Tres momentos del agua en la infraestructura y el espacio público de Medellín


Abstract

En este artículo se revisan algunos usos del agua en infraestructuras y espacios públicos de Medellín (Colombia). Para este fin, los proyectos se presentan según tres momentos de ciudad: 1) entre las décadas de 1960 y 1970, con algunas fuentes ornamentales como complemento a la infraestructura vial de la época; 2) entre las décadas de 1980 y 1990, durante la construcción del metro, y 3) entre 2012 y 2015, cuando los proyectos de las unidades de vida articulada se comenzaron a usar para la interacción directa con el agua. Así, se identifican los cambios que han permeado la arquitectura y el urbanismo de Medellín en cuanto al uso del agua en la ciudad.


This article reviews the use of water within infrastructure and public space in Medellín (Colombia). It presents projects grouped into three periods in the city’s history: 1) between the 1960s and 1970s, when water was used in ornamental fountains as a complement to road infrastructure; 2) between the 1980s and 1990s, within the construction of the Metro system; and 3) between 2012 and 2015, when Articulated Life Unit projects offered direct interaction with water. It identifies the changes in terms of how water is used that have permeated Medellín’s architecture and urbanism.


Introducción

Las fuentes urbanas son un tipo de objeto arquitectónico que usa el agua como elemento activo en los espacios públicos. Históricamente, la fundación y el desarrollo de las ciudades se han dado en compañía de estos suministros, y aunque en la actualidad no cumplen con su función original de abastecimiento, han pasado de ser parte de la infraestructura de servicios a ser componentes para la recreación y la ornamentación de estas. En la ciudad contemporánea, las fuentes se utilizan cada vez con mayor frecuencia para consolidar una imagen determinada de ciudad o acompañar el paisaje urbano.

En Medellín (Colombia), al igual que en muchas ciudades latinoamericanas regidas directa o indirectamente por las Leyes de Indias, las fuentes estaban destinadas al aprovisionamiento de agua para las necesidades cotidianas y se emplazaron estratégicamente para abastecer los primeros asentamientos urbanos por medio de las quebradas. El valle de Aburrá, en el que se ubica Medellín, está determinado por un sinnúmero de quebradas que confluyen en el río. Desde los primeros asentamientos en este territorio, se establecieron vínculos directos con los afluentes, como las fuentes de agua; sin embargo, el deseo de modernidad y la transformación de villa a ciudad cambiaron estas relaciones y declararon el río y sus condicionantes como un obstáculo para el crecimiento urbano.

Mientras la ciudad ha negado el río y sus quebradas por motivos funcionales, se han construido o reubicado fuentes de agua para integrar de alguna manera este elemento con las infraestructuras y los espacios públicos de la ciudad.

Desde los años cincuenta del siglo XX, la planeación moderna orientó el desarrollo de Medellín desde dos prioridades: la organización de los usos o zonificación y la conectividad vial metropolitana. Para este fin, una de las apuestas más importantes consistió en finalizar las obras de canalización y rectificación del río Medellín y algunos de sus afluentes.1 Si bien con el plan Piloto de Wiener y Sert resulta evidente la importancia del crecimiento de la ciudad en torno a sus quebradas, las disposiciones de planificación trazadas en los años setenta, con el Plano Director aprobado por el municipio, se enfocaron en el establecimiento y regularización de la malla vial y la disminución de las zonas verdes.

Como lo indica María Perfetti en su investigación sobre las transformaciones de la estructura urbana de Medellín para la década de 1970, “la oficina de valorización margina las prácticas y los ideales del urbanismo, actúa construyendo obras de infraestructura, con vías, con muchas vías” (Perfetti 2005, 409). Tal priorización del sistema de movilidad vehicular y trazado urbano supuso dejar de lado los estructurantes naturales, como el río y las quebradas, lo que devendría en la imposibilidad tanto de aprovechar el valor paisajístico y ambiental de estos como de tejer una relación de los ciudadanos con los afluentes hídricos.

Sin embargo, mientras la ciudad ha negado el río y sus quebradas por motivos funcionales, se han construido o reubicado fuentes de agua para integrar de alguna manera este elemento con las infraestructuras y los espacios públicos de la ciudad, por lo que es necesario preguntarse: ¿cuál ha sido la relación y uso de las fuentes de agua con Medellín y sus espacios urbanos durante los últimos cincuenta años?

Este trabajo se enfoca en revisar algunos casos paradigmáticos de fuentes de agua que han determinado la imagen y la experiencia en el espacio público de la ciudad de Medellín en los últimos cincuenta años. Si bien estos objetos se pueden datar desde el origen de Medellín como parte de las necesidades fundacionales o de embellecimiento que se han mencionado, el estudio se delimita temporalmente entre 1967 y 2014, periodo de construcción y consolidación de tres tipos de infraestructura representativa en tres momentos de la ciudad y su urbanismo.

En primer lugar, está el momento de consolidación de la ciudad para el vehículo, en el que el desarrollo de la infraestructura vial fue prioritario y las fuentes se vincularon como elementos urbanos para la contemplación desde el automóvil; en segundo lugar, el momento de una gran operación urbana: la construcción de la infraestructura de transporte masivo (Metro), en el que las fuentes se incluyeron como elementos de dinamización del nuevo espacio público de las estaciones, y en tercer lugar, el momento reciente de la resignificación de espacios residuales a escala barrial, de las infraestructuras de abastecimiento de agua que facilitan una experiencia directa con el agua como estrategia de integración y recreación activa.

Los tres momentos se contextualizan al considerar el tratamiento que tenían los afluentes naturales de agua durante la época en la ciudad y el encargo de los proyectos que se desarrollaron con fuentes urbanas. Las diferentes obras y fuentes se seleccionaron con base en la revisión del material que arrojó la investigación documental de origen primario con planos, mapas, fotografías y entrevistas, y de origen secundario, como artículos de divulgación científica, artículos y libros. Se utilizó el estudio de caso como método de análisis de las fuentes encontradas, y se realizó un estudio comparativo entre los diversos momentos en que fueron agrupadas y organizadas de acuerdo con sus características arquitectónicas, su relación con la ciudad y, en especial, su uso dentro del espacio público.

Con esta información es posible acercarse a los aspectos formales, técnicos y estéticos que caracterizan las fuentes de agua en su ubicación, lo que orienta una interpretación hacia su valor como elemento urbano en la historia de la ciudad, así como su pertinencia en el espacio público. Finalmente, se reflexiona en torno a la transformación del uso de las fuentes de agua como parte del espacio público, para aportar al debate sobre el significado ciudadano del contacto con el agua y su necesidad en la ciudad contemporánea.

El agua como ornamentación en la ciudad máquina

Desde finales de la década de 1920, Medellín afrontó un gran número de obras de infraestructura vinculadas con el manejo de sus afluentes hídricos (quebradas y río), la mayoría de estas con el propósito de facilitar la edificación en ciertas áreas, la construcción de nuevas avenidas vehiculares y, en general, funciones básicas en torno a la producción, que privilegiaron la movilidad en automóvil y limitaron el disfrute paisajístico y ambiental del recurso hídrico durante las décadas subsiguientes. Uno de los proyectos viales precedentes con los que se limitó la relación de la ciudad y sus afluentes fue el de la cobertura de la quebrada Santa Elena, en el centro de la ciudad (González 2018). El propósito fue trazar una avenida vehicular para mejorar la movilidad en carro y evitar los malos olores producidos por las aguas negras que desembocaban en la quebrada.

Con la cobertura desde los años veinte hasta los cincuenta, la avenida La Playa se determinó como un paseo con edificaciones importantes y se remató hacia el oriente con la construcción del Teatro Pablo Tobón Uribe2 y una glorieta de intercambio vehicular que sirve como antesala al edificio. Esta rotonda fue adornada con una fuente urbana en 1968, hoy conocida como La Bachué.3

El proyecto de esta fuente luminosa estuvo a cargo de la oficina Caputi & Uribe,4 arquitectos que también diseñaron en ese mismo año la fuente luminosa del parque Bolívar (fig. 1). El diseño de la fuente de La Bachué consistió en tres cuencas escalonadas de concreto, cada una de nueve, once y siete metros de diámetro, esta última coronada por la escultura de La Bachué (fig. 2). Las cuencas son irrigadas principalmente por tres aspersores dandelion.5

Figura 1.

Javier Uribe. Empresas Públicas de Medellín. Planos para la fuente luminosa en el parque Bolívar, 1968. Archivo de la Facultad de Arquitectura, Universidad Nacional de Colombia. Fotografía registro de los autores.

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Figura 2.

Luis Guillermo Gómez. Departamento Administrativo de Planeación de Medellín. Fuente La Bachué, 1997. Imágenes de acceso abierto para uso no comercial. Archivo Biblioteca Pública Piloto. Fotografía registro de los autores.

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Originalmente, la rotonda contaba con dos pasarelas para apreciar de cerca la fuente de agua; sin embargo, la inseguridad y el deterioro del sector obligaron a cercarla. Al estar encerrada desde la década de 1980, la relación con la fuente se limitó a ser netamente contemplativa para los vehículos. Solo hasta 2018, con el plan de recuperación del centro, el parque rotonda pudo ser cruzado por los transeúntes y la fuente se apreció de cerca nuevamente.

La administración de estas fuentes ha estado a cargo de las Empresas Públicas de Medellín (EPM), en alianza con el municipio. Al tiempo, en 1973, EPM patrocinó con la textilera Fabricato la construcción de la fuente de la glorieta San Diego, diseñada igualmente por Caputi & Uribe (fig. 3).6 Con la extensión de la calle 33 hacia el oriente y la conexión con la carretera Las Palmas, se definió un intercambio vial en el sector de la Asomadera.7

Figura 3.

Javier Uribe. Empresas Públicas de Medellín. Planos para la fuente luminosa frente al Teatro Pablo Tobón Uribe, 1968. Archivo Facultad de Arquitectura, Universidad Nacional de Colombia. Fotografía registro de los autores.

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La fuente consistió en una base floriforme con seis pétalos, de treinta metros de diámetro y una cuenca elevada por un montículo de siete metros de diámetro. El agua era expulsada verticalmente sobre la cuenca superior, y gracias a algunas gárgolas, esta desembocaba en la base para ser bombeada de nuevo. Destacaba también el diseño de vegetación que complementó la glorieta.

La fuente Fabricato se construyó como un monumento industrial que pudiera observarse desde los vehículos al transitar alrededor de la glorieta de San Diego (fig. 4). Por sus dimensiones y ubicación, sirvió como punto de referencia durante años, aunque en 19878 se ensanchó la vía que conectaba la avenida Oriental con la carrera de El Poblado y un puente se posó sobre esta. Por último, en 2019 se demolió la fuente para completar la calle 33 hacia la avenida Las Palmas y descongestionar el intercambio. Esta misma suerte corrió la fuente del intercambio de la avenida del Ferrocarril con la calle Colombia, construida en 1972 para el disfrute de los automovilistas (fig. 5). En 1980, las obras del puente del río eliminaron la glorieta para construir otro intercambio más ambicioso.

Figura 4.

Gabriel Carvajal Pérez. Fuente Fabricato glorieta de San Diego, 1973. Imagen para uso no comercial, Archivo Biblioteca Pública Piloto.

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Figura 5.

Caputi & Uribe. Planos para la fuente luminosa BIC, glorieta: calle Colombia con avenida del Ferrocarril, 1972. Archivo Facultad de Arquitectura, Universidad Nacional de Colombia. Fotografía registro de los autores.

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Otras fuentes ubicadas en las glorietas de Medellín son las del Aeropuerto Olaya Herrera, en el intercambio de la calle 14 con la carrera 65 (1964), también diseñada por Caputi & Uribe, y hoy en día inoperante; como también la de la glorieta de la calle 30 con la avenida de El Poblado construida en los años setenta por las empresas Enka, la cual incluye una escultura-cascada contemporánea diseñada por Óscar Mejía, Ramiro Henao y Fernando Botero (fig. 6).

Figura 6.

Departamento Administrativo de Planeación. Estudio del plan vial para el intercambio entre la calle Colombia y la avenida del Ferrocarril, 1970. Imagen para uso no comercial, Archivo Histórico de Medellín.

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Las fuentes en las glorietas que se han descrito hacen referencia indirecta a los principios de la ciudad barroca, en la que los paseos, los bulevares, las rotondas o los jardines, adornados con fuentes que fueron populares durante los siglos XVIII y XIX. Aunque el modelo estadounidense de autopistas para la circulación rápida se posicionó con bastante fuerza en Medellín desde los años cuarenta, las glorietas adornadas se construyen hasta los años ochenta, a manera de monumento (Botero 1996, 156 y 157). Como Lewis Mumford (1967) lo indica, si bien la gran avenida se convirtió en una autopista, y la gran rotonda se transformó en un “trébol”, mucha parte del urbanismo moderno se realizó con espíritu barroco. En Medellín, esta aplicación osciló entre la necesidad de construir una ciudad funcional y proyectar una imagen de poder, progreso y modernidad.

El agua como dinamizadora en una gran operación urbana

Desde los años cincuenta se había establecido que los corredores viales paralelos al río deberían tener un retiro y una sección suficientemente amplios como para permitir la construcción de una línea de transporte masivo (Restrepo Uribe 1981). Así fue como en 1984 comenzó en Medellín la construcción del sistema Metro, proyecto que se convirtió en una de las obras de mayor trascendencia desde el punto de vista urbano en la ciudad.

El proyecto definitivo se trazó con dos líneas: la principal (línea A), que aprovechó parte del retiro, siguió el río Medellín de sur a norte, entró al centro de la ciudad por la carrera Bolívar y fue inaugurada en 1995, y la segunda línea (línea B), que bordeó la quebrada La Hueso, conectó el centro tradicional con las zonas de habitación en el área occidental y fue inaugurada en 1996. La construcción de los viaductos elevados y carrileras a nivel anularon la posibilidad de tejer nuevamente una relación con el río Medellín, y eliminaron el potencial de la quebrada La Hueso como corredor ambiental.

El diseño de las estaciones del Metro estuvo a cargo de dos reconocidos proyectistas que lideraron gran parte de la producción edilicia de la ciudad durante los años ochenta. Los arquitectos Nagui Sabet9 y Laureano Forero proyectaron las estaciones considerando no solo la resolución estructural según el trazado de los viaductos y carrileras, sino también el emplazamiento para solucionar los accesos a estas. Sin embargo, los diseños del espacio público estuvieron a cargo de otras firmas de arquitectura local y de la misma empresa del Metro. De las veintiún estaciones iniciales del Metro, las cinco ubicadas en el centro fueron las que contemplaron mayor compromiso con la cicatrización del tejido urbano, debido a la necesidad de realizar algunas demoliciones, y en especial a causa de la abrupta aparición del viaducto elevado dentro de la malla urbana del centro de la ciudad (fig. 7).

Figura 7.

Departamento Administrativo de Planeación. Fuente Enka en el intercambio de la calle 30 con la avenida El Poblado, 1986. Imágenes de acceso abierto para uso no comercial. Archivo Biblioteca Pública Piloto.

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En este sentido, en las estaciones de la línea A: San Antonio, Parque Berrío y Prado, y de la línea B: Estadio, Floresta y Suramericana, fueron incluidas fuentes de agua de propulsión vertical que rebosaban en rejillas, las cuales se localizaron en las amplias plazoletas y zonas duras de acceso a las estaciones. Estos diseños fueron ejecutados por Caputi & Vieira,10 asociación derivada de la oficina original Caputi & Uribe.

Al tiempo que las fuentes se integraron de manera similar en la mayor parte de las plazoletas, es decir, como elementos de apreciación y disfrute, estas trascendieron la vocación decorativa de aquellas de los años sesenta y setenta, ubicadas en las glorietas viales, y permitieron una interacción más cercana con el agua. Por un lado, se trató de rememorar la presencia del agua, debido a que la línea B se construyó cubriendo algunos tramos de la quebrada La Hueso; por otro, se convirtieron en elementos que contribuyeron a la habitabilidad, confort y estancia de los transeúntes a lo largo del día, al bajar las altas temperaturas incrementadas por la aridez de las nuevas plazuelas de acceso al metro (figs. 8 y 9).

Figura 8.

María Bustamante y Edison Escobar. Plano con los diseños para la estación San Antonio de la línea A del Metro. Cortesía del Archivo del Metro de Medellín.

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Figura 9.

Arquitectura seglar: Juan Carlos Londoño M. Plano con los diseños para la estación Floresta de la línea B del Metro. Cortesía del Archivo del Metro de Medellín.

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En la actualidad, debido a los requerimientos técnicos, al igual que a los costos vinculados a su operación, en todas las estaciones se han desactivado las fuentes de agua (estaciones Prado, Suramericana, Floresta y Estadio),11 y una de ellas (estación San Antonio) fue demolida en 2017, para ejecutar las obras correspondientes al paseo de la carrera Bolívar.

El agua como elemento resignificador de infraestructuras en la periferia urbana

A comienzos del siglo XXI, nuevos proyectos comenzaron a hacer uso del agua dentro del espacio público como un elemento para el juego o la interacción directa. Obras como el Parque de los Pies Descalzos12 (2004) y el Parque de los Deseos13 (2008) evidenciaron un amplio interés de la ciudadanía por el disfrute activo del agua a través del juego, y de los diseñadores por la inclusión del agua como elemento rector dentro de los proyectos urbanos.

Posterior a estas obras, en 2011 se buscó llevar espacios de interacción con el agua a barrios con grandes carencias de espacio público y limitadas áreas para su ejecución, por lo que se optó por la utilización de los lotes y cubiertas de diversas infraestructuras de almacenamiento de agua localizadas en las partes altas de la ciudad. Estas nuevas edificaciones y sus espacios públicos fueron llamadas unidades de vida articuladas (UVA), equipamientos públicos que hicieron parte de la iniciativa de la empresa de servicios públicos de la ciudad (EPM) y que, en alianza con la alcaldía de Medellín, buscó reintegrar estas infraestructuras al tejido urbano (Valencia Corrales 2016).

La intervención urbana fue concebida por el Departamento de Intervenciones Urbanas Sostenibles (DIUS) de EPM, liderado por el arquitecto Horacio Valencia. Este departamento, a su vez, estuvo encargado de la priorización y el diseño de la mayoría de las UVA. Inicialmente, se analizaron 144 tanques localizados en la ciudad, pero fueron los “aspectos de área útil, densidad poblacional y necesidades de las comunidades colindantes, restricciones geológicas, expansión del servicio de acueducto y su entorno” (Valencia Corrales 2019) los que definieron los tanques que se iban a intervenir. Así es como entre 2012 y 2015 se construyeron catorce UVA14 en diferentes tanques, especialmente en la periferia de la ciudad (fig. 10).

Figura 10.

Luis Guillermo Gómez. Departamento Administrativo de Planeación. Estación Suramericana en construcción, 1996. Imágenes de acceso abierto para uso no comercial. Archivo Biblioteca Pública Piloto.

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Dentro de los análisis iniciales para la formulación del proyecto de las UVA, se consideraron los espacios de infraestructura que estaban causando “la problemática más grave de violencia en la ciudad de Medellín” (Valencia Corrales 2019), y que a su vez fueran áreas disponibles para entretejer barrios y territorios. Muchas de estas infraestructuras fragmentaban el tejido urbano y generaban espacios abandonados o en desuso, con un amplio potencial debido a su localización en los sectores más densos de la ciudad. Las intervenciones partieron de tres premisas fundamentales: el respeto por la infraestructura existente (los tanques de agua), el diseño del espacio público considerando principalmente la topografía con sus altas pendientes y un programa arquitectónico mínimo elaborado por la comunidad circundante.

Una de las primeras unidades en entrar en funcionamiento fue la UVA de Los Sueños (2014), localizada en el Tanque Versalles, en la comuna 3 de Medellín (fig. 11). Esta obra es muestra de gran parte de los objetivos trazados en esta estrategia de intervención urbana: la articulación con el entorno inmediato, la creación de estancias y zonas de encuentro, la dinamización mediante el uso del agua y la luz, y la consolidación de una oferta de servicios de acuerdo con los requerimientos de cada sector.

Figura 11.

EPM. Vista general de la unidad de vida articulada Los Sueños, 2014.

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La UVA de Los Sueños se implanta en una topografía inclinada, por lo que mediante el terraceo y la contención logra conectar diferentes espacios. El agua aparece como elemento organizador del nuevo espacio público, pues en la plaza principal que rodea el tanque de abastecimiento, se ubican un par de fuentes con propulsores de agua vertical y una línea adicional que rodea el tanque, elementos acompañados por un amplio mirador de ciudad.

La inclusión del agua en el diseño de las UVA deja a un lado su carga como objeto meramente contemplativo dentro del espacio público; ahora los diseños convierten el agua en catalizadora y organizadora tanto de las espacialidades y estancias urbanas como en generadora de nuevas actividades de disfrute activo de los visitantes mediante la interacción directa con esta.

En la UVA La Esperanza, ubicada en el Tanque Moscú, en la comuna 1 de Medellín, se usan estrategias similares a las de la mayoría de proyectos. El trabajo topográfico de escalonamiento mediante senderos y contenciones, así como un espacio central en el que la conjugación de la iluminación colorida y juegos de agua generan un espacio de esparcimiento y lúdica en el que el agua se hace protagonista, representa un vínculo claro con la infraestructura donde se implanta (fig. 12).

Figura 12.

EPM. Vista nocturna con iluminación especial de la unidad de vida articulada La Esperanza, 2014.

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Por otro lado, la UVA La Armonía, localizada en el Tanque La Tablaza, en la comuna 3, presenta como elemento distintivo un gran espejo de agua, el cual es el tanque en sí mismo. Sobre este se extienden senderos que cruzan y rodean. Este gran espejo de agua se complementa con dos potentes columnas de agua que constituyen elementos de atracción y focalización dentro del proyecto. La iluminación enfatiza los recorridos mediante luces bajas, pues el uso del color no se hace presente (fig. 13).

Figura 13.

EPM. Espejo de agua y vista desde la unidad de vida articulada La Armonía, 2014.

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Dentro de los proyectos construidos ha sido ampliamente destacada y difundida la UVA de La Imaginación15 (antiguamente llamada Orfelinato), la única desarrollada mediante concurso público de arquitectura y reconocida con varios premios, incluyendo el LafargeHolcim Awards, en 2015. Se destaca dentro de la obra “la flexibilidad y continuidad a los espacios del parque”, así como “los juegos lúdicos al interior con el agua como referente” (González Escobar 2020).

En la UVA La Imaginación, el agua se convierte en el elemento caracterizador de cada uno de los espacios. En esta obra se usan geometrías circulares retomadas del tanque existente, que con la inclusión de un espejo de agua y un corredor profundo que lo atraviesan permite tocar el agua y acercarse. En las áreas más abiertas del proyecto son los propulsores de agua vertical los que generan un espacio de juegos donde el movimiento del agua invita a la interacción.

En general, las UVA consiguieron en corto tiempo una gran apropiación ciudadana y lograron acercar a las personas y las fuentes de agua en cada uno de los territorios donde fueron insertadas. Finalmente, en un contexto urbano, las UVA contribuyeron a mejorar el acceso de ciertos sectores periurbanos a espacios públicos dotados de fuentes de aguas; sin embargo, resulta contradictorio que precisamente barrios como Villa Hermosa, donde se ubica la UVA La Libertad, tengan actualmente un 21 % de los hogares sin acceso al acueducto de la ciudad; incluso, con excepción de la comuna 14-El Poblado, donde se encuentra la UVA Ilusión Verde, todas las demás comunas donde se localizan estas intervenciones poseen población sin acceso al agua potable (Medellín cómo vamos 2019).

Conclusiones

A lo largo del desarrollo urbano de Medellín, la relación con los afluentes hídricos ha sido conflictiva. Existe una importante deuda de la ciudad con las quebradas y el río, que comprende desde su visibilización, pasando por la conservación de sus condiciones medioambientales, hasta su plena articulación dentro de la infraestructura verde y natural de la ciudad, que los posicione nuevamente como potenciadores ambientales, así como desde lo urbano y su relación con los ciudadanos.

Con los casos revisados se da cuenta de este conflicto, ya que las diferentes intervenciones que se relacionan con la infraestructura de la ciudad durante los dos primeros momentos demuestran posturas e implementaciones contrastantes del agua. En el primer momento, el que resulta de la noción de ciudad maquínica, el agua se utiliza de manera contradictoria. Las fuentes urbanas que se describieron configuraron intersecciones monumentales de ejes viales, lo que no permitió en su momento un acercamiento orgánico de la ciudadanía con estos. Por lo menos no en el sentido de lo que se consideraría higiénico o civilizado; este distanciamiento o utilización ornamental comparte los mismos motivos por los que una quebrada como la Santa Elena fuera cubierta.

Así mismo, estas intervenciones tienden a desaparecer debido a las mismas fuerzas que las originaros en puntos estratégicos de la ciudad. La movilidad vehicular supera el carácter estético o la posibilidad de contemplación que fue impulsada por las élites empresariales de la segunda mitad del siglo pasado, y nuevas ampliaciones de vías hacen necesaria su demolición.

Para el segundo momento, el que deriva de la abrupta implantación del Metro sobre el centro, el río y las quebradas, el agua aparece como elemento dinámico en el espacio público. Este tipo de fuentes son las que comienzan a acercar a la ciudadanía a una sensibilización más cotidiana con el agua. Los cuerpos en movimiento hacen parte de las rutinas alrededor de algunas estaciones del Metro y de su funcionamiento.

Sin embargo, se han desactivado estas fuentes, pues los procesos de apropiación ciudadana revelaron una tendencia que no resultaba sostenible para la administración de los espacios. La presencia de habitantes de calle o la idea de un gasto innecesario de agua lleva al control extremo de estos espacios con vigilancia y, finalmente, a su clausura como puntos de encuentro con el agua.

En el tercer momento, las UVA denotan un panorama positivo para los espacios de interacción ciudadana con el agua. La concepción de estas plataformas de espacio público, desde la resignificación del recurso hídrico y su alegoría con el reciclaje de los tanques, ha traído dinámicas benéficas tanto para las comunidades que residen en los territorios circundantes, como para el resto de la ciudadanía, y han consolidado un sistema cuyo común denominador es justamente la red de acueducto.

Finalmente, es notorio desde el punto de vista técnico cómo las primeras exploraciones limitadas a algunos efectos como las columnas dieron paso a la experimentación con cortinas de agua, vaporizadores y propulsores con movimiento e iluminación, espejos, y un amplio abanico de opciones y oportunidades de diseño con el agua en el espacio público.

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Fuentes de consulta:

Archivo Histórico de Medellín

Archivo Digital de la Biblioteca Pública Piloto

Archivo del Metro de Medellín

Notes

[1.] Las obras de rectificación y canalización del río Medellín comenzaron en 1908, por iniciativa de la Sociedad de Mejoras Públicas, y culminaron hacia 1970, entre las calles 10 y 85 (Restrepo Uribe 1981, “Canalización y rectificación”).

[2.] Obra del arquitecto Nel Rodríguez Hausler, ejecutado entre 1955 y 1967, con los dineros donados por el filántropo Pablo Tobón Uribe (Restrepo Uribe 1981: “Teatros”).

[3.] Su construcción fue aprobada en 1968, según acta de la Junta de Planeación Municipal y Servicios Técnicos. Se nombra de esta manera debido a la escultura de la madre tierra que fue elaborada por el escultor José Horacio Betancur.

[4.] Oficina de arquitectura y construcción fundada desde 1955 por Eduardo Caputi y Rafael Uribe, arquitectos egresados de la Universidad Pontificia Bolivariana. Entre 1955 y 1990, Caputi & Uribe diseñaron y construyeron gran cantidad de fuentes urbanas en el país.

[5.] Se refiere a la forma de Diente de león, un tipo de surtidor común desde los años sesenta en varias fuentes de ciudades norteamericanas (Hirst 2012).

[6.] Se solicitó su construcción en homenaje a los cincuenta años de la textilera Fabricato. Archivo Histórico de Medellín (AHM), Fondo Alcaldía de Medellín, Departamento de Planeación, plano 490475.

[7.] Según el plan vial regulador de 1956, la extensión de la calle 33 ya estaba trazada para entonces. La vía Las Palmas se define con el plan vial de 1970 (Restrepo Uribe 1981: “Plan regulador”).

[8.] AHM, Fondo Alcaldía de Medellín, Departamento de Planeación, obra 358.

[9.] El portafolio con la obra representativa de Sabet hasta 2004 está disponible en Sabet (2015).

[10.] Liderada por Luis Carlos Vieira, yerno de Rafael Uribe, fundador de la firma Caputi & Vieira. Luis Carlos Vieira Pardo, entrevista directa, grabación de octubre de 2021.

[11.] Edison Escobar Osorno, entrevista directa, grabación marzo de 2022 (29:35).

[12.] Diseñado por las arquitectas Ana Elvira Vélez y Giovanna Spera.

[13.] Diseñado por los arquitectos Felipe Uribe de Bedout, Gerardo Olave y Jheny Nieto.

[14.] Doce de ellas en Medellín, y las dos restantes en los municipios de Bello e Itagüí.

[15.] Colectivo 720, Luis Tombé y Mario Camargo. Equipo: Julián Mejía, César Aragón, Guillermo Buitrago, Diana Marcela Medina, Andrés Felipe Álvarez, Stephanny Fiat, Isabela Hincapié, Juan Pablo Orozco y Fiorela Gómez-Silva.