Habitar los lenguajes, resistir los lenguajes:
Consideraciones lingüísticas sobre la literatura de Minae Mizumura
Daniel Silva Mejía
シルヴァ ·メヒア·ダニエル
Profesor de literatura contemporánea,
Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá
ハベリアナ大学 現代文学教師
https://doi.org/10.53010/kobai.06.2023.01
¿Cómo se traduce una novela que debate desde su propia existencia con la(s) lengua(s) dentro de la(s) que se inscribe? Más aún, ¿cómo logra una obra de tales cualidades tener un impacto entre los lectores de una sociedad a la que muchos de sus integrantes señalarían sin chistar como esencialmente monolingüe? Este parece ser el caso de Minae Mizumura y sus exploraciones lingüísticas en su literatura, particularmente en obras como su novela Yo, una novela (Shishōsetsu: From Left to Right, 1995) o el ensayo The Fall of Language in the Age of English (Nihongo ga horobiru toki – eigo no seiki no naka de, 2008). El primer texto suele presentarse como «la primera novela bilingüe de la literatura japonesa», un título bastante llamativo, pero que también merece la pregunta por su veracidad; por otro lado, el segundo texto se convirtió en un éxito en ventas en Japón cuando fue publicado y se diseminó velozmente entre grupos de lectores de puristas de la lengua y la cultura japonesa, ya que muchos de los argumentos presentados por la autora parecieran resonar con estas visiones de mundo. La atención que estas obras han recibido por parte de los lectores japoneses contemporáneos no es menor, ni tampoco lo es la que han recibido por parte de los lectores internacionales que han podido acceder a ellas en traducciones o en sus versiones originales, y vale la pena revisar cuáles son los atributos que las hacen tan llamativas dentro del contexto contemporáneo de la literatura japonesa, un ejercicio que está estrechamente conectado con la forma como Minae Mizumura entiende su relación con el idioma japonés y las dificultades que tiene que afrontar como lengua nacional.
Abby Chung de Pexels, Mujer Vestida Con Camisa Marrón Con Bolso De Cuero Negro En La Parte Delantera De Los Libros De La Biblioteca, [Fotografía Digital], 2018.
Primero, es importante conocer un poco el contexto biográfico de la autora, íntimamente relacionado con los debates sobre lenguaje e identidad que sostiene en su obra. Aunque nació en Tokio en 1951, se mudó a Nueva York junto a su familia cuando tenía doce años, donde vivió hasta su adultez. Estudió francés en la Universidad de Yale y se concentró especialmente en la obra de Paul de Man. Al finalizar sus estudios, regresó a Japón e inició su carrera como escritora con una novela titulada en japonés Zokumeian (1990), continuación y conclusión de la novela póstuma e inconclusa Meian1 (1916), escrita por Natsume Sōseki (1867-1916), quien es probablemente el novelista japonés moderno más conocido y reputado dentro y fuera de su país. Desde entonces, ha publicado varios libros, entre novelas y textos dedicados al idioma japonés, y ha ganado importantes premios literarios, como el Yomiuri o el Noma. No es difícil distinguir cuáles son algunas de las principales preocupaciones que Mizumura busca explorar en su literatura. Más aún, su primera novela, codependiente contextualmente con la novela de Sōseki debería darnos una buena primera idea de las preocupaciones literarias de la autora. Estas van desde sus experiencias como lectora de literatura japonesa moderna—especialmente de autores de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, como Ichiyō Higuchi, Natsume Sōseki o Ryūnosuke Akutagawa—, su transitorio paso por los Estados Unidos, su vida ligada a su familia, la construcción de su identidad híbrida como japonesa en el extranjero y su incondicional obsesión por su lengua materna. Es en este último punto donde quisiera detenerme, pues me parece que de una u otra forma logra englobar todos los intereses anteriores.
Yang Aparicio, El proceso de escritura, [Ilustración digital], 2023.
Mizumura describe su proceso de escritura en japonés como siempre condicionado por un “conocimiento infeliz” (unhappy knowledge) (2003). Este “conocimiento infeliz” se refiere a su decisión personal de escribir en japonés para un público lector limitado, a pesar de haber tenido la posibilidad y el privilegio de decantarse por escribir en inglés, un idioma altamente internacionalizado con las capacidades de llegar a un público mucho más amplio. De esta manera, Mizumura se apertrecha dentro del marco de la literatura nacional de su país, apelando directamente a ese público aparentemente limitado, compuesto por sus connacionales y por algunos lectores internacionales cuyos números palidecen comparados con los de los lectores que podrían leerla en inglés. Sin embargo, esta no pareciera ser del todo una decisión desafortunada para Mizumura, sino más bien una postura política con la que pretende defender su perspectiva sobre el uso de la lengua, su relación con su identidad como japonesa y los imaginarios con los que ha asociado en sus lecturas de literatura japonesa moderna a ese país que considera su patria desde su juventud. Es, en resumen, un ejercicio de resistencia y emancipación de las hegemonías lingüísticas a las que se ven sometidos un sinfín de idiomas nacionales y regionales dentro de las configuraciones de la geopolítica contemporánea.
En su libro The Fall of Language in the Age of English, Mizumura se pasea por sus experiencias como escritora invitada a la residencia de escritores internacionales de la Universidad de Iowa (International Writing Program, IWP), donde adquiere una mayor conciencia de la verticalidad de las hegemonías de las lenguas y cómo estas estructuras de poder han cooptado la posibilidad de intercambios transversales entre idiomas y culturas de menor impacto internacional. Luego, da cuenta de cómo el japonés se construyó, a la par del concepto de estado nación moderno japonés, como una lengua nacional; de las pugnas políticas y sociales que tuvo que afrontar para adquirir tal estatus; y de las dificultades y transformaciones que hoy atraviesa con el impacto del inglés como lengua omnipresente—internet, los medios de difusión masivos, las redes sociales, la esfera de influencia internacional de los Estados Unidos y el Reino Unido, etc.—y las reformulaciones que, según la autora, han llevado al japonés a su simplificación expresiva en cuanto a su escritura se refiere.
Uno de los puntos en los que más enfatiza en su argumentación es el de la reducción del uso de kanji—esto es, los sinogramas que se utilizan en conjunción con caracteres japoneses dentro de la escritura del idioma y que suelen tener valores sintácticos y semánticos cruciales—en los textos escritos, con el agravante efecto de reducir su uso común y, por lo tanto, romper con una tradición lingüística y literaria de varias centurias. Así, Mizumura arguye que las nuevas generaciones no van a poder tener el mismo acceso lingüístico que ella tuvo a la literatura de finales del período Meiji (١٨٦٨-١٩١٢) y anterior, y que leer textos como el Genji Monogatari o el Makura no zōshi en sus versiones originales va a ser—si no lo es ya—imposible para los japoneses más jóvenes que carezcan de esta conexión directa con la lengua escrita en sus formas clásicas, además de tener su realidad lingüística ya condicionada por la marcada disparidad entre estas formas tradicionales y la lengua vernácula contemporánea. Si bien Mizumura da buena cuenta de cuáles fueron los procesos históricos que llevaron al japonés a ser lo que es hoy día—su diseño dentro de las políticas del genbun icchi (原文一致, unificación de las lenguas escrita y hablada) a finales del siglo XIX, la resistencia a la romanización de la escritura, la disputa con el inglés como posible lengua nacional—, pareciera que cae en la falacia purista de defender una estabilidad imaginaria como cualidad inherente a las lenguas vivas, cuando son sus hablantes quienes las amoldan y reformulan dentro de las formas expresivas que mejor les sirven. No obstante, hay que reconocer que su preocupación por la vida útil del japonés clásico no es insubstancial, ya que estos textos podrían caer en usos exclusivamente académicos y perder los lazos con los lectores, que son quienes los mantienen vivos en sus lecturas y sus reinscripciones en cánones literarios, identidades nacionales y tradiciones.
Un complemento a la visión que la autora tiene sobre su forma de habitar el lenguaje se puede encontrar en su autobiografía novelada Yo, una novela. Primero, cabe resaltar que, desde el título mismo, Mizumura se instala una vez más dentro del contexto de la literatura nacional de Japón al hacer referencia directa al género de las novelas del yo (私小説, shishōsetsu o watakushi-shōsetsu), donde los autores adoptan una persona basada en sí mismos para poder relatar algún hecho privado, una suerte de realidad personal ficcionalizada. En la novela, Mizumura, de ٣٠ años, cuenta en presente el transcurso de una noche de invierno decisiva en su vida, cuando aún vivía en los Estados Unidos. Esta noche, llena de recuerdos personales del pasado y conversaciones telefónicas íntimas con su hermana, culmina con su determinante decisión de irse a vivir a Japón y convertirse en escritora.
Yang Aparicio, El futuro de la lectura, [Ilustración digital], 2023.
Los detalles específicos de la trama y los temas que la autora trata en la novela, si bien no son innecesarios, exceden los intereses de este trabajo, por lo que se les dará prelación a otros temas más pertinentes. Sin embargo, una idea ya mencionada sobre este libro sí vale la pena retomarla: que se señala como la primera novela bilingüe de la literatura japonesa. El uso de extranjerismos es bastante común en las letras japonesas modernas—si no contamos los textos enteramente escritos en chino, costumbre bastante común hasta antes del período Taishō (1912-1926)—, que no es exactamente lo mismo a decir que un texto es bilingüe. Es difícil decir a cabalidad si dicha aseveración es enteramente veraz2, pero cabe resaltar el hecho mismo de que la novela sea bilingüe en un contexto “monolingüe”. Esta cualidad bilingüe del texto se traduce en una combinación constante del uso del inglés y del japonés, casi siempre reservando el japonés para consideraciones personales del personaje de Minae, acotaciones narrativas y conversaciones con familiares y amigos de origen japonés, y el inglés para interacciones con personajes no japoneses y alguna que otra palabra o frase. El resultado es, por lo tanto, un libro retador, que combina las grafías románicas y japonesas para narrar esta dualidad identitaria que conflictuó a Mizumura durante sus años de crecimiento en los Estados Unidos.
El bilingüismo no se detiene en la constante combinación de idiomas, sino que también se extiende a decisiones editoriales del libro. De ahí surge la acotación en inglés del título del libro en japonés, especialmente elocuente en este caso: From Left to Right, de izquierda a derecha. Una novela escrita en japonés se publica, por lo general, de derecha a izquierda, escrita de manera vertical. Este libro culturalmente híbrido, contrario a esta tradición, fue editado con su escritura dispuesta de izquierda a derecha, de forma horizontal, como cualquier libro “occidental”. Así, se acentúa el carácter transcultural de la novela en las condiciones materiales de la edición de esta, en una forma de presentar el texto que, aunque no es precisamente novedosa dentro de la literatura japonesa, sí tiene un carácter político determinado que subvierte el orden tradicional en el que un texto es presentado y lo inscribe en el debate cultural que la autora propone, ese que ella misma encarnó en su momento y con el que aún se encuentra en disputa.
Yang Aparicio, La escritura en medio de las identidades, [Ilustración digital], 2023.
La novela, por estas cualidades, es todo un desafío en temas de traducción. ¿Cómo se traduce una novela que tiene estas características tan específicas que solo cobran sentido en la presentación original del texto? En la edición española, que coincide con las decisiones de traducción de la edición inglesa, se optó por mantener el texto en su totalidad en un solo idioma (inglés o español), con cambios de énfasis en el uso tipográfico para diferenciar los dos idiomas utilizados originalmente en la novela—negrillas o cursivas para el inglés, por ejemplo—y con inserciones de la grafía japonesa—katakana, hiragana o kanji—cuando un pasaje en específico necesitaba explícitamente valerse de ella. Estas fueron algunas de las estrategias que utilizó la traductora al español, Luisa Borovsky, para sortear las dificultades que el texto mismo presentaba. Aquí un pequeño pasaje que da muestra de estas estrategias: “La miré impasible. La palabra japonesa para referirse a una ‘persona blanca’—白人, hakujin—sonaba extraña en sus labios” (Mizumura, 2022, p. 269). Un ejemplo cercano a la literatura colombiana que podría ser comparable al de Mizumura es el de Juli Delgado Lopera, autore queer colombiane que publicó con la editorial Feminist Press en 2020 su novela en spanglish, Fiebre Tropical, traducida al español por Juana Silva Puerta en el 2021 y publicada bajo el mismo título por el sello editorial Temas de hoy, del Grupo Planeta. Esta novela comparte muchas de las dificultades de traducción con Yo, una novela por su cualidad bilingüe y es un caso meritorio de mención de la producción literaria bilingüe de Colombia.
Yang Aparicio, Yo, una novela, [Ilustración digital], 2023.
La literatura de Minae Mizumura nos da, sin lugar a duda, una muestra de las identidades nacionales en disputa que el Japón transnacional contemporáneo posibilita. Su sensibilidad hacia un idioma japonés aparentemente disminuido frente a un rampante inglés como lengua franca internacional viene de la conciencia que adquirió en su juventud al verse inmersa en un contexto que la interpelaba como extranjera y minoría homogénea, además de limitar sus lazos con su lengua madre. Fue la literatura moderna japonesa la que le abrió las puertas a las posibilidades lingüísticas que ella habita. Fue esa misma literatura con la que construyó un país imaginado llamado Japón, con la que compuso su identidad híbrida y la que la llevó a reafirmarse dentro de un contexto nacional e histórico japonés desde el extranjero. Aunque Mizumura no puede desligarse de sus años de formación en Estados Unidos y su relación con el inglés, ella continúa defendiendo como escritora aquellas visiones sobre la literatura y la lengua que solo pudo adquirir a través de la literatura japonesa moderna en su uso del lenguaje, su configuración identitaria y su arraigo narrativo, unas características que representaron una forma de liberación tanto para ella como para su personaje Minae. Al final, Yo, una novela cierra con una apertura, con el siguiente gesto emancipador: “Por primera vez en varias semanas aferré con las dos manos el picaporte de la ventana y la abrí. El aire frío entró como una tromba, agitó la atmósfera densa que me rodeaba y la transformó en brisa” (Mizumura, 2022, p. 407). Como reflexión final, sería interesante ver más trabajos que aborden el tema del bilingüismo como un espacio de disputa de las identidades híbridas en la literatura, tanto en Japón como en el mundo hispanoparlante.
Bibliografía:
Delgado, J. (2021). Fiebre tropical. Editorial Planeta Colombia.
Mizumura, M. (2015). The Fall of Language in the Age of English. Columbia University Press.
Mizumura, M. (2003). Why I Write What I Write. International Writing Program Archive of Residents’ Work. 614. https://ir.uiowa.edu/iwp_archive/614
Mizumura, M. e Hidalgo, A. (Ed.) (2022). Yo, una novela.
Snyder, S. (2016). Insistence and Resistance: Murakami and Mizumura in Translation. New England Review, 37(4), 133-142. https://www.jstor.org/stable/44841503
Walton, J. (2021). The New Global Canon of Japanese Women Authors: Minae Mizumura’s ‘Untranslatable’ Works in English Translation. The Macksey Journal, 2.
Yiu, A. (2020). Literature in Japanese (Nihongo bungaku). Japanese Language and Literature, 54(1), 37-66. https://www.jstor.org/stable/26911483
Yiu, A. (2016). National Literature and Beyond: Mizumura Minae and Hideo Levy en R. Hutchinson y L. Morton (Eds.), Routledge Handbook of Modern Japanese Literature (pp. 227-240). Routledge.
1 El título de Mizumura, casi idéntico al de Sōseki, incluye como prefijo el sinograma de “secuela” o “continuación” (続), lo que da a entender la intención de presentarse a los lectores como una conclusión para la novela original.
2 Aunque diferentes, los casos de autores como Hideo Levy, Yōko Tawada o Yū Miri nos dan una muestra de literaturas encabalgadas en varios contextos lingüísticos y culturales. Casos como estos han llevado a que existan nuevas preguntas sobre el campo, donde vemos un paso de la literatura japonesa (日本文学, nihon bungaku) hacia una literatura en japonés (日本語文学, nihongo bungaku), que incluiría autores extranjeros viviendo en Japón, autores japoneses viviendo en el extranjero, autores de antiguas colonias japonesas que escriben en japonés, entre otros.