Involucramiento de hombres gays millennials mexicanos con los personajes de Sailor Moon

Daniel Eugenio Salinas Lara

サリナス ララ ・ ダニエル エウヘニオ

Licenciado en animación y arte digital, Tecnológico de Monterrey

Magíster en Estudios humanísticos, Tecnológico de Monterrey

Estudiante de doctorado en estudios humanísticos, Tecnológico de Monterrey

モンテレイ工科大学 アニメーション・デジタルアート学 学士

モンテレイ工科大学 人文学研究 修士

モンテレイ工科大学 人文学研究 博士課程在籍

Raúl Alejandro Treviño González

トレビーニョ ゴンサレス・ラウル アレハンドロ

Licenciado en relaciones internacionales, Tecnológico de Monterrey

Magíster Ciencias especializada en comunicación, Tecnológico de Monterrey

Estudiante de doctorado en estudios humanísticos, Tecnológico de Monterrey

モンテレイ工科大学 ・ 国際関係学 学士

モンテレイ工科大学 コミュニケーション専門 修士

モンテレイ工科大学 人文学研究 博士課程在籍

https://doi.org/10.53010/kobai.09.2025.04

Un anime que marcó a una generación

El estudio del consumo de medios por parte de hombres gays suele enfocarse en la representación de personajes LGBTQ+ en producciones dirigidas a adolescentes y adultos (Dhoest, 2023), dejando de lado la recepción de obras para un público más joven. El presente trabajo busca identificar de manera retrospectiva los procesos de involucramiento (Wirth, 2006) de hombres gays millennials mexicanos con los personajes del influyente (Givens, 2021) anime shōjo1 Pretty Guardian Sailor Moon (Azuma et al., 1992), Sailor Moon en Latinoamérica, el cual vieron durante su infancia en los 1990. Este trabajo se desprende de una investigación cualitativa sobre subjetividad e identidad gay con relación al consumo de este anime, y para el cual se realizaron entrevistas semiestructuradas a diez integrantes de la población mencionada quienes desde temprana edad se consideran fans (Jenkins, 1992) de la serie.

Sailor Moon (1992), anime basado en el manga de Naoko Takeuchi, pertenece al subgénero mahō shōjo (Saito, 2014; Cobos y Mercado, 2018), o chica mágica, que se caracteriza por presentar protagonistas femeninas jóvenes que, acompañadas de una mascota mentora kawaii, obtienen un amuleto con el cual se transforman —en una secuencia que puede ser un espectáculo audiovisual coreografiado (ver Figura 1)— y obtienen poderes mágicos para salvar al mundo y vivir aventuras que enfatizan emociones y sentimientos fuertes como el amor. En los inicios de la serie la protagonista Usagi2 Tsukino, una despistada pero noble colegiala japonesa de 14 años, obtiene el poder de transformarse en la guerrera mágica Sailor Moon gracias a un amuleto de transformación otorgado por su gata mentora Luna, para así luchar contra el mal acompañada de un creciente y colorido reparto de amigas guerreras, así como de su interés amoroso principal Mamoru Chiba, alias Tuxedo Mask.

Figura 1

Fan art de la secuencia de transformación de Sailor Moon

Magnomalo, Sin título [ilustración digital], s.f.

Sailor Moon (1992) formó parte del boom del anime en Latinoamérica (Camacho Quiroz, 2021), junto con otras series como Saint Seiya (1986) y Dragon Ball (1986). Se transmitió por primera vez en México, con un doblaje al español latino, en 1996 por señal abierta de televisión y en esta época tuvo retransmisiones hasta 2001. Durante sus cinco temporadas (200 capítulos) se incorporan al reparto múltiples héroes y villanos, mayormente personajes femeninos, entre los cuales destaca la inclusión en la tercera temporada de la pareja formada por Sailor Uranus y Sailor Neptune, cuya dimensión romántica se presentó con mínima censura (Benítez Báez, 2018). También notable es la aparición en la quinta temporada de las tres Sailor Starlights, quienes poseen la habilidad de cambiar de sexo, así como otros personajes de expresión de género no convencional —para el contexto latinoamericano de la época—, como el extravagante grupo de villanos masculinos de la cuarta temporada llamado Trío Amazonas, del que uno de sus integrantes es abiertamente homosexual.

Los estudios de involucramiento con personajes de ficción cobraron relevancia desde los 80 (Ang, 1985; Fiske, 2011) y en una revisión de literatura se ha encontrado trabajo realizado en Latinoamérica como el de Leetoy López (1998), que habla sobre el caso de Dragon Ball Z (1989), donde niños mexicanos enaltecen la masculinidad de personajes masculinos como Goku y menosprecian a personajes femeninos como Bulma, por considerar que esta última tiene actitudes y capacidades inferiores. El trabajo de Camacho Quiroz (2021) incluye casos de los modelos de conducta que fans han elaborado con base en personajes de anime. En el medio de los videojuegos, la investigación de Treviño et al. (2024), habla de cómo interpretan mujeres mexicanas los personajes femeninos, donde destaca el rechazo de su sexualización.

Entendiendo el involucramiento con personajes de ficción

El involucramiento es el grado de interacción cognitiva, afectiva o conativa (que busca influir en el comportamiento) del espectador con un texto dentro un corto, mediano o largo plazo (Wirth, 2006). Para este trabajo se han tomado en cuenta los siguientes procesos de involucramiento (ver descripción en Tabla 1): similitud, gusto y afinidad, aspiración, interacción parasocial, atracción romántica y rechazo. Estos procesos pueden ocurrir de manera simultánea o derivarse uno de otro.

Tabla 1

Descripción de los procesos de involucramiento


Proceso

Autor(es)

Descripción

Similitud, gusto y afinidad

Cohen (2001)

Se juzga, admira o simpatiza con el personaje, buscando consistencia interna o realismo emocional. Puede existir identificación a partir de compartir atributos o experiencias con el personaje.

Aspiración

Cohen (2001), Hoffner y Buchanan (2005)

Se desea parecerse al personaje, posiblemente al grado de adquirir nuevos comportamientos. Agrupación de los procesos de identificación aspiracional e imitación.

Interacción parasocial

Cohen (2001

Se desarrolla una relación de apego con el personaje, similar a una amistad.

Atracción romántica

Stever (2017)

Se siente atracción física o romántica hacia el personaje.

Rechazo

Palmer y Hafen (1999)

Se está en desacuerdo o no simpatiza con el personaje, con base en la experiencia propia o algo visto en la producción.


Los conceptos de género y masculinidad resultan útiles para complementar el análisis. Según Connell (2005), el género es el constructo social, cambiante con el tiempo y las culturas, que dicta cómo deben ser las personas de acuerdo con su sexo, donde la masculinidad es la oposición a lo femenino a través de la experiencia corporal, personalidad y cultura, con base en los roles reproductivos. La masculinidad hegemónica (Connell, 2005) es aquella impuesta socioculturalmente como ideal y deseable para el hombre y usualmente deriva en opresión hacia varones que se alejen de ella.

Alex Olascoaga, Identidad binaria, [ilustración digital], 2025.

En cuanto a hombres gays, Halperin (2012) menciona que es común que muestren inconformidad de género desde temprana edad, lo cual se expresa en una tendencia a alejarse de actividades o comportamientos tradicionalmente masculinos, que en este caso se reflejaría como el consumo televisivo habitual de contenido dirigido a un público femenino. El autor también habla de personajes femeninos que funcionan como identidad sustituto (proxy identity) para varones gays por presentar características físicas o psicológicas más afines a su subjetividad particular y que no suelen encontrar en los personajes masculinos. Lo anterior correspondería a un acto de resignificación y reapropiación como fan (Jenkins, 1992) de un artefacto cultural con fines personales.



Alex Olascoaga, Proxy Identity, [ilustración digital], 2025.

Características de la investigación

Se realizaron entrevistas semiestructuradas presenciales en Monterrey, México de enero a noviembre de 2023, todas en cafés públicos a excepción de una. El perfil de la muestra es de un varón gay nacido entre 1985 y 1994, con menos de 12 años cumplidos al comenzar a ver la serie en su transmisión original en televisión mexicana de 1996 a 2001 y que actualmente todavía se considere fan de la serie. La edad mencionada se determinó porque representa haber consumido la serie en una etapa de desarrollo entre la infancia y adolescencia, cuando suele ocurrir el autodescubrimiento de la orientación sexual propia (Castañeda, 2011). Los entrevistados se encontraron mediante la técnica de bola de nieve (Martínez-Salgado, 2012), una historia pública en Facebook e Instagram, y en un caso a partir de un acercamiento directo en redes tras escuchar en un podcast su gusto por la serie. La saturación teórica (Martínez-Salgado, 2012), el punto en el que tras una diversidad de ideas ya no aparecen adicionales relevantes, se alcanzó a las diez entrevistas. Como corpus de análisis se utilizaron las transcripciones de las entrevistas y a cada participante se le ha asignado un pseudónimo aleatorio para resguardar su identidad.

El instrumento para las entrevistas se enfocaba en la construcción de identidad y la experiencia de consumo de Sailor Moon (1992) desde la infancia hasta la adultez. El cuestionario contenía preguntas específicas para determinar personajes favoritos o que suscitaban identificación y aquellos que generaban rechazo. En los casos en los que se ahondara sobre algún personaje fuera de estas preguntas específicas, se ha considerado en los resultados cuando existe suficiente información para determinar un proceso de involucramiento.

Cómo fue convivir con los personajes de Sailor Moon desde temprana edad

Para matizar los resultados es pertinente comprender la concepción del género masculino que los entrevistados habían asimilado de su entorno desde temprana edad:

[un hombre] tiene que tener las tres F’s: feo, fuerte y formal. [...] no mostrar muchos sentimientos, no llorar [...], que le gusten los deportes, que sea como que el hombre proveedor que trabaja. En caso de los niños, que juegue fútbol, que se junte solamente con [varones] [...] que repudiara todo lo que está relacionado con cosas de niña, ya sea, programas de televisión, juguetes, ropa (TONY, 34).

Incumplir con los mandatos de la masculinidad hegemónica podía provocar sentimientos de insuficiencia, vergüenza o invalidación, lo que llevaba a los entrevistados a minimizar o esconder gustos, comportamientos o preferencias que pudieran asociarse con la homosexualidad o una falta de masculinidad.

Tenía que cuidarme, de que las otras personas no notaran mi preferencia por este tipo de estética, de juguetes, o de programas, o de lo que sea. [...] [si] te dejabas ver, […] eras presa de todo tipo de violencia que te puedas imaginar y era siempre estar a la defensiva (MIKE, 37).

Por esta razón para algunos entrevistados el consumo de Sailor Moon (1992) en ocasiones también era algo que se hacía con cautela.

El proceso de similitud, gusto y afinidad fue el más recurrente entre los participantes. Declararon parecerse a algunos personajes por sus comportamientos, personalidades o por atravesar por situaciones similares. Sailor Moon en particular suscitaba identificación por su personalidad:

[ Me identificaba con Usagi] porque siempre tenía hambre, siempre llegaba corriendo, siempre la castigaban, siempre la regañaban, y se la pasaba soñando, […] imaginándose cosas que quería hacer, encontrar a alguien que la quisiera pues así como era ella, tener una doble identidad, que nadie supiera que era ella, cómo la querían sus amigas, cómo la protegían… (JAVI, 38).



Alex Olascoaga, Recuerdos, [ilustración digital], 2025.

Sailor Uranus y Sailor Neptune sobresalieron por la admiración que generaban por su apariencia, personalidad o sexualidad.

Son dos mujeres que […] toman roles muy distintos a lo que se supone que deberían de hacer, entonces [se] me hacían como las que más se parecían a mí en ese momento (FER, 33).

El amplio reparto de personajes, mayormente femeninos, proveía muchas posibilidades para encontrar aquel que apelara a la subjetividad y gustos propios. Se mencionó en varias ocasiones una apreciación por la dualidad masculino-femenino de personajes como Sailor Uranus, lo cual podría corresponder a la búsqueda de una identidad sustituto (Halperin, 2012) que reflejara un distanciamiento de estereotipos de género rígidos.

El proceso de aspiración apareció cuando entrevistados expresaron el deseo de emular actitudes o características socioemocionales, como el poder de perdonar, hacer amistades, tener novio o incluso poder expresar feminidad tradicional, como cultivar la belleza personal.

Yo recuerdo que envidiaba y yo deseaba tener la capacidad de perdonar de Sailor Moon, que sin importar cuánto daño le hicieran, ella siempre podía perdonar (LEO, 35).

Quería en cierta manera, supongo, ser como ellas. Me refiero a que sí llegué a pensar: me gustaría, no sé, vestirme bonito o etcétera (ALAN, 35).

También un par de entrevistados declaró haber jugado a transformarse cuando eran niños, imitando las secuencias de transformación que veían en pantalla.

Yo recuerdo que […] de niño también jugaba a que yo también me transformaba y todo eso, o sea, ese tipo de transformación mágica, […] como que dejó una impresión muy fuerte… (CHARLIE, 35).



Alex Olascoaga, Sailor Who?, [ilustración digital], 2025.

La dualidad de masculinidad-feminidad de las Sailor Starlights también fue mencionada como esperanzadora dentro de un entorno conservador:

Se me hacía como que más esperanzado, […] no importa si eres niña o eres niño, te puedes convertir en una guerrera y luchar por el amor y la justicia, ¿no? (FER, 33).

La interacción parasocial se presentó en menor medida comparada con otros procesos y se detectó a través de la manera en la que los entrevistados hablaron de algunos personajes como si fueran cercanos a ellos, con deseo de convivir con ellos o mediante comentarios que parecían dirigirse directamente a ellos denotando una conexión emocional.

Sí tenía amigos, pero de cierta forma sí me sentía un poquito solo […]. Entonces creo que de alguna forma sí encontré esa compañía en la caricatura y en la figura de [Usagi] (LEO, 35).

La atracción romántica que pudo detectarse estaba dirigida exclusivamente a personajes varones como Mamoru, incluso algunos entrevistados declararon ya estar conscientes de su orientación sexual desde temprana edad.

Ah, pues sí, pues [Mamoru]. [...] Porque me gustaba [risas] [...]. Sí, o sea, porque yo desde los 5 años yo sé que me gustaban los niños. Entonces no es como que fuera así como sorpresa… (DIEGO, 38).

Cabe destacar que la mayoría de la atracción estaba dirigida a personajes cuya apariencia y personalidad son tradicionalmente masculinas: cabello corto, voz grave, vestimenta tradicional masculina. Otros personajes masculinos de apariencia menos convencional, no fueron considerados atractivos de la misma manera, lo cual puede inferirse que corresponde a una atracción a la masculinidad que podrían haber visto en su entorno.

Respecto al proceso de rechazo, resaltan las múltiples menciones a Tuxedo Mask y Sailor Chibi Moon. De manera paradójica, el primero, a pesar de generar la mayor atracción romántica, es también uno de los personajes más rechazados por su dinámica en el grupo.

[¿P]or qué le dan como mucho crédito si este güey nada más viene y avienta una pinche rosa y estas morras son las que ya están todas puteadas? Como que eso me caía gordo, como que: ay, ¿por qué tiene que estar este vato, como por qué? (HUGO, 29).

En el caso de la segunda, ni su personalidad ni su protagonismo a partir de la segunda temporada era del agrado de todos, generalmente por el hecho de ser una niña pequeña.

La odié por completo, siento que llegó a arruinar la serie [...] era muy [en]gorrosa, […]. Y siempre quería llamar la atención y luego decía siempre que quería que le ayudaran, [...]. Metía mucha cizaña entre [Usagi] y [Mamoru], siempre la tenían que salvar (TONY, 34).

También se hizo explícita una mención de rechazo hacia el Trío Amazonas, cuya apariencia distaba de una imagen masculina tradicional:

Porque [el Trío Amazonas] no parecen hombres, entonces súmale mis propios problemas de identificación y yo tratar de ocultar mi propia homosexualidad, entonces a mí no me convenía para nada que se me relacionara así (LEO, 35).

Por razones similares, las Sailor Starlights suscitaron respuestas polarizadas, enfatizando el hecho de que cambiaban de sexo al transformarse.

El hecho que se transforman de hombre […] y fueran mujeres, pues sí fue: ¿cómo? Simplemente me causó mucha confusión, no la entendía (SAM, 34).

El rechazo hacia Tuxedo Mask y Sailor Chibi Moon resalta porque estos dos personajes salen del prototipo de bella heroína aspiracional del anime. En el caso de las Sailor Starlights y otros personajes masculinos menos convencionales, el rechazo surge en parte por su percibida falta de masculinidad, lo cual puede inferirse que es una consecuencia de homofobia interiorizada (Castañeda, 2011), lo que producía que los entrevistados a temprana edad no quisieran haber sido percibidos como gays o afeminados. Es relevante también mencionar que cuatro de los diez entrevistados respondieron negativamente cuando se les pidió nombrar un personaje masculino de su gusto, lo cual refleja una preferencia clara y marcada por los personajes femeninos.

La importancia de Sailor Moon para hombres gays millennials

Los hombres gays millennials mexicanos que participaron en esta investigación muestran a través de su relación con los personajes de Sailor Moon (1992) una compleja dinámica de identificación y aspiración que desafía expectativas de género tradicionales. Como hace un fan (Jenkins, 1992), los participantes desmenuzaron el texto mediático, se apropiaron de él y le dieron una relectura, teniendo esto como objetivo el explorar y negociar su propia identidad (ver Figura 2), así como su relación con los modelos de género convencionales y la masculinidad hegemónica.

Se observa un fuerte vínculo emocional con los personajes que ha perdurado a lo largo del tiempo y que se ha fortalecido gracias a la reflexión, similar a lo que se ha encontrado en trabajos que muestran una resignificación de personajes de la infancia como el de Treviño et al. (2024), sobre todo cuando se trata de género. La polarización que causaban los personajes masculinos no convencionales, como las Sailor Starlights, habla de que el sexo de los entrevistados tuvo una influencia directa en su involucramiento, ya que costaba más trabajo aceptar una representación de un varón “afeminado”. Es por esto que la identidad sustituto (Halperin, 2012) suscitada por los personajes femeninos prototípicos de la serie ayudó a los entrevistados a reconocer su subjetividad particular o feminidad de manera más cómoda o segura.

Figura 2

Ilustración autorrepresentiva



Daniel Aldrete, Ilustración autorrepresentativa [ilustración digital], s.f.

Los valores, ideales, estética y subjetividades que representaban los personajes de Sailor Moon trascendieron su intención original como un texto dirigido a un público femenino joven japonés. Debido a esto la serie es y sigue siendo admirada por la generación millennial mexicana e incluso podría considerarse parte de la cultura gay de esta generación (Salinas, 2024). Futuras investigaciones en la misma línea podrían ampliar el rango de edad, país de la muestra, utilizar otra serie o anime como recurso o considerar otras poblaciones sexo-disidentes.

Bibliografía

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1 La categorización japonesa para anime y manga digido a un público joven es: shōjo para el público femenino y shōnen para el masculino (Pagan, 2018). El primer tipo suele enfatizar el drama, emociones y el amor idealizado, mientras que el segundo resalta la acción o comedia. La categoría no implica un apego demasiado estricto a estas convenciones.

2 Para ser consistentes con los lineamientos actuales de la franquicia, en este artículo se han remplazado los nombres del doblaje al español latino de la transmisión original mexicana con los oficiales a nivel internacional: Serena es Usagi, Darien es Mamoru, etc.