Resumen
Los seísmos que remecieron al territorio chileno entre los siglos XVI y XIX –unidos a la ausencia de explicaciones racionales sobre las causas que los originaban– llevaron a los pobladores del Reino de Chile, al igual que a muchos habitantes de las ciudades fundadas en el margen occidental del Cinturón Circumpacífico, a interpretarlos como castigos enviados por Dios a consecuencia de sus faltas y pecados terrenales. En consecuencia, algunos grupos debieron recurrir a los designados “abogados celestiales”, especialistas en materias telúricas, para intentar sobreponerse a las situaciones coyunturales generadas después de cada movimiento de la Tierra.