
Cómo citar: Ocampo Aguilar, Ximena. "[Otras] maneras de ocupar el espacio público". Dearq no. 42 (2025): 40-52. DOI: https://doi.org/10.18389/dearq42.2025.05
Ximena Ocampo Aguilar
The Chinese University of Hong Kong
Dérive lab, México
Recibido: 30 de enero de 2024 | Aceptado: 23 de enero de 2025
"[Otras] maneras de ocupar el espacio público" es un proyecto de investigación arquitectónica que busca analizar y reivindicar, de manera crítica, las formas y las acciones cotidianas que dan vida a nuestras ciudades y configuran la esfera de lo público. Utilizando la arquitectura como medio etnográfico para explorar y documentar fenómenos espaciales complejos se ha compilado un archivo que recoge usos, objetos y acciones de ocupación del espacio público, incluso aquellos no intencionados ni planeados. Este registro permite evidenciar que la ciudad es un lugar vivo en constante tensión y que la arquitectura debe reconocer su complejidad y espontaneidad.
Palabras clave: urbanismo, determinismo espacial, apropiación del espacio, espacio público, producción social del espacio, usos del espacio público, antropología arquitectónica.
"[Otras] maneras de ocupar el espacio público" es un proyecto de investigación artística-arquitectónica cuyo objetivo es analizar, rescatar y reivindicar, de manera crítica, las formas y las acciones cotidianas que dan vida a nuestras ciudades y configuran la esfera de lo público. En su desarrollo y metodología se hace uso de la arquitectura menos como una disciplina para proyectar que como una manera de aprehender la ciudad, cuyas herramientas pueden ser útiles para explorar, observar y documentar fenómenos espaciales complejos que están fuera del alcance o el control de los arquitectos y que, sin embargo, son una realidad en distintos entornos urbanos y brindan riqueza y unicidad a la ciudad. Este enfoque reconfigura la arquitectura como una disciplina de exploración y estudio, y por ello plantea la intersección con otros saberes como la antropología, la etnografía y el arte.
El resultado de este proceso es la consolidación de un archivo de usos, objetos, elementos y acciones de ocupación y aprovechamiento del espacio público; una relación detallada —casi un inventario— de usos actuales que incluyen aquellos no intencionados, planeados o diseñados.
En 1863, Ildefonso Cerdá, considerado uno de los fundadores del urbanismo moderno, catalogó más de noventa actividades que se desarrollaban regularmente en las calles de Barcelona, entre ellas la de amanuense, la peluquería y la venta de los más diversos artículos. Más allá de generar conocimiento sobre la forma en que se habitaba la ciudad, su intención era ordenar estas actividades, ubicándolas en quioscos dispuestos en los nuevos chaflanes del ensanche (Magrinyà y Marzá 2017), con lo cual sentó algunas de las bases de lo que Ángela Giglia (2017) denominó la "falacia del determinismo espacial". En general, este proyecto de urbanización se fundamentaba en un afán por reconstruir la estética urbana y el orden sobre lo que se imaginaba como un caos urbano (Edensor 2021), típico de Europa del siglo XIX.
Más de 150 años después, esta sobredeterminación tanto de las formas visuales de la ciudad como de sus funciones sociales (Sennett 2017) sigue presente, no solo en nuestra forma de entender la ciudad sino también en las normas y políticas públicas que definen su diseño y pretenden vigilar y controlar los comportamientos no deseados y domesticar, a toda costa, la informalidad. Estas nociones coloniales y occidentales del orden, junto con los imperativos de la planificación modernista, han pasado a formar parte de un discurso globalizador, lo que ha provocado el borrado de gran parte de la diversidad social del espacio urbano y la pérdida de todo tipo de infraestructuras sociales, sustrato económico y vivacidad urbana (McFarlane 2022). La ciudad hoy en día parece pensada para ser únicamente limpia, segura, cordial y ordenada (Sennett 2017); es en este mismo sentido que se procuran espacios públicos eficientes y transitorios, o que cumplan funciones específicas, convirtiendo a la ciudad "en un espacio comercializable en el que se pretende instaurar una visión hegemónica y libre de conflictos" (Hernández 2016). Para garantizar la existencia de estos espacios supuestamente libres de conflictos, las ciudades se apoyan en la creación de normativas de uso de los espacios, la instalación de señales y elementos organizativos, la integración de cámaras de vigilancia, la instrumentalización de la policía y, en algunas ocasiones, la observación cómplice de los ciudadanos, que validan cuáles actividades deben permitirse y cuáles deben resaltarse como disidentes o inapropiadas (Delgado 2015).
A pesar de tales esfuerzos homogeneizadores, la vida urbana —improvisada, dinámica y compleja como es— sigue prosperando, especialmente en las ciudades del Sur Global. En este contexto, ocupar el espacio público de formas distintas a las establecidas y sobre las que se ha regido el diseño del espacio, constituye una actitud de resistencia que trae consigo la posibilidad de rupturas y emancipaciones, de espontaneísmo incierto y liberador (Martínez 2014): sentarse en un bolardo, en un escalón, o utilizar el propio cuerpo en cuclillas puede verse como una actitud discreta pero desafiante para acomodar las necesidades personales allí donde el entorno diseñado ha fallado (Handler 2008). Todo ello apunta a la necesidad de rechazar la tradición de teorización urbana basada en un único modelo (Amin y Lancione 2022) y de crear nuevos vocabularios de análisis urbano, derivados de experiencias históricas fuera de Occidente (Robinson 2008).
Entender el desorden y la espontaneidad como una impugnación de órdenes impuestos puede abrir nuevas posibilidades de ver y entender el papel de la arquitectura en el siglo XXI, lo cual confirmaría la premisa de Richard Sennett (2017) en el sentido de que preservar la disonancia es el papel del planificador radical —¡y del arquitecto!—. Si queremos imaginar un futuro urbano alternativo en el que las personas tengan agencia sobre su entorno, primero debemos comprender las estrategias existentes que compiten con las formas impuestas por el poder y los sistemas que este establece. Además, debemos considerar los elementos no humanos como participantes activos de la vida social y, por tanto, agentes cruciales del cambio; un enfoque, como sugiere Amin (2012), para considerar la agencia de todos los elementos —materiales y virtuales, humanos y no humanos, visibles e invisibles— como ecologías del ser humano y del habitar.
El estudio del espacio público no es nada nuevo: la perspicacia y las herramientas de análisis de Jacobs (2013), Whyte (1979), Appleyard (1980), Gehl (1971, 2010) y Gehl y Svarre (2013) han sido una gran inspiración para el urbanismo y la arquitectura contemporáneos. Estos investigadores han sacado a la palestra cuestiones —que por considerarse banales u obvias pasaban desapercibidas—, como dónde tienden a sentarse las personas, qué tipo de actividades realizan y cómo interactúan con otras; además, intentan fijarse en la "complejidad organizada" (Jacobs 2013) de las ciudades en las que todos los factores interactúan o repercuten entre sí. Sin embargo, como indica Angela Giglia (2017), existe una ventana de oportunidad al señalar que la mayoría de estas conclusiones en apariencia generales, fruto de investigaciones en espacios públicos de Estados Unidos y el norte de Europa, no pueden aplicarse automáticamente a otras realidades urbanas y sociales. Además, como sugiere Tim Ingold (2022), existe la posibilidad de asumir a las personas y los objetos no solo como consumidores de un entorno diseñado y construido, sino también, y lo que es más importante, como agentes de cambio que desafían los poderes de los arquitectos como los únicos capaces de realizar un diseño creativo, con lo cual confirma el reconocimiento que hace Lefebvre (2013) en cuanto el espacio como un producto social, resultado de las prácticas, relaciones y experiencias de sus habitantes.
Figura 1_ Ficha del archivo de "[Otras] maneras de ocupar el espacio público". Fuente: archivo del proyecto.
Es precisamente allí donde yace el valor de realizar, hoy en día, un inventario de [otras] maneras de ocupación del espacio público; representar esta gran variedad de actividades, actores y objetos que las hacen posibles, permite recrear de manera detallada la vida urbana cotidiana actual, así como su espontaneidad y su disonancia, que persiste y existe muy a pesar del sinfín de mecanismos que se despliegan para controlarlas y hacerlas desaparecer.
Lo que se propone aquí es la generación de un archivo alternativo de la vida pública como recurso de posibilidad radical para las ciudades, un archivo que trabaje sobre el "conocimiento del sur" (Amin y Lancione 2022; trad. propia) documentando prácticas urbanas informales de apropiación e intervenciones espaciales disidentes.
El mero desarrollo de la idea de un archivo de formas alternativas de utilizar el espacio podría parecer irónico o contradictorio, ya que el intento de representar la caótica, desordenada y ambigua vida urbana mediante un proceso de clasificación racionalista sugiere, en su yuxtaposición, un conflicto. Sin embargo, desarrollar un marco de catalogación abierto y flexible, que permita dar cabida a diferentes facetas de múltiples maneras, puede convertirse en un importante proceso de análisis etnográfico basado en los diversos sucesos espontáneos, cotidianos y efímeros que se encuentran por toda la ciudad, a partir de la intuición de que tras la confusa realidad empírica existe un orden claro que puede descubrirse a través de la investigación (Hjørland 2013). Por su principio expansivo, este archivo alternativo de la vida pública puede convertirse en una herramienta útil que abra puertas de conexión y significado a diferentes disciplinas del diseño, la arquitectura y las ciencias sociales en torno al espacio público y la forma en que se habita.
Figura 2_ Vista de las fichas que componen el archivo físico expuesto en Pabellón, evento organizado por la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de los Andes en 2023. Fuente: archivo del proyecto.
Figura 3_ Interacción con el archivo físico por parte del público que visitó la muestra en la Galería Torre del Reloj, en febrero de 2024 en Ciudad de México. Fuente: archivo del proyecto.
Más allá del escrutinio, el proyecto se centra en la sistematización y archivo de las diferentes formas de apropiación del espacio público, utilizando una clasificación facetada —y no jerárquica— de los hallazgos. El uso de este método de organización implicó el desarrollo de un proceso analítico-sintético y presenta la oportunidad de continuidad y expansión dinámica, en la que es posible aumentar de manera indefinida los conceptos y sus relaciones, en caso de que existan formas de ocupación que no se hayan identificado previamente. El resultado es un archivo repleto de información fotográfica, arquitectónica, categorial y conceptual de múltiples ocupaciones del espacio público en diferentes ciudades del mundo.
El espacio público, entendido en este caso como las calles, andadores, parques, plazas, fachadas, bolardos, bancas, jardineras, fuentes, paradas de transporte público, y, en general, cualquier espacio entre los edificios, ha perdido su multifuncionalidad (Martínez 2014) y, de acuerdo con los preceptos racionales del urbanismo funcionalista, ha determinado funciones específicas para cada horario, cada lugar y cada espacio, con lo cual se ha generado una segregación tal que permite concentrar cualquier actividad en términos productivos y controlar todo aquello que se desarrolle por fuera de él.
A pesar de este entendimiento racionalista de la ciudad, lo informal, no entendido desde la economía, sino como una acción que no sigue o no tiene las formas, reglas, normas o convenciones establecidas, persiste como un acto sincrónico (Sennett 2017) y relativamente descoordinado que hace que la ciudad sea más que la mera suma de sus partes.
Estas intrusiones arbitrarias (Sennett 2017) —elecciones aleatorias, caprichos personales o necesidades puntuales— cambian el rumbo del desarrollo de una ciudad, ya que implican un contrapeso para cualquier sistema de urbanización actual. Dichas intrusiones utilizan distintas tácticas y artefactos de resistencia como la reapropiación y la resignificación. La reapropiación es el proceso de transformar un espacio preexistente en uno nuevo que desestabiliza narrativas hegemónicas en contextos de poder. Un ejemplo sería sentarse en donde está prohibido. La resignificación reubica el sentido de algo, otorgándole un nuevo significado o valor simbólico, como usar un bolardo como silla.
Figura 4_ Dibujos y descripciones de diversas formas de ocupación registradas en la Ciudad de México. Fuente: elaboración propia.
Una lista no exhaustiva de tácticas de reapropiación y resignificación, un día cualquiera en una esquina cualquiera, puede suponer:
Sentarse en un asiento informal
Sobre la banqueta
Sobre la guarnición
Sobre una reja o barandilla
Sobre un bolardo
Sobre un escalón
Sobre una ventana
Sobre la base de una escultura
Sobre una fuente
Sobre una jardinera o rodete
En una cubeta
En un banquito propio
En una silla
del comedor
de plástico del jardín
de fierro
de madera
Concebir un archivo alternativo de la vida pública implica asumir un enfoque interdisciplinar, un "giro etnográfico" (Yaneva 2018; trad. propia) hacia una antropología arquitectónica que elude las concepciones tradicionales de las personas como usuarias del espacio, y de los lugares como meros relatos funcionalistas posteriores a la ocupación (Yaneva 2021). Este giro considera la arquitectura no como un objeto o un producto, sino como "una disciplina de estudio, un modo de investigación, que se distingue por la fascinación por los materiales y las estructuras, las superficies y las atmósferas y por la creación de un entorno multisensorial que puede convertirse en un lugar de habitación para seres humanos y no humanos" (Ingold 2022; trad. propia).
Siguiendo estos preceptos, y tomando en cuenta que ya que las prácticas habitacionales no pueden ser captadas desde una posición de observación estática (Yaneva 2021), el proyecto se ha basado en la generación de largos recorridos etnográficos en busca de diversas acciones y actividades por distintas ciudades de México. Estos paseos, entendidos como un instrumento estético de conocimiento (Careri 2014), permiten identificar diferentes escenas y situaciones en el espacio público, dando estructura a la observación, documentación y rastreo de actividades, movimientos y gestos, dispuestos en un diario de campo, así como en imágenes fotográficas, grabaciones de video y audio. Este lento modo de indagación reivindica el aprendizaje de realidades desordenadas y contingentes que se escapan de las categorizaciones objetivas de las disciplinas tradicionales (Yaneva 2021).
Una vez realizados los levantamientos, se prosiguió a sistematizar cada una de las maneras de ocupación mediante una clasificación facetada —y no jerárquica—, la cual está formada por un conjunto de categorías y subcategorías, las cuales posibilitan unir elementos (maneras de ocupación) que comparten alguna característica común, pero que no definen la categoría como único elemento determinante dentro de la clasificación. La utilización de este método de organización, además de producir una forma dinámica de presentación de las distintas maneras de ocupación, implica un proceso analítico-sintético que consta de la identificación de los conceptos que constituyen cada categoría y, posteriormente, la creación de relaciones o uniones entre cada una de ellas (Hjørland 2013). Más aún, presenta una oportunidad dinámica de continuidad, en la que es posible aumentar infinitamente los conceptos y relaciones, en caso de que existan maneras de ocupación que no hayan sido identificadas hasta el momento.
Las categorías generadas para el proyecto "[Otras] maneras de ocupar el espacio público" intentan abarcar características de todos los modos de ocupación, que se resumen en: la personalidad de los sujetos u objetos; la energía, es decir, cualquier acción que ocurre respecto a ellos; el espacio, el componente geográfico de la ubicación del objeto o sujeto; el tiempo, periodo asociado con el sujeto u objeto. De esta forma, las categorías y subcategorías desarrolladas fueron las siguientes:
Tabla 1_ Categorías y subcategorías detalladas de ocupación. Fuente: elaboración propia.
Esta categoría identifica el lugar de cada ocupación, es decir, la ciudad en donde fue encontrada. Además de describir geográficamente las maneras de ocupación, permite registrar las similitudes y diferencias entre estas: por ejemplo, a pesar de que el uso de bicicletas de carga es muy común a lo largo y ancho de un territorio, a partir de este análisis geográfico es posible visualizar que, mientras que en algunas ciudades estos vehículos son utilizados para vender un producto, en otras ciudades se pueden usar más para ofertar otro tipo de elementos. De esta manera, un mismo objeto reproduce diferentes valores culturales o económicos, que se presentan como subjetivos frente al análisis desarrollado.
Describe la frecuencia con la que una manera de ocupación es llevada a cabo. Puede referir a una única vez, forma ocasional, por temporada, recurrente o permanente. Aunque algunas veces fue difícil definir con exactitud esta característica, se puede entender desde la pura observación e intuición o, en algunas ocasiones, consultándolo con las o los agentes que la generan. La temporalidad tiene que ver una vez más con características económicas, sociales y culturales, las cuales definen si una fiesta se realiza de manera anual o por temporada, si la venta de productos es permanente u ocasional, o si una persona visita a diario o esporádicamente una esquina particular de la ciudad.
Se puede considerar una característica espacio-temporal de las maneras de ocupación que permite saber si tal ocupación se genera a través de un objeto o sujeto que está en movimiento, que está fijo pero podría moverse o, finalmente, si está fijo sin posibilidad de cambio. Esta característica define de manera representativa la flexibilidad o capacidad de cambio y uso en el espacio público de los modos de ocupación observados.
Esta categoría habla de la diversidad de razones por las cuales las personas ocupan el espacio público; pueden ir desde esperar el transporte público o cambiarle el pañal a un bebé, hasta bloquear la calle para jugar o protestar. Se trata, además, de una categoría que describe aquellas prácticas que, aunque informales y cotidianas, le dan valor y heterogeneidad al espacio público.
Se refiere al modo o medio por el cual una persona ocupa o se reapropia del espacio. En el caso de "Solo cuerpo", se entiende el cuerpo como primer espacio; es la manera más básica de ocupación, pues solo requiere del uso del cuerpo, sin necesidad de otros elementos, artefactos u objetos. Se trata de una o varias personas que ocupan un espacio y lo transforman con su presencia. Puede ser que la persona esté de pie, sentada (específicamente de manera informal o no planeada, es decir, en lugares que no han sido diseñados para ello, para sentarse), por ejemplo en la banqueta, una jardinera o un bolardo, acostada o recargada en un poste, un muro, una puerta, un árbol, etc. Puede ser también una acción consciente, como por ejemplo plantar el cuerpo (o varios cuerpos) en la calle como una forma de manifestación, o inconsciente, como detenerse en un lugar a conversar o esperar el transporte público.
Los "Objetos encontrados (readymade)" son maneras de ocupación que implican la utilización de un objeto no diseñado para ese propósito, sino que ha sido encontrado —por eso el término readymade—, modificado (no hasta el extremo de hacerlo irreconocible), adaptado o reinterpretado. En esta subcategoría se pueden encontrar carritos de súper, carretillas, asientos ajenos al espacio (sillas, bancos, sillones) de todo tipo de materiales, y otros objetos que no han sido diseñados para la función dada por la persona, pero que cumplen a cabalidad.
Por su parte, un "Objeto hecho a medida" es una ocupación que implica la utilización de objetos diseñados y construidos para una función específica, como puede ser la venta de productos (en especial alimentos) u oferta de servicios (bolero o lustrabotas, organillero, etc.) En esta subcategoría se pueden encontrar objetos como bicicletas de carga, carritos de todo tipo, puestos fijos, entre otros.
Por último, el "Hack de infraestructura" es una ocupación que no implica necesariamente la presencia del cuerpo, sino la utilización de la infraestructura pública para llevar a cabo alguna actividad en específico, no diseñada o planeada con anterioridad. En esta subcategoría se encuentran acciones como el uso de "diablitos" para conectarse a la red eléctrica, la colocación de productos de venta utilizando el mobiliario urbano, entre otras.
Se definen en esta categoría aquellas determinantes que dan calidad a los objetos, artefactos y elementos que consolidan una ocupación particular. Resaltar la naturaleza de un elemento, su composición, aspecto y apariencia, material del que está hecho o color predominante, sencillamente permite delimitar aquellos atributos que dan valor subjetivo e identidad a las múltiples maneras de ocupación del espacio público.
Esta categoría describe si la manera de ocupación es individual, grupal o indefinida, en caso de que no sea claro en ciertas maneras de ocupación. Definirla es importante para entender la influencia que un modo particular de ocupación puede tener sobre el espacio definido.
Esta categoría define el tipo de espacio en el que las distintas maneras de ocupación se desarrollan. Conocer esta información brinda la posibilidad de analizar si existen ciertos lugares donde algunas actividades ocurren con mayor frecuencia.
Esta categoría incluye todos los elementos u objetos utilizados al ocupar el espacio. Es una categoría exhaustiva y no sintética. Nombra, por ejemplo, objetos como silla o banco de plástico, micrófono, sombrero, reja de refrescos, maniquí, cartulina, etc. Desarrollar esta categoría permite abonar a un inventario de todos aquellos objetos que se utilizan para ocupar de maneras alternativas el espacio público y conocer si son objetos que se encuentran en todas las ciudades o si estos varían, dependiendo de la ubicación.
Tabla 2_ Muestra mínima de ocupaciones, descripciones y categorías de catalogación del archivo "[Otras] maneras de ocupar el espacio público". Ubicación [U], Espacio [E], Tipo de Ocupación [O], Temporalidad [T], Permanencia [P], Agente [AG], Actividad [AC]. Fuente: elaboración propia.
La creación de este archivo no supone una única manera de entender las diversas formas, estrategias, situaciones y experiencias que prefiguran las expresiones de ocupación del espacio público, por el contrario, alimenta aún más la noción de que el espacio público, esa "esfera de coexistencia pacífica y armoniosa de lo heterogéneo de la sociedad" (Delgado 2015) no existe. Las muchas otras maneras de ocupar el espacio público reiteran la disidencia al demostrar que este no es entendido, usado, ni practicado de manera igual por todas las personas que hacen parte de la sociedad. En las ocupaciones alternativas e informales resiste la base de una vida social excitante y rica (Sennett 2017), pues son la fuente de innovación económica y cultural de las ciudades, la expresión del genio e ingenio con que se resuelve la cotidianidad.
Aún con la mediación del diseño, la intención higienizadora de los procesos de renovación urbana, así como expresiones claras y directas de remoción de comportamientos que la ciudad considera indeseados y de domesticación de prácticas informales, nuestra manera de vivir la ciudad presentará siempre nuevas expresiones, formulaciones espontáneas, respuestas alternativas, situaciones y maneras de ocupar que sean capaces de sostener nuestras necesidades, ocurrencias y actividades, de modo que "toda ciudad es, por definición, una historia interminable" (Delgado 2019), y no todo proyecto urbano es una condición determinista sobre las ciudades y sus personas.
Frente a toda condición de determinismo espacial (Giglia 2017), las [otras] maneras de ocupar el espacio público responden acusándole de falacia. El espacio público es una arena de disputa de las condiciones más simples de existencia, permanencia y visibilidad de la plétora de posibilidades que sugiere lo humano. Las ocupaciones informales se presentan como actos de resistencia que desafían el control y la homogeneización impuesta por las políticas urbanas, como revelación de la creatividad y la agencia de los ciudadanos.
Además, sostengo que la documentación y apreciación de tales prácticas es una forma alternativa de ver, tanto a las personas, como a los objetos, así como sus relaciones intrínsecas en las ciudades, con el fin de apreciar y abrazar la "urbanidad de la vida urbana" (Wilson 1991). Tal premisa implica trascender la necesidad de orden y, como sugiere David Kishik (2017), dejar que la ciudad cambie nuestra forma de pensar, en vez de pensar en formas de cambiarla. El estudio dinámico y adaptable de estas prácticas permite expandir y reestructurar las categorías que utilizamos para comprender la habitabilidad de las ciudades, destacando así la riqueza y complejidad de la vida urbana. Al evidenciar la creatividad y la capacidad de los ciudadanos para apropiarse del espacio se fomenta una ruptura con las narrativas dominantes en el diseño. Hay en ello no solo una clave para asumir valores presentes de una ciudad y su sociedad, sino además para leer entre líneas los intereses y capacidades subjetivos que formulan futuros posibles. Son una obra cotidiana en proceso que reafirma que el espacio es social.
En esta línea, cada tipo de ocupación y apropiación del espacio puede apreciarse como un trabajo cotidiano de mantenimiento y reparación. Es decir, un acto de cuidado o, en palabras de Joan Tronto y Berenice Fisher, "todo lo que hacemos para mantener, contener y reparar nuestro mundo para que podamos vivir en él lo mejor posible" (1990, citado en Mattern 2018; trad. propia). En este sentido, las ciudades que reconocen la sabiduría informal arraigada en sus calles pueden ser, en última instancia, mucho más inteligentes que cualquier supercomputadora (Mattern 2020). Se confirma una vez más la premisa de que "la arquitectura no es solo proyectos, no es solo tecnología, no es solo representación, no es solo nada, sino que es una amplia red entretejida de conocimientos, saberes y vivencias" (Muxí 2022).
Al comprender los procesos del habitar, la arquitectura puede reconocer por fin que las y los usuarios no se conforman ni se conformarán automáticamente con lo que los proyectos, las estrategias y los planes han establecido para ellos, y que el diseño no debe ser una forma de predeterminar la vida urbana, sino de ensamblar posibilidades para el futuro. Tal ajuste significa situar la creatividad del proceso de diseño no solo en el proyecto y la arquitectura, sino también en el potencial generativo de las relaciones sociales en las que están implicados todos los participantes, permitiendo cierto grado de fricción e incluso de resistencia al proceso mismo de transformación (Ingold 2022).
* Este proyecto ha sido posible gracias al Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales de la Secretaría de Cultura de México. Sus resultados se expusieron en el Museo de San Ildefonso (Ciudad de México), la XII Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (Ciudad de México) y en Pabellón, Universidad de los Andes (Bogotá). Para consultar el archivo del proyecto, visitar: https://otrasmanerasdeocuparelespaciopublico.com/.