En Japón, cuando se piensa en mujeres colombianas Shakira es, probablemente, el primer nombre que viene a la mente de los japoneses. Asimismo, Íngrid Betancourt es una figura política con una voluntad inquebrantable, cuyos dos libros han sido traducidos al japonés. Pero en Japón, ¿quién es la japonesa más conocida? ¿Quizás Yayoi Kusama, Yōko Ono o Naomi Osaka? En este artículo, quisiera presentar una escritora japonesa llamada Yōko Tawada (多和田葉子), e introducirlos en el periodo Heisei (1989-2019) (época durante la cual publicó muchas de sus obras más representativas). Actualmente, quizás ella sea lo más cercano a un Premio Nobel en Japón.
En primer lugar, hoy en día es difícil para las mujeres desempeñar un papel activo en la sociedad japonesa. De acuerdo con un informe, sobre la brecha global de género, publicado por el Foro Económico Mundial, en 2020 Japón ocupó el lugar 120 de 153 países enlistados, mientras que Colombia ocupó el lugar 59.
Por otra parte, en las escuelas de Japón casi no se leen escritoras japonesas, ni novelas escritas por mujeres en general. Lo que más se lee son fragmentos de obras clásicas, como la Historia de Genji y El libro de la almohada, que fueron escritas por damas de la corte hacia finales del siglo X; por supuesto, son excepciones. Cuando era estudiante, leíamos a Sōseki, Ōgai, Akutagawa, Kawabata y Ōe, pero todos esos escritores son hombres. Fue solo de adulta, y por interés personal, cuando comencé a leer novelas de escritoras japonesas. Sin embargo, en estos últimos años, en Japón, se está leyendo mucha literatura escrita por mujeres, como es el caso de Yōko Tawada.
Los treinta años del periodo Heisei (1989-2019)
En Japón tenemos la costumbre de nombrar los períodos históricos bajo el nombre del emperador regente. El periodo Heisei duró 30 años y hace tan sólo tres años que finalizó. Por lo tanto, hablar sobre Heisei es hablar sobre el Japón contemporáneo. Tawada encarna, justamente, el periodo Heisei, ya que escribió una gran cantidad de sus obras durante estos treinta años.
¿Cómo era la situación de las mujeres japonesas durante el periodo Heisei? En el primer año de este periodo, la tasa de natalidad se redujo significativamente a 1.57 nacidos por cada mil habitantes, y desde entonces ha continuado bajando (en 2019 fue del 1.36). En el año 1986 se promulgó la Ley de Empleo Igualitario2, la cual prohibía que los propietarios de empresas discriminaran por motivos de género al reclutar, contratar, asignar, dar ascensos, etcétera. A pesar de esto, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, en el año 2015 el índice de mujeres ocupando cargos directivos en Japón era del 11.1%; en contraste, en Colombia ese índice alcanza el 53.1%.
Recientemente, el gobierno japonés ha comenzado a promover una serie de iniciativas, con el objetivo de crear “una sociedad donde las mujeres brillen”3. Si bien es cierto que, además, se han desarrollado movimientos feministas de forma generalizada, de todos modos, estamos aún muy lejos de una sociedad sin desigualdad de género. Por otro lado, en el año 2001 se promulgó una Ley contra la Violencia Doméstica y, en el año 2018, una ley que busca igualar el número de hombres y mujeres que ocupan cargos parlamentarios. Sin embargo, aunque dichos cambios hayan surgido en el plano legal, en el de la sociedad civil todavía existe la idea de que el cuidado de los niños es trabajo y obligación de las mujeres.
Escritoras contemporáneas destacadas
A pesar de esta situación desfavorable para las mujeres, hoy en día el impacto de las escritoras locales dentro del mundo literario japonés es notable. Consideremos los siguientes ejemplos que involucran dos premios literarios importantes de Japón, el Premio Akutagawa y el Premio Naoki, nombrados en honor a Ryūnosuke Akutagawa y Sanjūgo Naoki, respectivamente4. En el primer semestre del año 2021, para la última edición del Premio Akutagawa, hubo dos ganadoras: Kotomi Ri, nacida en Taiwán o República de China, y Mai Ishizawa, quien vive en Alemania. Por otro lado, hace dos años, fue un tema muy polémico el hecho de lo que los seis candidatos al Premio Naoki fueran, todas, mujeres.
Considerando este breve pantallazo de los premios literarios japoneses en la actualidad una cosa se puede decir con seguridad, el porcentaje de mujeres ganadoras está aumentando gradualmente. Hasta ahora ambos premios habían sido otorgados mayoritariamente a escritores hombres, pero hoy esta situación está cambiando. De igual manera, ciertamente, durante los últimos años las obras de Haruki Murakami han sido traducidas a muchos idiomas. Es más, hoy en día son, en cambio, las escritoras japonesas quienes han estado ganando más popularidad en el extranjero.
Por ejemplo, Yōko Tawada ganó el Premio Nacional del Libro en Estados Unidos en 2018, Miri Yu ganó ese mismo premio en 2020 y Yōko Ogawa fue finalista del Premio Booker en Inglaterra también en 2020; estas tres escritoras han recibido el Premio Akutagawa. Todo esto demuestra que la actividad de las escritoras japonesas ha sido muy relevante en los últimos años. A modo de ejemplo personal, permítaseme agregar que, en una librería en Buenos Aires, el año pasado me topé con una sección sobre literatura japonesa en la que encontré muchos libros de Mishima y Kawabata, pero también una amplia selección de escritoras japonesas. Había textos de Hiromi Kawakami, Yōko Ogawa, Minae Mizumura y Natsuo Kirino. En esa selección encontré, además, Memorias de una osa polar de Yōko Tawada, una novela que no había podido comprar en México, en octubre del año anterior, porque cada vez que iba a la librería ya estaba agotada, lo cual me dio a entender que ese libro se estaba vendiendo muy bien allí. Las escritoras japonesas también tienen, como puede verse, una fuerte presencia en América Latina.
La peculiaridad del caso de Yōko Tawada
Ahora voy a contar un poco sobre la carrera de Yōko Tawada, si bien pueden consultarse más detalles en la página de Wikipedia y en el sitio web de la autora. Tawada nació en Tokio en 1960 y se mudó a Alemania cuando tenía veintidós años. Escribe tanto en japonés, su lengua materna, como en alemán. Ha publicado novelas, cuentos, poesías, ensayos y ha recibido numerosos galardones, tales como el Premio Akutagawa, el Tanizaki, el Adelbert von Chamisso y la Medalla Goethe.
Quisiera señalar que, aunque nació en Japón, Tawada ha vivido en Alemania por más de 30 años, periodo que corresponde precisamente al periodo Heisei. Antes de la pandemia, Tawada aceptaba invitaciones de la Fundación Japón, el Instituto Goethe y otras instituciones, de modo que viajaba tres cuartas partes del año. Tawada participó en el Hay Festival Cartagena en Colombia, en febrero del 2019. Luego, visitó Brasil en octubre de ese mismo año. En São Paulo tuve la oportunidad de hablar directamente con ella porque visitamos juntas el Museo de la Inmigración. Tawada se interesó sobre todo en los nombres japoneses y alemanes grabados en las paredes del museo y me dijo que, comparado a Japón, Alemania está mucho más cerca de América Latina.
Posteriormente, en una entrevista, le preguntaron a Tawada por qué seguía viviendo en Alemania, a lo que ella contestó: “Amo el japonés, pero si sólo puedo usar una lengua, entonces no tengo libertad. No se puede comparar esa lengua con otra cosa y por esa razón mis pensamientos se limitan nada más que a esa jaula”5.
Tawada también dijo que fue por esta razón que emigró a Alemania, pues entendió que allí podía construir una relación con las lenguas, sin estar limitada por el marco de una sola lengua. En la misma entrevista, explica las ventajas de utilizar tanto el japonés como el alemán de la siguiente manera: “En alemán puedes decir directamente lo que quieres decir. Pero en japonés primero tienes que decir muchas cosas para poder llegar al punto importante”6. Aunque Tawada ha vivido en Alemania durante muchos años, mucho de Japón queda en su obra y en su propia vida. Lo cierto es que nunca dejará de ser japonesa.
Su actitud fuera de Japón
En 2011, ocurrió el Gran Terremoto de Tōhoku. En ese momento, Tawada estaba en su casa en Berlín y, puesto que toda la situación la preocupó, se pronunció poco después sobre el terremoto y dijo lo siguiente:
¿Por qué no huyen los japoneses? ¿Por qué no huyen al extranjero? Había una voz básica muy extendida que decía: “Huir sólo es una cobardía”. Y tiene sentido que, si puedes ayudar, entonces te quedes y ayudes. Pero si no pueden hacer nada, las personas deben huir. Yo estuve reflexionando muchísimo sobre este problema. En medio de esto escribí, en el verano del 2011, La isla inmortal7.
Es decir, habían pasado tan sólo cuatro meses desde el terremoto cuando Tawada terminó La isla inmortal. El cuento terminó publicándose en Japón, en febrero de 2012, para una selección sobre el terremoto, donde todos los textos fueron escritos por autores japoneses. Este libro, Soredemo san-gatsu wa mata8, se publicó además en inglés en marzo del mismo año. La trama de “La isla inmortal” se desarrolla en el futuro, muchos años después del terremoto de Fukushima del 11 de marzo. En ese futuro, los jóvenes son frágiles, mientras que los ancianos nunca mueren. La protagonista, una japonesa que había estado viviendo en Alemania, visita Japón tras la catástrofe para luego regresar a su país de residencia. Entonces, el personal del aeropuerto alemán sospecha que esté contaminada con radiación.
Ahora bien, en otras entrevistas, Tawada habló sobre la literatura en términos más generales y dijo: “Desde el comienzo, mi postura ha sido que la literatura no es una copia de la realidad, sino un traslado o una traducción de la misma”9. (…) “Existe una tendencia a evitar criticar al país propio, pero la crítica misma es amor por la comunidad, por la sociedad y también por el gobierno”10.
En La isla inmortal, efectivamente, aparecen referencias a la radiación y también nombres de lugares como Fukushima, lo que demuestra que Tawada no dejó de lado la realidad de Japón, sino que se preocupó por las consecuencias de la catástrofe.
Dos años después su publicación, Tawada publicó, además, una novela que se llama Kentōshi basada en aquel cuento. A diferencia de La isla inmortal, en la novela no se menciona explícitamente a Fukushima, ni ninguna palabra relacionada a la “radiactividad”; sólo se usa la palabra “contaminación”. Tawada denuncia, en su novela, que la contaminación radiactiva es el secreto confidencial más importante de Japón. Ahora bien, considerando esto último, y dado que esta novela se desarrolla en un futuro cercano, es posible interpretar que Tawada está criticando al gobierno japonés. Sin embargo, me ocuparé de Kentōshi en otra ocasión.
La nueva tendencia de la literatura japonesa contemporánea
Por otro lado, recientemente en Japón han estado apareciendo escritores cuya lengua materna no es el japonés. Por ejemplo, la última ganadora del Premio Akutagawa del año 2021, Ri Kotomi, es una escritora taiwanesa cuya lengua materna es el chino; mientras que la ganadora del año 2008, Yang Yi, nació en China continental. También tenemos los casos de Hideo Levy, quien escribe en japonés, aunque nació en Estados Unidos; y el de David Zoppetti, quien nació en Suiza pero escribe exclusivamente en japonés. Debido a esta tendencia, hoy en día se ha comenzado a hablar en términos de una “Era de literatura en lengua japonesa”, y ya no en términos de “Literatura japonesa”. A mí interesa particularmente ver cómo irá desarrollándose esta tendencia.





