
Intercambio asimétrico de información y recursos naturales en la frontera del Reino de Guatemala: el caso de la Verapaz, siglo xvi ❧
Universidad Nacional Autónoma de México
https://doi.org/10.7440/histcrit98.2025.02
Recepción: 23 de mayo de 2025 / Aceptación: 3 de julio de 2025 / Modificación: 8 de agosto de 2025.
Resumen. Objetivo/contexto: Durante la segunda mitad del siglo xvi se produjeron diversos documentos que tenían el propósito de “dar noticia” a la Corona sobre los espacios americanos, ello era una respuesta al proyecto filipino que buscaba, mediante la sistematización de la información, el control territorial y del gobierno de las Indias. Desde los lugares más recónditos, como el Reino de Guatemala, se enviaron diversos tipos de informaciones detalladas sobre la población, la geografía, la flora, la fauna y la diversidad lingüística de los indios. En este artículo nos enfocamos en la Verapaz, un sitio de frontera, disputado por los dominicos, los clérigos seculares, los oficiales reales y los vecinos españoles. Metodología: Para esto se estudiaron y compararon las informaciones realizadas por los religiosos de Santo Domingo de Cobán en 1574, la relación de Zacatula y de la Verapaz, escrita unos meses antes por el doctor y oidor de la Audiencia de Guatemala, Mateo Arévalo Sedeño. Como hipótesis se plantea que cada uno de estos actores buscó presentarse ante la Corona como legítimo representante del rey para domesticar o territorializar el espacio sobre el que se informaba. Originalidad: Si bien la historiografía ha considerado esta documentación como resultado de conflictos jurisdiccionales, no se ha profundizado en la lucha por el control de los recursos naturales que trasluce entre diversos actores de la comunicación política. Por ello, este texto plantea que las informaciones se enviaron para “dar noticia” a la Corona sobre los recursos naturales; a cambio, sus emisores tuvieron la iniciativa de negociar diversas prerrogativas para sus respectivos grupos de interés. Conclusiones: A pesar de las narrativas de pobreza, los frailes dominicos dieron detallada información sobre los recursos naturales y humanos encontrados en la provincia de la Verapaz; con ello buscaron que la Corona les otorgara limosnas y mercedes que venían del tributo en especie y en trabajo que los pueblos daban directamente al rey.
Palabras clave: dominicos, informaciones, recursos naturales, Reino de Guatemala, pueblos mayas.
Asymmetrical Exchange of Information and Natural Resources at the Border of the Kingdom of Guatemala: The Case of Verapaz, Sixteenth Century
Abstract. Objective/context: During the second half of the sixteenth century, various documents were created to “inform” the Crown about the American territories. This responded to the policies carried out by the Philippine project, which aimed, through a systematic collection of information, to establish control over the territories and governance of the Indies. Even from the most remote areas, such as the Kingdom of Guatemala, detailed reports were sent regarding the population, geography, flora, fauna, and linguistic diversity of the Indigenous peoples. This article focuses on the region of Verapaz, a frontier area fought over by the Dominicans, secular clergy, royal officials, and Spanish settlers. Methodology: This study examined and compared the reports compiled by the Dominican friars of Santo Domingo de Cobán in 1574 with the report on Zacatula and Verapaz, written a few months earlier by Mateo Arévalo Sedeño, a physician and judge of the Royal Audiencia of Guatemala. It proposes the hypothesis that each of these actors aimed to present themselves to the Crown as the legitimate representative of the king, seeking to domesticate and claim territorial authority in the region described in the reports. Originality: While historiography has viewed this documentation as a result of jurisdictional disputes, it has not explored in depth the struggle for control over natural resources that is evident between various actors of the political communication. Therefore, this text argues that the information was sent to “inform” the Crown about natural resources; in return, those who sent the information took the initiative to negotiate various privileges for their respective interest groups. Conclusions: Despite the narrative on poverty, the Dominican friars provided detailed information about the natural and human resources found in the province of Verapaz; with this information, they aimed to obtain alms and privileges from the Crown, which would come from in-kind and labor tributes that local communities paid directly to the king.
Keywords: Dominicans, information, natural resources, Kingdom of Guatemala, Mayan peoples.
Intercâmbio assimétrico de informações e recursos naturais na fronteira do Reino da Guatemala: o caso de Verapaz, século 16
Resumo. Objetivo/contexto: Durante a segunda metade do século 16, foram produzidos vários documentos com o objetivo de “dar notícias” à Coroa sobre os espaços americanos. Isso respondia ao projeto filipino, que procurava, por meio da sistematização da informação, exercer o controle territorial e governamental sobre as Índias. Dos lugares mais remotos, como o Reino da Guatemala, foram enviados diferentes tipos de informações detalhadas sobre população, geografia, flora, fauna e diversidade linguística dos povos indígenas. Neste artigo, focamos em Verapaz, um local de fronteira, disputado por dominicanos, clérigos seculares, oficiais reais e residentes espanhóis. Metodologia: Realizou-se um estudo comparativo das informações produzidas pelos religiosos de Santo Domingo de Cobán em 1574 e da relação de Zacatula e Verapaz, escrita alguns meses antes pelo médico e juiz da Audiência da Guatemala, Mateo Arévalo Sedeño. Como hipótese, propõe-se que cada um desses atores buscou se apresentar à Coroa como o representante legítimo do rei, a fim de domesticar ou territorializar o espaço sobre o qual informavam. Originalidade: Embora a historiografia tenha considerado essa documentação como resultado de conflitos jurisdicionais, ela não aprofundou a análise da luta pelo controle dos recursos naturais, evidenciada entre vários atores da comunicação política. Portanto, este texto sugere que as informações foram enviadas para “dar notícias” à Coroa sobre os recursos naturais; em troca, seus emissores tiveram a iniciativa de negociar diversas prerrogativas para seus respectivos grupos de interesse. Conclusões: Apesar das narrativas de pobreza, os frades dominicanos ofereceram informações detalhadas sobre os recursos naturais e humanos encontrados na província de Verapaz, com o intuito de que a Coroa lhes concedesse esmolas e favores oriundos do tributo em espécie e do trabalho que os povos entregavam diretamente ao rei.
Palavras-chave: dominicanos, informações, recursos naturais, Reino da Guatemala, povos maias.
Introducción
El 7 de diciembre de 1574 los frailes Francisco de Vivania, Lucas de Cárdenas y Guillermo de Cadena enviaron una información al rey Felipe II en la que describieron la supuesta pobreza en la que vivían los pueblos de la provincia de la Verapaz, su característica de frontera, así como la imposibilidad de asentamientos de españoles, puesto que no podían sustentarse en la zona, a menos que el rey los remediara con su real hacienda1. Esta detallada comunicación respondía al informe de la visita realizada entre 1573 y 1574 por el oidor de la Audiencia de Guatemala, el doctor Mateo Arévalo Sedeño. En dicha información acusaba a los frailes de cometer derramas y contradecía la información que circulaban los religiosos sobre la Verapaz, pues, según el oidor, en la provincia había muchas riquezas que podían aprovecharse2.
Las dos informaciones antes descritas, además de las Relaciones geográficas de Atitlán y Zapotitlán, se encuentran resguardadas en la Colección Rare Books de la Biblioteca Nettie Lee Benson en la Universidad de Texas (Austin, ee. uu.)3, las cuales han sido paleografiadas y editadas por René Acuña, quien, en su estudio introductorio, interpreta que dichos documentos se redactaron en un entramado de conflictos jurisdiccionales entre los dominicos y la Audiencia de Guatemala4. Sin embargo, el autor no profundizó en la lucha por el control de los recursos naturales entre diversos actores de la comunicación política. En consecuencia, este artículo plantea que las informaciones inicialmente se enviaron para “dar noticia” a la Corona sobre los recursos naturales; a cambio, sus emisores tuvieron la iniciativa de negociar diversas prerrogativas para sus respectivos grupos de interés. Por otra parte, los religiosos y oficiales reales se apropiaron de los saberes indígenas para obtener información sobre los recursos que servían para el sustento de las poblaciones o para mercadear, en qué tierras se encontraban, al igual que los productos del trabajo de los indios, como las mantas de algodón y las plumas de aves que recolectaban algunos pueblos.
Este texto se centra en el caso específico de la Verapaz, que se distingue al del pueblo de Atitlán, donde se percibe la tarea conjunta de las autoridades indígenas, los franciscanos y los oficiales reales para elaborar su Relación geográfica5. Mientras que en las dos informaciones sobre la Verapaz se divisan los intereses de quienes las enviaron, los vínculos que tenían a nivel local, y resaltan los saberes lingüísticos que presumían tener para recabar, entender y “dar noticia” sobre la diversidad de poblaciones indígenas que estaban situadas en “tierra de guerra”, como referían los vecinos españoles del Reino de Guatemala.
Si bien la Verapaz como proyecto político de los dominicos ha llamado la atención de investigadores de la historia del área maya, la mayoría de estos trabajos han desvinculado su especificidad de la realidad planetaria de los imperios ibéricos6. Por esta razón, se plantea que las informaciones sobre la Verapaz permiten estudiar las escalas y las dinámicas de los actores de la comunicación política durante la reforma del Consejo de Indias, así como la búsqueda de estos actores por legitimar el control de los recursos naturales y humanos. Durante la segunda mitad del siglo xvi estalló la competencia por la información que llegaba a la Corona, en el marco del proyecto promovido por Juan de Ovando en el Consejo de Indias, en el que la “entera noticia” tuvo un papel fundamental para la administración de la información que coadyuvó a las reformas fiscales y tributarias de Felipe II, al igual que a su gobierno.
Para argumentar las hipótesis anteriores, se dividió este artículo en tres partes. En la primera, se explica el contexto en el que se efectuaron las informaciones. En la segunda, se compararon ambos documentos con el objetivo de analizar la competencia por el control de los recursos de los indios, tanto naturales como de sus saberes, característica de la comunicación política de la época, puesto que el objetivo de estos documentos era obtener legitimidad y reconocimiento real en los conflictos que tenían a nivel local. Finalmente, en el último apartado, se despejó la información sobre los recursos naturales y humanos de la Verapaz que trataban de domesticar7 y territorializar los frailes dominicos asentados en el monasterio del pueblo de Cobán.
En el ámbito mesoamericano, la segunda mitad del siglo xvi fue un proceso de profundos cambios que cimentaron a los “pueblos de indios” que algunos estudiosos han denominado como coloniales8, pues la reconfiguración territorial, como consecuencia de las congregaciones y reducciones, modificó los asentamientos poblacionales prehispánicos; de ello resultó el surgimiento de pueblos nuevos y la incorporación de parcialidades a los ya existentes. Dicha medida fue implementada por autoridades eclesiásticas y civiles con el fin de facilitar la evangelización, el cobro de tributo9, y dar a conocer a los indios las ordenanzas y provisiones reales10. Para el caso del Reino de Guatemala, desde finales de la década de los treinta del siglo xvi, el obispo Francisco Marroquín buscó la implementación de las congregaciones y reducciones, ya que, al tomar conciencia de la dificultad para acceder a las poblaciones dispersas de su diócesis, envió al rey cartas en las que solicitaba la concentración de la población indígena para facilitar la evangelización. Fue hasta 1550 que las autoridades reales de la Audiencia de Guatemala recibieron la disposición que ordenaba la formación de pueblos grandes, y que en ellos hubiera cabildos indígenas11, organizados a la usanza hispánica: con un gobernador, alcaldes ordinarios, regidores, alguaciles, escribanos y archiveros, a los cuales se les daba vara de justicia. Ahora bien, en la cédula sobre las congregaciones y la instauración de cabildos indígenas, en primer lugar, se estableció “juntar” los pueblos que estaban “derramados”, para que los frailes y las autoridades reales accedieran más fácil a ellos, y pudieran cobrar el tributo, adoctrinar a los indios, otorgarles los sacramentos, darles a conocer las leyes supuestamente hechas para su beneficio y formarlos en general en lo que implicaba la policía cristiana12.
Algunas reducciones resultaron de las entradas de “pacificación” llevadas a cabo por vecinos españoles y eclesiásticos a los espacios que aún no se adjudicaban a la jurisdicción real, considerados como frontera, en donde habitaban “indios infieles” que no querían pagar el tributo y desafiaban al orden colonial, debido a que deseaban vivir lejos de los europeos. Muchos de aquellos pueblos fueron reducidos; sin embargo, en algunos lugares no fue fácil el control de la población, ello ocurrió tanto en la provincia del Lacandón como en la Verapaz. Esta última ha llamado la atención por ser considerada uno de los proyectos de conquista espiritual elaborados por el famoso fray Bartolomé de las Casas y Alonso de Maldonado13, que tenía como objetivo el exclusivismo dominico en la zona y el que los indios reducidos no se otorgaran en encomienda a los vecinos españoles14. Así pues, la Verapaz fue considerada como un territorio de frontera, al igual que el Lacandón. Ahora bien, las dificultades de la evangelización promovida por los dominicos en estas zonas fomentaron la crítica de otras órdenes, como la de los franciscanos asentados en Guatemala, quienes en 1552 se quejaron ante el rey del ataque constante de los lacandones hacia el pueblo de Sacapulas que adoctrinaban y solicitaron permiso para entrar en tales tierras, el cual no fue concedido; en consecuencia, la Corona exigió a los dominicos la “pacificación” de dicha provincia, por lo que estos últimos realizaron entradas a Acala y al Lacandón15.
Fue entre 1554 y 1608 que la Verapaz se erigió como obispado, al que llegaron prelados dominicos que según su lugar de procedencia tenían intereses locales a favor de quienes habitaban en el monasterio de Cobán, o tomaban partido por el clero secular, o bien por los oficiales reales de la Audiencia de Guatemala16. Fue así que durante esta época se produjeron diversas informaciones enviadas a la Corte Real, cuyas narrativas buscaron plasmar su objetividad al detallar las descripciones de la flora, la fauna, la geografía y de las poblaciones que habitaban la zona; además, pretendían mostrar la buena o mala policía en la que vivían los indígenas después de las reducciones y congregaciones. Como se verá más adelante, en realidad, estas informaciones reflejaron los intereses de cada grupo.
Para entender dicha documentación y el porqué de la necesidad de enviarlas a la Corte del rey, habría que relacionar la situación local y regional antes descrita con el interés de la Corona por conocer América e implantar un proyecto de reforma durante la segunda mitad del siglo xvi. En el transcurso de este proceso se enviaron diversas comunicaciones sobre el territorio americano a la Corona, ello respondía a las múltiples solicitudes de Felipe II para adquirir conocimiento sobre las Indias luego de darse cuenta de que los oficiales reales y eclesiásticos que se reunieron en la Junta Magna de 1568 no sabían nada de América17, lo cual era un peligro, pues el objetivo de dicha reunión era mejorar la evangelización de los indios frente a la expansión de los protestantismos18. Tales informaciones han sido objeto de estudio tanto en el ámbito de la comunicación imperial como desde una perspectiva ambiental. Esas fuentes estaban asociadas a la imposición de cargas fiscales sobre los habitantes de la zona, y guardaban directa relación con el proyecto general organizado por Juan de Ovando para conocer las características de diversos territorios, información que sistematizaron y resguardaron en el entonces recién creado Archivo General de Simancas19. De acuerdo con Ovando, para que el soberano lograra ejercer un “buen gobierno” era indispensable la obtención de la “entera noticia”, es decir, la adquisición de los conocimientos geográficos, demográficos, naturales, políticos y culturales de las diversas regiones de las Indias20. De los cuestionarios enviados a los reinos americanos para levantar informaciones sobre los territorios, surgieron, entre otras formas de comunicación, las llamadas Relaciones geográficas, que han sido consultadas por diversos autores, desde los clásicos trabajos de Howard F. Cline21 y Jean-Pierre Berthe22, que buscaban explicar este corpus documental y la riqueza de información que contenía, así como los innovadores estudios de Barbara Mundy sobre la cartografía de manufactura indígena que acompañaba las informaciones23, y por las nuevas investigaciones sobre la incorporación de flora y fauna exógena al paisaje24. Sin embargo, no fueron los primeros ni los únicos documentos que se enviaron a la península con el interés de comunicar a la Corona sobre la reconfiguración territorial que conllevaron las congregaciones y reducciones de pueblos, puesto que, en una ordenanza de julio de 1573, que resultó del proyecto ovandino, se solicitaba la elaboración de un “libro de descripciones” de los territorios americanos, el cual debía elaborarse por los oficiales reales y todo aquel que tuviera cargo de gobierno y justicia25. Además, en ese mismo año, el rey envió a sus representantes en América las “Nuevas ordenanzas de descubrimiento, población y pacificación de las Indias”, las cuales seguían el tono del proyecto de la Verapaz de De las Casas y De Maldonado, ya que planteaban que los nuevos descubrimientos en los lugares de frontera, en donde habitaban indios indómitos e infieles, se hicieran de manera pacífica; así se impuso que en adelante se llamaran “pacificaciones” a las prácticas que anteriormente se denominaban “conquistas”. De esta manera, la Corona planteaba dificultades para establecer la jurisdicción real en las fronteras americanas26.
Por otra parte, cinco años después, en 1575, Felipe II se declaró en bancarrota como estrategia política y económica para hacerse de mayores recursos por medio de la renegociación fiscal con las ciudades y villas de españoles; con dichas recaudaciones buscaba financiar las guerras pasadas y futuras que tenía en Europa27. Mediante el tributo indígena de las encomiendas que encabezaba podría financiar a los oficiales reales establecidos en las Indias, dar ayudas de costas y otros apoyos a las autoridades civiles y eclesiásticas, manteniendo y fortaleciendo la jurisdicción real mediante su gracia28.
Para dichas reformas fiscales y tributarias fueron necesarias las visitas de los representantes del rey en América, al igual que las informaciones enviadas por encomenderos, religiosos, oidores, presidentes de las audiencias, vecinos y cabildos españoles e indígenas, dado que estas dieron detalle sobre la cantidad de indios tributarios, los trabajos que efectuaban y los recursos naturales que se encontraban en el territorio. Así pues, se plantea que con estas informaciones los actores locales buscaron negociar con el rey y mostrar el control que tenían de tales espacios y sus recursos. Fue así como, en diciembre de 1574, los frailes dominicos Francisco de Vivania, Lucas de Cárdenas y Guillermo Cadena enviaron una descripción de la provincia de la Verapaz a la Corona, la cual se vinculaba directamente con la relación que hizo el doctor Arévalo Sedeño como resultado de su visita a la Verapaz y Zacatula unos meses antes. En el siguiente acápite, relacionamos dichas informaciones para entender las dinámicas de la comunicación política y la competencia por el control de la información y del territorio.
Las dos informaciones que se estudian en este artículo están relacionadas entre sí, puesto que se enmarcaron en el proceso reformador del Consejo de Indias, durante el cual la Corona solicitó el envío de descripciones de las tierras americanas por parte de oficiales reales y autoridades locales eclesiásticas y civiles, como se trató en la sección anterior. Este proceso general de la monarquía hispánica se engarzó con los procesos locales en los que los grupos de poder competían por el manejo y administración de los recursos naturales. En este apartado trataré de explicar que la documentación en cuestión trasluce la competencia entre los dominicos asentados en Cobán y la Audiencia de Guatemala representada en el doctor Mateo Arévalo Sedeño; ambas partes se valieron de la escritura para demostrar que controlaban los territorios de la Verapaz, pues, supuestamente, los conocían en profundidad; sin embargo, es preciso mencionar que para el caso de los dominicos es muy probable que tuvieran dichos saberes, no obstante, el visitador de la Audiencia solo tuvo una ligera idea de lo que era la provincia.
La primera información fue realizada por el doctor Mateo Arévalo Sedeño, oidor de la Audiencia de Guatemala, entre finales de 1573 y principios de 1574, como resultado de su visita a la Verapaz, la cual se enmarcaba en la comisión que le dio la Audiencia para investigar un desfalco en las cajas reales de Guatemala, Soconusco y Verapaz, que supuestamente había sido cometido por el factor, veedor y tesorero Francisco de Ovalle, al igual que por el contador Antonio Rosales29.
La figura de Mateo Arévalo Sedeño es de interés, debido a que desde que llegó a las Indias siempre fue un férreo defensor de la política de la Corona y del arzobispado de la Ciudad de México. Nació en el Espinal de Segovia, se matriculó en la Universidad de Salamanca, en donde obtuvo el grado de bachiller en derecho canónico en 1542 y el de licenciado el 23 de junio de 155130. Se tiene constancia de que pasó a las Indias en 1554 como parte de la clientela del arzobispo Alonso de Montúfar. Así mismo, Arévalo Sedeño llegó con su cliente Hernando Franco, quien tenía formación musical en la catedral de Segovia, así que luego fungirá como maestro de capilla en la catedral de Guatemala en 1573 y en la de México en 157931. En la Nueva España, Montúfar echó mano de su familia extensa32 para que ocuparan cargos en la recién fundada Real Universidad de México (1551) y, de esta forma, hacerse del control de dicha corporación, ya que en ella se formaban los clérigos que después ocuparían el cabildo catedral que este encabezaba33, con quienes lejos de llevar una relación pacífica y cordial siempre se encontraba en tensión34. De esta manera, Montúfar quitó al doctor Melgarejo la cátedra de cánones, supuestamente por no graduarse, y nombró a Mateo Arévalo Sedeño como el nuevo catedrático que leería cánones en el estudio mexicano, quien luego de un año obtuvo el grado de doctor por la Real Universidad de México35. En consecuencia, Arévalo Sedeño fue nombrado por Montúfar como provisor y vicario del arzobispado de México, fungiendo posteriormente como parte del cabildo de la catedral36. De este modo, el doctor Arévalo se vio envuelto en los conflictos de su patrón y del clero secular con los cabildos de la Ciudad de México, así como contra las órdenes religiosas37. Importa señalar que, en tales conflictos, los negocios particulares del arzobispo se encontraban en el centro38, además de la política eclesiástica de aumentar las parroquias y reducir las doctrinas, con lo que Montúfar buscaba mermar el poder de los señores naturales, de los encomenderos y de los clérigos regulares, especialmente de los franciscanos39.
Sobre este último aspecto es de notar que el nuevo arzobispo de México buscó eliminar las doctrinas franciscanas, en las que los religiosos evangelizaban en las lenguas autóctonas de sus diócesis. En cambio, estableció curas párrocos que desconocían estas lenguas, dado que Montúfar, como exarzobispo de Granada, pensaba que la evangelización debía hacerse en castellano y no en las lenguas de los indios. Ello se relacionaba con el edicto impuesto por Felipe II en 1566 que prohibía a los moriscos del Reino de Granada el uso de la lengua árabe y de su atuendo tradicional, lo cual tuvo un importante impacto en la sociedad granadina, pues fue una de las razones or las que se inició la rebelión de las Alpujarras en 156840. Ahora bien, en el fondo de los conflictos se encontraban los intereses económicos de Montúfar sobre el control y la administración de los diezmos de los indios41.
El 25 de octubre de 1566, el doctor Mateo Arévalo Sedeño fue nombrado fiscal de la Audiencia de Guatemala y, en 1570, obtuvo el cargo de oidor en dicho tribunal hasta diciembre de 1573, cuando fue nombrado oidor de la Audiencia de México42; además, fungió como consultor del Santo Oficio de Guatemala43. Durante su ejercicio como oidor de Guatemala, su cliente Hernando Franco fue nombrado maestro de capilla de la catedral de dicha ciudad, con lo que el doctor Arévalo Sedeño pudo vincularse con los indios músicos, cantores y fiscales de los pueblos del distrito de la Audiencia, quienes también fungieron como sus informantes en las visitas que hizo. En octubre de 1573 fue comisionado para investigar el desfalco de las cajas reales de Guatemala, Soconusco y Verapaz44. Las informaciones producto de la visita de Mateo Arévalo Sedeño a la Verapaz, al igual que su trayectoria previamente detallada, muestran que este personaje formaba parte de la facción del arzobispo y dominico Alonso de Montúfar, por lo que tomó posición sobre el diezmo de los indios y el uso del castellano para la evangelización frente a la tarea de los religiosos que adoctrinaban en lenguas indígenas, para lo cual elaboraron vocabularios, tesoros y calepinos, proyectos a los que se opuso como oidor de la Audiencia de Guatemala. Todo este posicionamiento se trasluce en el informe al acusar a los dominicos de echar derramas a los indios y de no evangelizar adecuadamente.
Por otra parte, los religiosos del convento de Cobán, desde el proyecto de De Maldonado y De las Casas, habían defendido su jurisdicción en la provincia de la Verapaz y estaban en constante alerta ante la cercanía de villas hispanas, en las que sus avecindados quisieran hacerse de encomiendas de los pueblos de la región, por lo que desde 1547 buscaron que la Corona ordenara que todos los españoles abandonaran la provincia, incluso se prohibió el asentamiento de españoles en el golfo Dulce que se sirvieran de los pueblos de Tezulutlán45. Durante la segunda mitad del siglo xvi se estableció el obispado de la Verapaz, el cual quedó vacante en 157046, lo cual provocó que los religiosos buscaran estrategias para informar a la Corona de su trabajo en la región.
Fue así como el 7 de diciembre de 1574 los frailes Francisco de Vivania, Lucas de Cárdenas y Guillermo Cadena elaboraron su información frente a la enviada por el doctor Arévalo Sedeño, en la que explicaron que en la Verapaz no se podía sembrar trigo, no había viñedos, se carecía de cacao y el algodón únicamente se lograba producir en dos pueblos. Conforme con los religiosos, tampoco se podían tener estancias de ganado (vacas, yeguas y conejos) por falta de “sabanas”, las cuales solo se encontraban alrededor del golfo Dulce. Además, informaron que la producción de sal, carnes y pescado solo se daba en tierra caliente. Mencionaron también la carencia de metales, los cuales se buscaban con mucha diligencia. Por otra parte, comentaron que la vegetación de la provincia constaba de pinos, liquidámbares, zarzaparrilla y la hierba a la que le decían michoacán y china. Por todo ello, los religiosos argumentaron que ninguna de las iglesias de la provincia tenía dote, renta, ni capellanía47 con las cuales pudieran sustentarse los frailes dominicos del convento de Cobán, quienes iban a las visitas de los pueblos de la Verapaz.
Los religiosos expresaron que la población indígena disminuyó debido a fuertes pestilencias. Por ejemplo, dijeron que el pueblo de Santa María Cahabón, que se ubicaba en tierra caliente, estaba muy necesitado por la pestilencia de ese año 1574, a causa de la cual enfermó toda la población y murieron alrededor de 400 indios, por lo que no pudieron limpiar, dar mantenimiento ni cosechar las milpas de maíz y algodón48. Igualmente, mencionaron que muchos pueblos cambiaron sus asentamientos a causa de que sus tierras antiguas enfermaban y, por consiguiente, no tenían tierras que sembrar. Sobre esto señalaron que el pueblo de San Juan Chamelco se juntó “en tierras ajenas, dejando las suyas propias, ásperas y frías y de muchas aguas y sobre todo enfermas [...] y ansí se vinieron al valle, e que están veinte años a donde no tienen tierras para sembrar por lo cual padecen continua necesidad”49. Por otra parte, indicaron que los indios que se encontraban en las tierras altas enfermaban al migrar a tierras frías debido al cambio brusco de temperaturas, como les ocurría a los habitantes y religiosos del pueblo de Santa Cruz Cahaboncillo50. Los dominicos fueron suspicaces de construir, sobre estos datos, la narrativa de la pobreza de la región, en la que, además de las epidemias que asolaban a los pueblos de la provincia, las tierras enfermaban por la falta de mantenimiento.
Por otra parte, los dominicos caracterizaron a la Verapaz como una frontera, ya que había presencia de “indios infieles” que, supuestamente, atacaban y mataban indios cristianizados, en especial se refirieron a los indios de San Pedro, quienes tenían montes que confinaban con los infieles llamados de Abiza (Itza) que se encontraban a la orilla del mar del norte y en la laguna de Términos51.
Finalmente, los religiosos apuntaron que algunos pueblos, a causa de los malos tratamientos de españoles, se despoblaron, como en el caso de San Mateo Jocoloc, que tenía 50 casas, pero por los maltratos se regresaron a los montes. También explicaron que el oidor Juan Martínez de Landecho en 1561 pobló de españoles la villa de Monguía, punto estratégico para el intercambio entre el Puerto de Caballos y Guatemala, en donde se concentraban las barcas y mercadurías que ingresaban del Caribe, que se transportaban por un camino de 40 leguas que había sido construido en 10 meses, por el cual iban entre 600 y 700 indios cargadores cada semana, los cuales enfermaron y muchos murieron, mientras que a otros no se les pagó su jornal52, lo cual contravenía las Leyes Nuevas de 1542 y 1543, sobre que los servicios personales de los indios estaban prohibidos, en especial el cargar tamemes, trabajos que debían ser voluntarios y a cambio de un salario53.
Ahora bien, el documento que presentaron los religiosos siguió el modelo de los “libros de descripciones”54, que redactaron a manera de informe directo, es decir, sin ninguna mediación de los propios indios, a los que solamente se describe, ello colocó a los mayas de la Verapaz como actores secundarios, vasallos del rey que necesitaban ser protegidos por los religiosos, quienes habían obtenido toda la información después de pasar un tiempo largo en convivencia con ellos. La forma de obtener dicha información marcaba una asimetría, pues, a diferencia de la Relación geográfica de Atitlán, en la que los señores y principales del pueblo lacustre se posicionaron junto a los frailes franciscanos para ser reconocidos como autoridades indígenas55, los dominicos en la Verapaz se hicieron notar como la única autoridad eclesiástica y real que podía controlar a los indios y los recursos naturales de sus pueblos. Empero, el objetivo de los dominicos era solicitar limosnas y mercedes del rey para que pudieran sostenerse en el monasterio del pueblo de Cobán, pues en las mismas informaciones mencionaron que las limosnas que les daban los indios no les alcanzaban y estaban en gran necesidad: “Por lo que habemos pedido limosnas y merced a su majestad y de nuevo suplicamos se nos concedan”. También aludieron a que en ese momento había 10 religiosos para cuatro visitas, las cuales decían eran necesarias, ya que la provincia se encontraba “muy derramada”56, refiriéndose a los pueblos que se hallaban dispersos. Con todo, es importante resaltar que la información de la Verapaz realizada por los frailes dominicos tenía un mapa de la provincia que se refiere en la misma documentación, pero que en la actualidad está perdido57.
A diferencia de la descripción de los dominicos, Arévalo Sedeño señaló a sus informantes, entre los que se encontraban los mismos religiosos de Santa María Tactic, al igual que algunos indios del mismo pueblo, como el que enseñaba a los indios cantores y el propio fiscal que debía “recoger” los indios “a la doctrina”58. Llama la atención que el oidor no mencionó si esta comunicación había sido mediada por un intérprete o si los propios indios sabían el castellano; lo importante de esta referencia es que ambos indios le dieron testimonio sobre que los frailes dominicos los visitaban cada dos meses: “Iba el fraile a visitarlos, y que morían sin confesión algunos”. Sobre este asunto el mismo doctor Arévalo expresó que cuando visitó el pueblo de Tactic vio morir sin confesión a un indio59. Esto ponía en duda las obligaciones de los dominicos en los pueblos de la Verapaz, especialmente la cristianización y el otorgar los sacramentos de la confesión, lo que podría ser preocupante para la Corona, ya que en esta región no había otra orden religiosa. Además, desde la llegada de fray Bartolomé de las Casas a la provincia de Chiapa y la redacción de las 12 reglas, las cuales buscaban contrapesar la herencia de las encomiendas, por lo que los penitentes hacían una lista de sus bienes y luego de la confesión se les obligaba a cambiar su herencia, en muchos casos los religiosos dominicos buscaban restituir las encomiendas en cabeza de la Corona, de esta manera se pretendía que el control de la confesión lo tuvieran los dominicos60, con el fin de que los vecinos y encomenderos hispanos tuvieran que confesarse con los religiosos, medida que también afectó a los indios61; sin embargo, las 12 reglas se derogaron el 18 de noviembre de 154862. En realidad, estas acusaciones fueron muy comunes en la época, pues, no lejos de la Verapaz, el alcalde mayor de Chiapa, Mesa y Altamirano, acusó a los frailes dominicos de cometer derramas y de no confesar a los indios en sus pueblos en 158263.
Como es conocido, la costumbre indígena y las antigüedades fueron referentes importantes para la legitimidad de los indios ante la justicia64, sin embargo, durante el período de congregaciones y reducciones, se vieron constreñidas al derecho indiano y castellano, que iba en consonancia con la consolidación de la autoridad real en las Indias65. Así pues, para el caso que nos ocupa, el tema de las antigüedades fue utilizado a favor y en contra de los frailes dominicos. En su información, los religiosos apuntaron que había una diversidad de indios en la provincia, pero que la mayoría eran aficionados a la fe cristiana y habían dejado sus antigüedades:
Todos los pueblos sobre dichos toman los nombres de las advocaciones de las iglesias, hay en todos ellos indios que se confiesan cada año, como son los del rosario y de comunión, de los demás son pocos, parte por falta de ministros y muchos porque aún son inhábiles para este sacro,y otros que ha muy poco que vinieron a la fe los cuales aún no tienen entera noticia deste sacro. Comúnmente saben las cuatro oraciones, y muchos los diez mandamientos y artículos de la fe, y los sacramentos. Muestranse afiçionados a las cosas de nuestra sagrada religión sin rastro de antigüedades, a lo que podemos entender hay algunos que no estan baptizados a los quales procuramos traer con halagos y buenas obras66.
Como puede observarse, los religiosos mostraron una evangelización en desarrollo, no acabada, en la que los indios les mostraban buena voluntad. Por su parte, el oidor utilizó el argumento de la permanencia de las antigüedades para mostrar que los dominicos no enseñaron a los indios a vivir en policía, pues no tenían cabildo, además de que las congregaciones y reducciones realizadas por estos eran ficticias, dado que los indios no se enraizaron a sus pueblos. Sobre ello, Arévalo Sedeño anotó que los indios no querían arraigarse en bienes raíces para que no les “asienten” el tributo, lo que les aconsejaban los propios frailes. Por otra parte, el oidor acusó a los religiosos de no explicar a los indios qué significaba y quién era el rey; además, supuestamente los indios le dijeron que las varas de justicia que llevaban se las habían dado los propios dominicos, por lo que el doctor Arévalo se las quitó: “[…] e hízolos juntar en la casa de comunidad y dióles un libro en blanco y enseñóles como debían elegir alcaldes, e los demás oficiales y asentarlo en aquel libro todo en nombre del rey, que era señor de todo el mundo”. Así pues, según la narración de Arévalo Sedeño, este quitó las varas de justicia que los religiosos les habían dado y, supuestamente, les enseñó a vivir en cabildo y les dijo que solo usaran la cárcel pública y seglar, es decir que no acudieran a la justicia eclesiástica de los religiosos que no tenían jurisdicción sobre ellos67.
El oidor estableció, a diferencia de los dominicos, que la provincia de la Verapaz era una tierra fértil y abundante. Supuestamente los frailes le comunicaron que los indios de Santa María Tactic pagaban poco tributo: 4 reales, media fanega de maíz, que valía 2 reales, y una gallina equivalente a medio real. Sin embargo, el oidor en su visita dijo haber encontrado todo lo contrario, pues supuestamente los indios de este pueblo eran obligados a dar 1300 tostones a los frailes. Así mismo, mencionó que, para que los indios no tributaran, los religiosos echaron derramas de muchos tostones en los pueblos de San Pedro y Santiago, y les solicitaron que cada india casada tejiera una manta de buena calidad68.
En su visita, el doctor Mateo Arévalo Sedeño tasó a los pueblos por los que pasó, contó 2445 tributarios en toda la Verapaz, y concluyó que cada uno de ellos debía pagar anualmente una manta de 4 varas de largo y 3 cuartas de ancho, media fanega de maíz con valor de un real y una gallina. Para el oidor, este era el tributo común en Nueva España y no afectaba a los indios. Por otra parte, acusó a los frailes de aconsejar a los indios de que “escondieran sus bienes que tenían, porque el oidor entraba en todas las casas e vería como eran ricos”69.
Adicionalmente, apuntó que había pruebas de la riqueza de la provincia de la Verapaz: “Mucha pluma rica, y que, de todas las partes de la Nueva España, de la Mixteca y de Chiapa y provincia de Guatemala van por ello a comprarlo, tienen mucho copal y que es sahumerio preciado y oloroso”; que la pluma y el copal se daban en montas y lugares a los que solo podían ingresar “los primogénitos que suceden en el mayorazgo”70. De esta manera, además de especificar los recursos que se encontraban en esta región y que formaban parte del intercambio a larga distancia, se habló de la participación de quienes tenían en posesión las tierras de donde se sacaban dichos recursos naturales, es decir, de los caciques; y, si bien la categoría jurídica del mayorazgo era distinta a la del cacicazgo, el oidor tenía como referente jurídico el mayorazgo para caracterizar el dominio de la tierra por parte de los considerados como caciques, indios primogénitos que heredaban la tierra. De acuerdo con Nicole Percheron, para el caso de la Baja Verapaz, en específico en Rabinal, los caciques o principales pertenecían a “familias dirigentes prehispánicas” que, además de ejercer gobierno y autoridad, poseían tierras que los españoles les dejaron conservar después del proceso de conquista para consolidar sus alianzas71. Ahora bien, recordemos que durante el siglo xvi se dieron importantes discusiones sobre la posesión de la tierra en las Indias, las cuales concluyeron en que el rey tenía jurisdicción sobre el territorio mas no era propietario de las tierras, ya que estas eran posesión de los indios72 y los españoles no podían quitárselas, por lo que el que las autoridades indígenas mantuvieran sus tierras no era una decisión concienzuda de los hispanos, pues más bien necesitaban de estos actores para poder establecerse en la zona.
Por otra parte, el visitador aludió a que en la Verapaz había “mucha miel y cera, mucho maíz en abundancia, muchos montes de árboles de liquidámbar, muchos ríos y muchas tinturas de muchos colores que parecen buenos como los de España […], que tienen gran cantidad de algodón fino”; además, mencionó que los pueblos tenían estancias de vacas y yeguas73, todo lo cual contradecía a los frailes.
Llama la atención que, a pesar de la narrativa sobre la pobreza de la provincia de la Verapaz, las pestilencias, las enfermedades de la tierra y de su característica de frontera, debido a la presencia de indios infieles que supuestamente atacaban a los que vivían en policía y a los religiosos, la descripción de los dominicos Francisco de Vivania, Lucas de Cárdenas y Guillermo Cadena otorgó información sobre los recursos naturales y humanos que se ubicaban en cada uno de los pueblos, alrededor de las vías fluviales de los ríos Cahabón y Polochic, adscritos a la provincia de la Verapaz, así como las lenguas en las que adoctrinaban a los indios.
Con respecto a los recursos naturales, como puede verse en el mapa 1, había plantíos de algodón, cacao, maíz y trigo. Las sementeras de algodón se encontraban en Santa María Cahabón y Santa María Lanquín. Conforme con los religiosos, el primer pueblo no pudo producir algodón ni maíz debido a la pestilencia de aquella época, mientras que el segundo pueblo fue considerado por los frailes como miserable de maíz, a pesar de producir algodón74. Con respecto al cacao, los religiosos explicaron que había dos milpas de este fruto en el pueblo de San Miguel Tucurú y en otro pueblo antiguo del que no se menciona su nombre, las cuales eran difíciles de cosechar y mantener, pues ambos pueblos se encontraban camino al golfo Dulce; que la mayoría de las veces el río Polochic arrancaba el cacao y lo que quedaba se lo comían los animales, dada la falta de indios que cuidaran de las sementeras75. También mencionaron que la mayoría del cacao que se consumía en la provincia se traía de Chiquimula, Soconusco y de la costa; en esta última se daba el cacao con pataxtle, que actualmente se conoce como el cacao blanco, el cual se daba en pocas cantidades y que no alcanzaba para la venta, por lo que los indios de la región únicamente lo consumían76.
Los plantíos de maíz se ubicaban en los pueblos de Santo Domingo de Cobán, donde los dominicos tenían su monasterio; en San Juan Chamelco, que se encontraba a legua y media de Cobán;77 y en Santa María Cahabón. Los dos primeros pueblos al parecer eran muy prósperos para el cultivo del maíz, sin embargo, en el pueblo de Chabón, como vimos antes, debido a la peste los indios no trabajaron las sementeras y no pudieron cosecharlas78. Finalmente, el trigo se sembraba en el pueblo de San Cristóbal y en el de Santa María Tactic, el cual era considerado por los dominicos de muy mala calidad, puesto que no se podía hacer pan con él79. Entre las resinas y las hierbas se hallaba el copal, la zarzaparrilla y la hierba que se llamaba michoacán y china, las cuales se encontraban en el pueblo de San Miguel Tucurú.
Entre los metales y minerales había plomo y estaño en el pueblo de San Cristóbal, mientras el hierro se localizaba en el pueblo de San Esteban Tamahú80. En su relación, los frailes mencionaron que había oro en los arroyos de este último pueblo, no obstante, no podía labrarse. También dijeron que en la “quebrada del Mono” el padre Domingo de Azcona había encontrado oro, el cual dio noticia a los españoles Juan Correa y Juan González de Villasina, quienes trataron de explotarlo, pero no pudieron gozar de él, ya que era muy difícil extraerlo. Los religiosos anotaron que de un cerro del pueblo de San Cristóbal se sacaron más de 20 mil pesos, pero no mencionaron su nombre. Así mismo, detallaron que había buen oro en las tierras de Cuculin hacia Yaxal en el norte81.
Finalmente, los dominicos refirieron que las únicas vacas que había en la región se encontraban en el golfo Dulce y en el “despoblado de Monguía”, donde se había establecido una villa de españoles, que era de un vecino de Santiago de Guatemala, al que no se le menciona por su nombre. Por otra parte, había también vacas cimarronas en el pueblo de San Pedro Carchá, las cuales supuestamente se habían perdido, por lo que se hicieron salvajes y no las podían recoger por ser “áspera y montuosa la tierra”82.
Mapa 1. Recursos naturales ubicados en los pueblos de la provincia de la Verapaz, 1574

Fuente: Elaboración propia a partir de “Relación de la provincia…” y Saint-Lu, La Verapaz, 539-540.
Además de los recursos naturales, los religiosos aludieron a lo más preciado de la tierra, los recursos humanos, la cantidad de tributarios que tenía la Corona en la provincia y la de no tributarios que estaban en vías a cristianizarse y a encomendarse directamente al rey, como se puede observar en el mapa 2 y en la tabla 1. Los religiosos informaron que había pueblos, como San Lucas Zulben, en el que recientemente se habían reducido indios infieles que provenían de los montes y confines con las tierras de Yucatán, el cual tenía 60 casas y que por ser “muy nuevo” no tributaba83. El objetivo de los dominicos para dar esta información fue mostrar al rey que ellos mismos ampliaban su jurisdicción, sin necesidad de que hubiera españoles seculares y civiles en la región, así de esta manera los tributos irían a las arcas reales sin tener que ser repartidos a los vecinos hispanos.
Mapa 2. Pueblos tributarios y no tributarios de la Verapaz, 1574

Fuente: Elaboración propia a partir de “Relación de la provincia…” y Saint-Lu, La Verapaz, 539-540.
Tabla 1. Pueblos tributarios y no tributarios de la Verapaz, 1574
|
Pueblo |
Tributarios |
Vecinos |
Casas |
|
Santa María Cahabón |
537 |
||
|
San Agustín Lanquín |
127 |
||
|
San Pedro |
622 |
||
|
Santo Domingo de Cobán |
525 |
||
|
San Juan Chamelco |
555 |
||
|
San Esteban Tamahú |
70 |
||
|
San Miguel Tucurú |
90 |
||
|
Santa María Tactic |
80 |
||
|
San Cristóbal |
300 |
||
|
Santa Cruz |
60 |
||
|
Santa Cruz Cahaboncillo |
7 |
||
|
San Mateo Jocoloc |
36 |
||
|
San Lucas Zulben |
60 |
||
|
San Pablo |
26 |
||
|
San Andrés Polochic |
40 |
Fuente: Elaboración propia a partir de “Relación de la provincia…”.
Los religiosos del convento de Santo Domingo asentado en el pueblo de Cobán también informaron sobre las lenguas que se hablaban en los pueblos de la provincia de la Verapaz; según los frailes, los indios tenían seis lenguas distintas que habían logrado reducir a dos, el q’eqchi’ o cacchí y el poqomchi’, en las cuales los adoctrinaban [véase mapa 3]. Al comparar los mapas 2 y 3 podemos observar que a los pueblos que tributaban (Santo Domingo de Cobán, San Juan Chamelco, San Pedro, San Agustín Lanquín y Santa María Cahabón) se les evangelizaba en lengua q’eqchi’ o cacchí, lo que muestra que los religiosos tenían mayor dominio de esta lengua, posiblemente gracias a la elaboración de un Arte de la lengua cacchi de Coban en la Verapaz, atribuido al dominico Tomás de Cárdenas y probablemente realizado durante la década de los setenta del siglo xvi84.
Mapa 3. Lenguas en las que los dominicos de Cobán adoctrinaban a los indios, 1574

Fuente: Elaboración propia a partir de “Relación de la provincia…” y Saint-Lu, La Verapaz, 539-540.
A pesar de la narrativa de los dominicos sobre la dificultad para obtener recursos naturales y humanos en la provincia de la Verapaz, también informaron a la Corte del rey sobre las riquezas encontradas en la región, al igual que del trabajo de los indios que eran tributarios directos de la Corona o estaban en vías para ello con ayuda de la cristianización de los domini cani, sin la necesidad de la presencia de villas españolas en la zona ni de los vecinos de Santiago de Guatemala, pues, de acuerdo con los frailes, a causa de estos personajes los pueblos dejaban de vivir en policía cristiana debido a los atropellos que cometían contra ellos.
Ahora bien, las limosnas y mercedes que solicitaron los dominicos en su información se relacionaban directamente con que el rey mantuviera los tributos que daban los pueblos de la Verapaz bajo su cabeza, dado que de estos solían salir las limosnas y mercedes que el rey con su gracia entregaba a los religiosos para que pudieran sostenerse. Por otra parte, la relación que enviaron los dominicos a la Corona formó parte de sus estrategias para que el obispado de la Verapaz concluyera sus funciones, lo que lograron en 1608. Además, a finales del siglo xvi y durante el xvii los dominicos se hicieron de importantes haciendas ganaderas e ingenios de azúcar en la Verapaz85, de tal manera que se colocaron como principales empresarios en dicha región.
Conclusiones
En oposición a los argumentos de riqueza y fertilidad de la provincia que emitió el oidor de la Audiencia de Guatemala, el doctor Mateo Arévalo Sedeño, los dominicos advirtieron sobre la pobreza y el azote de las epidemias a la población local; además, caracterizaron a la Verapaz como una frontera en la que los indios se insubordinaban a los españoles si se les cobraba tributo, con lo que contradecían las acusaciones sobre las derramas cometidas por los religiosos, que en futuros trabajos se profundizarán. Por otra parte, el argumento del triunfo y avance de la evangelización se vio constreñido a la permanencia de prácticas antiguas y costumbres de los indios previas a la llegada de los europeos, las cuales se confundían con la idolatría y la falta de cristianización.
Los religiosos en su información buscaron resaltar la pobreza de la región, pero dieron detallados datos sobre los recursos naturales, los pueblos donde se encontraban, cómo se extraían y trabajaban, las lenguas en las que se evangelizaban a los indios, cuántos tributarios a la Corona había y cuáles poblaciones estaban en proceso de cristianización. Por otra parte, los frailes y oficiales reales se hicieron de los saberes indígenas para obtener información sobre los recursos que servían para el sustento o para mercadear, en qué tierras se hallaban, así como los productos del trabajo indígena como las mantas de algodón y las plumas de aves que recolectaban algunos pueblos. Con todo ello buscaban demostrar a la Corona que controlaban la provincia de la Verapaz, sus pueblos, los recursos humanos y naturales en el contexto en que se erigió el obispado de la Verapaz. El objetivo de los dominicos fue claro, hacerse de legitimidad para solicitar mercedes y limosnas, al igual que controlar la jurisdicción real y eclesiástica en conjunto con sus aliados indígenas, autoridades de los pueblos. Así pues, estas informaciones se enmarcaban en el conflicto por el control territorial, el cual les permitió construir sus haciendas ganaderas y azucareras.
Bibliografía
Fuentes primarias
Archivos:
Documentación primaria impresa:
Fuentes secundarias
❧ Este artículo se deriva de la investigación “Tierras, recursos ambientales y lenguajes. Configuración de pueblos indígenas en el Reino de Guatemala (1550-1630)”, financiada por la Universidad Nacional Autónoma de México.
1 “Relación de la provincia de la Verapaz hecha por los religiosos de Santo Domingo de Cobán. 1574”, en Biblioteca Nettie Lee Benson (bnlb), Fondo Joaquín García Icazbalceta, xx-4. Documento paleografiado y editado en: René Acuña, ed., Relaciones geográficas del siglo xvi: Guatemala (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1982), 203-248.
2 “Memoria y relación de la visita quel dotor Arébalo Sedeño siendo oydor de Guatimala hizo en la provincia de la Verapaz y en la provincia de Çacatula de la Juridicion y distrito de aquella Audiencia. 1573-1574”, en bnlb, Fondo Joaquín García Icazbalceta, xx-11, f. 338. Documento paleografiado y editado en: Acuña, Relaciones geográficas, 197-202.
3 Para este artículo se trabajó con la documentación manuscrita resguardada en dicha colección, por ello se citan las referencias a los documentos manuscritos.
4 Acuña, Relaciones geográficas, 188.
5 Sobre este tema véase: Martha Atzin Bahena Pérez, “Gobernar en medio del agua. Mayas, nahuas y españoles en Atitlán, siglo xvi”, en Gobernar archipiélagos, un archipiélago de gobierno. Las monarquías ibéricas frente a sus desafíos insulares, coordinado por Darío Barriera (Argentina: Universidad Nacional de Rosario, en evaluación).
6 André Saint-Lu, La Verapaz. Esprit évangélique et Colonisation (París: Centre de Recherches Hispaniques, Institut d’Études Hispaniques, 1968); Arden R. King, Coban and the Verapaz. History and Cultural Process in Northern Guatemala (New Orleans: Middle American Research Institute, Tulane University, 1974); Nicole Percheron, “Producción agrícola y comercio de la Verapaz en la época colonial”, Mesoamérica 11, n.° ٢0 (1990): 231-248.
7 Sobre la domesticación de saberes por los frailes dominicos en el área maya véase: Mario Humberto Ruz Sosa, “Voces mayas, escrituras latinas, lecturas etnológicas. Letras e idearios eclesiásticos coloniales”, en Historia sociolingüística de México, editado por Rebeca Barriga Villanueva y Pedro Martín Butragueño (México: El Colegio de México, 2020), 2095-2171.
8 Mario Humberto Ruz Sosa, Savia india, floración ladina. Apuntes para una historia de las fincas comitecas (siglos xviii y xix) (México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1992), 48. Esto también ha sido planteado para el centro mesoamericano en Bernardo García Martínez, Los pueblos de la sierra. El poder y el espacio entre los indios del norte de Puebla hasta 1700 (México: El Colegio de México, 2005), 20.
9 Peter Gerhard, La frontera sureste de la Nueva España (México: unam, 1991), 349; Mario Humberto Ruz Sosa, “Tres milenios de movilidad maya a modo de preámbulo”, en Diásporas, migraciones y exilios en el mundo maya, editado por Mario Humberto Ruz Sosa, Joan García Targa y Andrés Ciudad Ruiz (Mérida: Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales, unam/Madrid: Sociedad Española de Estudios Mayas/Universidad Complutense, 2009), 21.
10 Gudrun Lenkersdorf, Repúblicas de indios: pueblos mayas en Chiapas, siglo xvi (México: Plaza y Valdés, 2010), 158.
11 Lenkersdorf, Repúblicas de indios, 62.
12 “Cédula Real sobre los cabildos indígenas. Valladolid, 9 de octubre de 1549”, en Archivo General de Indias (agi), Fondo Guatemala, leg. 402, l. 3, f. 71.
13 Michel Bertrand, Terre et societe coloniale. Les communautés Maya-Quiché de la región de Rabinal du xvie au xixe siècle (México: Centre d’Études Mexicaines et Centraméricaines, 1987), 51; Marcel Bataillon, “La Vera Paz. Roman et histoire”, Bulletin Hispanique 53, n.º 3 (1951): 236.
14 Saint-Lu, La Verapaz, 191.
15 Jan de Vos, La paz de Dios y del Rey. La conquista de la Selva Lacandona (1525-1821) (México: Fondo de Cultura Económica/Secretaría de Educación y Cultura de Chiapas, 1980), 70.
16 Selvin Jerónimo Chiquín Enríquez, “¿Una jurisdicción imposible? La Verapaz y su diócesis (1٥٥4-1608)”, Estudios de Historia Novohispana, n.° 72 (2025): 115-144.
17 Stafford Poole, Juan de Ovando. Governing the Spanish Empire in the Regin of Philip II (Oklahoma, University of Oklahoma Press, 2004), 136.
18 Demetrio Ramos, “La crisis y la Junta Magna de 1568”, Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas. Anuario de Historia de América Latina, n.° 23 (1986): 1-61.
19 José Luis Rodríguez de Diego, Memoria escrita de la Monarquía Hispánica. Felipe II y Simancas (Valladolid: Ediciones Universidad de Valladolid, 2018), 104-106.
20 Arendt Brendecke, Imperio e información. Funciones del saber en el dominio colonial español (Madrid/Frankfurt: Iberoamericana Vervuert, 2016), 307; Poole, Juan de Ovando, 140-144.
21 Howard F. Cline, “The Relaciones Geográficas of the Spanish Indies, 1577-1586”, The Hispanic American Historical Review 44, n.° 3 (1964): 341-374.
22 Jean-Pierre Berthe, “A l’origine des « Relations… pour la description des Indes »: les documents de 1577”, Trace, n.° 10 (1986): 5-14.
23 Barbara E. Mundy, The Mapping of New Spain. Indigenous Cartography and the Maps of the Relaciones Geográficas (Chicago: The University of Chicago Press, 1996).
24 Paulina Machuca, “El arribo de plantas a las Indias Occidentales”, Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad 34, n.° 136 (2013): 73-114; Samir Boumediene, La colonisation du savoir. Une histoire des plantes médicinales du Nouveau Monde (1492-1750) (París: Gallimard, 2022).
25 Brendecke, Imperio e información, 358-360.
26 “Nuevas ordenanzas de descubrimiento población y pacificación de las Indias. Bosque de Balsaín, 13 de julio de 1573”, en agi, Fondo Indiferente General, leg. 427, l. 29, ff. 63-93, transcritas en Francisco de Solano, Normas y leyes de la ciudad hispanoamericana, 1492-1600 (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Centro de Estudios Históricos, 1996), 194-218.
27 Carlos Álvarez Nogal y Christophe Chamley, “La crisis financiera de Castilla en 1575-1577: fiscalidad y estrategia”, Revista de la Historia de la Economía y de la Empresa, n.° 7 (2013): 199.
28 Martha Atzi Bahena Pérez, Una sociedad de frontera. Lazos interpersonales y configuración de la vecindad en Ciudad Real de Chiapa (1524-1630) (Toulouse: Presses Universitaires du Midi/México: Instituto de Investigaciones Históricas, unam, 2024), 290.
29 “Comisiones. Guatemala. 1573”, en agi, Fondo Justicia, leg. 333.
30 Águeda Rodríguez Cruz, “Mateo Arévalo Sedeño, canonista salamantino, profesor del primer claustro de la Universidad de México”, en La universidad novohispana: corporación, gobierno y vida académica, editado por Clara Inés Ramírez y Armando Pavón (México: unam, Coordinación de Humanidades, Centro de Estudios sobre la Universidad, 1996), 421-422.
31 Eloy Cruz, “De cómo una letra hace la diferencia. Las obras en náhuatl atribuidas a don Hernando Franco”, Estudios de Cultura Náhuatl n.° 32 (2001): 259.
32 Sobre este concepto véase: Michel Bertrand, “Las redes de sociabilidad en la Nueva España: fundamentos de un modelo familiar en México (siglos xvii-xviii)”, en Poder y desviaciones: génesis de una sociedad mestiza en Mesoamérica, coordinado por Georges Boudor (México: Siglo xxi Editores/Cemca, 1998), 105.
33 Armando Pavón Romero, “Grados y graduados en la universidad del siglo xvi”, en Universitarios en la Nueva España, coordinado por Armando Pavón Romero (México: Universidad Nacional Autónoma de México, Coordinación de Humanidades, Centro de Estudios sobre la Universidad, 2003), 38.
34 Ethelia Ruiz Medrano, “Los negocios de un arzobispo: el caso de fray Alonso de Montúfar”, Estudios de Historia Novohispana 12, n.° 12 (1992): 63-83.
35 Los estudiosos sobre la Universidad de Salamanca y la de México han planteado que, cuando se ocupaba una cátedra de propiedad, se tenía un año para doctorarse, pues, de lo contrario, se perdía la plaza. Pavón Romero, “Grados y graduados”, 39.
36 Pavón Romero, “Grados y graduados”, 36.
37 Mariano Peset, “Fundación y primeros años de la Universidad de México”, en Carlos V. Europeísmo y universalidad, coordinado por Francisco Sánchez-Montes y Juan Luis Castellanos (Granada: Congreso Internacional, 2001), 551.
38 Ruiz Medrano, “Los negocios de un arzobispo”, 63-83.
39 Sobre esto véanse los trabajos de Magnus Lundberg, Unificación y conflicto. La gestión episcopal de Alonso de Montúfar OP, Arzobispo de México, 1554-1572 (Zamora: Colegio de Michocacán, 2009); Rodolfo Aguirre Salvador, “Desafiando a los frailes evangelizadores. El arzobispo de México, Montúfar, y la creación de parroquias (1551-1572)”, Temas Americanistas, n.° 43 (2019): 172.
40 Bernard Vincent, “Entre el árabe y el castellano, la época de los ‘lengua-intérpretes’ en el Reino de Granada (1492-1570)”, en Lenguas, grupos y comunidades. Estrategias de negociación y límites de la comunicación en el mundo hispánico, siglos xvi y xvii, editado por Martha Atzin Bahena (Madrid: Casa de Velázquez, en prensa); Claire M. Gilbert, In Good Faith. Arabic Translation and Translators in Early Modern Spain (Filadelfia: University of Pennsylvania Press, 2020), 47.
41 Ruiz Medrano, “Los negocios de un arzobispo”, 63-83; Lundberg, Unificación y conflicto.
42 Ernesto Schäfer, El Consejo Real y Supremo de las Indias. La labor del Consejo de Indias en la administración colonial, ii (Salamanca: Junta de Castilla y León/Marcial Pons Historia, 2003), 393, 411 y 415.
43 José María Vallejo García-Hevia, “La Inquisición en el distrito de la Audiencia de Guatemala (1569-1609)”, Anuario de Historia del Derecho Español, n.° 71 (2001): 200.
44 “Cartas de cabildos seculares. 15 de octubre de 1573”, en agi, Guatemala, leg. 41, n.° 46.
45 Sobre este tema véase el trabajo de Saint-Lu, La Verapaz, 194-195.
46 Acuña, Relaciones geográficas, 187.
47 “Relación de la provincia…”, f. 47.
48 “Relación de la provincia…”, f. 43v.
49 “Relación de la provincia…”, f. 42v.
50 “Relación de la provincia…”, f. 45.
51 “Relación de la provincia…”, f. 43.
52 “Relación de la provincia…”, ff. 45v-46.
53 Según la edición de García Icazbalceta de las Leyes Nuevas, véase: “Leyes y ordenanzas nuevamente hechas por Su Majestad para la gobernación de las Indias y buen tratamiento y conservación de los indios”, en Joaquín García Icazbalceta, Documentos para la historia de México, II (México: Editorial Porrúa, 2004), 213.
54 Brendecke, Imperio e información, 358-360.
55 Bahena Pérez, “Gobernar en medio del agua”, en dictamen.
56 “Relación de la provincia…”, f. 42.
57 René Acuña tampoco pudo visualizar dicho mapa. Acuña, Relaciones geográficas, 188.
58 “Memoria y relación…”, f. 338.
59 “Memoria y relación…”, f. 338.
60 Sobre las 12 reglas véase: Lewis Hanke, Bartolomé de las Casas, tratados, ii (México: Fondo de Cultura Económica, 1997), 853-913.
61 Bahena Pérez, Una sociedad de frontera, 90.
62 Hanke, Bartolomé de las Casas, 65-66, 72 y 853-913.
63 “Informaciones de Juan de Mesa Altamirano, 3 de abril de 1582”, en agi, Fondo Guatemala, leg. 114, n.° 73. Sobre el tema véase: Bahena Pérez, Una sociedad de frontera, 174.
64 Yanna Yannakakis, Since Time Immemorial. Native Custom & Law in Colonial Mexico (Durham: Duke University Press, 2023), 10-12.
65 Margarita Menegus, “La costumbre indígena en el derecho indiano, 1529-1550”, Anuario Mexicano de Historia del Derecho, n.° 4 (1992): 151-159.
66 “Relación de la provincia …”, f. 46.
67 “Memoria y relación…”, f. 338v.
68 “Memoria y relación…”, ff. 338-338v.
69 “Memoria y relación…”, ff. 338v-339.
70 “Memoria y relación…”, f. 338v.
71 Percheron, “Producción agrícola”, 236-237.
72 Mariano Peset y Margarita Menegus, “Rey propietario o rey soberano”, Historia Mexicana 43, n.° 4 (1994): 563-599.
73 “Memoria y relación…”, ff. 338v-339.
74 “Relación de la provincia…”, ff. 40 y 43.
75 “Relación de la provincia…”, f. 45.
76 “Relación de la provincia…”, f. 40.
77 “Relación de la provincia…”, f. 42.
78 “Relación de la provincia…”, f. 43v.
79 “Relación de la provincia…”, f. 39.
80 “Relación de la provincia…”, f. 40.
81 “Relación de la provincia…”, f. 40.
82 “Relación de la provincia…”, f. 40.
83 “Relación de la provincia…”, f. 44.
84 Fray Tomás de Cárdenas, “Arte de la lengua cacchi de Cobán en la Verapaz, compuesto por el ill[ustrissi]mo Señor Don fray Thomas de Cárdenas, de la Orden de Predicadores, quarto obispo de Coban”, [1501-1600], Bibliothèque Nationale de France (bnf), Départament des Manuscrits, Américain 54, 75 fs. Estudio y transcripción paleográfica en: Mario Humberto Ruz y Claudia Margarita Báez Juárez, eds., Las lenguas mayas en la Guatemala colonial. Lengua K’ekchí (México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Filológicas, Centro de Estudios Mayas, 2020), 1-77.
85 Percheron, “Producción agrícola”, 239.
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Profesora investigadora asociada en el Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (México), en donde desarrolla el proyecto “Tierras, recursos ambientales y lenguajes. Configuración de pueblos indígenas en el Reino de Guatemala (1550-1630)”. Es docente y tutora en el Posgrado en Estudios Mesoamericanos, en el Posgrado en Historia, en el Colegio de Letras Modernas y en el Departamento de Historia de la Universidad Abierta de la Facultad de Filosofía y Letras de la unam. Es doctora en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México. Sus principales líneas de investigación se enfocan en el estudio de los actores indígenas de la comunicación política en las fronteras lingüísticas del Reino de Guatemala (siglos xvi al xviii) y en la movilidad, configuración y reconfiguración de los pueblos indígenas durante los siglos xvi y xvii en el área maya. Además, es coordinadora del nodo temático “Lenguas de gobierno. Intérpretes, traductores y escribanos en los mundos ibéricos”, en la red de historia de las monarquías ibéricas. Entre sus últimas publicaciones destacan: el libro Una sociedad de frontera. Lazos interpersonales y configuración de la vecindad en Ciudad Real de Chiapa (1524-1630), así como los artículos científicos: “‘Bad Interpreters and Scheming Tongues’ Nahuatl and Chiapanec in Lawsuit over Cacicazgos and Tribute in Chiapan”; “Tierra y conflicto: Cristóbal Arias y los mayas tzotziles del ‘común’ de Zinacantán (1580-1599)”; “Sobornos, derramas y ocultamientos: pueblos de indios y control de los recursos locales en la alcaldía mayor de Chiapa, 1580-1616”; y “Conectar conquistas. Circulación de intérpretes en la configuración de fronteras lingüísticas, siglo xvi”. Correo electrónico: atzinbp@comunidad.unam.mx. Orcid: https://orcid.org/0000-0003-1025-2976