En 1910 el fotógrafo colombiano Melitón Rodríguez creó una foto titulada Cosecha de rosas (Img. 1). Enfatizo el verbo “crear”, pues como se demostrará en este texto, la foto no fue tomada espontáneamente; por el contrario, fue cuidadamente meditada y preconcebida. Cosecha de rosas representa una escena orientalista de convivencia femenina: dos mujeres, vestidas con ropa tradicional del Medio Oriente, trabajan juntas mientras recogen rosas y arrancan sus pétalos para meterlos en una urna. Rodríguez preparó la puesta en escena utilizando jarrones orientales de diferentes tamaños y flores esparcidas en el suelo como evidencia del trabajo de las mujeres. Eligió también un fondo pintado a mano que alude a un interior de aire oriental, con columnas profusamente decoradas y un tapiz al fondo. Al igual que muchas otras escenas orientalistas, esta es una imagen que no se puede situar en un momento o lugar específico, siguiendo así los estereotipos comunes de la fotografía orientalista que fue extremadamente popular durante la segunda mitad del siglo xix. Esta fotografía fue además creada con ánimos artísticos pues la intención original era enviarla a un concurso de fotografía.
Imagen 1.
Fotografía Rodríguez, Cosecha de rosas, 1910. Positivo digital de placa seca. Biblioteca Pública Piloto, Medellín.
Cuando Rodríguez creó Cosecha de rosas, el orientalismo era ya un tema común en la fotografía y la pintura europeas. En Colombia, sin embargo, y específicamente en Medellín (donde Rodríguez nació y vivió durante toda su vida), el orientalismo era una práctica apenas conocida. A principios del siglo xx Medellín se había convertido en la segunda ciudad más grande del país y en su centro industrial, pero era todavía una ciudad bastante aislada en medio de los Andes. En términos de práctica artística apenas existía una tradición académica, ya que la primera escuela de bellas artes en Medellín abrió sus puertas en 1910. La fotografía era vista como un medio mecánico utilizado para producir retratos y postales de la ciudad, pero no era considerada una técnica válida dentro del campo artístico. Por estas razones Cosecha de rosas es una imagen bastante intrigante que suscita las siguientes preguntas: ¿cómo se involucró un fotógrafo colombiano, que nunca abandonó su país, con tropos orientalistas?, ¿traspasó acaso el orientalismo la mirada colonizadora europea para convertirse en una tendencia global? Y en caso de ser así, ¿cuál es el significado de las imágenes orientalistas producidas por fuera de los territorios colonizadores europeos?
Para responder a estas preguntas es necesario definir primero lo que se entiende por orientalismo. Como señaló el crítico literario Edward Said, el orientalismo fue una línea de pensamiento que imaginó, distorsionó y exageró las culturas del Oriente islámico y asiático; una ideología definida por la esfera cultural hegemónica occidental, que postula un conjunto de distinciones esenciales entre Oriente —principalmente África del Norte, Oriente Medio y Asia— y el Occidente europeo, para así controlar y autorizar una visión distintiva del Oriente desde el punto de vista de Occidente. El orientalismo vio al Oriente como una cultura exótica y construyó a partir de ello una ideología de dominación política que justificaba el colonialismo y perpetuaba el dominio europeo.1 Los estereotipos orientalistas a menudo sexualizaban, racializaban y feminizaban a sus protagonistas. Además, las imágenes se presentaban como documentos realistas de la vida en estos territorios —en gran medida desconocidos en ese momento— un hecho que se exacerbó aún más a través de las representaciones fotográficas. Estas fotografías, en su mayoría tomadas dentro de un estudio, eran cuidadosamente compuestas y embellecidas para recrear a través de ellas el mundo de fantasía con el que se asociaba el Oriente. Esta forma de ver se extendió por toda la esfera cultural occidental, especialmente durante el siglo xix, produciendo piezas de literatura, teatro, pintura y fotografía que exageraban los clichés de los tropos culturales.
Más recientemente, el orientalismo se ha redefinido, en parte, en contra del análisis inicial de Said. Estas nuevas propuestas argumentan que el enfoque de Said oscurece diferentes matices dentro de cuerpos de trabajo que son más complejos y diversos. Por ejemplo, Said presumía que las nociones de “Oriente” y “Occidente” eran construcciones políticas, culturales e ideológicas estables y mutuamente excluyentes, una idea que ha sido cuestionada. También se ha expuesto que la perspectiva de Said ha ocultado otras narrativas y contra-narrativas en las que los mismos “orientales” eran participantes activos.2 A partir de estas reflexiones ha surgido una definición del orientalismo más inclusiva y no basada en términos binarios.3 Teniendo esto en cuenta, la noción de orientalismo sobre la que se reflexiona en este texto, lo entiende como una red de relaciones estéticas, económicas y políticas que cruzan las fronteras nacionales e históricas. Esta caracterización busca complicar las fuerzas unidireccionales originalmente atribuidas a esta ideología, generando una comprensión más matizada de sus usos y contextos. Cosecha de rosas es una fotografía que pone sobre la mesa precisamente estos cuestionamientos.