo tiempo otros preocupantes. Se detuvo la espiral inflacionaria, pero el crecimiento fue muy modesto, incapaz de absorber el desempleo y reducir verdaderamente la pobreza. La educación, la llave maestra de la competitividad, tampoco mejoró sustancialmente. Son todos hechos que tenemos que integrar a nuestra reflexión andina.

Las fortalezas construidas

Es muy probable que algunas de las dificultades recientes no nos permitan ponderar en toda su magnitud los resultados del proceso. La Comunidad Andina cuenta con 120 millones de personas y un PIB de 300 mil millones de dólares, lo cual la consolida como un mercado ampliado de importantes proporciones. La cooperación de las naciones andinas en la defensa de los valores democráticos ha sido un principio tutelar de la integración regional, así como la protección de los derechos humanos y la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico. Todos ellos se han convertido en impronta indeleble de nuestra alianza.

La existencia de una institucionalidad andina es una realidad visible de la integración, como ha quedado demostrado en este encuentro. El comercio intrarregional, que creció 50 veces entre 1970 y el año 2002, se ha convertido en un importante factor de aprendizaje de los empresarios andinos para el avance hacia mercados más sofisticados. Asimismo, han sido visibles los beneficios obtenidos, como consecuencia de la acción conjunta de los países, frente a los Estados Unidos, a través del ATPA —hoy ATPDEA— y ante la Unión Europea, con la suscripción del SGP-Andino, que han representado justas concesiones a nuestra cooperación frente al problema mundial de las drogas.

Los cerca de 600 mil empleos que se encuentran asociados a este intercambio, revelan con toda claridad los beneficios recibidos por las actividades productivas de nuestros países, especialmente en los sectores de la pequeña y mediana empresa. El potencial del intercambio andino sigue siendo muy importante. El Centro de Comercio Internacional nos ha ilustrado sobre la posibilidad real de que nuestro comercio intracomunitario crezca en un 50%, durante los próximos años, hasta alcanzar los 9.000 millones de dólares si avanzamos hacia el Mercado Común. Este incremento nos permitiría generar unos 300.000 nuevos empleos directos en la región. Y el impacto puede ser aún mayor si se considera el amplio potencial de las alianzas productivas entre nuestros países en la perspectiva de los mercados mundiales.

La necesidad de unos consensos sobre lo fundamental

No podemos ocultar, sin embargo, que la integración subregional pasa en la actualidad por un momento difícil. En efecto, estamos en una encrucijada histórica, ante un "cruce de caminos". Lo que hagamos, o dejemos de hacer, en los próximos dos años, tendrá un impacto decisivo sobre cómo serán nuestros países en el próximo medio siglo. Esta es la responsabilidad y el desafío histórico que enfrentamos. Para ello, es indispensable empezar a compartir fórmulas en torno al desarrollo de la integración, con base en unos consensos sobre lo fundamental. Resulta decisivo que entendamos la integración andina como un proyecto político que trasciende él ámbito comercial. Estamos, por lo tanto, en la obligación de superar la etapa del arancel, que ha llegado hasta donde los países lo han deseado, e incorporar, e incorporar temas que respondan a los nuevos desafíos.

Debemos adoptar una estructura flexible, para solucionar aparentes dilemas en torno a las dificultades que por momentos nos impiden el logro de nuestros objetivos. Por ello, nos hemos adherido al principio de la geometría variable, por el cual se puede avanzar a velocidades distintas pero en la misma dirección, sin renunciar a la defensa del patrimonio común. No somos un proyecto cerrado. Desde hace muchos años nos hemos inscrito en el regionalismo abierto y nos hemos definido como plataforma para una inserción competitiva en la economía internacional. Por ello, es necesario que hagamos compatible nuestra tarea integracionista con la voluntad de los países de avanzar en negociaciones con terceros.

Las negociaciones comerciales sean estas bilaterales, regionales o multilaterales, enriquecen nuestro propósito de ir más allá de una Zona de Libre Comercio. Nuestro compromiso es por una comunidad y eso implica crear un espacio diferenciado que reafirme el hecho andino. Las libertades que aseguran un Mercado Común, los nuevos campos de la integración, la política exterior común o la cooperación política, superan con creces los alcances que suelen tener las zonas de libre comercio.

Los escenarios de negociación internacional

En la actualidad tenemos frente a nosotros varias plataformas de inserción internacional que de ninguna manera son excluyentes: ALCA, Estados Unidos, Mercosur, Unión Europea, Canadá, se trata, sin asomo de duda, de opciones legítimas y complementarias.

El propósito de fortalecer la integración andina no es, de ninguna manera, incompatible con los esfuerzos que hoy orientan nuestros países para producir un mayor acceso de sus productos a los mercados mundiales. Por el contrario, la dimensión y la fortaleza del acervo común construido serán puestas en gran medida a prueba en los diferentes frentes de negociación que se avecinan. Lo que está en juego es la definición de qué tipo de inserción internacional es la más adecuada para nuestros países y cuáles son las capacidades que tenernos para construir conjuntamente con éxito en estos escenarios.

Estoy convencido, por ejemplo, que el Área de Libre Comercio de las Américas, convertida al parecer en un proceso por etapas, requiere de una estrategia de acción conjunta para reducir al máximo los costos previsibles de una menor protección futura y de la eventual pérdida de autonomía en materia de políticas. ¿Sabemos con claridad qué sectores ganarán y cuáles perderán? ¿Crecerá más bien la brecha comercial? ¿Permitirá este acuerdo un desarrollo equilibrado, o confinará a la región a ser un proveedor permanente de materias primas, en una especialización regresiva en la división internacional del trabajo? Con el fin de responder a estos y otros interrogantes, la Secretaría General acaba de concluir una serie de estudios que han contado con la participación de calificados consultores externos, los cuales ponemos a consideración de los gobiernos y de los empresarios de nuestras naciones.

Así mismo, las relaciones con los Estados Unidos, el principal mercado de las exportaciones andinas, han adquirido un carácter estratégico para nuestros países. Por eso entiendo que, ante la posibilidad que el ALCA no se concrete antes que expire al ATPDEA, y que se convierta en un acuerdo segmentado, algunos miembros hayan anunciado su interés en avanzar en un tratado bilateral de libre comercio con ese país.

Este es un ejemplo ilustrativo del principio de geometría variable que he puesto a consideración de los Gobiernos. Bajo esta óptica, las iniciativas bilaterales se deberían convertir en una oportunidad para buscar aproximaciones conjuntas a estas iniciativas. Una de esas plataformas decisivas de inserción internacional es "el espacio sudamericano". La visita del señor Presidente del Brasil, me obliga a efectuar algunos comentarios. Vista desde lo alto —acaso la única manera en que los hombres de Estado deben hacerlo—, Sudamérica es una de las grandes masas continentales del mundo. La Comunidad Andina unida al Mercosur, representa 1 millón de millones de dólares de producto bruto. Un mercado de más de 400 millones de personas, un tercio de la biodiversidad del planeta y casi un cuarto del agua dulce del mundo. En la nueva "era del agua y del oxígeno", en la que según algunos ya hemos entrado, podemos ser jugadores mundiales.

Con el Mercosur, tenemos un proceso de negociaciones que nos hemos propuesto concluir para finales del presente año. Debo recordar que Bolivia ya cuenta con un acuerdo y el Perú lo concluirá en breve. Corresponde ahora a Colombia, Ecuador y Venezuela avanzar de manera comunitaria en el mismo camino. Los puntos de discrepancia no son insuperables. No esperemos contar con un acuerdo totalmente cerrado y completo. Con pragmatismo podemos alcanzar un acuerdo con una cláusula evolutiva y un mecanismo permanente que nos permita, en un plazo razonable, cerrar los temas que pueden quedar abiertos. Por otra parte, es imperativo reiniciar y fortalecer el diálogo político para consolidar el espacio suramericano.

En el de la Unión Europea los avances para un acuerdo de cooperación y diálogo político han sido inmensos, No tengo duda que en la próxima reunión de Quito concluiremos la negociación. Para la Cumbre América Latina — Unión Europea del 2004, en Cancún, se podrá firmar este acuerdo. Más aún tengo la sólida convicción que a partir de ese momento podremos dar inicio a las negociaciones para un Acuerdo de Asociación que incluya un Área de Libre Comercio.

La agenda multidimensional y las políticas de segunda generación

La integración es una condición indispensable en la búsqueda de una mejor calidad de vida para nuestros pueblos. En consecuencia, "ordenar la casa" y avanzar hacia una segunda generación de políticas, en el marco de una agenda multidimensional, es el reto de la hora presente.

Este Consejo Andino de Presidentes, deberá rubricar, entonces, las nuevas líneas estratégicas por las cuales se orientará el proceso de integración, a través de cinco ejes temáticos, como lo señalaron los señores Cancilleres en su reunión de marzo pasado: la agenda social, la profundización de la política exterior común, la construcción del Mercado Común, el desarrollo sostenible así como la integración física de Sur América y el desarrollo fronterizo.

Considero importante destacar los aspectos relevantes en cada una de ellas:

Agenda social

Comparto con los Presidentes la urgencia de otorgar la máxima prioridad a la agenda social. La realidad así lo exige: alrededor de un 54% de la población andina —más de sesenta millones de habitantes— se encuentra bajo la línea de pobreza; casi un cuarto de la población presenta niveles de indigencia; y los índices de concentración del ingreso de los países andinos figuran entre los más altos de América Latina. Se requiere, por lo tanto, de la convergencia de políticas sociales para desarrollar estrategias específicas y articuladas de cohesión social, lucha contra la pobreza y la exclusión, que contribuyan a la gobernabilidad y a la consolidación de la democracia. En tal sentido apunta la decisión adoptada el pasado miércoles por los Cancilleres al aprobar los lineamientos del Plan Social Andino que busca mayores mecanismos de cohesión social en nuestros países.

La gran tarea actual es evitar, a toda costa, la ocurrencia de un escenario que yo he llamado de manen coloquial; un ''ALCA sin anestesia" o unos espacios de negociación en los cuales podamos culminar como perdedores netos. Debemos iniciar de manera conjunta la búsqueda de mecanismos específicos, como los acordados en Cusco, que permitan abrirle paso a la propuesta hecha por los Jefes de Estado, en la Cumbre de Quebec, para la creación de fondos de cohesión que permitan resolver las asimetrías que se presentarían en las negociaciones hemisféricas.

Esta preocupación está acompañada también por la necesidad de una mayor participación de la sociedad civil en el proceso de integración. Existen ya los Consejos Laboral y Empresarial, una Mesa de Trabajo sobre Derechos de los Pueblo Indígenas y una para la defensa de los consumidores y de los usuarios de los servicios públicos, lo cual revela la importancia que adquiere en esta nueva fase el interés en democratizar aún más los temas y los actores del proceso.

Política Exterior Común

La cooperación política ofrece oportunidades muy ricas para abordar de manera comunitaria aquellos temas como la democracia, la seguridad y el fomento de la confianza; la lucha contra el terrorismo; la defensa y protección de los derechos humanos; la promoción de acciones contra las drogas ilícitas y los delitos conexos; y el combate frontal contra la corrupción. Todo ello forma parte del propósito común de asegurar la estabilidad democrática y de garantizar la seguridad de los países de la Comunidad Andina.

Mercado Común

Seria decisivo que los Presidentes pudieran refrendar en esta Cumbre el compromiso de establecer el Mercado Común, para garantizar la libre circulación de los bienes, servicios capitales y personas, y profundizar la integración. Una clara muestra del avance certero en esta dirección seria la adopción de decisiones políticas de fondo sobre los temas críticos del Mercado Común. Lograr este objetivo requiere de la expresa voluntad de nuestros Primeros Mandatarios, para eliminar las barreras y distorsiones, levantar los incumplimientos y, en todo caso, defender el acervo común que hemos construido con tanto esfuerzo a lo largo de estos 34 años.

Señores Presidentes:

Tal vez no hemos hecho conciencia muy profunda entre nosotros, pero lo cierto es que la presentación comunitaria de ofertas de liberación en el ALCA para un porcentaje cercano al 90% del comercio subregional, ha sido formulada para períodos de desgravación de diez o más años, a partir de la firma del Acuerdo. Es evidente, entonces, que nuestros países tienen un largo período de transición para fortalecer la estrategia de profundización del Mercado Común y propiciar el desarrollo y la inserción competitiva de las naciones andinas, mientras se consolidan los espacios de negociación.

Desarrollo sostenible

Tenemos una gran oportunidad de incrementar nuestra relevancia global si aprovechamos el potencial energético de la subregión como el elemento determinante en la perspectiva de las próximas negociaciones hemisféricas. En este contexto conviene recordar, después de la guerra de Irak; que las reservas andinas de petróleo son en la actualidad más de cuatro veces las de los Estados Unidos y ocho veces las de los países del Mercosur.

Casi de manera silenciosa, en diciembre de 2002, establecimos la interconexión eléctrica entre los países andinos. Esta decisión beneficiará a todos y, en el corto plazo, los dos países más inmediatamente beneficiados han sido Colombia y Ecuador. Sólo este año Colombia recibirá una cifra cercana a los 240 millones de dólares, mientras que Ecuador ahorraría 45 millones de dólares. Las utilidades nuevas y los ahorros generados sumarían 40 años del presupuesto de la Secretaría General, y todo ello como consecuencia de una sola norma de la Comisión de la Comunidad Andina. Y para otorgarle un carácter integral a nuestra agenda multidimensional, será decisivo el respaldo de los Señores Presidentes a la "Estrategia Andina de Biodiversidad", que nos permitirá reafirmar y ejercer nuestros derechos sobre los recursos biológicos.

Hace sólo unos días firmamos un importante convenio con la Conservación Internacional —una de las más importante ONG'S cooperante a nivel mundial— para estimular las alternativas de aprovechamiento sostenible y promover la defensa de la biodiversidad andina en las próximas negociaciones internacionales.

Integración física de Sur América y des. arrollo fronterizo

En la perspectiva de la conformación de un espacio regional, debemos continuar en la tarea de apoyar los trabajos de la iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), con el propósito de facilitar la coordinación de planes e inversiones, compatibilizar y armonizar las regulaciones nacionales e institucionales asociadas. Debo señalar, además, la importancia de estimular el desarrollo fronterizo. Bien sabemos que nuestras fronteras son zonas de menor desarrollo económico relativo y que por consiguiente requieren de una atención especial. En las actuales circunstancias, se requieren no sólo políticas sectoriales de desarrollo, sino además de un plan integral que incluyan los temas de seguridad. Habría que pensar en convocar el financiamiento internacional para ejecutar ese plan de desarrollo y seguridad en las fronteras andinas.

Para culminar quiero hacer dos reflexiones de carácter estratégico:

La primera es que la Comunidad Andina sigue siendo importante, no sólo ni tanto por lo que hemos conseguido, que no es poco, sino porque los grandes problemas del futuro son problemas que no pueden ser afrontados por cada uno de los países individualmente. Son realidades que "perforan" las fronteras, que "migran" y que, en consecuencia, requieren de una plataforma institucional común. La segunda es que, como la misma Internet, el mundo actual es una red política y comercial, en la cual se ha urdido un denso y complejo tejido, donde un acuerdo afecta otro inmediato. Todo parece indicar que esa naturaleza multipolar del mundo se hará evidente en pocas décadas, cuando poderes emergentes como China o India se consoliden.

En ese escenario, es probable que los países no deban escoger la pertenencia a un bloque o a otro, a una u otra plataforma comercial o económica, sino a una suma de ellas. Deberíamos retener esta perspectiva al discutir el futuro papel de la Comunidad Andina.

Señores Presidentes, quiero retomar ahora aquel evocador Viaje a Pie por estas tierras, que hoy se convierten en el escenario para la construcción de un proyecto de integración andino renovado. Y nada más cierto en la conformación y vida de un sueño comunitario que el "animus societates". Este determinará su fortaleza y viabilidad, pero su ausencia significará la decadencia, el desaliento en el camino. Las decisiones políticas son siempre apuestas difíciles. Pero los hombres de Estado deben hacerlas con los ojos puestos en lo que será el mundo de mañana.

Hemos cambiado los paradigmas económicos que llevaron a la fundación del Acuerdo de Cartagena. No obstante, el fin último para que nuestros países cuenten en el concierto de las naciones, sigue vigente: Juntos, seguimos siendo más que separados.

Muchas gracias.