El marco de la pandemia ocasionada por el virus SARS CoV-2 nos ha enfrentado a cambios sustanciales en todos los ámbitos de la sociedad, particularmente en la práctica médica. Los profesionales de la salud nos hemos visto ante la necesidad apremiante de evitar el contagio del paciente, el personal asistencial y el personal médico y paramédico durante la atención clínica. En este orden de ideas, y reconociendo que muchos de los procedimientos médicos diagnósticos o terapéuticos generan aerosoles potencialmente contaminantes al momento de su realización, se suspendieron a nivel mundial, en mayor o menor grado, las actividades médicas electivas, permitiendo sólo, y con enorme preocupación, la práctica de procedi -mientos que representaban una urgencia vital. No obstante, esto no podía ser sostenible en el tiempo dado el retraso o aplazamiento en la prestación de servicios de salud que finalmente empeoraban el pronóstico de muchas otras enfermedades.
Una de las patologías que ha empeorado su pronóstico durante este periodo de pandemia ha sido el cáncer de estómago, cuya alta incidencia ha ubicado tradicionalmente a Colombia en los primeros lugares después de Chile y Japón. Este último presenta la tasa más alta a nivel mundial, alcanzando 120 casos nuevos por 100.000 habitantes. No obstante su alta incidencia, Japón, país pionero en el desarrollo de la endoscopia digestiva, ha mejorado dramáticamente el pronóstico de la enfermedad al lograr los más altos índices de diagnóstico temprano por sus programas de detección precoz mediante el uso, durante décadas, de radiología y, particularmente, de endoscopia digestiva, realizada a todos los mayores de 30 años estando incluso asintomáticos. Por otro lado, en regiones como el altiplano cundi-boyacense, los Santanderes o Nariño en Colombia se han reportado cifras de hasta 150 casos por cada 100.000 habitantes, siendo estas incluso superiores a la media de Japón.
Aunque en Colombia no se ha establecido un programa formal de detección precoz, la realización de endoscopia a pacientes con síntomas, como dolor epigástrico (en la boca del estómago), así como los presentados en casos de condiciones benignas como la gastritis, ha permitido diagnosticar de forma más temprana la presencia del cáncer de estómago. Esto ha mejorado de forma importante el pronóstico al poder instaurar tratamientos con mayor prontitud. Además, la tasa de mortalidad global en Colombia, según el Observatorio Nacional del Cáncer del Ministerio de Salud, alcanza una media de 12 por cada 100.000 habitantes, lo cual representa hoy un riesgo intermedio según la cifra ASIR (Age Standardized Incidence Rate).
Sin embargo, la aparición de la pandemia ha llevado a que el temor al contagio -no sólo por parte del gremio médico, sino también por parte de los pacientes- durante la realización de proce-dimientos endoscópicos, influya de forma directa en la detección tardía del cáncer gástrico y, por consiguiente, en la reducción de las posibilidades de curación y disminución en la sobrevida. Como consecuencia de la aparición de la pandemia por SARS-CoV2, la NYSGE (New York Society for Gastrointestinal Endoscopy) y la ESGE (European Society for Gastrointestinal Endoscopy) determinaron lineamientos para restringir al máximo la realización de procedimientos endoscópicos e, incluso, aquellos programas de detección precoz de cáncer gastrointestinal basados en estos. En Japón, la Unidad Nacional COVID-19 (Japanese National COVID-19), ha actualizado sus lineamientos diariamente y ha establecido también que, dada la situación de pandemia y a menos que sea un requerimiento de urgencia, la endoscopia gastrointestinal debe ser evitada o pospuesta, no solo en pacientes que han sido reportados positivos para SARS-CoV-2, sino también en aquellos sintomáticos no confirmados o altamente sospechosos, e, incluso, en pacientes asintomáticos. Lo anterior dado que podrían ser portadores del virus y potencialmente infectantes. Estos lineamientos han sido especialmente adoptados en aquellas áreas en las que el estado de emergencia ha sido declarado por el gobierno japonés.
Ante este panorama sombrío, los profesionales de la salud a nivel mundial nos vimos obligados a evaluar alternativas que nos permitiesen retomar nuestras labores de atención. Así, se centró la protección en aspectos como disminuir al mínimo el tiempo de exposición durante los procedimientos a los fómites y/o aerosoles que pudieran generarse; disminuir la probable exposición a los mismos utilizando barreras protectoras (elementos de protección personal, plásticos, cámaras acrílicas o máscaras); lograr un ambiente bien ventilado o con adecuados recambios de aire en el sitio donde se realizan los procedimientos; desarrollar protocolos de colocación y retiro de elementos de protección personal; desinfección y esterilización de equipos y áreas de trabajo; y la adecuada clasificación del tipo de procedimientos y de pacientes, enfatizando en los antecedentes de exposición y sintomatología asociada al SARS CoV-2 . Una vez establecida la oportunidad de reiniciar la atención de pacientes y con la falta de experticia a nivel global, cada servicio y especialidad médica empezó a adaptar elementos que pudiesen contener y evitar la exposición, algunos en forma empírica, pero basados en la lógica de crear una barrera entre la respiración del paciente y la respiración del examinador y el personal de apoyo.
Sin embargo, no sólo debe ser tenido en cuenta el riesgo de contagio implícito en procedimientos como fibro-broncoscopias, endoscopias digestivas, fibro-naso laringoscopias y la intubación orotraqueal durante la anestesia, entre otros. Además, es imperativo tener un sistema que cumpla con los objetivos de protección respiratoria del paciente que en muchos de los casos se encuentra bajo sedación o anestesia. En ese sentido, es de vital importancia la administración de oxígeno, la prevención de la re-inhalación de dióxido de carbono, la posibilidad de tener un sistema sellado que permita ventilación a presión positiva sin detener el examen, la disponibilidad de adaptar filtros tipo N95 en la salida espiratoria, y el acceso a canales de trabajo para el paso hermético de equipos endoscópicos, simultáneamente con sondas, balones y elementos que permitan succión o aspiración de secreciones.
Con este complejo panorama, en Colombia nos dimos a la tarea de diseñar un nuevo dispositivo que cumpliera con todos estos requerimientos. Fue así cómo nació 4SAFEMASK, una máscara facial sostenida por un arnés elástico, que, adaptada al paciente, permite la realización segura y efectiva de diferentes procedimientos diagnósticos y terapéuticos de múltiples y diferentes especialidades médicas, brindando protección anti-infecciosa y seguridad respiratoria. Esta máscara brinda un sistema sellado que cuenta con cuatro puertos de trabajo y válvulas unidireccionales que permiten la introducción de equipos endoscópicos, manteniendo la contención de aerosoles. La disposición lineal de los puertos en el eje longitudinal de la máscara permite el acceso nasal o bucal de instrumentos o equipos, según la necesidad del procedimiento. Incluso, la estandarización de las medidas de los puertos y válvulas no solo da la opción de intercambiar estas últimas a necesidad, sino que permite la adaptación de otros dispositivos médicos para monitorización o soporte respiratorio en diferentes situaciones. Cuenta con un puerto de oxigenación y tres puertos variables en su uso y destinados a trabajo y soporte respiratorio, incluida la adaptación de un filtro antiviral/antibacteriano. Introducir esta máscara en los protocolos de bioseguridad de unidades de endoscopia, neumología, otorrinolaringología, cardiología, anestesia e, incluso, usos en oftalmología, urgencias y Unidades de Cuidado Intensivo será de vital importancia no sólo en estos tiempos de COVID-19, sino que, con seguridad, será adoptada como un dispositivo adicional de protección en la práctica clínica a partir de ahora.
En el caso particular de las unidades de endoscopia, donde se realiza el diagnóstico de la gran mayoría de tumores gastrointestinales, principalmente de esófago, estómago y colon, un dispositivo de estas características permite retomar nuevamente los procedimientos diagnósticos y terapéuticos con bajo riesgo de contagio para profesionales y pacientes. Aunque también existen métodos radiológicos, como las vías digestivas con contraste practicadas con alta sensibilidad en Japón, y otros métodos como el TAC (Tomografía Axial Computarizada) o la resonancia magnética nuclear, que contribuyen al diagnóstico de estas patologías sin la peligrosa generación de aerosoles, la endoscopia continúa siendo claramente el Estándar de Oro. Si el diagnóstico se realiza en estados tempranos de la enfermedad, como solo lo permite la endoscopia digestiva, muchos de estos tumores, incluso, podrían ser tratados por vía endoscópica, realizando resecciones completas de la lesión, de acuerdo con las técnicas de mucosectomía. Estas últimas han sido descritas también en Japón desde hace algunas décadas, evitando así la necesidad de realizar cirugías mayores.
Para enfatizar, no se debe olvidar que en el actual escenario de la pandemia por SARS-Cov2, estudios a nivel mundial ya demuestran que la tasa de detección precoz de cáncer gástrico ha disminuido casi a la mitad y que pacientes con tumores avanzados o que requieren cirugía y sufren el contagio son más propensos a desarrollar complicaciones graves de la enfermedad por COVID-19. Por otra parte, pacientes que se presentan en situación de emergencia con complicaciones de tumores avanzados, como sangrado u obstrucción, deberían ser inicialmente manejados mediante intervenciones endoscópicas. Entonces, es así cómo un dispositivo de protección que permita prevenir el contagio infeccioso durante procedimientos médicos de alta relevancia en endoscopia digestiva, y otras especialidades médicas, se convierte en una herramienta invaluable. Esto no sólo en momentos de pandemia como el actual, sino que, al mejorar la oxigenación y optimizar el apoyo respiratorio particularmente en procedimientos realizados bajo sedación, cada vez más frecuentes en la práctica clínica, suma seguridad tanto al paciente como al profesional médico en el presente y futuro. Contribuye a devolver la confianza en la atención médica y a evitar diagnósticos tardíos. Fue diseñado en Colombia y, algo que quiero destacar, producido en Colombia, donde la industria médica ha sido tradicionalmente casi inexistente. Cuenta con patentes de diseño y registro sanitario que garantizan la calidad de manufactura y seguridad en la selección de materiales. Un producto así mejorará la calidad de vida de muchos pacientes, tanto en Colombia, como en otros países de altas cifras de cáncer, como Japón.
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Andrea Sánchez Cardona
Akabeko, 2021
El akabeko es un juguete de la región de Tohoku que representa a una vaca o un buey rojo. Se dice que su color puede espantar demonios y que sus marcas ayudan a mantener enfermedades como varicela lejos de los niños y niñas. Este año del buey, los akabeko se encuentran con el trabajo más arduo que han tenido en décadas. Por suerte, ya contamos con muchas herramientas para ayudarles.





