Usos del pasado prehispánico en las tiendas de comercio del Chorro de Quevedo en Bogotá, Colombia
Uses of the Pre-Hispanic Past in Commercial Stores at the Chorro de Quevedo in Bogotá, Colombia
Usos do passado pré-hispânico nas lojas comerciais do Chorro de Quevedo em Bogotá, Colômbia
Fecha de recepción: 28 de enero de 2024. Fecha de aceptación: 27 de junio de 2024. Fecha de modificaciones: 20 de julio de 2024
DOI: https://doi.org/10.25025/hart18.2024.05
Laura Vivian Martínez Benítez
Historiadora con énfasis en Patrimonio y Museología por la Universidad Autónoma de Colombia. Ha realizado un Diplomado en Desarrollo de Estrategias Digitales de Aprendizaje en la Fundación Carlos Slim y un Diplomado en Patrimonio Cultural para la Educación en la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, en colaboración con el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural. Actualmente, es Mediadora en el Museo Colonial y el Museo Santa Clara, y Asistente Graduada de Educación General en el Centro de Español de la Universidad de los Andes, donde también cursa una maestría en Historia del Arte.
Luis Javier Alvarado Zegarra Rojas
Teólogo, graduado de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y Magíster en Teología por la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima. Actualmente, se encuentra cursando una maestría en Historia del Arte en la Universidad de los Andes.
Resumen:
Por medio de la observación participante, la realización de entrevistas semiestructuradas, la elaboración de una cartografía y el análisis de datos con base en un marco teórico, este artículo pretende demostrar que en las tiendas ubicadas alrededor del Chorro de Quevedo, en el barrio La Candelaria de Bogotá, los productos que imitan el arte prehispánico o hacen referencia a este son vendidos con el objetivo del beneficio económico o de la promoción de la identidad “ancestral”. Quienes compran estos productos, según los vendedores, buscan lo exótico y los ven como un souvenir o se sienten identificados con la historia prehispánica. La relación entre la venta de estos productos y el Chorro de Quevedo se basa en la identidad, la historia, el comercio y el turismo.
Palabras clave:
Identidad, arte prehispánico, Chorro de Quevedo, comercio, turismo, historia.
Abstract:
Through participant observation, semi-structured interviews, mapping, and data analysis based on a theoretical framework, this article aims to show that, in the stores located around the Chorro de Quevedo square in La Candelaria, Bogotá, products that imitate pre-Hispanic art or make reference to it are sold with the aim of financial profit or of promoting an “ancestral” identity. Those who buy these products, according to the sellers, seek the exotic and regard them as souvenirs or else identify with pre-Hispanic history. The relation between the sale of these products and the Chorro de Quevedo is based on identity, history, commerce, and tourism.
Keywords:
Identity, pre-Hispanic art, Chorro de Quevedo, commerce, tourism, history.
Resumo:
Através de observação participante, entrevistas semiestruturadas, mapeamento e análise de dados com base em um quadro teórico, este artigo pretende demonstrar que nas lojas localizadas em torno do Chorro de Quevedo, no bairro de La Candelaria, em Bogotá, são vendidos produtos que imitam a arte pré-hispânica ou fazem referência a ela, com o objetivo de lucro económico ou de promoção da identidade “ancestral”. Segundo os vendedores, quem compra estes produtos procuram o exótico e os veem como uma lembrança ou identifica-se com a história pré-hispânica. A relação entre a venda destes produtos e o Chorro de Quevedo baseia-se na identidade, na história, no comércio e no turismo.
Palavras-chave:
identidade, arte pré-hispânica, Chorro de Quevedo, comércio, turismo, história.
Introducción
La época prehispánica forma parte de la historia de Colombia y de Latinoamérica, por lo que es importante conocer cómo se la entiende actualmente y qué se le está diciendo sobre ella a la población nacional y extranjera en el país. El uso del pasado para justificar fines del presente no pertenece exclusivamente al siglo XXI. Por ejemplo, en el siglo XIX las élites criollas hicieron uso del pasado prehispánico para construir una identidad nacional.1 En otras palabras, se hizo una apropiación del pasado prehispánico para justificar simbólicamente los orígenes de la República en un contexto nacionalista, lo que implica que el indígena era visto desde la alteridad y con un fin utilitario. Si hiciéramos un análisis detallado de lo que pasaba en aquella época podríamos notar que la visión del pasado cambiaba de acuerdo con el gobierno de turno. En el siglo XIX lo indígena era valioso únicamente bajo el supuesto de que estas sociedades ya habían desaparecido, pues de esta manera no había una responsabilidad con las sociedades indígenasdel presente.
Este fenómeno de reinterpretación del pasado refleja cómo la memoria histórica puede ser manipulada para servir intereses políticos y sociales. La instrumentalización del pasado prehispánico permitía a las élites criollas legitimar su poder y establecer una continuidad histórica que los conectara con una nobleza indígena idealizada, mientras se ignoraban o marginaban las realidades contemporáneas de las comunidades indígenas. Esta visión utilitaria y estática del pasado indígena contribuyó a la creación de una narrativa nacionalista que borraba la diversidad y complejidad de las culturas indígenas vivas.
A medida que avanzamos en el tiempo hacia los siglos XX y XXI podemos observar cómo estas narrativas han evolucionado. Durante el siglo XX, con el surgimiento de movimientos indigenistas y la creciente atención a los derechos humanos, comenzó a haber un reconocimiento más amplio de la importancia y la riqueza de las culturas indígenas contemporáneas. En Patrimonio arqueológico y pueblos indígenas en el norte de Colombia Wilhelm Londoño examina los orígenes de las narrativas arqueológicas a nivel regional y los factores históricos que las influenciaron.2 La manera en la que la sociedad ha percibido a la población indígena ha estado determinada por distintos factores. La institucionalización de la arqueología y la antropología como disciplinas académicas contribuyó significativamente a una mayor apreciación y comprensión de las culturas prehispánicas. En la segunda mitad del siglo XX investigadores y académicos comenzaron a cuestionar las narrativas simplistas y a resaltar la continuidad y la resiliencia de las culturas indígenas a lo largo de los siglos. Por ejemplo, Cristóbal Gnecco y Patricia Ayala Rocabado muestran en Pueblos indígenas y arqueología en América Latina las diferentes aproximaciones de la disciplina arqueológica a diversos grupos indígenas.3 Uno de sus artículos aborda el tema de la presencia indígena en el pasado arqueológico y su reflejo en la posmodernidad.
El siglo XX fue un período de cambios significativos en la percepción y valoración de los pueblos indígenas y su pasado prehispánico. Aunque hubo un creciente reconocimiento y respeto por las culturas antiguas, las comunidades indígenas contemporáneas tuvieron que enfrentar numerosos desafíos y lucharon por sus derechos en un contexto de discriminación y marginalización. Mientras las culturas prehispánicas eran admiradas y estudiadas, los pueblos indígenas contemporáneos seguían enfrentando discriminación y despojo. En muchos casos, se glorificaba el pasado indígena mientras se ignoraban o marginalizaban las realidades y derechos de los pueblos indígenas contemporáneos.
Sin embargo, la tensión entre la idealización del pasado prehispánico y el reconocimiento de las luchas actuales de las comunidades indígenas sigue presente. Por un lado, los grupos indígenas a menudo siguen siendo glorificados como cumbres de logros pasados, utilizados como símbolos de orgullo nacional en eventos culturales, educativos y turísticos. Esta idealización, aunque positiva en términos de valoración cultural, a veces puede caer en la trampa de congelar a las comunidades indígenas en una imagen estática del pasado, ignorando sus dinámicas presentes y sus derechos como pueblos vivos.
Si durante los siglos XIX y XX la visión de los grupos indígenas fue utilitaria, ¿podríamos afirmar que esto mismo ocurre en el siglo XXI? ¿Se está promoviendo un discurso de exotización del pasado y de las sociedades indígenas? ¿Se está impartiendo un discurso de autenticidad y pureza sobre las sociedades indígenas del pasado y del presente? ¿Seguimos viendo a la población indígena desde la alteridad y con un fin utilitario? ¿Acaso se está usando el pasado prehispánico para un fin netamente comercial, aunque enmascarado en el discurso de la identidad?
Como se puede notar, estas preguntas son problemáticas, pues las respuestas positivas a ellas nos mostrarían que, en el presente, se le sigue otorgando importancia a las sociedades indígenas solo cuando estas resultan útiles para el resto de la población. Este artículo parte de la premisa de que nuestra sociedad no ha asumido aún una preocupación genuina por los pobladores indígenas, que no hay un interés por conocerlos desde lo que son sino que la relación con ellos se entabla desde la otredad, es decir, desde las propias expectativas, desde lo que se espera que sean y desde cómo pueden beneficiar a la sociedad. Este debate lo ha propuesto Catalina Cartagena Núñez en “La otredad incómoda”, donde reflexiona sobre los mecanismos que están presentes en la construcción social de la otredad.4
Ahora, es importante situar esta problemática en el contexto económico y social que lo cubre: el capitalismo. Autores y autoras como Max Weber, Milton Friedman y Karem Triviño Weaver han hablado del capitalismo como un sistema económico fundamentado en la organización metódica y racional del trabajo y la producción, con el propósito de maximizar las ganancias. Esta definición es importante porque permite situar nuestro caso de estudio. El objeto de este estudio es el significado intangible de la venta de productos que imitan el arte prehispánico para los vendedores que ocupan los alrededores del Chorro de Quevedo. Es decir, la relación que estudiaremos entre la sociedad del siglo XXI y el pasado prehispánico es de orden comercial.
Triviño Weaver ha esclarecido ya la relación del capitalismo con la venta de imitaciones de arte prehispánico u objetos que hagan referencia a este. El pasado no solo ha sido usado para la venta de souvenirs, sino también para crear parques temáticos y vender “experiencias auténticas” como comida, rituales y música, entre otros. Este fenómeno no tiene un espacio determinado, sino que puede encontrarse en México o Perú con el pasado prehispánico, en España con el Siglo de Oro, en Grecia con la Antigüedad clásica, en Egipto con el periodo antiguo y en China con las grandes dinastías, entre otros.
Cabe aclarar que en distintos momentos de la historia de la humanidad se ha hecho uso del pasado con fines específicos. Ahora bien, aunque en el presente podemos encontrar distintos objetivos entre los comerciantes, es claro que uno de los centrales es el dinero, punto que ampliaremos en la siguiente sección. Cabe aclarar también que en este trabajo pretendemos estudiar solo a los comerciantes que se encuentran en los alrededores del Chorro de Quevedo. Es posible que los vendedores ubicados en otras zonas de la ciudad tengan otras intenciones o, por ejemplo, que las personas que compran “artesanías tradicionales” en un aeropuerto solo tengan la intención de llevar un recuerdo a su lugar de residencia.
Hasta el momento no ha habido una producción académica sobre la venta de imitaciones de arte prehispánico o de objetos en el contexto específico del Chorro de Quevedo, así que nuestro trabajo puede dar luces sobre lo que está pasando e invitarnos a pensar en posibles modificaciones para que la venta de productos con referencias al arte prehispánico se haga de forma ética y con responsabilidad. En suma, la justificación de este trabajo radica en conocer qué uso se le está dando al pasado prehispánico en el presente, ya que esto tiene implicaciones políticas, sociales y económicas. El Chorro de Quevedo es una de las zonas turísticas más conocidas y concurridas de Bogotá, por lo que este punto geográfico es crucial en la historia nacional tanto para residentes como para extranjeros. Es un área localizada en el centro histórico de la ciudad, siendo parte del barrio La Candelaria, lugar donde confluyen la historia muisca e hispánica y donde se insertó el origen republicano que llega hasta nuestros días. Por tanto, es una zona que contiene una carga histórica con un origen ancestral.
Imagen 1. Mapa aéreo de las tiendas cercanas al Chorro de Quevedo que venden imitaciones de arte prehispánico u objetos referentes a este. Imagen producida en Google Maps, abril de 2023. Google © 2023 CNES / Airbus, Maxar Technologies.
Marco teórico
Los siguientes términos nos ayudaron a entender la problemática desde una perspectiva teórica: cultura, mercantilización de la cultura, patrimonio, mirada turística y economía simbólica. El concepto de cultura lo tomamos de Peter Burke, quien entiende la cultura como un conjunto de prácticas, creencias, símbolos y valores compartidos por un grupo de personas.5 Por su parte, Aurora Ortega y Fabiola Téllez entienden la cultura como el conjunto de fenómenos creado por el ser humano por medio de su facultad de usar símbolos.6 Este concepto nos es útil, pues nuestra problemática involucra una relación comercial entre vendedor y consumidor que intercambian un objeto simbólico.
Esta relación se da en un espacio geográfico determinado que le añade un valor importante. Diremos que el Chorro de Quevedo es un lugar de memoria y entenderemos este concepto siguiendo a Pierre Nora, quien en su trabajo Les Lieux de mémoire lo define como sitios, objetos, y prácticas en las que la memoria colectiva se cristaliza y se refugia.7 Al Chorro acuden muchos turistas con distintos fines. Este hecho se conoce como “turismo histórico” y en este texto se entiende como una actividad en la que los individuos viajan para ver y experimentar lugares y objetos que han sido preservados y presentados debido a su importancia histórica. Este fenómeno ha sido analizado por David Lowenthal y es importante para este trabajo, pues nos interesa conocer qué piensan los vendedores acerca de los turistas que compran su mercancía.8
Mercantilización de la cultura es un concepto que plantean Ortega y Téllez en “Mercantilización de la cultura maya” en conexión con el empaquetado de actividades culturales y artefactos con el fin de ofrecerlo al mercado turístico.9 Es claro que este es uno de nuestros conceptos centrales, pues nos permite entender la venta de estos objetos con una intención más allá que la venta de un souvenir, es decir, nos permite ir más allá del significado tangible. Ahora bien, el significado intangible se asocia aquí con el mercado. La mercantilización cultural consiste en sacar provecho económico de la cultura, de la historia y del arte. El concepto de patrimonio lo define Brenda Olivares en “Mercantilización del patrimonio cultural inmaterial” como el conjunto de elementos materiales e inmateriales que distinguen a un grupo social de otros.10 Las imitaciones de arte prehispánico o los objetos que hacen referencia a aquel aluden en este sentido a piezas del patrimonio colombiano.
Se sigue de ello que en estas iniciativas comerciales se está haciendo un uso del pasado. Estos usos incluyen la creación y la reinvención de tradiciones que se muestran como antiguas, aunque en realidad son de origen reciente. Dichas tradiciones se emplean para legitimar instituciones, inculcar valores y normas, y fortalecer las identidades nacionales y grupales, según lo propuesto por Eric Hobsbawm en su obra La invención de la tradición.11 Este concepto se conecta con el anterior, pues el pasado está siendo usado como una excusa para otro fin, en este caso comercial. Sobre los distintos usos del pasado para este caso hablaremos más adelante, pero está claro que el fin comercial es uno de ellos.
Ángeles López y Gustavo Marín proponen la noción de mirada turística en su artículo “Turismo, capitalismo y producción de lo exótico”. El término hace referencia a una manera de percibir un territorio, su historia y su población que ha sido construida socialmente y a partir del cine, la televisión, la literatura, la prensa y la música, entre otros medios.12 Hablamos aquí entonces de lo que esperan encontrar los extranjeros de un espacio que visitan. Esta mirada no es estática, sino que se modifica y se enriquece en respuesta a lo que promueven los habitantes del territorio visitado. En nuestro caso encontramos dos tipos de mirada: la que espera encontrar lo auténtico y la que espera encontrar lo exótico. Más adelante se verá que ambas se han alimentado de los discursos que imparten los comerciantes al promocionar sus productos.
Por último, tenemos el concepto de economía simbólica propuesto igualmente por López y Marín. Este concepto expone que “tras la finalidad del capitalismo organizado emerge una economía que produce cada vez más signos que objetos materiales”.13 En otras palabras, nuestras sociedades se interesan por la compra de objetos en virtud de lo que aquellos significan, más que de su materialidad. Los y las vendedoras del Chorro de Quevedo están vendiendo símbolos más que objetos de decoración. Al vender elementos materiales que hacen referencia a la identidad colombiana, promocionar la recuperación de las raíces ancestrales o un recordatorio del país, los y las comerciantes del Chorro están vendiendo objetos simbólicos. Esto quiere decir que los y las compradoras de tales objetos se interesan más por las leyendas, relatos y creencias que hay alrededor de ellos que por su técnica y materiales.
Objetivos
Este trabajo pretende identificar el significado intangible de la venta de productos con símbolos prehispánicos que se ofrecen en el comercio del Chorro de Quevedo. Para llegar a esta meta se han planteado tres objetivos. Primero, investigar qué representan, para los comerciantes, los símbolos prehispánicos que se encuentran en los empaques o propagandas de los productos que venden. Segundo, averiguar qué pueden representar esos mismos símbolos prehispánicos para las personas que los compran según la percepción del vendedor. Finalmente, identificar la relación entre el producto con símbolo prehispánico y la zona donde está ubicado el establecimiento.
Metodología
Para la realización de este trabajo se dieron nueve pasos fundamentales. Lo primero fue definir el área de estudio, ya que podemos encontrar varios lugares en toda la ciudad de Bogotá en donde se venden imitaciones o productos con referencia al arte prehispánico. El área elegida fue el Chorro de Quevedo y sus alrededores. El criterio de selección fue el significado del lugar en el que se encontraban estas tiendas. El Chorro es un espacio donde palabras como “identidad”, “raíces”, “ancestral”, “historia” e “indígena” se escuchan en las conversaciones del día a día. Los y las vendedoras, tanto informales como formales, se valen de ellas para promocionar sus productos a nacionales y, sobre todo, a extranjeros. La relación del significado del Chorro con los productos alusivos al arte prehispánico que se venden allí se abordará más adelante, así que por ahora basta decir que esta zona se eligió como área de estudio por su significado.
El segundo paso fue la observación participante, propuesta por Bronislaw Malinowski en Los argonautas del Pacífico Occidental14 y por Clifford Geertz en Interpretación de las culturas.15 La observación participante consiste en pasar tiempo en el campo de estudio, interactuar con la comunidad y observar las dinámicas que se producen, entre otras cosas. Para el presente trabajo este paso consistió en recorrer las tiendas de comercio cercanas al Chorro de Quevedo. Entramos a cada una de las tiendas con el objetivo de encontrar productos que fueran imitación del arte prehispánico u objetos que hicieran referencia a este. Hablamos de manera informal con los y las vendedoras y tomamos algunas fotografías de esta misma forma. Este paso nos dio luces sobre el significado intangible que podía tener la venta de este tipo de productos para el vendedor y para el comprador. Encontramos algunos patrones, por ejemplo, la preferencia por la venta de productos alusivos al oro, la imitación o referencia al arte de la cultura muisca y el “eslogan” de la identidad para la venta de estos productos.
El tercer paso que dimos fue definir el tipo de entrevista que haríamos y lo que le preguntaríamos a los y las vendedoras. Elegimos la entrevista semiestructurada. Robert K. Merton, en The Focused Interview: A Manual of Problems and Procedures, argumenta que en este tipo de entrevista es importante permitir que los entrevistados expresen sus pensamientos y experiencias libremente, mientras que el entrevistador mantiene un cierto control sobre la dirección de la entrevista.16 De este modo, diseñamos cinco preguntas que nos permitirían ir más allá de una respuesta cerrada y agregar preguntas o información adicional.
Estas preguntas fueron:
Para esta última pregunta fue común agregar información para que los y las vendedoras nos hablaran de una posible relación entre la venta de objetos alusivos al oro y el mito de El Dorado o el valor económico. Cabe aclarar que estas entrevistas fueron realizadas, grabadas y transcritas solo después de haberse firmado un consentimiento.
El cuarto paso que dimos fue hacer una ficha de campo en la que registramos los nombres de los lugares seleccionados, las direcciones, las técnicas recurrentes, las características de los productos, la iconografía, el período cultural que se les asocia y los significados intangibles que se le atribuyen en la actualidad a ese pasado. Encontramos el baño en oro y la imitación de este como una técnica recurrente; la mayoría de los productos eran de formato pequeño y mediano; la iconografía intentaba imitar el arte prehispánico (en especial la que se encuentra en las piezas expuestas en el Museo del Oro) o también podía ser híbrida (por ejemplo, una apropiación de una figura prehispánica mezclada con una técnica artística moderna). Las culturas más representadas fueron la muisca y la quimbaya, cuyo periodo va del siglo V a. C. al X d. C. Sobre los significados intangibles se hablará unos párrafos más adelante, pero cabe anticipar que encontramos dos significados: el que está ligado al discurso de la identidad y el que se relaciona con el valor comercial.
El quinto paso fue hacer una revisión bibliográfica. Estas referencias podemos ordenarlas en tres categorías: textos sobre los usos del pasado en el presente (arqueología pública), textos sobre la historia y el significado del Chorro de Quevedo y textos sobre la venta de imitaciones de arte prehispánico u objetos referentes a este. Esta bibliografía nos permitió contextualizar nuestra zona de estudio, identificar maneras en las que se ha abordado la recepción del pasado en el presente y conocer qué se había escrito acerca de nuestro objeto de estudio. Aunque en la justificación y en los resultados de este trabajo se discuten los hallazgos de esta búsqueda bibliográfica, vale mencionar que aquella nos permitió relacionar la parte práctica con la parte teórica y establecer así una conexión entre la venta de productos referentes al arte prehispánico, el espacio de venta, las respuestas de los comerciantes y las respuestas teóricas que plantearon autores como Vizcaíno, López y Olivares.
Los pasos seis, siete y ocho consistieron en el trabajo de campo. Elaboramos una cartografía, realizamos las entrevistas e hicimos un registro fotográfico. Las entrevistas funcionaron como prueba para la hipótesis que inicialmente se había planteado: los productos que imitan el arte prehispánico o hacen referencia a este son vendidos por personas cuyo objetivo puede ser netamente económico o de promover la identidad “ancestral”; estos mismos son comprados por personas que buscan lo exótico, que los ven solo como un souvenir o que se sienten identificados con la historia prehispánica o buscan generar esa identidad. También, el Chorro de Quevedo es un escenario ideal para los espacios de comercio que venden productos que imitan o aluden al arte prehispánico.
En pocas palabras, el Chorro es un epicentro comercial de memoria histórica, tesis que podemos elaborar a partir del trabajo de Paul Ricoeur, para quien la memoria no es simplemente una reproducción del pasado sino un proceso interpretativo que implica la narración y la reinterpretación del pasado a la luz del presente.17 La memoria histórica, según Ricoeur, es fundamental para la identidad personal y colectiva, ya que nos ayuda a comprender quiénes somos en relación con nuestro pasado compartido. Por esto, concebimos al Chorro como un lugar de memoria histórica, pues allí se produce una rememoración e interpretación del pasado día a día.
El último paso que dimos para realizar esta investigación fue el análisis de las entrevistas con base en la bibliografía consultada. Para esto transcribimos las entrevistas, señalamos elementos comunes en ellas, revisamos elementos comunes en los apuntes de los textos consultados y encontramos relaciones entre estos dos documentos. Gracias a este análisis pudimos confirmar la hipótesis planteada al inicio de la investigación, aunque también encontramos elementos que no habíamos contemplado, por ejemplo, que algunos vendedores no concebían sus productos como imitaciones de arte prehispánico sino como representaciones del mismo. Esta diferencia es importante, pues la imitación no deja mayor espacio a la creatividad y, por lo tanto, el artista asume un rol lejano de lo que imita. En la representación, en cambio, el artista tiene una relación cercana con su objeto de estudio y le interesa “dejar su propia huella”.
Como apuntan Roger Chartier en El mundo como representación y Louis Marin en “Poder, representación e imagen”, la representación es el resultado de hacer presencia de lo ausente (cosa, concepto, persona), haciendo que lo ausente se vuelva presente. La representación constituye un sentido y construye una identidad.18 La imitación es la acción de copiar o replicar algo de manera que se parezca lo más posible al original. Se enfoca en la reproducción exacta de las características observables. Hay así una diferencia sustancial entre ellas, pues la representación tiene un propósito interpretativo y simbólico, buscando crear sentido y construir identidad.
Resultados
El resultado de nuestra principal tarea, consistente en identificar el significado intangible de la venta de productos con símbolos prehispánicos que se ofrecen en el comercio del Chorro de Quevedo, puede resumirse con la siguiente afirmación: los productos que imitan el arte prehispánico o hacen referencia a este son vendidos por personas cuyo objetivo puede ser netamente económico o de promover la identidad “ancestral”; estos mismos son comprados por personas que buscan lo exótico, que los ven solo como un souvenir o que se sienten identificados con la historia prehispánica o buscan generar esa identidad. De la misma manera, estos productos son vendidos en esta zona porque es un lugar turístico e histórico.
Sobre el primer objetivo
Con respecto al primer objetivo específico (investigar qué representan, para los co-merciantes, los símbolos prehispánicos que se encuentran en los empaques o propagandas de los productos que venden) podemos afirmar varias cosas. Primero, no encontramos de hecho símbolos prehispánicos en empaques, sino que encontramos imitaciones de este arte y objetos que hacían alusión a él. En la imagen 2 podemos ver, según el vendedor Cristian Olivares, “máscaras indígenas. Exactamente, no puedo decir de dónde son porque no conozco, pero son de indígenas que representan dioses. Entonces, esas máscaras eran como las representaciones de los dioses a los cuales ellos adoraban y les daban como su tributo”.19 Nótese que, aunque el vendedor no tiene mayor conocimiento del contexto de las piezas, asume que son prehispánicas y que representan dioses.
Imagen 2. Imitación de máscaras prehispánicas que representan dioses. Fotografía: cortesía de autores.
Ahora bien, aunque al inicio creíamos que los vendedores también usaban el término “imitación” para referirse a los productos que vendían, dos de ellos no estuvieron de acuerdo con esto. El comerciante Saúl Gutiérrez nos comentó que “la palabra imitación está mal utilizada, porque si fueran imitaciones, yo le diría a la gente ‘esto lo saqué de una huaca antier y esto es un producto de cultura tairona’. No son imitaciones, son manejo del diseño prehispánico”20. Algo similar nos dijo la vendedora Andrea Escorna: “pues, la verdad, imitaciones diría yo que no son, sino que sí son arte prehispánico, por lo que al turista le gusta, al colombiano también”.21 La primera respuesta se refiere a una hibridación artística en la que los artesanos del presente toman símbolos del pasado prehispánico y los reinterpretan. La segunda respuesta pretende asociar el criterio del espectador con el significado de la pieza.
Ahora, para los comerciantes vender este tipo de objetos puede significar dar a conocer la historia de Colombia, incentivar el regreso a las “raíces ancestrales” o aprovechar que esto les llama la atención a los turistas y, así, obtener un beneficio económico. Como nos compartió el artista y comerciante Julián Oviedo “al elaborar este tipo de arte estamos replicando y estamos continuando un lenguaje ancestral que se ha, digamos, como que… tradicionalmente utilizado desde hace mucho tiempo, digamos, aquí en el territorio”.22 Las obras de Oviedo aluden a la Balsa muisca (Img. 3), pero al mismo tiempo reinterpretan la historia, como lo vemos en la imagen 4. A comerciantes como Oviedo les interesa recuperar la memoria de una sociedad que, siguiendo este discurso, ya no existe.
Imagen 3. Balsa muisca, Museo del Oro, 600-1600 d. C. Foto: Pedro Szekely, https://es.wikipedia.org/wiki/Balsa_muisca#/media/Archivo:Gold_Museum,_Bogota_(36145671394).jpg
El discurso que promueven varios comerciantes sobre la recuperación de las raíces ancestrales y de la identidad indígena puede ser problemático en varios sentidos. Como se ha dicho ya en la justificación, validar las sociedades indígenas solo cuando se asume que estas ya se “extinguieron” es problemático, pues implica no responsabilizarse de los problemas que enfrentan las sociedades indígenas del presente. ¿Acaso estos comerciantes ayudan de alguna forma a las sociedades indígenas del presente? Esta visión perpetúa la creencia en la figura del buen salvaje, es decir, que los indígenas de antes eran sabios, respetuosos, conscientes, amables, etc., pero los de la actualidad no.
Entonces, las imitaciones de arte prehispánico y los objetos que aluden a este se están vendiendo, por un lado, bajo ese discurso. Ahora bien, en este trabajo también resaltamos un aspecto positivo de la venta de estos productos. Tal como lo dijo Luis Ángel Gil, “vender una representación gráfica del arte precolombino, digamos, no considero que sea algo como, eh, con alguna mala intención. Creo que, al contrario, es como dar a conocer nuestra historia, quiénes somos y quiénes fuimos”.23 Sin embargo, esto también puede ser problemático en tanto el valor de estas piezas deriva del interés que puedan generar entre los turistas.
Imagen 4. Julián Oviedo junto con sus obras. Fotografía: cortesía de autores.
Por otro lado, estas piezas se están vendiendo con un fin económico. Como señalamos en la metodología, no podemos desligar este fenómeno del contexto que lo abarca: el capitalismo. El vendedor necesita los mayores ingresos posibles para prosperar económicamente; el Chorro de Quevedo es uno de los lugares más visitados por turistas en Bogotá; los objetos que imitan o hacen referencia al arte prehispánico llaman la atención de los turistas; por lo tanto el vendedor se preocupa por vender este tipo de objetos en este espacio. Así como una persona que adopta una visión crítica del capitalismo no por ello puede salir del sistema, así también a aquellos vendedores que afirman que su único objetivo es “expandir la cultura” podemos atribuirles una intención económica, pues tampoco ellos pueden huir del capitalismo y regalar estos artículos.
Este primer objetivo estuvo vinculado directamente con la primera pregunta: “¿Qué significa para usted vender imitaciones de arte prehispánico o productos que hacen referencia a ese arte?”. Las respuestas pueden clasificarse en dos vertientes. De las cinco personas entrevistadas, cuatro mencionaron el término identidad y tres se refirieron al valor comercial de las piezas. Entonces, los y las vendedoras tienden a promocionar la identidad colombiana, buscando promover la cultura, valiéndose del comercio. Podemos afirmar entonces que, en este caso, los tres objetivos son indisociables.
Ahora bien, siguiendo con este objetivo hicimos una pregunta adicional: “¿Qué culturas están representadas en estos productos?”. Esto lo hicimos con el fin de conocer si los y las comerciantes eran conscientes de lo que estaban vendiendo. Las respuestas dan cuenta de la presencia de las culturas muisca, de la Sierra Nevada, wayú, arhuaca y tairona. Si bien los y las comerciantes sabían qué culturas estaban representadas en los objetos que vendían, no nos hablaron detalladamente sobre cada cultura sino que hicieron referencias genéricas. Como muestra de esto, Saúl Gutiérrez comentó que en sus productos estaban “todas las culturas colombianas”.24
Sobre el segundo objetivo
Del segundo objetivo específico (averiguar qué pueden representar esos mismos símbolos prehispánicos para las personas que los compran, según la percepción del vendedor) podemos afirmar que, al parecer del vendedor, las personas compran estos objetos con el fin de encontrar lo exótico, de tener un recuerdo de un lugar que visitaron o de comprar algo que les ha parecido estéticamente bello. Las personas que más compran estos objetos son los turistas y, como ha demostrado Vizcaíno, los turistas no son un público homogéneo.25 Ahora, si bien los fines pueden cambiar, podemos afirmar que al turista “no le interesa la rigidez de un contenido académico denso y difícil de entender sino tener la posibilidad de imaginarse libremente lo que fueron las culturas antiguas”.26
El primer grupo de compradores quiere encontrar un aspecto exótico del territorio que visitan: lo raro, lo mágico, lo trascendental. Este tipo de comprador quiere que, al regresar a su país, le pregunten por la historia del objeto que ha traído para contar un relato fantasioso. Como nos comentó Saúl Gutiérrez: “una persona puede estar pensando hacer un regalo de algo que le parezca raro, pero ese ‘raro’ significa que no lo venden en otra parte. También significa que lo llevan en sus genes, que espiritualmente se identifican con ese producto”.27 Nótese que aquí entra en juego el concepto de la mirada turística. Como lo afirman Ángeles López y Gustavo Marín, muchas veces la mirada del turista tiene una carga romántica, exotizadora y colonialista.28
La imagen 5 es un ejemplo del tipo de objeto que atrae a aquella mirada que busca encontrar lo exótico. Una de las preguntas que le hicimos a los comerciantes fue: “¿Usted cree que el oro es parte de la razón por la cual compran estas piezas?”, ello con la intención de determinar si en 2023 pervivía quizás aún el mito de El Dorado, es decir, la creencia en la existencia de un territorio muy rico en oro que hasta hoy no se ha encontrado. En Colombia se ha sacado provecho de este mito desde el siglo XIX; si bien los europeos del XVI extendieron esta creencia, en el XIX fueron las élites criollas quienes la explotaron para validar la civilización de las sociedades indígenas, ya que uno de los criterios que determinaban el nivel de civilización era el arte.29 En 2023 se le daba aún a entender al extranjero que lo más valioso de nuestro territorio era el oro. Por esto, en ninguna de las tiendas visitadas podía faltar una pieza que fuera de oro o que hiciera alusión a este, tal como se ve en la imagen 6.
Imagen 5. Imitación de la Balsa muisca del Museo del Oro. Fotografía: cortesía de autores.
El segundo grupo de compradores quiere llevarse un recuerdo del territorio que visitó. En palabras de Andrea Escorna: “Son recuerdos, son detalles, que llevan siempre de cada país o de cada ciudad donde ellos llegan”.30 En el momento en que nos encontrábamos haciendo estas entrevistas ingresó un hombre colombiano para “comprar un detalle para unos extranjeros”. Esta persona no buscaba deslumbrar al turista con algo costoso o demasiado producido, solo quería algo pequeño que le permitiera recordar el país que visitó. Como nos dijo Cristian Olivares: “Es como llevarse un pedazo de la historia. Creo que es información valiosa que se llevan también, más allá del recuerdo”.31 Es decir, a algunos no les interesa solo lo material, sino también lo simbólico.
El tercer grupo de compradores se interesa por conseguir algo estéticamente bello. Según Julián Oviedo, sus obras son compradas por personas que buscan la calidad en el producto, pues él se ha formado como artista durante varios años. Así, además de ser un proyecto investigativo, el valor de su trabajo recae en la elaboración estética. Para Julián, sus obras tienen calidad técnica y esto lo notan sus compradores. Como afirma María Alejandra Alfonso en su estudio de la venta de artesanías en el Chorro de Quevedo: “Esta valorización positiva de la artesanía como integradora de elementos identitarios diferenciados en un mercado global, no solo existe para el Estado, pues los artesanos reconocen el valor agregado de sus mercancías para el extranjero”.32
Imagen 6. Imitación de piezas en oro del Museo del Oro. Fotografía: cortesía de autores.
Ahora, el valor estético también se encuentra en las piezas que imitan el oro, pues como nos comentó Saúl Gutiérrez:
Los pueblos veneran el oro no porque valga mucho, sino por lo que produce. Entonces, si yo tengo una cosa bonita en oro… Hay gente que sí, se pone vainas bonitas porque son de oro, unas pepas ahí, como sea, pero en sí, el oro, en general, en las personas, el oro es lo que representa para su mundo interior, para sus genes, para lo que va más allá de donde empezamos. El oro es eso: luz.33
Este objetivo se vinculó directamente con la segunda pregunta hecha a los y las entrevistadas: “¿Qué cree que significan estos productos que hacen referencia a lo prehispánico para las personas que los compran?”. Las respuestas las podemos clasificar en cuatro variantes. De las cinco personas entrevistadas, una habló de lo exótico de los productos, dos dijeron que los compradores querían obtener un recuerdo turístico, tres mencionaron que los compradores querían llevarse la materialidad de la identidad de un territorio. Una persona afirmó que los y las compradoras también obtenían estos productos por su valor estético y técnico.
Sobre el tercer objetivo
El tercer objetivo específico consistía en identificar la relación entre el producto como símbolo prehispánico y la zona donde está ubicado el establecimiento. Nuestra investigación nos permite aseverar que, tal como se muestra en la imagen 6, la venta de imitaciones de arte prehispánico u objetos que aluden a este serelaciona con el lugar en el que se realiza, ya que el Chorro de Quevedo se asocia con palabras como “identidad”, “raíces” y “cultura”, términos que también suelen asociarse a los productos anteriormente mencionados. Ahora, la relación entre estos productos y esta zona también es de tipo comercial, pues el Chorro es uno de los lugares más turísticos de Bogotá, lo que genera mayor movimiento económico.
El Chorro de Quevedo expresa el concepto de “economía simbólica”, pues es un lugar que, gracias a su significado cultural, se convierte en un espacio de inversión de capital. El Chorro es un símbolo en la ciudad y hace referencia a un lenguaje de identidad social. Como lo demuestran los autores del artículo “Apropiación y significación cultural y artística del espacio urbano. El caso del Chorro de Quevedo en Bogotá”, se trata de un lugar histórico que es al mismo tiempo un escenario creado por el turismo para vender un producto cultural. Así, aunque este lugar sí cuenta con una historia que viene desde la llegada de los europeos en el siglo XVI, desde hace unos años instituciones como el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural se han preocupado por reestructurar el espacio con el propósito de ofrecer una “visita al pasado”, de modo que gran parte de la estructura que hoy vemos del Chorro data de menos de un siglo.34
Además de su valor histórico y cultural el Chorro es un espacio óptimo para vender imitaciones de arte prehispánico u objetos que aluden a este, pues como nos dice Andrea Escorna “por acá pasa mucho turista. Por eso se puso el local acá, porque el turista pasa, mira, ve, le gusta”35. No es lo mismo vender imitaciones de arte prehispánico en un barrio comercial como San Victorino que hacerlo en una de las zonas más turísticas de Bogotá. Los turistas llegan buscando un objeto exótico, bello o que les recuerde al país y se encuentran con imitaciones de arte prehispánico como la que vemos en la imagen 7.
El Chorro es una vitrina de identidad. Como lo señalan Diego Bonilla y Marcela Fonseca, el centro de Bogotá le ofrece al turista una oportunidad para desplazarse en el espacio y en el tiempo. Debido a que los turistas buscan los elementos locales y propios de una ciudad, el Chorro se presenta como una de las mejores opciones. El turista busca lo auténtico y los vendedores del Chorro promocionan sus productos bajo este discurso.36 En términos generales, ambas partes ganan. Podríamos sin duda abordar la venta de estos productos desde una perspectiva crítica, pero este no es el objetivo de nuestra investigación.
Imagen 7. Imitación de máscaras prehispánicas. Fotografía: cortesía de autores.
Como sucedió con los anteriores, este objetivo estuvo ligado directamente a una tercera pregunta: “¿Cuál es la relación entre estos productos con símbolos prehispánicos y la zona donde los está vendiendo?”. Podemos clasificar las respuestas en dos categorías. La primera categoría alude a un movimiento cultural que basa la identidad en una continuidad histórica desde los muiscas hasta hoy. Según esto, el Chorro cuenta con una historia relevante para el país que no solo está ligada al pasado prehispánico, sino a todo lo que pasó después de la llegada de los europeos en el siglo XVI. La segunda se refiere al valor turístico del lugar. Como ya se ha dicho, el turismo está en parte asociado al comercio: una tienda que se ubique en el Chorro de Quevedo generará ganancia económica por su ubicación. Si sumamos a esto que los artículos que se venden en dicho lugar son de interés para el público que más visita la zona, tendremos una ganancia segura. Por otro lado, el turismo está ligado también a la promoción de la cultura de una sociedad. Si se afirma que el Chorro tiene importancia histórica nacional por lo que allí ha sucedido, si allí suelen vender distintos productos alusivos a la época prehispánica y si esta zona es frecuentada por visitantes extranjeros y nacionales, podemos inferir que se trata de un lugar con un considerable valor turístico.
Conclusiones
A la luz de todo lo anteriormente mencionado podemos reafirmar que los productos que imitan el arte prehispánico o hacen referencia a este son vendidos por personas cuyo objetivo puede ser netamente económico o de promover la identidad “ancestral”; estos mismos son comprados por personas que buscan lo exótico, que los ven solo como un souvenir o que se sienten identificados con la historia prehispánica o buscan generar esa identidad. Es decir, se encontraron dos posturas en nuestro caso de estudio: la de quienes proceden con un fin comercial y quienes lo hacen con un sentido de identidad. Asimismo, los y las comerciantes le atribuyen tres posturas a sus clientes: algunos compran los objetos por su valor exótico, otros lo hacen por llevarse un recuerdo turístico y, finalmente, otros lo hacen por haber llegado a identificarse con la cultura prehispánica.
Concluimos también que el Chorro de Quevedo es un escenario ideal para los locales de comercio que venden productos que imitan o aluden al arte prehispánico. El Chorro es un epicentro comercial de memoria histórica y, por esto, día a día acuden cientos de turistas allí. Al ser un lugar de memoria, el Chorro les ofrece a sus visitantes una experiencia que va más allá de lo turístico. Los nacionales y extranjeros pueden obtener allí un souvenir, un objeto exótico o un artículo capaz de encapsular el significado de su experiencia en tal lugar y la historia del territorio y su gente.
Ahora bien, pudo notarse que, aunque existe un discurso positivo sobre la población indígena y su pasado, este está permeado de la otredad. Se entiende al otro desde la perspectiva y las expectativas propias y no desde su propia posición y experiencias. Al indígena se le sigue entendiendo y viendo bajo los ojos occidentalizados que esperan un “buen salvaje”, un ser que ame la naturaleza y brinde experiencias místicas. Aún no se percibe al indígena desde la voz del indígena, esto porque justamente no se le ha reconocido una voz a este grupo humano. En la actualidad hablar de indígenas sigue generando una imagen mental ligada al pasado. Este trabajo ha mostrado que aún no nos preocupamos genuinamente por las personas que componen la sociedad, sino apenas por lo que ellas representan.
Con respecto a los objetivos inicialmente planteados podemos concluir, para empezar, tres cosas: primero, para los y las comerciantes es claro que hay una identidad cultural y no hay conflicto con ofrecer comercialmente representaciones del patrimonio prehispánico. Segundo, según las y los vendedores las personas tienden a comprar estos objetos con el fin de llevarse un recuerdo de su viaje, comprar algo exótico, conectarse con una identidad y tradición cultural y, además, conseguir algo estéticamente bello y de buena calidad técnica. Tercero, existe una relación directa entre los productos que se venden y el lugar donde se encuentran las tiendas; sea por cuenta de su valor histórico y cultural o de su valor turístico.
Además, cabe agregar que la instrumentalización de los símbolos prehispánicos se ha transformado, pasando de ser un elemento de justificación de la independencia y de exaltación de una identidad cultural, a ser objetos de comercio que apelan a una identidad ancestral sin percibir objeción alguna a su uso como soporte de una actividad monetaria. Las motivaciones políticas y sociales del siglo XIX han cambiado con la generalización de los intereses lucrativos y, en ambos casos, la instrumentalización se normaliza y se vuelve una actividad aceptada de manera pragmática. Se trata de una inercia que se impone y diluye cualquier discurso que se proponga abordar el patrimonio con una mirada responsable. Una posible comprensión ética de esta circunstancia es muy compleja, pues aunque podemos denunciar un abuso de estos signos históricos y culturales, no existe una autoridad válida que pueda reclamar los derechos de propiedad, ya que buena parte de esta historia ancestral ha sido borrada y solamente quedan estos signos como huellas de un pasado que desconocemos ampliamente. Ante esta realidad no tenemos soluciones ni margen de acción para evitar estos u otros tipos de instrumentalización. Lo que sí podemos hacer es generar acuerdos, sistemas y corrientes culturales para no reducir a “baratija” el patrimonio de las comunidades vivas. Estudiar el pasado y analizar el presente son fuentes de aprendizaje para corregir los errores buscando mejores caminos. Desde la academia tenemos la responsabilidad de promover todo aquello que ayude a la mejor expresión de las identidades culturales.
No está de más reiterar que esta investigación se centró en los productos que imitaban el arte prehispánico o hacían referencia a este. Aunque en el Chorro es común la venta de coca y chicha bajo el mismo discurso de la recuperación de la identidad y de la búsqueda de las “raíces ancestrales”, este no era nuestro objeto de estudio. De la misma manera, en el Chorro podemos encontrar vendedores informales de manillas o aretes con símbolos prehispánicos, pero en nuestro caso de estudio nos ocupamos puntualmente de las tiendas.
Para terminar, en el transcurso de esta investigación pudimos notar aspectos positivos y negativos de la venta de productos alusivos al arte prehispánico en el Chorro de Quevedo. Por ejemplo, es positivo que se dé a conocer nuestra historia y se reconozca la importancia del indígena en ella. Es en cambio problemático que los productos se vendan bajo el discurso de un retorno a las “raíces ancestrales”, pues se está evaluando de forma totalmente positiva el pasado indígena a la vez que se devalúa su presente. Cuando hay una preocupación exclusiva por el pasado, el presente se descuida; además, cuando se habla de un pasado idílico se le otorga el papel de buen salvaje al indígena, lo que acarrea los problemas que hemos nombrado a lo largo de este trabajo.
Vender productos alusivos a la época prehispánica omitiendo mencionar el presente de los grupos indígenas es un factor común que encontramos en el trabajo de campo. Creemos que la venta de estos objetos tiene valor simbólico, económico e identitario, pero afirmamos que sería más beneficioso reconocer al indígena como un individuo del presente que merece el mismo trato y las mismas oportunidades que el resto de la población. Una manera de aportar a esto sería continuando esta investigación, pero incluyendo la voz de los grupos indígenas. Es importante saber qué piensan acerca de las dinámicas de consumo del pasado y cómo estas siguen siendo invisibilizadas o idealizadas en el presente.
En este trabajo procuramos mostrar los hechos y ofrecer algunas explicaciones, pero quien lee es responsable de asumir un criterio propio. Nos gustaría dejar el debate abierto sobre la correspondencia entre nuestro marco teórico y la realidad práctica. ¿Los comerciantes están vendiendo estos productos bajo el discurso de la mercantilización cultural? ¿Los comerciantes pretenden vender símbolos en vez de materialidades? ¿La intención de los comerciantes es sacar provecho de la venta del pasado para acumular capital? ¿Es posible que los teóricos hayan llegado a conclusiones que no corresponden con la realidad?
La postura que planteamos en este texto le apuntó a notar los diferentes objetivos que pueden tener los comerciantes del Chorro al vender sus productos y a esclarecer sus intuiciones sobre sus clientes. Aunque hay un grupo de vendedores que toma los símbolos identitarios para sacar provecho económico y acumular capital, también hay otras personas que lo hacen, principalmente, para difundir la historia y cultura prehispánica tanto a nacionales como a extranjeros. En este sentido, creemos que los teóricos que hemos leído caen en generalizaciones al afirmar que todo tiene como fin el dinero.
Queremos también promover una reflexión sobre las causas históricas de la exotización y comercialización de un pasado percibido como soporte identitario. Sobre esta paradoja pensamos que, una vez inmersas en la globalización, las sociedades poscoloniales han sentido temor de perder su identidad y se ven ahora en la necesidad de “volver a las raíces” para sentirse diferentes de otras naciones. Lo curioso es que no buscamos nuestra identidad ancestral solo para sentirla, sino que le sacamos provecho para venderla a las personas que nos visitan de otros países. Es decir: quisimos escapar de la globalización pero terminamos apoyándola, aunque viene al caso recordar que este fenómeno no es local, sino global.
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Cómo citar:
Martínez Benítez, Laura Vivian y Luis Javier Zegarra Rojas. “Usos del pasado prehispánico en las tiendas de comercio del Chorro de Quevedo en Bogotá, Colombia”. H-ART. Revista de historia, teoría y crítica de arte, n.o 18 (2024): 105-128. https://doi.org/10.25025/hart18.2024.05
1. Delfín Grueso, “¿Una nación construida contra la modernidad? El humanismo hispano de la regeneración colombiana”, Modernidad, colonialismo y emancipación en América Latina (CLACSO, 2018), 207-28.
2. Wilhelm Londoño, Patrimonio arqueológico y pueblos indígenas en el norte de Colombia. De vuelta al paisaje de los ancestros (Editorial Unimagdalena, 2022).
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19. Cristian Olivares, entrevista por Laura Vivian Martínez Benítez y Luis Javier Alvarado Zegarra Rojas, 26 de abril de 2023.
20 Saúl Gutiérrez, entrevista por Laura Vivian Martínez Benítez y Luis Javier Alvarado Zegarra Rojas, 26 de abril de 2023.
21. Andrea Escorna, entrevista por Laura Vivian Martínez Benítez y Luis Javier Alvarado Zegarra Rojas, 26 de abril de 2023.
22. Julián Oviedo, entrevista por Laura Vivian Martínez Benítez y Luis Javier Alvarado Zegarra Rojas, 26 de abril de 2023.
23. Luis Ángel Gil, entrevista por Laura Vivian Martínez Benítez y Luis Javier Alvarado Zegarra Rojas, 26 de abril de 2023.
24. Gutiérrez, entrevista.
25. Antonio Vizcaíno, “Arqueología y sociedad. Entre el idilio y la incomprensión”, en Arqueología pública en España, editado por Jaime Almansa (JAS Arqueología, 2013), 32.
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27. Gutiérrez, entrevista.
28. López y Marín, “Turismo, capitalismo y producción de lo exótico”, 248.
29. Verónica Uribe Hanabergh, “El Álbum de antigüedades neogranadinas de Liborio Zerda”, Boletín de historia y antigüedades, n.o 864 (2017): 82.
30. Escorna, entrevista.
31. Olivares, entrevista.
32. María Alejandra Alfonso, “Patrimonio, ¿paraqué y para quién? La Plaza del Chorro de Quevedo”, Revista yáwar (2019): 19.
33. Gutiérrez, entrevista.
34. Esteban Acosta et al., “Apropiación y significación cultural y artística del espacio urbano. El caso del Chorro de Quevedo en Bogotá”, Aposta. Revista de ciencias sociales, n.o 71 (2016),
https://www.redalyc.org/journal/4959/495952433003/.
35 Escorna, entrevista.
36. Diego Bonilla y Marcela Fonseca, “Semiología del Chorro de Quevedo de la ciudad de Bogotá” (monografía de pregrado, Corporación Universi-taria Minuto de Dios, 2008), 35.