Introducción. Sobre otra concepción del espacio público como espacio de intervención
Desde una perspectiva fundamentada en la transdisciplinariedad y en un contexto académico universitario, en 2012 iniciamos el proyecto docente Inter-Accions dirigido a estudiantes de arte y arquitectura,1 y que toma el espacio urbano como objeto de investigación y se sitúa en el debate de la ciudad como espacio social, así como espacio físico de construcción colectiva e individual de nuestras identidades y relaciones entre vecinos o habitantes. La conciencia actual que tenemos de nuestras ciudades y del espacio urbano que habitamos ha cambiado. Sabemos que las ciudades y el territorio se basan en conductas cada vez más complejas, así como en redes interrelacionadas, hechos que coaccionan a arquitectos y artistas cuando interfieren en estos espacios y los obligan a cuestionar la simultaneidad de estos procesos mediante la intervención como mecanismo activador de la interacción. Desde ahí, este proyecto se centra en los espacios dinámicos creados a partir de las interacciones que se producen en ellos. Más allá del valor objetual y tomando los procesos como oportunidad para precisar las problemáticas presentes en estos espacios, se propone evidenciar, criticar, resolver o proponer una transformación (fig. 1).
Para la aplicación y experimentación de este marco teórico en un contexto real, partimos de una concepción del espacio común, del espacio relacional y del espacio social2 como puntos de partida donde la diferencia entre los campos de trabajo se diluye, incluso llega a desaparecer, tanto en un sentido físico como en uno conceptual. En este sentido, no nos referimos al espacio urbano de la ciudad como espacio público, porque cada vez más nos encontramos con ciudades planificadas desde determinados poderes con una voluntad falazmente integradora.3 Es decir, con espacios falsamente públicos en el sentido libertario, dado que son espacios de conducta e instrucción donde la desobediencia no tiene cabida. Por lo tanto, se presenta el espacio común como el espacio de todos, por definición, pero también como el espacio de libertades individuales y colectivas que nos permite ponerlas en práctica, y el espacio social, como el espacio de las personas que se configura a partir de las identidades y relaciones entre ellas, donde existe la urbanidad desde el punto de vista de la construcción colectiva.
Figura 1.
Sesión de trabajo en el aula durante el workshop de Inter-Accions (febrero de 2013). Fuente: Equipo Inter-Accions, 2013
En esta experiencia situamos la cultura como catalizadora de los procesos transformadores de la ciudad,4 ya que esta última necesita disponer de un espacio de intercambio y producción interdisciplinar que promueva la creación y la acción colectiva. En un contexto general, la cultura es el proceso social por medio del cual comunicamos significados para dar sentido al mundo, construimos identidades y definimos creencias y valores. En este contexto, sociólogos, educadores, antropólogos, artistas y arquitectos, entre otros, se han visto involucrados en procesos de trabajo estrechamente ligados a las prácticas culturales y, en consecuencia, en equipos de trabajo interdisciplinares para poder abordar estas complejidades de una forma más completa. No obstante, a pesar de esta realidad cotidiana, estos procesos de creación y aprendizaje interdisciplinar no se han integrado en el currículo académico de los estudios que aquí nos ocupan. Son pocas las propuestas que actualmente parten de procesos de formación colectivos, e incluso las competencias y objetivos de las asignaturas son siempre individuales y de carácter profesionalizador, en vez de basarse en la colectividad y desarrollarse en relación con posibles interacciones prácticas con otros campos de trabajo transversales a los de la propia disciplina.
En este sentido, surge una nueva “creatividad biopolítica” capaz de actuar en lo social y lo cultural, donde se construye lo que Doina Petrescu llama public space of proximity (espacios públicos de proximidad).5 Instituciones autogestionadas, cooperativas de producción, educación y vida colectiva, centros sociales de proximidad, y otros modos de organización, plataformas participativas, equipos y redes de colaboración, etc. Un ejemplo de esta organización ciudadana es el atelier d'architecture autogérée de París, desarrollado por Petrescu junto a Constantin, a fin de crear esos espacios intersticiales en el orden de lo cotidiano; espacios porosos donde convergen energías sociales y culturales; espacios críticos que cuestionan el orden de la vida y permiten experimentar formas con las que “des-aprender” los usos y costumbres al servicio del capitalismo.
El uso de la cultura y las metas propuestas de estos proyectos conforman también esta propuesta que utiliza la creatividad desde el trabajo colectivo, crítico y sostenible, para dar lugar a nuevas formas de creación y producción del espacio social. Esto se propone a partir de la materialización de formas de colaboración interdisciplinares promovidas desde la universidad y el diseño de competencias transversales de cada carrera, que sitúan también los procesos o prácticas culturales como materiales conductores de nuevas vías de pensamiento y posicionamiento crítico que, en esta experiencia que aquí nos ocupa, se concentran en abordar el contexto urbano de la ciudad.
El proceso. Entre la educación y la ciudad
Uno de los objetivos es el de provocar una interrelación entre facultades, instituciones o departamentos, y forzarlos a interactuar o a intercambiar puntos de vista o maneras de hacer o deshacer sus aprendizajes. Partimos de que las personas creativas activas solo pueden crecer en una sociedad que hace hincapié en el “aprender" en lugar del “enseñar”,6 esto es, lo que comúnmente se llama la educación popular, el papel social de la educación. En este sentido, la cultura y el arte sirven como elementos de reacción que han de promover esta interacción y han de posibilitar su aplicación en el contexto de la ciudad. Así, con el proyecto Inter-Accions nos situamos en este espacio a partir del que proponemos reducir las distancias entre la academia del arte y la escuela de arquitectura y urbanismo para construir un espacio de encuentro que no es nuevo,7 donde estudiantes y profesores-aliados tengan la posibilidad de elaborar y autogestionar una relación directa sobre el trabajo en la ciudad (fig. 2).
En este sentido, Jaume Trilla8 propone tres dimensiones que enriquecen la relación entre educación y ciudad: a) la ciudad en contexto de educación (aprender en la ciudad), es decir, el espacio donde acontece la acción educativa; b) la ciudad como medio o vehículo de educación (aprender de la ciudad), como un entorno educativo, un agente de educación, formación y socialización, una escuela de la vida, y c) la ciudad como contenido educativo (aprender la ciudad), como contenido de la cultura que se va a transmitir. Interferir en estos contextos no es simple ni inmediato. A menudo nos encontramos con espacios de conflicto —sin sobreentenderlos desde un punto de vista negativo—, donde la complejidad se encuentra en su máximo exponente. Por este motivo, como profesionales, independientemente del campo desde el que nos aproximemos y operemos, debemos ser conscientes de nuestra condición de “extralocales”, es decir, nuestro posicionamiento inicial debe identificarse con el de un mediador de la comunidad; pero sin una voluntad buenista de paliación del conflicto. La razón se debe a que desde una mirada de condición externa, nunca se puede llegar a comprender de forma completa la complejidad de la propia situación, un hecho que nos lleva a pensar la diagnosis como una herramienta esencial y básica para el desarrollo del proyecto y que, realizada desde la modestia y la comprensión de esta mirada extralocal, será la que nos permitirá establecer el marco temporal y espacial de la propuesta de una forma más coherente (fig. 3).
Así, desde la aproximación a la acción directa, al trabajo colaborativo, a la aceleración de los procesos de toma de conciencia y de la autogestión, podemos unos y otros formar parte de este mismo proceso de toma de conciencia y retomar el trabajo para la gente y con la gente.
El código abierto como metodología de investigación e intercambio
Cuando nos referimos a proyectos de código abierto, nos referimos a aquellos que trasladan el interés de los objetos a los procesos para revalorizar el movimiento, el desarraigo y la incerteza, y que encuentran intersecciones potencialmente activas de un espacio social contemporáneo que clama por una nueva operatividad sostenible y participativa. Estos procesos son la base del concepto ecologías culturales, de Reinaldo Laddaga.9 Con base en estas ideas, Inter-Accions abre un proceso colaborativo a través del aprendizaje colectivo, valorando y cuestionando formas experimentales de sociabilidad, de interacción social, de cooperativismo y de construcción de sentido fuera de las lógicas organizativas institucionales.
Por lo tanto, la metodología utilizada en este proyecto de investigación se basa en el trabajo colaborativo y en la organización en red a partir de la articulación de subgrupos que constituyen nuevos nodos de la cadena de producción, lo que comúnmente se conoce como código abierto u open source en inglés. El desafío de esta metodología se encuentra en hacer funcionar los valores éticos y estéticos que dinamizan las comunidades, esto es, la cultura. De esta forma, es posible construir procesos siempre abiertos desde una política experimental y con objetivos dinámicos. Producciones que residen más en el hecho de crear espacios para la transferencia y mediación de conocimientos y habilidades, es decir, el cómo hacer las cosas, más que en las cosas en sí mismas.
Figura 3.
Visita al Centro de Cultivos Contemporáneos del Barrio (CCCB) en el Poble Sec (Barcelona) que utiliza prácticas y herramientas de la producción cultural y las aplica a problemas cotidianos en el contexto del mismo barrio. Fuente: Equipo Inter-Accions, 2013
Habitualmente, encontramos el desarrollo de estas prácticas a través de plataformas abiertas y prácticas, donde observamos que aquello importante no es un huerto colectivo o un dispositivo parte del mobiliario urbano, sino como se cultiva o como se construye. Por ejemplo, en el libro Transductores10 encontramos el proyecto Aulabierta, explicado, donde un grupo de estudiantes organizó talleres y actividades que facilitaban los procesos de intercambio. Es también el caso de las Comunidades de Intercambio, asociadas a la Cooperativa Integral Catalana,11 donde se proporcionan nuevas prácticas que proponen una red que funciona como un telar de redes de colaboración. Nos fijamos en este tipo de proyectos en dos sentidos: uno por la propia difusión y abertura de la que también parte el proyecto Inter- Accions, con base en los objetivos, la metodología y los resultados que nos interesa compartir por motivos éticos y principios organizativos de la propuesta; otro, para entender también la documentación y gestión de recursos como una herramienta más para el aprendizaje colectivo, y así someterlo a la reflexión para mejoras posteriores.
La producción entre iguales basada en el dominio público, tal y como nos explica Yochai Benkler,12 es aquella que resuelve la tensión derivada de la necesidad de innovar. Los proyectos abiertos convierten la producción en aprendizaje colectivo y permiten siempre una evolución constante de los objetivos y la mejora a partir de la innovación y la gestión participativa. Dicha participación se garantiza gracias a la inclusión de la interdisciplinariedad de saberes experienciales y técnicos en la estructura organizativa, hecho que permite jugar con múltiples niveles de participación y facilitar la organización bottom- up, transversal y desde abajo.
Así, durante estos últimos años, hemos visto cómo la administración pública ha hecho intentos en la organización participada pero, a menudo, la coincidencia entre vecino, técnico y político es complicada, principalmente porque unos y otros no se comunican con los mismos términos. Por este motivo, no es suficiente facilitar el espacio para que estas interacciones tengan lugar, sino que se deben facilitar las herramientas para que los tecnicismos, necesarios en la profesionalización y materialización de las ideas, no acaben en un alejamiento de una parte de la ciudadanía que tiene cosas que decir, pero quizá no todos los recursos para comunicarlas. Con Inter- Accions, proponemos el código abierto como facilitador del empoderamiento, pues posibilita un mayor acceso al conocimiento y a la información, así como a los instrumentos y herramientas necesarias para responder a esta interpelación entre vecino, técnico y político de una forma que el diálogo pueda crecer progresivamente. Por lo tanto, en este sentido, recordamos que una parte de la metodología es trabajar no solo en pedir opiniones, ni que las iniciativas se sitúen unidireccionalmente de forma vertical, sino que se piensen interrelaciones multirrecíprocas, de manera que el conocimiento y la información proveniente de los diferentes agentes se cruce, y así, con el tiempo, unos y otros incorporen y generen herramientas que permitan un equilibrio en el diálogo.
Este proyecto-investigación se dirige a encontrar una experiencia nueva para el ciudadano desde una actitud activa y participativa, para reducir las distancias entre el primero y el profesional, sea arquitecto o artista. A partir de esta motivación, a nivel metodológico, tratamos de construir un laboratorio, un espacio de investigación y reflexión académica, pero también científico y artístico, que permita abrir nuevas vías de diálogo y generar nuevas herramientas de trabajo, basadas en la participación y la libre circulación de conocimiento para la práctica o los procesos artísticos con la voluntad de intervenir y transformar el contexto social.
En este sentido, utilizamos el código abierto para referirnos a este proceso que permite compartir el conocimiento generado entre todos, para construir de forma colectiva un espacio de debate, de interés compartido y de discusión que puede generar continuidades, recorridos paralelos o nodos de relación a partir de los que crear nuevas redes de generación de conocimiento pero, también, nuevas redes en el espacio social de la ciudad.
Interferencias en el espacio urbano. Resultados de la experiencia
La implementación práctica de todas estas cuestiones tuvo lugar en el taller intensivo Inter-Accions. Practicas Colectivas al Espacio Urbano13 del que surgieron seis acciones experimentales que tomaron los conceptos de interacción y relación como marco conceptual para desarrollar las propuestas y promover el cambio o intercambio de roles, la libre circulación del conocimiento adquirido para, al mismo tiempo, afrontar los retos personales y colectivos de cuestionamiento crítico que se plantearon durante este proceso de aprendizaje de nuevas competencias en arte y arquitectura.
Las propuestas de intervención se desarrollaron en el barrio consolidado del Poble Sec en Barcelona, pero que durante estos últimos años ha sufrido —y está sufriendo— importantes transformaciones que están cambiando la fisionomía y fisiología de sus espacios relacionales como consecuencia de las políticas urbanísticas y los intereses privados en la gestión hotelera y de ocio, por un lado, y la importante llegada de inmigración, por el otro. De las distintas propuestas desarrolladas, destacamos cuatro por su proceso de desarrollo, así como sus conclusiones en referencia al esquema de prácticas en código abierto.
El proyecto On Vas Navas? (Dídac Baeza, Teresa Estapé, Ivet Gasol, Kalina Miroslavova, Magalí Sanz, 2013) plantea el estudio de las dinámicas de uso de un espacio urbano como es la Plaza de las Navas, focalizando la atención al movimiento y tránsito. Durante años la plaza estuvo cerrada a los vecinos debido a unas obras de mejora que, una vez finalizadas, no han dejado de ser polémicas. A pesar de la remodelación, el espacio pasó a ser lugar de conflicto, con un diseño que no parece satisfacer las necesidades de habitabilidad de los vecinos. Para evidenciar esta situación y, al mismo tiempo, investigar sobre otras posibles disposiciones más adecuadas, repartieron una serie de sillas pintadas de rojo que se convirtieron en pequeños elementos intrusos que irrumpían en la cotidianidad de la Plaza. La disposición aleatoria inicial de las sillas se fue transformando a medida que los vecinos y vecinas interactuaban con ellas y las integraban como elementos de su propio espacio relacional (figs. 4 y 5). Incluso como elementos de juego, permitieron la generación de situaciones espontáneas que significaba una alternativa al uso prediseñado y predefinido del espacio (fig. 6). Así mismo, se transformaba repetidamente la disposición espacial del conjunto de la plaza.
Figura 4.
Las sillas permiten completar un espacio de reunión que el mobiliario de la plaza no construye. Fuente: equipo On Vas Navas? (Dídac Baeza, Teresa Estapé, Ivet Gasol, Kalina Miroslavova, Magalí Sanz) 2013
Figura 5.
Captura del video “Navàs On Vas (Intervenció en Poble Sec)“, donde vemos a los vecinos experimentando con la disposición de las sillas durante la intervención. Fuente: Equipo On Vas Navas? (Dídac Baeza, Teresa Estapé, Ivet Gasol, Kalina Miroslavova, Magalí Sanz) 2013. Enlace del video: https://vimeo.com/106748025 (consultado el 28 de mayo de 2015)
Figura 6.
Captura del video “Navàs On Vas (Intervenció en Poble Sec)“, donde se muestra a un grupo de niños jugando al “juego de la silla”, acción que traslada el espacio de juego de la plaza más allá del definido como tal en el diseño (espacio vallado). Fuente: Equipo On Vas Navas? (Dídac Baeza, Teresa Estapé, Ivet Gasol, Kalina Miroslavova, Magalí Sanz) 2013. Enlace del video: https://vimeo. com/106748025 (consultado el 28 de mayo de 2015)
En el caso del proyecto MEETgera (Mireia Martín, Maite Mentxaka, Ana Gallardo, Cristina García, Marta Salomó, Maya Torres y Gala Vallespín, 2013), se trata de una propuesta que propone la recuperación y reapropiación simbólica de los espacios en desuso. A partir de dibujar con cinta adhesiva encima de las nuevas medianeras surgidas de la remodelación del barrio, se reproducen hipotéticos espacios privados del interior de las viviendas que habían existido en aquel lugar. Esto permitió la recreación de un ejercicio de memoria y juego a través de la imaginación de espacios de la vida cotidiana. Además, invita a la participación de los vecinos y vecinas del barrio (fig. 7), porque estos espacios pasaron de ser de tránsito a espacios de intervención e interacción, que evidencian otras posibilidades de percepción del entorno cotidiano (figs. 8a y 8b).
El proyecto Cartografies Subjectives (Judit Onsès, Elena Castellà, Omar Moreno, Mikel Sagarminaga) pretende crear una cartografía colectiva del barrio del Poble Sec no tan configurada por el espacio físico de sus calles, sino por los hitos que los protagonistas de la intervención definen. Partiendo del concepto de deriva en red se acercan a la cotidianidad del lugar resignificando al mismo tiempo el concepto de barrio y su representación. Esta resignificación se concibe con base en la comprensión del barrio a partir de la red de relaciones que existen entre sus vecinos y vecinas. En este caso, la intervención o interferencia no se produce explícitamente en el espacio físico urbano con elementos objetuales, sino que intenta penetrar en el imaginario colectivo del barrio para confrontar las diferentes miradas que existen sobre un mismo espacio, que en este caso, es el barrio del Poble Sec (figs. 9a y 9b).
Figura 7.
Vecinos y visitantes del barrio interactuando con la intervención MEETgera. Fuente: Equipo MEETgera(Mireia Martín, Maite Mentxaka, Ana Gallardo, Cristina García, Marta Salomó, Maya Torres y Gala Vallespín), 2013
Figuras 8a y 8b.
Vecinos y vecinas que se detienen e interactúan delante este cambio de escenario y, por tanto, de configuración y percepción del espacio. Fuente: Equipo MEETgera (Mireia Martín, Maite Mentxaka, Ana Gallardo, Cristina García, Marta Salomó, Maya Torres y Gala Vallespín), 2013
Por último, en el caso del proyecto La Charlateneria (Izaro Ezeiza, Esteve Holgado, Aina Jordi, David Terroba, 2013), mediante una instalación efímera en la misma Plaza Navas, donde se ofrecía un té a cambio de una conversación acerca de la ciudad y del barrio, se creó un espacio para la reflexión colectiva y la participación como forma de conocer los espacios sociales del lugar. Al mismo tiempo, de forma similar al proyecto On vas Navas?, se provoca una disrupción de la plaza como lugar en dos sentidos. Por un lado, desde el punto de vista emocional con la construcción de un espacio de parada y relación basado en la palabra, que propone una nueva forma de sociabilidad con el espacio y entre sus habitantes. Por otro lado, desde la reconfiguración física del espacio de la plaza, modificando las posibilidades de paso y, por lo tanto, sus dinámicas de tránsito y uso (fig. 10).
Consideraciones finales a modo de conclusión
Como hemos mencionado en apartados anteriores, estas propuestas se situaban en un espacio de conflicto como es el barrio del Poble Sec, caracterizado por situaciones complejas que no se pueden resolver con respuestas basadas solamente en el “urbanismo táctico”, sino que necesitan procesos y proyectos desarrollados más a largo plazo. Dada la situación del taller (de una semana de duración), la primera conclusión a la que llegamos fue que los problemas de un barrio directamente relacionados con sus habitantes, y por lo tanto, usualmente los más complejos, no se deben abordar desde una posición “buenista” de paliación de conflicto,14 sino que requieren una diagnosis exhaustiva y comprometida con el lugar y su gente. Así, la cuestión temporal es determinante para establecer propuestas que no caigan en superficialidades o en diagnosis falsas. Los diferentes proyectos, asumiendo esta condición, ponen el relieve en el proceso como proyecto que sobre un resultado final resolutivo. Con estrategias de intervención temporal, el interés de las propuestas reside más en los métodos de aproximación al espacio y en el interés en los procesos de creación, producción y aprendizaje que permiten crear y transformar determinadas situaciones. Todo ello también tiene que ver con un posicionamiento como extralocal que a su vez implica un (inter)cambio de roles entre autor de proyecto, artista-arquitecto, y el vecino-participante, que es quien conoce y vive la realidad del lugar. Aceptar este rol e integrarlo en el proyecto permite poder abordar determinadas situaciones urbanas desde una mayor humildad y desarrollar proyectos que interactúan de forma real con el entorno y las diferentes subjetividades que en él existen.
Figuras 9a y 9b.
Captura del video resultado del proyecto Cartografies Subjetives (Judit Onsès. Elena Castellà, Omar Moreno, Mikel Sagarminaga, 2013), donde se propuso una cartografía del barrio trazada en base a las subjetividades de sus habitantes
Figura 10.
Momento de conversación entre vecinos y autores del proyecto durante la intervención de La Charlaténeria. Fuente: Equipo La Charlaténeria (Aina Jordi, Izaro Ezeiza, Esteve Holgado, David Terroba), 2013
Así, los diferentes proyectos realizados, de forma transversal y transdisciplinar, fueron capaces de crear nuevas redes y evidenciar otras de existentes mediante la interrelación y vinculación entre autores, proyecto y vecinos-usuarios. Tirando de los hilos relacionales, se cartografiaron redes invisibles (Cartografies Subjetives); se conceptualizaron y transformaron las dinámicas relacionales de un espacio concreto a partir de la creación de una interferencia efímera (Charlaténeria), que, a su vez, permitió proponer otras maneras de abordar el proyecto urbano o de espacio público, y se transformaron las condiciones de habitabilidad de ciertos espacios desde el punto de vista lúdico y del juego para atraer la atención y generar nuevas relaciones entre los diferentes usuarios (On Vas Navas?), potenciando la reapropiación de estos espacios, sean físicos o no (MEETgera). Se trata de proyectos muy diferentes entre sí, que parten de aproximaciones al espacio social y a lo relacional desde diferentes conceptos, pero que todas ellas de alguna forma acaban proponiendo nuevos puntos de vista, herramientas o metodologías de aproximación a la ciudad y a su proyecto urbano.
Otra de las conclusiones que podemos extraer de la experiencia es que la ciudad es un excelente espacio de aprendizaje activo. Aprender de la práctica y la experimentación activa, sin olvidar continuamente la investigación teórica que nos ha llevado hasta aquí, nos permite una interacción directa con nuestra realidad cercana. Inter- Accions, como propuesta experimental, evidencia la necesidad que desde los ámbitos docentes universitarios se planteen de forma práctica las dificultades de abordar determinadas situaciones desde la interdisciplinariedad y el intercambio de roles, instrumentos y metodologías de trabajo. Es decir, es necesario que aparezcan estos espacios de intercambio e interacción no solo en el exterior, sino también en las aulas. Al mismo tiempo, es necesario que el aula salga a la calle y se impregne de su realidad.
Para finalizar, sea desde un espacio docente o desde el espacio social de la ciudad, es necesario avanzar hacia una construcción colectiva de nuestras identidades a partir del conocimiento compartido y la práctica colaborativa para establecer un marco de intervención y de transformación del espacio urbano y social que también, desde la cultura y el arte, contribuya a la evolución de la sociedad para dar respuesta a sus necesidades.
