hart18.2024.06

Los Morelis bogotanos. Una Conversación artística entre dos amigos cosmopolitas

The Morelis from Bogotá: An Artistic Conversation between Two Cosmopolitan Friends

Os Moreli bogotanos. Uma Conversa artística entre dois amigos cosmopolitas

Fecha de recepción: 22 de julio de 2024. Fecha de aceptación: 26 de agosto de 2024. Fecha de modificaciones: 17 de septiembre de 2024

DOI: https://doi.org/10.25025/hart18.2024.06

Olga Isabel Acosta Luna

Doctora en Historia del Arte de la TU Dresde, magister en Historia y diseñadora gráfica de la Universidad Nacional de Colombia. Desde el 2015 es profesora del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de los Andes en Bogotá, y actualmente es presidenta del Comité Colombiano de Historiadores del Arte y miembro del Comité editorial de 21: Inquiries. Fue investigadora del Museo Nacional de Colombia (2008-2011) y de los Museos Colonial y Santa Clara (2012) y (2012) y se ha desempeñado como curadora de diversas exposiciones sobre arte en Colombia. Ha sido becaria de la DAAD en Berlín (2012-2014) y Dresden (2024), de la Universidad de Sevilla (2024), de la Thoma Foundation (2024) y de la Biblioteca Hertziana en Roma (2019-2020). Autora de más de 40 artículos coautora y coeditora de Historias del Arte en Colombia (2022), Delirantes (2020) y autora de Milagrosas imágenes marianas en el Nuevo Reino de Granada (Iberoamericana Vervuert, 2011).

Juan Darío Restrepo Figueroa

Comunicador social de la Universidad Autónoma de Bucaramanga con estudios de maestría en Historia del Arte, la Arquitectura y la Ciudad de la Universidad Nacional de Colombia. Sus temas de investigación se han centrado en las colecciones institucionales públicas de arte e historia del siglo XX, y en los personajes y la cultura material del siglo XIX en Colombia. Se desempeñó como asistente de dirección en el Museo de Arte Moderno de Bucaramanga (1999-2003) y como investigador en la curaduría de arte e historia del Museo Nacional de Colombia (2004 -2010). Desde el 2014 es el coordinador del área de Gestión de Museos del Instituto Caro y Cuervo (ICC), donde lidera el proyecto de reactivación de los museos y la apropiación social de sus colecciones. A lo largo de su carrera ha curado más de 25 exposiciones de forma individual o colectiva, entre otras están: El placer del paisaje. Pintura y poesía en Colombia (1840 - 1940) (ICC, 2024-2025), Dos por uno. Parejas de retrato en Colombia (ICC, 2018) y El Ángel de la casa. Ángel Augusto Cuervo Urisarri (ICC, 2016).

Resumen:

Este ensayo pone en valor el texto Conversación artística (Bogotá-París, 1885-1887), su autenticidad y la dinámica relación existente entre sus autores: Ángel Cuervo y Rafael Pombo. Elogio, ironía y desilusión de una Europa finisecular vivida con la intensidad de Cuervo, que como migrante visita a ritmo frenético museos, galerías y exposiciones y comparte sus pensamientos con su amigo Pombo, quien desde Bogotá anhela y comparte sus ideas en su correspondencia. Apenas conocida hoy, proponemos que esta conversación existió como un intercambio intelectual e íntimo de treinta y un años de amistad que terminó convirtiéndose en un proyecto editorial y que responde a diferentes tiempos de escritura solo visibles a través de la revisión del intenso intercambio epistolar entre estos dos amigos.

Palabras claves:

Moreli, Conversación artística, Rafael Pombo, Ángel Cuervo, historiografía, siglo XIX.

Abstract:

This essay highlights the text Conversación artística (Bogotá-Paris, 1885-1887), its authenticity, and the dynamic relationship between its authors: Ángel Cuervo and Rafael Pombo. The text displays a blend of praise, irony, and disillusionment in response to fin-de-siècle Europe as intensely experienced by Cuervo who, as a migrant, visits museums, galleries, and exhibitions at a frenetic pace and shares his thoughts with his friend Pombo, who from Bogotá yearns and shares his ideas in his correspondence. Barely known today, we argue that this conversation existed as an intellectual and intimate exchange of thirty-one years of friendship that eventually became an editorial project and corresponds to different writing times only visible through a review of the intense epistolary exchange between these two friends.

Keywords:

Moreli, Conversación artística, Rafael Pombo, Ángel Cuervo, historiography, 19th century.

Resumo:

Este ensaio destaca o texto Conversación Artística (Bogotá/Paris 1885-1887), sua autenticidade e a relação dinâmica entre seus autores: Ángel Cuervo e Rafael Pombo. Elogios, ironias e decepções de uma Europa finissecular vivida com a intensidade de Cuervo que, como migrante, visita museus, galerias e exposições em ritmo frenético e partilha o seu pensamento com o amigo, que anseia e partilha as suas ideias em sua correspondência de Bogotá. Pouco conhecida hoje, propomos que essa conversa existiu como uma troca intelectual e íntima de 31 anos de amizade que acabou se tornando um projeto editorial e que responde a diferentes momentos de escrita somente visíveis por meio da revisão da intensa troca epistolar entre esses dois amigos.

Palavras-chave:

Moreli, conversa artística, Rafael Pombo, Ángel Cuervo, historiografia, século XIX.

Conversación artística1 es un escrito de 1885 del colombiano Ángel Augusto Cuervo Urisarri (Bogotá, 1838-París, 1896), publicado por él mismo en París en 1887 bajo el seudónimo de Moreli (Img. 1). Se trata de un texto apenas conocido por la historiografía latinoamericana que presenta una serie de reflexiones dirigidas a su amigo José Rafael de Pombo y Rebolledo (Bogotá, 1833-1912) y reúne sus apreciaciones sobre la escena artística contemporánea en París, ciudad que Pombo siempre anheló conocer y donde Cuervo vivió desde 1882 hasta su muerte en 1896.

Imagen 1. Ángel Augusto ‘Moreli’ Cuervo Urisarri (1833-1896). Conversación artística. París, 1887. Impreso (tinta sobre papel), 18.5 × 12 cm. Fondo Cuervo 3382. Colección Biblioteca Nacional de Colombia. Fotografía: Juan Darío Restrepo Figueroa, 2019.

Atentas al valor de la amistad en el siglo XIX como un tipo de relación afectiva e intelectualmente estimulante donde se compartían e intercambiaban intereses, gustos y la complicidad por promover proyectos en compañía,2 las siguientes páginas buscan visibilizar la reflexión sobre el arte que propone Conversación artística. Lejos de ser una reflexión prestada, traducida o copiada, se demostrará que se trató de un escrito íntimo, ingenioso e irónico que devela intercambios intelectuales de ida y vuelta entre el continente americano y Europa para la década de 1880.

Una flânerie entre dos amigos

Conversación se trata de una flânerie, es decir, de una serie de reflexiones en voz alta de un paseante y observador apasionado por los museos parisinos. Como bien lo anotaba Charles Baudeleire, un perfecto flâneur debía alegrarse de “establecer su morada en el corazón de la multitud, entre el flujo y reflujo del movimiento, en medio de lo fugitivo y lo infinito”.3 En este caso, el flâneur fue Ángel Augusto Cuervo Urisarri, un comerciante, militar y prolífico escritor quien participó regularmente entre 1870 y 1880 con escritos en publicaciones seriadas colombianas como El bien público4 y La América.5 En 1882, junto a su hermano Rufino, abandonó Bogotá para siempre y, gracias a la venta de la Cervecería Cuervo y de las rentas de casas y tiendas, se mudaron con algunos de sus bienes y pertenencias a París.6 Fue en la capital francesa donde Ángel imprimió varias de sus novelas como Jamás (1893), Dick (1895) y En la soledad.7 A pesar de su prolífica obra literaria, la memoria de Ángel Cuervo se ha construido a la sombra de su hermano Rufino, autor del Diccionario de construcción y régimen de la lengua (1871-1893).8

Una obra como La dulzada permite visibilizar la singularidad de los escritos de Ángel Cuervo. Publicada en 1867 su autor denuncia allí las amenazas gastronómicas de un pastelero francés instalado en Bogotá quien buscaba erradicar los dulces colombianos.9 En La dulzada, así como en Conversación, Cuervo tiene como interlocutor “Al señor Don José Rafael Pombo”, a quien dedica su obra “para que recuerde los tiempos en que era cachifo”10 (Img. 2). Esta dedicación evidencia una conversación e intercambio intelectual de larga data que nos aventuramos a ubicar ya en la primera infancia —‘cuando eran cachifos’— y que Ángel evocó nuevamente en una carta dirigida a Pombo en 1887: “par droit de naissance ocupa [usted] en mi corazón un elevado puesto”,11 ello porque para Cuervo era ‘Rafaelucho’ quien había transformado en “el más refinado sibarita” a “aquel pobrecito cervecero que le hacía buena cara a todo, que a todo se acomodaba y a todos les tendía cariñosamente la mano” (Img. 3).12

Imagen 2. José Miguel Figueroa (atribuido). (Bogotá, ca. 1815 - Bogotá, 1874). Ángel Augusto Cuervo y Urisarri / de dos años de edad en 7 de marzo de / 1840. 1840. Pintura (óleo sobre tela). Reg. 2 Colección ICC (Donación de Inés Cuervo de Baraya, 1974).

Por identificar. José Rafael Pombo Rebolledo. 1835. Pintura (óleo sobre tela). 75 × 43,8 cm. Reg. 3845 Colección Museo Nacional de Colombia (Donado para la Fundación para la Conservación del Patrimonio del Banco de la República 22.10.1998). Fotografía y montaje: Juan Darío Restrepo Figueroa y Neftali Vanegas, 2024.

Imagen 3. Stanislaw Julian segundo conde de Ostrorog ‘Walery’, (activo entre 1884-1898). Ángel Augusto Cuervo Urisarri. París, Ca. 1890. Fotografía (gelatina sobre papel y marco en metal fundido). Regs. 798. Colección ICC (Ingresó a las colecciones en 1974).

Autor desconocido. José Rafael Pombo Rebolledo. 17.5.1882. Fotografía (copia en albúmina adherida a cartón).

16.5 × 11 cm. Reg. 910. Colección ICC - Biblioteca JMRS (Donación Joaquín de Mier Riaño).

José Rafael de Pombo y Rebolledo se reconoce como el escritor romántico por excelencia del siglo XIX en Colombia.13 Aunque la novela nunca lo sedujo, Pombo fue un prolífico escritor de poesía, teatro, ensayo y cuento, además de periodista, crítico y traductor del inglés y del francés en prosa y verso. Fue diplomático en Nueva York entre abril de 1855 y noviembre de 1872; esta ciudad representó para él una importante influencia y lo animó a regresar a Colombia, donde, como bien lo señalaba en sus apuntes autobiográficos, su labor favorita en las épocas de paz había sido el fomento de todas las bellas artes.14

A diferencia de otros de sus contemporáneos interesados en promover las bellas artes, como José Manuel Groot Urquinaona (Bogotá, 1800-1878), José María Espinosa Prieto (Bogotá, 1796-1883) y Ramón Torres Méndez (Bogotá, 1809-1885), Pombo no fue pintor, pero sí un diletante de la pintura.15 Sin tregua, desarrolló su gusto artístico en Bogotá y Nueva York, alojó en su casa bogotana a artistas nacionales y extranjeros a quienes estimuló y apoyó incluso económicamente, y conformó una pinacoteca donde su amigo el artista mexicano Felipe Santiago Gutiérrez (Texcoco, 1824-1904) logró hallar “algunos antiguos originales de valor, españoles e italianos”.16

En este punto es importante tener en mente que la relación de Cuervo y Pombo se vio alimentada por la cercanía entre sus familias, que fueron vecinas en el barrio céntrico de La Candelaria en Bogotá y compartieron una estrecha amistad que se evidencia en la correspondencia y en la singular serie de cinco retratos de los hermanos Cuervo niños realizados entre 1830 y 1842, a cuyo grupo solo se añadió Pombo (Img. 4). La cercanía desde la infancia se mantuvo a lo largo de sus vidas y esto explica que en 1884, al fallecer la madre de Pombo y madrina de Ángel Cuervo —Ana María Rebolledo de Pombo—, Pombo escribiera a los hermanos Cuervo que la “Señora Anita” los tenía siempre presentes en sus pensamientos, tanto que había muerto “al pie del retrato de Ángel”.17

Imagen 4. Infografía del grupo de retratos de los hermanos Cuervo Urisarri y José Rafael Pombo Rebolledo. Colecciones públicas y privadas, Bogotá. Fotografía y montaje: Juan Darío Restrepo Figueroa y Neftalí Vanegas, 2024.

Una charla sin un diálogo aparente

Si bien el texto que nos ocupa se autodenomina Conversación, lo cierto es que no se trata de un diálogo explícito entre Pombo y Cuervo, lo que hace pensar que estamos ante una reflexión individual, aunque en ella Cuervo tampoco se presenta como su propio interlocutor. Ahora bien, la dedicación a su amigo Pombo en la portadilla18 y el permanente reconocimiento en sus cartas como su interlocutor a la distancia nos permiten entender este ejercicio autorreflexivo como una conversación anhelada más que como un monólogo. La conversación entre ambos se dio prolífica y animadamente en tertulias y reuniones cuando los dos coincidieron en Bogotá, pero sobre todo de forma epistolar entre Bogotá y Nueva York cuando Pombo vivió en Estados Unidos entre 1855 y 1872, y entre Bogotá y París desde 1882, tras la mudanza de los Cuervos, hasta la muerte de Ángel en 1896.

Cuervo explica que con su Conversación no pretende convertirse “en juez de hombres que ya están sentados sólidamente en el templo de la Inmortalidad” ni prodigar la “enseñanza de un pedagogo”,19 sino que se trata de “una cosa íntima” que “no tiene otro valor que ser la opinión ingenua y sencilla de una persona culta que vive en Europa” y que “anhela comunicar a sus amigos lo que ha visto, y las impresiones que le quedan de las lecturas diarias de los periódicos”.20 Esta falsa modestia contradice la seguridad en sus opiniones y la facilidad con que transita entre la obra de Gregorio Vásquez y Carpóforo Cipagauta en Bogotá y la de María Bashkirtseff y Gustave Doré en París. Sin compararlos, alabando y riéndose a menudo del uno o del otro, la reflexión de Cuervo se presenta como un escrito ingenioso que expresa opiniones propias. Según David Jiménez, tales contradicciones entre los sentimientos y la razón son propias dela literatura producida en la década de 1880 cuando en sus autores parecían convivir conflictivamente las tradiciones católicas hispánicas, el pensamiento liberal y las doctrinas del romanticismo.21 Conversación parece cumplir esta premisa al alejarse de lo católico, lo doméstico y lo convencional y al mezclar la ironía con el elogio.

La postura de Ángel Cuervo podemos analizarla a través del libro mismo y de sus epistolarios; desafortunadamente el rol de Pombo no es fácil de develar. Por ejemplo, desconocemos el paradero de muchas de las cartas que le escribió quincenalmente a los hermanos Cuervo desde que partieron a París en 1882, aunque por fortuna sobreviven de aquella fluida correspondencia varios “pliegos” que fueron recopiladas por Mario Germán Romero en 1974.22 Estos fragmentos nos permiten reconocer su injerencia directa en las diferentes publicaciones de Conversación. En efecto, antes de “dar a la imprenta” Conversación existió como un intercambio intelectual e íntimo de treinta y un años de amistad que terminaría por transformarse en un proyecto editorial, un diálogo cruzado del cual solo dan cuenta sus cartas. Para entender la trascendencia de la Conversación publicada es necesario desentramar este largo diálogo íntimo y epistolar entre Pombo y Cuervo.

Desentramando la conversación

Cuervo narra en su edición de 1887 que escribió “los recuerdos de las exposiciones de pintura que habían tenido lugar en París durante la última revolución de Colombia”, es decir en 1884, y en 1885 se dio a la tarea de reunirlos para remitirlos a “un amigo”,23 quien no era otro que Pombo. Posteriormente, Pombo informa en una carta dirigida a sus Cuervos que Conversación artística “saldrá el 2 de Noviembre en la Nación”. 24 Se refería a La Nación. Periódico político, literario y noticioso en cuya edición del martes 30 de noviembre de 1886 se publicó efectivamente la Conversación artística con el subtítulo “La pintura actual en París” y firmada por Moreli en París en 1885.25 En una carta de ese mismo año Pombo informaba a los hermanos Cuervo que él mismo había firmado el manuscrito con el nombre de Moreli y no como Ramón Melo Cabral, uno de los seudónimos usados por Ángel.26 Igualmente, les explicaba que había precedido la publicación con “un suelto editorial y sumario” donde anotaba que Conversación “deleitará e informará no solo sobre este tema a nuestros lectores”. 27

Enterarse de la publicación de sus “recuerdos de exposiciones” en La Nación sorprendió a Cuervo, quien no imaginaba “que el cariño les diera más valor del que realmente tenían” y que hubieran sido publicados “en una de las hojas mejor reputadas de Bogotá”.28 Un tiempo después Pombo debió enviar un ejemplar de La Nación a París, donde Cuervo lo corrigió sin “disimular sus faltas” pero sí complementando e indicando “los cambios que de entonces acá han ocurrido”.29 Finalmente, en los primeros días de abril de 1887, Ángel, ya como Moreli, publicó una nueva versión de cien ejemplares en las Imprentas Reunidas de París.30 Para junio de ese mismo año sabemos que Pombo había recibido la nueva versión de “‘Conversación artística’ de Ángel o sea Moreli” y, tras algunos comentarios y recomendaciones, le anunciaba que le había entregado copias del libro a Manuel María Paz (Almaguer, 1820-Bogotá, 1902) y a “su pintor” José Eugenio Montoya (1858-¿?).31

Finalmente, la Conversación entre amigos vuelve a ser íntima y fluida después de la edición de 1887. Sabemos gracias a una carta de noviembre de aquel año que Cuervo dudaba si debía publicarla nuevamente en París, explicándole a Pombo que “un libro de estos me costaría mis buenos doblones, y el tiempo no está para arrojar el dinero por la ventana”. 32 Además de la preocupación económica Ángel se preguntaba por el sentido de escribir sobre una materia que pocos entendían. Esta actitud crítica y prevenida se puede entender como una respuesta a las críticas hechas desde Colombia a su Conversación y de las que Pombo lo mantenía informado. Creemos que el mismo Pombo fue de hecho uno de sus críticos más severos, pero también era su principal impulso; así lo manifestaba Ángel al confesarle que sus cartas habían logrado alborotarlo —“como se diría de una doncella”— para mantener la conversación en curso,33 así fuera solo en la intimidad epistolar. No creemos que haya habido una segunda publicación en París, pero según Mario Germán Romero, a partir de 1889 y hasta la muerte de Ángel en 1896 fueron publicados por entregas textos de su autoría bajo el título de Conversación artística en la revista parisina Europa y América.34

Una flanêrie cosmopolita

Esta larga charla privada a lo largo de las vidas de Cuervo y Pombo es una conversación entre dos bogotanos cosmopolitas. Como lo ha propuesto Frédéric Martínez, este concepto se desarrolla en la Colombia del siglo XIX en torno al nacimiento del nacionalismo y está atravesado por varias aristas en tensión que se relacionan de manera ecléctica: la Europa imaginada, el viaje a Europa, el impacto del viaje y el sueño del orden importado. Se trata de un eclecticismo funcional donde la referencia externa se adecua a los intereses y debates del momento.35 En Conversación las relaciones establecidas entre el arte en Colombia y Europa son en efecto eclécticas, pero se asumen como indispensables a la hora de buscar la ruta hacia el florecimiento de las bellas artes locales.

En busca de este propósito se visibiliza la funcionalidad del arte y la tradición artística europeas. Cuervo, Pombo y varios de sus contemporáneos consideraban que las bellas artes eran “el alma inmortal de las naciones” y que sobrevivían a la “efímera grandeza de los guerreros”.36 Justamente, Conversación nació en tiempos de la guerra civil colombiana de 1884 y como respuesta al “mal gusto de estarse matando unos a otros y de dar rudos golpes al no muy bien parado honor nacional”.37 Ante la barbarie local, Ángel compara la situación con Europa donde “la civilización ha seguido su marcha triunfal” y “ha mostrado el vigor que la anima y el anhelo de alcanzar la perfección en cuanto produce el Ingenio humano”.38 De ahí el anhelo de Cuervo de que un día, en nombre de su país, “se escriba en el templo de la Gloria, no con la sangre de nuestras insensatas discordias, sino con el buril de diamante de un Miguel Ángel o de un Tiziano”.39 Mientras es útil, el elogio a Europa persiste en el hilo de la conversación, pero es también recurrente la desilusión que delata Cuervo como migrante en una ciudad que ya no imagina y anhela, sino que la vive. De ahí que, aunque reconozca que “en ninguna parte se ha desarrollado más fuertemente la fiebre de las exposiciones que en París”,40 era aquella una ciudad que a sus ojos escondía muy bien sus dolencias y su desigualdad social a través del lujo y la suntuosidad de sus calles y objetos.41

No solo es la comparación lo que permite establecer el lugar de Colombia y su relación desigual con Europa en el discurso, es también la comprensión y el reconocimiento de un orden y unas dinámicas artísticas que se quisiera establecer localmente. De ahí que Conversación se pregunte por el mito del origen de la tradición artística local como un ingrediente fundamental a la hora de impulsar el florecimiento de las bellas artes locales. Por cierto, Cuervo y Pombo no eran los primeros en preguntarse por dicho origen; para 1887 ya se había reconocido al santafereño Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos como el padre del arte local, tanto así que ya en 1859 se había publicado una erudita noticia biográfica que lo consagraba como el iniciador de la tradición artística en Colombia.42 Aunque la familia Cuervo contaba con una historia de larga data con este pintor, y los hermanos conservaban en París una obra de Vásquez —una versión de la Huída a Egipto basada en Rubens—43 Ángel era escéptico en cuanto a su talento y sobre todo a su fortuna crítica. 44

Tras descartar a Vázquez como fundador del arte nacional Ángel opta por un origen hasta entonces invisible para sus compatriotas, “unas misteriosas figuras de piedra que revelan la existencia de una civilización, de un pueblo cuyo nombre se ha perdido”, ubicadas “allá en el corazón de cerrados bosques, ya para llegar a las cabeceras del Magdalena”.45 Aquellas figuras misteriosas no eran otras que las que hoy conocemos como el gran complejo de arte lítico de San Agustín en el Departamento del Huila. Hasta este momento, en la construcción de memorias artísticas locales, las creaciones prehispánicas apenas empezaban a despertar alguna curiosidad.46 Quizá otro amigo, Ezequiel Uricoechea y su libro de 1854 Memoria sobre las antigüedades neogranadinas le había enseñado a su círculo cercano el valor del pasado prehispánico y la importancia de su recuperación. Según Uricoechea:

El estudio de la lenguas americanas ha sido de lo más profundizado acerca de América; sin embargo, los resultados que ha dado son muy escasos y las conclusiones están solamente basadas en analogías filológicas, de muy débil fundamento. Las bellas artes, junto con el estudio profundo de los pueblos americanos, son nuestra inmediata esperanza. Y ellas serán las que deben solver una cuestión de tanto momento como es el origen del americano, si no solo uno, sino muchos, unen sus fuerzas para buscar la verdad. Hombres como Humboldt, Rivero, Tschudi, Gingsborough y Stephens nos han precedido: ¿quién no seguirá sus huellas?47

La escasez de comparaciones entre América y Europa —que tan comúnmente encontramos en otros escritos artísticos colombianos anteriores y contemporáneos a Conversación— es justamente un síntoma de un cosmopolitismo diferente, quizá más moderno y que supera el amor al terruño. Este abandono de la dependencia nos permite entender Conversación como una flanêrie cosmopolita, más aún si recordamos las palabras de Baudelaire, quien describe al perfecto flâneur como alguien que, aunque esté lejos de su hogar, se siente en casa en cualquier parte y que aún si está en el centro del mundo pasa inadvertido.48 Así, Ángel parece apartarse del arte en Colombia como punto de partida para sus reflexiones; de ahí que quiera mostrarle otro referente a su entrañable amigo Pombo: el de la pintura contemporánea de París. A través de sus descripciones detalladas quiere convertirse en los ojos de Pombo, que al leerlo desde Bogotá podría así imaginarse los originales de las ilustraciones de la Divina comedia de Gustave Doré,49 los lienzos de la Siega del heno de Jules Bastien-Lepage,50 La campaña de Francia en 181451 y La reyerta52 de Jean-Louis-Ernest Meissonier y los muros de la Capilla de los ángeles realizados por Eugène Delacroix en San Suplicio,53 entre tantos otros ejemplos que trae a colación tras sus recorridos parisinos.

Además de cosmopolitas, ¿modernos?

Otro tipo de actitud cosmopolita que se devela a lo largo de la Conversación es el predominio de discusiones y temas contemporáneos propios del contexto artístico europeo, sobre los cuales se asume una posición particular y original. Esta actitud la leemos como guiños de una modernidad presente en las plumas de Pombo y de Cuervo como ciudadanos del mundo y de su tiempo que no se intimidan a la hora de hablar del arte de la París contemporánea. A través de sus bibliotecas, de sus viajes y de sus conversaciones los dos amigos demuestran una sensibilidad y curiosidad distintiva de quien desplaza sus horizontes, descubre otros lugares, otras preocupaciones, otras formas de pensar, otros imaginarios y especialmente otros actores diferentes a sus contemporáneos bogotanos.54 Así, la publicación de 1887 exhibe y manifiesta ese derecho curioso de ver, saber y opinar sobre el mundo, con lo que Pombo y Cuervo se reconocen como testigos de su tiempo y creadores de un pensamiento propio; de ahí la importancia de que esas reflexiones tengan como escenario escogido el arte contemporáneo en París.

Dos guiños en Conversación visibilizan esa modernidad. El uso del seudónimo Moreli como autor del texto es definitivamente una demostración de una actitud que no se limita a recorrer los entornos artísticos parisinos sino que se informa sobre los últimos escándalos europeos que cuestionan las maneras en que los museos que visitan los Cuervos han pensado y presentado sus colecciones. Al publicarse Conversación en 1887, cuando Pombo “firma como Moreli”, habían pasado tan solo siete años desde la publicación en 1880 de un libro que causó revuelo en los museos europeos y que apareció primero en alemán con el título Die Werke italienischer Meister in den Galerien von München, Dresden und Berlin. Ein kritischer Versuch.55 Su autor, que no pertenecía al medio museal ni a alguna de las renombradas escuelas de historia del arte, como la escuela vienesa, se había dado a la tarea de conocer ese entorno impenetrable. Se trataba del médico y diletante italiano Giovanni Morelli (Verona, 1816-Milán, 1891) quien hábilmente a través de seudónimos anagramáticos derivados de su nombre, como el autor ruso Ivan Lermolieff y su respectivo traductor al alemán Johannes Schwarze (Img. 5),56 se escabulló de incógnito en las pomposas pinacotecas de Roma, Berlín, Dresde y Múnich con el fin de demostrar la necesidad de un tipo de connoisseurship comprobable que se valiera del método científico para atribuir con mayor rigor obras a los maestros italianos del Renacimiento. Llama entonces la atención que no fuera Cuervo desde París quien escogió Moreli como su seudónimo, sino Pombo desde Bogotá.

Imagen 5. Portadilla con el retrato de Giovanni Morelli y la primera página de Kunstkritische Studien über italienische Malerei. Die Galerie zu Berlin von Ivan Lermolieff, Leipzig: F.A.Brockhaus, 1893. Ejemplar conservado en la SLUB – Sächsische Landesbibliothek und Universitätsbibliothek Dresden. Fotografía: Olga Isabel Acosta Luna, 2024.

Sabemos bien que el uso de seudónimos era común en la literatura decimonónica. Los mismos Pombo y Cuervo contaban con personalidades múltiples: Pombo usó a lo largo de su producción los seudónimos de Ascanio, Bemo, Edda, Elo, Exótico, Faraelio, Florencio, Justicia, Lutin, Máximo, Tirteo, Vencapavenca, Werti y Yo; y por su parte Cuervo firmó como Postrer Santafereño, ‘Roque. Roca y Roquete’, Ramón Melo Cabral y Moreli.57 Los seudónimos eran máscaras que les permitían dar rienda suelta a los sentimientos u ocultarlos bajo la apariencia de otro yo. Otras veces el seudónimo se escogía por modestia o para escapar a situaciones que coaccionaran la libre expresión, e incluso por simpatía hacia determinado héroe o personaje de ficción.58 La escogencia de Moreli puede adaptarse a cualquiera de estas razones; aunque desconocemos cómo Pombo tuvo acceso a sus escritos sí sabemos que gracias a la prensa mundial que recibía en su casa en Bogotá, y a la correspondencia que mantenía con múltiples personajes fuera de Colombia conocidos en sus años en Nueva York, mantenía al día su curiosidad cosmopolita.59 Por su parte, Ángel, acucioso alumno de su maestro, le preguntaba a Pombo en una carta de noviembre de 1887 sobre la correcta escritura del nombre: “(¿Morelli?)”.60

Nuestra hipótesis es que Pombo tiene un propósito claro al escoger Moreli como seudónimo: el gesto busca acentuar una crítica transversal que le dirige Ángel a la escena artística parisina contemporánea por la producción indiscriminada de pintura y su consecuente mercantilización. Prosaicamente Ángel anota que París “hay veces que parece gritar cubriéndose los ojos:¡por Dios, no más pinturas! ¡no más pinturas!”61 y denuncia que en la patria de Corot y Delacroix la pintura ha devenido “un artefacto que se vende y se exporta, como las corbatas ó los faldellines”.62 Desilusionado narra que muchos pintores “han adquirido ya tal práctica que, colocando cuatro telas en sendos caballetes, pintan primero el cielo y el agua, después todo lo que tenga verde, y así en menos tiempo del que necesita un fotógrafo, entregan sus cuatro pinturas”; anota seguidamente que esta situación aumenta el comercio, enriquecea los productores y sobre todo “estrecha y aún envilece la sublime misión del arte”.63 Pombo aplaude y exalta esta irreverencia y, como hombre informado sobre el entorno artístico contemporáneo global, decide transformar a Ángel Cuervo en Moreli, porque con sus publicaciones, encubierto en sus seudónimos ruso y alemán, Morelli había visibilizado uno de los núcleos del problema de los estudios del arte: los connoisseurs y sus métodos de trabajo. En efecto, muchos de estos expertos eran reconocidos como autoridades inapelables de la calidad artística, de las atribuciones, de los avalúos y la comercialización del arte, y se les atribuía un “ojo conocedor” capaz de sustentar un juicio acertado. Morelli alegaba que tanto poder debía basarse en una práctica comprobable que utilizara el método científico. Con este guiño, entonces, Pombo parece simpatizar con Morelli y protege a Cuervo tras la figura contemporánea del famoso crítico artístico.

Las bonheurs de París

Un segundo guiño moderno en Conversación es el reconocimiento a las mujeres artistas en la escena contemporánea parisina. Ya Pombo había promovido desde 1873 la educación formal de pintoras y en varias ocasiones, junto con su ya mencionado amigo mexicano Felipe Santiago Gutiérrez, había exaltado el talento innato de las jóvenes bogotanas.64 Este tipo de iniciativa había empezado a ver sus primeros impulsos en la década de 1830, cuando se implementaron en Colombia proyectos educativos en favor de la instrucción de la mujer. Así, en 1832 el padre de Ángel, Rufino Cuervo Barreto (1801-1853), en calidad de gobernador de la provincia de Bogotá, justificó la fundación del Colegio Femenino en la capital.65 Aunque para Ángel “las obras femeninas no pasan en general de curiosas bagatelas”, en Conversación algunas pintoras ocupan un lugar especial, no por “los derechos que da el ser mujer, como por el elevado puesto que ocupa en el mundo artístico”.66

Socarronamente al visitar la exposición de la Sociedad de Pintoras y Escultoras de París se refiere a los trabajos allí encontrados como “sandeces” que “no temen exhibir lo que no se atrevería el alumno más atrasado de la Escuela de Bellas Artes”;67 sin embargo, resalta también en este aparte el amplio legado de la joven María Bashkirtseff (1858-1884), cuyo nombre ya era recordado con veneración y quien había muerto a los veinticinco años “víctima de su amor al estudio de la naturaleza”.68 Con sesgo critica su dibujo y uso del color, pero admira que se trata de pinturas varoniles que retratan costumbres populares de París. Dedica especial atención a Meeting,69 lienzo comprado por el gobierno francés y que hoy en día se conserva en el Museo de Orsay, donde le sorprende el realismo que alcanzan los personajes y la escena, tanto “que el observador se olvida que está frente de un lienzo”.70 Pero la artista que definitivamente se lleva los mayores honores en Conversación es María Rosalía ‘Rosa’ Bonheur (1822-1899). Según Ángel, en pinturas como Labranza nivernesa71 “los ganados tienen el perfume del establo”, con lo que Bonheur demuestra una observación sagaz de las labores campesinas, pues “pocos pintores le ganan en la firmeza del dibujo y representar los animales vigorosos, así como en el empaste y brillo de los colores con que los engalana”.72

Imagen 6. Adalbert Begas [Berlín, 5.3.1836 - Nervi (cerca de Gênes), 21.1.1888] El sueño de la artista 1885 Pintura (Óleo sobre tela) 128 × 201,5 cm Reg. 2241 Legado de Ángel Cuervo Urisarri al Museo Nacional de Colombia (10.12.1898) Fotografía: Archivo Gestión de Museos ICC.

Este interés trasgresor lo podemos relacionar con la pintura de gran formato El sueño de la artista (Img. 6) realizada por el berlinés Adalbert Begas (¿?-1888) en 1885 y comprada por los Cuervos en los años en que Ángel estaba embarcado en su Conversación. Desconocemos las razones que motivaron esta adquisición, pero queremos aventurarnos a vincular el gusto del coleccionista con sus reflexiones íntimas. Sabemos que la joven mujer que sirve de modelo era la esposa del pintor, la también artista Luise Begas Parmentier (1843-1920), pintora de paisaje y arquitectura que en algunas ocasiones le sirvió de modelo. En la pintura se encuentra la joven plácidamente dormida en un paraje onírico mientras pequeños amores están a punto de engalanarla con una guirnalda. Se trata de una escena ambigua que no nos permite saber dónde se encuentra la artista, si dentro de su sueño o fuera de él. Este es un tema que ya tenía antecedentes en la pintura francesa a través de Jean-Honoré Fragonard (1732-1806) y Antoine Watteau (1684-1721), pero que generalmente era protagonizado por un hombre. Así para fines del siglo XIX no estamos ante un motivo iconográfico, sino ante una representación subjetiva de los sueños individuales de la artista. Quizá la presencia femenina cautivó la atención de Ángel al momento de adquirir la pintura.

Conclusión

La flânerie cosmopolita que abraza Conversación como proyecto editorial fue construida por lo menos en tres tiempos. El inicio estuvo marcado por la dinámica del género epistolar, de la correspondencia entre Pombo y Cuervo a lo largo de su vida gracias a una amistad que se forjó desde su niñez en Santafé de Bogotá. Aunque este intercambio representa un tipo de escritura fraccionada e inacabada a través de conversaciones que no terminan y que se pierden en el tiempo que transcurre entre las cartas que vienen y van entre remitente y destinatario, fue en esa reciprocidad de respuestas que se hilvanaron las ideas y se desarrollaron los argumentos. Desafortunadamente, el epistolario entre Pombo y Cuervo es hoy un corpus fragmentado, donde a través de lo que se conserva pudimos reconstruir de forma parcial el hilo preciso de su comunicación.

De este tipo de escritura truncada e inacabada entre los amigos Pombo y Cuervo surge una segunda instancia escritural: las columnas publicadas en el diario La Nación en noviembre de 1886. En este caso, las conversaciones epistolares fueron editadas por el destinatario, Pombo, que decidió transformar las charlas íntimas sobre arte en un texto periodístico, firmarlas bajo el seudónimo de Moreli y publicarlas para ser leídas por una amplia audiencia.

Un tercer y último momento ocurre en 1887, en París, cuando a partir del texto editado por Pombo en el periódico La Nación, el remitente, Cuervo, imprime una versión de pocos ejemplares a manera de libro en las Imprentas Reunidas en París, lo firma nuevamente bajo el seudónimo Moreli y se lo dedica a su amigo. Ya en junio de ese mismo año Pombo había recibido la nueva versión y la había compartido con los pintores Manuel María Paz y José Eugenio Montoya.73 Finalmente, a partir de 1889 y hasta la muerte de Ángel, siguieron publicándose entregas adicionales de aquella Conversación artística en la revista parisina Europa y América.74 No deja de llamarnos la atención que la publicación parisina de 1887 está desprovista de imágenes, aunque durante sus viajes y recorridos por Europa junto a su hermano Cuervo compiló múltiples postales y fotografías de lugares y obras que corresponden e ilustran la Conversación.75 O bien hubo la intención de hacerlo, pero no fue posible por cuestiones prácticas y económicas, o a los ojos de sus autores la manera como estaba construido el texto no requería imágenes que ilustraran su conversación.

Hemos querido persuadir al lector contemporáneo de la pertinencia que puede tener hoy una publicación como Conversación artística a través de diversos argumentos. La vigencia de este escrito radica en su complejidad tanto en su forma como en su contenido y en la de sus autores. Dos amigos cosmopolitas modernos, uno desde Bogotá y otro en París, Pombo anhelante de la Europa incógnita, Cuervo como migrante que manifiesta su admiración y su desilusión con el entorno artístico que tiene ante sus ojos. Dos amigos curiosos, conocedores de lo que ocurre más allá de sus fronteras, sin reservas para exponer sus pensamientos y opiniones. La autoría precisa de las ideas expuestas se nos escapa porque se trata de reflexiones surgidas gracias a la compañía y complicidad de toda una vida. Una Conversación ingeniosa y erudita cuya difusión e influencia hoy desconocemos, sobre todo cuando entendemos que Ángel y Pombo se convirtieron en la guía y los ojos de todo aquel que se dejó llevar por su flânerie.

Bibliografía

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Cómo citar:

Acosta Luna, Olga Isabel y Juan Darío Restrepo Figueroa. “Los Morelis bogotanos. Una Conversación artística entre dos amigos cosmopolitas”. H-ART. Revista de historia, teoría y crítica de arte, n.o 18 (2024): 129-146. https://doi.org/10.25025/hart18.2024.06

  1. 1. Moreli (Ángel Cuervo Urisarri), Conversación artística (Imprentas Reunidas, 1887).

  2. 2. Especialmente la sociología se ha preguntado en las últimas décadas por el fenómeno de la amistad y su rol en las sociedades presentes y pasadas. Nuestro artículo busca una primera aproximación a este tipo de relación humana que en la historia del arte en Colombia aún no se ha estudiado como fenómeno sociológico. Véase, entre otros: James Vela-McConnell, “The Sociology of Friendship”, en The Cambridge Handbook of Sociology: Specialty and Interdisciplinary Studies, editado por Kathleen Odell Korgen (Cambridge University Press, 2017), 229-236; y Freundschaft. Die Ausstellung über das, was uns verbindet, exposición temporal en el Deutsches Hygiene-Museum, Dresden, del 18 de abril al 1 de noviembre de 2015.

    3. Charles Baudelaire, Le Peintre de la vie moderne. Œuvres complètes de Charles Baudelaire, tomo III (Calmann Lévy, 1885), 64. Walter Benjamin en su Libro de los pasajes desarrolla un aparte dedicado al flâneur como un personaje propio de la París del siglo XIX. Véase: Walter Benjamin, The Arcades Project (The Belknap Press, 1999), 417-455.

  3. 4. El bien público. Periódico político, literario, noticioso y de ciencias, industria, comercio, estadística, costumbres y variedades (Imprenta a cargo de F. Mantilla, 1870-1872).

  4. 5. La América fue un diario quincenal bogotano publicado entre 1872 y 1874. Los números 4 a 95 se pueden consultar digitalmente en:

    https://babel.banrepcultural.org/digital/collection/p17054coll26/id/17360/.

  5. 6. Sobre la biografía de Ángel Cuervo, véase: John Fredy Ramírez Jaramillo, Ángel Cuervo. Perfiles de un intelectual moderno (Universidad de Antioquia, 2020); Gestión de Museos, “El ángel de la casa. Ángel Augusto Cuervo Urisarri”, en Guía exposición temporal n.o 12 (Casa Cuervo Urisarri, Instituto Caro y Cuervo, 2016-2019), https://issuu.com/museosicc/docs/angel2; y Samuel León Iglesias, “Ángel Cuervo Urisarri: su vida y avatares de una colección (1838-1903)”, en Credencial historia, n.o 370,

    https://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-370/angel-cuervo-urisarri-su-vida-y-avatares.

  6. 7. Ángel Cuervo, Jamás (Casa del Autor, 1893); Dick (Imprenta Vda. de Victor Gaoupy, 1895); En la soledad fue una novela inconclusa debido al cierre de la revista Europa y América, donde se alcanzaron a publicar algunos avances. Al respecto véase: Mario Germán Romero (ed.), Epistolario de Ángel y Rufino José Cuervo con Rafael Pombo (Instituto Caro y Cuervo, 2012), LXVII.

  7. 8. Rufino José Cuervo Urisarri, Diccionario de construcción y régimen de la lengua, 8 tomos (Editorial Herder, 1998).

  8. 9. Postrer Santafereño (Ángel Cuervo Urisarri), La dulzada. Poema en ocho cantos y un epílogo (Imprenta de Nicolás Gómez, 1867).

  9. 10. Cuervo, La dulzada. En la guarda de la edición que conserva la Biblioteca del Instituto Caro y Cuervo en Bogotá (Reg. C862.28-D884 1867) aparece en letras manuscritas la siguiente dedicatoria de Cuervo a Pombo: “Al Señor Don/ José Rafael Pombo,/ para que recuerde los tiempos en/ que era cachifo. El Autor”.

  10. 11. “Carta de Ángel Cuervo a Rafael Pombo” (París, 22 de noviembre de 1887), en: Romero, Epistolario, 99.

  11. 12. Romero, Epistolario, 2-3.

  12. 13. Héctor H. Orjuela, Edda la bogotana. Bio-grafía de Rafael Pombo (Editorial Kelly, 1997).

  13. 14. Mario Germán Romero (ed.), Rafael Pombo en Nueva York (Editorial Kelly, 1983), XXXIII- XXXIX. Entre las actividades de Pombo enumeraba: “desde redactar la ley de este ramo de 1873 hasta traer y aun alojar en su casa a los artistas, estimularlos y apoyarlos con tesón, sean extranjeros o nacionales, honrar por la prensa sus trabajos con críticas originales e instructivas, redactar nuevos libretos de óperas […], e himnos y letras en general para cuantos las solicitan de él, propagar metódicamente los principios del gusto artístico, promover la construcción de un teatro, de templos y de otros edificios, abogar por la conservación y cuidado de los monumentos o reliquias existentes, novedades de estos ramos, etc.”.

  1. 15. Olga Isabel Acosta, “El ‘Velázquez mexicano’. Felipe Santiago Gutiérrez en Colombia”, en Discursos de la piel. Felipe Santiago Gutiérrez (1824-1904) (MUNAL, 2017), 132-141; y “Felipe Santiago Gutiérrez y los comienzos de la Academia en Colombia”, en: Diego, Frida y otros revolucionarios (Museo Nacional de Colombia, 2009), 70-97.

  2. 16. Romero, Rafael Pombo, XXXIII-XXXIX.

  3. 17. “Carta de Rafael Pombo a Ángel y Rufino Cuervo” (Bogotá, 18 de junio de 1884), en: Romero, Rafael Pombo, 16.

  4. 18. “A/ RAFAEL POMBO/ EL AUTOR/ PARÍS, 1887”. Moreli, Conversación, portadilla.

  5. 19. Moreli, Conversación, 32.

  6. 20. Moreli, Conversación, 32.

  7. 21. David Jiménez, “Romanticismo y radicalismo”, en El radicalismo colombiano en el siglo XIX, editado por Eduardo Hoyos (Universidad Nacional de Colombia, 2005), 289-290.

  8. 22. Romero, Epistolario.

  9. 23. Moreli, Conversación, 31.

  10. 24. “Carta de Rafael Pombo a Ángel y Rufino Cuervos” (Bogotá, 30 de octubre de 1886), en: Romero, Epistolario, LX.

  11. 25. Moreli, “Conversación artística. La pintura actual en París”, La Nación. Periódico político, literario y noticioso, órgano de los principios de la regeneración, 30 de noviembre de 1886.

  12. 26. Romero, Epistolario, 48.

  13. 27. Romero, Epistolario, 48-49.

  14. 28. Moreli, Conversación, 31.

  15. 29. Moreli, Conversación, 32.

  16. 30. Romero, Epistolario, LXI, 55, cita 6.

  17. 31. “Carta de Rafael Pombo a Ángel y Rufino Cuervo” (Bogotá, 2 de junio de 1887), en: Ro-mero, Epistolario, 54.

  18. 32. “Carta de Ángel Cuervo a Rafael Pombo” (París, 22 de noviembre de 1887), en: Romero, Epistolario, 99.

  19. 33. Romero, Epistolario, 99.

  20. 34. Romero, Epistolario, LXI.

  21. 35. Frédéric Martínez, El nacionalismo cosmopolita. La referencia europea en la construcción nacional en Colombia, 1845-1900 (Banco de la República, Instituto Francés de Estudios Andinos, 2001), 536.

  22. 36. Moreli, Conversación, 33.

  23. 37. Moreli, Conversación, 1.

  24. 38. Moreli, Conversación, 1.

  25. 39. Moreli, Conversación, 34.

  26. 40. Moreli, Conversación, 2.

  27. 41. Moreli, Conversación, 88-89.

  28. 42. José Manuel Groot, Noticia biográfica de Gre-gorio Vásquez de Arce y Ceballos (Imprenta de Medardo Rivas, 1859).

  29. 43. Olga Isabel Acosta Luna, De vuelta a casa. Los Vásquez de los Cuervos (Instituto Caro y Cuervo, 2020).

  30. 44. “Los genios, ni en artes, ni en ciencias, ni en nada, brotan sino en terreno cultivado. Nosotros tenemos un ejemplo patente en nuestro pintor Vázquez, que floreció cuando apenas estaba formándose la sociedad de la Colonia: su dibujo es incorrecto, el colorido débil y hay una frialdad sepulcral en la composición, aún en los cuadros que sacaba de los grabados; en cambio su consagración era pasmosa y su fecundidad sorprendente. Si Vásquez hubiera cursado en una academia y estado en contacto con verdaderos artistas, habría llegado sin duda a ser uno de los florones de la pintura española; pero su falta de instrucción artística lo ha reducido a ser solamente una muestra de lo que pueden ser los colombianos aún en medio del aislamiento y la obscuridad”. Moreli, Conversación, 88.

  31. 45. Moreli, Conversación, 34.

  32. 46. Véase al respecto: Natalia Lozada y Verónica Uribe, “La vasija de Chirajara o la ‘olla de barro que contenía el tesoro’. La construcción del pasado prehispánico en el siglo XIX”, en Historias del arte en Colombia: identidades, materialidades, migraciones y geografías, compilado por Olga Isabel Acosta Luna, Natalia Lozada Mendieta y Juanita Solano Roa (Ediciones Uniandes, 2022), 1-23.

  33. 47. Ezequiel Uricoechea, Memorias sobre las antigüedades neogranadinas (ICANH, 2021), 118-119.

  34. 48. Baudelaire, Le Peintre de la vie moderne, 64.

  35. 49. Gustave Doré (1832-1883): Master of Ima-gination, exposición temporal, Musee d’Orsay, París, del 18 de febrero al 11 de mayo de 2014,

    https://www.musee-orsay.fr/en/whats-on/exhibitions/presentation/gustave-dore-1832-1883-master-imagination.

  36. 50. Jules Bastien-Lepage, Les Foins, 1877, óleo sobre tela, 180 × 195 cm, Musée d’Orsay, comprado por el museo en 1885, https://www.musee-orsay.fr/en/artworks/les-foins-9174.

  37. 51. Jean-Louis-Ernest Meissonier, Campagne de France, 1814, óleo sobre madera, 51,5 × 76,5 cm, Musée d’Orsay, legado por Alfred Chauchard en 1909,

    https://www.musee-orsay.fr/en/artworks/campagne-de-france-1814-246.

  38. 52. Jean-Louis-Ernest Meissonier, La Rixe, firmada y datada en 1855, óleo sobre tela, 44,2 × 56,9 cm, Royal Collection Trust,

    https://www.rct.uk/collection/search#/4/collection/404872/la-rixe-the-brawl.

  39. 53. Joyce C. Polistena, “Eugène Delacroix, Murals in the Chapel of The Holy Angels, Saint-Sulpice”, Smarthistory, 9 de julio de 2018,

    https://smarthistory.org/delacroix-sulpice/.

  40. 54. Nuestra lectura de la manera de entender la modernidad que se expresa en Cuervo y Pombo se nutre del análisis sugestivo propuesto por Serge Gruzinski a la hora de explicar la “modernidad” de Domingo Francisco de San Antón Chimalpahin, un noble chalca de comienzos del siglo XVII en México y su comprensión de los sucesos que entonces ocurrían en Europa, especialmente ante el asesinato de Enrique IV en 1610. Véase: Serge Gruzinski, Las cuatro partes del mundo. Historia de una mundialización (FCE, 2010), 30-31, 71-94, especialmente 93.

  41. 55. Ivan Lermolieff, Die Werke italienischer Meister in den Galerien von München, Dresden und Berlin. Ein kritischer Versuch, aus dem Russischen übersetzt von Dr. Johannes Schwarze (Verlag von E. A. Seemann, 1880). Aparentemente, bajo la autoría de Giovanni Morelli, el libro se publica primero en la edición en inglés de 1883, seguida por las ediciones alemanas y la versión italiana de 1886.

  42. 56. Carlo Ginzburg y Anna Davin, “Morelli, Freud, and Sherlock Holmes: Clues and Scientific Method”, History Workshop 9 (1980): 5-36.

  43. 57. Rubén Pérez Ortíz, Seudónimos colombianos (ICC, 1961), 233, 171. Pérez Ortiz no menciona el seudónimo Ramón Melo Cabral para Ángel Cuervo, pero aparece en su correspondencia con Pombo. Véase la Carta de Pombo a Ángel y Rufino Cuervo (Bogotá, 30 de octubre de 1886) en: Romero, Epistolario, 48.

  44. 58. Guillermo Hernández de Alba, “Prólogo”, en Pérez Ortíz, Seudónimos, X-XI.

  45. 59. La popularidad y el reconocimiento de este autor como Giovanni Morelli, y no a través de sus seudónimos ruso Ivan Lermolieff o alemán Johannes Schwarze, parece haberse dado primeramente en inglés a través de la edición inglesa de 1883, publicación que pudo conocer Pombo o de la que pudo al menos haberse enterado a través de sus intercambios epistolares con sus antiguos amigos en Nueva York o por medio de la prensa y la literatura que recibía en su casa en Bogotá. Veáse: Italian Masters in German Galleries. A Critical Essay on the Italian Pictures in the Galleries of Munich-Dresden-Berlin, by Giovanni Morelli, member of the Italian Senate, translated from the German by Mrs. Louise M. Richter (George Bell and Sons, 1883).

  46. 60. Carta de Ángel Cuervo a Rafael Pombo (París, 22 de noviembre de 1887), en Romero, Epistolario, 103. Ángel escribe a Pombo lo siguiente: “El colorido, como muy bien lo observa nuestro Moreli (¿Morelli?) es obra del genio, o mejor, está en la atmósfera como en Venecia, Holanda, Flandes y Sevilla”.

  47. 61. Moreli, Conversación, 2

  48. 62. Moreli, Conversación, 2.

  49. 63. Moreli, Conversación, 94.

  50. 64. Acosta Luna, “El ‘Velázquez mexicano’”.

  51. 65. Ramírez Jaramillo, Ángel Cuervo, 136.

  52. 66. Moreli, Conversación, 52-53.

  53. 67. Moreli, Conversación, 6.

  54. 68. Moreli, Conversación, 6.

  55. 69. Marie Bashkirtseff, Un meeting, 1884, Óleo sobre tela, 195 × 177 cm, comprada por el Museo de Orsay en 1885, veáse: https://www.musee-orsay.fr/en/artworks/un-meeting-54.

  56. 70. Moreli, Conversación, 7.

  57. 71. Rosa Bonheur, Labourage nivernais, 1849, óleo sobre tela, 133 × 260 cm, adquirido por el museo en 1849, véase:

    https://www.musee-orsay.fr/en/artworks/labourage-nivernais-68.

  58. 72. Moreli, Conversación, 52-54.

  59. 73. “Carta de Rafael Pombo a Ángel y Rufino Cuervo” (Bogotá, 2 de junio de 1887), en: Ro-mero, Epistolario, 54.

  60. 74. Romero, Epistolario, LXI.

  61. 75. Hoy el Museo Nacional resguarda estas tarjetas postales como parte de la donación hecha por Rufino Cuervo tras la muerte de su hermano Ángel entre 1897 y 1899. Se trata de ocho álbumes de fotografía integrados por 224 fotografías, aunque desafortunadamente a finales del siglo XX los álbumes fueron desintegrados y las fotografías registradas como objetos individuales. Hoy las tarjetas postales están numeradas en el rango de registros del 3954 al 4178.