
Acueductos comunitarios y distritos de riego en el Sumapaz: historia ambiental como resistencia a la acumulación y la eficiencia*
Sebastián Javier Hernández Velásquez**
Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo, Universidad de los Andes (Colombia)
Naturaleza y Sociedad. Desafíos Medioambientales • número 11 • enero-abril 2024 • pp. 125-154
https://doi.org/10.53010/nys11.06
Recibido: 13 de junio de 2024 | Aceptado: 19 de septiembre de 2024
Resumen. La inserción de múltiples dinámicas e intereses en los municipios de Fusagasugá y Pasca, en Cundinamarca (Colombia), se solapan como capas que convergen, pero también presentan fricciones entre ellas. Esto produce acceso desigual al agua en zonas rurales y periurbanas, que se han asociado históricamente en acueductos comunitarios y distritos de riego, que propenden por la gestión comunitaria del agua. Estas asociaciones se ven amenazadas por discursos de escasez del líquido impulsados por la alcaldía de Fusagasugá y otras entidades departamentales que impulsan iniciativas para regionalizar el servicio público de acueducto con la construcción de un embalse para la acumulación del agua, para gestionarla desde una visión de eficiencia y control en su uso. Considero este tipo de propuestas como proyectos hidropolíticos, pues implantan una visión única sobre el manejo del agua y de territorio, en donde la primera toma un papel central. Ante este panorama, exploro cómo surgen y continúan las interacciones alrededor del agua a partir de una mirada a algunas organizaciones comunitarias ubicadas en estos municipios. A través de la construcción de un collage con las voces de sus integrantes, y desde el marco analítico de la historia ambiental, realizo un ejercicio de memoria sobre los procesos de conformación y arraigo en los territorios, que sirven de cohesión para resistir a la implementación de proyectos hidropolíticos, pero también como medio para fomentar la articulación entre ellas y conformar organizaciones de segundo nivel para la defensa de las cuencas, los territorios y los procesos mismos.
Palabras clave: proyectos hidropolíticos, historia ambiental, acueductos comunitarios, eficiencia.
Community aqueducts and irrigation districts in Sumapaz: environmental history as resistance to accumulation and efficiency
Abstract. The multiple dynamics and interests in the municipalities of Fusagasugá and Pasca in Cundinamarca (Colombia) overlap like converging layers but also present frictions between them. This produces unequal access to water in rural and peri-urban areas, which have historically joined to form community aqueducts and irrigation districts, advocating community water management. These associations are threatened by discourses of water scarcity promoted by the mayor’s office of Fusagasugá and other departmental entities that promote initiatives to regionalize the public aqueduct service with the construction of a reservoir for water accumulation in order to manage it based on a vision of efficiency and control of its use. I consider these types of proposals to be hydro-political projects, as they implement a unique vision of water and territorial management, where the former takes a central role. Against this background, I explore how interactions around water emerge and continue based on a look at some community organizations in these municipalities. Through the construction of a collage with the voices of their members and using an analytical framework of environmental history, I perform a memory exercise on the processes of conformation and support in the territories that serve as cohesion to resist the implementation of hydro-political projects but also as a means to promote the articulation between them and build second-level organizations to defend the basins, territories, and processes themselves.
Keywords: hydro-political projects, environmental history, community aqueducts, efficiency.
Sistema de abastecimento de água comunitários e distritos de irrigação no Sumapaz: história ambiental como resistência à acumulação e à eficiência
Resumo. A inserção de múltiplas dinâmicas e interesses nos municípios de Fusagasugá e Pasca, em Cundinamarca (Colômbia), se sobrepõe como camadas convergentes, mas também apresenta atritos entre elas. Isso resulta em acesso desigual à água em áreas rurais e periurbanas, que historicamente foram associadas em sistemas de abastecimento de água comunitários e distritos de irrigação, que defendem o gerenciamento comunitário da água. Essas associações são ameaçadas por discursos de escassez de água promovidos pela prefeitura de Fusagasugá e outras entidades governamentais que promovem iniciativas para regionalizar o serviço público de água com a construção de um reservatório para a acumulação de água, a fim de gerenciá-la a partir de uma visão de eficiência e controle de seu uso. Considero esse tipo de proposta como um projeto hidropolítico, pois implementa uma visão única da água e da gestão territorial, na qual a primeira desempenha papel central. Com esse pano de fundo, exploro como as interações em torno da água surgem e continuam, observando algumas organizações comunitárias localizadas nesses municípios. Por meio da construção de uma collage com as vozes de seus integrantes, e a partir da estrutura analítica da história ambiental, realizo um exercício de memória sobre os processos de conformação e enraizamento nos territórios, que servem como coesão para resistir à implementação de projetos hidropolíticos, mas também como meio de promover a articulação entre eles e formar organizações de segundo nível para defender as bacias, os territórios e os próprios processos.
Palavras-chave: projetos hidropolíticos, história ambiental, sistema de abastecimento de água comunitários, eficiência.
Introducción
Esta investigación parte de un interés por entender los espacios hídricos como lugares de disputa y negociación en torno a múltiples intereses alrededor del agua, que se gestan en los municipios de Fusagasugá y Pasca. En primer lugar, estos municipios cuentan con abundantes fuentes hídricas que bañan sus territorios y han permitido el abastecimiento de agua a las poblaciones rurales y urbanas, debido a su cercanía con el páramo de Sumapaz; y, en segundo lugar, factores como su clima cálido, la proximidad con Bogotá, su importancia histórica en la producción de alimentos para la capital y la ampliación de la frontera agrícola han llevado a que se inserten en estos municipios múltiples intereses y actores, como capas que se solapan, con convergencias pero también con fricciones.
Estas dinámicas han profundizado la desigualdad en el acceso al agua, principalmente en poblaciones campesinas y periurbanas que resisten a iniciativas que amenazan su permanencia en los territorios. Tal es el caso de la impulsada por entes territoriales del departamento de Cundinamarca para la construcción de embalses que permitan regionalizar el servicio público de agua, frente a un aparente panorama de escasez y necesidad del líquido para los centros urbanos en crecimiento (Barrera y Suárez, 2020; EMSERFUSA E.S.P., 2023; Fusagasugá Noticias, 2019). Aunque desde la perspectiva de la población urbana estos proyectos pueden ser vistos como beneficiosos, han emergido preocupaciones desde diferentes sectores rurales, que subrayan que la regionalización del servicio público amenaza su territorio y los procesos de gestión comunitaria del agua. Esto sucede debido a que, por un lado, la participación que han tenido en la formulación de estas iniciativas ha sido nula, lo que tendió sobre estas poblaciones una sombra de incertidumbre causada por no saber la etapa de desarrollo, la ubicación y las afectaciones reales; y, por el otro, los discursos desarrollistas atravesados por la acumulación del agua y la eficiencia en su uso son empleados para atacar las formas en la que estas poblaciones han gestionado el agua desde mediados del siglo XX.
Los acueductos comunitarios se han convertido en el centro de organización de comunidades históricamente excluidas por las zonas urbanas. Por lo que ubico espacialmente la investigación en Pasca y Fusagasugá (Mapa 1), cuyos principales afluentes son el río Cuja y el Barro Blanco, espacios que han enfrentado el impacto de la actividad humana en la región debido al abastecimiento de poblaciones rurales y urbanas. Las organizaciones de base comunitaria se han consolidado, por una parte, como las proveedoras del servicio público del agua de muchas poblaciones rurales y periurbanas, y por otra, como espacios de articulación en donde las comunidades se piensan la defensa del territorio y la gestión propia del recurso hídrico. Por lo tanto, me interesa comprender cómo han ocurrido y ocurren las interacciones en torno al agua desde la perspectiva de algunas organizaciones de acueductos comunitarios (AC) y distritos de riego (DR) ubicados en estos dos municipios de la provincia de Sumapaz. Además, indago desde el marco analítico de la historia ambiental, cómo los ejercicios de memoria sobre los procesos de conformación y arraigo en los territorios pueden cohesionarse para resistir a la implementación de proyectos hidropolíticos como la construcción de embalses; y los medios de articulación con organizaciones de segundo nivel para la defensa de las cuencas, los territorios y los procesos.
La construcción del embalse en la provincia de Sumapaz ha sido impulsada por la gobernación departamental y la alcaldía de Fusagasugá, así como por la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), en el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 6, relacionado con el agua limpia y el saneamiento. La propuesta es regionalizar la prestación del servicio a través de la acumulación del agua y gestionarla desde la visión de eficiencia en su uso y control sobre la naturaleza, promoviendo modelos de desarrollo que segrega a unos en zonas periféricas, mientras que beneficia a otros. Estos discursos y formas de interactuar con este recurso buscan imponerse sobre otras formas de relacionamiento con el recurso hídrico. Es por esto que se considera como un proyecto hidropolítico, al implantar una sola visión sobre los territorios y el agua (Moreno, 2020).
Comienzo presentando antecedentes relevantes durante las primeras etapas de la investigación y que permitieron entender el contexto nacional en el que se han desarrollado los acueductos comunitarios. Posteriormente, me enfoco en casos particulares y focalizo la indagación en la provincia de Sumapaz como eje de lucha por la defensa del territorio y el agua. Luego, discuto los conceptos: eficiencia, socionatural, proyectos hidropolíticos e historia ambiental como ejes en los que se insertarán las reflexiones sobre los resultados del trabajo de campo. Presento dichos resultados como una historia ambiental construida a varias voces por los integrantes de los AC y DR con los que conversé, acompañado de algunos hitos y tensiones que han emergido del proyecto del embalse de Sumapaz. A continuación, reflexiono sobre las acciones que han llevado a cabo estas organizaciones para defender su permanencia en el territorio, así como las nociones que emergieron en las entrevistas y que considero claves como procesos de resistencia.

Mapa 1. División política de Cundinamarca. Pasca (Azul) y Fusagasugá (Rojo). Fuente: elaboración propia.
Estado del conocimiento
Las experiencias de gestión comunitaria del agua en Colombia son variadas y cada una cuenta, de por sí, con sus particularidades. En este sentido, decidí limitar la indagación al contexto nacional para identificar los factores comunes existentes entre estos procesos, sus divergencias y los espacios en los que se han fortalecido.
La Ley 142 de 1994 buscó organizar y garantizar el régimen para la prestación de los servicios públicos en Colombia, pero desde su implementación se han evidenciado fallas para reconocer las particularidades de los acueductos comunitarios y la prioridad con la que se ha regulado a prestadores privados (Red Nacional de Acueductos Comunitarios de Colombia, 2020; Roa García, 2018). A raíz de lo anterior, se priorizó un modelo de privatización del agua que choca con concepciones comunitarias sobre cómo gestionarla excluyendo a “pequeñas organizaciones sociales que a partir de una lógica comunitaria han construido y gestionado acueductos en sus localidades y veredas” (Palacio Tamayo, 2022, p. 34). En Dosquebradas, Risaralda, Quintana (2016), resalta que estas políticas están atravesadas por discursos desarrollistas que apuntan a fortalecer la mercantilización del agua, llevando a que la provisión del servicio se dé en poblaciones con capacidad de pago, dejando a barrios periféricos de la ciudad fuera de la cobertura de prestación. En Bogotá, Barreto (2014) evidencia que, aunque la prestación del servicio es de las administraciones municipales, como representantes estatales, la cobertura de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB) está limitada a la zona urbana, de modo que esta responsabilidad recae en terceros, y así el Distrito se convierte en mero proveedor de la infraestructura. En zonas como Mochuelo Bajo, las organizaciones comunitarias son las que ocupan este rol, aunque sin experiencia y con una escasa formación, vigilancia o seguimiento por parte del Distrito; que, en su deber de garantizar la prestación del servicio, solo verifica la mera existencia de un prestador y omite controles en la calidad y la distribución del agua (Barreto Moreno, 2014). Estos casos muestran dos caras en la provisión del agua, pues las poblaciones vulnerables y las pequeñas organizaciones son las que se enfrentan a los prestadores privados o a la apatía de las administraciones municipales.
En Medellín, Roca-Servat y Meneses (2021) evidencian la falta de cobertura del servicio en barrios periurbanos y vulnerables en la ciudad y la respuesta de las Empresas Públicas de Medellín (EPM) a la emergencia sanitaria del COVID-19. Muestran, por un lado, los intereses económicos de EPM en la toma de decisiones sobre la reconexión o desconexión de los servicios, así como en la implementación de programas que, aunque se promocionaban como beneficiosos para los usuarios, crearon una dependencia e intermitencia en cuanto al acceso al líquido, en un momento en el que era el medio más efectivo para prevenir el contagio. Por otro lado, el accionar de las organizaciones de acueductos comunitarios de estos barrios y la respuesta a la desigualdad generó las dificultades en el acceso al agua; por esto insisten que “el fortalecimiento de los acueductos comunitarios es crucial para democratizar la gestión del agua y garantizar el acceso como un derecho fundamental” (Roca-Servat y Meneses, 2021, p. 493).
Aunque las medidas de mitigación en la pandemia apuntaban a solventar la estabilidad financiera de los acueductos, el acceso a estos subsidios estaba condicionado a cumplir con la presentación de los estados económicos o cumplir a cabalidad la Ley 142 de 1994, aspectos con los cuales las organizaciones comunitarias no contaban, lo que llevó a los acueductos a denunciar tales limitaciones. Posteriormente, estas condiciones se derogaron y solamente se pedía inscripción a la Superintendencia de Servicios Públicos (Roca-Servat et al., 2021). Aunque amplió el acceso a estos subsidios, el subregistro de acueductos comunitarios en el país es muy grande, ya que, de un estimado de 35 000 existentes, solo el 3,8 % están inscritos (Palacio Tamayo, 2022). En consecuencia, se ha limitado el acceso a la ayuda estatal; pero, desde la perspectiva de María Botero Mesa, la invisibilidad de estas pequeñas organizaciones ha permitido su sobreviviencia sin caer en los controles de las entidades públicas (comunicación personal, 8 de febrero de 2022) que las miden bajo el mismo racero que a otras más grandes.
El problema de acceso a subsidios no es nuevo ni surgió con la pandemia. Roa-García y Pulido-Rozo (2014) identificaron que la estratificación de usuarios y el apego a las tarifas según la Comisión de Regulación de Agua Potable y Saneamiento Básico (CRA) era uno de los principales problemas en la distribución de los subsidios dentro de los municipios, pues solo llegaban a grandes y medianos prestadores, al dejar a las zonas rurales sin posibilidades. Estos condicionamientos han profundizado la inequidad en la gestión del agua de estas pequeñas organizaciones que, aunque cuentan con apoyos como el Fondo de Solidaridad y Redistribución de Ingresos (FSRI), el acceso se rige por el cumplimiento de un listado difícil de completar. Es interesante que, aunque el Fondo “busca la equidad en el acceso al agua, el acceso al fondo no es equitativo” (Roa y Pulido, 2014, p. 5), tener un subsidio en zonas rurales se ha convertido más en un premio al seguir las “reglas” de la prestación, que un apoyo a las organizaciones que más lo necesitan.
El panorama de inequidades y dificultades en la prestación del servicio de agua por parte de los pequeños proveedores ha servido de chispa para la conformación de organizaciones de segundo orden que reconozcan la agencia política de los procesos de gestión de agua (Quintana, 2016). Por ejemplo, la Red Nacional de Acueductos Comunitarios (RNAC) se fue conformando con la propuesta del Referendo por el Agua en 2006, como una red de redes que, a través de una organización horizontal y acciones colectivas, disputan las visiones mercantilizadas del agua y defienden su concepción como bien común. Igualmente, apuntan a la creación de una Ley Propia que recoja las fallas que la Ley 142 de 1994 tiene frente a la gestión comunitaria (Red Nacional de Acueductos Comunitarios de Colombia, 2020). Estos espacios permiten ahondar sobre la democracia y la participación ciudadana, ya que sus integrantes no pueden ser considerados como meros usuarios receptores de un servicio. Al contrario, son ciudadanos activos en el establecimiento de sus derechos (Llano-Arias, 2015). Así, la apropiación del agua por parte de actores externos se convierte en el punto de partida para defender la gestión comunitaria (Barreto, 2014), en tanto que los acueductos comunitarios pueden ser considerados como el “espejo social del territorio y los garantes del derecho humano al agua” (Roca-Servat et al., 2021, p. 147). Entonces, el accionar de estas organizaciones comunitarias trascienden del solo abastecimiento de agua, reúne poblaciones, luchas e intereses por mantenerse en territorios actualmente amenazados, y que en su necesidad de fortalecimiento organizacional han recurrido a prácticas de memoria (Llano-Arias, 2015) como herramienta para consolidar su historia de arraigo territorial.
La provincia de Sumapaz ha sido en los últimos años un lugar en donde se han materializado procesos de organización y movilización para defender el territorio y el agua. Por un lado, Moreno (2018) hace un paneo al contexto histórico de la provincia, así como del páramo del mismo nombre. Resalta que en el municipio de Arbeláez convergen y se sobreponen múltiples territorialidades que compiten por la apropiación de la naturaleza, lo que genera un acceso desigual a ella. Desde el contexto de las consultas populares que se dieron por los intentos de realizar explotación petrolera cerca al páramo, se discuten las acciones en defensa y gestión del agua que emergieron en el territorio, y las fricciones con los discursos desarrollistas que suelen acompañar la explotación de hidrocarburos (Moreno, 2018). Por otro lado, para Botia y Preciado (2019), las movilizaciones y consultas populares que se impulsaron en algunos municipios de la provincia materializan acciones de democracia participativa que buscaron detener industrias extractivas, pero que también muestran procesos de resiliencia y adaptación comunitaria ante las amenazas.
La gestión comunitaria del agua está atravesada por múltiples factores en constante tensión, entre aquellos que las debilitan y los que fortalecen su permanencia en el territorio. Un ejemplo de estas tensiones son las visiones mercantilistas de las políticas públicas que rigen la provisión de agua implementadas de arriba abajo, y los modelos de gestión que emanan en dirección contraria, buscando una mayor distribución, calidad y cantidad de agua, al reñir con la generación de ganancias como único objetivo (Llano-Arias, 2015). Estas tensiones se han materializado en la región del Sumapaz en los últimos años debido a la construcción de un embalse en la provincia para suplir a escala local las necesidades de agua.
Así las cosas, me interesa indagar, ¿cómo la historia ambiental de los acueductos comunitarios y distritos de riego de Fusagasugá y Pasca impulsan la resistencia a proyectos hidropolíticos de regionalización del agua que amenazan su permanencia en el territorio? Desde la perspectiva de la historia ambiental, se busca entender el arraigo en los territorios como ejercicio de memoria para fortalecer individualmente estas asociaciones y su relación con otras, ya que “los acueductos comunitarios somos organizaciones que nos consolidamos en la acción colectiva, en la democracia participativa y en la construcción de territorio alrededor del agua” (RNAC, 2020, p. 71).
Marco conceptual
Esta investigación posiciona una visión del agua que va más allá de ser un mero elemento del paisaje, “sino como una protagonista activa, multidimensional y polivalente en historias y procesos sociales contemporáneos” (Camargo y Camacho, 2019, p. 2), producto de las relaciones y dimensiones sociales, históricas y geográficas particulares (Bocarejo, 2018; Budds y Linton, 2018). Desde la literatura crítica, Wilder e Ingram (2018) resaltan que, al estudiar el agua se deben tener en cuenta tanto sus flujos materiales, como los flujos sociales del capital y del poder, donde convergen en una relación socionatural, no estática, que cambia conforme el agua y la sociedad se moldean mutuamente, en ciclos hidrosociales (Bocarejo, 2018; Budds, 2018; Budds y Linton, 2018). Estos ciclos buscan trascender las discusiones dicotómicas entre sociedad y agua, y permite mostrar “como el agua se produce a través de relaciones sociales y (...) así producida, a su vez, reconfigura las relaciones sociales” (Budds y Linton, 2018, p. 30), ampliando las perspectivas de investigación y estudio.
Además, la popularidad de Fusagasugá y Pasca recae en la variedad y belleza de sus paisajes naturales. Allí se puede apreciar el aumento de viviendas, viveros o galpones, y como los paisajes trascienden a la sola presencia de la naturaleza y son integrados por las infraestructuras, conocimientos, instituciones, instrumentos legales y discursos, resultado de las relaciones sociales e históricas alrededor del agua. Autoras como Budds (2018) y Quiroga (2016) lo enmarcan como paisaje hídrico, y convierten estos espacios en un enmarañamiento de relaciones, luchas y expectativas que se dan en el tiempo (Bocarejo, 2018). De modo que la “apariencia actual es el resultado de decisiones de manejo del presente y del pasado: el paisaje es a la vez apariencia y proceso” (Guhl, 2020, p. 306).
Desde estas nociones, es posible entablar un diálogo con la historia ambiental como marco analítico de esta investigación, entendiéndola como herramienta que permite complejizar las relaciones entre las personas y su entorno a través del tiempo, asignando a la naturaleza un papel clave dentro del relato (Guhl, 2020; Sánchez, 2015). Así, algunos investigadores e investigadoras han ahondado en esta perspectiva de análisis a través de la reconstrucción de las formas en las que el ambiente se ha transformado por la actividad humana, desde una preocupación por su detrimento y los conflictos por los recursos naturales (Leal, 2005), así como medio para vislumbrar los procesos de desigualdad que los atraviesan (Quiroga, 2016). A diferencia de la búsqueda de una historia objetiva y meramente académica, Guhl (2020) resalta que la fortaleza de la historia ambiental recae en la indisciplina de sus investigadores, que se incomodan y salen a buscar nuevas aproximaciones para abordar cualquier problema de investigación.
Por lo anterior, considero que este marco analítico permite analizar cómo la historia ambiental de los acueductos comunitarios y distritos de riego de Fusagasugá y Pasca impulsan la resistencia a proyecto hidropolíticos de regionalización del agua que amenazan su permanencia en el territorio. En este sentido, aunque la historia ambiental no se ha considerado tan política como otras líneas, su cercanía con la ecología política tiende puentes para construir reflexiones en conjunto (Leal, 2005), en donde la multiescalaridad de los procesos y los actores se convierte en un elemento clave de análisis para entender que “la forma de relacionamiento de una comunidad con su entorno depende mucho de poder leer quienes son esos pintores y desde donde (y cuando) contribuyen al lienzo” (Guhl, 2020, p. 306).
Otro concepto primordial para entender las tensiones alrededor del agua en estos municipios es la acumulación como un proceso de transformación de tierras y agua en el capital económico, que beneficia a algunas élites regionales, al producir despojo mediante violencias físicas o discursivas (Bocarejo, 2018; Budds, 2018; Hendriks y Boelens, 2018). Este proceso es el resultado de políticas globales que han mutado las relaciones que habían tejido históricamente las comunidades con el agua, la cual ahora se concibe como un bien sujeto a la privatización, mercantilización y descentralización (Quintana Ramírez, 2016; Wilder y Ingram, 2018) por actores externos, al priorizar a los prestadores privados del servicio de agua. Frente a estas nuevas dinámicas que se han insertado a través de políticas públicas y proyectos que promueven el desarrollo, las organizaciones de AC y DR han visto amenazados sus procesos organizativos de gestión del agua, al cuestionárseles si cumplen o no los estándares impuestos de forma arbitraria y generalizada. Es así como la neoliberalización rompe los vínculos colectivos y tradicionales, para priorizar las relaciones de carácter individual frente a los derechos al agua (Harvey, 2004; Hendriks y Boelens, 2018).
Estas rupturas se profundizan en las zonas rurales, constituidas como “espacios vitales” que garantizan la sostenibilidad de las urbes a través de los servicios ecosistémicos que prestan (Moreno, 2020). Las decisiones sobre sus territorios dejan de estar en las manos de sus habitantes, para estar en las de “técnicos” y “expertos” que diseñan sus propuestas siguiendo modelos enmarcados en la ciencia y el desarrollo. Esto no solo implica “nociones concretas de progreso, prosperidad y crecimiento, sino también unas formas particulares de controlar la naturaleza y reorientar sus conexiones con la sociedad” (Camargo, 2020, p. 115). Por esto, enmarco la construcción de un embalse en la provincia de Sumapaz como un proyecto hidropolítico, ya que está conformado por “racionalidades, valores y discursos que buscan imponer nuevas formas de gobernanza del agua con repercusiones para el manejo de los bienes comunes” (Moreno, 2020, p. 218). Además, es un proyecto que tiene “una concepción del territorio y le otorgan una función en la cual el papel del agua es central” (Moreno, 2020, p. 221), lo que genera disputas por el territorio desde diferentes escalas de análisis.
Quiroga (2016) resalta que, como resultado de la acumulación, la privatización se ha materializado como dispositivo de control, lo que ha llevado, junto al discurso de la eficiencia, a que sean las tuercas de la maquinaria de los proyectos hidropolíticos. Para Alexander (2008), la eficiencia se ha vuelto característica de la cultura moderna industrial y en sinónimo de desarrollo, pues detrás de ella existe la pretensión por controlar un mundo cambiante, que se materializa en técnicas de control y explotación (de personas o recursos). Desde su perspectiva, “el rol de la eficiencia fue la de administrar o prevenir las interrupciones en la corriente o el flujo” (p. 148, traducción propia) que, trasladado a este caso de investigación, justamente es lo que irónicamente quiere el embalse: detener el flujo del agua para que su control y distribución sea eficientemente gerenciado por un actor específico. El rol de la eficiencia en los proyectos hidropolíticos está acompañado por la tecnociencia como su herramienta de validación y que, como resalta Porto-Gonçalves (2020), “en una sociedad capitalista, (la eficiencia) es aquella que proporciona la acumulación del capital a través de la dominación de la naturaleza” (p. 70, traducción propia).
La eficiencia se convierte en el medio en el que gobiernos y empresas implementan formas de estandarizar el abastecimiento y el consumo del agua. Harris et al. (2017) resaltan que, en estas dinámicas de poder, los grifos y los medidores sirven para crear accesos desiguales al agua, así como marginalización en lugares en donde predominan abastecimientos privados. La eficiencia se convierte en el opuesto a la equidad, ya que, en aras de buscar utilidades, deja por fuera necesidades de muchos, en beneficio de pocos (Wilder y Ingram, 2018). Adicionalmente, a diferencia de la eficiencia, la equidad es contextual y relacional, cambia según las particularidades y es inclusiva. Frente a esta oposición entre eficiencia y equidad, Roa (2018) destaca que las desventajas de los acueductos comunitarios frente a las grandes concesiones están enfocadas en que las primeras no logran cumplir los requisitos solicitados por las instituciones estatales, es decir, se ha acentuado la inequidad en el acceso al agua desde la idea de igualdad para todos los actores, y de los beneficios que ofrece el Estado para acueductos de menor tamaño.
Este entramado de conceptos busca entender las dinámicas en tensión en los espacios hídricos, que, desde una perspectiva crítica, reflexionan sobre los procesos de acumulación y eficiencia. No obstante, también se pone sobre la mesa el rol de la historia y el agua como otro factor más para entender lo que sucede. Por lo que es interesante ver como estos enmarañamientos, como resalta Bocarejo (2018), se materializan con el choque entre las políticas globales, la eficiencia y la acumulación, con las múltiples realidades y agencias de las comunidades, crean respuestas en formas de movimientos sociales y discursos contrahegemónicos.
Marco metodológico
La investigación estuvo atravesada por preguntas e inquietudes sobre el cómo, por qué y la pertinencia. Sin embargo, también han retado mi posicionamiento como investigador y esa “práctica inmoral e individualista de la investigación” (Tuhiwai Smith, 2017, p. 12). Es por esto que, desde la misma escritura, me deshago de la racionalidad de la tercera persona y me ubico dentro del texto como narrador e interlocutor, quitando del horizonte la búsqueda incesante de la objetividad pura. Además, teniendo en cuenta que el ejercicio de investigar es una actividad atravesada por diversos intereses, en el que entran en juego condiciones sociopolíticas particulares (Tuhiwai Smith, 2017), decido concentrarla en las voces de las personas que integran las organizaciones comunitarias de los acueductos y distritos de riego en los municipios enfocados. Frente a la decisión de recurrir a la historia ambiental como marco analítico, como no historiador, antropólogo y estudiante de un Centro Interdisciplinario, me acojo a la invitación de Gallini (2015) de abordar la historia ambiental desde la multidisciplinariedad como necesidad metodológica, con el fin de poner la historia como centro de reflexión y ejercicio político que permita a las organizaciones defender sus procesos territoriales desde los relatos que me compartieron.
También quiero resaltar la importancia de un líder local, Jhon Fredy Cubillos, como puente con las organizaciones y con quien mantuve conversaciones constantes en encuentros virtuales y presenciales sobre elementos clave que íbamos identificando en algunas entrevistas, siguiendo un muestreo de bola de nieve, en el que los participantes fueron referenciando otros líderes a los que se enviaba el cuestionario con la finalidad de revisar con antelación las preguntas. Hicimos el muestreo hasta que lo consideramos pertinente.
El cuestionario estaba dividido en tres secciones dando como resultado un total de 20 entrevistas, 13 acueductos comunitarios, 4 distritos de riego y 3 empresas de servicios públicos. Todas las entrevistas tuvieron una duración de 60 minutos en promedio y fueron transcritas usando Office Online. Luego, con la herramienta Miró categoricé la información emergente, organizada por fecha de fundación, persona entrevistada, fuente hídrica, usos del agua, municipios, entre otros. Seleccioné las conversaciones enfocándome en la cuenca hídrica del río Cuja1, pues la mayoría de las organizaciones están asentadas entre los municipios de Pasca y Fusagasugá, lo que disminuyó las entrevistas a 14. Adicionalmente, los criterios de inclusión para el análisis de las entrevistas fueron los siguientes: organizaciones de larga data, con excepción de dos acueductos por tener menos de 10 años de antigüedad y 2 distritos por falta de profundidad en la información. También, y aunque es una excepción al filtro de la cuenca, decidí usar lo conversado con la integrante del acueducto Aguas del Norte, seleccionando finalmente 10 entrevistas, distribuidas entre los dos municipios (Tabla 1) (Mapa 2). Desde un aspecto ético, los nombres de las personas de las organizaciones con las que conversé fueron cambiados para salvaguardar su identidad, aunque mantengo el nombre de las organizaciones que integran, con el fin de que sea visible la diversidad de voces.
|
Nombre de la organización2 |
Municipio (s) |
Año de creación |
|---|---|---|
|
Acueductos comunitarios (AC) |
||
|
Acueducto Interveredal el Bosque |
Pasca |
1996 (26 años) |
|
Acueducto Interveredal del Retiro y otros (ASUAINRO) |
Pasca |
1982-1983 (39 años) |
|
Asociación de Usuarios del Acueducto Leonardo Hoyos |
Fusagasugá |
1982 (38 años) |
|
Asociación de Usuarios del Acueducto Alto del Molino |
Pasca |
1977 (45 años) |
|
Fusagasugá |
||
|
Asociación de Suscriptores del Servicio de Acueducto, Aseo, Alcantarillado de Chinauta, Aguas de Chinauta ESP |
Fusagasugá |
2001 (22 años) |
|
Asociación Aguas del Norte |
Fusagasugá |
1977 (46 años) |
|
Cooperativa de Usuarios del Acueducto Comunal de las veredas del Sur (COOVESUR) |
Fusagasugá |
1957 (57 años) |
|
Distritos de Riego (DR) |
||
|
Distrito de riego ALBESA |
Fusagasugá |
1989 |
|
Pasca |
||
|
Asociación de Usuarios del Distrito de adecuación de tierras de pequeña escala (ASOASES) |
Fusagasugá |
2004 (18 años) |
Tabla 1. Caracterización de las organizaciones divididas entre AC y DR. Fuente: elaboración propia.

Mapa 2. Distribución de los AC y DR seleccionados para esta investigación [Mapa]. Fuente: elaboración propia. Editado por R. Gómez.
Análisis de resultados e interpretación
Los acueductos comunitarios (AC) y los distritos de riego (DR) han hecho presencia en los territorios de Fusagasugá y Pasca hace 40 años aproximadamente. El más antiguo fue creado en 1957 y el más reciente en 2004. Iniciaron, en muchos casos, transportando agua a través de canales abiertos desde el río más cercano para solucionar las dificultades de acceso, hasta la conformación de proyectos liderados por propietarios y trabajadores de la región que buscaron mejorar su gestión, así como la interlocución con las instituciones del Estado. El funcionamiento de los AC y los DR tienen sus características técnicas y alcances específicos. Los AC apuntan a suplir agua potable con algún nivel de tratamiento que la haga adecuada para el consumo humano, mientras que los DR tienen el objetivo de distribuir el líquido para las labores del campo, como cultivos o abrevaderos para animales, por lo que los niveles de tratamiento son muy bajos o nulos. A diferencia de muchos DR que se impulsaron desde el Estado en la década de los 60 y 70 en el contexto de la reforma agraria, como el caso del distrito de Maríalabaja, en Bolívar (Aguirre et al., 2016; Quiroga, 2016), las asociaciones de DR en las que se realizaron entrevistas se constituyen y consolidan desde una visión de gestión comunitaria. Por tanto, me enfoco en los procesos de conformación y consolidación como puntos de convergencia entre los AC y DR, y no sobre las diferencias técnicas o de funcionamiento.
En la mayoría de los casos cada servicio es ofrecido por una organización comunitaria diferente, a excepción del acueducto Leonardo Hoyos, con capacidad de ofrecer ambos. Los AC y los DR guardan similitudes y divergencias en sus motivaciones de fundación, organización, visiones a futuro, relacionamiento con comunidades e instituciones, entre otros. Por esto construyo, a modo de collage, una historia ambiental a partir de las experiencias narradas por los líderes de estas organizaciones en su relación con el río, una historia que no tiene intención de imponerse como única, sino más bien evidenciar las convergencias entre estas comunidades y darle cabida a esas múltiples voces que quieren ser visibilizadas, como lo manifestaron en muchas ocasiones.
“Hacíamos las chambas y todo lo que es la mano de obra. Y entre todos hicimos eso”
El Sumapaz se ha caracterizado por su alta vocación agrícola, considerada una de las despensas de alimentos del departamento, principalmente de ciudades capitales como Bogotá. Aunque los municipios de Pasca y Fusagasugá están cercanos al páramo y cuenta con afluentes que bañan sus territorios, el abastecimiento del agua siempre se limitó a las áreas urbanas que estaban en crecimiento. Es así como surge en las zonas rurales
una necesidad de la comunidad en tener calidad de vida mediante el suministro de agua potable [...] la comunidad campesina se organiza y empieza a gestionar a voluntad el tema de la concesión, de dónde obtendrán el agua, cómo podrían ellos mismos distribuirla, obviamente sin condiciones técnicas (Andrea, AC Aguas del Norte).
Este fue el caso de algunas veredas del norte del municipio de Fusagasugá que empezaron a organizarse para tomar el agua del río Barro Blanco, el afluente de mayor tamaño y cercanía en la zona.
En contraposición, al suroccidente del municipio, la vereda La Puerta o Chinauta como es comúnmente conocida “no tiene ninguna fuente hídrica, no tiene absolutamente nada, ningún nacimiento de nada” (Juliana, AC Aguas de Chinauta), debido a que está ubicada en una meseta que se ha levantado por el recorrido de los ríos el Chocho y el Cuja, abriendo camino entre las montañas hasta llegar al río Sumapaz. Los dueños de una gran hacienda de esta vereda, que con los años se iría parcelando para la venta, recurrieron inicialmente a los canales abiertos para traer el agua por gravedad y poderla ofrecer a los nuevos terrenos con acceso a este recurso. Este proceso de canalización fue bastante común como práctica inicial de abastecimiento del líquido, para el riego o abrevaderos. Justamente, Carmen resalta que este sistema “ha existido toda la vida hasta hoy, era canal abierto, y sobre ese mismo se construyó este distrito” (DR ASOASES). Estos primeros trazados de distribución conectaron a los pobladores de las diferentes veredas con el agua, pero al mismo tiempo, empezaron a tejer comunidad entre ellos.
Además de la iniciativa comunitaria, varias personas resaltaron el liderazgo de políticos locales o propietarios que sirvieron de mediadores entre la comunidad y diferentes entidades gubernamentales, para lograr un apoyo que se materializó en la entrega de los estudios y diseños técnicos de los AC, o de las mejoras que requerían los DR. El Instituto Nacional de Salud, por ejemplo, apoyó la construcción de la planta de tratamiento de algunos acueductos, como el de Leonardo Hoyos y ASUAINRO, a través de compromisos en donde “el Instituto suministraba todo el material de la mano de obra calificada [diseños e ingenieros] y la comunidad aportaba la mano de obra no calificada” (Diana, AC ASUAINRO). De hecho, Diana resalta que “la comunidad se organizó y aportó 30 jornales por cada usuario”. Esa mano de obra “no calificada” la conformaba la gente que trabajaba en las fincas, es decir, campesinos que dejaban de trabajar un día a la semana para apoyar la construcción del nuevo acueducto. Y es que, aunque existían grandes hacendados desde la década de los años ٥٠, la mayoría de las fincas productivas y con mayor necesidad de agua de la región pertenecían a pequeños campesinos, por “lo que nosotros hacíamos las chambas y todo lo que es la mano de obra para que nos alcanzara la plata. Entre todos hicimos eso” (Carlos, AC El Bosque).
De igual forma, la Federación Nacional de Cafeteros, apoyó el mejoramiento de los canales abiertos a DR en algunas zonas cafeteras de la región, en donde “se recibieron materiales, y el acueducto con la comunidad colocó un recurso económico y mano de obra, para poder desarrollar esos proyectos” (Tatiana, AC COOVESUR). Además del apoyo de la Federación en el mejoramiento del DR ALBESA, Jorge destaca el programa de Desarrollo Rural Integral como un gran apoyo gubernamental en el fortalecimiento del distrito que él integra. Entretanto, Carmen resalta que, con el apoyo tanto de la gobernación como de las alcaldías de Pasca y Fusagasugá, “se pudo desarrollar la construcción del proyecto, lo que generaba el desarrollo de la armonía con el medio ambiente” (DR ASOASES).
Este tipo de compromisos mutuos fue primordial ya que, por un lado, el apoyo externo en aspectos técnicos y económicos impulsó los proyectos, y por el otro, el aporte en mano de obra, tiempo y esfuerzos de aquellos que lideraron estas organizaciones en sus inicios, cimentó la apropiación de las comunidades, no solamente hacia la materialidad del acueducto (bocatomas, redes, plantas, filtros), sino también en el mejoramiento de su calidad de vida y su relación con las fuentes hídricas de donde se abastecían. De este modo, organizaciones de AC y DR se fueron replicando en las veredas de Pasca y Fusagasugá ante la necesidad de suplir un servicio vital para ellos, ya que históricamente
la zona rural siempre ha sido abandonada, no se ha tenido en cuenta, en la parte de servicios públicos, el Estado no ha tenido como ese interés de decir: también se merecen tener una calidad de vida (Luis, AC Alto del Molino).
Lo anterior evidencia que, aunque en algunos momentos hubo algún apoyo estatal, de forma general el sentimiento entre las personas con las que conversé es que “están cubriendo un servicio básico en una zona rural, donde no llega el municipio a prestar su servicio, como en realidad lo deberían hacer” (Pilar, AC Leonardo Hoyos). En este sentido, las administraciones municipales dan por cumplido su deber de suplir el agua. Con relación a esto, Andrea indica que los AC “le está dando de una u otra manera la garantía al municipio de cumplir con el suministro de agua potable, también en el área rural” (AC Aguas del Norte), mientras ignoran las necesidades y falencias que presentan las organizaciones comunitarias.
“Aquí la organización comunitaria fuerte es el acueducto”
Las Juntas de Acción Comunal (JAC) que se habían conformado desde finales de los 50 fueron las encargadas de aglomerar y organizar a las comunidades en torno al proceso de construcción de los AC y los DR. Diana resalta que vieron “la necesidad de que cada sitio y vereda se unieran como usuarios y formaran sus asociaciones, que así es como funciona la mayoría en la parte rural” (AC ASUAINRO). Así, las asociaciones se escindieron de las JAC y conformaron entes independientes, principalmente porque muchos de ellos agrupan varias veredas de ambos municipios, por lo que fue necesario una organización que trascendiera los límites geográficos y administrativos de las JAC. Cabe resaltar que, en aquellos AC o DR ubicados en una sola vereda, como el caso del DR ASOASES en la vereda el Espinalito, es común que la JAC y las asociaciones compartan la misma junta directiva.
Las asociaciones están organizadas por presidente, vicepresidente, secretario y tesorero, además de vocales, fiscal y los respectivos suplentes a cada rol; elegidos en asamblea de afiliados realizada en un periodo de tiempo establecido. En el caso de COOVESUR, al contar con afiliados en nueve veredas diferentes se usa un sistema de participación asamblearia escalonada, que consta de delegados en cada una de ellas, buscando la participación amplia y democrática de la comunidad.
Si bien las JAC anteceden a los AC y los DR, es interesante que en la mayoría de los casos las dos últimas han tomado un rol más importante dentro de las comunidades. Por ejemplo, Luis afirma que “aquí la organización comunitaria fuerte es el acueducto, el que, la misma gente dice, venga, ayúdenos con la Junta de Acción Comunal” (AC Alto del Molino). Se evidencia de esta manera que las asociaciones llegan a cumplir otros roles dentro de las comunidades, más allá de la mera distribución del agua, buscando que “como organizaciones comunitarias, funcionemos como tal, un bien común para toda nuestra población” (Luis, AC Alto del Molino). Otro caso es el AC de Chinauta que destina rubros de los aportes de sus afiliados a apoyar proyectos sociales formulados por la JAC de la vereda, pero hubo poco interés por parte de esta en hacerlo. Cabe aclarar que estos apoyos no son generalizados y son gestionados en su mayoría por los prestadores con mayor cantidad de usuarios, ya que los de menor afiliación presentan problemas considerables para lograr excedentes económicos.
Esta amplia agencia que han desarrollado las AC y DR en los territorios les ha permitido afianzarse y consolidarse dentro de sus comunidades, pero no dejan de estar atravesadas por problemáticas a nivel organizacional que estancan los procesos de mejora que se planean o generan tensiones internas con sus integrantes. Carmen contaba que “internamente, pues, tenemos de pronto una organización, o desorganización administrativa” (DR ASOASES), ya que las personas que eran elegidas para la junta directiva no participaban o renunciaban a sus cargos, llevando a que las mismas personas fueran elegidas continuamente. A esto se le suma un problema de relevo generacional dentro de las organizaciones debido a “la falta de interés de la juventud de meterse en el cuento en la parte comunitaria […] la mayoría de los que estamos en la parte directiva somos mayores de 40 años” (Luis, AC Alto del Molino). Así se incrementan los factores que amenazan la supervivencia de los AC y DR en las zonas rurales de estos municipios, que ya han visto cómo las actividades agropecuarias han disminuido con el tiempo: “trabajar en el campo no es tan fácil, pues en este momento la agricultura no es una cuestión rentable por una cantidad de situaciones. Los que estamos en el campo es por amor a la patria” (Jorge, DR ALBESA).
“Usted sabe que cuándo hay contaminación… el agua se esconde”
A excepción del AC Aguas del Norte, todos los AC y DR están asentados en la cuenca hidrográfica del río Cuja, que nace en la frontera suroriental con Bogotá, en el río Corrales (o Juan Viejo), hasta el río El Bosque luego de pasar por Pasca, en donde nace el río Cuja. Este cuerpo de agua recorre el territorio en dirección suroccidental pasando por Fusagasugá, para continuar por la zona oriental de la vereda La Puerta en donde recibe las aguas del río Guavio (Batán), atraviesa el municipio de Arbeláez y finalmente desemboca en el gran río Sumapaz, en límites con el departamento del Tolima. Aunque son muchos los ríos, quebradas y caños que nutren el río Cuja, los que nombré constituyen las microcuencas de donde se abastecen estas organizaciones.
Así como estas asociaciones han aglomerado a sus usuarios en la búsqueda de calidad de vida a través del acceso y gestión del agua, el río Cuja se ha convertido en la columna vertebral que los une y articula en su territorio, e incluso con ecosistemas como el páramo de Sumapaz. Las personas con las que conversé resaltaron la abundancia hídrica que permitió que las asociaciones fueran tomando el agua desde diferentes afluentes, pero al mismo tiempo, afirmaron la grave situación que está viviendo el Cuja con el paso del tiempo y el impacto de las actividades humanas a su alrededor.
Los AC y DR de las zonas altas del río Cuja destacan la calidad del agua a la que tienen acceso, principalmente porque sus bocatomas están ubicadas en pequeñas quebradas o nacederos cercanos al páramo, lo que ha evitado que se contamine por las actividades económicas en esta zona. El aumento de la actividad agrícola, e incluso de la ganadería en Pasca y Fusagasugá, dificulta el acceso al agua, porque los productores requieren más líquido para la siembra y los animales, y además es “una zona donde se manejan muchos químicos, para la parte agrícola y entonces la contaminación se nos eleva” (Luis, AC Alto del Molino). A pesar de esto, comenta José Benavides que “el agua es más limpia que la que consumen en Fusa, porque nosotros la tomamos más arriba de Pasca, que viene totalmente limpia del páramo” (DR ALBESA). En este DR hay un sentimiento de tranquilidad y orgullo, frente a la calidad del agua a la que tienen acceso. Pero estos factores de riesgo han llevado a que las asociaciones de las partes altas como Alto del Molino, ASUAINRO, El Bosque y ALBESA evidencien que “el caudal ha bajado bastante y en temporada de sequía es complicado. La quebradita nos aguanta” (Luis, AC Alto del Molino).
En su descenso hacia Fusagasugá, el río Cuja ha recibido las aguas de los ríos el Bosque y Corrales, pero también las cargas de contaminación y desecho que se han acumulado, sin ningún tipo de tratamiento por parte de quienes las vierten. Un ejemplo son las aguas residuales del municipio de Pasca, que, al no contar con una PTAR, “llegan al río Cuja, obviamente nosotros —todos los acueductos de Fusagasugá— que estamos aguas abajo, de una u otra manera estamos sintiendo esa carga física que viene desde Pasca” (Pilar, AC Leonardo Hoyos). Este alto nivel de contaminación ha limitado el uso del agua solamente para riego de campos y otras actividades. Aunado a esto, la gran cantidad de concesiones dadas sobre el río ha aumentado la competencia por el líquido y propiciando la disminución de los caudales, ya que, según Juliana, frente al número de captaciones en el que el acueducto de Chinauta es el último, “éramos el 14; ahorita no tengo idea porque no sé cuántas concesiones más habrá dado la CAR o se haya retirado, pero hace más de año y medio éramos el punto 14 de los que estábamos legalmente constituidos” (AC Aguas de Chinauta).
El sobreuso del río Cuja ha llevado a que surjan en algunos casos disputas en la gestión del agua arriba y abajo del río, “porque hay personas que le ponen tambre por allá para cogerlas por otro lado, entonces aquí baja con menos presión y caudal, lo que nos afecta” (Carmen, DR ASOASES). Ante estas problemáticas, desde las asociaciones de AC y DR han surgido interacueductos para garantizar el acceso al agua a lo largo del cauce del río en temporadas de sequía:
Nosotros si hacemos cortes de servicio, no porque no tengamos el agua, más pensando en la gente, prácticamente en Fusa... Y nosotros lo hacemos más por el agüita que necesitan ellos, y pues si no enfrentamos gran cosa, por lo menos suspendemos por ramales (Luis, AC Alto del Molino).
De la misma forma lo han hecho los acueductos Leonardo Hoyos y COOVESUR que, aunque no toman el agua para consumo humano del Cuja, lo hacen del río Batán, que se convierte en el Guavio hasta confluir con el río Cuja en límites de Arbeláez. A los problemas por la disminución del cauce, Tatiana agrega que en “la zona alta, que es una mesita, muy cerca de la planta, hay bastantes granjas avícolas y anteriormente sucedía que ellos se quedaban con toda el agua potable y no dejaban bajarla para los demás cooperados o usuarios” (AC COOVESUR). Se evidencian así los múltiples intereses que se van cruzando cuando de gestionar el agua se trata. Por esto ha sido importante que, entre los acueductos asentados en la cuenca hidrográfica del río Cuja, la cercanía y comunalidad de las asociaciones prime en la recuperación del río y de sus rondas, porque “usted sabe que cuándo hay contaminación, el agua se esconde, se va, se difunde por otro lado” (Carmen, DR ASOASES).
Proyectos hidropolíticos: nuestro embalse, mi agua
El DANE3 proyectó que, para 2023 la población de Fusagasugá rondaría los 165 143 habitantes, mientras que el Observatorio Socioeconómico de este municipio4 apunta a los 170 039. A esto se le debe sumar la población flotante que llega en temporadas vacacionales o fines de semana, ya que “tenemos un nuevo frente en la construcción de viviendas, tiene un alto crecimiento por la cercanía con Bogotá. Se está enfocando el tema, pues muchas personas están comprando casas para recreación los fines de semana” (Sergio Lynett, EMSERFUSA). Adicionalmente, el aumento en el cultivo de flores ha catalogado a Fusagasugá como la Ciudad Jardín, y junto a la llegada del turismo ecológico y de descanso, hogares geriátricos y otros factores, han empezado a ejercer presión sobre los recursos hídricos de la región, diezmados por el cambio climático y profundizados por las problemáticas discutidas anteriormente.
Desde los discursos de políticos locales y departamentales se ha señalado la falta de un POT actualizado, lo que ha causado un crecimiento poblacional desorganizado, mala distribución de las actividades económicas y afectaciones ecológicas. Esto ha servido de excusa para que, desde la gobernación departamental, junto a la alcaldía de Fusagasugá, Empresas Públicas de Cundinamarca (EPC) y la CAR exploten el discurso de la escasez para imponer una única forma posible de gestionar el agua en la región (Porto-Gonçalves, 2020). En este sentido, han incentivado la regionalización del agua a través de la construcción de embalses para afrontar las necesidades de este recurso debido al crecimiento de las ciudades, el control de los sistemas hidrológicos, y la mejora de la calidad del agua (Contraloría de Cundinamarca, 2019) para la prevención de inundaciones y enfrentar la escasez en épocas secas. En el caso de la provincia del Sumapaz, la construcción de un embalse ha estado en el radar de la alcaldía de Fusagasugá desde el 2015 cuando hizo la prefactibilidad en el río Barro Blanco, pero no logró continuidad ante la falta del Diagnóstico Ambiental de Alternativas (DAA) (Gobernación de Cundinamarca, 2019). En el 2016, en el marco de un fuerte fenómeno del niño, el nuevo gerente de EMSERFUSA, Julián Duarte, instaba a dar celeridad en “los estudios, diseños, gestión de recursos y construcción de un embalse con capacidad de siete millones cúbicos de agua, el cual alcanzaría para suministrarle agua a Fusagasugá por lo menos para siete meses de sequía” (EMSERFUSA E.S.P., 2016). Un año después, la EPC estaba iniciando los estudios de prefactibilidad5 (Gobernación de Cundinamarca, 2019). En 2019 cuando se entregan los estudios e inicia la socialización de los resultados del proyecto, se evidenció que, además de la opción de hacer un embalse en el río Barro Blanco, pero en territorio de Pasca, hay otras dos opciones en el río Cuja, en circunscripción de Fusagasugá (Fusagasugá Noticias, 2019). Ante la ausencia del alcalde de Pasca, el concejal Yamith Gutiérrez denunciaba que
Pasca es un municipio que se ha ido acabando y con base a lo especificado en este Proyecto, observo que será la más perjudicada, pues los problemas que durante años tuvimos y aún tenemos, desaparecieron en esta presentación, nombraron a Pasca de último y nos están condenando.
De esta manera, se cuestiona la idea de que un embalse regional, en manos de EMSERFUSA, pueda beneficiar realmente a toda la provincia, y termine anteponiendo las necesidades de agua de Fusagasugá frente a la de los municipios ubicados arriba y abajo del río en el que se construya, sin contar aún con las necesidades de los AC y DR asentados en la zona que ven amenazada su permanencia en el territorio. En este sentido, se confirma que “la historia del crecimiento urbano es entonces inseparable de la historia de la transformación de la cuenca” (Leal, 2020, p. 14), por lo que las decisiones tomadas desde un punto afectan toda la cuenca hidrográfica del Cuja.
A inicios de 2023, la alcaldía de Fusagasugá, en compañía de representantes de EMSERFUSA presentan la estrategia “Un pacto por el agua”, que busca establecer acciones concretas para garantizar la seguridad hídrica del municipio durante los próximos 30 años, a través de la adquisición de predios de importancia hídrica, para buscar la eficiencia en la gestión del agua y la construcción de almacenamientos, entre ellos, embalses (EMSERFUSA E.S.P., 2023). En algunas notas de prensa o documentos departamentales, el proyecto es titulado “embalse del Sumapaz”, apelando a la integración de la provincia. En otros documentos y comentarios de funcionarios de Fusagasugá, el embalse beneficia solamente al municipio, lo que corrobora las palabras del concejal de Pasca y la incertidumbre que ha generado dentro de los posibles afectados, pues no ha sido clara la ubicación real del embalse desde la documentación y los discursos, y existe una nube de duda sobre las áreas que serán realmente impactadas.
Así las cosas, las iniciativas de los embalses en la provincia se apalancan en los discursos de acumulación y eficiencia, como respuesta a una presunta escasez del agua, enmarcándose en lo que Villamizar (2022) llama “escasez en la abundancia” (p. 21). Aunque efectivamente si se ha visto una disminución en los caudales de la cuenca del Cuja debido a factores ya discutidos, las infraestructuras propuestas permitirán a aquellos que la gerencien definir cómo, cuándo y quiénes se verán beneficiados por el agua del embalse, que considero proyectos hidropolíticos, ya que implican la implantación de nuevas perspectivas sobre el agua y el territorio. En estas propuestas, el agua ocupa un lugar central en los discursos, donde predominan la ciencia y la tecnología como herramientas para lograr un uso eficiente que genere ganancias económicas para los proveedores. Esto privilegia las decisiones que benefician intereses políticos y económicos regionales que suelen estar posicionados en modelos desarrollistas, al dejar de lado las necesidades y particularidades de la gestión comunitaria del agua.
“Cuando uno quiere un proceso… pues difícilmente va a aceptar que vengan y se lo lleven”
Las perspectivas de regionalización del agua que fluyen en la región por las iniciativas de la alcaldía de Fusagasugá y la gobernación de Cundinamarca, han encendido las alarmas de las integrantes de los AC y DR, ya que “lógicamente, al regionalizarse el servicio, los acueductos rurales que hoy en día existimos van a desaparecer” (Pilar, AC Leonardo Hoyos). Esta amenaza a su permanencia en el territorio, tanto de la organización que integran como la de sus propias familias, al provocar que, desde las comunidades, surjan cuestionamientos sobre los beneficios y beneficiados reales del proyecto. Por ejemplo, Carmen considera que
va a beneficiar mucho a los grandes, a los alcaldes, a los de EMSERFUSA, porque van a tener más prioridad de vender sus lotes y hacer sus edificios. ¿Y nosotros los de abajo qué? ¿Mirándolos? Para uno de campo no lo beneficia en nada (DR ASOASES).
Para Tatiana el “tema de autonomía” se pone en riesgo en este proyecto, porque “el que tenga el agua va a tener una fuerza, un poder, y entra a decidir quién y cómo lo van a administrar y en qué condiciones” (AC COOVESUR). Así las cosas, no estarán involucrados en la toma de decisiones, así como tampoco lo han estado en la fase de prefactibilidad del proyecto. En sintonía con Tatiana, Carmen recuerda la negativa de EMSERFUSA para suministrar agua a su vereda, por lo que considera que no es justo que ahora sea la empresa la que esté encargada de la prestación del servicio: “a mí me parece que cada zona debe manejar su acueducto” (DR ASOASES).
Otro factor problemático es el impacto que el embalse tendría en actividades económicas de baja escala, así como las afectaciones de los ecosistemas ante la inundación y los cambios de microclimas. Sergio Lynett rescata que “en las zonas que van a inundarse para ese almacenamiento, le sacan provecho a la parte turística, que se puede beneficiar” (EMSERFUSA). Sin embargo, Luis considera que “un embalse en sí puede que nos traiga turismo, pero también nos trae problemas sociales. Puede que a nosotros los habitantes nos traiga beneficios y también perjuicios” (AC Alto del Molino).
En cuanto al planteamiento del turismo como respuesta, no es una actividad nueva, sin gran importancia en la región, principalmente en veredas como La Puerta (Chinauta), que se caracteriza por tener casas de recreo. Juliana resalta que, inicialmente el acueducto Aguas de Chinauta se consolidó por el trabajo y el interés de sus usuarios que “amaban su territorio”, pero que con el paso del tiempo “han vendido a personas que vienen de paso. Aquí son casas divinas, para que viva un cuidandero” (AC Aguas de Chinauta). Esta situación ha debilitado la participación y toma de decisiones sobre el abastecimiento del agua, ya que los que tienen voz y voto no residen ahí; mientras que los residentes de la vereda no pueden hacerlo al no tener la propiedad sobre la tierra, que quizá, antes fue de ellos. Esta es una de varias situaciones que emergieron alrededor del turismo con un impacto en diferentes veredas de Fusagasugá y Pasca, que se conecta con muchas de las discusiones que he desarrollado y que merecen una revisión a profundidad desde enfoques como el de gentrificación rural, como el que propone Villamizar (2022) en La Calera sobre la llegada de habitantes de Bogotá, en búsqueda de una naturaleza prístina y domesticada; además de las tensiones y relaciones que surgieron con los habitantes locales.
La sumatoria de estos elementos que amenazan la cuenca hidrográfica del río Cuja: cambio climático, contaminación, aumento poblacional, deforestación, uso de fertilizantes en exceso, sobreuso del agua, vertimientos sin tratar, entre otras, impulsó la conformación de una organización de segundo nivel que integrara AC y DR asentados en la cuenca. En 2014 nace la Corporación en Pro de la Defensa del Río Cuja (CORPOCUJA), como resultado de un proceso de larga data de juntanza entre las asociaciones, que nace para “poder hacer planes de mitigación, planes de reforestación (…) también de las necesidades que tenemos los diferentes sistemas de abastecimiento hídrico de la cuenca del río Cuja” (Tatiana, AC COOVESUR). Son 14 organizaciones que hacen parte de un proceso de defensa del río, pero también de fortalecimiento organizacional y apoyo interacueductos, que ha permitido crear bloques de resistencia frente a proyectos que amenazaban el agua y el territorio, como fue el caso de la Consulta Popular llevada a cabo en el 2017 en Pasca, Cundinamarca (El Espectador, 2017). Esta consulta consolida a CORPOCUJA como un compromiso conjunto y un esfuerzo que hacen las asociaciones de AC y DR por defender la cuenca que los ha acogido durante tantos años.
Aunque la pertenencia a la organización es libre, se requiere un aporte de 100 pesos por cada afiliado que tengan. Esto es un reto para los más pequeños, que a pesar de sus problemas económicos desean seguir vinculados con la corporación. Pero también ha sido un problema de integración para los más grandes, como EMSERFUSA que, aunque hace parte a la corporación, se ha negado a pagar el aporte solicitado debido a la gran cantidad de usuarios con los que cuenta. En la pandemia, la organización CORPOCUJA estuvo en pausa, ya que los esfuerzos se enfocaron en las propias organizaciones, pero que han empezado a reactivarse para plantear alternativas a las problemáticas actuales.
Desde los AC y los DR, la autonomía se materializa en defender las formas de gestión comunitaria del agua, al priorizar los principios de solidaridad y horizontalidad entre los usuarios, sobre la mera ganancia económica del sistema de abastecimiento. Mientras que la calidad de vida es aquella que logran las comunidades al tener acceso a agua de calidad y en cantidad, desarrollando proyectos de vida individuales, familiares y colectivos. Estos dos conceptos muestran el interés de estas comunidades por confrontar los modelos desarrollistas insertos en la regionalización del agua y en la búsqueda constante de eficiencia como una nueva forma de convertir el agua en una línea de ensamblaje, donde lo central es la producción constante e ininterrumpida de ganancias (Alexander, 2008).
Las conclusiones
La inserción de múltiples dinámicas e intereses en los municipios de Fusagasugá y Pasca, en Cundinamarca, ha ahondado la desigualdad en el acceso al agua en zonas rurales y periurbanas, en una región que se caracteriza por sus abundantes fuentes hídricas. Históricamente, los acueductos comunitarios y distritos de riego que se han establecido en el territorio desde mediados del siglo XX han gestionado y abastecido de agua a muchas de estas comunidades, y se han consolidado como formas de organización política y comunitaria para la defensa territorial y del agua. Es por esto, que me enfoqué en analizar cómo la historia ambiental de los acueductos comunitarios y distritos de riego de los dos municipios impulsan la resistencia a proyectos hidropolíticos de regionalización del agua que amenazan su permanencia en los territorios. Por lo que recurrí a las voces de las personas con las que conversé para construir, desde sus experiencias personales y organizativas, una historia ambiental de sus orígenes, para resaltar las transformaciones que se han vivido en sus asociaciones, tanto en la materialidad de sus acueductos, como la relación con otras instituciones, entre sus integrantes, con la naturaleza y el río Cuja como la corriente que los une.
Desde mi perspectiva de análisis, las iniciativas para construir embalses que han sido apalancadas por el discurso de escasez, acumulación y eficiencia, son catalogadas como proyectos hidropolíticos, pues implantan nuevos enfoques sobre el agua y el territorio. Estas miradas están atravesadas por discursos en donde prima la ciencia y la tecnología para lograr un uso eficiente del agua que promuevan las ganancias económicas, y las decisiones son tomadas por intereses políticos y económicos regionales, lo que deja de lado las preocupaciones comunitarias sobre la gestión del agua. Este proyecto apunta a regionalizar el servicio público de acueducto en manos de EMSERFUSA, riñendo la continuidad de los AC y DR de las zonas rurales de ambos municipios.
Ante este paisaje hídrico que se ha ido configurando en la región, se evidencia que los ejercicios de historia ambiental, como metodología, pero también como una apuesta transdisciplinar, tiene el potencial de ayudar a estas organizaciones a dar forma y cohesionar la resistencia a este tipo de iniciativas que socaba su agencia y permanencia en el territorio, y que a través de estos fue posible identificar que la búsqueda de la autonomía y defensa de su calidad de vida son medios y fines para resistir a estos proyectos hidropolíticos. Para las personas con las que conversé, la autonomía se materializa en la libertad en la toma de decisiones sobre el abastecimiento del agua, sin que estas recaigan en agentes externos y amenacen las formas de asociatividad que han establecido. Respecto a la calidad de vida, esta fue el motivante para la conformación de los acueductos o los distritos, pero lo que buscan y quieren defender es tener acceso al agua en calidad y cantidad, de tal forma que les permita desarrollar sus proyectos de vida individuales, familiares y colectivos.
Debido a la necesidad de salvaguardar la cuenca del río Cuja, las organizaciones de AC y DR conformaron CORPOCUJA, una red de segundo nivel que promueve la defensa y recuperación del río, mediante la educación ambiental para defender su permanencia en el territorio. Considero que esta organización tiene un potencial de análisis importante para entender el accionar colectivo en la defensa del agua y su gestión comunitaria, así como para el fortalecimiento de las asociaciones que la componen. Aunque no fue posible ahondar en este análisis por decisiones que abordo a continuación, es pertinente resaltar su relevancia para futuras investigaciones.
Por decisiones metodológicas y por cuestiones de tiempo y espacio, no fue posible profundizar en otros aspectos claves que permiten tener un entendimiento más profundo de las dinámicas que atraviesa la zona actualmente. Un ejemplo es el rol del turismo en las transformaciones que ha tenido Fusagasugá, principalmente en las zonas rurales, como el caso de la vereda la Puerta, que relaté anteriormente. Una situación que se ha dispersado en las diferentes veredas y que preocupa a los integrantes de las asociaciones, tanto por la presión sobre el ambiente, y por los cambios en las actividades económicas de la región. Otra arista que surgió de las entrevistas fue la relación conflictiva y desigual que existe con instituciones como la CAR, la Superintendencia o la Cámara de Comercio, pues las exigencias y cobros que hacen no son diferenciados, lo que garantiza el servicio a cierto tipo de acueductos, pero genera incertidumbres y amenazas para los más pequeños. Este es un ejemplo de la inequidad existente en la Ley 142 de 1994, lo que evidencia la necesidad de la legislación propia para los acueductos comunitarios, asunto impulsado desde la Red Nacional de Acueductos Comunitarios.
En conclusión, experiencias como las de estos acueductos y distritos se repiten a lo largo y ancho de Colombia, aunque con sus particularidades, al ser organizaciones que históricamente han aglomerado a sus comunidades alrededor del abastecimiento del agua, mejorando su calidad de vida en zonas apartadas de los intereses políticos o económicos. Aunque mucho se ha investigado sobre los acueductos comunitarios, desde el sistema como tal hasta los procesos organizativos, aún faltan esfuerzos para agotar las aristas posibles de análisis y reflexión, así como las formas en que la academia puede aportar en su visibilización. En las entrevistas que hice fue recurrente la invitación a que nos saliéramos de la universidad y viéramos las realidades que estas comunidades rurales están viviendo en el día a día, una invitación a construir en conjunto investigaciones con un impacto trasformador en el campo colombiano.
Referencias bibliográficas
Aguirre, A., Caro, D., Quiroga, C. y Vallejo, D. (2016). Historia ambiental del distrito de riego de Maríalabaja - Bolivar: más motivos para decir que el agua es nuestra. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana.
Alexander, J. K. (2008). The Mantra of Efficiency: From the waterwheel to social control. Baltimore: Johns Hopkins University Press. https://doi.org/10.1353/book.3333
Barrera, A. J. y Suárez, A. F. (2020). Pre-diseño sobre la implementación de un embalse en el río Barro Blanco del municipio de Fusagasugá (Trabajo de grado). Universidad Católica de Colombia. https://hdl.handle.net/10983/25845
Barreto, A. (2014). Las comunidades organizadas como prestadoras del servicio público de acueducto en la zona rural de Bogotá D.C.: el caso de los acueductos veredales de Mochuelo Bajo, Pasquilla, la Unión y Andes. Revista Derecho Público (33). doi: 10.15425/REDEPUB.33.2014.27
Bocarejo, D. (2018). Gobernanza del agua - Pensar desde las fluctuaciones, los enmarañamientos y políticas del día a día. Revista de Estudios Sociales, (63), 111- 118. https://doi.org/10.7440/res63.2018.09
Botia, C. J. y Preciado , J. (2019). Resiliencia comunitaria: defensa del agua y del territorio en la cuenca del río Sumapaz, Colombia. Revista Perspectiva Geográfica, 24(1), 13-24.
Budds, J. (2018). El papel de las relaciones de poder en la asignación, uso y gobernanza de los recursos hídricos en los países andinos. En J. Budds y M. C. Roa García (Eds.), Equidad y Justicia Hídrica - El agua como reflejo de poder en los países andinos (pp. 19-28). Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial.
Budds, J. y Linton, J. (2018). El ciclo hidrosocial: hacia un abordaje relacional y dialéctico del agua. En J. Budds y M. C. Roa García, Equidad y Justicia Hídrica - El agua como reflejo de poder en los países andinos (pp. 29-48). Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial.
Camargo, A. (2020). En C. Leal (Ed.), Fragmentos de historia ambiental colombiana (pp. 145-168). Bogotá: Universidad de los Andes.
Camargo, A. y Camacho, J. (2019). Convivir con el agua. Revista Colombiana de Antropología, 55(1), 7-25. https://doi.org/10.30778/2019.91
Cardona, N. y Restrepo, A. (Eds). (2020). Memorias: Red Nacional de Acueductos Comunitarios de Colombia. Medellín. Recuperado de https://co.boell.org/es/2021/03/23/memorias-de-la-red-nacional-de-acueductos-comunitarios-de-colombia
Contraloría de Cundinamarca (2019). Tomo II: Embalses en Cundinamarca. Contraloría de Cundinamarca. Recuperado de https://repositoriocdim.esap.edu.co/handle/20.500.14471/25407
Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca [CAR] (2007). Diagnóstico, prospectiva y formulación de la cuenca hidrográfica del río Sumapaz. Bogotá.
El Espectador (23 de 5 de 2017). Vía libre a consulta popular petrolera en Pasca (Cundinamarca). Recuperado el 7 de 6 de 2023, de El Espectador: https://www.elespectador.com/ambiente/via-libre-a-consulta-popular-petrolera-en-pasca-cundinamarca-article-695140/
Empresas Públicas de Cundinamarca (s.f.). Agua a la vereda. Empresas Públicas de Cundinamarca S.A. E.S.P. Recuperado de https://epc.com.co/aguaalavereda/
EMSERFUSA E.S.P. (2021). EMSERFUSA E.S.P. tiene nuevo gerente. Recuperado de https://www.emserfusa.com.co/publicaciones/204/emserfusa-esp-tiene-nuevo-gerente/
EMSERFUSA E.S.P. (2023). Alcalde Municipal y EMSERFUSA E.S.P. presentaron la estrategia ‘Un Pacto por el Agua’ para Fusagasugá. Recuperado de https://www.emserfusa.com.co/publicaciones/771/alcalde-municipal-y-emserfusa-esp-presentaron-la-estrategia-un-pacto-por-el-agua-para-fusagasuga/
Fusagasugá Noticias (30 de mayo de 2019). Socializado el proyecto de prefactibilidad de embalses para solventar falta de agua en Fusagasugá. Recuperado de https://fusagasuganoticias.com/word/informe-especial/socializado-el-proyecto-de-prefactibilidad-de-embalses-para-solventar-falta-de-agua-en-fusagasuga/
Gallini, S. (2015). Sembrando semillas. En S. Gallini, Semillas de historia ambiental (pp. 16-35). Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas: Jardín Botánico José Celestino Mutis.
Gamboa, O. (23 de mayo de 2019). Estudios del Embalse para el Sumapaz serán socializados en Fusagasugá, Cundinamarca. Recuperado de https://www.noticiasdiaadia.com/estudios-del-embalse-para-el-sumapaz-seran-socializados-en-fusagasuga-cundinamarca/
Gobernación de Cundinamarca (2019). Proceso de empalme – Informe sectorial proyectos estratégicos sector agua potable y medio ambiente.
Guhl, A. (2020). A modo de cierre: hacia una historia ambiental propositiva. En C. Leal, Fragmentos de historia ambiental colombiana (pp. 303-314). Bogotá: Ediciones Uniandes. https://doi.org/10.30778/2019.85
Harris, L., Rodina, L., y Wilson, N. (2017). Water justice: key concepts, debates and research agendas. En R. Holifield, J. Chakraborty, y G. Walker, Handbook of Environmental Justice. Routledge. https://www.researchgate.net/publication/323797186
Harvey, D. (2004). The ‘new’ imperialism: Accumulation by dispossession. Socialist Register, 40, 63-87.
Hendriks, J., y Boelens, R. (2018). La concentración del acceso al agua en el Perú. En J. Budds, y M.C. Roa García (Eds.), Equidad y Justicia Hídrica: El agua como reflejo de poder en los países andinos (pp. 143-164). Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial.
Leal, C. (2005). Presentación del dossier sobre historia ambiental latinoamericana. Historia Crítica (30), 5-11. https://revistas.uniandes.edu.co/index.php/hiscrit/article/view/4009/3252
Leal, C. (2020). Introducción: visita guiada por algunos fragmentos de nuestro pasado. En C. Leal, Fragmentos de historia ambiental colombiana (págs. XIII-XXX). Bogotá: Ediciones Uniandes.
Llano-Arias, V. (2015). Community Knowledge Sharing and Co-Production of Water Services: Two Cases of Community Aqueduct Associations in Colombia. Water Alternatives, 8, 77-98. https://www.water-alternatives.org/index.php/all-abs/282-a8-2-5/file
Moreno , J. N. (2018). Cuando el río suena agua lleva, defender para gobernar en la provincia de Sumapaz. Bogotá: Universidad Santo Tomás.
Moreno, R. (2020). Proyectos hidro-políticos para ordenar la zona periurbana de Cali. En D. Roca-Servat, y J. Perdomo-Sánchez, La lucha por los comunes y las alternativas al desarrollo frente al extractivismo (pp. 217-241). Ciudad Autónoma de Buenos Aires: CLACSO.
Noticias Día a Día (2023). Cundinamarca: En marcha “Pacto por el Agua” en Fusagasugá y Sumapaz. Recuperado de https://www.noticiasdiaadia.com/cundinamarca-en-marcha-pacto-por-el-agua-en-fusagasuga-y-sumapaz/
Palacio, D. C. (2022). Agua, colaboración y bienes de uso común, más allá de lo humano. Aprendizajes en el borde sur de Bogotá. Trabajo Social, 24(2), 29–60, https://doi.org/10.15446/ts.v24n2.98845
Porto-Gonçalves, C. W. (2020). Agua enquanto disputa epistêmica e política para além dos três estados da água. En D. Roca-Servat, y J. Pérdomo-Sánchez, La lucha por los comunes y las alternativas al desarrollo frente al extractivismo (pp. 67-83). Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Grupo de trabajo CLACSO.
Quintana Ramírez, A. P. (2016). La gestión colectiva del agua y los habitus según el género. Acueductos comunitarios en Dosquebradas Colombia. ACME: An International Journal for Critical Geographies, 346-364. https://doi.org/10.14288/acme.v15i2.1124
Quiroga, C. (2016). “Ya perdimos la tierra, ahora tenemos que luchar por el agua”: Agua y poder en el municipio de Maríalabaja, Montes de María. Bogotá: Universidad de los Andes.
Red Nacional de Acueductos Comunitarios de Colombia. (2020). Memorias: Red Nacional de Acueductos Comunitarios de Colombia. Medellín: Corporación ecológica y cultural penca de sábila.
Roa , M. C. (2018). Indicadores de justicia hídrica para organizaciones comunitarias del agua en Colombia. En J. Budds, y M. C. Roa García, Equidad y Justicia Hídrica: El agua como reflejo de poder en los países andinos (p. 248). Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial.
Roa, M. y Pulido, A. (2014). El reto de la equidad urbana-rural en el acceso al agua de uso doméstico en Colombia. Ambiente y Sostenibilidad, 4(1), 3-15. https://doi.org/10.25100/ays.v4i1.4310
Roca-Servat, D. y Meneses, E. (2021). La capacidad de pago frente al derecho al agua: imperativos comerciales y alternativas socio-públicas en Medellín. En D. Chávez, D. McDonald y S. Spronk, Agua pública y Coronavirus: Nubes negras y nuevas oportunidades (pp. 483-496). Argentina: Municipal Services Project (Kingston), Transnational Institute (Ámsterdam) y Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Buenos Aires).
Roca-Servat, D., Botero Mesa, M., y Correa Zuluaga, S. (2021). El suministro de agua a nivel comunitario en Colombia en tiempos de pandemia. En D. Chávez, D. A. McDonald y S. J. Spronk, Agua públicas y coronavirus. Nubes negras y nuevas oportunidades (pp. 113-138).
Sánchez, V. (2015). La naturaleza en la historia. Tendencias y cambios en la historia ambiental, 1970-2010. En S. Gallini, Semillas de historia ambiental (pp. 39-73). Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas: Jardín Botánico José Celestino Mutis.
Tuhiwai Smith, L. (2017). A descolonizar las metodologías. Investigación y pueblos indígenas. España: Txalaparta.
Villamizar, S. (2022). Hacer urbano lo rural: Dinámicas interclase para la protección del ambiente en el campo colombiano. Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural - Rimisp.
Wilder, M. y Ingram, H. (2018). Knowing Equity When We See It: Water Equity in Contemporary Global Contexts. Oxford Handbooks Online.
* Este artículo es el resultado de la tesis de investigación llevada a cabo en el marco de la maestría en Estudios Interdisciplinarios del Desarrollo, del CIDER de la Universidad de los Andes, cursada entre el 2021 y el 2023. En ella hice un acercamiento a organizaciones comunitarias de acueductos y distritos de riego de Fusagasugá y Pasca (Cundinamarca), con el fin de conocer, desde el marco de la historia ambiental, los procesos de consolidación colectiva, agencia y búsqueda de autonomía en el territorio.
** Magister en Estudios Interdisciplinarios sobre el Desarrollo. Antropólogo urbanista. Correo: sj.hernandezv1@uniandes.edu.co.
1 La cuenca tiene una extensión de 364,32 km2 y el caudal promedio del río Cuja es de 5068 m3/s (Corporación Autónoma Regional (CAR), 2007)
2 Datos basados en entrevistas personales realizadas por el autor entre enero de 2021 y diciembre de 2022.
3 Geovisor de Proyecciones de Viviendas, Hogares y Población (https://geoportal.dane.gov.co/geovisores/sociedad/proyeccion-vihope/)
4 https://observatorio.alcaldiafusagasuga.gov.co/indicadores-dane/
5 Convenio EPC-PDA-C-497-2017.