
“Las noticias que corrían por la Costa”: agentes e ideas revolucionarias “francesas” en la Luisiana española de 1790 ❧
Universidad Nova de Lisboa, Portugal / Universidad Pablo de Olavide, España
Universidad de Murcia, España
https://doi.org/10.7440/histcrit98.2025.06
Recepción: 7 de abril de 2025 / Aceptación: 30 de mayo de 2025 / Modificación: 25 de junio de 2025
Resumen. Objetivo/contexto: entre 1793 y 1795, el negro libre Charles Joseph de l’Ange afirmó haber escuchado sobre ideas “francesas”, e incluso haber sido incitado por un plantador y otro soldado colonial a apoyarlas y a movilizar a la población negra libre y esclavizada de la Costa de los Alemanes para levantarse contra las autoridades españolas. Este artículo examina la circulación de dichas ideas en la Luisiana española durante la década de 1790, tomando como eje los interrogatorios generados por la administración española. Metodología: a partir de estas fuentes, se analizan los agentes sospechosos, los discursos y mecanismos de comunicación implicados en la persecución de personas e ideas simpatizantes con el ideario revolucionario francés en desarrollo. El estudio combina perspectivas de historia social y cultural para proponer una interpretación comparativa y regionalmente diferenciada de la penetración de las ideas revolucionarias en la Luisiana. Originalidad: casos como los de De l’Ange revelan la vigilancia y persecución que afectaron a personas racilizadas, criollos y soldados en la colonia, así como la importancia de las condiciones regionales, y las redes y formas de transmisión oral y adaptación de las ideas y noticias revolucionarias provenientes de Francia y de Haití. Conclusiones: en este marco, este artículo ahonda en quién comunicó estas ideas y noticias, cómo circularon y de qué manera fueron reinterpretadas en la colonia española más septentrional de las Américas. Desde una perspectiva que integra las escalas local, regional e imperial, el artículo ofrece una comprensión más compleja y matizada del significado y alcance de las llamadas “ideas francesas” en el mundo hispánico de finales del siglo xviii.
Palabras clave: revoluciones atlánticas, sospechas revolucionarias, revueltas antiesclavistas, policía de sediciosos, Luisiana española.
“News that Spread along the Coast”: “French” Revolutionary Agents and Ideas in Spanish Louisiana in the 1790s
Abstract. Objective/context: Between 1793 and 1795, free Black man Charles Joseph de l’Ange claimed to have heard about “French” ideas and even to have been incited by a planter and another colonial soldier to support them and rally the free and enslaved Black population of the German Coast to rebel against the Spanish authorities. This article explores how these ideas circulated in Spanish Louisiana during the 1790s, particularly through the interrogations initiated by the Spanish administration. Methodology: Based on these sources, the study examines the suspected agents, discourses, and communication methods involved in persecuting individuals and ideas sympathetic to the developing French revolutionary ideology. The study combines social and cultural history perspectives to offer a comparative and regionally nuanced interpretation of how revolutionary ideas spread in Louisiana. Originality: Cases like that of De l’Ange highlight the surveillance and persecution faced by racialized people, Creoles, and soldiers in the colony. It also emphasizes the significance of regional conditions, along with the networks and forms of oral transmission and adaptation of revolutionary ideas and news from France and Haiti. Conclusions: Within this framework, this article explores who communicated these ideas and news, how they circulated, and how they were reinterpreted in the northernmost Spanish colony in the Americas. From a perspective that integrates local, regional, and imperial levels, the article provides a more complex and detailed understanding of the meaning and scope of the so-called “French ideas” in the Hispanic world at the end of the eighteenth century.
Keywords: Atlantic revolutions, revolutionary suspicions, anti-slavery revolts, counter-revolt police, Spanish Louisiana.
“As notícias que corriam ao longo do litoral”: agentes e ideias revolucionárias “francesas” na Louisiana espanhola em 1790
Resumo. Objetivo/contexto: Entre 1793 e 1795, o negro livre Charles Joseph de l’Ange declarou ter ouvido falar de ideias “francesas” e até mesmo ter sido incitado por um plantador e outro soldado colonial a apoiá-las e mobilizar a população negra — livre e escravizada — do litoral alemão contra as autoridades espanholas. Este artigo analisa a circulação de tais ideias na Louisiana espanhola durante a década de 1790, com foco nos interrogatórios produzidos pela administração espanhola. Metodologia: A partir dessas fontes, são analisados os agentes, discursos e mecanismos de comunicação suspeitos envolvidos na perseguição de pessoas e ideias simpatizantes à ideologia revolucionária francesa em desenvolvimento. O estudo articula perspectivas da história social e cultural para propor uma interpretação comparativa e regionalmente diferenciada da difusão de ideias revolucionárias na Louisiana. Originalidade: Casos como os de De l’Ange revelam a vigilância e a perseguição que atingiram pessoas racializadas, crioulos e soldados na colônia, além de evidenciarem a importância das condições regionais, das redes e formas de transmissão oral e a adaptação de ideias e notícias revolucionárias oriundas da França e do Haiti. Conclusões: Nesse contexto, este artigo investiga quem comunicou essas ideias e notícias, como circularam e de que modo foram reinterpretadas na colônia espanhola mais setentrional das Américas. Sob uma perspectiva que integra as escalas local, regional e imperial, oferece-se uma compreensão mais complexa e matizada do significado e alcance das chamadas “ideias francesas” no mundo hispânico do final do século 18.
Palavras-chave: revoluções atlânticas, suspeitas revolucionárias, revoltas antiescravistas, polícia sediciosa, Louisiana espanhola.
Introducción
En 1793, el negro libre Carlos Joseph de l’Ange, soldado de la Compañía de Morenos Libres de la Luisiana y vecino de la Costa de los Alemanes, declaró por primera vez haber escuchado “las noticias que corrían por la Costa” sobre las revoluciones francesa y haitiana, así como haber sido incitado por el hijo del hacendado Penn a tomar partido por estas, en contra de las autoridades españolas1. Dos años antes de estas declaraciones, a escasas 20 leguas del hogar de De l’Ange, en Pointe Coupé, se había revelado una supuesta revuelta antiesclavista liderada por personas afrodescendientes2. Esta conspiración abolicionista tuvo una réplica cuatro años más tarde, en 1795, cuando otro grupo de personas esclavizadas planeó atacar el puesto militar de Pointe Coupée3. Según el gobernador, Francisco Luis Héctor Carondelet, barón de Carondelet, esta última conspiración buscaba “degollar todos los blancos del Puesto de Punta Cortada”, una descripción que remitía directamente al imaginario de la reciente insurrección abolicionista de Saint-Domingue, también conocida como la Revolución haitiana. Carondolet informaba a su superior, el capitán general de Cuba, Luis de las Casas, que “todas las apariencias denotan que los esclavos desde Punta Cortada [Pointe Coupée] hasta esta Plaza [Nueva Orleans], esto es una extensión de más de cincuenta leguas, tenían en parte conocimiento de lo que se tramaba”4. El descubrimiento de estas conspiraciones antiesclavistas despertó la inquietud y queja de los dueños de las plantaciones, quienes rápidamente atribuyeron su origen a la expansión de las ideas revolucionarias francesas y abolicionistas entre la población esclavizada francoparlante. La conspiración de Pointe Coupée de 1795 acabó con la condena a la horca de 23 personas esclavizadas, mientras que otras 31 fueron sentenciadas a trabajos forzosos. No obstante, lo más significativo es que tanto la conspiración de 1791 como la de 1795 impulsaron la persecución de las llamadas ideas “francesas”, término con el que se designaban entonces las ideas revolucionarias y sediciosas a las que hacía referencia De l’Ange. Declaraciones como la suya fueron perseguidas por la administración española, cuya policía de ideas “francesas” comenzó a radicalizarse a partir de la década de 1790.
Las conspiraciones antiesclavistas de 1791 y 1795 llevaron a que las autoridades coloniales españolas tomaran muy en serio cualquier acusación relacionada con la circulación de ideas revolucionarias en la recién incorporada provincia de la Luisiana. En mayo de 1795, se destapó un supuesto complot protagonizado por siete personas esclavizadas que habrían viajado a los puestos de Opelousas y Natichtoches con la intención de incitar a la rebelión5. En ese mismo mes, el barón de Carondelet prohibió la importación de personas esclavizadas provenientes de las Antillas francesas y de Jamaica, ordenó a los comandantes de todos los puestos realizar censos de los esclavos y promovió la creción de un plan de indemnizaciones para los propietarios de las plantaciones por pérdida de esclavos6. En junio, este gobernador promulgó un nuevo código que restringía los movimientos de personas esclavizadas por carreteras, puentes y levas de la provincia, y limitaba sus encuentros a un máximo de seis personas7. Un mes más tarde, Carondelet estableció multas de hasta 10 piastras para quienes poseyeran o difundieran cualquier tipo de información “sediciosa” o subversiva8. Por esas mismas fechas, el negro libre Carlos de l’Ange volvió a prestar declaración, esta vez acusando a Joseph Roland, soldado francés de la Compañía de la Luisiana, de haberlo instado a reclutar población negra —libre y esclavizada— para alzarse contra las autoridades españolas9. La policía de ideas revolucionarias ejercida por los gobernadores y oficiales españoles derivó en casi cuarenta interrogatorios a negros libres y esclavos, hacendados y soldados, a lo largo de tres años. Estos documentos permiten profundizar en qué ideas revolucionarias corrieron por las márgenes del río Misisipi en 1790 y cómo lo hicieron, visibilizando a los protagonistas de la política revolucionaria, entre los que destacan negros libres y criollos francoparlantes.
En las últimas décadas, diversos estudios han analizado el papel de la raza, el género y el abolicionismo en la expansión, la limitación y la adaptación local de ideas revolucionarias, destacando la invisibilización histórica de los agentes femeninos, racializados y amerindios en el relato sobre las revoluciones atlánticas10. Pese a ello, rara vez se examina cómo el mundo hispánico caribeño se vio profundamente afectado por las ideas revolucionarias estadounidenses (1776-1782), francesas (1789) o haitianas (1791). A menundo, al pensar en su impacto en el mundo hispano, nuestra mirada eurocéntrica se concentra en la censura metropolitana: el control sobre la circulación de libros, la correspondencia entre la península ibérica y el territorio metropolitano francés o el control de pasaportes en los pasos pirenaicos11. Sin embargo, como demuestran estudios recientes sobre el Caribe revolucionario español, estos territorios pronto se vieron interpelados por las ideas revolucionarias, gracias a la movilidad de agentes francoparlantes, quienes propagaron rápidamente ideas libertarias y reformistas, adaptadas a cada contexto12. Tampoco se destaca suficientemente el papel que desempeñaron las poblaciones racializadas y plurilingües en la vehiculación y reinterpretación regional de ideas revolucionarias. Este fenómeno es evidente en el caso de la Luisiana y la Florida españolas, donde afrodescendientes y criollos descendientes de colonos franceses e ingleses denunciaron y se apropiaron activamente del pensamiento revolucionario, en lengua francesa e inglesa, que llegaba desde diversos puertos del Atlántico a la Luisiana española. Sin embargo, el caso de la Luisiana ha quedado con frecuencia al margen de estos análisis, a la espera de un estudio profundo de los protagonistas e ideas que moldearon su realidad política en el contexto revolucionario.
Los interrogatorios y averiguaciones derivados de las declaraciones de Carlos Joseph de l’Ange, tanto en la Costa de los Alemanes como en Nueva Orleans, ofrecen pistas valiosas sobre quiénes difundieron noticias revolucionarias, como la decapitación de Luis XVI; qué tipo de canciones patriótico-revolucionarias se entonaron y qué conversaciones se mantenían en torno a las condiciones de vida de la población esclavizada en el espacio colonial de la Costa de los Alemanes13. Estas prácticas vernáculas configuraron sospechas y un sistema de comunicación de ideas revolucionarias que los oficiales reales escudriñaron, tratando de entender las nociones que criollos, negros libres y poblaciones negras esclavizadas de la Luisiana manejaban, así como sus métodos de comunicación. Para explorar estas dinámicas, el presente artículo se divide en tres partes. La primera busca entender la Costa de los Alemanes como un territorio configurado por la confluencia de euro- y afrodescendientes, en torno al sistema de plantación, en un tiempo de profundas transformaciones políticas y socioecológicas. La segunda y la tercera se centran, respectivamente, en los agentes implicados y cómo las ideas revolucionarias fueron adaptadas y transmitidas oralmente en el complejo contexto de la Luisiana española durante la última década del siglo xviii.
Hasta 1762, ambas orillas del río Misisipi formaron parte de la colonia francesa de la Louisiane, integrada en el Virreinato de la Nouvelle France y, como tal, perteneciente al Imperio borbónico francés. El tratado secreto de Fontainebleau de 1763, firmado tras la guerra de los Siete Años, cedió la orilla occidental del río a la monarquía hispánica, aunque las autoridades españolas no tomaron posesión efectiva hasta 1766, cuando Antonio de Ulloa desembarcó en Nueva Orleans14. Al igual que en el periodo francés, la colonización española de la Luisiana se estructuró en parroquias, veintiuna para ser más precisos, constituidas a su vez por poblaciones y costas. Estas últimas consistían en asentamientos dispersos a lo largo del río Misisipi que, mediante la configuración de un pequeño agregado en torno a una iglesia y el desarrollo de plantaciones, transformaron el paisaje15. Marcada por una compleja dinámica político-ecológica, la expansión de las ideas revolucionarias en la Costa de los Alemanes, en la cual Carlos Joseph de l’Ange vivía, debe entenderse en relación con las distintas capas de colonización europea, las transformaciones del paisaje y los regímenes productivos y de explotación vinculados a las plantaciones del Bajo Misisipi.
Las denominadas primera y segunda Costa de los Alemanes (Côte des Allemands o Deutsche Küste) abarcaban el territorio al norte de Nueva Orleans y al sur del fuerte de Pointe Coupée, incluyendo las actuales parroquias de St. Charles, St. John the Baptiste y St. James. En 1716, se introdujeron las primeras semillas de arroz provenientes de África occidental, cuyo cultivo rápidamente se extendió gracias al tráfico de población esclavizada gestionado por la Compagnie Français des Indies Occidentales. Esta trasladó a unas 6.000 personas desde los valles del Níger, Senegal y Gambia al valle del Misisipi; y con ellos, sus conocimientos sobre granos y métodos de cultivo del arroz en terrenos inundables16. En 1719, un pequeño grupo de germanoparlantes fue instalado al norte del lago Ouachas (Salvador), a unos 40 km al norte de Nueva Orleans17. Un año después, se reclutaron 50 familias germanoparlantes, que en 1723 recibieron tierras en enfiteusis, ubicadas entre las actuales localidades de Taft y Lucy (hoy St. John Baptiste)18. Un año más tarde, el Conseille Superior de Nueva Orleans emitió un decreto que garantizaba el abastecimiento prioritario de Nueva Orleans con los productos agricolas de la Costa , tales como arroz, maíz, ganado y madera19.
La importancia económica, política y social de la Costa de los Alemanes creció progresivamente durante el periodo francés. Cuando en 1768 estalló la revuelta criolla contra Antonio de Ulloa, los colonos de esta zona jugaron un papel central. En aquella revuelta, la Costa emergió como uno de los principales focos de resistencia criolla a la autoridad española. En 1768, el comandante de la Costa de los Alemanes, monsieur D’Arensbourg —descendiente del comandante alemán que organizó la colonización—, respaldó el movimiento secesionista y se convirtió en su principal apoyo militar en el espacio rural. Bajo su liderazgo, tanto acadianos como propietarios de plantaciones se sumaron a la rebelión de 1768 y la milicia de la Costa marchó hacia Nueva Orleans. Durante los breves meses de independencia de la Luisiana, las milicias y D’Arensbourg mantuvieron un papel central, pero, cuando en julio de 1769 Alejandro O’Reilly llegó con las tropas procedentes de La Habana, se abandonó cualquier intento de restaurar la soberanía francesa. Así pues, en mayo de 1769, entre los “Yndividuos que merecen el Real desagrado Del Consejo” del cuerpo de la oficialidad aparecían mencionados D’Arensbourg y su hijo, comandante de las milicias20.
Con el fin de evitar nuevas revueltas, y una vez reformulada la estructura administrativa de la provincia, el gobernador Luis de Unzuaga (1769-1777) apostó por mantener a las familias francogermanas en los puestos de las milicias de la Costa de los Alemanes, buscando garantizar la paz social y el apoyo de los hacendados. Esta política de negociación e integración permitió la continuidad de apellidos como Massicot en el liderazgo de plantaciones y fuerzas locales. Constituida por criollos, la Compañía de Voluntarios de la Milicia de la Costa de los Alemanes acogió a los hijos de propietarios criollos de las plantaciones. De tal manera que, durante la guerra de la revolución americana y el gobierno de Bernardo de Gálvez (1779-1783), esta milicia y sus integrantes crecieron en importancia, especialmente en la toma de los puestos ingleses de Manchac y Baton Rouge21.
Entre 1770 y 1790, la administración española trató de desarrollar en las parroquias al norte de Nueva Orleans una política de pacificación social, que al mismo tiempo incitó un crecimiento agrícola y comercial sin precedentes. A comienzos de siglo xviii, el cultivo de tabaco se introdujo mediante ensayos en la zona entre los actuales Baton Rouge y Natchez, muy cercanos a la Costa de los Alemanes. Cuando los españoles tomaron posesión de la colonia, el tabaco de la Luisiana ya era abundante y su inclusión en el sistema de monopolio hispano lo convirtió rápidamente en uno de los principales productos de exportación de la nueva colonia. Por su parte, el cultivo del índigo, ya presente en tiempos franceses, se expandió durante la colonización española por los valles de los ríos Natchez y Ouachita, así como por el Bayou Teche22. Su calidad le permitió competir enseguida con aquel procedente de la península ibérica, teniendo también gran acogida tanto en los mercados coloniales hispanos como en los ingleses. Sin embargo, durante década de 1790, la productividad y especialización en dichos productos entró en crisis fruto del cultivo y la comercialización del índigo en la India británica y de la inflación y las restricciones comerciales impuestas al tabaco de la Luisiana en México23. En este contexto, la realidad ecológica, social y política de la Costa de los Alemanes se transformó radicalmente tras la introducción de la caña de azúcar O’Tahití y del algodón, los cuales supondrían una auténtica revolución agrícola.
El cultivo de la caña de azúcar había sido introducido por los colonos franceses a principios de siglo. Sin embargo, fue en torno a 1790 cuando en las regiones más próximas a Nueva Orleans, tales como la Costa de los Alemanes, llegó la variedad de caña de azúcar O’Tahití, cuyo crecimiento reducía la espera de la cosecha al madurar en solo ocho a diez semanas24. A finales del siglo xviii, ya existían sesenta ingenios azucareros en el valle del Misisipi, destacando entre ellos hacendados como monsieur Tréppagnier, mencionado en las declaraciones de Carlos Joseph de l’Ange en 179325. Por otra parte, el algodón entró en la Luisiana española justo en esa década. Como apuntaba en 1802 el intendente Vicente Morales, con base en los informes de varios puestos de la Luisiana española, la producción de algodón había sustituido a la de tabaco, especialmente en los distritos del bajo Misisipi, entre ellos la Costa de los Alemanes26.
La expansión de la caña de azúcar O’Tahití y el algodón en la década de 1790 implicó profundos cambios tecnológicos y comerciales, pero sobre todo transformaciones radicales en los métodos de extracción y la mano de obra utilizada. Ambos cultivos exigieron un aumento significativo de mano de obra esclavizada para la recogida y el procesamiento27. Esta demanda creciente, unida a hambrunas, llevó a muchas personas esclavizadas a huir a los pantanos o hacia Nueva Orleans, lo cual explica el creciente peso del cimarronaje en la política de los gobernadores de la Luisiana, así como su persecución por los hacendados y las autoridades españolas de la gobernación a partir de la década de 1780. En 1782, el gobernador Esteban Miró creó un fondo destinado a la persecución de personas esclavizadas escapadas, financiado por los propietarios de esclavos de Pointe Coupée, quienes pagaron 599 pesos28. Al año siguiente, se organizaron dos expediciones contra los cimarrones que tuvieron lugar en los distritos de Nueva Orleans y Pointe Coupé29. Si bien, como ha señalado Antonio Acosta Rodríguez, los datos sobre población esclavizada para la Luisiana son fragmentarios, a finales del periodo español las dos Costas de los Alemanes albergaban alrededor de 1.424 esclavos30, cifra comparable a la de otros importantes centros rurales, como Pointe Coupée, Atacapas y Opelusas, epicentros de las dos conspiraciones de esclavos en 1791 y 1795. Entre 1793 y 1795, la Costa de los Alemanes concentró a hacendados en proceso de enriquecimiento, una creciente población esclavizada explotada y una administración colonial preocupada por las ideas sediciosas. Así pues, los interrogatorios derivados de la confesión de De l’Ange reflejan este complejo paisaje socioecológico de “la Costa”, revelando un espacio colonial marcado por la importancia del sistema de plantación, la circulación transimperial de ideas revolucionarias, el multilingüismo y la confluencia de regímenes laborales e ideas políticas divergentes en la Luisiana española.
Las principales rebeliones y revueltas, como la criolla de 1768 y las abolicionistas de 1791 y 1795, suscitaron las sospechas de los gobernantes españoles de la Luisiana sobre las ideas revolucionarias, con dos flancos que se conectaban entre sí: por un lado, el deseo de una parte de la población de volver a la soberanía francesa, aprovechando el estallido de la Revolución francesa de 1789 y la guerra que mantenía el país galo con España; y, por otro, los ecos de la Revolución de Saint-Domingue, los cuales hacían alcanzables los anhelos de libertad de los esclavos31.
El barón de Carondelet, en su carta del 30 de julio de 1795 al capitán general de Cuba, don Luis de las Casas, una vez sofocada la conspiración de Pointe Coupée, explicaba esta preocupación:
Exmô Señor. Habiendse apagado los princip.s de un levantam.to general de los esclavos de estas Provincias con el pronto y exemplar castigo de los cinquenta y quatro, que se hallaron principal.te implicados en la conspiración formada para degollar todos los blancos del Puesto de Punta Cortada, y tranquilizados los habitantes, que se hallaban generalm.te exasperados contra el Gobierno por las insidiosas insinuaciones de los Partidarios franceses, quienes le habían persuadido que este era el fomentador de un levantamiento general de sus esclavos.32
Esa doble vertiente de sospecha revolucionaria llevó a que los gobernadores españoles señalaran en sus comunicaciones epistolares cuáles eran los actores que participaban en estos procesos de sedición y rebelión: la élite criolla francesa —compuesta por hacendados del bajo Misisipi, parte de la oligarquía política de Nueva Orleans y ciertos sectores del ejército—; negros y mulatos esclavos de las haciendas, principalmente de la Costa de los Alemanes, y negros y mulatos libres, que habían experimentado una mejora de su estatus legal33.
Desde la incorporación de la Luisiana al dominio de la monarquía hispánica, la política sobre la esclavitud generó tensiones con los grandes hacendados y la élite criolla francófona. Como ha indicado Gilbert C. Din, no todos los hacendados compartieron la misma postura34. La oligarquía del Cabildo de Nueva Orleans, formada en su mayor parte por grandes propietarios de esclavos, defendió habitualmente una política más estricta. Poseían extensas plantaciones dedicadas a la producción agrícola orientada al mercado y su política represiva hacia los esclavos contribuyó, como indicó el propio Din, a que este distrito tuviera más cimarrones que cualquier otro. Por el contrario, los pequeños propietarios de otros distritos más alejados del bajo Misisipi, que habitualmente tenían un menor número de esclavos, se opusieron a la creación del fondo para la persecución de los cimarrones.
Uno de los principales puntos de fricción entre la élite criolla francesa y el gobierno español fueron los procesos de manumisión. El código español facilitaba estos procesos, especialmente cuando los esclavizados podían pagar su libertad o eran capaces de acreditar su ascendencia indígena. Esta orientación respondía a la tradición del derecho romano, adoptado por la Corona española, y se veía reforzada por la creciente influencia del derecho natural en el mundo hispano35. La mayor permisividad hacia la población negra y mulata libre era conocida incluso entre los esclavos de las Trece Colonias. De hecho, durante el siglo xviii, fueron frecuentes las huidas hacia territorios bajo dominio hispano, como la que se produjo desde Carolina del Sur hacia San Agustín de la Florida en el contexto de las revueltas de 1738-173936. Como indicó la profesora Kimberley S. Hanger, fue a finales del siglo xviii y principios del xix cuando los negros y mulatos libres de Nueva Orleans llegaron a constituir una proporción importante de la población37. Las investigaciones de Hanger sobre los protocolos notariales muestran que entre 1771 y 1803 se registraron 1.921 manumisiones en Nueva Orleans38. Este incremento no solo fue cuantitativo, sino también cualitativo: mientras que en 1771 las personas negras y mulatas libres correspondían al 3,1 % de los habitantes de Nueva Orleans (97 personas), en 1805 su peso demográfico había ascendido al 19 % (1.566 personas)39. Este crecimiento sustancial fue clave en el desarrollo de una conciencia de grupo, como indicó Arnold A. Sio en su estudio sobre la sociedad caribeña40.
La tensión con la élite criolla se incrementó cuando el gobernador Miró comenzó a escuchar peticiones de libertad de esclavos que eran descendientes de mujeres indias y emancipó a varios de ellos. Su sucesor, el barón de Carondelet, escuchó más casos de este tipo después de convertirse en gobernador y liberó a varios esclavos que presentaron demandas. Pero sus acciones, en medio de la Revolución de Saint-Domingue, fueron percibidas por los hacendados como un ataque a la propia naturaleza de la esclavitud41. Así, en los interrogatorios que se realizaron en 1793 en la Costa de los Alemanes, uno de los declarantes, Francisco de l’Ange, cuenta cómo le dijo a un indio mestizo, esclavo del Sr. Penn, que en virtud de la legislación vigente podría reclamar su libertad. Los propietarios eran conscientes de ello. Según el propio declarante, “en las familias Penn y Mª Bepsier [procedentes de la élite criolla francesa] se dice comúnmente que no hay que inquietarse sobre las libertades que da el Gobierno ahora a los indios de la familia, que luego volverán a ser esclavos pues que el País debe volver á ser francés”42.
El desarrollo de la Revolución de Saint-Domingue y la abolición de la esclavitud decretada por la Convención Nacional Francesa, en 1794, conllevaron la expansión de las ideas jacobinas entre personas racializadas y nuevos modelos de resistencia y contestación social. Fue en ese contexto que se produjo la conspiración de los esclavos en Pointe Coupée de la primavera de 1795. La magnitud que pudo haber alcanzado dicha revuelta puso en alerta tanto a las autoridades como a los hacendados. Se inició entonces un proceso judicial, con decenas de interrogatorios a los negros y mulatos implicados. Según las declaraciones de los protagonistas, la idea de la sublevación comenzó a gestarse a finales de 1793 entre los esclavos. Desde el Domingo de Ramos de 1795 la propuesta tomó más fuerza y planearon ejecutar la rebelión el Domingo de Resurrección. De acuerdo con los testimonios, querían extender la revuelta a toda la provincia, pero no llegaron a ejecutarla debido a dudas sobre el momento exacto de iniciarse. Además, fueron delatados por dos mujeres indígenas (Françoise y Madelaine) y un esclavo negro (Pierre Goudeau Jr.), quienes alertaron a las autoridades españolas instantes antes del comienzo de la insurrección. El comandante del puesto de Pointe Coupée ordenó la detención de uno de los principales cabecillas, el mulato esclavizado Antonio Sarraseno (Antoine Sarrasin, en los interrogatorios en francés)43. Sus cómplices confesaron que planeaban iniciar el levantamiento incendiando el horno de Poydras, dueño de la hacienda y de una parte importante de los esclavos de Pointe Coupée, con el fin de crear confusión entre los residentes y dar así comienzo a la revuelta. El fuego era una de las herramientas más recurrentes en las revueltas de esclavos, como indicaron Peter Linebaugh y Marcus Rediker para el ámbito anglosajón y caribeño de mediados del siglo xviii44. Sin embargo, el referente inmediato en la memoria colectiva era la rebelión de Saint-Domingue. Según el auto judicial, estos esclavos pretendían “continuar sus atrocidades, dando muerte a todos los blancos, y dejando solamente a las mujeres por servirse de ellas bajo el bárbaro diseño de los del Guarico”45.
A finales de mayo de 1795, tras decenas de interrogatorios, declaraciones, confrontaciones y confesiones, se ejecutó la setencia. Trescientas páginas de proceso judicial que finalizó con el castigo a 56 personas. Veintitrés de ellos fueron condenados a muerte, todos esclavos. De los 31 reos restantes, la mayor parte sufrió una pena de treinta o sesenta latigazos, además de su expulsión de la colonia y diez años de presidio en La Habana, Penzacola, Puerto Rico y San Juan de Ullúa. Los únicos blancos encausados, Joseph Bouyabal (originario de Francia), George Roquemborg (de Alemania) y Jean Sorgo (de Ragusa), fueron expulsados de la colonia por incitar y hablarles de noticias sobre libertad a los esclavos. Los dos primeros, además, tuvieron que sufrir seis años de presidio.
Los principales hacendados del cabildo aprovecharon la gravedad de la conspiración de Pointe Coupée para minar la autoridad del gobernador Carondelet en lo relativo a su política sobre esclavos y personas racializadas. En una reunión extraordinaria del cabildo celebrada el sábado 25 de abril de 1795, el síndico procurador general, Miguel Fortier, declaró que muchos habitantes temían una insurrección y demandaban medidas más severas contra los esclavos rebeldes y la gente libre de color46. El gobernador no acogió con agrado las sugerencias de Fortier, ya que socavaban su autoridad. Además, su principal preocupación era la implicación de agentes franceses en los preparativos de la conspiración de Pointe Coupée y el uso que la élite criolla podría hacer de esta sublevación para desestabilizar al gobierno. En una carta dirigida a Luis de las Casas, Carondelet expresaba su preocupación por “la seguridad de la colonia, la que por medio de secretas y obscuras tramas se halla en la víspera de verse sumergida en los horrores que han devastado las colonias francesas”47. Según sus informes, los sediciosos franceses tenían planificado crear desasosiego entre los esclavos negros difundiendo la falsa noticia de que el rey de España había dictado la libertad de los esclavos, pero que el gobernador, a instancia de los hacendados, se negaba a hacerla pública. El objetivo era provocar actos de violencia que permitieran culpar directamente al gobierno español de la situación.
El desarrollo de la guerra con Francia y el deseo de la élite criolla de retornar a la soberanía francesa mantenían en alerta a las autoridades españolas. En este contexto de sospechas de sedición, en agosto de 1793 se inició un auto judicial contra don Domingo Azareto, un sujeto de 36 años, natural de Génova, capitán del Batallón de Milicias de Blancos Voluntarios y comandante del Puerto de Aboyeles48. Este fue apresado por haber difundido noticias falsas contra el gobierno español para crear intranquilidad en la opinión pública, sobre todo entre los criollos franceses. En el auto, varios testigos indicaron que Azareto anunciaba que en tres o cuatro días ocurriría un hecho extraordinario contra los franceses, y alegaba que el gobierno planeaba expulsar, matar o degollar a todos los franceses que habitaban en la provincia y a las personas que hablaran mal del gobernador. Esto estaba inquietando a los ciudadanos de Nueva Orleans. Algunos de ellos comenzaron a aprovisionarse de armas en casa y otros planearon cambiar de domicilio temporalmente a zonas alejadas de la capital. Así fue la declaración de Juan Bautista Jourdain en este auto:
El jueves de la semana anterior que pasó a casa del declarante Don Antonio Arnaud, Capitán de un barco con motivo de tener amistad con el, y le expreso que estaban mal los franceses, porque el mismo Arnaud y Arnaldo Magnon le oyeron referir a Carlos Tarancon, que preguntándole a este Don Domingo Azareto que novedades había, le respondio Tarancon que no sabia nada porque no trataba con los grandes, ha que le dijo Azareto que ya verían dentro de tres o cuatro días lo que sucedería, que harian muy bien de ponerse al abrigo, y que los que ubieran ablado mucho serian soberanamente castigados […] infirieron tanto el declarante como otras personas […] que no podía ser otra cosa, que quitarles la vida a los franceses.49
Posteriormente, Carlos Tarancón declaró que Azareto le dijo que a los que hablaban mal del gobierno español “los hecharian de la colonia, o los pondrían en prisión”50. En otro interrogatorio, Vicente Rillieux, teniente del ejército graduado y vecino de Nueva Orleans, profundizó más en las conversaciones con Azareto. Según el declarante, serían negros y mulatos libres, por disposición del gobierno, quienes degollarían a los franceses para responder a los sediciosos que había entre la población de la provincia, y que “iba a suceder lo mismo que en el Guarico”51.
En esta declaración se puede apreciar la confluencia de esa doble conjunción de sospechas revolucionarias en la Luisiana: por un lado, el choque entre la élite criolla francesa y la comunidad de negros y mulatos libres, más proclives al gobierno español; por otro, cómo se utilizaba la rebelión de Saint-Domingue como una forma de crear miedo en la población francesa blanca. El proceso judicial contra Domingo Azareto culminó con su destierro de la Luisiana. El 30 de septiembre de 1793, el barón de Carondelet ordenó su embarque, junto con su mujer y sus tres hijos, en el primer buque con destino a La Habana, desde donde podría trasladarse al lugar que eligiese con el permiso del capitán general. En estas declaraciones se comprueba el papel central de la Costa de los Alemanes en la circulación de ideas y rumores sediciosos que se extendían desde el ejército a los hacendados y la importancia de las palabras e ideas movilizadas por sujetos itinerantes.
Paralelamente, en ese mismo año de 1793, se iniciaron numerosos interrogatorios a diferentes sectores de población de la Costa de los Alemanes ante el peligro de sedición derivado de las declaraciones del negro libre De l’Ange. Estas indagaciones fueron motivadas por las advertencias de varios negros y mulatos libres, quienes informaron a las autoridades españolas del apoyo de parte de la población de este distrito a la Revolución francesa y de los rumores sobre un posible regreso a la soberanía gala.
Carlos Joseph de l’Ange declaró en su primer interrogatorio que el hijo del señor Penn, propietario de varios esclavos, difundía opiniones favorables a la Revolución francesa. Así mismo, mostraba su convencimiento de que, con la llegada de las tropas francesas, la población de origen galo se volvería contra los españoles:
el dicho S.r Penn comenzó a hablar de la Revolución de Francia, diciendo que habían hecho bien de matar al Rey, porque era un pícaro, y un hombre como todos los demás, que la Reyna no hacia mas que gastar el dinero; que se echaban impuestos, y derechos: que á estas palabras el suegro del declarante le dixo: los Franceses han muerto su Rey: bien los españoles los reducirán, a que el S.or Penn le replicó un Frances Vale por quatro españoles: la palabra de los Franceses es la palabra de Dios […] todos los franceses han hecho juramento de fidelidad, pero esto era nada; porque quando llegase el caso tomarían desde luego las armas, que volverian contra los españoles después, a quienes en la noche les cortaran la cabeza: que se acuerda que el mismo día el S.or Penn aconsejó á su padre que no sostuviera el partido de los españoles, que debía tener por los Franceses, que estarán aquí dentro de poco.52
Las opiniones contrarias al gobierno español se fueron extendiendo entre gran parte de los criollos franceses, como también recoge la declaración el negro libre Renato de l’Ange, vecino de la Costa de los Alemanes. En su testimonio, denuncia las manifestaciones orales de varios soldados criollos no solo contra el gobierno, sino también contra los negros y mulatos libres:
le contó que los habitantes Alexandro la Blanche, Piseros, Pedro, y Francisco Trepagnier hablan siempre contra los Negros libres, que dicen volverán á ser esclavos, quando los Franceses se hicieren dueños del País […] los señores arriba citados hablan mucho sobre que el País vá a volver á ser francés: que cada uno de ellos se divide lo negros, y Mulatos libres, quienes dice serán vendidos por los Franceses, como esclavos, luego que se apoderen del País.53 Oralidad, bilingüismo y prácticas de transmisión de ideas revolucionarias en la Luisiana “española”
La élite criolla, junto a la población afrodescendiente, desempeñó un papel fundamental en la circulación de ideas revolucionarias que corrían en la provincia de la Luisiana. Los llamados “franceses” conformaban un grupo social heterogéneo, cuyo principal anhelo era el regreso a la soberanía francesa. Su identidad cultural se hallaba más próxima a Francia, como evidencia su apego y uso habitual de la lengua francesa, además de sentirse mejor arropados por el código esclavista francés. Por ello, el barón de Carondelet mandó a Andrés López Armesto y al licenciado don Manuel Serrano a estar presentes en los interrogatorios de la conspiración de Pointe Coupée y de los movimientos sediciosos franceses de la Costa de los Alemanes, señalando expresamente que eran elegidos por “poseer perfectamente la lengua francesa”54.
Tal como revelan las declaraciones de De l’Ange, la oralidad y el uso del francés fueron cruciales para la rápida diseminación de noticias sobre la decapitación de Luis XVI y su esposa, así como los argumentos contra la tiranía empleada por estos. En su estudio sobre correspondencia en y hacia la Nueva Orleans española, Jenelle Katherine Thomas subraya que, pese a la oficialidad del castellano, el francés mantenía una primacía cultural, perceptible en el uso de grafías francesas para palabras castellanas, como sarjentia o conosidos, y en el número de cartas intercambiadas en dicha lengua55. Este uso del francés como acto identitario por parte de la élite criolla constituye una singularidad relevante en la Luisiana. A diferencia de otras colonias hispánicas, ello no solo resalta la importancia de la oralidad y del biligüismo en la comunicación de ideas revolucionarias y abolicionistas entre la población afrodescendiente, sino también el papel activo de la población negra francoparlante y la población criolla neorleaní en la transmisión y adaptación de ideas y rumores revolucionarios.
La casa de la familia Tréppagnier, que aparece en los archivos de la Luisiana como compradores de importantes lotes de personas esclavizadas56, es señalada en los interrogatorios de Carlos Joseph de l’Ange como centro de difusión oral de ideas revolucionarias en francés. En esta casa se leía habitualmente La Gazette francesa en grupo, y algunos testigos relataron haber escuchado cantar a los hijos de Tréppagnier e invitados una canción de origen revolucionario francés titulada Chanson patriotique, cuyos versos comenzaban de la siguiente forma: “Quand nous serons Républicains / Nous punirons tous ces Coquins / Cochon de lait le premier / Será Guillotiné”57. Así, en su declaración, Luis Benoist, negro libre, sastre de oficio, originario de Cap de Français (Saint-Domingue) y habitante de la Costa de los Alemanes, indicaba que: Preguntado con quien habló de la Gazeta? Responde que con los dos hijos de Dn Francisco Trepagnier […] habiendole preguntado el uno de ellos si había leído la Gazeta contestó que sí: que parecía que a los habitantes querían hacer alguna insurrección […] que habrá como quince días que Mr Dumini Glapion llevó la Gazeta en casa de Dn Francisco Trepagnier y que habiéndoselos leído dixo este Dn Francisco que le parecía que “le Goveneur était fou, et il se fout de nous”.58
Las sospechas de sedición e ideas revolucionarias se ampliaron al ejército, varios de cuyos miembros fueron denunciados por negros y mulatos libres por participar en conversaciones contrarias al gobierno español. En los interrogatorios destapados por De L’Ange en 1793, aparecen señalados Juan Macarty, cadete del Regimiento de Infantería de la Luisiana, que estuvo en la casa de M.ª La Branche, Pedro Tréppagnier y M. Massicot en el momento en el que se recitaba la canción patriótica; Santiago Morant, cadete del Regimiento de Luisiana destinado en Costa de los Alemanes, y Juan Bautista Dolhonde, marino oriundo de Bayona, acusado de cantar la canción patriótica en un cabriole junto a Francisco Tréppagnier59. Todos ellos negaron las acusaciones y, al ser estas solamente sustentadas por denuncias realizadas por personas de color libres, no pudieron ser castigados.
Los negros y mulatos libres actuaron como aliados del gobierno colonial frente a las conspiraciones revolucionarias. Así lo indicó Carondelet en varias ocasiones: “varios negros, y mulatos libres que se habían demostrado siempre muy adictos al Gobierno”, o “los Negros, y mulatos libres han sido, y serán mientras dure la guerra con la Francia los únicos, de quienes podremos valernos para inquirir lo que pasa”60. Los criollos franceses eran conscientes de ese apoyo, por lo que tuvieron recelo de este grupo. Así, el negro libre Renato de L’Ange indicó que “Alexandro la Blanche, Piseros, Pedro, y Francisco Tréppagnier hablan siempre contra los Negros libres, que dicen volverán á ser esclavos, quando los Franceses se hicieren dueños del País”61. Sin embargo, la posibilidad de que estos negros y mulatos libres tuvieran conexiones con las ideas que se expandían desde Saint-Domingue puso siempre en sospecha a las autoridades españolas.
Como ha apuntado Ernesto Bassi para Nueva España, las trayectorias móviles de negros y mulatos provenientes de Francia o sus sus colonias despertaron el temor a la “contaminación” ideológica o “infección” con ideas libertarias62.
En 1791, tras la primera de las conspiraciones de Pointe Coupée, el entonces gobernador Miró tuvo noticia de la llegada de un sospechoso a un puerto de la provincia: José Beauré, mulato libre natural de la Luisiana, que residió un tiempo en Francia. Este individuo volvió desde el puerto de Burdeos al puerto de Balize, en el Misisipi, y, según el capitán y los pasajeros del barco, estaba muy bien informado y hablaba con soltura sobre el funcionamiento de la Asamblea Nacional y los derechos del hombre y el ciudadano. El comandante de Balize remitió al gobernador Miró un documento de puño y letra de Beauré, titulado “Plan para una sociedad entre mulatos y mulatas”. Miró ordenó su arresto y la confiscación de su pasaporte63. En 1792, siendo ya gobernador el barón de Carondelet, fue deportado a Cuba, siguiendo las instrucciones del conde de Aranda sobre la prohibición de negros y mulatos que provinieran de Francia o sus colonias. El capitán general de Cuba lo envió al presidio de Cádiz, temiendo que este mulato “pueda ser otro Oge, que trasladado a ella [la isla de Saint-Domingue] desde Francia fue el principal autor del incendio y revolución que la aniquila”64. El gobernador de Cádiz, tras no encontrar indicios firmes de acciones concretas de sedición o rebelión, dictó que volviera a la Luisiana. Sin embargo, Manuel Godoy, duque de la Alcudia, manifestó que la situación en ese momento desaconsejaba su vuelta a la Luisiana y ordenó en 1794 que se le mandara libre a Córdoba, donde pudiera ejercer el oficio de peluquero que ya antes había realizado.
Durante las últimas décadas la historiografía ha cuestionado el papel colateral que las grandes narrativas han otorgado a los grupos subalternos, tanto en los procesos de abolicionismo como en el origen y la expansión de las ideas revolucionarias65. Cristina Soriano ha mostrado para Nueva Granada la importancia de la oralidad como medio alternativo de transmisión de las ideas abolicionistas dominantes, ante el acceso limitado a los recursos impresos para los afrodescendientes66, situación similar a la que se observa en la Luisiana española de la época. En el contexto de la conspiración de Pointe Coupée de 1795, Joseph Bouyaval, maestro de escuela, blanco, de sesenta años, natural de Artois, fue señalado por varios esclavos como propagador de ideas libertarias, asegurando que este había dicho que la libertad de los esclavos ya había sido decretada en el Imperio francés. El esclavo Louis Goudeau relató que este maestro entró en su cabaña en estado de embriaguez y le dijo que todos los negros ya eran libres en la capital, y que ahí lo serían pronto67. Su esposa, Philie, también esclava, declaró que el maestro les había dicho que tuvieran paciencia, pues la esclavitud no duraría mucho tiempo68, declaración que fue corroborada por el esclavo Petit Pierre69. Bouyaval admitió que había tenido dos libros que defendían la libertad de esclavos, uno de ellos titulado Théoré de l’impôt, en el que se justificaba dicha libertad como un derecho natural. Bouyaval fue condenado a seis años de presidio. No obstante, negó haber compartido ese contenido con los negros y mulatos de las haciendas, reconociendo el papel de la transmisión oral en la propagación de ideas abolicionistas70.
El análisis del caso Bouyaval revela cómo los circuitos orales funcionaban como canales clave para la circulación de ideas libertarias entre personas esclavizadas de la Luisiana, así como para la difusión de rumores y noticias entre grupos sociales de la sociedad colonial71. Las noticias sobre la abolición llegaban por el río Misisipi, traídas por viajeros, y eran compartidas en espacios de sociabilidad, como las reuniones en las cabañas y los bailes que organizaban periódicamente, en los que las personas esclavizadas de la Luisiana española debatieron conceptos como libertad, república o comunidad72. Así, cuando los esclavos de las haciendas de Poydras, Colin Lacour y la viuda Barron, en el puesto de Pointe Coupée, planearon la conspiración de 1795, estaban esperando la confirmación sobre un supuesto decreto de libertad en la Luisiana española que debía llegar a través del río Misisipi. Los esclavos de estas tres plantaciones habían encargado a Philipe Manchot, esclavo de la viuda Lacour, que indagara en su viaje a Nueva Orleans sobre la veracidad de las noticias y si era el comandante de este distrito quien se negaba a aplicar dicha orden73. Como se ha documentado para otras partes del Caribe, los rumores orales sobre la abolición de la esclavitud despertaron esperanzas, tensiones y conspiraciones que, a su vez, configuraron espacios de oralidad disidente74.
La población afrodescendiente desempeñó un papel ambivalente: impulsó la difusión de ideas de libertad, pero también denunció su circulación. Como en otras partes del Caribe hispánico, algunos negros libres, ya fuera por autoprotección, ascenso social o recompensa, se convirtieron en informantes fiables de la administración colonial75. Edgardo Pérez ha demostrado cómo en Cartagena de Indias las acusaciones de conspiraciones surgieron frecuentemente de intercambios verbales entre soldados y negros libres en el ejército, quienes fingían aceptar unirse a las conspiraciones para luego delatarlas76.
Así, en mayo de 1795 Carondelet encargó a don Francisco Bouligny, coronel del Regimiento Fijo de la Luisiana, hacer las diligencias necesarias para investigar un complot de soldados franceses de su regimiento para armar a esos negros esclavos que pretendían sublevarse. El origen de las averiguaciones se hallaba en las declaraciones del negro libre Carlo Joseph de l’Ange sobre los intentos de uno de esos soldados, Joseph Roland, para que se uniera a la conspiración y convenciera a la milicia de negros libres:
que con el motivo de a ver bajado à Placaminas, con la expedición de Negros y Mulatos libres, quando se empezó a trabajar en las obras de dho fuerte tubo ocasión de conocer y tratar varios soldados del Rexim.to de la Luisiana, y con particularidad a un soldado llamado Roland de nación Frances […] días antes de Pascua, encontró casualm.te al citado soldado Roland […] combidandole à echar un trago, se marcharon juntos con el Negro Domine, el otro Negro que trabaja en casa de Bacus, otro soldado Compañero de Roland, grande y con vigotes se marcharon desde aquel parage juntos à la taberna ultima junto al parque de Artilleria, en donde haviendose reunido en un rincón del Quarto, pidieron quantas Votellas de vino, que pagò Roland con un peso.77
Según ha mostrado Soriano para el caso de Nueva Granada, la población afrodescendiente difundía noticias sobre Francia, Haití y los cambios políticos en curso en el mundo hispánico, durante celebraciones religiosas, en las tabernas o en reuniones informales78. El testimonio de De l’Ange sitúa así la transferencia de ideas revolucionarias en una taberna enfrente del cuartel de Nueva Orleans. En aquella taberna, Roland le espetó directamente a De l’Ange: “hermano eres hombre?”. El soldado prosiguió en la conversación preguntándose cómo era posible que, si las personas de color son iguales, no fueran completamente libres, como ya lo eran en el Guarico. Roland le aseguró que tenía a sesenta hombres para actuar junto a la milicia de negros libres si así lo deseaban. Mientras tanto, sus acompañantes se aseguraban de que la conversación no fuera oída por el resto. Las tabernas de los puertos y muelles, como han señalado Peter Linebaugh y Marcus Rediker, eran centros neurálgicos de revueltas y conspiraciones en el Atlántico. En estos espacios, esclavos, marineros, soldados y trabajadores compartían noticias, ideas y lealtades79. Vaughn Scribner, en su estudio sobre las tabernas urbanas en el siglo xviii, ha destacado su función como microcosmos informacionales en el contexto de las Trece Colonias de Norteamérica subrayando su papel en la articulación de las luchas sociales. Aunque inicialmente existían filtros y barreras sociales en dichos espacios, estos fueron también utilizados por grupos subalternos para tejer solidaridades80. Las fuentes judiciales de la Costa de los Alemanes permiten adentrarse en estos espacios de sociabilidad disidente, habitualmente poco explorados por la historiografía, y comprenderlos en toda su complejidad multicultural. Los casos documentados por Carlos de l’Ange evidencian que los procesos de sedición, las revueltas de finales del siglo xviii y la circulación de ideas no fueron patrimonio exclusivo de una élite letrada: otros grupos sociales, a través de la transmisión oral, avivaron la mecha de la revolución, modulada por las particularidades regionales en los planos lingüístico, político y económico.
Conclusiones
Las supuestas conspiraciones revolucionarias descubiertas en la Costa de los Alemanes, a partir de los informes e interrogatorios iniciados por las noticias de Carlos Joseph de l’Ange, revelan la necesidad de reconsiderar el papel y ensamblaje de distintos actores —criollos, negros libres y personas esclavizadas— en la circulación, apropiación y resignificación de ideas revolucionarias en el mundo hispánico. Más allá de simples reflejos de las revoluciones francesa o haitiana, estos episodios muestran cómo las ideas de libertad, derechos y resistencia fueron reinterpretadas de manera pragmática, con fines tanto secesionistas como abolicionistas. Como ha sido apuntado para otras partes del continente, como Chile, una gran diversidad de agentes sociales, indígenas, criollos y afrodescendientes se apropiaron, transformaron y propagaron las ideas revolucionarias en la Luisiana, y es necesario visbilizarlos81.
Las conspiraciones de la Costa de los Alemanes deben leerse en continuidad con una tradición de protesta que ya se había manifestado en Luisiana con la revuelta criolla de 1768 y que, en la década de 1790, fue reformulada por el impacto de nuevas ideas políticas de origen transimperial y la revolución agroecológica en el valle del Misisipi. Como ha indicado Natalia Silva Prada, los movimientos por la expulsión de los españoles fueron una constante en el imaginario político popular en la América hispánica moderna82. Sin embargo, en la última década del siglo xviii, conceptos como el abuso metropolitano, la libertad de los esclavos o el republicanismo se insertaron en un contexto de creciente presión fiscal, explotación ecológica y reconfiguración del orden colonial. En este marco, la etiqueta de “ideas francesas” funcionó en la Luisiana como una categoría ambigua y polivalente, que tanto podía aludir a peligrosas ideas abolicionistas como a proyectos independentistas de élites esclavistas. Tales ideas eran adaptadas a un contexto regional específico, pero insertas en un Caribe hispano en ebullición y en un Atlántico marcado por la transformación de los regímenes políticos.
La documentación de la época —en particular los interrogatorios promovidos por Carondelet y llevados a cabo por comisionados del cabildo— permite reconstruir una compleja red de circulación de ideas, en la que participaron tanto negros libres como soldados europeos, criollos, esclavos y maestros. Figuras como Carlos Joseph de l’Ange o Luis Benoist aparecen como mediadores clave en estos circuitos de transmisión, que incluían tertulias privadas, tabernas y espacios domésticos y escolares. La lengua francesa y la oralidad fueron fundamentales en este proceso, como lo evidencian los testimonios sobre la lectura de La Gazette, el canto de canciones republicanas o las discusiones sobre la ejecución de Luis XVI. Los interrogatorios muestran también el temor de las autoridades coloniales ante un posible resurgimiento de revueltas como la de 1768, ahora alimentadas por un imaginario revolucionario renovado y más inclusivo. La participación de sujetos móviles —como el genovés Joseph Roland o el militar Azareto— ilustra cómo las ideas republicanas y abolicionistas no se contenían fácilmente dentro de las fronteras imperiales. A pesar de que Carondelet afirmaba en julio de 1795 haber restaurado el orden, reconocía que las sospechas de sedición seguían siendo una amenaza latente mientras durara la guerra de la Convención. Los interrogatorios muestran así complejos sistemas de transmisión de las ideas en los que afrodescendientes y criollos utilizaron la lengua francesa y las conversaciones individualizadas para expandir noticias revolucionarias, crear comunidades políticas y coordinar conspiraciones.
En suma, las conspiraciones de la década de 1790 en Luisiana fueron más que meros episodios de inquietud colonial: constituyeron el síntoma visible de un proceso profundo de reformulación ideológica, coetáneo e interconectado con las ideas revolucionarias de otras partes del Caribe. Las llamadas “ideas francesas” fueron reinterpretadas desde lo local y lo subalterno, en un territorio marcado por intensas transformaciones económicas, laborales y políticas. La Costa de los Alemanes fue uno de esos espacios donde confluyeron lenguas, cuerpos e ideologías en disputa dando forma a una hidra revolucionaria profundamente enraizada en las dinámicas transimperiales del final del siglo xviii.
Bibliografía
Fuentes primarias
Archivos
Fuentes secundarias
❧ Este artículo se deriva de la investigación del proyecto I+D “Familia, dependencia y ciclo de vida en España, 1700-1860” (PID2020-119980GB-I00), financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades de España (AEI/10.13039/501100011033), así como del proyecto de investigación Horizon-MSCA-2024, “River-Scapes: Politics of Mobility in Colonial Iberian Waterways (1750-1840)” (ID 101206067), financiado por la Comisión Europea.
1 Archivo General de Simancas (ags), Simancas-España, Secretaría de Guerra (sgu), Series Americanas (sa), leg. 6826, doc. 12, anexo 1, ff. 11 r.-17 v.
2 Quince fueron los arrestados en la conspiración de 1791, trece de etnia mina, un criollo de origen jamaicano y uno de origen chamba, pero que se había criado con los minas. Ulysses S. Ricard, “The Pointe Coupée Slave Conspiracy of 1791”, Proceedings of the Meeting of the French Colonial Historical Society 15 (1992).
3 Jack D. L. Holmes, “The Abortive Slave Revolt at Pointe Coupée, Louisiana, 1795”, Louisiana History: The Journal of the Louisiana Historical Association 11, n.o 4 (1970); Gwendolyn Midlo Hall, Africans in Colonial Louisiana: The Development of Afro-Creole Culture in the Eighteenth-Century (Baton Rouge: Louisiana State University Press, 1995), 376-380; Gilbert C. Din, “Carondelet, the Cabildo, and Slaves: Louisiana in 1795”, Louisiana History: The Journal of the Louisiana Historical Association 38, n.o 1 (1997).
4 “Carta de Barón de Carondelet, a Luis de las Casas. Levantamiento de los esclavos de la Luisiana año 1795”, Nueva Orleans, 30 de julio de1795, ags, sgu, sa, leg. 6826, doc. 12, f. 6 r.
5 “Carta de Duralde a Barón de Carondelet”, Opelousas, 6 de junio de 1795, Archivo General de Indias (agi), Sevilla-España, Papeles de Cuba (pc), leg.31; “Carta del Barón de Carondelet a Duralde”, Nueva Orleans, 23 de junio de 1795, agi, pc, leg. 22.
6 Holmes, “The Abortive Slave”.
7 “Reglamento sobre la policía general, conservación de puentes, caminos y calzadas, y régimen de esclavos en Luisiana, 1795”, Biblioteca Nacional de España (bne), Madrid-España, Fondo Antiguo (a), Manuscritos (mss), ms. 19509, ff. 1 r.-17 r., 33 r.-33 v.
8 bne, a, mss. 19.509, f. 1 r.
9 “Anexo 4”, 26 de mayo de 1795, ags, sgu, sa, leg. 6826, doc. 12, ff. 65 r.-67 r.
10 Jonathan Israel, The Expanding Blaze: How the American Revolution Ignited the World, 1775-1848 (Princeton; Oxford: Princeton University Press, 2017); Suzanne Desan, Lynn Hunt y William Max Nelson, eds., The French Revolution in Global Perspective (Nueva York; Londres: Cornell University Press, 2019); Julius S. Scott, The Common Wind: Afro-American Currents in the Age of the Haitian Revolution (Londres; Nueva York: Verso, 2020).
11 Antonio Elorza Domínguez, “Ilustración y revolución en España a finales del siglo xviii”, Anales de la Cátedra Francisco Suárez, n.o 29 (1989); Ceferino Caro López, “Censura gubernativa, Iglesia e Inquisición en el siglo xviii”, Hispania Sacra 56, n.o 114 (2004); Pedro Rújula, “Patriotisme monarchique et pouvoir absolu pendant la guerre d’Espagne contre la Convention (1793-1795)”, Siècles: Cahiers du Centre d’Histoire Espaces et Cultures, n.o 43 (2016).
12 Carlos Alberto Murgueitio Manrique, “La revolución negra en Saint Domingue y sus efectos en la guerra racial de las Antillas y Tierra Firme, 1789-1797”, Historia y Espacio 5, n.o 33 (2009): 5; Soizic Croguennec, “La mobilité des hommes et des idées: la Louisiane espagnole face aux mouvements révolutionnaires entre 1790 et 1803”, Revue de Géographie Historique, n.º 13 (2018); Emily Berquist Soule, “The Spanish Slave Trade during the American Revolutionary War”, en Spain and the American Revolution: New Approaches and Perspectives, ed. por Gabriel Paquette y Gonzalo M. Quintero Saravia (Nueva York: Routledge, 2019); Jane Landers, “Africans and Their Descendants in the Spanish Empire in the Age of Revolutions”, en The Cambridge History of the Age of the Atlantic Revolutions, vol. 3, The Iberian Empires, ed. por Wim Klooster (Cambridge: Cambridge University Press, 2023); Alejandro E. Gómez, “Impact of the French Caribbean Revolutions in Continental Iberian America, 1791-1833”, en The Cambridge History of the Age of the Atlantic Revolutions, vol. 3, The Iberian Empires, ed. por Wim Klooster (Cambridge: Cambridge University Press, 2023).
13 “Interrogatorio a Carlos Joseph de L’Ange”, Nueva Orleans, 12 de marzo de 1793, ags, sgu, sa, leg. 6826, doc. 12, ff. 11 r.-14 v.
14 Gilbert C. Din, Populating the Barrera: Spanish Immigration Efforts in Colonial Louisiana (Lafayette: University of Louisiana at Lafayette Press, 2014), 1-3.
15 Las plantaciones en la Luisiana ocupaban 4 arpanes de margen del río por otros 40 arpanes hacia el interior. Gilbert C. Din, Spaniards, Planters, and Slaves: The Spanish Regulation of Slavery in Louisiana, 1763-1803 (College Station Texas: Texas A&M University Press, 1999), 8.
16 Christopher Morris, The Big Muddy: An Environmental History of the Mississippi and Its Peoples, from Hernando de Soto to Hurricane Katrina (Nueva York: Oxford University Press, 2012), 53-54.
17 Reinhart Kondert, Charles Frederick D’Arensbourg and the Germans of Colonial Louisiana (Lafayette: Center for Louisiana Studies, University of Louisiana at Lafayette, 2008), 1-20.
18 John Hanno Deiler, The Settlement of the German Coast of Louisiana and the Creoles of German Descent (Filadelfia: American Germanica Press, 1909), 6-11.
19 Ellen Merrill, Germans of Louisiana (Gretna, Luisiana: Pelican, 2014), 28-31.
20 “Lista de Josef Melchor bajo el título ‘Individuos que merecen el real desagrado del Consejo’”, bne, a, mss, ms. 19248, Papeles sobre Luisiana, t. 3, anexo 8, f. 52 r.
21 Merrill, Germans, 41.
22 Jack D. L. Holmes, “Indigo in Colonial Louisiana and the Floridas”, Louisiana History: The Journal of the Louisiana Historical Association 8, n.o 4 (1967).
23 Patrick Luck, Replanting a Slave Society: The Sugar and Cotton Revolutions in the Lower Mississippi Valley, Jeffersonian America (Charlottesville: University of Virginia Press, 2022), 17-38.
24 Morris, The Big Muddy, 66.
25 Merrill, Germans, 42.
26 “Consultas de Vicente Morales a distintos puestos hacia junio de 1802”, agi, pc, leg. 608. Citado en Antonio Acosta Rodríguez, La población de Luisiana española (1763-1803) (Madrid: Ministerio de Asuntos Exteriores, Dirección General de Relaciones Culturales, 1979), 229.
27 Luck, Replanting, 17-38.
28 Din, Spaniards, 90.
29 Din, Spaniards, 102.
30 Acosta Rodríguez, La población, 243, 440.
31 Sobre la influencia de la Revolución de Haití en otros territorios americanos de la Corona española, véase Juan Francisco Martínez Peria, “Lazos revolucionarios: influencias, encuentros y desencuentros entre Haití, Venezuela y Nueva Granada en la época de la Independencia (1789-1830)” (tesis doctoral, Universitat Pompeu Fabra, Barcelona, 2015).
32 “Oficio reservado nº 14 del Gobernador de la Luisiana al Capitán General”, Nueva Orleans, 30 de julio de 1795, ags, sgu, sa, leg. 6826, doc. 12, ff. 3 r.-5 r.
33 Caryn Cossé Bell y Joseph Logsdon, “The Impact of Revolutionary Upheaval in France and the French Caribbean on Nineteenth-Century Black Leadership in New Orleans”, Proceedings of the Meeting of the French Colonial Historical Society 15 (1992): 142.
34 Din, “Carondelet”.
35 José Antonio Piqueras, La esclavitud en las Españas: un lazo trasatlántico (Madrid: Los Libros de la Catarata, 2012), 31; Bianca Premo, The Enlightenment on Trial: Ordinary Litigants and Colonialism in the Spanish Empire (Oxford: Oxford University Press, 2017).
36 Herbert Aptheker, American Negro Slave Revolts (Nueva York: Columbia University Press, 1943); Peter Linebaugh y Marcus Rediker, La hidra de la revolución: marineros, esclavos y comuneros en la historia oculta del Atlántico (Madrid: Traficantes de Sueños, 2022).
37 Kimberly S. Hanger, Bounded Lives, Bounded Places: Free Black Society in Colonial New Orleans, 1769-1803 (Durham: Duke University Press, 2002), 38.
38 Hanger, Bounded Lives, 367-368.
39 Hanger, Bounded Lives, 367-368.
40 Arnold A. Sio, “Marginality and Free Coloured Identity in Caribbean Slave Society”, Slavery & Abolition 8, n.o 2 (1987).
41 Din, “Carondelet”.
42 ags, sgu, sa, leg. 6826, doc. 12, f. 16 v.
43 “Declaración de Antoine Sarrasin”, Louisiana Historical Center (lhc), Nueva Orleans-Estados Unidos, Judicial Actes (ja), n.º 98, “Criminales contra los negros de Punta Cortada por crímenes de revolución y conspiración contra los blancos”, 1795, f. 112 r.
44 Linebaugh y Rediker, La hidra, 272-274.
45 lhc, ja, n.º 98, “Criminales contra los negros de Punta Cortada por crímenes de revolución y conspiración contra los blancos”, 1795.
46 Din, “Carondelet”.
47 “Copia nº 2. Situación de la Luisiana. Carta al Capitán General Luis de las Casas”, Nueva Orleans, 1.º de mayo de 1795, ags, sgu, sa, leg. 6929, doc. 8, f. 23 r.
48 “Criminales por Dn Domingo de Asareto contra Badim y Goutier” lhc, ja, n.º 1106.
49 “Criminales por Dn Domingo de Asareto contra Badim y Goutier”, lhc, ja, n.º 1106, ff. 15 r.-16 r.
50 “Criminales por Dn Domingo de Asareto contra Badim y Goutier”, lhc, ja, n.º 1106, f. 22 r.
51 “Criminales por Dn Domingo de Asareto contra Badim y Goutier”, lhc, ja, n.º 1106, ff. 40 r.-41 r.
52 “Anexo 1. Interrogatorios”, 1793, ags, sgu, sa, leg. 6826, doc. 12, ff. 11 r.-22 r.
53 “Anexo 1. Interrogatorio Francisco de L’Ange”, Nueva Orleans, 13 de agosto de 1793, ags, sgu, sa, leg. 6826, doc. 12, f. 16 v.
54 “Anexo 1. Interrogatorios”, 1793, ags, sgu, sa, leg. 6826, doc. 12, f. 11 v.
55 Jenelle Katherine Thomas, “‘Vous Êtes Hombre de Bien’: A Study of Bilingual Family Letters to and from Colonial Louisiana, 1748-1867” (tesis doctoral, Universidad de California, Berkley, 2017), 32, 106.
56 “Venta hipotecaria de ocho esclavos por Don Pedro Marigny Demandeville a Don Francisoc Treipagnier”, Nueva Orleans, 22 de noviembre de 1786, lhc, ja, n.º 2.
57 En español: “Cuando seamos republicanos / castigaremos a todos esos bribones / el cochinillo el primero / será guillotinado”.
58 En español: “El gobernador está loco y se burla de nosotros”. “Anexo 1. Interrogatorio Francisco de L’Ange”, Nueva Orlanans, 13 de agosto de 1793, ags, sgu, sa, leg. 6826, doc. 12, f. 16 v.
59 Ese tipo de construcción colectiva de los ánimos revolucionarios es señalado por Robert Darnton, The Revolutionary Temper: París, 1748-1789 (Londres: W. W. Norton & Company, 2023).
60 “Carta del Barón de Carondelet a Luis de las Casas”, Nueva Orleans, 30 julio de 1795, ags, sgu, sa, leg. 6826, doc. 12, f. 11 r.
61 “Anexo 1. Interrogatorio de Renato de L’Ange”, 1793, ags, sgu, sa, leg. 6826, doc. 12, f. 19 r.
62 Ernesto Bassi, An Aqueous Territory: Sailor Geographies and New Granada’s Transimperial Greater Caribbean World (Durham: Duke Univerisity Press, 2017), 109-112.
63 Gwendolyn Midlo Hall, “The 1795 Slave Conspiracy in Pointe Coupée: Impact of the French Revolution”, Proceedings of the Meeting of the French Colonial Historical Society 15 (1992).
64 “Mulato Beavre. Remisión a España”, ags, sgu, sa , leg. 6917, doc. 66.
65 Israel, The Expanding Blaze; Desan, Hunt y Nelson, The French Revolution; Scott, The Common Wind.
66 Cristina Soriano, Tides of Revolution: Information, Insurgencies, and the Crisis of Colonial Rule in Venezuela (Albuquerque: University of New Mexico Press, 2019), 23-27; Edgardo Pérez Morales, No Limits to Their Sway: Cartagena’s Privateers and the Masterless Caribbean in the Age of Revolutions (Nashville: Vanderbilt University Press, 2018), 35-39.
67 “Declaración de Louis Goudeau”, lhc, ja, n.º 98, “Criminales contra los negros de Punta Cortada por crímenes de revolución y conspiración contra los blancos”, 1795, f. 13 r.
68 “Declaración de Philie Goudeau”, lhc, ja, n.º 98, “Criminales contra los negros de Punta Cortada por crímenes de revolución y conspiración contra los blancos”, 1795, f. 19 r.
69 “Declaración de Petit Pierre”, lhc, ja, n.º 98, “Criminales contra los negros de Punta Cortada por crímenes de revolución y conspiración contra los blancos”, 1795, f. 32 r.
70 “Declaración de Joseph Bouyaval”, lhc, ja, n.º 98, “Criminales contra los negros de Punta Cortada por crímenes de revolución y conspiración contra los blancos”, f. 271 r.
71 Hall, “The 1795 Slave Conspiracy”.
72 La conspiración de 1791 en Pointe Coupé se inició en un baile organizado por esclavos de la etnia mina, al que invitaron a un esclavo criollo jamaicano, César, para que les explicara los planes de rebelión que utilizaban los esclavos en las colonias inglesas del Caribe. “Declaración de Jean-Louis”, 11 de julio de 1791, lhc, ja, Original Acts of Pointe Coupée (oapc), 1792, n.o 1758-1762, ff. 40 v.-46 v.
73 “Declaración de François”, lhc, ja, n.º 98, “Criminales contra los negros de Punta Cortada por crímenes de revolución y conspiración contra los blancos”, f. 235 r. Como indicaron Linebaugh y Rediker, los puertos atlánticos eran espacios donde se producían flujos de información y experiencias subversivas. Linebaugh y Rediker, La hidra, 254.
74 Para el caso de Nueva Granada, Soriano detalla cómo los caminos, tambos, fiestas patronales y tabernas aparecieron como puntos neurálgicos en la circulación oral de las ideas revolucionarias. Soriano, Tides, 44-46, 92-95.
75 Soriano, Tides, 130-133, 159-163.
76 Este fue el caso del miliciano Mauel Yturn en Cartagena, quien en 1797 denunció una conspiración revolucionaria contra el gobernador Francisco de Paula de Cejudo. Pérez Morales, No Limits, 34.
77 “Anexo 2. Interrogatorio Carlos De L’Ange”, ags, sgu, sa, leg. 6826, doc. 12, f. 65 r.-65 v.
78 Soriano, Tides, 53-58.
79 Linebaugh y Rediker, La hidra, 255.
80 Vaughn Scribner, Inn Civility: Urban Taverns and Early American Civil Society (Nueva York: New York Press, 2019).
81 Martín Bowen. The Age of Dissent: Revolution and the Power of Communication in Chile, 1780-1833 (Albuquerque: University of New Mexico Press, 2023).
82 Natalia Silva Prada, “Los sueños de expulsión de los españoles en conspiraciones, rebeliones, profecías y pasquines de la América hispánica, siglos xvi al xviii”, Chronica Nova 38 (2012).
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Doctor en Historia y Civilización por el Instituto Universitario Europeo (eui) e investigador posdoctoral Marie Skłodowska-Curie Actions (msca) en el Centro de Humanidades de la Universidad Nova de Lisboa, con el proyecto individual “River-Scapes: Politics of Mobility in Colonial Iberian Waterways (1750-1840)”. Ha publicado varios artículos sobre movilidad, globalización y transculturalidad en el mundo hispánico del siglo xviii, tales como “Turcos, moros e indios bárbaros: globalización y diplomacia transcultural en el imperio hispano de Carlos III”, Mélanges de la Casa de Velázquez 54, n.o 1 (2024): en línea; “Movilidades e itinerancias en el mundo hispano ilustrado: las trayectorias móviles de los Bouligny al servicio de los Borbones”, Magallanica 10, n.o 19 (2023): 107-134, e “Introduction: ‘Ongoing’ Mobilities in the Early Modern Spanish World”, Journal of Iberian & Latin American Studies 28, n.o 3 (2022): 328-342. pablohsau@fsch.unl.pt, https://orcid.org/0000-0002-7132-8228
Doctor en Historia por la Universidad de Castilla La Mancha (uclm). Ejerce como catedrático de Didáctica de las Ciencias Sociales en la Universidad de Murcia y es investigador principal del grupo de investigación Didáctica de las Ciencias Sociales (Dicso) en la misma institución. Sus líneas de investigación tratan sobre pensamiento histórico, conciencia histórica, narrativas alternativas y no hegemónicas en el relato escolar, historia social e historiografía. Fue editor del libro Re-imagining the Teaching of European History: Promoting Civic Education and Historical Consciousness. Londres; Nueva York: Routledge, 2023, y coeditor de Educación histórica y museos: actividades y situaciones de aprendizaje para el cumplimiento de derechos culturales. Barcelona: Octaedro, 2024. cjgomez@um.es , http://orcid.org/0000-0002-9272-5177