Orientación vocacional. Entre el deseo, el contexto y la historia


Abstract

La orientación vocacional es una actividad educativa que trata sobre la complejidad que implica tomar decisiones sobre el tipo de formación que los educandos recibirán, ya sea para incorporarse a corto plazo al campo laboral, o para continuar con estudios superiores y posgrados. Como toda actividad educativa, tiene una historia que deja huella en su labor formativa. Este trabajo busca enlazar las miradas de la historia de la orientación desde sus albores en México y cuestionar algunas prácticas actuales, así como pensar a los estudiantes de bachillerato como seres complejos, contextualizados, más allá de la aplicación de tests o de guías invalidantes que pretenden dirigir el destino juvenil. Se presentan fragmentos de historias vocacionales de una estudiante y siete compañeros del mismo grupo académico, que recientemente han concluido su formación como técnicos en sistemas automotores en el Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos N° 7 del Instituto Politécnico Nacional (México). El género, cuerpo, condición etaria y desigualdades sociales son mostrados en los relatos de vida, dando cuenta de la diversidad de situaciones que acompañan las decisiones vocacionales.


A orientação vocacional é uma atividade educativa que trata sobre a complexidade que implica tomar decisões sobre o tipo de formação que os educandos receberão, seja para incorporar-se a curto prazo ao campo laboral ou para continuar com estudos superiores e pós-graduações. Como toda atividade educativa, tem uma história que deixa marca em seu trabalho formativo. Este trabalho busca unir os olhares da história da orientação a partir de seu alvorecer no México e questionar algumas práticas atuais, assim como pensar os estudantes de ensino médio como seres complexos, contextualizados, mais além da aplicação de testes ou de guias limitantes que pretendem dirigir o destino estudantil. Apresentam-se fragmentos de histórias vocacionais de uma estudante e sete colegas do mesmo grupo acadêmico que concluíram recentemente sua formação como técnicos em sistemas automotivos no Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos n.° 7 do Instituto Politécnico Nacional (México). O gênero, o corpo, a condição etária e as desigualdades sociais são mostrados nos relatos de vida, mostrando a diversidade de situações que acompanham as decisões vocacionais.


Vocational guidance is an educational activity that deals with the complexity involved in deciding about the type of training that students will receive, either to join the labour market in the short term, or to continue with higher and postgraduate education. Like any educational activity, it has a history that leaves its mark in its formative work. This study seeks to link the views of the history of guidance from its beginnings in Mexico and to question some current practices, as well as to think of high school students as complex, contextualized beings, beyond the application of tests or invalidating guides that intend to direct youth destiny. Here are presented fragments of vocational stories of a student and seven classmates from the same academic group, who have recently completed their training as technicians in automotive systems at the Center for Scientific and Technological Studies No. 7 of the National Polytechnic Institute (Mexico). Gender, body, age and social inequalities are shown in the life stories, giving an account of the diversity of situations that accompany vocational decisions.


DE LA HISTORIA DE LA VOCACIÓN

La vocación como llamado a ser y practicar determinadas actividades dentro del núcleo de la comunidad a la que se pertenece tiene origen confesional. De acuerdo con esta postura que favorece la predeterminación, la vocación deviene desde la predisposición natural de cada niña o niño para desarrollar alguna profesión o algún oficio y suele emerger casi como un don divino ajeno a las prácticas y actividades tanto familiares como contextuales, es decir, se pensó desde esta mirada como algo esencial. Se conceptualiza al ser humano como un ser que se ve envuelto en la constante lucha entre el bien y el mal, quien, para llegar a la virtud, debe ser guiado en sus actos, en sus creencias y en su forma de pensar. Bajo esta óptica, la vocación no sólo se encuentra en un punto predeterminado sino que además se convierte en una forma de conducir a las niñas y los niños hacia el ideal de humano noble y virtuoso del Medievo.

La orientación de la vocación, desde este punto, surge como un mecanismo que nace en los espacios formativos religiosos y posteriormente escolares, para consolidar una forma de concebir el manejo correcto de las/os niños y jóvenes. Como construcción social, la vocación fue empleada como red de relaciones de poder y jerarquía para las y los jóvenes, como una forma de establecer quiénes ocuparían qué cargos y lugares de mayor o menor prestigio y qué tipo de profesionales se requerían.

En México, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, se vivía un contexto complejo, con movimientos sociales que desencadenaron la Revolución Mexicana y que cuestionaban el orden impuesto en la dictadura de Porfirio Díaz. La conformación de un sector educativo naciente articuló las prácticas que fortalecieran las bases del Estado-nación, que era uno de los principales objetivos de la época (Muñoz, 2013).

La forma de pensar la educación en este período inició el cuestionamiento de los mandatos canónicos de origen religioso en la educación, derivándose desde Gabino Barreda1 una forma distinta de apropiar el conocimiento: el positivismo. Fue Gabino Barreda, alumno de Comte, quien impulsó el positivismo en la Escuela Nacional Preparatoria, quien además sentó las bases para las primeras prácticas de la orientación vocacional a través de pláticas denominadas en aquel tiempo conferencias sobre las profesiones (Magaña, 2013, p. 8), posteriormente profesiográficas. La vocación, bajo esta perspectiva, desdibuja la noción de llamado divino resituándose como un conjunto de motivaciones y aptitudes pertenecientes a las y los jóvenes, que, si bien no deja de ser un constructo interno, ya permea la posibilidad de ser el entretejido de una historia de vida personal y colectiva.

Gabino Barreda pensó en los adultos que acompañaban a las y los jóvenes en la tarea de buscar y encontrar el mejor camino hacia una profesión. Incluso se iniciaron las primeras descripciones profesiográficas de las tres principales carreras superiores de esa época (Magaña, 2013, p. 11): Abogado, Médico e Ingeniero (signadas en masculino, con un espacio otorgado a las mujeres médicas).

A continuación presento tres tablas que resumen las características apropiadas para las tres principales profesiones de la época. Estas tablas son producto del trabajo de investigación del Dr. Magaña (2013), quien a su vez tomó como referencia los textos de 1909 de la Escuela Nacional Preparatoria.

Quisiera detenerme en los contenidos que estas tablas evocan, mostrando el vínculo de las características de las profesiones con el modelo de ciudadano profesionista que se esperaba para México, atravesado por las características de género, raza y clase.

Inicio con la imagen que se construye de la mujer y del hombre que desarrollan la medicina. Los cuerpos de estos profesionales –cubiertos de un halo de misticismo semidivino que mantiene el imaginario de hombres y mujeres poderosos, impecables, confiables pero profundamente humanos– encarnan el reconocimiento social más alto y una formación académica que conjuga una buena parte de las disciplinas ya existentes en aquel tiempo.

El cuerpo de las y los médicos debe reflejar, en el caso de las mujeres, un arquetipo femenino (Venus), y en los varones, arquetipos masculinos (Cástor o Pólux); estos personajes mitológicos evocan cuerpos europeos de proporciones perfectas, tanto en hombres como en mujeres. Venus, la diosa romana de la belleza, cortesía, fecundidad, victoria, purificación y naturaleza, posee el conjunto de características admirables y encarnadas en una médica que cuida la vida. No es extraño que las mujeres, aunque en escasa proporción, hayan podido acceder a esta profesión. Por otra parte, la elección de una diosa, además de aludir a un mito polisemántico, sitúa a la médica en un espacio social privilegiado, donde no todas las mujeres podrían tener lugar.

Pólux y Cástor, los hermanos Dioscuros, representan las cualidades del guerrero: destreza para el dominio de la lucha cuerpo a cuerpo, el manejo ecuestre y la maestría con las armas.

Corporalmente vigorosos y colaboradores sagaces en las batallas emprendidas, comparten un origen ambivalente entre dioses y mortales. Pólux, semidiós hijo de Zeus, rescata a Cástor de su muerte ya acontecida, por lo que la existencia de ambos transcurre entre el Olimpo y Hades.

La metáfora sobre Pólux arrancando a Cástor de la muerte es encarnada en un varón médico con la capacidad de afrontar y vencer los retos de la enfermedad. Los alumnos aspirantes a estudiar medicina deben ser cultivados en distintas disciplinas y artes a las cuales no todos podían tener acceso. Igualmente estarán en primera fila para el reconocimiento y condecoración, que añaden un tinte elitista y romántico en su quehacer profesional. Ser médico exige, además, un comportamiento intachable y digno de confiar los secretos más resguardados de las familias. El médico protege las prácticas individuales y familiares con el secreto que le impone la disciplina, y con ello se asegura el blindaje de información que pudiera ocasionar cuestionamientos más allá del ámbito de lo privado.

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El abogado es construido con cualidades más específicas, como la honestidad, la justicia, la confiabilidad, la solución de conflictos y consejería permanente. Equiparado a Miguel Hidalgo, el abogado es presentado como el hombre del poder social que busca la equidad y defiende con firmeza la legalidad.

Este profesionista con signo masculino representa los ideales de la Ilustración de igualdad y libertad, velando por un Estado-nación unificado, si bien su cuerpo no se encuentra tan normalizado como en el caso de las y los médicos; su carácter debe denotar temple, firmeza y honestidad, características que apoyarán al varón que dicta las leyes para los seres considerados menores de edad, así como para las mujeres, más emocionales e impulsivas.

Se alerta sobre la codicia y la mala ley con la que puede enfrentarse, por lo que su masculinidad se proyecta en la firmeza de decisiones, el autocontrol de sentimientos; guía con autoridad y constancia, sin quiebre para vencer dificultades.

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Por último, el ingeniero; el signo masculino de este profesional ubica características corporales basadas en su fortaleza física. En el abogado encontramos una forma de masculinidad que alude a la razón; en el ingeniero, en cambio, la masculinidad toma relieve en la corporalidad vigorosa y en el empleo de las ciencias denominadas duras para la solución de problemáticas prácticas. Su formación académica, también sólida, debe reflejar un número bastante considerable de años de estudio (10), ya que su poder radica en la ciencia aplicada, que requiere habilidades científico-tecnológicas desarrolladas. Aquí el sesgo de clase se desdibuja, en comparación con el elitismo de Medicina, pero se sostiene en cuanto a la limitación de espacios para la formación académica.

Su cuerpo reflejará este arquetipo de hombre fuerte, inteligente, que sabe utilizar su cuerpo y sus manos para resolver problemas siendo su labor apropiarse de los recursos de la naturaleza en beneficio del hombre; desde la mirada de la Ilustración emerge la naturaleza como un conjunto de recursos que deben servir al hombre en sus fines tecnológicos, la naturaleza como lo femenino que puede tomarse como objeto útil.

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Llama la atención la recomendación de no abundar en el número de estudiantes de ingeniería, en países nuevos y pobres. Advertencia que puede ser leída como la falta de oportunidad de empleo para los ingenieros jóvenes, como resultado del sesgo de la formación tecnológica asimétrica para los países en formación –nuevos y pobres– contra la hegemonía monopólica y centralista de Europa.

La propuesta profesiográfica de los profesionales que impartieron las conferencias sobre las profesiones, nos permite pensar la orientación vocacional, no sólo como una práctica descriptiva, sino como una práctica compleja que reúne los imaginarios sociales, los sesgos de clase, de género, y corporalidades eurocéntricas construyéndose dialécticamente.

La orientación vocacional tomó lugar como práctica de guía para las y los jóvenes estudiantes; se inició el reconocimiento de un profesional distinto al orientador2 como agente educativo “híbrido”, que no es propiamente un docente pero que interviene en los procesos educativos de distintas formas y en diversos momentos, y cuya responsabilidad radica en promover la construcción del individuo que contribuyera al fortalecimiento de una nación incipiente, empleando para su labor la identificación en el estudiantado de las motivaciones, los intereses y aptitudes que, unidos a la información amplia y detallada de las profesiones disponibles, podrían apoyar la decisión profesional.

En su conformación, la orientación vocacional mexicana recibió dos importantes influencias, a saber: la ideología liberal y la postura sobre la salud-enfermedad. Sobre la ideología liberal, encontramos la separación de lo confesional en la formación de los estudiantes y las ideas sobre la libertad y la construcción del conocimiento que se establecieron en las escuelas y que los maestros normalistas desarrollaron en primera instancia. Sobre la mirada higienista, Muñoz (2013) refiere los Congresos Higiénico-Pedagógicos celebrados en México entre 1889 y 1910, y cuyos acuerdos reflejan esta postura incorporada a la práctica escolar. Estos acuerdos fueron los siguientes:

  1. Los edificios escolares y las salas de clase deben estar convenientemente orientados. Es necesario un espacio abierto para patio de juegos en cada escuela.

  2. Los mesabancos deben ser binarios, con respaldo, descanso para los pies y caja para guardar libros.

  3. El tamaño de las letras en los libros de texto debe permitir una lectura fácil y será mayor en los primeros años escolares. Las pizarras individuales serán de fácil manejo.

  4. El método de enseñanza que conviene adoptar es el que se propone cultivar todas las facultades físicas, intelectuales y morales del niño. Los ejercicios deben ser graduados, para desarrollar cada facultad. La educación intelectual, al principio de la enseñanza, se hará exclusivamente con el método objetivo, y más tarde es posible el empleo del método representativo (Muñoz, 2013).

En la segunda mitad del siglo XX, la orientación vocacional se consolidó como rama psicopedagógica, teniendo como huella del positivismo, el uso de diversos instrumentos de medición de habilidades, actitudes, aptitudes, intereses, y otros factores internos relacionados con la vocación. De estos instrumentos son ejemplo los inventarios y cuestionarios de intereses y aptitudes como el Inventario de aptitudes e intereses de Herrera y Montes, en 1957. En este año, la Secretaría de Educación Pública creó el Instituto de Psicopedagogía, del que Luis Herrera y Montes fue director. Luis Herrera y Montes se formó como maestro normalista en México y concluyó sus estudios como psicólogo en Berkeley y psicólogo educativo en Columbia New York; fue considerado el primer psicotécnico de Latinoamérica. Los instrumentos de medida inundaron las prácticas de la orientación vocacional, incorporando antecedentes de la psicometría de origen francés (Binet) y norteamericana (Escala Wechsler, el MMPI), entre otros. La formación y las propuestas de este autor se entrelazan con lo que en los años 60 y 70 se denominó el nuevo vocacionalismo. El nuevo vocacionalismo en EE. UU. tiende a dirigir el currículo escolar hacia las necesidades empresariales.

Esta práctica de medición por medio del test recoge la postura positivista de la medición de todos los procesos psicológicos susceptibles de ello, y que valida la existencia, objetividad y seriedad de la práctica del orientador vocacional.3

DE CUESTIONARIOS Y TEST AL CONTEXTO

Actualmente la práctica de la aplicación de test, inventarios y pruebas de origen psicopedagógico es tan frecuente que ha desbordado el mercado de los servicios para la orientación vocacional. Incluso varios sitios en la web de acceso libre o con fines lucrativos ofrecen aplicaciones de instrumentos, que no siempre cuentan con el tratamiento estadístico, que bajo el marco de la psicometría validada (estandarización) pudieran dar al menos alguna certeza de su utilidad. Desafortunadamente la expansión de esta práctica consolida la creencia de que la o el orientador es un aplicador de cuestionarios que pueden resolver la incertidumbre en la elección y que ese instrumento es generalizable, real, confiable, sin consideración del proceso que conforma el establecimiento de un proyecto de vida, de ciudadanía y de construcción de cultura.

En todo caso, el cuestionamiento que centra este trabajo es pensar la orientación vocacional no como un espacio de utilización y validación de instrumentos que rara vez son elaborados por psicómetras mexicanos o latinoamericanos, sino como un espacio psicopedagógico que mire a las y los estudiantes como seres contextualizados y situados históricamente (Briones, 2007).

En este texto, la propuesta es plantear algunas condiciones que posibilitan a las y los jóvenes la elección de la carrera de nivel superior, considerando las desigualdades múltiples que afrontan, su condición etaria y de género, a partir del relato de sus historias vocacionales y novolaborales.

[…] la inserción profesional se realiza en un espacio segmentado y diferenciado, donde prima el capital simbólico intelectual del/a postulante y las marcas étnicas y de género que lo/a acompañan. Los y las estudiantes ingresan al mercado cargando saberes y aptitudes desiguales, que han alcanzado en su entorno familiar y social. En una sociedad colonial como la nuestra, el apellido y las redes familiares […] cuentan tanto o más que el desempeño estudiantil o la capacidad. (Rodríguez et al., 2007, s/p)

DE LAS HISTORIAS JUVENILES

En este trabajo muestro las historias vocacionales de Liz y algunos de sus compañeros. Todos alumnos del Nivel Medio Superior (NMS), del Instituto Politécnico Nacional (IPN), que han elegido para su formación técnica la carrera de Sistemas Automotrices. Esta especialidad técnica ha sido relacionada con actividades y desarrollos tecnológicos propiamente varoniles; los instrumentos utilizados para reparar los automóviles y las piezas que los conforman son pesados y requieren habilidades específicas para ser manipulados, por lo que los cuerpos femeninos han sido excluidos de este ámbito a través de la naturalización esencializadora de su ser femenino.

La industria del automovilismo, por otra parte, ha penetrado en el país desde mediados del siglo XX, vinculando aspectos como la construcción de referentes masculinizadores: prestigio económico-social, producción automovilística y formas de inclusión/exclusión laboral, además de la distancia entre los productores de tecnología y los ensambladores/reparadores de autopartes. La industria automotriz en la frontera norte de México ha mostrado un incremento en su producción desde el 2008 a la fecha, relacionado con la situación geográfica respecto a otros países productores/ensambladores, el programa arancelario que favorece el comercio y la mano de obra barata que se encuentra en el país (Álvarez y Carrillo, 2014; Dussel, 2014).4

En las escuelas de Nivel Medio Superior del Instituto Politécnico Nacional, alumnas y alumnos pueden elegir qué especialidad técnica desean cursar en su plantel; por ello, y bajo el signo masculino de Sistemas Automotrices, llama la atención que las jóvenes elijan dicha especialidad.

Las y los estudiantes han seleccionado su alternativa técnica a finales del segundo semestre, a partir de visitas a las especialidades, cuestionarios vocacionales y cuadros comparativos que buscan visualizar las ventajas y desventajas de cada especialidad enlazando las habilidades y los intereses propios de las y los alumnos. Su formación técnica se inicia a partir del tercer semestre y continúa a lo largo de cuatro semestres más. Paralelamente las y los alumnos cursan las unidades de aprendizaje correspondientes al bachillerato en el área de Físico-matemáticas. Actualmente las y los estudiantes participantes han finalizado su ciclo de NMS, egresando como técnicos en Sistemas Automotrices. Actualmente, todos se encuentran cursando su carrera superior.

El relato de Liz (17 años) sobre su experiencia laboral en el campo automotor muestra las condiciones que ella, como joven, mujer y técnica, tuvo que afrontar en el ámbito del taller automotor. Liz además comparte en su relato escrito otros intereses y motivaciones derivados de las condiciones del contexto en que se ha desarrollado hasta hoy:

Nací en Ciudad Netzahualcóyotl, pero actualmente vivo en Valle de Chalco, mi familia se integra por cuatro personas, incluyéndome… A lo largo de mi vida he realizado varias cosas para poder encontrar qué era lo que me gustaba hacer. En 2015 tomé dos cursos, el primero fue de Introducción al montañismo, el segundo, Dinámica mental; podría considerar que han sido de mis más grandes logros, eso y el poder tener el privilegio de estudiar en el Instituto Politécnico Nacional.

En ese mismo año trabajé en un taller mecánico; esto con el objetivo de ver si la carrera que estudiaba aún la quería seguir ejerciendo, pero me di cuenta que es un trabajo al que aún le falta progresar más, porque no se acepta que una mujer trabaje en algo así, al menos por la mayoría de las personas que conozco. El tiempo que estuve laborando fue de tres meses, en que me enfrenté a varios problemas con los mecánicos, que se burlaban de que no sabía o no podía cargar cosas pesadas; tiempo después, me aceptaron y hasta me enseñaron varios trucos para cargar… aprendí mucho. Pero a la esposa del dueño del taller no le gustaba que yo estuviera ahí, por lo que decidí renunciar.

Posteriormente trabajé como animadora de eventos; ahí me di cuenta que me falta trabajar más en mi seguridad, ya que teníamos que organizar juegos de casino, y a veces yo no sabía cómo alegrarlos, y me daba mucha pena hablar, pero es algo que he ido mejorando con el tiempo.

Mi mejor etapa fue cuando entré al Nivel Medio Superior, ya que fue cuando me di cuenta de mis miedos, mis malos hábitos; hice más amigos; esto fue importante para mí, porque yo acostumbraba a ser muy reservada y me di cuenta de lo que quería lograr en un futuro.

Mi mayor miedo es elegir la carrera equivocada; me gustaría tener una vida plena, pero no sólo para mí, sino también darles una estabilidad económica a mis padres, ellos siempre han sido comerciantes y yo sé por todos los sacrificios que han pasado, así que me gustaría darles descanso dándoles parte de mis ingresos, es por eso que quiero terminar de estudiar, para conseguir un buen trabajo…

En el caso de Liz se pueden observar varios actores en relación escuela-trabajo; en primer lugar, su condición socioeconómica, si bien no es de clase media, sino de clase trabajadora (hija de comerciantes con trabajo informal); esto no ha impedido que recibiera apoyo en su formación académica. Los padres buscaron una escuela privada para su formación primaria en Valle de Chalco, zona conurbana conocida como un espacio de precariedad y desigualdades económicas marcadas, que no cuenta siempre con las condiciones para la formación académica óptima.

Si bien es cierto que las opciones educativas del sector privado no siempre reflejan una buena formación, en el caso de Liz y su entorno sí les proporcionaron mejores elementos que otras alternativas menos favorecidas. Al ser hija única en ese tiempo, las atenciones para ella fueron generosas y sin competencia, ya que su hermana tiene apenas cuatro años, por lo que su infancia transcurrió como única hija bien atendida. La filiación a su bachillerato es evidente, al igual que a su especialidad técnica.

Es de resaltar que cuando decide iniciar su vida laboral no hay otro motivo que saber si es su vocación en la práctica del taller; la posibilidad de explorar sus alternativas sin presiones económicas la sitúa también en otro punto del contexto. Esta situación cuestiona la creencia generalizada de que la búsqueda de empleo a esta edad es por razones económicas entre las y los jóvenes; interpela además la idea de que una joven desee trabajar en otras actividades ajenas a la mecánica automotriz. Ella relata en otra entrevista que la mecánica le parece un ámbito muy interesante y que en su entorno la gente sufre mucho por inundaciones y por autos que no arrancan; esta rama de la ingeniería le parece relevante por su practicidad y por la ayuda que se puede brindar a los habitantes de su localidad.

La movilización de las actividades de cuidado aquí encuentra un nodo distinto; Liz desea ayudar a las personas de su entorno, brindando un servicio de reparación, de mantenimiento, utilizando las habilidades y los conocimientos que la especialidad en Sistemas Automotrices le ha proporcionado, es decir, un campo masculinizado y competitivo.

Al ingresar al campo laboral choca con el sesgo de género, al que no se había enfrentado antes de manera tan cruda; a pesar de ser rechazada, se mantiene en ese taller tres meses, para comprobar posteriormente que el sesgo de género no sólo proviene de la postura de los mecánicos expertos, sino de otra mujer que ve en ella un riesgo latente para su relación de pareja. En este punto debo agregar que falta analizar más condiciones y a otras estudiantes que no han tenido esta experiencia tan negativa, aunque sí han enfrentado discriminación de género, principalmente al inicio de su vida laboral, por ser consideradas débiles o poco hábiles.

Entrelazada a esta desigualdad se encuentra la situación etaria, ya que, a pesar de contar con la especialidad técnica concluida, se las considera demasiado jóvenes y sin experiencia. En el caso de las jóvenes cuyos cuerpos se relacionan con etnias de estatura no muy alta, el entretejido interseccional de desigualdades las coloca en un lugar de marginalidad contra el que han luchado en un período de “novatada” variable, pero no menos violento. Los cuerpos femeninos no tan altos abundan en sesgos asociados a la esencialidad femenina, son pequeños y frágiles, razones que recrudecen la discriminación de las mujeres ante las actividades de la mecánica automotriz.

Esta experiencia laboral negativa dio pauta a Liz para buscar alternativas distintas y poner en juego sus propios talentos y capacidades, además de desarrollar habilidades de relación que requiere para su trabajo actual.

Ha buscado y elegido otra carrera fuera de su área inicial, las Fisicomatemáticas, contemplando ahora Medicina, disciplina genéricamente asignada a los roles femeninos de cuidado y que además cuenta con un prestigio consolidado.

El campo laboral de esta carrera es muy competitivo, y si se considera que ella no cuenta con los antecedentes por área de conocimiento, también el ingreso es complejo; sin embargo, Liz ingresó, ya que también cumple con los requisitos que la institución solicita, y que son los mecanismos de regulación que el mercado educativo de la Medicina y el IPN exigen: promedio alto, que se pretende reflejado en un examen de ingreso; cuenta con beca y su bachillerato contempla los conocimientos básicos para iniciar su formación como médica. Su deseo de apoyar a su familia y concluir con su propio deseo de ayudar ha motivado que, a pesar de la sobredemanda de esta carrera, Liz la haya elegido, mostrando la heterogeneidad que tiene este proceso de elección.

Por otra parte, la experiencia de vida que este contacto laboral le dejó marca una diferencia importante en sus decisiones, que lleva a cuestionar también la diversidad de experiencias que los estudiantes pueden tener y que las/os lleven a buscar otras alternativas. Las habilidades que menciona pueden ayudarle a construir otros caminos, fuera de las normas de la medicina tradicional.

Los capitales sociales y culturales son importantes en la relación escuela-trabajo. Siguiendo a Bourdieu (2009), la conformación de los habitus, en este caso laborales, exige el cumplimiento de los requisitos de membresía y permanencia de los aspirantes a ingresar, es decir, la demostración de las habilidades y estructuración de prácticas que consoliden la red social que funciona en un espacio laboral determinado. Liz inicia en un espacio apropiado para el habitus automotor masculino; las bromas, las burlas y la desconfianza de los varones mecánicos son parte del juego de prueba para una joven, cuyo cuerpo no se corresponde con la práctica de la técnica sino con el sitio de los cuerpos “bellos”, los que acompañan al verdadero dirigente del habitus: el ingeniero creador experto o al corredor de autos que, si bien, no es necesariamente el experto en tecnología, es el experto en el manejo, en la función, en el control, en la competencia que lo hace campeón, y, por lo tanto, varón dominante.

Los varones jóvenes, al igual que Liz, también pasan por la iniciación laboral, por los juegos de prueba, por los albures, las bromas, y particularmente cierta sobrecarga laboral. El joven debe demostrar ante sus compañeros mecánicos con experiencia que es digno de pertenecer a este grupo privilegiado, que tiene el entrenamiento y las destrezas requeridos para permanecer como integrante del grupo de técnicos e ingenieros del campo automotor.

En entrevista grupal, integrada sólo por estudiantes varones, se exploró la historia vocacional de algunos de ellos, quienes dialogaron sobre las razones que los llevaron a elegir la especialidad técnica de Sistemas Automotrices como primera opción en el curso de su bachillerato. En este intercambio de experiencias, algunas situaciones son recurrentes; sin embargo, conservan la singularidad de los contextos de cada joven. A continuación muestro fragmentos de los relatos de estos alumnos de la especialidad de Sistemas Automotrices.

[…] nunca había considerado el Poli como opción hasta que me metí a investigar más sobre diferentes escuelas y finalmente en los planes de estudio. Me convenció más el Politécnico, porque me gustan las matemáticas y me parece la mejor institución tecnológica que hay en México, por eso lo elegí […] mi papa también es politécnico y pues eso también […]. (Cristian, 18 años)

Cristian nos relata los vínculos que ha establecido entre su búsqueda, sus habilidades, la oferta educativa y el prestigio de la institución, dejando en segundo plano la adscripción de su padre a esta; sin embargo, esta pertenencia es mencionada porque también enlaza una herencia paterna que cierra el círculo de la elección mejor realizada.

En el caso de Luis, el proceso de elección corre una suerte de tanteo; la apuesta se centra en la base de los intereses inmediatos y de la aproximación paulatina a una decisión que prueba con la práctica, con el conocimiento empírico, los gustos. Luis se permite la búsqueda desde su experiencia personal y no cierra las alternativas posibles. Incluso la carrera que ha elegido es Ingeniería en Sistemas Ambientales, afirmando en otro relato que su elección se debe a que los autos contaminan mucho y él está en contra de la contaminación. Luis es un joven muy alto y fuerte; de acuerdo a los comentarios de sus compañeros, es muy capaz en su trabajo como técnico automotor y resguarda la herencia generacional de mecánicos prácticos en su familia. El comparte su habitación con sus dos hermanas; siendo el hermano mayor, sus recursos no son muy abundantes, aunque sí estables (su padre es mecánico automotor). Su domicilio se encuentra en Los Reyes la Paz, cuenta con todos los servicios y su casa está en construcción, y por eso no tiene una habitación propia, al menos por el momento.

[…] yo quería entrar al taller porque tenía pensado estudiar la carrera superior de Sistemas Automotrices, entonces me quería dar una idea si me iba a llamar la atención o no; ahora ya cambié de opinión. Iré a Sistemas Ambientales. (Luis, 18 años)

Las experiencias infantiles hacen su aparición en los relatos, enlazándose con el deseo de pertenecer al habitus del automovilismo; la relación familiar surge fuertemente como enlace del pasado, el presente y el futuro (Mallimaci y Giménez, 2006). Los jóvenes retornan a sus recuerdos infantiles haciendo emerger sus deseos lúdicamente articulados con lo que hoy han elegido y lo que seguirá como alternativa académica de formación en su carrera superior. La nostalgia de los roles de infancia, el cuerpo que cambia y los padres (familiares) que proporcionan protección se presenta encarnada incluso en algunos chicos que indican siempre haber sido atraídos por la mecánica del automóvil. La imagen mítica del piloto y su mundo deviene en las narraciones de los jóvenes estudiantes:

[…] desde que era pequeño he estado rodeado de esta onda automotriz, videojuegos, juguetes; mis tíos tienen talleres y yo pasaba mucho tiempo con ellos; a ellos también les gusta mucho esta onda como las carreras y eso; de pequeño mi sueño era ser piloto, no importaba F-1, resistencia, rally o lo que fuera, quería ir rápido, pero […] no tengo las aptitudes necesarias para ser piloto […] yo quería algo que me tuviera cerca de este mundo. (César, 17 años)

Abajo de la mesa del comedor de mis tíos había una canasta de mimbre y tenía un asa, yo me sentaba ahí con mis primos y jugaba a que el asa era un volante, y bueno, son muchos recuerdos de ese tipo que me traen nostalgia, cuando era pequeño, que la vida era fácil […] luego crecí. (Erik, 18 años)

Un interesante aspecto son la satisfacción y la alegría que acompañan el logro de las reparaciones y resolución de problemas técnicos; los objetos reparados ocasionan en los alumnos un sentimiento intenso de alegría (Ahmed, 2015), que además es compartido por los demás miembros del equipo. Åberg y Hedlin (2015), en su estudio sobre los objetos felices y hombres felices, describen el desarrollo de la masculinidad reforzada por el logro. Al estudiar la industria de la construcción, identificaron el sentimiento de felicidad que acompañaba a los estudiantes varones que se enorgullecían por sus proyectos constructivos y de creación personal.

Es un trabajo muy pesado ¿no? Requiere estar todo el tiempo ahí parado, le tienes que quitar piezas y cargar cosas y todo eso […] a la vez que es pesado como que, cuando logras componer un carro, te deja satisfecho. Mis amigos y yo tardamos mucho en reparar el Go Kart, pero lo logramos […] eso fue muy bueno […]. (Carlos, 19 años)

El prestigio de una institución y de una formación con orientación masculina se presenta entre los estudiantes, incluso de planteles del mismo nivel pero distinta área de conocimiento; tal prestigio alimenta el imaginario de supremacía y alegría por una formación que no sólo imbrica conocimientos satisfactorios, sino también la consolidación de la masculinidad probada entre el grupo de pares.

[…], el automovilismo tiene un encanto, cierta especie de magia; no he conocido a ningún señor o ningún chico que diga: “No, a mí no me gustan los coches”; como que te da prestigio. En una ocasión me encontré a un amigo de la secundaria que tenía mucho tiempo de no hablar con él, y le pregunte: “¿En qué escuela te quedaste?”. “En la Voca5 13”. “¿Y tú?”. “En la Voca 7”. “¡Ah, qué chido!”. “¿Y qué estudias?”. “Estoy estudiando Contabilidad […]”. Y que le digo: “Yo, Sistemas Automotrices”. [Mi amigo] bajó la cabeza, como que se sintió menos, me ha pasado varias veces. (Ulises, 18 años)

Otro interesante aspecto por considerar en la red de la orientación vocacional es el cuerpo relacionado con las prácticas del técnico de Sistemas Automotrices. Eduardo relata la admiración y el erotismo que despierta la imagen de un cuerpo en overol y botas, la idea de un cuerpo fuerte, que incluso pueda pertenecer al ámbito del cuerpo vigoréxico; es una fantasía que refuerza la atracción hacia ese tipo de actividades. Entrelazada con el cumplimiento de un rito de masculinidad (Dussel, 2015), con una institución que consolida la ingeniería como campo de saber privilegiado, y el prestigio que se traslada a la familia nuclear y extensa, la decisión vocacional tiene soportes poderosos.

Tengo una amiga en Voca 14;6 me dice que le gustaría estar aquí, le llama la atención que nosotros usemos overol y botas; ella estudia Mercadotecnia. Hay algo que las vuelve locas […] [risas] cuando tú te imaginas que alguien está estudiando no sólo Sistemas Automotrices, sino algo que tiene que ver con piezas pesadas, tú dices: “Ah, este chavo no es débil”, o algo así, digamos que tiene cierto físico. (Eduardo, 19 años)

REFLEXIONES FINALES

La historia de la vocación en México muestra la huella de la herencia religiosa que aún se encuentra en el llamado hacia determinadas profesiones; esta postura se halla presente cuando la elección de las y los jóvenes se anuncia como fruto de su tendencia natural (esencial) hacia determinadas actividades opacando la influencia social que proviene del contexto. El positivismo, como corriente filosófica, se entrelazó con las prácticas educativas conformando un individuo que contribuyó a la construcción del Estado-nación, que apremiaba en la situación política y social de esa época. Como enlace educativo e institucional emerge la figura de un actor educativo que fortalece los valores y la guía hacia los objetivos de unificación colectiva: el orientador, que como figura masculina usa la razón como guía hacia las mentes juveniles.

Herencia de esta tradición positivista es la tendencia aplicadora de test en la práctica orientadora utilizada por varias corrientes que trabajan con la orientación vocacional. La elección de una carrera superior es un proceso complejo que requiere enlazar diversos aspectos internos y externos; la propuesta testaria que pretende sólo medir las características de los jóvenes a través de un instrumento único es insuficiente.

La postura signada en la palabra orientación conlleva la dirección de guía; implica a un adulto capaz y a una persona (casi siempre joven) que no sabe tomar decisiones personales. Cuestiono esta propuesta que parece naturalizada entre la práctica docente; el o la joven como constructo único no existe; lo que miramos son grupos sociales con diversas necesidades, y entre ellos, jóvenes que quizá requieran mayor información y/o acompañamiento.

Los segmentos de historias vocacionales de Liz y sus compañeros muestran diversidad en las relaciones de género, agencia, movimiento, decisiones que imbrican procesos complejos. Las y los orientadores realizan actividades que no son siempre reconocidas; considero que al ser parte de actividades económicas y educativas de cuidado han sido invisibilizadas de varias maneras.

Propongo pensar en la orientación vocacional con un nombre que signe el acompañamiento que se realiza tanto en clase como en los espacios escolares compartidos y/o en el cubículo de atención, y que implica una relación que va más allá de una plática, la aplicación de un test puntual o las visitas guiadas. Pienso en las y los profesionales que comparten estrategias de vida y de toma de decisiones, que buscan no estereotipar sino entender la diversidad admirando su potencial.

REFERENCIAS

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Notes

[1] En 1870 Gabino Barreda inició el planteamiento de elección de carrera, acompañado de la postura anticonfesional y laica que proponía para la educación de los jóvenes de la Escuela Nacional Preparatoria (Magaña, 2013).

[2] La figura orientador remite a la huella del Hombre de la Ilustración, poseedor de sabiduría, aquel que guía al menor de edad, al incompleto e inmaduro joven que no sabe elegir.

[3] Recordemos que un camino elegido por varios campos disciplinares, no sólo por algunas ramas de la psicología, fue la medición de procesos que dieran cuenta de una aproximación teórica sólida a la vista de las tradiciones positivistas, principalmente las correspondientes a Norteamérica y parte de Europa (Pacheco, 2013).

[4] No abundaré más respecto de este tema, dado que este campo requiere un análisis específico que, para los fines de este trabajo, nos aleja del objetivo principal. Para revisar con más detalle consultar: Carrillo (2010) y Álvarez, Carrillo y González (2014).

[5] El término Voca proviene de la palabra vocacional; se refiere a los planteles de Nivel Medio Superior del Instituto Politécnico Nacional, que actualmente se denominan Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos (CECyT); cada plantel cuenta con un número y un nombre que hace referencia a algún personaje de la historia de México y de la tecnología. En el caso del CECyT 7, su nombre es Cuauhtémoc (Águila que desciende por su presa –en lengua náhuatl–. Cuauhtémoc fue el último emperador azteca). Voca 13 Ricardo Flores Magón es un plantel perteneciente al área de Ciencias Sociales y Administrativas del IPN.

[6] Voca 14 Luis Enrique Erro es un plantel que pertenece al área de Ciencias Sociales y Administrativas del propio IPN.